Sexualidade, gênero e reprodução na juventude – ST 28 Daniel E. Jones (Grupo de Estudios sobre Sexualidades - IIGG - Universidad de Buenos Aires) Iniciación sexual - Razones para iniciarse o no – Adolescentes “Siempre se recuerda la primera vez” Iniciación sexual de adolescentes de la provincia del Chubut (Argentina) Nuestro objetivo es analizar las razones para iniciarse o no iniciarse sexualmente de adolescentes que viven en la ciudad de Trelew (provincia del Chubut), a partir de datos primarios obtenidos en entrevistas semi estructuradas individuales, como parte de nuestra investigación doctoral. La muestra está compuesta por cuarenta y dos jóvenes (veintiún varones y veintiún mujeres), con edades entre 15 y 19 años, de estratos socioeconómicos medios y que asisten a escuelas de nivel medio. Al momento de la entrevista, todas y todos eran solteros, no habían tenido hijos y vivían con al menos uno de sus padres. A continuación, presentamos datos sobre la edad a la que tuvieron su primera relación sexual y qué tipo de relación existía con la otra persona, e indagamos sobre las razones para iniciarse o no sexualmente. Los cuarenta varones y mujeres heterosexuales que entrevistamos se refieren al primer encuentro en el que se produce una penetración vaginal como su primera relación sexual, mientras que los dos varones gays se refieren de este modo a su primer coito anal.i Varones Sobre veintiún entrevistados, dieciséis ya han tenido relaciones sexuales coitales (catorce se iniciaron con mujeres y dos con varones). El promedio de edad de iniciación sexual de los dieciséis varones es 14,62 años.ii De los catorce iniciados con mujeres, la mitad (siete) lo ha hecho con novias. Cuando se produce el primer encuentro sexual, estas relaciones de noviazgo tenían desde una semana de duración hasta dos años y medio. De la mitad restante, dos declaran haber debutado con chicas que conocieron en una fiesta o en una discoteca (“transas ocasionales”), otro con una “transa frecuente”, otros dos con amigas, uno más con una conocida del barrio y un último entrevistado lo ha hecho con la hermana de una amiga.iii Ninguno menciona haberse iniciado con una trabajadora sexual, una alternativa que aparece en investigaciones previas en nuestro país.iv Cuando preguntamos a los cinco varones que aún no han tenido relaciones coitales al momento de la entrevista por qué no se han iniciado sexualmente, todos ellos mencionan que “no se ha dado” la oportunidad. Como señala Castro, “la pregunta ‘¿por qué?’ es una solicitud de explicación, es decir, de razones. Las razones pueden ser de dos tipos, motivos o causas. Los motivos implican un proceso interpretativo (o un impulso interior) del entrevistado, mientras que las causas se refieren más bien a fuerzas externas al individuo”.v Así las cosas, debemos prestar atención a las diferentes clases de respuestas ante una pregunta que, al comenzar con las palabras “por qué”, es ambigua. 1 La falta de oportunidades que mencionan los entrevistados en algunos casos es atribuida a que nunca han tenido una relación de noviazgo que durase cierto tiempo y, por ende, en la que pudieran pensar en tener relaciones sexuales; en otros casos sucedió que cuando han estado de novios eran más chicos de edad y no estaban muy interesados en tener sexo, y ahora que sí lo están no tienen pareja. La respuesta que señala que "no se ha dado" la oportunidad de tener relaciones sexuales centra la explicación en una causa, es decir, una circunstancia externa, ajena a la voluntad propia. Una posible hipótesis sobre esta explicación nativa sería que cuando un varón ha superado la edad que se considera socialmente adecuada para iniciarse sexualmente y aún no lo ha hecho, debe justificar esta “falta” ante ciertos públicos apelando a una causalidad que excede su voluntad.vi Si retomamos los testimonios, vemos que los guiones prescriptos de modo hegemónico para los varones señalan que lo “normal” sería iniciarse alrededor de los 15 años; esta idea de “normalidad” refiere a una edad que sería, simultáneamente, la habitual y la deseable para que un varón debute sexualmente.vii Ante cualquier irregularidad frente a lo que “el calendario