Las reformas de los Sistemas de Pensiones en Europa

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Las reformas de los Sistemas
de Pensiones en Europa
ANDRÉS VÁZQUEZ MARISCAL*
C
on motivo del intenso debate que a
nivel mundial se está produciendo
sobre los medios y reformas necesarias para garantizar la financiación de las
pensiones en un futuro no muy lejano, y de las
heterogéneas circunstancias que lo rodean,
hemos intentado recopilar las diversas vías y
soluciones que se afrontan, con el deseo de
hacerlas llegar de forma somera al lector
interesado por la validez y solvencia de los
sistemas sociales actuales. A lo largo y ancho
de la Unión Europea, tanto los gobiernos
como los agentes sociales discrepan sobre la
bondad de las soluciones que se discuten,
mientras que la magnitud creciente del problema está obligando a implementar iniciativas que no siempre resultan las más adecuadas.
arcas públicas. Si a la baja tasa de natalidad,
combinada con una mayor longevidad, le añadimos el importante número de individuos
que deciden retirarse a edades cada vez más
tempranas, se hace evidente que el incremento del porcentaje de población pensionista
sobre la población activa está ejerciendo una
enorme presión en los sistemas de financiación de los Estados. Debido a esta fuerte tendencia, mientras las bases impositivas que
financian las pensiones se reduce por la
menor cuantía de las aportaciones, cada vez
son más las personas que perciben las mismas durante periodos más largos de sus
vidas.
La tendencia al envejecimiento de la
población es un hecho indudable en todos los
países industrializados y ello ha supuesto
que los Estados deban enfrentarse a un significativo aumento del número de personas con
derecho a percibir una pensión con cargo a las
Durante décadas, el problema de la financiación de las pensiones no ha dejado de ser
un tema preocupante en la mayoría de los
países europeos, dado que sus poblaciones se
encuentran entre las más longevas del mundo. Después de la firma del tratado de Maastricht, la introducción del Euro, y la exigencia
a los Estados miembros de limitar sus déficit
presupuestarios, la mayoría de los países de
la Unión Europea han comenzado ya a reformar sus sistemas de pensiones. La necesidad
de dar prioridad a las reformas de sus sistemas de Seguridad Social se ha impuesto de
manera determinante.
** Secretario de la Junta Directiva. Cámara de Comercio Hispano-Noruega.
Un somero análisis de la experiencia europea en comparación con la situación en Estados Unidos, nos permitirá apreciar los posi-
A continuación, intentaremos analizar
cual es la raíz última que ha motivado este
debate en la Unión Europea y los diferentes
remedios que se apuntan para solucionarlo.
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bles beneficios de estas reformas y obtener
una visión más concluyente de la situación.
Aunque a primera vista pudiera parecer que
el problema es global para toda Europa, sin
embargo, el camino emprendido por los diferentes países resulta totalmente adaptado a
sus circunstancias particulares, por lo que,
aunque las reformas parezcan inevitables, no
se vislumbra a corto plazo la posibilidad de
consensuar un sistema común. Por ejemplo:
Mientras el Reino Unido ha optado por permitir a los individuos salirse del sistema estatal impulsando a su vez el uso de pensiones
complementarias que ayuden a incrementar
las cuantías a percibir, Suecia ha implementado un sistema de cuentas y balance automático para adaptar el importe de las pensiones a los ingresos por cotizaciones.
La experiencia europea puede resultar
instructiva para terceros países como Estados Unidos donde durante el pasado año han
estado afrontando un duro debate a nivel del
Congreso para acordar el tipo de medidas que
se deberían tomar y la planificación de las
reformas necesarias. Aunque sus problemas
de pensiones son menos severos que en Europa, puesto que cuentan con una población
menos envejecida y un porcentaje mayor
entre el número de trabajadores que cotizan y
el número de personas jubiladas, sin embargo, su sistema de financiación ya se encuentra en apuros. De acuerdo con las proyecciones de la Social Security Comision, los costes
de la Seguridad Social se incrementarán
rápidamente entre el 2010 y el 2030, alcanzando los costes anuales el nivel de los ingresos a partir del 2016. Se estima que a partir
del 2038, en Estados Unidos, las reservas del
sistema actual de pensiones estarán totalmente exhaustas.
El estudio de las reformas emprendidas
por los diferentes países europeos, nos sugiere algunas conclusiones de orden general:
– Para reducir costos, la mayoría de países
han acudido a realizar reformas encaminadas a limitar el importe de las pensio-
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nes a percibir de diferentes maneras:
adaptando el porcentaje de aumento
anual de las pensiones al índice de subida de los precios en vez del índice de
incremento de los salarios, subiendo la
edad de jubilación o incrementando el
número de años requeridos para tener
derecho a una pensión.
– La gran mayoría contemplan igualmente como una prioridad el incentivar el
uso de fondos de pensiones privados,
aunque no todos los países europeos disponen de un sistema de estas características y en aquellos que si lo ofrecen, la
tendencia a su utilización es relativamente baja. Otras consideraciones se
centran en la forma de incrementar las
cotizaciones mediante la incorporación
de la mujer al trabajo o alentando la
participación del flujo migratorio.
– El envejecimiento de la población es un
problema importante a considerar
durante los próximos años. La Comisión
Europea ha dispuesto un sistema de
cooperación entre los Estados miembros
que posibilite una serie de recomendaciones para afrontar esta situación.
– Aunque su población es mayor, Europa
cuenta con una relativa ventaja con respecto a Estados Unidos: los costes del
cuidado de la salud no están creciendo
de manera tan rápida como en Estados
Unidos, y en cualquier caso, la implicación de estos costes en una población
envejecida no es tan extrema como en
este país.
Si analizamos los costes de las pensiones
en la Unión Europea, nos encontramos con
que la población en edad activa para el trabajo (15 a 65 años) del conjunto de los países
miembros, según las proyecciones actuales,
declinará significativamente hasta el 2050 en
un 20%, lo que supone unos 40 millones de
personas aproximadamente (ver tabla 1),
mientras que el número de personas que
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TABLA 1. POBLACIÓN EUROPEA (en millones de habitantes)
Fuente: DECLAN COSTELLO, Demographic Challenges and Beyond in Europe.
TABLA 2. PORCENTAJES DE DEPENDENCIA
Fuente: Economic Policy Committee and the Directorate-General for Economic and Financial Affairs of the European Commission. Budgetary Challenges Posed by Ageing Population. October 2001.
superarán los 65 años se incrementará de 61
millones en el año 2000 hasta más de 100
millones en el año 2050, y dentro de este último grupo, el incremento mayor ocurrirá
entre individuos que sobrepasen los 80 años
de edad, segmento que llegará a triplicar su
volumen actual. Como consecuencia de estas
tendencias demográficas, la relación entre el
número de trabajadores potenciales y los
mayores de 65 años, caerá del 4 a 1 actual
hasta 2 a 1 en los próximos 50 años.
