Alfredo Di Stéfano

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ENTREVISTAS INOLVIDABLES
La entrevista es de 1980, siendo Alfredo Di Stéfano entrenador del Valencia.
ALFREDO DI STÉFANO, EL FUTBOLISTA "10"
*"El que no se lo curraba no tenía sitio en el
Madrid de mi época"
Alfredo Di Stéfano Lauhle es uno de los nombres
propios del balompié Mundial. Llevaba el "9" a la
espalda, pero ha sido el futbolista "10". El más
completo. Nacido genio en los potreros
(descampados) de su Buenos Aires natal, donde
vino al mundo el 4 de julio de 1926.
Hijo de Alfredo Di Stéfano Chiozza y Eulalia
Lauhle Dick, su sangre era una mezcla de su
abuelo napolitano y abuela irlandesa. Si se define
a un argentino como un italiano que habla español
y se cree inglés, no cabe duda que Di Stéfano huyó
del arquetipo y forjó un carácter difícil de encajar.
En todo caso, un carácter indomable y luchador.
La suya es una historia apasionante, que
recorremos peldaño a peldaño.
--De niño tuve la afición normal de todo estudíante
de jugar a la pelota. Jugábamos en la calle porque
entonces pasaba un coche cada hora.
¿Antecedentes futbolísticos? Hasta donde yo
alcanzo a saber de la familia de mi madre estaban
los Drake, unos emigrantes ingleses que fundaron
en Buenos Aires un club llamado Alumni. Por otra
parte mi viejo jugó en el River Plate, de
centrocampista, pero se retiró a los 24 años por
culpa de una lesión. Luego trabajó como vendedor
de patatas en el Mercado Nacional de la Patata,
detrás de la cancha de Boca Juniors. Murió con 74
años. Mi madre, con 93.
Alfredo Di Stéfano tiene fijada su residencia en
Madrid desde 1953, pero por lo menos una vez al
año viaja a Argentina:
--Todos los años doy una vuelta por Buenos Aires,
por el barrio donde nací, el barrio de Barracas, el
colegio donde estudié, donde jugaba al fútbol.
Mato la nostalgia. Me acuerdo del camisero, del
panadero, del mecánico, de todo...
Alfredo es el hijo mayor de la familia Di StéfanoLauhle. Su hermano Tulio murió en 1992 y Norma
vive en la capital argentina.
--Fui poco al colegio, porque a los quince años
empecé a trabajar como campesino en una finca
que tenía mi padre en Los Cardales, a setenta
kilómetros de Buenos Aires. Ahí jugaba en el
equipo del pueblo. Un día el electricista, que había
sido portero del ascenso del River Plate a Primera
División, me dijo que por qué no iba a probar por
las categorías infeRiores de su antiguo club. Le
hice caso. Yo quería seguir los pasos de mi padre y
ser campesino y ganadero, pero fui a probar por
River Plate y me quedé.
Pronto Alfredo Di Stéfano dio el salto al primer
equipo del River Plate. Comenzaba su gran
escalada hacia la fama Mundial:
--Estuve en el River desde 1944 hasta 1949. Fui
máximo goleador y campeón en 1945, que jugué
poco, y 1947, que ya fui titular. Muñoz o Reyes,
Moreno, yo, Labruna y Lostau formábamos la
delantera. Tengo recuerdos muy buenos de mi
paso por el River. En las categorías inferiores tuve
dos entrenadores que habían sido internacionales,
Peucelle y Cesarini, éste jugó incluso en Italia en el
Juventus de Turín.
Di Stéfano confiesa sus preferencias:
--Moreno y Pedernera son los mejores futbolistas
que he conocido, aunque como futbolista elegante
me gustaba un delantero del Independiente de
Avellaneda llamado Arsenio Rico.
Y un pequeño secreto:
--A mí me gustaba jugar de interior. No me
gustaba ninguno de los dos primeros puestos que
me metieron, extremo derecho y después delantero
centro, aunque a este último puesto me llegué a
acostumbrar con el tiempo.
En 1949 inicia una nueva experiencia en el fútbol
colombiano:
--Me fui al millonarios de Bogotá porque nos
ofrecían diez y el River, uno. "Pipo" Rossi y yo
fuimos a hablar con el presidente del River Plate y
le dijimos que si llegaba a cinco, nos quedábamos.
Nos dijo que no, pensando quizá que no nos
íbamos a ir, pero nos fuimos. En Colombia gané
tres titulos de Liga con el millonarios y fui dos
veces máximo goleador del campeonato.
Con el millonarios vino Alfredo a jugar un partido
a Chamartin contra el Real Madrid. Cuentan que
Santiago Bernabéu y los técnicos del Madrid
querían ver en acción a Pedernera y se
encontraron con la gran sorpresa de Di Stéfano:
--Pedernera llevaba el "8", Báez el "10" y yo el
"9". Pedernera era una de las estrellas del fútbol
argentino, pero tenía ya 31 ó 32 años. Para colmo
ese día había llovido mucho y entonces se me dio
bien, resalté mucho. La consecuencia inmediata
fue que el Real Madrid también se interesó por mí.
