Contrabando de extracción: alimentando al vecino

Anuncio
Contrabando de extracción: alimentando al vecino
Por Richard Canán
El contrabando de extracción es un antiguo flagelo,
arraigado fuertemente a todo lo largo y ancho de
nuestra línea fronteriza. Solo del lado colombiano
hablamos de más de 2.000 Km de frontera, abarcando
los estados: Zulia, Táchira, Apure y Amazonas. El
contrabando se realiza por razones económicas,
pero trae implícito graves componentes de evasión
tributaria, violación de normas sanitarias, corrupción,
etc. El contrabando de extracción ha alcanzado
enormes magnitudes, generando consecuencias
negativas para nuestra seguridad y soberanía
alimentaria, afectando sensiblemente nuestro
abastecimiento y generando enormes pérdidas
económicas para el país.
El diccionario de la RAE señala claramente que
el contrabando es el “Comercio o producción de
géneros prohibidos por las leyes a los particulares;
introducción o exportación de géneros sin pagar
los derechos de aduana a que están sometidos
legalmente; y mercaderías o géneros prohibidos o
introducidos fraudulentamente”. Es a todas luces
una actividad ilegal, donde se comercializan bienes
que no han pagado impuestos o aranceles aduaneros,
ni poseen ningún tipo de permisos legalmente
emitidos por las autoridades nacionales.
Si revisamos la noción de contrabando de
extracción aplicado a nuestra realidad, podemos
afirmar que “consiste en sacar productos nacionales,
sometidos a control de precios o que están
subsidiados por el Gobierno, hacia fuera de nuestra
fronteras… estos productos son desviados de su
destino original con el fin de traspasarlos a países
vecinos de manera ilegal para su comercialización
a mayores precios…” (Dirección de Investigación
de la Asamblea Nacional, 2014). Hablamos de la
extracción ilegal, de manera masiva, de gasolina, gas
doméstico, alimentos, medicamentos, productos de
higiene personal y cuanto producto sea rentable para
los contrabandistas. Las razones son meramente
económicas. Existe un enorme diferencial, primero
entre los precios de nuestros productos subsidiados
y los del libre mercado colombiano; y en segundo
lugar, por el diferencial cambiario en el valor de las
divisas entre ambos países.
El contrabando de extracción genera también una
distorsión en el sistema productivo, ya que para
el sector industrial es más “rentable” importar
que producir. La burguesía parasitaria prefiere
contrabandear que vender al precio regulado en el
mercado nacional. Estas desviaciones en la cadena
de comercialización de los productos de la cesta
básica impactan negativamente en la población,
la cual no encuentra los productos que requiere en
los anaqueles, por lo que debe recurrir al mercado
informal especulativo.
Esta actividad ilícita, penada por las leyes venezolanas,
se agrava por el hecho de que algunos productos
estratégicos, ni siquiera se producen en cantidades
suficientes en el país, por lo que son importadas por
el Gobierno Nacional con un alto componente de
subsidio. El caso más ejemplar es el de la Leche en
Polvo, cuyo precio internacional ha llegado a rondar
entre los 4.000 y 5.000 dólares por tonelada, pero el
Comandante Chávez siempre instruyó mantener este
producto, prioritario para nuestra dieta alimenticia,
con un precio subsidiado. Así el kilo de leche en polvo
jamás ha llegado a superar, en el mercado interno, un
precio equivalente a los 3.000 dólares por tonelada.
Más adelante veremos el diferencial de precios.
Otro aspecto importante es que las grandes mafias
que controlan el contrabando de extracción, han
constituido una vasta red logística que les permite
disponer de todo tipo de camiones y centros de
acopio. Han logrado consolidar su dominio territorial
sobre las rutas de extracción, tanto en vías principales
como en trochas. Incluso se han encontrado casos
de empresas fachadas, que aparentan formar parte
de las cadenas formales de distribución, accediendo
legalmente a las guías de movilización del Sistema
Integral de Control Alimentario (SICA), pero
resultando que desvían los alimentos a destinos
fuera del país.