A pesar de que todos los países europeos
afrontan el envejecimiento de sus poblaciones,
existen diferencias sustanciales entre los porcentajes de envejecimiento y tasas de natalidad
entre unos y otros. Estas variaciones dan como
resultado un amplio abanico en los porcentajes
de dependencia entre las poblaciones mayores
de 65 años y las poblaciones en edad activa (15
a 65 años). Por ejemplo, Italia y España cuentan con unos perfiles demográficos mayores
que el resto de países europeos (ver tabla 2).
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TABLA 3. GASTOS EN PENSIONES PÚBLICAS (% del PIB)
Notas: ND = No disponible. La Diferencia Máxima se refiere al mayor cambio entre el año 2000 y cualquier otro
año y no para el intervalo total entre el año 2000 y el 2050.
Fuentes: Economic Policy Committee and the Directorate-General for Economic and Financial Affairs of the European Commission. Budgetary Challenges Posed by Ageing Population. October 2001.
Debido a estas variaciones, así como a factores políticos, los países de la Unión Europea
comenzaron sus reformas de manera individual en diferentes fechas y con resultados
diversos. El Reino Unido inició las reformas a
finales de los 80 y es, hasta el presente, el
país que ha obtenido mayor éxito en la reducción de los costes de su sistema de pensiones
de los nueve países que estamos examinando
(ver tabla 3). Entre el año 2000 y el 2050, el
gasto público en pensiones en el Reino Unido
se espera que disminuya del 5,5% al 4% del
PIB. Aunque otros países han tenido igualmente éxito en reducir costos, sin embargo
deben aún abordar importantes problemas
estructurales, y los Gobiernos que no han iniciado los cambios necesarios, se encuentran
envueltos en profundos debates sobre el problema.
Sin embargo, considerando a la Unión
Europea en su conjunto, las recientes reformas emprendidas por los países a título individual, no son suficientes para encauzar los
problemas derivados del envejecimiento de la
población. Si examinamos las proyecciones de
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la tabla 3, se observa que sin afrontar nuevas
reformas para paliar el decrecimiento del
mercado de trabajo y los problemas de presupuestos derivados del envejecimiento de la
población, el porcentaje de crecimiento económico de la Unión Europea podría caer de
aproximadamente 0,5 puntos porcentuales a
1,75 por ciento. Las proyecciones nacionales
indican que los gastos de los Estados miembros en pensiones públicas, se incrementarán
entre el 3 y el 5 por ciento del PIB en la mayoría de los países, y que el envejecimiento de la
población podría elevar el gasto público en un
incremento medio del 5-8 por ciento del PIB
total de la Unión Europea.
Intentaremos responder a una simple pregunta que posiblemente se hagan algunos de
nuestros lectores: ¿Por qué el envejecimiento
de la población constituye un problema en
Europa? Aunque el paulatino envejecimiento
de la población pueda parecer para muchas
personas un hecho positivo y de hecho sea un
gran logro social, el caso es que arrastra consecuencias socioeconómicas importantes. La
redistribución de las prestaciones sociales y
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el concepto del Estado de Bienestar europeo
está basado en la presunción de solidaridad
entre generaciones, en el sistema denominado en la jerga económica como pay-as-you-go,
o lo que es lo mismo, un sistema redistributivo donde las personas en edad activa pagan
las pensiones que reciben los jubilados, y en
el que esta población en edad activa, a su vez,
recibirá sus pensiones de la siguiente generación de trabajadores. Por tanto, en el
momento en que el desequilibrio entre la
relación de personas en edad activa y personas retiradas se desvíe de ciertos parámetros
previamente establecidos haría inevitable
aumentar el gravamen impositivo con el fin
de mantener las pensiones en un nivel aceptable.
Existe una buena razón para iniciar con
urgencia estas reformas. Si no es posible
adaptar el aumento de gastos destinados a
las pensiones a los ingresos, la estabilidad
económica de la Unión Europea podría verse
amenazada, especialmente en lo que respecta
a la zona euro. El aumento de costes originado por el envejecimiento es enorme ya que en
algunos países representará más del 15% del
PIB, y la cooperación económica inter-comunitaria hace indispensable que los Estados
miembros hagan frente al reto que supone el
envejecimiento de la manera más homogénea
posible. En el caso de que un solo país no consiguiera realizar esta tarea con éxito, la economía en general de la UE se vería afectada,
constriñendo o perturbando la futura unión
económica.
Aunque las causas del problema tienen un
origen puramente demográfico, las consecuencias son eminentemente económicas.
Ante esta premisa surge la siguiente pregunta: ¿Existen soluciones reales para salvaguardar el sistema de pensiones dentro de la
UE? Posiblemente ninguna a nivel global,
cada Estado debe afrontar el problema de
acuerdo con su idiosincrasia y peculiaridades
específicas teniendo en cuenta, además, que
cualquier medida que se tome en este campo,
siempre será políticamente sensible para los
Gobiernos. En algunos lugares se han alzado
voces apuntando al hecho de que la baja natalidad implica un descenso pronunciado de
jóvenes y que por tanto, el sistema educativo
podría resultar sobredimensionado en un
futuro próximo. Se podría por ello considerar
la posibilidad de desviar recursos del sistema
educativo para satisfacer la creciente demanda de prestaciones entre la población mayor
de 60 años, lo que podría parecer una solución
racional, sin embargo, los manuales de economía recomiendan no recortar los recursos
educativos por los efectos positivos que tiene
la educación en la mejora de la productividad.
Existen otras alternativas que barajan los
especialistas. Desde el punto de vista meramente económico, la solución más obvia parecería aumentar el gravamen impositivo o,
claro está, rebajar el importe de las pensiones. En el primero de los casos, el efecto puede resultar nefasto para el crecimiento económico y así ha sido considerado por la mayoría
de los países de la UE. El coste político que
supone una rebaja de las pensiones y la oposición frontal de la población hacen igualmente poco viable esta segunda alternativa.
No debemos olvidar que cada vez es mayor el
número de personas mayores y que su
influencia en porcentaje de votos resulta en
muchos casos decisiva. Otra alternativa sería
la de privatizar las pensiones, solución considerada como la más eficaz desde el punto de
vista económico, pero esto supone pasar de un
modelo actual no dotado de fondos, a otro
dotado de fondos. En este sistema, el trabajador recuperaría, una vez jubilado, el importe
de la contribución económica realizada a lo
largo de toda su vida laboral. Los sindicatos
están contra esta alternativa por cuanto
supone de ruptura de la cohesión social y del
derecho de igualdad de oportunidades. Efectivamente, este modelo resultaría injusto
socialmente ya que no todos los niveles profesionales podrían aportar las mismas cuantías
y por tanto recibir al fin de su vida laboral
cantidades equivalentes. Además, la transición a este modelo supondría un alto coste
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para la población activa. En cualquier caso,
no debemos descartar la posibilidad de disponer un modelo mixto, donde una parte se base
en un sistema dotado parcialmente de fondos,
tal como ha adoptado Suecia.
