Área Derecho y Procedimiento Administrativo X X Ejecutividad y ejecutoriedad del acto administrativo Ficha Técnica Autor : Dr. Rodolfo Guillermo Miranda Miranda* Juan Jonnathan Bravo Venegas** Título : Ejecutividad y ejecutoriedad del acto administrativo Fuente : Actualidad Gubernamental, Nº 37 - Noviembre 2011 Sumario 1. 2. 3. 4. 5. La autotutela administrativa Ejecutividad y ejecutoriedad en la Ley del Procedimiento Administrativo General La ejecutividad del acto administrativo y la tutela jurisdiccional efectiva La ejecutividad del acto administrativo y la presunción de inocencia La ejecutoriedad y la ejecución forzosa de los actos administrativos 1. La autotutela administrativa Para poder entender de mejor manera el tema materia del presente artículo, es necesario señalar el marco bajo el cual se encuentra teóricamente identificada la ejecutividad y ejecutoriedad de los actos administrativos. Así, debemos partir de un principio básico por el cual la Administración cumple con sus finalidades institucionales a las cuales debe servir. Dicho instrumento ha sido denominado como principio de autotutela. Por dicho principio, la Administración está capacitada como sujeto de derecho para tutelar por sí misma sus propias situaciones jurídicas, incluso sus pretensiones * Abogado del Estudio Navarro Sologuren, Paredes, Gray. Profesor del curso Seminario de Derecho Administrativo de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú y de Contratos de Obra Pública en la Universidad Continental de Ciencias e Ingeniería; con estudios de Diplomado en Derecho de la Construcción y de Concesiones de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas y de la Universidad del Pacífico. ** Estudiante de la Facultad de Derecho por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Asistente Legal del Estudio Navarro Sologuren, Paredes, Gray. innovativas del status quo, eximiéndose de este modo de la necesidad común a los demás sujetos, de recabar una tutela judicial1. De esta manera, se debe entender que el principio de autotutela comprende dos potestades: la primera es la denominada autotutela declarativa mediante la cual la Administración Pública define una situación jurídica que la enfrenta a un particular o resuelve una controversia entre dos o más particulares. La segunda es la denominada autotutela ejecutiva, que le permite a la Administración Pública disponer el cumplimiento de aquellos asuntos jurídicamente relevantes y que habían sido previamente decididos o declarados por ella misma, aun en contra de la voluntad del sujeto administrado obligado a dicho cumplimiento. El reconocimiento de estas facultades le otorga a la Administración Publica un estatuto jurídico particular, pues, a diferencia de cualquier particular, la Administración puede prescindir de los órganos jurisdiccionales para obligar a un particular a la realización de determinada conducta ajustada a derecho. En consecuencia, la autotutela administrativa de la que venimos hablando está configurada en función de salvaguardar y dotar de eficacia aquella función esencial de la Administración Publica, como es la satisfacción del interés general. No obstante, la autotutela es únicamente un instrumento técnico del que normalmente goza la Administración Pública y por lo mismo puede ser objeto de matizaciones y/o limitaciones cuando el legislador lo considere conveniente. Cabe señalar que la autotutela declarativa es también conocida como la ejecutividad del acto administrativo, mientras que la 1 GARCÍA DE ENTERRÍA, eduardo y FERNÁNDEZ, Tomas-Ramón. Curso de Derecho Administrativo. Volumen I, 10.a Edición, Civitas: Madrid, 2000, pág. 505. Actualidad Gubernamental autotutela ejecutiva es conocida como la ejecutoriedad del mismo. Ambas figuras jurídicas son manifestaciones de la autotutela administrativa muchas veces confundidas entre sí. 2. Ejecutividad y ejecutoriedad en la Ley del Procedimiento Administrativo General Por ejecutividad se debe entender a aquella característica que doctrinariamente se ha considerado como propia de todo acto administrativo, en tanto manifestación de una potestad o atribución pública, como es la de ser plenamente eficaz y constitutivo de las situaciones jurídicas por él definidos desde el momento mismo de su emisión sin que la oposición del particular (a través de los medios impugnatorios que la ley pudiera habilitar) pueda