DOSSIER DE PRENSA Carlos Collado Seidel EL TELEGRAMA QUE SALVÓ A FRANCO LONDRES, WASHINGTON Y LA CUESTIÓN DEL RÉGIMEN (1942-1945) A LA VENTA EL 26 DE ENERO Desmintiendo los tópicos que se utilizan para explicar la supervivencia del régimen de Franco tras la derrota del fascismo en la segunda guerra mundial, Carlos Collado Seidel reconstruye la realidad de lo que ocurrió a partir de finales de 1942, cuando el desembarco aliado en el norte de África no solo inició el reflujo de las potencias del Eje, sino que abrió la perspectiva de deshacerse de un régimen percibido como parte integrante del fascismo. El autor, residente en Alemania, estará disponible para entrevistas telefónicas o vía correo electrónico. Valiéndose de una rica documentación que no había sido utilizada hasta hoy, se adentra en el mundo de intrigas y conspiraciones que se desarrollaban en los círculos diplomáticos, monárquicos y militares, y desmonta la leyenda de la «hábil prudencia del Caudillo»: mientras que Franco quiso distinguirse como el último amigo de Berlín, tanto en Londres como en Washington se tomaron decisiones para deshacerse de él. Collado Seidel acaba descubriéndonos las complejas razones que condujeron a la anomalía de la supervivencia del último régimen fascista. La «cuestión del régimen» se jugó en Londres y Washington, sin que Franco hubiera podido intervenir. EL TELEGRAMA QUE SALVÓ A FRANCO Este libro entierra un mito: el de la habilidad política de Franco durante la segunda guerra mundial en sus relaciones con los Aliados y las potencias del Eje, en especial la Alemania nazi. Y al tiempo, explica cómo fue posible que, a pesar de los errores cometidos, el dictador se perpetuara en el poder. Es un asunto que la historiografía no ha tratado lo suficiente. Lo que Collado Seidel viene a demostrar es que la supervivencia del régimen de Franco al final de la contienda se debió a un profundo desacuerdo entre británicos y estadounidenses en la forma de acabar con el franquismo, por lo tanto, a razones completamente ajenas a la actuación exterior del Régimen: los estadounidenses, conscientes de que tenían en sus manos el 100% de los suministros de carburante a España, estaban decididos a deshacerse de Franco estrangulando económicamente al país; los británicos, por consejo de su embajador en Madrid, Samuel Hoare (un peso pesado de la política conservadora de la época), creyeron más conveniente promover una evolución pacífica del Régimen que desembocara en la restauración en la persona de Don Juan. Al cabo, Hoare, cuyas maquinaciones tuvieron mucho que ver con sus ambiciones personales, se salió con la suya en una pugna durísima con los americanos e incluso con su propio ministro de Exteriores Anthony Eden, partidario de una actuación más contundente. Pero fracasó en su pretensión de lograr la restauración y así contribuyó de forma involuntaria, pero decisiva, a la supervivencia del Régimen. Sin embargo, hubo un momento en el que todo pudo cambiar. A finales de abril de 1944, Churchill (en el apogeo de una durísima pugna con Roosevelt acerca de la política que había que seguir en relación con España) estuvo dispuesto a ceder ante los estadounidenses, lo que hubiera resultado en una política de intransigente con el dictador. Incluso se preparó un telegrama dirigido al Presidente norteamericano, desconocido hasta la fecha, que no fue despachado porque inopinadamente Washington cedió ante los británicos. Lo cual no impidió que siguieran las maquinaciones: a finales de 1944, el jefe del OSS (antecesor de la CIA), quiso lanzar una operación encubierta para derrocar a Franco aupando al poder al nacionalista vasco José Antonio Aguirre. CARLOS COLLADO SEIDEL es profesor de historia contemporánea en la Universidad de Marbug (Alemania). Su principal campo de investigación es la actuación exterior española durante el franquismo, así como las relaciones hispano-alemanas contemporáneas. Acaba de publicar una biografía de Franco en alemán, y entre sus publicaciones en castellano destaca: España, refugio nazi (Madrid: Temas de hoy, 2005). 2 ALGUNOS EXTRACTOS DE LA OBRA 1942 "Cualquier augurio que se hubiera atrevido a profetizar que el nacionalsocialismo y el fascismo iban a desaparecer, pero no Franco y Falange, hubiera sido ridiculizado. Para los observadores de entonces, la España de Franco viajaba en el mismo vapor, y su destino estaba ligado al de las potencias del Eje. La derrota de éste traería consigo inevitablemente el hundimiento del régimen de Franco." "La política de Londres y Washington con respecto a España durante la segunda guerra mundial (en un principio concertada y coordinada por ambos gobiernos como política común) evidentemente tenía como objetivo central la victoria sobre las potencias del Eje. Por consiguiente, los esfuerzos diplomáticos en sus relaciones con España iban encaminados en primer término a asegurar el estatus de neutralidad oficial de este país. Si bien la cuestión del Régimen no pasó de ser de momento un problema secundario, sin embargo, a raíz del desembarco de unidades anglo-norteamericanas en el norte