DE ALGUNOS GRABADOS DE ANTONIO CAMACHO RUGELS Antonio Camacho Rugels bien quiso ilustrar mi libro de poesía CHILIADES que apareció en la Editorial « Saint-Germán des Près » en Paris. Quisiera presentar aquí algunos de los grabados que puntúan al texto poético y los pensamientos que este trabajo hizo nacer en mí. Hay que especificar que « CHILIADES » como lo sugiere el titulo, es un largo poema que dediqué « a los de Santiago » muertos bajo las balas de quienes derrocaron a Salvador Allende. Es pues un libro del evento, existencial podríamos decir, porque intenté confrontar la escritura con la historia, el tramite poético con los eventos que crearon en mí estupefacción y revuelta. …En este grabado la cara del hombre (boca abierta sobre fondo de tinta negra) sufre de afasia, en un momento (larguísimo) de perturbación de sus posibilidades de comunicación; parece evidente que el hombre sufrió torturas violentas : despersonalización, aislamiento o privación de sueño. Todo aquello desemboca en el silencio, no porque el dolor es demasiado grande, de tal modo que le hombre no pueda gritar, sino porque han destruido en él sus facultades cognitivas, sus facultades de percepción, hasta reducir del todo su energía sensorial : por ejemplo se le cubre la cabeza con una cogulla de tela espesa, no ve, ni oye nada. Y de tanto escuchar el silencio el hombre penetra en él, esta penetrado por él hasta volverse él mismo, silencio. Antonio Camacho Rugels nos pinta el hombre-silencio, el hombre gritosilencio. Hay también, en el mismo grabado, un pie. Uno conoce aquella tortura física que consiste en pegar con una barra de hierro la planta de los pies calzados. El pie se hincha desmesuradamente, el dolor es inaguantable. El pie que nos pinta Antonio Camacho Rugels, como signo de esta tortura, procede de la nariz el hombre y cubre su cráneo como una extraña cabellera. Hay entonces un desequilibrio evidente en la lógica de nuestro vivir cotidiano. Este pie no está en su lugar. La aprehensión del dato político es notable : si, como lo hemos notado, la boca y la cara entera del hombre están en afasia, si este pie (cuya planta esta dirigida hacia el exterior, como retenida para recibir los golpes de la barra de hierro) es la tortura física, entonces hay coincidencia entre el significado y el significante, y son la simultaneidad del desequilibrio y de la coincidencia que hacen la fuerza y la violencia contenidas en este grabado. Vemos de nuevo el mismo rostro en otro grabado, esta vez con otro personaje desnudo : es una mujer. Ella es calva y su cuerpo es todo abotargado como el de un ahogado: …en le río Mapocho donde el puente franquea publicidades cocacolescas flotan dos cadáveres gritos de las aves andarinas » Esta mujer se encuentra estrechada en la cintura por dos coladas de tinta negra. Este sitio del cuerpo, por los tiros de tinta, toma las proporciones considerables de una mano que hubiera descuartizado o desgarrado un cuerpo de mujer : se trata de un tercer grabado, en el cual la violencia nace de la oposición entre la cara de la mujer, que parece dormida, y su cuerpo violentado. Aún se puede decir que no hay horror que nazca del acto de la violación, sino sencillamente de esta mano enorme que invade el grabado, no dejando sitio sino a la cara dormida de la mujer, y, en la izquierda, a un seno. Antonio Camacho Rugels utiliza la distanciación y rechaza el pleonasmo : nos recuerda que es erróneo creer que para expresar un grito hay que pintar una boca gritando. 1 Antonio Camacho Rugels así se « distancia » del realismo político que reina aún ahora, y utiliza una técnica difícil que crea « un código », donde cada signo se encuentra cargado de un significado aclarado por el sentido general de la obra y el blanco que enfocan el pintor y el poeta. Podemos afirmar en cuanto al primer grabado, que el pietortura y la boca-afasia son carácteres pertinentes que permiten la comprensión de la sensación y de las ideas que quieren provocar. Así sabe Antonio Camacho Rugels restituir, en un cuarto grabado, la realidad de una muchedumbre, con sólo tres personajes. Los rostros son de temor e ira. Vemos también un puño cerrado : uno solo para los tres personajes, puño que adquiere mucha más fuerza que una multitud de manos tendidas. Además, el puño es blanco, casi transparente, apenas esbozado : se yergue mucho más, en contrapunto con las caras oscuras, llenas de tinta. Los poemas, apareciendo en negro y blanco (páginas blancas y carácteres negros), como los grabados, participan así a la doble dialéctica de la obra : de-mostrar y/o desarmar los elementos de la violencia. Los grabados de Antonio Camacho Rugels se enfrentan con los dos eventos : el del texto y el de la historia, como, recíprocamente, podemos decir que el texto de los poemas está en contacto con la realidad y con la historia de los grabados. He aquí lo que justifica la colaboración de un pintor con la poesía. Rémy Durand, Bogotá, noviembre 1975 Cet article a paru dans un journal de la capitale colombienne. Archives sans date de référence. 2