impedirlo. Por el contrario, la ejecutoriedad alude más bien a una característica que únicamente es predicable de aquellos actos administrativos que impongan una obligación (de dar, hacer o no hacer) a un administrado y que, en función de su contenido obligacional, puede permitir, llegado el caso, su ejecución forzosa en caso de negativa del sujeto administrado. De esta manera, si bien todos los actos administrativos son ejecutivos, solo algunos (aquellos que contengan una obligación) podrán ser ejecutorios y, justamente por esta característica, aquellos actos administrativos ejecutorios que no sean cumplidos voluntariamente por el obligado podrán ser objeto de ejecución forzosa en la medida en que esta última característica nos remite a la potestad administrativa de realización material para plasmar en la realidad aquello que la Administración ha decidido aun en contra de la voluntad del obligado2. 2 TIRADO BARRERA, José Antonio. La ejecución forzosa de los actos administrativos. Pág. 729. N° 37 - Noviembre 2011 X 1 Informe Especial Área Derecho y Procedimiento Administrativo X Informe Especial Por su parte, el Tribunal Constitucional al respecto ha señalado lo siguiente: “(…) 44. La ejecutividad del acto administrativo está referida al atributo de eficacia, obligatoriedad, exigibilidad, así como al deber de cumplimiento que todo acto regularmente emitido conlleva a partir de su notificación; está vinculada a la validez del acto administrativo. La ejecutoriedad del acto administrativo, en cambio, es una facultad inherente al ejercicio de la función de la Administración Pública y tiene relación directa con la eficacia de dicho acto; en tal sentido, habilita a la Administración a hacer cumplir por sí misma un acto administrativo dictado por ella, sin la intervención del órgano judicial, respetando los límites impuestos por mandato legal, así como a utilizar medios de coerción para hacer cumplir un acto administrativo y a contar con el apoyo de la fuerza pública para la ejecución de sus actos cuando el administrado no cumpla con su obligación y oponga resistencia de hecho3”. En la Ley del Procedimiento Administrativo General (Ley N° 27444) se consagra la eficacia de los actos administrativos4 y su ejecutoriedad5, salvo para el caso de los procedimientos administrativos de carácter sancionador6. Asimismo, para caracterizar la ejecutoriedad de los actos administrativos, dicha Ley consagra como uno de sus requisitos el de contener una obligación de dar, hacer o no hacer a favor de la Administración Pública7. En primer lugar, la Ley determina de manera categórica la eficacia de los actos administrativos que favorecen al administrado, al extremo que no es necesario para que surja dicha eficacia que el beneficiario sea notificado de ello, bastando que el acto se haya emitido para que la Administración Pública se encuentre obligada a sus propias determinaciones. En segundo lugar, aunque la Ley en cuestión establezca el carácter ejecutorio de los actos administrativos, dicha regla no es de aplicación en el caso de los actos emitidos en un procedimiento administrativo 3 Expediente N. º 0015-2005-PI/TC. Municipalidad Metropolitana de Lima cc. Congreso de la República. 4 Artículo 19º.- Dispensa de notificación 19.1 La autoridad queda dispensada de notificar formalmente a los administrados cualquier acto que haya sido emitido en su presencia, siempre que exista acta de esta actuación procedimental donde conste la asistencia del administrado. 19.2 También queda dispensada de notificar si el administrado tomara conocimiento del acto respectivo mediante su acceso directo y espontáneo al expediente, recabando su copia, dejando constancia de esta situación en el expediente. 5 Artículo 192º.- Ejecutoriedad del acto administrativo Los actos administrativos tendrán carácter ejecutorio, salvo disposición legal expresa en contrario, mandato judicial o que estén sujetos a condición o plazo conforme a ley. 6 Artículo 237º.- Resolución (…) 237.2 La resolución será ejecutiva cuando ponga fin a la vía administrativa. La Administración podrá adoptar las medidas cautelares precisas para garantizar su eficacia, en tanto no sea ejecutiva. (…) 7 Artículo 194º.