Era 1952. Alfredo Di Stéfano tenía veintiséis años
cuando surgió la oportunidad europea y ya llevaba
cinco casado con Sara, a la que conoció en Buenos
Aires y con la que ha tenido dos hijos, Alfredo e
Ignacio, y cuatro hijas, Nanette, Silvana, Elena y
Sofía.
--A mí quien me trajo a España fue el Barcelona
--recuerda Di Stéfano-- y viví un mes en la Ciudad
Condal en una pensión de la calle Córcega.
después a mitad de camino se metió el Madrid,
que arregló la transferencia con quien realmente
tenía los derechos, el millonarios. Para mí la
pugna entre los dos clubes era un compromiso
impresionante. El caso es que el Barcelona no se
decidía a contratarme, me querían como tercer
extranjero (ya tenían a Hanke y Kubala) y el
Madrid me hizo una proposición de que me fuera
para allá aunque tuviera que estar dos años sin
jugar por la posible sanción de la FIFA.
--No se explica, Alfredo, que el Barcelona le dejara
marchar tan fácilmente...
--Aquí hubo una cosa bastante oscura. El
Barcelona fue a Venezuela a jugar la pequeña
Copa del Mundo e iba Daucick como entrenador
del equipo y resulta que le dio un informe un
intermediario armenio llamado Bogossian, un tipo
que nunca me gustó porque vendía carne humana
de futbolista a tanto el kilo. En dicho informe, que
por lo visto Daucick se creyó, el tal armenio decía
que yo no era futbolista para Europa.
Seguramente lo dijo despechado porque sabía que
conmigo no iba a ganar ni un peso de comisión...
Di Stéfano toma aire antes de proseguir con su
relato:
--Entonces parece que el Barcelona se enfrió y
quiso convencerme para que fuera al Juventus en
lugar de al Real Madrid, pero yo no acepté. Es
más, amenacé con volverme a Buenos Aires y se
produjo el desenlace con el Real Madrid. Yo lo que
quería era jugar. También Helenio Herrera me
habló del Atlético de Madrid, pero preferí
mantener mi palabra con el club madridista.
Con la llegada de Alfredo Di Stéfano el Real
Madrid cambia:
--Fui a caer en un equipo con una buena dirección,
un buen técnico y buenos compañeros. Entre todos
hicimos un equipo triunfador, un equipo de
técnica y de garra. Salimos campeones después de
veinte años sin ganar la Liga.
Su debut con la camisola blanca se produjo en
Chamartin el 23 de septiembre de 1953. Di Stéfano
lo recuerda como quien recuerda una simple
anécdota en el largo camino de éxitos con el Real
Madrid:
--Fue un partido amistoso en Chamartin. Me bajé
del tren en la estación de Atocha, me llevaron a un
reconocimiento médico, fui a comer a las 14:30
horas y luego a jugar. Igual que ahora, vamos, que
esperan quince días para que se pongan en forma.
Perdimos 2-4 y yo meti un gol. Eso fue el
miércoles, y el domingo jugué ya en Liga en El
Sardinero de Santander contra el Racing.
También marqué un gol y ganamos 4-2. De ahí
hasta junio de 1964, once años de un tirón como
madridista.
Dos partidos y dos goles como anticipo de lo que
iba a aportar Di Stéfano a su nuevo equipo:
--Estaba sin entrenar. En el Barcelona jugaba
algún bolo por los pueblos, pero lo tenía prohibido
por la Federación. No podía jugar en un campo
federado. La muchachada del Barcelona se portó
bien conmigo, César y toda esta banda, Basora,
Kubala...
--¿Y las condiciones económicas?
--Eso no varió mucho. El Madrid me dio un
aumento sobre lo que ganaba en Colombia con el
millonarios, poco, pero el asunto del dinero no era
el primordíal. Lo que se trataba era de jugar.
--¿Conocía algo del fútbol europeo?
--Poca cosa. En 1949 jugué en Turín con el River
Plate y en 1952 en Madrid con el millonarios.
Trinfar en Europa era la ilusión de todos los
futbolistas argentinos. Se pensaba más en el
triunfo que en el dinero. Para mí fue un privilegio
jugar en el Real Madrid. Me acuerdo que cuando
inauguraron el campo de Chamartin en 1947 leí la
noticia en un diario de Buenos Aires y de repente
soñé que quizá algún día jugaría en él. Fue una
premonición.