Con el fin de que el lector pueda comparar
ambas alternativas, en el siguiente cuadro
hemos querido recoger las diferencias básicas
entre el sistema redistributivo tradicional y
el sistema de capitalización privada.
Bien, veamos ahora: puesto que no podemos aumentar los impuestos ni bajar las pensiones, ni privatizarlas, ¿qué otras posibilidades tenemos?. Llegados hasta aquí surgen
algunas ideas: primero, aumentar la eficacia
de la población activa, ¿cómo?, reduciendo el
nivel de desempleo, incentivando la incorporación de la mujer al trabajo o incrementado
la edad de jubilación. Por ejemplo; se estima
que si se aumentara la edad de jubilación solo
en unos cinco años, sería suficiente para compensar las consecuencias económicas del
envejecimiento de la población. Desgraciadamente, hasta la fecha, esta posibilidad aún no
se ha hecho efectiva dentro de la Unión Europea, al contrario, cada vez son más las perso-
nas que adelantan voluntariamente la edad
de su jubilación. Actualmente la media europea está situada alrededor de los 60 años,
pero no sería una mala solución, aunque solo
para intentar resolver parcialmente el problema, el alargar escalonadamente durante
los años venideros la edad de jubilación establecida por ley, ya que ello iría compensando
paulatinamente el aumento de la longevidad.
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Queda claro pues, que una medida estructural importante, como parte de la idea de un
incremento de la población activa, consiste en
ejercer una política laboral dirigida a reducir
el nivel de desempleo, o lo que es igual, a
incrementar el nivel de empleo, aumentando
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con ello la base impositiva y proporcionando
ingresos con los que compensar los gastos
destinados a financiar las pensiones. En este
sentido no debemos olvidar el factor inmigración, factor capaz de modificar de manera
sustancial la composición y el tamaño de la
mano de obra y como resultado disminuir la
relación de dependencia entre la población
activa y los pensionistas. A efectos de planificación, no resulta fácil estimar de manera
objetiva la influencia que la inmigración puede tener en la población activa. Este es un factor altamente volátil ya que el tamaño y el
alcance de la inmigración dependen de
muchos factores ajenos a las circunstancias
del país receptor, como son por ejemplo, las
guerras o la inestabilidad económica en las
áreas donde se generan los flujos migratorios.
Aunque es poco probable que la inmigración por si sola sea capaz de solventar las
necesidades financieras de los Estados, sin
ella la población activa futura se vería tremendamente reducida y los costes del envejecimiento se agravarían de manera alarmante. Por ejemplo; en España, para paliar los
cambios que se producirán por el incremento
de la longevidad, desde el año 2000 al 2050,
se ha estimado como necesario recibir un flujo migratorio medio constante de unas
400.000 personas por año. No cabe duda de
que en Europa ningún país se encuentra preparado para acoger a tan alto nivel de inmigración, y por eso, lo más razonable parecería
adecuar el flujo migratorio a las cantidades
anuales necesarias para permitir un incremento cero del porcentaje de dependencia,
estabilizando así la relación del número de
trabajadores activos necesario por cada pensionista. Esto reduciría, en el caso de España,
el número de inmigrantes necesarios a unos
160.000 anuales, siempre y cuando esta inmigración fuera relativamente joven al llegar al
país. Las cifras actuales ya se acercan a estos
valores.
Todas las soluciones apuntadas podrían
ayudar a mitigar las consecuencias económicas derivadas de los problemas del envejeci-
miento, pero ninguna afronta la causa real de
los mismos. La causa principal del envejecimiento de la población no es tanto una mayor
longevidad como las bajas tasas de natalidad,
se trata de un simple problema demográfico,
por lo tanto, si no se plantean soluciones
encaminadas a aumentar los índices de natalidad, las posibilidades de resolver con eficacia los problemas económicos de las pensiones se verán drásticamente afectadas.
Resulta incuestionable reseñar que una
tasa de natalidad por debajo del nivel de
renovación, implica inevitablemente un descenso de la población y que sus consecuencias
directas sobre el crecimiento económico general serían desastrosas. Nos encontraríamos
ante el clásico dilema de la pescadilla que se
muerde la cola: a menor crecimiento de la
población activa, menor crecimiento económico y menores posibilidades de garantizar las
prestaciones sociales de la comunidad. No
hay manera de probar que ante un descenso
de la población, los Estados sean capaces de
mantener un crecimiento económico sostenido, por ello, se pueden emprender políticas
equivocadas si solo se considera el problema
del envejecimiento como un problema económico sin tener en cuenta a su vez el problema
demográfico.
Mientras no se activen políticas encaminadas a incentivar a las familias con dos hijos o
más, no se habrán puesto los cimientos para
paliar el problema. Si tenemos en cuenta que
en las condiciones actuales, las parejas sin
hijos encuentran mayor incentivo económico
que las que los tienen, nos enfrentamos al
dilema de que es el mismo sistema el que
fomenta el problema que se intenta resolver.
Los especialistas apuntan algunas posibles
opciones para atacar el inconveniente derivado de la escasa natalidad. En primer lugar, se
deberían introducir medidas dirigidas a aliviar los costes asociados a la alimentación,
vestido, cuidado y educación de los hijos, así
como la implantación de subsidios por el
número de hijos, guarderías públicas o exenciones de impuestos. En segundo lugar, se
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plantean soluciones drásticas como la reducción de la cuantía de las pensiones a aquellas
personas con menos de dos hijos, y en tercer
lugar una mezcla de ambas.
La primera opción ya está siendo experimentada principalmente en los países nórdicos, pero aún así, los resultados no son del
todo satisfactorios porque al final, el enfoque
del problema se ha centrado en incentivar la
posibilidad de tener hijos mientras aquellas
parejas sin hijos siguen manteniendo los mismos incentivos por no tenerlos.
De todo lo anterior, podemos deducir algunas posibles medidas que, consideradas de
manera conjunta, podrían ayudar a implementar las reformas necesarias para adecuar
el coste del envejecimiento de la población a
la financiación del mismo:
– Acercar la tasa de natalidad al índice de
renovación e incentivar los costes derivados de los cuidados y la educación de
los hijos eliminando los factores que
hacen posible que resulte más ventajoso
económicamente no tenerlos.
– Canalizar la inmigración a valores adecuados para compensar las tasas de
envejecimiento.
– Mantener la edad de jubilación en los 65
años, e incluso incrementarla, eliminando la posibilidad de jubilaciones anticipadas.