Esta gente no tiene ningún tipo de escrúpulos.
La voracidad depredadora de quienes dirigen
el contrabando de extracción, les ha permitido
maximizar sus ganancias a costillas de corromper y
violar cuanta norma aduanera, tributaria o sanitaria
exista en el país.
algunos ejemplos del enorme diferencial de precios
en algunos productos esenciales:
Gasolina: para el mercado interno nuestra gasolina
es la más barata del mundo. En cambio en Colombia
es de las más caras del planeta. Mientras nosotros
pagamos 7,76 Bolívares por llenar un tanque de 80
litros, en Colombia equivale a más de 2.100 Bolívares.
Es abismal la diferencia y enormes las ganancias para
las mafias del contrabando.
La gasolina es el producto de contrabando más
apetecible y rentable, muy a pesar de los riesgos de
seguridad por su peligroso manejo y almacenaje.
Ahora bien, los llamados “pimpineros” son una
nimiedad en comparación al contrabando en grandes
y medianos camiones cisterna, los cuales pasan la
frontera para surtir directamente a las bombas de
gasolina. Este contrabando de extracción genera
anualmente cientos de millones de dólares en
pérdidas para PDVSA y para el país.
Diferencial de Precios
Las políticas de subsidio y de control de precios han
sido implementadas por el Gobierno Nacional para
mejorar la calidad de vida y el poder adquisitivo de
nuestra población. En términos reales, esta efectiva
política permitió que el país elevara su disponibilidad
energética alimentaria de 2.127 Kcal/persona/día en
1998 a 3.182 para el año 2012, siendo ampliamente
reconocida por la FAO y varios organismos
internacionales. Nuestra política alimentaria ha
logrado el objetivo de llevar los alimentos a nuestro
pueblo, mejorando sus niveles nutricionales y
minimizando las condiciones de hambre y miseria
que predominaron en la Cuarta República.
Al otro lado de la frontera no es así, allá aplica la tesis
neoliberal del capitalismo salvaje, “el capital por
encima del ser humano”, por lo que el precio de los
productos lo fija el mercado, donde sus defensores
solo velan por maximizar su ganancia. Veamos
Productos de la Cesta Básica: la comercialización
ilegal de los productos de la cesta básica deja
enormes ganancias a las redes de contrabandistas.
Un kilo de leche en polvo que en Venezuela tiene un
precio de venta al público de 70 Bolívares al otro lado
de la frontera se vende por un equivalente de 450
Bolívares, es decir con un margen de 642%; un kilo de
arroz de 25 Bolívares allá se vende por 95 Bolívares,
con un margen de incremento de 380%; un kilo de
azúcar que aquí cuesta 17,3 Bolívares allá alcanza los
81 Bolívares, con un margen de 468%; el paquete de
pañales grande de 24 unidades tiene un precio de
venta al público de 95,7 Bolívares y al otro lado de la
frontera alcanza los 636 Bolívares, con un margen de
incremento superior al 664%.
Como vemos, las mafias que dirigen el contrabando
de extracción se han aprovechado de la enorme
diferencia existente entre los precios de los productos
que nuestro país subsidia y mantiene regulados, para
beneficio exclusivo de su población, y los elevados
precios que representa adquirir los mismos productos
en su mercado interno, a merced y antojo del mercado
capitalista.
A plena luz del día, alimentando al vecino
Como ya hemos visto son muchos los productos
que se comercializan en la “canasta básica” de los
contrabandistas. Todos son enviados más allá de la
frontera sin ningún tipo de limitación u obstáculo,
ya sea bajo la modalidad “al mayor”, extraídos por
las grandes mafias o los del “bachaqueo”, que son
adquiridos al detal por una enorme masa de personas.
Todos estos productos se comercializan luego tanto
en el mercado formal como en el informal.
