(24) Lenguaje católico oscuro y débil

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(24) Lenguaje católico oscuro y débil
Cursos en línea / Para conocer el Concilio Vaticano
Por: por José María Iraburu | Fuente: Reforma y apostasía
Bueno, en cierto modo, esto no, el asunto es que, no ssi me explico
Tranquilo y calle por el momento. Madure m el concepto y podrdarlo a luz en la palabra con toda claridad y exactitud. Tese para ello el tiempo
que necesite, aunque sean nueve meses. Y pruebe a pensar con calma, incluso a estudiar y a rezar ese asunto: verque no le pasa nada.
Al principio era el Verbo. El valor de la palabra es mimo en el Cristianismo (cf. Jn 1,1). En la palabra, hablada o escrita, estla verdad o la mentira,
estpor tanto la salvaci o la perdici de los hombres. Y tengamos presente que el proceso del conocimiento se consuma en la expresi. Es la
palabra la que nos da conocimiento, pero, al mismo tiempo, el conocimiento de la verdad llega a su tmino en la palabra. Precisamente la palabra
es un tmino. Acabamos de conocer algo cuando sabemos expresarlo. No se ha dado del todo una adecuaci de nuestra mente a la realidad, no
se ha concebido en nosotros la verdad plenamente, mientras no sabemos expresarla con palabras. Segn eso, un pensamiento confuso, oscuro,
incierto, dil da lugar necesariamente a una palabra confusa, oscura, insegura, dil. En tanto que un pensamiento luminoso y cierto se expresa con
claridad y fuerza.
Degradaci del pensamiento y del lenguaje. La calidad del pensamiento y del lenguaje es una misma. Por eso cuando el pensamiento de la fe se
deteriora en la Esposa de Cristo, al menos en ciertas Iglesias locales, el lenguaje catico va perdiendo fuerza y claridad, y hasta en ciertos
documentos eclesiticos se hace dil, aburrido, tan matizado y contrabalanceado que acaba por no decir nada. Le falta el veritatis splendor que le
es propio, como palabra de Cristo pronunciada por su Iglesia.
La Iglesia de Dios vivo es la columna y el fundamento de la verdad (1Tim 3,15). La Esposa de Cristo, Verbo encarnado, es aquella que predica la
palabra de Dios, viva, eficaz y tajante, m que una espada de doble filo, que penetra hasta la ra del alma y del espitu, hasta las articulaciones y la
mula, y discierne los pensamientos y las intenciones del coraz (Heb 4,12). La reforma hoy m urgente de la Iglesia es la recuperaci del
pensamiento y del lenguaje que son propios del Catolicismo. Reforma o apostas.
Filosof y letras. Los estudios eclesiticos siempre han procurado anteponer a la teolog unas buenas premisas de formaci literaria y filosica. La
Iglesia ha querido asque los que entran en el terreno sagrado de la teolog hayan aprendido a pensar rectamente y a hablar con verdad y
claridad. Sin una buena herramienta mental y verbal, el teogo entra en el campo maravilloso de la Revelaci divina y de la Tradici catica como un
cerdo en un jard de flores, pisoteando y destrozando todo. Sin una buena filosof y un buen lenguaje es imposible una teolog verdadera. La
sagrada teolog, ratio fide illustrata, y m an el Magisterio apostico, se han caracterizado siempre en la Iglesia catica no solo por la luminosa
certeza de la fe que profesan, sino tambi por la claridad y precisi sincera de su palabra.
Hoy por el contrario Los ejemplos que siguen est todos tomados de textos actuales publicados.
Falsificaciones. Acerca de un milagro del Evangelio, concretamente la resurrecci de Laro, un escriturista actual escribe que en cuanto a la
historicidad, el hecho es m teolico que histico. Frase notable, deliberadamente oscura, que expresa un pensamiento de calidad fima. El verbo ser
no es eltico: algo es o no es. Y un hecho, una de dos, o es histico o realmente no ha acontecido, y entonces no es un hecho. Adem, que yo sepa,
no existen propiamente hechos teolicos. Y por ltimo, si el autor quiere decir que tal milagro, a su juicio, no es histico, es mejor que lo diga
abiertamente, y que no nos maree con eufemismos vergonzantes.
