La pregunta por la lógica que rige – y la responsabilidad que

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Licenciatura en Psicopedagogía-Trabajo Final de Carrera
La atención y el aprendizaje en la infancia: una lectura psicopedagógica crítica
UNIVERSIDAD BLAS PASCAL
Licenciatura en psicopedagogía
Trabajo Final de Carrera
La atención y el aprendizaje en la infancia:
una lectura psicopedagógica crítica
Alumna: Guillermina Estrella Casas
Legajo: 16895
Asesora de Contenido: Dra. Mirtha Lepage de Buthet
Asesora Metodológica: Lic. Mª del Carmen Avendaño
Córdoba, 10 de Diciembre de 2007
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Alumna: Estrella Casas- Legajo: 16895
Licenciatura en Psicopedagogía-Trabajo Final de Carrera
La atención y el aprendizaje en la infancia: una lectura psicopedagógica crítica
La pregunta por la lógica que rige – y la
responsabilidad que implica – que un diagnóstico se adhiera a
la piel de un sujeto infantil, que se haga carne, que un nombre
avalado en un cierto saber funcione como código, contraseña,
que imponga algunos rasgos del sujeto en desmedro de otros,
que amenace el movimiento de una subjetividad en
constitución y produzca efectos de clausura, anima a gran
parte de los textos que presentamos.
(Korinfeld, en Untoiglich, 2005: 5)
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La atención y el aprendizaje en la infancia: una lectura psicopedagógica crítica
Abstract
Actualmente presenciamos en el ámbito de la salud y de la educación una
tendencia al sobre-diagnóstico y un exceso de medicalización de la infancia. El déficit
atencional es un caso paradigmático de esta perspectiva reduccionista que busca
clasificar, rotular diferentes patologías y diferentes modos de sufrimiento psíquico en un
solo cuadro nosográfico para el cual se tiene – supuestamente – la medicación que lo
cura. Hasta la fecha no hay acuerdos acerca de la etiología del trastorno ni tampoco
acerca de su diagnóstico preciso. Para diagnosticar se suele usar el cuestionario de
Conners, el cual consta de 40 preguntas que se hacen a padres y docentes del niño del
tipo ¿Es un niño inquieto? ¿Se hace el vivo? ¿Desobedece a los adultos? ; y de acuerdo
a eso se propone medicar a los niños con metilfenidato o con atomoxetina. Es decir no
se considera al niño en el diagnóstico, sus palabras, sus dibujos, sus juegos parecieran
no tener nada que decir de su sufrimiento ya que aparentemente estamos frente a
“déficit puramente neurológico”.
Se han demostrado en el campo de la ciencia los efectos secundarios y
contraindicaciones de tales drogas, como retraso del crecimiento, agravación de cuadros
psicóticos, aumento de la agresividad, baja del umbral convulsivo en pacientes con
estos antecedentes, y la OMS registró 28 casos de muerte súbita relacionadas al uso de
ritalina.1
Un aspecto interesante a considerar es la adicción psíquica que genera esta
“pastillita que mágicamente soluciona todo”. El planteo de este trabajo es valorar la
mirada compleja e interdisciplinaria del sujeto y su contexto para analizar qué valor
cobra la inatención, tomándola como síntoma de diversas patologías posibles y no
como una enfermedad en sí misma, desde la cual encerrar al sujeto con un “déficit de
por vida”. La desatención puede responder a diversas causas y no está ligada
necesariamente a un déficit de dopamina.
Por otra parte se plantea considerar el rol del psicopedagogo en el diagnóstico y
tratamiento de niños con dificultades en el aprendizaje y la atención.
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La Organización Mundial de la Salud ha descrito casos de infarto de miocardio, stroke y muerte súbita
en niños y adultos que toman estos estimulantes (Janin, buscar nombre de la fuente)
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La atención y el aprendizaje en la infancia: una lectura psicopedagógica crítica
Introducción
¿Qué es el TDAH?