socialmente sancionado indica como adecuado para la iniciación sexual”,viii se producen tensiones para los varones y surge la necesidad de dar explicaciones ante sus pares. Algunos adolescentes que no se han iniciado sexualmente expresan disidencias respecto de los guiones hegemónicos masculinos, como Walter, quien refleja su distancia ante las expectativas sobre lo que un varón debe hacer sexualmente y da cuenta de cómo estas expectativas son hegemónicas inclusive entre las mujeres, producto del carácter relacional del género. Su disidencia radica en que, cuando estaba de novio, Walter no veía a las relaciones sexuales como una “necesidad” y por eso no las tuvo en ese momento. Esta opción implicó que, posteriormente, las chicas que habían sido sus novias le señalaran que había desperdiciado muchas posibilidades de mantener relaciones sexuales: Te puedo decir que hasta hace dos años atrás no era una cosa que el sexo era para mí algo: “Quiero probarlo, quiero probarlo”. Tuve muchas... muchas novias, y muchas novias después me dijeron: “{Qué} boludo que sos, las veces que lo podrías haber hecho”. Y lo que pasa es que no... no me atraía. No era que: “Lo necesito”. (Walter, 17 años; no se ha iniciado sexualmente). Su aclaración acerca de que no veía a las relaciones coitales como una “necesidad” remite, por oposición, al razonamiento esencialista que considera que las prácticas sexuales responden a un instinto o impulso individual de carácter biológico que debe ser saciado, particularmente en el caso de los varones. Este mismo razonamiento esencialista, que destacan otras investigaciones sobre adolescentes en América latina,ix subyace a los comentarios de sus ex novias acerca de que Walter “había desperdiciado” oportunidades de tener relaciones. La idea de que está en la naturaleza del varón ser sujeto de deseo sexual y, por ende, es “natural” que desee y busque su satisfacción sexual, implica que los varones deberían tener una disponibilidad sexual permanente, es decir, no dejar pasar ninguna oportunidad de tener relaciones sexuales. Como consecuencia de este razonamiento, 2 sus ex novias le señalaron a Walter que era un “boludo”, un término que en este contexto lo descalifica como varón por su falta de iniciativa sexual.x A quienes sí se han iniciado sexualmente les preguntamos qué los llevó a tener relaciones. Algunos que han debutado con sus novias mencionan los sentimientos por ellas como motivación y dan a entender que se trata de cariño o “estar muy ‘metidos’” el uno con el otro.xi Entre los que se han iniciado en otro tipo de relaciones, algunos hablan de curiosidad o ganas de probar, y otros mencionan la excitación o un impulso como principales razones. En todos estos casos se trata de motivos, ya que la iniciación sexual se atribuye a la propia voluntad y, a veces, también a la de la compañera sexual. Sin embargo, los motivos para iniciarse sexualmente difieren según el tipo de vínculo que se mantiene con la otra persona: mientras que en relaciones de noviazgo parecen articularse motivaciones afectivas y sexuales, en relaciones más informales y de menor compromiso interpersonal las motivaciones meramente sexuales juegan un papel más importante, cuando no exclusivo. Como señalan Laumman et al., “mientras que las relaciones más breves pueden estar más orientadas hacia el intercambio sexual, las relaciones de mayor duración inevitablemente también implican intercambios de recursos emocionales y sociales”.xii Por su parte, otro grupo de entrevistados que no se han iniciado con novias consideran que tuvieron su primera relación sexual simplemente porque “se dio la posibilidad”, poniendo el énfasis en una circunstancia externa (una causa), antes que en su decisión personal. El hecho de que afirmen que su debut simplemente “se dio” creemos que se relaciona, al menos en parte, al bajo grado de previsibilidad de este encuentro sexual. Estos adolescentes se han iniciado con una “transa ocasional” o con una amiga, por lo que apuntan que prácticamente no existió planificación del propio encuentro, ni diálogo previo al respecto. Por último, sólo un entrevistado señala que fue la presión del grupo de pares lo que lo llevó a tener