La historia de la literatura española está colmada de obras polémicas y muy discutidas; La Celestina es una de las obras españolas que más controversias ha levantado en cuanto a su interpretación. Entre los principales puntos alrededor de los que se ha centrado el debate de la crítica se encuentran por ejemplo el autor, el género literario en el que se incluye y la intención con que fue escrita. Un aspecto de interés que presenta la obra es el hecho de incluir, teniendo en cuenta que la fecha de su creación se sitúa en la última década del siglo XV, elementos propios de la literatura de la Edad Media y otros característicos del Renacimiento. Por esto ha sido considerada una obra de transición y uno de los cimientos del teatro y la novela modernos. La Celestina se ubica, atendiendo al momento en que fue escrita, en un punto crítico dentro de la evolución de la lengua y la literatura castellanas. Por una parte, acababa la literatura medieval; por otra, se iniciaba la literatura humanística renacentista. En sentido general nos hallamos en un punto en el que la etapa épica había cedido el paso a una etapa cortesana. El amor, fundamentalmente el amor cortesano y el pastoril, será la nueva forma de distracción de una nobleza cansada y aburrida. El hombre de los umbrales del Renacimiento, aún siendo de armas, llenará sus ratos de ocio cantando versos de amor. Pero al mismo tiempo impera un sentimiento de que todo es vano. Se canta también a la muerte como compañera del amor. La muerte demuestra lo vano de la existencia terrena, a todos nos iguala y solo se puede explicar mediante la salida que ofrece la religión, que brinda esperanza. La obra que nos ocupa capta este sentir del hombre del prerrenacimiento. Por una parte todos los personajes de la obra experimentan el amor que cierto de modo pone en marcha el mecanismo de la obra. Calisto vive su pasión amorosa desenfrenadamente, olvidándose de todo. Melibea termina sucumbiendo a los requerimientos de Calisto empujada por los ardides de la Celestina. Los personajes de condición social más baja experimentan también el amor; Celestina se aprovecha de él para subsistir, Pármeno y Sempronio son empujados por el amor o apetito sexual que les inspiran Elicia y Areúsa. Pero este amor de la obra va hermanado a la muerte. Todos estos personajes encuentran la muerte. Pero el tratamiento del amor en esta obra merece que nos detengamos un poco más en él pues se aborda de un modo complejo, contradictorio con las ideas que eran tradicionalmente recibidas por los jóvenes y con los valores sociales propios de la literatura amorosa tradicional. El amor recibe aquí varios tratamientos; en primer lugar se habla de una parodia al amor cortés cuyos valores se ven aquí subvertidos. Recordemos que las doctrinas del amor cortés surgidas del esquema de valores de la sociedad feudal, y que dominaron durante varios siglos gran parte de la literatura amorosa y caballeresca europea incluyen dentro de sus principios la concepción del amante como vasallo de la dama, generalmente de condición superior y casada, por lo que el carácter de la relación amorosa es secreto y se excluye de ella la idea del matrimonio entre los amantes; la amada suele ser divinizada y hay un regodeo en el sufrimiento amoroso, el amador encuentra en él placer. El amor cortés no solía ser consumado. En la obra se nos presenta a un Calisto que para nada cuenta con la paciencia del amante cortesano, que no guarda el secreto de la relación y que en su divinización de Melibea llega a exagerar tanto que la hace "su Dios". Su amor más se asemeja al apasionado y romántico que al cortés. Aunque Calisto y Melibea emplean un lenguaje más idealizado que el usado por los criados y que es una muestra de lo que sería el lenguaje amoroso aproximadamente hasta el siglo XVIII esto se ha visto como una burla a este tipo de lenguaje, una muestra de cómo encubría las mismas intenciones y deseos que por otra parte los criados manifiestan de forma mucho más directa .Esta pareja de enamorados se aparta con su conducta del código amoroso marcado por la lírica trovadoresca, y contrastantemente viven un amor sexual como el que practican los criados o los de más baja condición en general, esto justifica el desenlace de la historia. En la obra se representa el llamado loco amor que no difiere mucho de la locura y de hecho fue visto por mucho tiempo como una enfermedad. Así se representa a Calisto, como un loco en todo el sentido de la palabra y más tarde Melibea es arrastrada por esta locura de amor también, apartando toda la moral y comportamiento debido a una joven de su clase; se deja llevar por la pasión. El amor es también visto como sexo, la propia Celestina no ve diferencias entre ambos términos. Se está pasando por alto la doctrina que sitúa al acto sexual como permisible solo dentro del matrimonio; y de algún modo puede verse como un señalamiento a la hipocresía de las finezas del amor cortés que sólo aparenta una sensibilidad respecto a las cuestiones amorosas. Calisto transgrede las normas del amor cortés, le interesa el amor físico de Melibea, placer corporal primero y luego placer espiritual; y en este afán de los protagonistas de vivir y disfrutar los placeres del amor trasluce una concepción eminentemente renacentista, el tópico del Carpe Diem que trata de