- Ejecución forzosa Para proceder a la ejecución forzosa de actos administrativos a través de sus propios órganos competentes, o de la Policía Nacional del Perú, la autoridad cumple las siguientes exigencias: 1. Que se trate de una obligación de dar, hacer o no hacer, establecida a favor de la entidad. (…) X 2 sancionador sino hasta el momento en que dicho procedimiento haya concluido de manera definitiva, ya sea porque se agotó la vía administrativa (no siendo posible interponer ningún nuevo medio impugnatorio) o porque dicho acto quedó consentido (el administrado afectado pudiendo hacerlo no impugnó el acto sancionador). Esta última excepción está destinada, a nuestro entender, a garantizarle a los sujetos administrados un debido procedimiento administrativo y evitar la ejecución de una sanción administrativa por los efectos que el ejercicio de dicha potestad puede llegar a tener respecto de determinados derechos fundamentales. En la práctica, pueden presentarse situaciones en las cuales un procedimiento administrativo que no sea de naturaleza sancionadora pueda ocasionar perjuicios y ocasionar la lesión de derechos de terceros (a modo de ejemplo, el otorgamiento de una licencia de construcción o la autorización para el funcionamiento de determinado tipo de actividades), en tales supuestos consideramos que el acto administrativo mantiene su ejecutividad y que los eventuales afectados tendrían que transitar por la vía administrativa, salvo que puedan demostrar que dicho acto puede generar la eventual lesión de un derecho fundamental. ejecutado de manera forzosa, la necesidad de contar con una tutela jurisdiccional verdaderamente efectiva que impida que la actuación material de la Administración, cuando proceda a la ejecución de sus actos, lesione los derechos de los ciudadanos resulta absolutamente necesaria y esencial. La jurisprudencia constitucional estableció, en un primer momento, que el respeto del derecho a la tutela jurisdiccional se satisfacía con permitir el acceso a los tribunales y la tutela cautelar sin establecer mayores precisiones respecto del momento oportuno para que la Administración pueda disponer la ejecución de un acto administrativo. En consecuencia, con dicha postura jurisprudencial, la Administración Pública se encontraba habilitada para proceder a la ejecución forzosa desde el momento en que el acto administrativo cumpliera con los requisitos legales para su ejecución sin perjuicio que este pueda ser cuestionado en sede jurisdiccional y, simultáneamente, solicitar su suspensión cautelar. Es importante señalar la finalidad de la Ley del Procedimiento Administrativo General. En el artículo III del Título Preliminar se establece lo siguiente: Al respecto, la doctrina ha llegado a considerar que no basta únicamente con que el acto administrativo y su ejecución puedan ser cuestionados en sede jurisdiccional para considerar que se respeta el derecho a la tutela jurisdiccional, sino que debe darse un paso adelante, tratando de asegurar la plena efectividad de dicho derecho, y se propone entender que la Administración Pública no puede ejecutar un acto administrativo hasta que el órgano jurisdiccional no se pronuncie respecto de la solicitud cautelar de suspensión del acto, una vez que fuera presentado por el administrado, garantizándole al extremo su derecho a la tutela jurisdiccional efectiva. “Artículo III.- Finalidad La presente Ley tiene por finalidad establecer el régimen jurídico aplicable para que la actuación de la Administración Pública sirva a la protección del interés general, garantizando los derechos e intereses de los administrados y con sujeción al ordenamiento constitucional y jurídico en general”. La realidad peruana, al respecto, arroja un resultado desalentador para algunos. El Código Procesal Constitucional se inclina a favor de la Administración cuando limita la eficacia de la medida cautelar contra actos de la administración municipal o regional a su ratificación o confirmación por parte de la segunda instancia. 