– Apoyar una solución mixta para la
financiación de las pensiones y no el
simple relevo generacional. Las fórmulas para calcular y revalorizar anualmente las pensiones están normalmente
relacionadas con la evolución de la inflación, sin tener en cuenta el desarrollo de
la situación económica, así, si el crecimiento económico es bajo, el aumento
del coste de las pensiones en relación
con el producto interior bruto es más
alto que cuando se produce un crecimiento económico.
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– Utilización de un Fondo de Reserva que
se constituya en los ciclos económicos
favorables.
– Y finalmente, la aplicación de medidas
laborales dirigidas a disminuir la tasa
de desempleo y aumentar la participación.
A continuación, hemos recogido de forma
sumaria las líneas generales del sistema de
pensiones en cuatro países que han implantado reformas radicales de forma exitosa hasta
la fecha, como son: Suecia, Alemania, Italia y
el Reino Unido. Así mismo, hacemos mención
a los sistemas de pensiones y potenciales
reformas prioritarias de otros países como
Portugal y España, que hasta el momento
solo han introducido reformas mínimas o
están sopesando medidas opcionales.
SUECIA
Paradigma del llamado Estado del Bienestar, Suecia comenzó las reformas para modificar su viejo sistema en 1992 aprobando la
mayoría de la legislación necesaria para el
nuevo sistema en 1998. Con anterioridad a
esta fecha, el sistema de pensiones en Suecia
estaba basado en una financiación vía
impuestos, el programa pay-as-you-go (sistema redistributivo), y en una pensión mínima
garantizada para aquellos jubilados con bajos
ingresos. Después de las reformas pertinentes, se han decantado por un sistema consistente en dos componentes: una parte de las
pensiones se obtendrá a través de un sistema
pay-as-you-go, y la otra, a través de una denominada notional account, algo así como un
fondo individual por primas.
Naturalmente, sigue en vigor la pensión
mínima garantizada para todas aquellas personas que no alcanzan una pensión contributiva suficiente y que está financiada vía
impuestos. Su cuantía es independiente de
los ingresos que se hayan obtenido durante la
vida activa. Queremos hacer notar también,
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que «sistema redistributivo» quiere decir que
las cotizaciones alcanzadas durante un año
deben ser suficientes para pagar las pensiones de ese mismo año.
En el nuevo sistema, el trabajador debe
retraer de sus ingresos un 18,5% para financiar su pensión. De este porcentaje, un 16%
son las cotizaciones que dan derecho al sistema redistributivo, y el 2,5% restante, genera
el derecho a la pensión por primas.
En Suecia, existe una edad flexible para la
jubilación, lo que significa que aunque no
existe una edad máxima para jubilarse sí
existe una edad mínima para tener derecho a
percibir una pensión. Esta edad mínima es de
61 años a partir de la cual se puede compatibilizar trabajo parcial y pensión parcial. De
acuerdo con la llamada Ley de Protección
Contra el Despido, todo trabajador tiene
derecho a trabajar hasta los 67 años como
mínimo.
La determinación de la cuantía de las pensiones es relativamente compleja, ya que se
tienen en cuenta los siguientes factores:
– El importe de las cotizaciones realizadas durante toda la vida laboral. El tipo
de cotización es del 16% de los ingresos
sometidos a cotización.
– Al final de cada año el importe de las
cotizaciones se acumula a la cuenta
individual del asegurado.
– El importe de las cotizaciones acumuladas individualmente se actualiza anualmente en función de la evolución de los
salarios.
– En el momento en que se accede a la
pensión se toma en cuenta el capital
individual acumulado al que se le aplica
el denominado «factor de división».
– El «factor de división» depende de la
esperanza de vida en el momento en que
se accede a la pensión, así como también
del crecimiento económico esperado en
ese momento.
En el año en que se accede a la pensión se
determina la cuantía total de la misma
teniendo en cuenta para ello la esperanza
media de vida que fije la Oficina Nacional de
Estadística. Si aumenta la esperanza de vida,
aumenta también el divisor, por lo que la
cuantía total de la pensión disminuye.
Una vez transcurrido el primer año, la
cuantía inicial de la pensión se actualiza
anualmente en función de la evolución real de
los salarios. Para ello se establece la siguiente fórmula: todos los ingresos obtenidos
durante un año por la población sueca comprendida entre 16 y 64 años se divide por el
número de personas que han obtenido dichos
ingresos. El índice obtenido es la diferencia
de porcentaje existente entre el cociente de
un año respecto del siguiente. Como consecuencia de esta fórmula de actualización, las
pensiones no están garantizadas exclusivamente en función de la evolución de los precios, sino que los pensionistas corren el mismo riesgo que los trabajadores si se produce
un retroceso de la actividad económica.
ALEMANIA
Tras el restablecimiento de la unidad alemana en octubre de 1990, este país tuvo que
afrontar la excepcional situación que supuso
para el sistema social de la República Federal
de Alemania la unificación de los regímenes
de seguros de pensiones con la hoy desaparecida República Democrática Alemana debido
a la integración de más de cuatro millones de
nuevos pensionistas. Un año y medio después, y a pesar de las fuertes diferencias
entre el nivel de prestaciones existente en la
RDA y el nivel occidental, se habían homologado todas las pensiones al derecho occidental alemán.
El elemento central de la llamada Ley de
Fomento del Crecimiento y la Ocupación
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(WFG) es el adelanto de la elevación, dispuesta para el año 2001 en la reforma de las pensiones de 1992, de 60 y 63 años a la edad
general mínima de jubilación de 65 años. Se
dispusieron además las siguientes medidas
de ajuste de gastos:
en partes iguales por el asalariado y el
empresario. Sólo se exceptúan a esta regla los
cotizantes de la Caja de Pensiones para mineros y las personas cuyas remuneraciones se
sitúan por debajo de un cierto límite que se
establece anualmente.
– En materia de rehabilitación: se recorta
la duración de las prestaciones y se
duplica la participación del asegurado
en el pago de las prestaciones.
Dentro del régimen general, tienen derecho a percibir una pensión todos aquellos afiliados que hayan cumplido 65 años y hayan
cubierto un periodo mínimo de cotización de 5
años. También pueden acogerse a este régimen de jubilación aquellos afiliados que
hayan cumplido los 63 años de vida y hayan
cubierto un periodo de cotización de 35 años.
En este caso, las prestaciones sufren una
reducción de un 7,2% por cada año anticipado.
– Menor cómputo a cuenta de periodos de
formación y de desempleo y enfermedad
sin cobro de prestaciones, así como en la
valoración de los primeros años de trabajo.
– Limitación de las pensiones no contributivas.