de África en noviembre de 1942 se abrió una nueva perspectiva. Ahora cambiaría de signo la política aliada respecto de España, pasando de ser una política defensiva a otra ofensiva destinada a eliminar la influencia alemana en el país. Y sobre todo, la cuestión del Régimen pasó a ocupar un lugar crecientemente preponderante en el cálculo de esa política, comenzándose incluso a tomar en consideración la posibilidad de provocar su caída por razones ideológicas mediante una intervención estimulada y dirigida desde fuera." LOS PREJUICIOS "La correspondencia diplomática (de cualquier país) está plagada de prejuicios y atribuciones culturales preconcebidas. En el caso británico, por ejemplo, se recurre de manera habitual a la terquedad de los españoles, comparándola generalmente con la de los mulos, o a la Guerra Civil e incluso a la de la Independencia para visualizar una supuesta ferocidad del carácter español. Estos calificativos reflejan un profundo sentir que necesariamente también tiene su reflejo en las decisiones tomadas." LAS DISCREPANCIAS "Con la entrada en la guerra de Estados Unidos, Londres había ganado un aliado invaluable, pero que al mismo tiempo también perseguía sus propios objetivos. Y más de una vez en el futuro, Londres y Washington se pelearían por la común línea a seguir respecto de la política con España. En este punto, las discrepancias iban a ser casi el pan de cada día. Pensar que las medidas de apaciguamiento comercial serían un medio de asegurarse la neutralidad de España, era un argumento que no convencía en Washington; y para el Departamento de Estado era una cuestión bizantina especular sobre si el petróleo era precisamente lo que había llevado a Franco a mantener hasta el momento la neutralidad. Aquí resultaba dudoso a todas luces que la política británica del «pan con azúcar» aplicada a España fuera la política correcta; por el contrario, no se creía en la necesidad de mimar demasiado a Franco, pues, tal como se 3 iba desarrollando el curso de la guerra, lo que le interesaba de igual modo era precisamente el mantenimiento de esta neutralidad. Según el convencimiento en Washington, también los alemanes estaban interesados en que mantuviera esa neutralidad. Alemania recibía de España gran cantidad de materias primas y demás facilidades, y esas aportaciones hubieran peligrado en el momento en que España se viera involucrada en las acciones bélicas. Por tanto, no existía motivo alguno para mantener una política respetuosa con Franco." HOARE VA POR SU CUENTA "Hoare estaba convencido de que gracias a sus «esfuerzos concienzudos, continuados y cuidadosamente organizados» desde su llegada a España en la primavera de 1940, los españoles habían aprendido cuál era para ellos el verdadero camino; y que nunca habrían llegado a conocer por sí solos el peligro que representaba la Alemania nazi. El carácter irresponsable, anárquico y bruto del pueblo español lo hubiera arrastrado a lanzarse de la noche a la mañana a la aventura de marchar sobre Gibraltar sin tener en cuenta lo más mínimo las consecuencias. Hoare creía incluso que podía conseguir aún más que disuadir a los españoles de entrar en la guerra, siempre y cuando el curso de ésta siguiera favorable. Según el embajador, el sentimiento que se estaba dirigiendo en contra de los torpes alemanes se convertiría en anglófilo y de esta manera arrancaría a España de las garras del Eje y ayudaría a restablecer un régimen humano en este país." "Partiendo de esa confianza en sí mismo y en sus esfuerzos, Hoare y los miembros de su embajada, en especial el jefe de la inteligencia naval, Alan Hillgarth, persiguieron la idea de ocuparse de los círculos monárquicos, sobre todo habida cuenta de la creciente oposición interna contra Franco. Poniendo, pues, manos a la obra, el embajador británico se dedicó a observar diligentemente a dichos grupos, evaluando regularmente posibles desplazamientos de poder dentro de las fuerzas directivas del país, y calculando las posibilidades de llegar a una restauración de la Monarquía. Asiduamente informaba Hoare al Foreign Office de sus impresiones y coloquios con monárquicos y miembros de la nobleza en Madrid, así como de sus viajes a distintas ciudades de España." "Hoare comenzó sobre todo a cortejar a los sectores monárquicos para acercarlos a Londres, dado que su oposición a Falange no implicaba necesariamente una especial simpatía por Gran Bretaña, mientras que don Juan mostró hasta muy entrado el año 1942 un interés manifiesto en un entendimiento con las potencias del Eje que abrieran las puertas a la restauración de la Monarquía. (…)" "Eden reaccionó alarmado en vista de las maquinaciones de su embajador, y así dejó anotado al margen del escrito de Hoare que éste había ido demasiado lejos en sus contactos con los monárquicos. El titular de Exteriores estaba dispuesto a apoyar todo lo que fuera posible, tanto en el aspecto militar como en el económico, un «movimiento español libre» en el caso de una invasión alemana en España, de forma que ese movimiento, al igual que el del general De Gaulle, promoviera la lucha