3. La ejecutividad del acto administrativo y la tutela jurisdiccional efectiva En ese sentido, es importante determinar algunos alcances respecto de la tutela jurisdiccional efectiva (consagrada constitucionalmente) en relación con la ejecutividad del acto administrativo8. Existen derechos fundamentales que se ven limitados o afectados por la ejecutividad de los actos administrativos. Uno de ello es, por ejemplo, aquel mencionado anteriormente; a saber, el de la tutela jurisdiccional efectiva. Si entendemos que ante cualquier pronunciamiento de la Administración Pública siempre tendremos la ocasión de cuestionarla en sede jurisdiccional, cuando dicho pronunciamiento pueda ser 8 Recordemos que el acto administrativo, ante todo, está destinado a producir efectos jurídicos sobre los intereses, obligaciones o derechos de los administrados dentro de una situación concreta. Actualidad Gubernamental N° 37 - Noviembre 2011 Al respecto, Morote señala lo siguiente: “El problema que se debate en el fondo es ya clásico y de difícil solución y no radica ni más ni menos que en la obligación del juez contencioso de tutelar dos intereses contrapuestos, como son, por una parte, el de los particulares de encontrar una rápida protección frente a los excesos de la Administración y, por otra parte, el interés público de evitar que la actuación de la Administración sea caprichosamente paralizada por los administrados que, conscientes de su falla de razón, pueden utilizar el proceso contencioso y, en concreto, el instituto de la tutela cautelar con el único fin de retardar al máximo la ejecución de un acto claramente adecuado a derecho”. (Morote Sarrión, José Vicente) Nótese, pues, la dramática diferencia entre una regulación y otra, así como Área Derecho y Procedimiento Administrativo el evidente desequilibrio existente en nuestro país entre el sujeto administrado y ciertas entidades integrantes de la Administración Pública que gozan de un verdadero privilegio lesivo de derechos fundamentales. En relación con ello, Betancor señala lo siguiente: “Tal privilegio posicional comporta una excepcionalidad que no tiene por qué ser aberrante. Ni la Administración debe transformarse en un sujeto justiciable igual que los ciudadanos, ni la doble prerrogativa es por naturaleza incompatible con una acabada tutela judicial efectiva. La excepcionalidad significa que ese estatus de poder debe limitarse y condicionarse para servir a la realización de los cometidos que corresponden a la Administración en el seno del Estado social y democrático de Derecho. Una limitación negativa y un condicionamiento positivo que cercenan los poderes generales de ejecución forzosa de los que goza la Administración Pública y que traen causa de la ejecutividad de los actos administrativos, porque no puede desconocer que la Administración es un poder público (…) La Administración Pública es un poder público que puede, y debe contar, al servicio de sus funciones constitucionales, con poder limitado de ejecución forzosa cuando sea razonable. Esta lógica requiere no solo que el legislador razone de acuerdo con la Constitución el cuándo y el cómo de su habilitación y ejercicio, sino que también arrumba definitivamente la ejecutividad como cualidad propia de todos los actos y por último, establece que la suspensión de la eficacia de los actos debe ser una consecuencia general de la interposición de los recursos, administrativos o jurisdiccionales, excepcionalmente levantada cuando el interés público así lo demande”. (Betancor Rodríguez, Andrés) 4. La ejecutividad del acto administrativo y la presunción de inocencia Corresponde ahora señalar la problemática derivada de la posible ejecución de los actos administrativos sancionadores y la eventual lesión del derecho a la presunción de inocencia que suele ser uno de los ámbitos más delicados de atender en la medida en que se encuentra en juego el ejercicio del poder punitivo del Estado y los derechos de los ciudadanos. En primer lugar, es necesario dejar establecido que la presunción de inocencia es un derecho que resulta de aplicación en toda manifestación del poder punitivo del Estado y, en consecuencia, también lo es en el caso del ejercicio de la potestad sancionadora de la Administración Pública, habiendo sido reconocida su aplicación en términos generales por la nueva Ley de Procedimiento Administrativo General9 y 9 Artículo 230º.- Principios de la potestad sancionadora administrativa La potestad sancionadora de todas las entidades está regida adicionalmente por los siguientes principios especiales: (…) Presunción de licitud.