La reforma de 1999, motivada por la larga
crisis económica y el elevado desempleo,
supusieron desafíos adicionales al seguro
público de pensiones al pretender mantener
un nivel estable de cotizaciones. Varias reformas han comenzado a entrar en vigor a partir
del año 2000, por ejemplo:
– Introducción de un factor demográfico.
– Reforma en el área de las pensiones por
disminución de la capacidad laboral.
– Elevación de la edad mínima de retiro
de inválidos.
– Eliminación de la pensión de vejez debido a desempleo y a la jornada laboral
reducida por vejez, así como la jubilación para mujeres a partir del año 2012.
– Elevación de la valoración de desempleo
y enfermedad sin el cómputo a cuenta de
periodos destinados a la crianza de los
hijos.
– Introducción de transferencias adicionales del Estado.
Las cotizaciones se calculan según la
remuneración y son efectuadas, en principio,
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Existe un régimen de jubilación especial
donde pueden acogerse todas las mujeres que
hayan cumplido los 60 años y tengan cubierto
un periodo de cotización de 15 años y que,
después de haber cumplido los 40 años,
hayan cotizado al menos 10 años al seguro
público de pensiones por un empleo o actividad profesional sujeta a seguro, pero a partir
del año 2000 se comenzó a elevar gradualmente la edad de jubilación con el fin de que a
finales del 2004 ésta pase de 60 a 65 años. A
partir del año 2005, por tanto, sólo será posible acogerse a este régimen sin descuentos
después de cumplir los 65 años.
Las pensiones por fallecimiento comprenden:
• La pensión de viudedad.
• La pensión de viudedad por ex cónyuge.
• Pensión para la crianza de hijos.
• Pensión de orfandad.
• La pensión por viudedad a cónyuges
divorciados antes del 1 de julio de 1997.
En mayo de 2001, Alemania procedió a
sustituir su sistema de pensiones por un sistema doble consistente en un nuevo sistema
redistributivo reformado y un sistema priva-
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do de pensiones. Alemania ha afrontado una
reducción de las cotizaciones debido a la
paralización del crecimiento de la mano de
obra activa y a que una gran mayoría de los
trabajadores optaron por convertirse en autónomos con el fin de obviar altas cotizaciones
obligatorias. Por otra parte, esta reducción de
las cotizaciones estuvo afectada por el hecho
de que los trabajadores con contratos de trabajo temporales estaban exentos de contribuir al sistema de pensiones.
ITALIA
Italia es un claro ejemplo de los males que
pueden afectar a un sistema redistributivo de
pensiones caracterizado por un marcado
aumento de los gastos como consecuencia de
una serie de medidas legislativas destinadas
a la mejora de las prestaciones en términos
reales, dentro de un marco de desigualdad y
de las anomalías presentes en su sistema de
seguridad. Podemos enumerar, a modo de
ejemplo, algunos de los factores que forzaron
al Gobierno Italiano a plantear la reforma de
su sistema de pensiones después de las crisis
de las décadas de los 70 y 80:
– Un aumento de las pensiones de invalidez, que se basaban, hasta 1984, en una
incapacidad para percibir ingresos más
que en una incapacidad real para el trabajo.
– El recurso a la jubilación anticipada
para apoyar a las empresas afectadas
por crisis económicas debido al proceso
de reestructuración de la economía
nacional.
– La posibilidad, para los empleados de la
función pública, de percibir pensiones
después de un limitado número de años
de cotización (15 años).
– Las pensiones de antigüedad, establecidas como parte del sistema general obligatorio en 1965, en virtud de las cuales,
los trabajadores con 35 años de cotización podían jubilarse a cualquier edad
con derecho a una pensión.
Estas anomalías se tradujeron en un descenso significativo de la edad de jubilación y,
por tanto, en un aumento muy significativo
de los pensionistas, en contraste con la tendencia demográfica. Ciertas discrepancias en
las reglas del cálculo de las pensiones, junto
con las crisis financieras por las que atravesaban los principales fondos de pensiones,
convencieron a las fuerzas políticas de Italia
de que la reforma del Sistema de Seguridad
Social del país no podía postergarse.
Como consecuencia de todo ello, en la década de 1990, se llevaron a cabo importantes
esfuerzos para resolver el problema: la reforma «Amato» en 1992; la reforma «Dini» en
1995 y la reforma «Prodi» en 1997, cuyo objetivo fue limitar el gasto y al mismo tiempo
reducir el alcance de la cobertura ofrecida por
el sistema público.
Veamos ahora cuales fueron los principales aspectos de estas reformas.
La reforma «Amato», trajo a colación, por
primera vez, el principio de que el aumento en
el gasto de las pensiones debería estar en consonancia con el desarrollo económico del país.
Para estos efectos, se establecieron una serie
de medidas correctivas concebidas para limitar los costos relacionados con las pensiones:
– Retraso progresivo de la edad de jubilación para los trabajadores asalariados.
– Aumento gradual del número mínimo
de años necesarios para obtener el derecho a una pensión.
– Ajuste de los incrementos anuales de las
pensiones en función de los aumentos
del índice de precios al consumo y no de
los salarios.
– Extensión gradual del período de referencia para el cálculo de las pensiones a
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ESTUDIOS
fin de cubrir toda la trayectoria laboral
del trabajador.
– Inicio de un proceso para la armonización de los diferentes regímenes de pensiones de Italia como la contemplada
para los trabajadores asalariados del
sector privado.
La reforma «Dini» representó una serie de
medidas legislativas más expeditivas en términos de modificaciones permanentes en el
sistema y modificaciones transitorias. Respecto de las modificaciones permanentes, las
medidas estaban encaminadas a instaurar
un nuevo enfoque para cubrir a los trabajadores independientes y a cambiar el sistema de
cálculo de las pensiones, hasta entonces
basado en los últimos salarios/ingresos, a un
sistema contributivo cuyo cálculo dependía
de las cotizaciones pagadas.
Específicamente, para los trabajadores
que no habían alcanzado el período mínimo
que daba derecho a una pensión al 1 de enero
de 1996, las medidas permanentes suponían:
– La eliminación de las pensiones de antigüedad.
– Introducía una pensión de jubilación flexible a percibir desde los 57 hasta los 65
años de edad.
– Estipulaba, para el derecho a prestaciones, un período mínimo de cotización de
5 años y una cuantía mínima de pensión
en caso de jubilación antes de los 65
años de edad.
– Eliminaba el complemento por pensión
mínima.
– Acordaba que las pensiones habían de
calcularse en su totalidad de acuerdo
con el nuevo sistema contributivo.
– Se mantenía el sistema actual de financiación basado íntegramente en el
reparto, es decir, las cotizaciones de los
trabajadores durante un determinado
46
año debían cubrir los pagos que representan las pensiones vigentes durante
el mismo año, sin ninguna acumulación
de fondos.