Ambigedades. Cuando un cierto grupo eclesitico de trabajo afirma en una Asamblea su total adhesi a la Humanvit pero una vez hecha la
afirmaci, solicita que se flexibilice su doctrina, qucalidad mental tiene este pensamiento y esta palabra? Un lenguaje como e, deliberadamente
ambiguo, es una vergenza, es indigno de la Iglesia catica. as son frases que dicen, pero sin decir, aunque diciendo. Qumiseria.
Ya vimos en el post (14) co el Card. Martini, reclamaba una Iglesia abierta frente a una Iglesia cerrada, obstinada en su ensenzas y en sus
normas (Conversaciones nocturnas en Jerusal, ed. San Pablo, pg. 7, 168). estima que la Humanvites culpable del alejamiento de muchas
personas (141-142), y como el Papa no va a retirar la enclica, le convendrescribir cuanto antes una nueva e ir en ella m lejos (146). Ser mucho
pedir al Sr. Cardenal que nos dijera a dde exactamente ha de ir m lejos? Y qusignifica una Iglesia m abierta? M abierta a qu Hace unos pocos
as, otro Cardenal se jactaba de que hab firmado con otros tres obispos una de las m abiertas orientaciones publicada, no sin provocar revuelo,
por un episcopado sobre las relaciones con el judamo. Que el Ser le bendiga. Pero podrmos preguntarle honradamente y sin acritud: esas
orientaciones en la relaci con el judamo eran m abiertas o m cerradas, p. ej., que las que siguieron Cristo, Esteban, Pedro, Juan o Pablo,
Hermann Cohen, los hermanos Ratisbona, etc.?
Oscuridades. Cuando un profesor de teolog dice que es conveniente relativizar la doctrina catica de la transmisi del pecado original por generaci,
ques lo que realmente quiere decir? Pretende que se relativice una doctrina que es de fe, declarada en forma dogmica tantas veces? O es que
prefiere no formular con claridad su propio pensamiento? Nadar, y guardar la ropa. Tirar la piedra y esconder la mano.
Cuando un liturgista, estudiando la Eucarist, reconoce un cierto carter expiatorio en la muerte de Cristo, pero al mismo tiempo pretende con
empe evitar una interpretaci victimista estempleando un lenguaje digno de la teolog catica o m bien un lenguaje-basura? Este autor se muestra
mental y verbalmente impotente para afirmar o para negar, sencillamente, que Cristo es la vtima pascual, ofrecida en sacrificio de expiaci para la
salvaci de los pecadores. Su palabra no transmite, pues, ni de lejos, la clara certeza de la doctrina de la Iglesia. Por tanto, la niega.
Falsedades reticas. De una sera que entra en una reuni podemos decir, a modo de saludo: aqullega la mujer m linda de Occidente. Bueno, la
frase no enga a nadie. Todos entienden que se trata de una afirmaci puramente retica, dicha en broma. Mucho mayor es el peligro de enga si
ese gero literario se emplea, por ejemplo, en un Concilio.
El hombre contemporeo camina hoy hacia el desarrollo pleno de su personalidad y hacia el descubrimiento y afirmaci crecientes de sus derechos
(GS 41a). Ante la actual evoluci del mundo, son cada d m numerosos los que se plantean o los que acometen con nueva penetraci las
cuestiones m fundamentales (10a).
Las declaraciones reticas apenan y a veces confunden a los verdaderos creyentes, confortan a los incrulos, y dan a todos. Es cierto que el
Vaticano II escribiun libro de 700 pinas hecho sin precedentes en la historia de los Concilios, y que es normal que de entre ellas puedan
entresacarse, como acabo de hacer yo, algunas frases desafortunadas o inexactas. Pero notemos sobre todo, por otra parte, que el mismo
Concilio en otros textos hace del hombre contemporeo y del mundo actual otros diagnticos sumamente lcidos y durimos que
consiguientemente son contradictorios a aquellas otras declaraciones reticamente benignas. Denuncia el Concilio en el mundo moderno un
egomo global, cada uno a lo suyo, un peligro de destrucci del propio gero humano, un atemo generalizado e institucionalizado en formas
nunca conocidas en la historia de la humanidad, etc. (cf. GS 7c, 10, 19, 37a).
Aberraciones mentales. Un profesor de liturgia, hablando, veladamente, por supuesto, en contra de la transubstanciaci eucartica profesada
por la fe catica nos propone, para liberarnos de ese tmino, una concepci nueva y m moderna de substancia.