- Las entidades deben presumir que los administrados han actuado apegados a sus deberes mientras no cuenten con evidencia en contrario. (…) que exige que al interior del procedimiento administrativo sancionador, sea la Administración la que demuestre la existencia de responsabilidad por parte del administrado en la comisión de una infracción. Una vez establecida la aplicación del derecho a la presunción de inocencia al interior del procedimiento administrativo sancionador debemos preguntarnos si la eventual ejecución forzosa de un acto administrativo que imponga una sanción podría considerarse lesiva de dicho derecho constitucional. En una primera aproximación al problema, podríamos sostener que no existe violación o lesión del derecho a la presunción de la inocencia, en la medida en que este debe aplicarse al interior del procedimiento administrativo, el cual solo después de haber concluido debidamente es que habilita la posibilidad de la ejecución forzosa de una sanción. En otra palabras, cuando se ejecuta una sanción administrativa –asumiendo que al interior del procedimiento se ha respetado el debido procedimiento administrativo y en él la presunción de inocencia, evidentemente– lo que se encontraría en juego es el derecho a la tutela jurisdiccional efectiva y ya no el derecho a la presunción de inocencia, pues este habría sido respetado de manera suficiente y debidamente desestimada dicha presunción en función de los elementos probatorios aportados y valorados al interior del procedimiento. Ciertamente este tipo de delimitaciones aparecen artificiales o poco prácticas cuando es posible que el administrado pueda alegar la violación de su derecho a la presunción de la inocencia en el proceso contencioso administrativo que inicie contra la sanción impuesta, en su opinión, ilegalmente. 5. La ejecutoriedad y la ejecución forzosa de los actos administrativos En este punto toca ver cuál es la relación existente entre la ejecutoriedad y la ejecución forzosa de los actos administrativos. Como se dijo al inicio del presente trabajo, el acto administrativo tiene como característica común el de la ejecutividad. Es por ello que algunos autores señalan que todo acto administrativo tiene ejecutividad, más no todo acto administrativo tiene ejecutoriedad. Mientras el primero está relacionado con la fuerza obligatoria como efecto inherente a todo acto administrativo frente a los administrados (por lo que el administrado siempre tendrá derecho a impugnarlo), el segundo está relacionado con la ejecución forzosa como una potestad de la Administración Pública para hacer valer su derecho de la autotutela administrativa ante situaciones de orden imperativo. Actualidad Gubernamental X No obstante, se debe realizar una diferenciación entre la ejecutoriedad y la ejecución forzosa de los actos administrativos. La diferencia está relacionada con los momentos y con la actuación del administrado frente a un acto administrativo que le ordena hacer, no hacer o dar algo. Es posible que un acto administrativo sea ejecutorio y que no se recurra a la ejecución forzosa del mismo, por lo menos no en el sentido de coacción por la fuerza. Ello ocurriría cuando un administrado decide por su propia voluntad acatar lo dispuesto por el acto administrado, situación que permitiría señalar al acto emanado como ejecutable y ejecutorio, mas no como de ejecución forzosa. Es por ello que siempre se deberá requerir al administrado a que cumpla con la prestación espontáneamente. Así lo dispone el artículo 194º de la Ley de Procedimiento Administrativo General: “Artículo 194º.- Ejecución forzosa Para proceder a la ejecución forzosa de actos administrativos a través de sus propios órganos competentes, o de la Policía Nacional del Perú, la autoridad cumple las siguientes exigencias: (…) 4. Que se haya requerido al administrado el cumplimiento espontáneo de la prestación, bajo apercibimiento de iniciar el medio coercitivo específicamente aplicable. (…)”. En caso el administrado decida hacer caso omiso al acto administrativo (ello implica naturalmente que el mismo haya sido debidamente notificado), entonces, se podrá iniciar el medio coercitivo específicamente aplicable. Aquí, empieza a surgir los efectos de la ejecución forzosa en stricto sensu. 5.1. Requisitos para la ejecución forzosa de los actos administrativos Son tres los requisitos fundamentales que deben cumplirse para que un acto administrativo pueda ser ejecutado de manera forzosa10. Dichos requisitos son los siguientes: a) Que el acto administrativo provenga de una relación de derecho público Si el fundamento de la potestad de ejecución forzosa de los actos admi10 Artículo 194º.