En cuanto a las modificaciones transitorias, la reforma consideraba entre otras
medidas las siguientes:
– Una subdivisión de los pensionistas en
dos grupos, según el periodo cotizado al
31 de diciembre de 1995. En el caso de
los trabajadores con al menos 18 años,
se pagaría la pensión total con arreglo al
sistema de prestación definida y para
los demás se adoptaba un sistema mixto, en base a los años acumulados antes
y después del 31 de diciembre de 1995.
– Requisitos más estrictos para el derecho
a la pensión fijándose, a partir de 2008,
una edad mínima de 57 años siempre
que se cuente con 35 años de cotización,
o a cualquier edad después de 40 años de
cotización.
La reforma «Prodi», introducida en diciembre de 1997, fue necesaria para adaptar los
niveles de gastos con los objetivos de la reforma de las finanzas públicas acordados en el
Tratado de Maastricht.
Las principales modificaciones consistieron en:
– Unos requisitos más estrictos para las
pensiones de vejez con arreglo al sistema transitorio.
– Un incremento gradual hasta el 19 % en
las tasas de cotización para los trabajadores por cuenta propia y autónomos.
– Una mayor aceleración en la armonización de los regímenes de pensiones especiales.
– El compromiso con los interlocutores
sociales para una nueva evaluación del
sistema de pensiones en 2001.
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ANDRÉS VÁZQUEZ MARISCAL
Finalmente, el importe de las pensiones se
calcula en base a la edad de jubilación, las
cotizaciones pagadas, el incremento real del
PIB y la tasa de mortalidad, de modo que el
gasto se equilibra en función del envejecimiento de la población y del crecimiento de la
economía del país. Debemos puntualizar que
una reducción en la tasa de mortalidad conduce a una disminución de los coeficientes de
cálculo y, por tanto, a una disminución de las
cuantías de las pensiones. Por otra parte, los
coeficientes aumentarán si se da un crecimiento real del PIB.
A pesar de todas la reformas efectuadas
durante el presente año, el Gobierno ha
hecho continuas advertencias sobre la insostenibilidad del sistema de pensiones que está
frenando el crecimiento económico de Italia
al copar un 15% del PIB, y como prueba de
ello aduce la entrada en recesión este año
después de una década de crecimiento continuado. Para paliar en lo posible el problema,
el Gobierno propone el aumento nuevamente
de la edad de jubilación hasta alcanzar en el
2007 los 65 años para los hombres y 60 para
las mujeres, con al menos 40 años de cotización. Según el Gobierno ésto permitiría ahorrar unos 14.000 millones de euros en 2015,
aliviando así una deuda pública considerada
la mayor de la Unión Europea.
La mayor parte del desequilibrio italiano
obedece al problema básico que ya hemos
analizado: el país envejece demasiado rápido
(un 24,5 por ciento de la población tiene más
de 60 años) y cada vez hay menos trabajadores para financiar el sistema de pensiones.
REINO UNIDO
Desde la aprobación de la Ley de Seguro
Nacional en 1946 el Reino Unido ha disfrutado de un sistema de jubilación básica otorgada por el Estado. Por el simple hecho de haber
efectuado aportes al sistema mediante cotizaciones sobre la nómina, durante la vida laboral, cualquier persona tiene derecho a perci-
bir una pensión. Las pensiones de jubilación
siempre han sido financiadas por el Gobierno
con cargo a rentas tributarias, y no con fondos
de inversión.
A partir de 1979 el Gobierno tuvo que
afrontar una economía deprimida, un acelerado crecimiento del presupuesto de la Seguridad Social y unos compromisos que excedían
ampliamente la posibilidad de pagarlos.
Como ejemplo, en 1950, el gasto en seguridad
social representaba el 5,1% del PIB y para
1980 el 8,4%, y concretamente en 1965 el costo de las pensiones era el doble de lo previsto.
Es entonces, y hasta 1997, cuando se introdujeron una serie de reformas graduales encaminadas a reducir los costes.
Primero, el gobierno eliminó la relación
entre los aumentos de las pensiones y los
salarios y vinculó la jubilación básica del
Estado al incremento de los precios. Esta
decisión fue muy controvertida pero fue aceptada debido a la evidente crisis que atravesaba la economía del Reino Unido en 1980 y porque, en términos reales, no había perdedores.
Segundo, en 1985 el Gobierno giró su atención en los problemas a largo plazo decidiéndose a ofrecer a los contribuyentes dos alternativas. Una opción era permanecer tal como
hasta el momento, con una cuantía de la pensión menos generosa, proponiendo reducir el
pago del 25% del promedio de los 20 mejores
años de ingresos a un 20%. La segunda opción
consistía en hacer un contrato fuera del régimen de la Seguridad Social del Estado, donde
éste pagaría parte de los aportes al Seguro
Nacional en un fondo privado.
Y por último, el Gobierno creó una nueva
pensión privada otorgando un alivio impositivo sobre las cotizaciones y prohibió que las
empresas obligaran a los empleados a adherirse a sus propios planes. Las expectativas
del Gobierno fueron superadas ampliamente
ya que la Secretaría de la Seguridad Social
esperaba una participación inicial de aproximadamente 500.000 personas cuando en rea-
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lidad a finales de abril de 1990 la cifra alcanzada era de 4 millones y en el período 1993-94
se elevó a 5,7 millones.
En marzo de 1998 el Gobierno inició la presentación de propuestas para una nueva
reforma que abarcaron una amplia temática,
desde beneficios por invalidez y fallecimiento, pasando por el desempleo, la maternidad y
la situación de los divorciados hasta alcanzar
una nueva estructura para las pensiones.
Finalmente el Gobierno presentó un proyecto
de ley que introducía asimismo algunos cambios en los aportes y contribuciones al Seguro
Nacional. Esta ley dio marco a la reforma del
Sistema de la Seguridad Social en Gran Bretaña en 1999.
Los principales elementos que afectaban
al régimen de pensiones fueron:
– Un nuevo marco para las pensiones de
riesgo con una cuantía mínima garantizada y aumentos anuales a medida que
los recursos lo permitan.
– Cambios en la regulación de las jubilaciones.
– Disposiciones para que los derechos de
jubilación adquiridos puedan dividirse
como parte del acuerdo de divorcio al
igual que los demás bienes.
– Nuevo régimen de beneficios por fallecimiento, tanto para hombres como para
mujeres, en sustitución de la pensión
exclusiva para la viuda.
– Reforma de los beneficios y subsidios
por invalidez.
– Cambios en los aportes y contribuciones
al Seguro Nacional.
Así mismo, la Ley contempló la reforma de
las cotizaciones introduciendo los siguientes
cambios:
– El umbral a partir del cual el empresario comienza a pagar las contribuciones
48
al sistema se elevó de £66 a £83 semanales.