Padres desbordados, padres deprimidos, docentes que quedan superados por las
exigencias, un medio en el que la palabra ha ido perdido valor y normas que suelen ser
confusas... ¿incidirán en la dificultad para atender en clase? “ (Consenso de expertos del
área de la salud acerca del llamado déficit atencional)
Las últimas hipótesis respecto al TDAH, desde una postura que privilegia la
mirada organicista, indican que se trata de un cuadro de origen neurológico,
probablemente por una alteración de la neurotransmisión, y que muchos casos tienen
base genética. Es importante destacar que no existe ningún tipo de marcador biológico
que pueda definir con absoluta certeza que un niño tiene TDAH, ni mapeos, ni
resonancias, con lo cual es evidente la tendencia al sobre-diagnóstico. Con esto no
queremos decir que no existen niños con dificultades para sostener la atención, la
pregunta que cabe es ¿qué del sufrimiento del niño? ¿Cómo significa la familia la falta
de atención? ¿Qué lugar queda para la pregunta si todas las respuestas “están” en los
neurotransmisores? ¿Qué pasa con la escuela?
Desde un abordaje neuropsicológico, el neuropediatra Jaime Tallis, coordinador
del equipo interdisciplinario en Aprendizaje Y Desarrollo del Hospital Carlos G Durán,
plantea que el síntoma de inatención e hiperactividad se presenta en toda una serie de
patologías, sin constituirse en el cuadro de déficit de atención como enfermedad, y si
este síntoma es atacado desde el punto de vista terapéutico, como si fuera toda la
enfermedad, se terminan por ocultar el origen del cuadro. Algo así como tratar el
síntoma de la fiebre antes de saber si se trata de una neumonía, de un cuadro
gastrointestinal o meningitis (Tallis en Untoiglich, 2005: 70). Retomando a Barckley,
Tallis sostiene la globalidad del trastorno, retomando el concepto de “trastorno de la
función ejecutiva” esto quiere decir que la atención es un aspecto a considerar pero no
es todo el trastorno, sino que éste implica la memoria de trabajo, el planeamiento, y
todas aquellas funciones relacionadas al lóbulo frontal.
La Psicopatología actual, basada en el positivismo nos invita a no cuestionar
nada, a diagnosticar con base en datos observables.
“Además, sus producciones [del niño] no tienen ningún
sentido, ninguna significación, son meros datos diagnósticos
que nos indican que éste pertenece a esa clase de personas
que funciona así. [...] los que son pasivos no se mueven y los
que son depresivos están deprimidos... por lo menos no nos
engañamos dos es dos y ninguna otra cosa y no hay nada a
entender, ni a descifrar ni a suponer, ni de interpretar ni a
comprender ni a modificar... esto tranquiliza enormemente,
nadie tiene que ver con eso, son datos que tienen una
significación biunívoca qué es inamovible ” (Jerusalinsky
en Untoigluich, 2005: 90)
Si se escucha a los niños de diferentes modos sin suponerlos sujetos patológicos,
sino se habla por ellos sino con ellos, nuevas posibilidades se abren para el diagnóstico.
“Nosotros tenemos un camino de diagnóstico qué pasa fundamentalmente por un
equipo que va a la escuela, que trabaja con los padres, en el que el niño es visto por
distintos profesionales” (Tallis en Untoiglich, 2005: 71)
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Podemos pensar que en la actualidad, dados los modos de vida de padres y
maestros, se tolera cada vez menos a un niño inquieto, porque no permite que el adulto
se desconecte para descansar.
Una cuestión clave a analizar es que el niño es una estructura en desarrollo, por
lo cual es imposible pensar en cuadros fijos, sino interrogarse acerca de aquello que se
repite en una historia que excede al niño mismo. Cuando trabajamos con un niño en la
elaboración de un diagnóstico que nos ayude a explicarnos qué le sucede, estamos frente
a un psiquismo en estructuración, en el que los funcionamientos no están rigidizados, ni
totalmente establecidos, en tanto la niñez es devenir y cambio (Janin en Untoiglich,
2005: 98).