la fugacidad de la existencia humana y de la importancia que tiene por ello aprovechar el momento, vivir el presente. Este tópico también está presente cuando Pleberio cuenta cómo en su juventud vivía el presente sin pensar en nada más. Pero todo este arrebato pasional de los personajes tiene como ya veíamos un desenlace trágico, todos los personajes centrales: Calisto, Melibea, Pármeno, Sempronio, Celestina, encuentran la muerte; esto ha motivado que se vea en la obra una posible intención moralizante a pesar de que en ella se describan situaciones inmorales, pues estas llevan a los personajes al desastre total. Para apoyar esta teoría se han empleado las frases del propio autor que dice pretender disuadir a los locos enamorados de procederes indignos. La pasión llevada hasta sus últimas consecuencias tiene resultados funestos. Algunos críticos niegan la intención moralizante de la obra, basados en el pesimismo imperante en la misma que se ha asociado incluso a la situación del autor que era un judío converso. En realidad no pienso que estas intenciones tengan que ser necesariamente excluyentes, de hecho encuentro que en la obra se respira una atmósfera pesimista que bien puede ser provocada por el origen del autor pero que está a mi juicio muy relacionada con la época que este vivió. El mundo creado en La Celestina está íntimamente relacionado con el pesimismo medieval, que nace de una sensación de fatalidad que impide de antemano el gozo y parece condenar todo al fracaso. En este caso el amor es un engaño y la muerte es la única realidad. Como parte de la ideología y mentalidad medieval que era eminentemente teocentrista, situando a Dios por encima del hombre y a la vida después de la muerte por encima de la vida terrenal, encontramos también la concepción de la vida como un valle de lágrimas, como una prueba cuyo objetivo es únicamente darnos la posibilidad de acceder a la vida eterna. Un poco de esto se despliega en el largo parlamento del padre de Melibea tras la muerte de esta, del que emana desesperación. Pleberio se refiere al desequilibrio que supone la muerte de su hija en lugar de la suya que ha vivido mucho más, luchando para ella, consiguiendo todo lo que tiene y quedando finalmente sin ella. Hay en la obra una carga de amargura, de impotencia, de tristeza que la vida deja y que las personas sienten en un mundo al que se viene a sufrir y que es representado comúnmente durante la Edad Media como ese valle de lágrimas al que hacíamos referencia. Los que han sido incapaces de reprimir las arrolladoras pasiones perecen. La muerte a todos llega y a todos iguala, amos y criados corren la misma suerte, como en las Danzas de la Muerte. Hasta aquí hemos visto cómo La Celestina se inserta de modo coherente en el los conjuntos de pensamiento que respondían fielmente al horizonte del siglo XV. Una gran parte de los lugares comunes de ese pensamiento encuentran cabida en la obra, derivados mayormente del aristotelismo, del pensamiento escolástico y de la experiencia que significó la vida en una época de transición. Muchos temas de la literatura profana medieval pueden rastrearse de una forma u otra en la obra. Dentro del amplio debate alrededor de la intención subyacente en esta obra se ha comentado incluso la posibilidad de una intención sociológica, de representar un grupo urbano con el interés de funcionar como crítica social. Durante la Edad Media y hasta el siglo XVIII aproximadamente el orden social se veía como algo muy cercano a la voluntad divina. La jerarquía social se desarrollaba paralela a la ética; de este modo la nobleza traía aparejadas las cualidades morales, mientras tanto el pueblo se identificaba con los comportamientos pecaminosos y los vicios. Esta visión esquemática fue criticada incluso en la época. Esto podría tener relación con el hecho de que la conducta de Calisto y Melibea resulte inadecuada en relación con la clase a la que pertenecen. Aún así la división social se plasma en la obra en la que se representa tanto a la clase “noble” como al pueblo. A pesar de la estratificación presente se destaca que aquí aparecen, probablemente por vez primera, paralelismos entre amos y criados; que en sus amores no se comportan de forma muy distinta. Estos paralelismos en la obra han sido advertidos como un rasgo típicamente renacentista del estilo del texto. El hecho de que de cierta forma se igualen las clases sociales hace a La Celestina una obra de transición entre los dos períodos a los que nos hemos referido. Aquí se mezclan un poco los caracteres que definen a una y otra clase social; los vicios y las pasiones aparecen en ricos y pobres, es como si se hiciera una generalización: la naturaleza humana es mala independientemente de la cuna en que se haya nacido. Resultan relevantes, sobre todo en cuanto ilustran a la perfección todo la que venimos señalando, las relaciones que se establecen entre Calisto y los criados Sempronio y Pármeno que por momentos se comportan entre sí como amigos y no con la relación de jerarquía que supone la existencia de un amo y un sirviente. Relacionado con el aspecto social y en el sentido en que estamos ojeando la obra, como un paso intermedio entre el Medioevo y el Renacimiento, podríamos mencionar el paso de avance que se da en relación con la dependencia sexual. Hasta ahora