- Ejecución forzosa Para proceder a la ejecución forzosa de actos administrativos a través de sus propios órganos competentes, o de la Policía Nacional del Perú, la autoridad cumple las siguientes exigencias: 1. Que se trate de una obligación de dar, hacer o no hacer, establecida a favor de la entidad. 2. Que la prestación sea determinada por escrito de modo claro e íntegro. 3. Que tal obligación derive del ejercicio de una atribución de imperio de la entidad o provenga de una relación de derecho público sostenida con la entidad. 4. Que se haya requerido al administrado el cumplimiento espontáneo de la prestación, bajo apercibimiento de iniciar el medio coercitivo específicamente aplicable. 5. Que no se trate de acto administrativo que la Constitución o la ley exijan la intervención del Poder Judicial para su ejecución. N° 37 - Noviembre 2011 X 3 X Informe Especial nistrativos se encuentra en la necesidad de satisfacer o salvaguardar los intereses generales al servicio de los cuales se encuentra la Administración, únicamente es posible que los actos administrativos emitidos con dicha finalidad puedan encontrarse revestidos de la prerrogativa de autotutela ejecutiva. Para el adecuado cumplimiento de las finalidades que constitucional y legalmente tiene atribuidas el Estado, doctrinariamente se le reconoce la posibilidad de actuar tanto bajo un régimen legal de derecho público o a través de un régimen de derecho privado. Actuará bajo un régimen de derecho público cuando se encuentre cumpliendo finalidades y funciones que solo el Estado –a través de cualquiera de las modalidades en que éste se manifiesta– puede ejercer como consecuencia del ius imperium del que está investido. Por el contrario, cuando desarrolle actividades que no sean exclusivas del Estado o mejor dicho, cuando desarrolle actividades ajenas a las que constitucional o legalmente se encuentra avocada como razón fundamental de su existencia, estas se desarrollarán bajo el régimen legal del derecho privado en la medida en que no se encuentren comprometidos directamente intereses públicos y porque el otorgamiento de facultades exorbitantes (propias de la Administración Pública para la satisfacción de intereses públicos) resultan manifiestamente irrazonables y desproporcionadas. b) Que dicho acto contenga una obligación de dar, hacer o no hacer a cargo del administrado Por este requisito se debe entender que el objeto de dicho acto administrativo disponga directamente al sujeto administrado la ejecución de una conducta susceptible de realización material11. En la medida en que la ejecución forzosa significa que la Administración se sustituye en el obligado para llevar a cabo aquello a lo que está obligado, ello procederá únicamente cuando la Administración haya dispuesto que el ciudadano cumpla con la realización de determinada conducta, situación que no se presenta cuando el acto administrativo impone una obligación a cargo de la Administración o cuando simplemente proceda al reconocimiento de situaciones de hecho (constancias, certificados, etc.) que constituyen meras declaraciones de certeza no susceptibles de ejecución porque carecen de contenido obligacional. 11 TIRADO BARRERA, José Antonio. La ejecución forzosa de los actos administrativos. Pág. 729. X 4 Junto con el contenido obligacional, es un requisito importante que el acto administrativo cuya ejecución forzosa se pretende, haya sido debidamente notificado al ciudadano con la finalidad de asegurar la posibilidad de su cumplimiento voluntario. De manera inherente a ello, se requiere que la notificación contenga una descripción clara y precisa del mandato que la Administración le ha impuesto al ciudadano a efectos de asegurar, de forma debida, su eventual cumplimiento o cuestionamiento, de ser el caso, determinación que incluye, ciertamente, la descripción de los componentes de la obligación cuyo cumplimiento se exige. c) Que el administrado se haya negado a dar cumplimiento voluntario al mandado administrativo Es importante tener en cuenta que la ejecución forzosa de los actos administrativos, en la medida en que significa la limitación o restricción de derechos del ciudadano, sea siempre la última opción de la autoridad para dar plena satisfacción a sus mandatos. Por esta razón, constituye una exigencia ineludible que la Administración Pública le dé al administrado la oportunidad de dar cumplimiento voluntario a sus mandatos. d) Que el acto administrativo no haya perdido ejecutoriedad Por último, es importante precisar que la Ley de Procedimiento Administrativo General contempla algunos supuestos bajo los cuales el acto administrativo puede perder ejecutoriedad. Ello está dispuesto en el artículo 193º que señala lo siguiente: “Artículo 193º.