“Niños de cinco años que se mueven “demasiado”, niños
que están ensimismados, niños que hablan de un modo
desafiante, niños que no pueden organizar una tarea, niños
que están tristes, niños con serias dificultades para armar
pensamientos, todos son engloba dos del mismo modo en
esta gran “bolsa de gatos” en que se ha convertido el
Déficit de Atención con o sin Hiperactividad. Agrupación
arbitraria e indiscriminada en la que todo problema de
aprendizaje y/o de conducta queda “explicado” por una
referencia a un “déficit” neurológico. (Janin 2005 :65)
El diagnóstico como proceso de construcción de saberes
En la actualidad asistimos a un exceso de diagnósticos y pronósticos sobre la
infancia, entre ellos se destaca el diagnóstico de “ Trastorno por déficit atencional (con
o sin hiperactividad”). Desde los distintos espacios de intervención psicopedagógicas,
vemos muchos niños (demasiados) con un diagnóstico de TDAH y bajo tratamiento
farmacológico. Si bien los científicos no han encontrado "un marcador biológico que
pueda definir y decir con absoluta certeza que un chico tiene un trastorno por Déficit de
Atención, ni siquiera los famosos mapeos, ni las resonancias, ni nada que lo indique con
certeza" (Tallis en Untoiglich, 2005: 70) hay en nuestro país muchísimos niños que
"padecen" esta enfermedad, a los cuales se les suministran diversos remedios. Uno de
los mayores peligros que encontramos en relación esto es que "antes teníamos 250.000
niños inquietos, desatentos, impulsivos o movedizos que nos hacían cuestionar qué
estaba sucediendo con la institución escolar, las familias y las crisis sociales, y ahora
pasamos a tener 250.000 ADD que debemos medicar (Untoiglich, 2005: 7).
Es importante destacar que no estamos criticando la medicación en sí misma,
sino el sobre-diagnóstico y el abuso en la medicalización de la infancia de la cual somos
testigos.
El diagnóstico puede ser un instrumento de violencia simbólica, en tanto se
nombra a un niño por su déficit, en tanto se lo medica sin haber establecido con él un
lazo. Al decir de Esteban Levin “no hay diagnóstico sin lazo [...] el diagnóstico es la
puerta de entrada. No es nunca una sentencia, es el comienzo de lo que llamamos la
transferencia, es el lazo que nos permite comenzar a conocer la problemática de un
chico”. (2005:56-58)
Levin sostiene que si colocamos el déficit en primer lugar, como causa
determinante de todo lo que le pasa al niño y de todas sus conductas desatentas, se
desliga el lazo con él, si esperamos ver a un niño desatento seguramente lo
encontraremos, en cambio si nos colocamos desde el no-saber acerca del sujeto, el
proceso diagnóstico puede convertirse en esa construcción de saberes, introducirnos en
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el laberinto de lo que el niño nos quiere mostrar, y todo eso partiendo del lazo
transferencial que formamos con él.
Este proceso no puede darse nunca llenando un formulario, ni solamente a través
de la descripción que padres y maestros hacen del niño. Implica poner el cuerpo en
escena, aceptar nuestro desconocimiento, encontrarnos con "algo que no saber” y
comenzar la escucha clínica.
En este sentido, muchos diagnósticos actuales nos enseñan un trayecto vacío de
subjetividad y lleno de coeficientes, rótulos, estigmas que señala la dificultad, el
fracaso, la problemática. Estos diagnósticos delinean en el niño una experiencia sin
pensamiento ni resignificación, pronosticando el futuro, fiel reflejo de una ciencia sin
sujeto y sin infancia (Levin en Untoiglich, 2005: 55-56).
La gravedad de los temas hasta aquí presentados exige una mirada
interdisciplinaria, podemos pensar que existen niños con dificultades para sostener la
atención. Estos niños requieren ser mirados y escuchados desde múltiples disciplinas. El
equipo interdisciplinario en aprendizaje y desarrollo del hospital Duran, coordinado por
el Dr. Tallis, sostiene la existencia de un "trastorno de la función ejecutiva", el cual se
diagnostica desde un abordaje neuropsicológico, e interdisciplinario cuestionando el
diagnóstico a partir de los síntomas observables. Respecto a la práctica
psicopedagógica, destacan la importancia del Test de Bender y el Test Wisc en dicho
diagnóstico. Respecto al Bender, el niño con dificultades para sostener la atención,
siempre obtiene resultados patológicos, ya sea por la disatención misma, o por querer
compensarla (perseveración), estos niños tienen dificultades perceptivas para
aprehender la Gestalt y además un trastorno en la ejecución, una torpeza en la
motricidad fina. La clave para saber si el problema está en la percepción o en la
ejecución es la autocrítica: el niño que pudo percibir bien las figuras pero falló en la
ejecución se hará una fuerte autocrítica, borrará o pedirá otra hoja para realizarlo
nuevamente. También en el Wisc se ve el desfasaje de la ejecución y el desempeño
verbal. Los niños con dificultades para sostener la atención tendrán un puntaje
notablemente mayor en la escala verbal, y una disminución significativa de la escala de
ejecución. Esto no tiene relación con la inteligencia del niño, sino con aspectos de su
despliegue como sujeto de aprendizaje.
