582 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA fibras esplénicas, podemos sostener que existen diferencias, pero no tan grandes que hagan de ellas formaciones independientes. Nuestra opinión sobre esto es que todas ellas tienen un origen común, pero corresponden a grados evolutivos diferentes. La reticulina, según nuestro modo de ver, está constituida por una verdadera red protoplásmica, apenas diferenciada, en la que aparecen fibrilaciones correspondientes al espongioplasma primitivo o a simples retracciones de origen reaccional. No es imposible, en efecto, que en vez de constituir fibras o bandeletas de variable anchura, que es la disposición con que las observamos, sean, en realidad, membranas fenestradas que envuelven a los senos, constituyendo el soporte principal de las células (fig. 2, A, G) que para muchos autores forman el endotelio propio de los capilares venosos. No podemos finalizar estas reflexiones sin aludir a la concepción de Mollier y Lagueusse, coincidente en sus fundamentos con la nuestra, puesto que conciben la trama reticular del bazo como una suerte de sincitium constituido por células ampliamente ramificadas y anastomosadas. De la existencia de estas células en el bazo adulto no tenemos pruebas objetivas, puesto que no es visible claramente en nuestras preparaciones la relación que los núcleos de aspecto conectivo, que existen en la trama, tienen con las fibras de la red. Es presumible, sin embargo, que ésta haya perdido, en gran p a r t e , el c a r á c t e r primitivo, pero no lo es que en ella haya desaparecido el c a r á c t e r celular, según admiten algunos autores. Precisamente atribuímos nosotros la coloración que adquiere con'la impregnación rápida en carbonato de plata a su carácter protoplásmico, pues las células conectivas ramificadas y sedentarias se tiñen con igual método en ocasiones y siempre cuando se rejuvenecen 'para constituir macrófagos. • En cuanto a la interpretación fisiológica de las membranas discontinuas que envuelven a los senos, no p a r e c e absurdo'suponer que ejerzan un papel de sostén y contención análogamente a otras formaciones semejantes, más desarrolladas, que protegen a los tubos uriníferos, a las células adiposas, a los capilares sanguíneos, e t c . , es decir, a las diversas formaciones que precisan una basal para las células que las revisten interiormente o una sujeción • contra posibles roturas por aumento de tensión. Nuestras observaciones actuales no nos permiten formar juicio decisivo respecto al ejercicio eventual de otras funciones.