su primera relación sexual. Mujeres Sobre veintiún entrevistadas, trece ya han tenido relaciones sexuales coitales, todas con hombres. El promedio de edad de iniciación sexual de estas trece mujeres es 15,46 años (mientras que el de los varones iniciados es 14,62). Estos datos se aproximan mucho a los que surgen de los estudios cuantitativos sobre adolescentes más recientes en Argentina: la edad media de inicio de los varones es 14,7 años y la de las mujeres 15,4 según la investigación de Kornblit et al. sobre 3.500 casos en todo el país.xiii Once de las trece entrevistadas que se han iniciado sexualmente lo han hecho con novios, con lo que presentan una situación mucho más homogénea que la de los entrevistados en cuanto al tipo de pareja de iniciación (de los varones sólo la mitad se ha iniciado con novias). Al momento de tener su primera vez, sus relaciones de noviazgo tenían desde dos meses hasta dos años. Las restantes dos entrevistadas se iniciaron en relaciones de verano. 3 Cuando preguntamos a las ocho entrevistadas que no se han iniciado por qué no lo han hecho, casi todas mencionan su miedo al embarazo como principal motivo para no tener relaciones sexuales. En este miedo se conjugan, principalmente, su sensación de que un embarazo a esta edad cortaría cualquier otro proyecto personal y, en menor medida, el temor a una reacción muy negativa de sus padres ante un eventual embarazo de ellas. Meibel, de 17 años, explica que aún no se haya iniciado sexualmente refiriéndose de modo explícito a la “abstinencia”, término con el que parece indicar una decisión deliberada, más o menos planificada y consistente de evitar tener relaciones sexuales. Su abstinencia sería, entonces, lo que Weber llama una acción negativa, una abstención intencionada de actuar, que Meibel justifica al señalar que un embarazo "en este momento es como que me arruinaría la vida". Los argumentos para no iniciarse sexualmente por temor al embarazo han puesto el énfasis en la cuestión de sus proyectos personales; no surgen otras razones para no tener relaciones, por ejemplo, aquéllas de orden explícitamente moral ("porque está mal") o religioso ("porque es pecado"), aunque otros puntos de sus relatos sugieren que no han desaparecido estas dimensiones. Por último, sólo una entrevistada menciona el miedo a contraer una enfermedad como un motivo adicional para no iniciarse sexualmente, lo que indicaría que entre estas adolescentes la preocupación por el embarazo sigue siendo mayor frente a la referida a enfermedades como el VIH/SIDA, algo que ha sido apuntado por otras investigaciones sobre jóvenes brasileros.xiv Cuando preguntamos a quienes se han iniciado sexualmente qué las llevó a tener relaciones esa primera vez, varias entrevistadas destacan, por un lado, la confianza que existía con su novio y en él y, por el otro, el cariño o amor por su novio. Mientras que la confianza en el novio garantizaría que una adolescente se sienta segura a la hora de tener relaciones con él (“Estaba segura, confiaba en él”, dice Luna), la confianza que existe con el novio parece referir a cierta comodidad mutua que se desprende de los avances afectivos y sexuales de la relación. En sus testimonios, la confianza aparece más como una condición necesaria para tener relaciones, que como un motivo o una causa. A su vez, las relaciones sexuales actuarían como una forma de demostrar a un novio el cariño o amor por él. Como apuntan varias entrevistadas, cuando los besos, abrazos y caricias parecen ser insuficientes, las relaciones sexuales se presentan como un modo de compartir algo más con un chico al que se quiere y que, por ende, es especial (y no con cualquiera). En esta línea, la idea de que el amor valida las relaciones sexuales para las mujeres se articula con “la expectativa socialmente fabricada por los guiones de género femenino de que la actividad sexual es un canal para afectos que deben perdurar más allá del acto”.xv Más allá de este agrupamiento de razones, en el testimonio de cada entrevistada se presenta una diversidad de motivos y condiciones que actúan a la hora de decidir iniciarse sexualmente, a diferencia de los varones que dan explicaciones más unívocas