El DSM IV, Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales
En nombre de una unificación terminológica surge el DSM IV manual de
clasificación de trastornos mentales, “es usado como un catálogo en el que todos nos
podemos encontrar... y encerrar" (Janin en Untoiglich, 2005: 96). Janin sostiene que la
pasión por clasificar, y ubicar todo en cuadros, lleva a una contradicción: hay que
inmovilizar a la infancia para poder rotularla. De esta forma se anulan las
particularidades de cada sujeto, colocando todo dentro del mismo “déficit”. “¿Dónde
quedaron los niños y sus vaivenes, como sujetos en permanente devenir? ¿Dónde
podemos ubicar sus deseos, sus temores y sus sufrimientos? ¿Por qué suponerlos
"patológicos" en lugar de pensarlos como sujetos con diferentes posibilidades?" (Janin
2005: 96). Por último la autora se pregunta ¿estamos patologizando y medicalizando la
infancia?.
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La atención y el aprendizaje en la infancia: una lectura psicopedagógica crítica
Cada vez más se utiliza en el ámbito de la salud mental y de la educación el
DSM IV, pareciera que poner un código al padecimiento de un niño da mucha
tranquilidad, las obras sociales quiere saber si el niño es un F.22 o un F.22/14, y parece
que esto dice algo acerca de ese sujeto infantil y su familia. No debemos extrañarnos
que esto suceda, lo que sí debe alarmarnos es que también los profesionales lo
consideren importante pareciera ser que un informe psicopedagógico hoy debe ir con el
“código de DSM IV” porque si no, no es serio. ¿Cómo encontrar un código que refleje
la problemática de un niño, su posición subjetiva frente al aprendizaje, los avatares de
su pulsión de saber, las ansiedades parentales? ¿Cómo es posible que los profesionales
estemos tomando esto de manera tan acrítica, cómo formamos parte de este sistema tan
perverso de encerrar y encuadrar? Esto no ayuda al niño, no abre puertas para esa
construcción de saberes que implica el diagnóstico desde una mirada clínica, singular y
humanizante. ¿Cómo puede esto ayudar a un niño? ¿Cómo se sienten los padres frente a
este código-incógnita con el cual se define su hijo? Al menos tenemos la obligación de
hacernos preguntas acerca de esto.
Tratamiento y Trabajo Interdisciplinario
¿Cómo es que habiendo un remedio que cura el TDAH, el TDAH ha aumentado
tanto? ¿Cómo es que se declara una epidemia de una enfermedad siendo que ya se tiene
el remedio para curarla? (Jerusalinsky, en Untoiglich, 2005: 78) el mismo autor
continúa "todo indica que tal remedio es precisamente una de las causas de su
multiplicación [...] nada más práctico que atribuir un gran conjunto de síntomas a una
enfermedad para cuya cura se cuenta ya -anticipadamente con –supuestamente- el
medicamento apropiado". En definitiva se plantea el TDAH como una consecuencia
social, se difunde un medicamento asociado una colección de signos diagnósticos
inespecíficos, y se les ahorra de cualquier responsabilidad a quienes rodean el niño; la
demanda se colma con una solución rápida.
El “Consenso de expertos del área de salud sobre el llamado Trastorno por
Déficit de Atención con o sin Hiperactividad"” es un documento dirigido al Ministerio
de Salud de la Nación (Argentina), el cual fue elaborado y suscripto por profesionales
de reconocida trayectoria en el campo de la psicología, la psiquiatría, la neurología, la
pediatría, la psicopedagogía, y la psicomotricidad. Este documento es muy valioso
porque permite encontrar puntos de común acuerdo para empezar a pensar algunas
cuestiones respecto a la realidad de este diagnóstico en nuestro país. En él se plantea
que simplificar las determinaciones de los trastornos infantiles da cuenta de un regreso a
la concepción reduccionista de las problemáticas psicopatológicas y de su tratamiento.