– Los trabajadores no tienen obligación de
cotizar sobre ingresos por debajo del
Mínimo Nivel de Ingresos, e inclusive
los empresarios tampoco pagan las contribuciones patronales por debajo de
este umbral de ingresos mínimos.
– Se reemplazaron las cuatro tasas contributivas por una única del 12,2%.
– Se elevó el nivel máximo de Ingresos
para los aportes patronales a £535
semanales para el año 2000 y £575 para
2001.
– Se introdujo un nuevo umbral a partir
del cual los empleados comienzan a efectuar aportes al sistema.
– Se introdujeron medidas contra la evasión impositiva en los casos de contratación de personal a través de agencias de
servicios externos.
PORTUGAL
En Portugal existen dos tipos de regímenes contributivos: el Régimen General y el
Seguro Social Voluntario.
El Régimen General incluye a todos los
trabajadores por cuenta ajena y es de tipo
obligatorio siendo los empresarios los responsables de la inscripción de sus empleados. Los
trabajadores autónomos que, al inicio de actividades no se encuentran incluidos en un sistema de Seguridad Social, deben inscribirse
en la institución de Seguridad Social competente, la cual puede afiliarlo o inscribirlo de
oficio en el caso que éste no cumpla con su
obligación.
El origen de los fondos procede de las cotizaciones de los trabajadores y de las contribuciones patronales. El monto de las cotizaciones se obtiene aplicando un porcentaje total
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ANDRÉS VÁZQUEZ MARISCAL
del 34,75% sobre las remuneraciones, del
cual corresponde a los trabajadores el 11% y a
las empresas el 23,75%. Los trabajadores
autónomos deben cotizar un 25,4% si solamente se encuentran cubiertos por el esquema obligatorio (maternidad, paternidad,
adopción, invalidez, vejez y muerte).
paulatina, incrementándose por cada año
transcurrido 6 meses de retraso en la edad de
la jubilación, consiguiéndose la paridad en el
año 1999.
El Seguro Social Voluntario es de tipo contributivo, y su objeto es la protección de los
beneficiarios ante las contingencias de
maternidad, paternidad y adopción e invalidez, vejez y muerte. Es aplicable a trabajadores autónomos que no estén incluidos de forma obligatoria por los regímenes de protección social. También pueden ser beneficiarios
de este régimen, los ciudadanos nacionales
que realizan sus actividades profesionales
fuera de Portugal.
– Los mineros pueden rebajar un año por
cada dos trabajados con un límite de 50
años.
Los fondos proceden directamente del asegurado. La contribución es un porcentaje de
un salario convencional, que en ningún caso
puede ser menor al salario mínimo profesional más alto, ni mayor a cuatro veces este
salario. El porcentaje, en el año 2000, para la
protección básica de las contingencias de
invalidez, vejez y muerte, era del 16%. Este
porcentaje es de tipo progresivo, ya que si la
cobertura es mayor, el porcentaje se incrementa.
Existe un Régimen no Contributivo cuyo
objetivo es el de garantizar la protección
social a aquellos que carecen de recursos económicos o sociales y que no son cubiertos por
el Régimen General. El otorgamiento de las
prestaciones depende de la acreditación y de
la falta de recursos, no requiriéndose haber
realizado contribuciones previas. La cuantía
de las prestaciones es uniforme, y se fijan de
acuerdo con el salario mínimo nacional.
Con anterioridad al 1 de enero de 1994, la
edad normal para obtener la pensión de jubilación era de 65 años para los hombres y 62
años para las mujeres. A partir de dicha
fecha, la edad es igual para hombres y mujeres. Esta igualdad se ha producido de forma
Se contemplan situaciones especiales para
anticipar la edad de jubilación:
– Los marinos pueden anticipar la jubilación a los 55 años siempre que acrediten
al menos 15 años de trabajo en el mar
por parte de los marinos mercantes y 30
años por parte de los pescadores.
– Los pilotos de compañías aéreas pueden
anticipar la jubilación a los 60 años.
– Los desempleados que cumplan los 60
años de edad y hayan agotado las prestaciones por desempleo, pueden obtener
la jubilación siempre y cuando tuvieran
al menos 55 años al solicitar el subsidio.
Para tener derecho a una pensión, el trabajador debe acreditar un período de cotización mínimo de 15 años civiles, seguidos o
interrumpidos, y haber accedido a la edad de
jubilación. Se entiende por año civil aquél en
el que se haya cotizado al menos 120 días.
La cuantía de las pensiones se actualiza
periódicamente según el IPC previsto para
ese año. Algunas pensiones también son objeto de una actualización extraordinaria en
función de la duración de la carrera contributiva o de cotización. En los meses de junio y
diciembre se abonan una paga extra de la
misma cuantía que la pensión mensual.
Hasta aquí, hemos querido dejar constancia del sistema de pensiones de nuestro vecino país, cuya estructura resultará familiar a
muchos de nuestros lectores. La ventaja de
Portugal es que aunque su porcentaje de
dependencia crecerá desde el 23% en el año
2000 al 46% en 2050, el porcentaje es inferior
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a lo esperado en muchos de los otros países de
la Unión Europea. Un alto nivel de empleo y
un porcentaje igualmente alto de participación de la fuerza laboral en relación con los
pensionistas es lo que le permiten mantener
tan bajo nivel de dependencia.
Las últimas reformas acordadas han estado encaminadas a garantizar, por parte del
Gobierno, las pensiones no contributivas y a
constituir un fondo de reserva, actualmente
del 3% del PIB, con incrementos anuales procedentes de las cotizaciones de los trabajadores y de los superávit del sistema. Por otra
parte, se están haciendo esfuerzos considerables para mejorar la eficacia del sistema de
pensiones, de los fondos privados y para
incrementar la participación laboral de la
mujer.
FINLANDIA
Hemos incluido adicionalmente el ejemplo
de Finlandia como contraste, ya que este país
ha apostado por un método sencillo de pensiones acumulativas basado en una pensión
pública, abonada por el Gobierno, y un sistema complementario llamado pensión de
empleo.
El objetivo de la pensión pública es garantizar una renta mínima adecuada a todos los
pensionistas. Incluye la pensión de vejez, la
pensión de vejez anticipada, la pensión de
incapacidad anticipada, la pensión por invalidez total y la pensión mínima de supervivencia. Si el pensionista ha residido en Finlandia
durante menos de 40 años, la pensión de
vejez es proporcional al período de tiempo de
residencia del asegurado en Finlandia. Así
mismo, el objetivo de la pensión de empleo es
garantizar que el nivel de poder adquisitivo
alcanzado por los asalariados y los trabajadores por cuenta propia durante su vida activa
se mantenga. La pensión de empleo se determina sobre la base de la duración del empleo
o del trabajo por cuenta propia y del salario o
de los ingresos respectivamente. No existe
50
límite superior para la remuneración que
constituye la base de la pensión. La cantidad
máxima de la pensión equivale al 60% del
sueldo y se aumenta cuando la cotización
supera los 40 años. En el año 2002, el sistema
ha comenzado a ser plenamente operativo.