de su debut (ya sea centrándose en 4 motivos, ya sea haciéndolo en causas). Prácticamente todas las que se iniciaron, incluyendo las que no han debutado con novios, destacan los sentimientos por su compañero, la confianza en él, la duración de la relación y la seguridad de su decisión de hacerlo con esa persona. Sólo una entrevistada agrega su curiosidad como motivo de iniciación con su novio. Conclusiones Procuramos mostrar cómo persisten diferencias entre los guiones de género para el debut sexual, al menos en lo que respecta a las razones para iniciarse o no. Cuando indagamos por qué no se han iniciado, los chicos mencionan que “no se ha dado” la oportunidad de tener relaciones sexuales, mientras que las chicas señalan su miedo al embarazo como principal motivo para no tenerlas (algo que es sugerido sólo por un entrevistado y como una razón más para no iniciarse). Para nuestros entrevistados y entrevistadas parece ser socialmente aceptable y creíble que una mujer afirme que por voluntad propia no se inició, ya que la mayoría cree que en la mujer descansa la posibilidad de aceptar o no tener relaciones sexuales. Mientras que las chicas que no han debutado enfatizan que es producto de su decisión, por el contrario los chicos deben explicar que si no se han iniciado aún es por algo que escapa a su voluntad, lo que tácitamente implica que si tuviesen la oportunidad de iniciarse la aprovecharían. Aunque también persisten diferencias en cuanto a las razones para iniciarse sexualmente, nuestros hallazgos muestran un cuadro más heterogéneo y complejo que el que presenta gran parte de la bibliografía, con su énfasis en la iniciación femenina por amor y la masculina por un impulso, curiosidad o presión de los pares.xvi En el caso de los varones destacamos que los motivos difieren según el tipo de vínculo con la compañera sexual: en relaciones de noviazgo se articulan motivaciones afectivas y sexuales, mientras que en relaciones más informales y de menor compromiso interpersonal juegan un papel más importante las motivaciones meramente sexuales (excitación o curiosidad). Nos llama la atención que sólo un entrevistado haya mencionado la presión de los pares como causa de su iniciación sexual y que ninguno haya señalado haber sido presionado o coercionado por su pareja para iniciarse. Cabe preguntarse si no experimentaron este tipo de presiones, si omitieron intencionalmente mencionarlas o si no percibieron ciertas prácticas de sus pares y/o parejas como formas de presión. De las mujeres, sólo una entrevistada relata una situación de coerción por parte de su compañero, en un intento de iniciación en el que no se concretó la penetración. Ninguna otra señala haberse sentido presionada en su primera vez. Cuando les preguntamos qué las llevó a iniciarse sexualmente, los registros afectivos, sentimentales, románticos predominaron en sus testimonios. A diferencia de los varones, ninguna habla de la excitación como motivación y sólo una menciona su curiosidad como un motivo más de su iniciación con un novio. Si tenemos presente la probable sanción social que recibiría una mujer si reconociera que se inició sexualmente meramente por placer o curiosidad, 5 podemos leer de dos modos el recurso al amor como un legitimador de la actividad sexual femenina: “para algunas mujeres puede simplemente representar un recurso discursivo y una justificación inmediata de la actividad sexual autorreportada, mientras que para otras puede sí constituir un correlato emocional de la misma”.xvii Además de ser metodológicamente muy difícil determinar qué lugar ocupa este recurso al amor en el testimonio de cada entrevistada, es probable que juegue ambos papeles. Por último, aquellas mujeres que mencionan los motivos de su iniciación y, a su vez, señalan que su primera vez “se dio”, enmarcan esta frase en un relato que procura destacar el carácter casi “natural”, espontáneo y no forzado, del encuentro; por el contrario, los varones que utilizan la frase “se dio” parecen referirse a la imprevisibilidad del encuentro sexual de su iniciación. Ante las respuestas que se adecuan a los guiones hegemónicos sobre el debut sexual, cabe preguntarse “en qué medida