Se utilizan los notables avances de las neurociencias para derivar ilegítimamente en un
biologismo extremo que desvaloriza los procesos subjetivos del ser humano. Se procede
sin verdadero rigor científico, el diagnóstico se basa en cuestionarios a padres y
docentes y de allí se supone el tratamiento basado en medicación y modificación
conductual. El documento continúa:
"El resultado es que los niños son medicados desde edades
muy tempranas, con una medicación que no cura [...] y que
en muchos casos disimula sintomatología grave, la cual
hace eclosión a posteriori o encubre deterioros que se
profundizan a lo largo de la vida. En otros casos ejerce una
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pseudo regulación de la conducta, dejando a su vez liberado
el niño a posteriores impulsiones adolescentes en razón de
que no ejerce modificaciones de fondo sobre las
motivaciones que podrían regularlas, dado que tanto la
medicación como la "modificación conductual" tiende a
acallar los síntomas, sin preguntarse qué es lo que los
determina y en qué contextos se dan"
Respecto a la medicación que se receta para el TDAH, el Consenso de
expertos... propone que todas las drogas presentan contraindicaciones y efectos
secundarios importantes.
Con respecto al metilfenidato: no se puede administrar a menores de seis años,
aumenta la sintomatología de niños con psicóticos, provoca retraso en el crecimiento,
insomnio y anorexia, puede bajar el umbral convulsivo en niños con historia de
convulsiones.
Respecto a las anfetaminas: han sido prohibidas en muchos países por la
adicción que generan, aumentan la frecuencia cardíaca, provocan pérdida de peso y
retraso en el crecimiento, síndromes gripales, efectos sobre la presión arterial, vómitos y
disminución del apetito, y no existen seguimientos a largo plazo.
En algunos países del mundo ya se está discutiendo la posibilidad de exigir a los
fabricantes de Ritalina que en el prospecto de la medicación se indique que es riesgoso
para la salud su consumo.
Los “tres protagonistas” del déficit atencional: una mirada compleja
Retomando el enfoque del DSM IV, los aspectos básicos del déficit atencional
son
 La atención.
 La impulsividad
 La hiperactividad
Estos tres aspectos de la conducta del sujeto-niño que llega a consulta pueden
leerse desde diferentes perspectivas, ya sea desde los aportes de la neuropsicología,
desde el psicoanálisis o desde una mirada basada en la observación sintomática. A lo
largo del presente trabajo final se desarrollan estas perspectivas, centrándonos
principalmente en el eje de la Atención. En la búsqueda de una mirada compleja, se
intenta definir el rol del psicopedagogo en la intervención de pacientes diagnosticados
como “Déficit Atencional”, buscando ampliar la mirada hacia modalidades
atencionales, restrictivas o no, que no tienen relación con un déficit de dopamina, sino
más bien responden a lo histórico-libidinal, lo contextual y/o lo social.
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La atención y el aprendizaje en la infancia: una lectura psicopedagógica crítica
Objetivo general:


Caracterizar el diagnóstico de dificultades atencionales en la infancia, su
tratamiento y sus posibles consecuencias.
Determinar los criterios que fundamentan el diagnóstico de TDA-H así,
como los recursos utilizados en el mismo.
Objetivos específicos:



Explorar los diagnósticos y tratamientos del TDA-H.
Caracterizar las múltiples causas de las dificultades atencionales en la
infancia.
Determinar el rol del psicopedagogo frente al diagnóstico y el
tratamiento de pacientes con dificultades atencionales.
Preguntas de Investigación:






¿Cómo se realiza el diagnóstico del TDA (H) desde una perspectiva conductual
basada en la observación de sintomatología? ¿Cuáles son los recursos que se
utilizan? ¿Quiénes realizan tal diagnóstico?
¿Qué características supone el tratamiento desde esta perspectiva?
En caso de existir tratamiento farmacológico ¿Cuáles son sus consecuencias?
¿Cómo se realiza el diagnóstico del TDA (H) desde una perspectiva
interdisciplinaria y clínica? ¿Cuáles son los recursos que se utilizan? ¿Quiénes
realizan tal diagnóstico?
¿Qué características supone el tratamiento desde esta perspectiva?
¿Cuál es el rol del psicopedagogo en el diagnostico y tratamiento de pacientes
con dificultades atencionales?
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