y durante toda la Edad Media impera la visión de que el sexo femenino pertenece al masculino como un objeto; con Melibea esa relación se sale de los parámetros conocidos, la mujer ahora también disfruta y goza la relación de un modo antes reservado sólo al hombre. Este personaje femenino tiene también la importancia de romper con la moralidad de la sociedad medieval, mostrando lo que hay debajo de las apariencias de moral y honestidad. Siguiendo la línea de aspectos sociales que rompen un poco con lo normado, por así decirlo, en la Edad Media, hay que señalar que el personaje del padre de Melibea, Pleberio, contrasta en su construcción con las características típicas del señor feudal para el que lo más importante es si dudas su honor y ejercer su mandato. Este personaje se muestra afectuoso, comprensivo y protector; a pesar de que su hija pone en entredicho su honra él no le hace reproches. La organización jerárquica del feudalismo ha desaparecido; y aparejada a la anarquía del nuevo mundo renacentista se encuentra una nueva clase social. En la pugna la nobleza se ve sustituida por la burguesía. El sentido de la vida se disuelve, esta perece carecer de sentido; al respecto reflexiona Pleberio en su discurso y la califica como “laberinto de errores”, “laguna llena de cieno”, “río de lágrimas” y “vana esperanza”. Desde el inicio resultó problemático situar la obra dentro de un género específico por lo que inicialmente se le llamó novela dramática advirtiendo su originalidad y mezcla de géneros; se le calificó luego de novela dialogada. No se insertaba bien dentro del género del drama por su extensión y tratamiento particular del tiempo y el espacio, entre otros aspectos que la hacían imposible de representar en su época; aunque para el lector del momento era un texto dramático aunque no fue concebida para ser representada sino para una lectura dramática. Se ha visto en ella desde los finales del siglo XX aproximadamente uno de los antecedentes de la novela moderna y por tanto del Quijote que es la primera obra que recibe esta consideración. Toda esta polémica motivó que se calificara de agenérica o de híbrida por ser algo diferente y anterior a la cristalización del drama y la novela tal y como los entendemos hoy. En 1962 Lida de Maikel retomando una idea apuntada ya por Menéndez Pelayo habla de considerarla una comedia humanística por encontrar en ella elementos que así lo sugerían. Por ejemplo el argumento simple y el lento desarrollo, el interés por los sectores humildes de la sociedad y por lo pintoresco de la vida diaria, el empleo y manejo del diálogo como estructura clave de la obra, la variedad de estilos y el uso de diferentes registros, un gusto por lo obsceno y por un amor ilícito y sexual, los cambios de espacio, saltos temporales sin atender la verosimilitud, entre otros elementos. Me ha parecido importante en el marco de este trabajo incluir una breve historia del problema de la inserción de La Celestina en un género literario porque creo que este hecho contribuye a reafirmar la idea de que incluye aspectos muy variados en su constitución que la hacen diferente de toda la producción literaria anterior; esto puede deberse a su carácter de obra de transición. Los personajes de La Celestina tienen mucha vida, por su profundidad se alejan de los tipos representados hasta el momento en la literatura del Medioevo. Son personajes con personalidad y psicología particulares. Se caracterizan mediante el lenguaje; y aquí entran los diferentes registros que mencionábamos, pues en dependencia de la condición se emplea la lengua vulgar o la culta. Se muestran paralelismos entre los de distintas clases sociales, Calisto es tan apasionado y obsceno como los criados. Los personajes son un espejo del desconcierto social y moral de una época y todos de alguna forma transgreden la moral católica imperante. Esta obra recoge un argumento viejo y lo reutiliza; el de una comedia latina del siglo XII, el Panphilus, que relataba el asedio de un galán a una dama, que se rendía tras la mediación de una alcahueta. En la obra se agrupan temas y personajes de la tragedia griega, como los enamorados ricos y también de la comedia que provenía del petrarquismo italiano como los criados y las prostitutas o mujeres de la mala vida. La Celestina parece una obra de transición atendiendo por ejemplo al hecho de que si bien la acción se desarrolla en un plano estrictamente mundano sin atender a elementos sobrenaturales como la justicia divina, lo que resulta renacentista, vemos que los personajes pagan cara su locura o su perversidad, como si la mano justiciera de Dios hubiera intervenido para castigar su rebeldía. Encontramos así elementos como la crítica a la mujer desde una perspectiva muy cercana al cristianismo medieval; el tema del paso del tiempo, la pérdida de la juventud relacionada con el Carpe Diem, elemento renacentista; el tema de la muerte que acaba con todo; que es omnipresente y deja al final de la obra una sensación de desolación devastadora; el tratamiento literario de las clases sociales entre otros. Hemos visto y comentado aspectos que acercan la obra al Medioevo y otros propios del Renacimiento, lo que aunado al período en que ve la luz no nos permite sino verla como una obra de transición que por ese motivo exhibe sellos tan diversos.