Al otro lado de la frontera llegan diariamente toneladas
de nuestros productos básicos, la gran mayoría con
precios subsidiados por el Gobierno Nacional. Estos
alimentos y productos de la cesta básica “alimentan
y “mantienen”, nada más en los 40 municipios que
conforman el departamento del Norte de Santander,
a más de 1.320.000 personas. Para que se tenga una
idea, el estado Táchira tiene apenas una población de
1.168.000 habitantes. Sin embargo, Venezuela soporta
el peso de alimentar a toda esta población y más.
Las rutas y redes de comercialización creadas por los
contrabandistas trasciende a los municipios fronterizos
llegando a “colocar” los productos venezolanos al
interior de toda Colombia, encontrándose fácilmente
productos venezolanos en todas las poblaciones y
departamentos hasta llegar a las zonas del Caribe y
el Pacífico Colombiano. Esto es un crimen organizado
de grandes magnitudes, es un evidente saqueo, una
depredación sistemática de miles de toneladas de
nuestros alimentos subsidiados y con millones de
bolívares, pesos y dólares en beneficio para las mafias
de contrabandistas.
Del otro lado de la frontera nadie controla. Hay
una especie de política de total tolerancia hacia el
contrabando de extracción, muy a pesar de todos
los riesgos de tipo sanitario y las evasiones fiscales y
tributarias. No hablamos de que nuestros productos
se venden en caletas ocultas o solo en el comercio
informal. Hablamos de su venta directa, a plena
luz del día en una vasta red de comercios formales,
supermercados, abastos y bodegas. Nadie toma
correctivos. Estamos hablando de una gran cantidad
de instituciones del otro lado de la frontera como la
DIAN (Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales),
el ICA (Instituto Colombiano Agropecuario, adscrito
al Ministerio de Agricultura), la Dirección de
Medicamentos y Tecnologías en Salud del Ministerio
de Salud Pública o la Superintendencia de Industria y
Comercio que tiene competencias sobre la propiedad
intelectual, empaques y metrología. Los reportes de
incautaciones dan cuenta de la ínfima proporción de
decomisos frente a la enorme cantidad, imposible
de ocultar, de productos venezolanos ilegalmente
comercializados en Colombia.
Ni hablar del vergonzoso mecanismo del “Carrusel”,
mediante el cual empresarios venezolanos y
colombianos se confabularon para sobrefacturar o
simular operaciones de exportación-importación
de productos bajo control de precios, desfalcando
a CADIVI y al SENIAT de este lado de la frontera y a
la DIAN y al ICA del otro lado. En el caso del sector
ganadero, con un mismo permiso, simulaban varias
operaciones de compra-venta de ganado en pie o
carne en canal, el cual nunca entraba al país o que
entraba solamente para realizar el control aduanero
y luego salía nuevamente por los caminos verdes,
generando millonarias ganancias en divisas para
los supuestos “importadores”, pero vulnerando los
controles aduanales y sanitarios de ambos países.
Se pagaron los dólares pero ni el ganado ni la carne
ingresaron al país.
Debemos avanzar en el combate diario contra la
guerra económica, seguir protegiendo a nuestro
pueblo aplicando todo el peso de la ley a las mafias
de contrabandistas. Debemos aplicar contundentes
sanciones penales, comiso de productos e incautación
de todos los bienes y medios utilizados para el
contrabando (galpones, camiones y gandolas).
Reducir sus capacidades operativas y logísticas a la
más mínima expresión.
Que no nos queden dudas, el contrabando de extracción
es una actividad ilícita que afecta gravemente a
toda nuestra población. Todos los venezolanos, sin
excepción, estamos en la obligación de acompañar las
políticas adelantadas por el Gobierno Bolivariano para
enfrentar la Guerra Económica y combatir las acciones
que la burguesía parasitaria viene implementando
para agobiar y asediar a nuestro pueblo.
Richard Canan
Sociólogo
@richardcanan
Descargar