Las pensiones de empleo son obligatorias,
siendo gestionadas por instituciones privadas. Hasta finales de 1992, las pensiones de
los trabajadores se financiaban en su totalidad sobre la base de cotizaciones de los
empresarios, pero a partir de 1993 los asalariados empezaron a cotizar por sus pensiones.
En el caso de las personas que reciben una
pensión de empleo, el importe de la pensión
pública se reduce proporcionalmente de
acuerdo con la situación familiar y el coste de
la vida en la zona en la que residen, de manera que aquellos que reciben una pensión de
empleo superior a una cantidad estipulada,
no pueden recibir la pensión nacional.
Los asalariados de entre 58 y 64 años tienen derecho a una pensión parcial de jubilación anticipada siempre que sigan trabajando
a tiempo parcial. Todas las pensiones son
ingresos sujetos a impuestos, no obstante, si
los únicos ingresos del pensionista son la pensión pública total, ésta está exenta de impuestos.
CONCLUSIONES
De lo anteriormente expuesto podemos
extraer de forma resumida las siguientes conclusiones con respecto al sistema de pensiones en España:
1.
Como podemos ver, dada sus implicaciones sociales, económicas y políticas,
los sistemas de pensiones, eje principal del denominado Estado del Bienestar, constituyen el núcleo fundamental de los programas de protección
social no sólo en España, sino en Europa.
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2.
3.
4.
5.
Globalmente, el envejecimiento progresivo de la población europea va a
desembocar irremediablemente en un
aumento del coste de las pensiones,
estimado entre un 3% y un 7% en la
mayoría de los países miembros. En
España, junto con Holanda y Grecia,
será donde más aumentará el gasto
debido a la evolución demográfica.
Recordemos que el Reino Unido es el
único país comunitario donde se prevé
un recorte del gasto del 1,1%.
En el caso de España, las mejoras
actuales del Sistema de Seguridad
Social responden en gran medida a la
bonanza económica y en menor proporción a la adopción de decisiones
instrumentales planteadas en el Pacto
de Toledo. Aún así, el sistema cuenta
hoy con sólidos pilares que involucran
un componente asistencial financiado
mayoritariamente con los impuestos,
un sistema contributivo financiado
con cotizaciones sobre el trabajo y un
tercero complementario de fondos de
pensiones privados.
Comparativamente, el sistema de pensiones español resulta uno de los más
amplios de la Unión Europea, dadas
las mejores condiciones de acceso,
como son el menor número de años exigidos para alcanzar la pensión plena o
el menor número de años exigido para
calcular la base de la pensión y la elevada tasa de sustitución para salarios
medios.
Según las distintas proyecciones, en
España, los gastos crecerán a un ritmo
superior a los ingresos, debido a una
tendencia creciente de la tasa de
dependencia del sistema y al efecto
sustitución. La adopción de algunas de
las recomendaciones del Pacto de Tole-
do, sumadas a la coyuntura económica
favorable, que ha generado un aumento sostenido del número de cotizantes
(30% anual entre 1997 y el 2000),
determina una situación general del
sistema mucho más favorable que la
imperante a principios de la pasada
década.
6.
La mayoría de las propuestas de reforma apuntan hacia una modificación
desde «dentro del sistema», encaminadas a restablecer el equilibrio financiero en función de las circunstancias
económicas y demográficas que se prevén y a que exista una correspondencia entre aportación realizada y pensión recibida.
7.
Las reformas propuestas a los problemas del sistema de pensiones proceden del Pacto de Toledo, como punto
de partida de un proceso de reforma y
de debate público. Estas propuestas
han servido para realizar estudios
serios sobre la incidencia de sus recomendaciones en la viabilidad del sistema. Las reformas efectivas introducidas por la Ley 24/1997 están en sintonía con los informes que proponen
cambios desde dentro del sistema,
aunque aún quedan temas pendientes
por resolver.
8.
La revisión de lo realizado hasta ahora
a partir de los Acuerdos de 1995 y
1999, así como la incorporación de
nuevas recomendaciones en la reciente renovación del Pacto de Toledo han
de servir para resolver temas pendientes y avanzar en la resolución de las
situaciones que se plantean ante los
cambios habidos desde entonces y los
que se están produciendo en la sociedad española.
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RESUMEN
52
Este artículo intenta analizar cual es la raíz última que ha motivado el debate sobre las
reformas necesarias para garantizar la financiación de las pensiones en la Unión Europea
y los diferentes remedios que se apuntan para solucionarlo.
La tendencia al envejecimiento de la población es un hecho indudable en todos los países
industrializados y ello ha supuesto que los Estados deban enfrentarse a un significativo
aumento del número de personas con derecho a percibir una pensión con cargo a las arcas
públicas. El estudio de las reformas emprendidas por los diferentes países europeos, nos
sugiere algunas conclusiones de orden general, por ejemplo: la realización de reformas
encaminadas a limitar el importe de las pensiones, la incentivación del uso de fondos de
pensiones privados, el establecimiento de una normativa común para afrontar el envejecimiento paulatino de la población.
Aunque el paulatino envejecimiento de la población pueda parecer para muchas personas
un hecho positivo y de hecho sea un gran logro social, el caso es que arrastra consecuencias
socioeconómicas importantes. Aunque las causas del problema tienen un origen puramente demográfico, las secuelas son eminentemente económicas. Si no es posible adaptar el
aumento de gastos destinados a las pensiones a los ingresos, la estabilidad económica de la
Unión Europea podría verse amenazada, especialmente en lo que respecta a la zona euro.
La causa principal del envejecimiento de la población no es tanto una mayor longevidad
como las bajas tasas de natalidad, se trata de un simple problema demográfico, por lo tanto, si no se plantean soluciones encaminadas a aumentar los índices de natalidad, las posibilidades de resolver con eficacia los problemas económicos de las pensiones se verán drásticamente afectadas.
Al descartar sistemáticamente algunas de las iniciativas que se proponen para afrontar el
problema, en el presente artículo se sugieren algunas alternativas para solventar el alto
coste político que supondría la rebaja del importe de las pensiones o el aumento de la carga impositiva.
Como ejemplo comparativo, se han recogido de forma sumaria las líneas generales del sistema de pensiones en cuatro países que han implantado reformas radicales de forma exitosa hasta la fecha, como son: Suecia, Alemania, Italia y el Reino Unido. Así mismo, hacemos mención a los sistemas de pensiones y potenciales reformas prioritarias de otros países como Portugal y España, que hasta el momento, sólo han introducido reformas mínimas o están sopesando medidas opcionales.
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