reflejan lo que es culturalmente apropiado verbalizar más que una realidad inmutable y homogénea”.xviii Sin embargo, aunque persisten diferencias entre los guiones de género para el debut sexual, aparecen resquebrajamientos de los hegemónicos. En el discurso de las mujeres, es notable la pérdida de centralidad del tema de la virginidad, algo que ocupaba un lugar muy importante en sus testimonios según otras investigaciones.xix Entre los varones, contra lo que indicaría el guión de iniciación hegemónico, no todos han debutado por un impulso, curiosidad o presión de los pares; en los casos de noviazgo, hay varones que destacan los sentimientos por su compañera como motivo de iniciación. Ambos resquebrajamientos pueden ser producto de que los y las entrevistadas pertenecen a estratos medios, poseen un nivel educativo relativamente alto (están concluyendo el nivel medio) y forman parte de una generación que parece sostener un discurso levemente más igualitario en términos de género y menos moralizante en cuestiones relativas a la sexualidad. Bibliografía AMUCHÁSTEGUI, Ana. Virginidad e iniciación sexual en México. Experiencias y significados. México DF: EDAMEX /Population Council, 2001. CÁCERES, Carlos. La (Re)configuración del universo sexual. Cultura(s) sexual(es) y salud sexual entre los jóvenes de Lima a vuelta del milenio. Lima: UPCH - REDESS Jóvenes, 2000. CASTRO, Roberto. “En busca del significado: supuestos alcances y limitaciones del análisis cualitativo”. En: Szasz, I. y S. Lerner (comps.), Para comprender la subjetividad. Investigación cualitativa en salud reproductiva y sexualidad. México DF: El Colegio de México, 1996, p. 57-85. GOGNA, Mónica (2005): Estado del arte. Investigación sobre sexualidad y derechos en la Argentina (1990-2002). Buenos Aires: CEDES-CLAM. HEILBORN, Maria Luiza. “Construção de si, gênero e sexualidade.” En: Heilborn, M. L. (org.), Sexualidade. O olhar das ciências sociais. Rio de Janeiro: Jorge Zahar Editor, 1999, p. 40-58. 6 KORNBLIT, Ana Lía, Ana María MENDES DIZ y Dan ADASZKO. Salud y enfermedad desde la perspectiva de los jóvenes. Un estudio en jóvenes escolarizados en el nivel medio de todo el país. 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Las relaciones de “transa frecuente” y “transa ocasional” comparten un bajo compromiso social y afectivo de sus miembros, pero se diferencian entre sí por la cantidad de encuentros sexuales y su continuidad (mientras que la “transa ocasional” suele reducirse a uno o dos encuentros, la “transa frecuente” implica una mayor cantidad y cierta duración en el tiempo -desde algunas semanas hasta varios meses). iv PANTELIDES, 1996, p. 248; NECCHI et al., 2000, p. 235-236. v CASTRO, 1996, p. 76. vi En la situación de entrevista individual en la que se producen estos testimonios, el entrevistador formaría parte de uno de los públicos ante el cual estos adolescentes deberían justificarse: un varón joven pero mayor que ellos (25 años de edad) y que indaga sobre prácticas sexuales, rasgos que harían suponer al entrevistado que éste ya se ha iniciado sexualmente y mantiene relaciones sexuales regularmente. vii Utilizamos la noción de guiones propuesta en la teoría de los guiones sexuales de SIMON y GAGNON, 1984. viii HEILBORN, 1999, p. 47. ix AMUCHÁSTEGUI, 2001; CÁCERES, 2000; HEILBORN, 1999, entre otros. x “Boludo” es un término usado para descalificar y/o insultar a alguien, con muy diversos significados contextuales. xi Estar muy “metido” con una persona en este contexto significa estar intensamente enamorado de ella y/o haber establecido una relación muy estrecha. xii LAUMANN et al., 1994, p. 127. xiii KORNBLIT et al. 2006, p. 50. xiv PAIVA, 1999, p. 259; HEILBORN, 1999, p. 51. xv HEILBORN, 1999, p. 51. xvi PANTELIDES, 1996, p. 245; NECCHI et al., 2000, p. 238, entre otros. xvii CÁCERES, 2000, p. 103. xviii La pregunta es sugerida por GOGNA, 2005, p. 36. Una entrevista con un desconocido levemente mayor y que se presenta como un investigador universitario, puede ser una buena ocasión para presentar opiniones y relatar experiencias socialmente aprobadas. xix LAUMANN et al., 1994; AMUCHÁSTEGUI, 2001; HEILBORN, 1999; CÁCERES, 2000; entre otros. ii