Segn esta concepci, la realidad material debe entenderse no como realidad objetiva independiente de la percepci del sujeto, sino como una
realidad antropolica y relacional, estrechamente vinculada a la percepci humana. Pan y vino deben ser considerados no tanto en su ser-en-s
cuanto en su perspectiva relacional. El determinante de la esencia de los seres no es otra cosa que su contexto relacional. La relacionalidad
constituye el ncleo de la realidad material, el en-sde las cosas. Es decir, propiamente un ser no existe en su propio ser si no es en relaci con
otros.
Leyendo esas insensateces, por no decir burradas que dir Castellani, yo les pregunto: creen ustedes que de verdad ese doctor teogo
entiende lo que estdiciendo?. En mi opini, no tiene ni idea. M bien creo que incurre en aquello que dec San Pablo: alardeando de doctores de
la ley, no entienden lo que dicen ni lo que afirman (1Tim 1,4). Esa jerga apenas expresa nada inteligible.
Diagnticos leves. Un ejemplo. Se nos dice en un documento de la Iglesia: vemos con preocupaci que la sociedad se va abriendo cada vez m
a la eutanasia. Con preocupaci?! Ya casi podr haber dicho: vemos consternados. Pero quizestimaron que el tmino consternaci era
demasiado fuerte. Otros documentos eclesiticos, por ejemplo, nos hablan de luces y sombras cuando analizan la situaci de Europa en
acelerada caa en la apostas, o de los religiosos tan desvirtuados a veces que en no pocas naciones europeas est en trance de simple
desaparici Un lenguaje ases verdaderamente inadmisible. Podrn citarse muchos ejemplos semejantes, pero resultar duro y cruel.
Diagnticos contradictorios. Cuando la constituci conciliar Gaudium et spes (47) trata de el matrimonio y la familia en el mundo actual, sela
que, segn los lugares, est presentes la poligamia, la epidemia del divorcio, el llamado amor libre y otras deformaciones [como] el egomo, el
hedonismo y los usos ilitos contra la generaci. Pero en el mismo nmero consigna que las profundas transformaciones de la sociedad
contemporea, a pesar de las dificultades a que han dado origen, con muchima frecuencia manifiestan, de varios modos, la verdadera
naturaleza de tal instituci matrimonial y familiar. Con muchima frecuencia? Son textos que nicamente resultan coherentes si interpretamos en
clave puramente retica algunas de sus frases. Pero, sin duda, a no es en el lenguaje eclesitico la verdadera Tradici catica. Recordemos, en
todo caso, lo ya dicho: que el Concilio es un libro de 700 pinas.
Pablo VI clama dolorido: Basta de disensiones dentro de la Iglesia! Basta de una interpretaci disgregadora del pluralismo! Basta con la lesi
que los mismos caticos infligen a su indispensable cohesi (LOsservatore Romano 18-7-1975). Sin embargo, unas semanas antes, en el
duodimo aniversario de su consagraci pontificia, hab exaltado en una alocuci la grandima sinton de toda la Iglesia con su supremo Pastor y
con los propios Obispos (23-6-1975) Pero recordemos la enorme crisis producida en 1968 y as siguientes acerca de la Humanvit y en la que
se vieron implicadas varias Conferencias episcopales.
Reforma del lenguaje y del pensamiento o apostas. La Iglesia Catica, ya que ha de expresar con palabras humanas la plenitud de la Palabra
divina, estobligada a usar un lenguaje verdadero y exacto, lo m claro y preciso que sea posible. Esos modos de lenguaje oscuros, ambiguos,
reticos, contradictorios y, sobre todo, tan diles, deben ser eliminados de la Iglesia, para que asel Ser nos conceda vivir libres de las tinieblas
del error y permanecer siempre en el esplendor de su verdad (or. Dom.XIII T.o.). Quiera Dios que el Magisterio apostico y la predicaci, la
teolog y la catequesis cumplan en la Iglesia siempre la norma de nuestro Ser Jesucristo: sea vuestra palabra: s s no, no. Todo lo que pasa de
esto, viene del Maligno (Mt 5,37; cf. Sant 5,12; 2Cor 1,17-19).
JosMar Iraburu, sacerdote
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