Di Stéfano insiste en que en su fichaje por el Real
Madrid el dinero tuvo poca influencia:
--Cuando vine aquí tenía la vida medio
solucionada en el aspecto económico. Vine a un
gran equipo a terminar la carrera. Cuando en
Buenos Aires hacía las maletas pensé: aguantas
hasta los treinta años y te "volvés". Tenía entonces
veintiséis. Al final aguanté con las botas puestas
hasta los cuarenta. Hasta los treinta y ocho en el
Madrid.
--Y del Madrid, al Espanyol de Barcelona...
--Cuando dejé el Madrid, porque se había
cumplido mi ciclo, me quiso fichar el Celtic de
Glasgow. Me daban una fortuna, pero yo les daba
largas porque no conocía el idioma, ni el ambiente.
Mientras lo pensaba llegó la oferta del Espanyol y
acepté. No fue por dinero ni por otra cosa, sino
simplemente me encantaron las condiciones para
jugar. Lo mío siempre fue verdadera pasión por
jugar.
--¿Es por eso que ha llegado a ser el mejor
futbolista del mundo?
--Yo no he sido el mejor futbolista del mundo. Eso
es un halago que no me creeré jamás. En todas las
épocas ha habido grandes jugadores y yo, gracias
a la ayuda de mis compañeros de equipo, fui un
buen jugador de una época.
--Una época esplendorosa e irrepetible para el
Real Madrid, ¿no?
--En efecto. Mirábamos al futuro, el equipo se iba
reforzando y había un compromiso cada vez
mayor con la afición, que era impresionante.
--¿Qué es lo que mas le marcó en fútbol?
--Para mí lo que mas marca a un futbolista es
cuando juega su primer partido en Primera
División, que dices: "Ya llegué. Ahora, a
mantenerse". Y esto fue con el River Plate contra
Huracán en 1945.
--¿Y la conquista de la primera Copa de Europa
con el Real Madrid?
--De eso casi no me acuerdo, ya ve usted. Nosotros
creíamos que la Copa de Europa era una copita
sin importancia cuando se organizó. El prestigio
bárbaro lo daba ganar la Liga, por eso al principio
creíamos que eso de la Copa de Europa era como
una cuestión amistosa y al final se ha convertido
en uno de los torneos más importantes del mundo.
Ahora habrá que cambiarle el nombre. El rótulo
dice "Champions League", pero ya meten al
segundo clasificado. Ya no es lo mismo jugar como
antes a eliminación directa, a cara de perro, a
como se hace actualmente con el sistema de
liguilla. Aparte que antes no sabíamos como era el
contrario y eso le daba más emoción. Ahora con
tanta televisión y tanto vídeo, tantos periódicos y
fotografías, todos los equipos se conocen al dedillo.
--Con el Real Madrid ganó usted ocho titulos de
Liga, cinco Copas de Europa y una sola Copa de
España. ¿No es eso sorprendente?
--Puede que sea sorprendente, sí, pero yo creo que
se debió un poco a la saturación y un poco a la
responsabilidad. Siempre estábamos muy
responsabilizados con el equipo. La gente no se lo
cree, pero tantos años jugando partido tras
partido con la responsabilidad de tener que ganar
es muy complicado. Si no ganábamos la Liga,
teníamos que ganar la Copa y si no la Copa de
Europa. El Madrid estuvo diez años consecutivos
abanderando el fútbol español en Europa. Un niño
de diez años iba a vernos a Chamartin, cumplía
veinte años y decía "estos del Madrid todavía
están ahí, machacando al contrario". La herencia
es clara: han pasado más de cuarenta años y desde
entonces el Madrid siempre está en primera línea.
--Y eso es así porque el suyo fue un equipo de
currantes con frac...
--Parto de la base de que no conozco ningún
jugador que no quiera ganar. En mi época
queríamos ganar, pero además jugábamos bien al
fútbol. El que no se lo curraba no tenía sitio en
aquél equipo. Al tercer partido era el propio
público quien lo echaba. En el Madrid había que
sudar la camiseta y el que no la sudaba no podía
jugar más en el equipo. Luego los había que
además de lucha ponían la salsa del gol, porque el
gol es al fútbol lo que el sol al día.
--Usted fue el prototipo del pundonor deportivo...
--Pero sólo en el terreno de juego. No tengo queja
alguna de como me trataron en el Real Madrid,
pero podía haber exigido más, hacerme valer, y yo
nunca me hice valer en el sentido financiero del
término. Yo lo que quería era jugar y partirme el
pecho en cada partido.
--La gente se lo agradece profesándole un enorme
cariño, ¿no?
--Es demasiado. Demasiado de mucho y
demasiado de bonito, aunque a mí me da
verguenza. A mí me pone colorado que me señalen
con el dedo. A mí nunca me gustó salir como
abanderado de nada. Yo soy introvertido en este
sentido.
Como todos los que verdaderamente han sido
grandes, Alfredo Di Stéfano hace de la sencillez su
lema ante la vida.
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