- Pérdida de ejecutoriedad del acto administrativo 193.1 Salvo norma expresa en contrario, los actos administrativos pierden efectividad y ejecutoriedad en los siguientes casos: 193.1.1 Por suspensión provisional conforme a ley. 193.1.2 Cuando transcurridos cinco años de adquirida firmeza, la administración no ha iniciado los actos que le competen para ejecutarlos. 193.1.3 Cuando se cumpla la condición resolutiva a que estaban sujetos de acuerdo a ley. 193.2 Cuando el administrado oponga al inicio de la ejecución del acto administrativo la pérdida de su ejecutoriedad, la cuestión es resuelta de modo irrecurrible en sede administrativa por la autoridad inmediata superior, de existir, previo informe legal sobre la materia”. Esta disposición tiene por finalidad limitar la facultad de la Administración Pública para proceder a la ejecución forzosa de un acto administrativo por tres razones: i) A consecuencia de la suspensión provisional de su ejecución que se Actualidad Gubernamental N° 37 - Noviembre 2011 regula conforme al artículo 216º de la Ley12. ii) Por el transcurso de un plazo amplio sin que se haya iniciado el procedimiento de ejecución forzosa. iii) Cuando se haya cumplido la condición resolutoria a la que se encontraba sometido. El primer supuesto constituye un mecanismo de garantía para asegurar que la suspensión provisional (se entiende que se trata de aquella dispuesta por la propia autoridad administrativa y regulada por el artículo 216º de la Ley) sea plenamente eficaz y no se presenten contradicciones en este tema. El segundo supuesto contemplado en la Ley requiere una precisión adicional. Si la Administración, que se encuentra legalmente interesada en la ejecución de un determinado acto administrativo, no inicia su ejecución dentro del plazo señalado por la Ley, y que resulta además excesivo, deberá asumir la carga o responsabilidad por la imposibilidad de ejecutar por ella misma dicho acto. Nótese que la norma no afecta la validez del acto administrativo en sí mismo, el cual no se ve afectado en su objeto o contenido13 por el transcurso del plazo para su ejecución forzosa, solo pierde su ejecutoriedad y, consecuentemente, la capacidad de la Administración Pública para proceder a su ejecución forzosa, pero la obligación para el administrado subsiste y podría serle exigible por la vía jurisdiccional. El tercer supuesto, el cumplimiento de la condición resolutoria, constituye una previsión plenamente conforme con la doctrina general del acto o negocio jurídico según las instituciones de derecho privado. 12 Artículo 216º.- Suspensión de la ejecución 216.1 La interposición de cualquier recurso, excepto los casos en que una norma legal establezca lo contrario, no suspenderá la ejecución del acto impugnado. 216.2 No obstante lo dispuesto en el numeral anterior, la autoridad a quien competa resolver el recurso podrá suspender de oficio o a petición de parte la ejecución del acto recurrido cuando concurra alguna de las siguientes circunstancias: a) Que la ejecución pudiera causar perjuicios de imposible o difícil reparación. b) Que se aprecie objetivamente la existencia de un vicio de nulidad trascendente. 216.3 La decisión de la suspensión se adoptará previa ponderación suficientemente razonada entre el perjuicio que causaría al interés público o a terceros la suspensión y el perjuicio que causa al recurrente la eficacia inmediata del acto recurrido. 216.4 Al disponerse la suspensión podrán adoptarse las medidas que sean necesarias para asegurar la protección del interés público o los derechos de terceros y la eficacia de la resolución impugnada. 216.5 La suspensión se mantendrá durante el trámite del recurso administrativo o el correspondiente proceso contenciosoadministrativo, salvo que la autoridad administrativa o judicial disponga lo contrario si se modifican las condiciones bajo las cuales se decidió. 13 Artículo 5º.- Objeto o contenido del acto administrativo 5.1 El objeto o contenido del acto administrativo es aquello que decide, declara o certifica la autoridad. (…)