desde fuera. También en el caso de una revuelta que llevara a la caída de Franco, estaba dispuesto Eden, y con él el gobierno británico, a apoyar en la medida de las 4 circunstancias el nuevo gobierno de España, si bien un cambio prematuro podría ser contraproducente si con ello se provocaba una intervención de los alemanes y los Aliados no estuvieran aún en condiciones para poder contrarrestar dicha intervención. Pero lo que Eden no podía aceptar de ningún modo era que el representante del gobierno británico se hallara implicado en planes conspirativos para una revuelta." CAMBIO DE ESCENARIO "El desembarco de los Aliados en el norte de África, así como la victoria del general Montgomery en la batalla de El Alamein dos días antes, marcaron el punto de inflexión deseado en el proceso de las relaciones de España con los Aliados. España acababa de presenciar, a las puertas de su propio territorio, cómo las tornas se habían vuelto del lado de los Aliados. Debido a la proximidad geográfica de los acontecimientos, aquel desembarco tuvo unas repercusiones en el curso de la política exterior de España mucho mayores que la derrota alemana en Stalingrado unos meses más tarde. Si bien los sectores más germanófilos, representados en el Consejo de Ministros por los falangistas Arrese y Girón, así como por el ministro del Ejército Carlos Asensio, se mostraron convencidos de que había llegado el momento de entrar en la guerra al lado del Eje, fue ahora cuando el gobierno español dio un giro hacia una política de neutralidad más estricta. El éxito de la Operación Torch puso a los Aliados además en condiciones de ejercer una presión más fuerte sobre Franco. A partir de ese momento, británicos y americanos iniciaron una ofensiva para ir reduciendo paso a paso la prepotencia alemana en suelo español. (…)" "La consigna del momento era, pues, la siguiente: no precipitarse y esperar que los frutos maduraran por sí mismos. La evolución, hasta el momento positiva, de los acontecimientos en los frentes de batalla haría que disminuyese la presión por parte de Alemania. Y entonces, sin intervención alguna de fuera, se iniciarían en la política española modificaciones sustanciales. Hayes incluso especulaba con que el curso de los acontecimientos ya estaba llegando a un punto de inflexión y que tras la liberación del norte de África vendría en España una revolución palaciega contra Franco y la Falange." EL SUEÑO INFUNDADO DE LA ESPAÑA FRANQUISTA "Con la postración de Alemania, toda Europa central quedaría a merced del comunismo. Ante estas consideraciones, los dirigentes de la política española sentían gran preocupación por el destino de Europa en la postguerra y, por ende, también por el de España. En consecuencia, la diplomacia española abogaba a partir de ahora por una alianza anticomunista entre Londres, Washington y Berlín. Así, la diplomacia española insistiría en que británicos y norteamericanos llegaran a un acuerdo con Alemania, pues quien únicamente sacaría partido de la continuación de la guerra sería Moscú y el comunismo internacional." "Entonces España también se ofreció a los alemanes para actuar de mediadora en un acuerdo de paz con los Aliados. Y a principios de 1943 intentó Jordana estimular a otros países neutrales, como Suecia o Suiza, a tomar iniciativas en común. Así, lo que 5 buscaban los dirigentes españoles era poner de relieve la importancia de los neutrales para la reconciliación en la postguerra, y afianzar con ello la propia posición." "Con el fin de incentivar la propia política exterior, la diplomacia española comenzó también a divulgar una peculiar teoría de la guerra mundial. Según dicha teoría, estaba teniendo lugar no una sola guerra, sino tres guerras a la vez: una era la guerra del Este, en la cual España tenía parte activa por motivos ideológicos; la otra era la guerra de Alemania contra británicos y estadounidenses, en la que España permanecía neutral, y que la diplomacia española deseaba ver acabada; finalmente estaba la guerra del Extremo Oriente." "A mediados de abril de 1943, la diplomacia española dio todavía un paso más en su diseño político al anunciar Jordana en Barcelona, incluso públicamente, los anhelos de paz negociada que abrigaba su gobierno. Tres semanas más tarde entró también Franco en el tema en un discurso pronunciado en Andalucía, haciendo una llamada a la paz a las potencias occidentales. A éstas no les cayó nada bien la intromisión, pues para Londres y Washington hacía ya tiempo que estaba fuera de toda discusión cualquier iniciativa que no tuviera por objeto alcanzar la capitulación incondicional de Alemania. Un acuerdo con la Alemania nazi estaba descartado categóricamente. Y en Berlín surgió irritación porque el Reich temió ser tenido por instigador de la iniciativa española, lo que hubiera sido interpretado como una señal de debilidad." "El que ni los países en guerra ni los neutrales reaccionaran a esas llamadas no perturbó a Jordana demasiado, pues ya estaba claro de antemano que eran escasas las posibilidades de lograr algo al respecto. En este sentido argumentaría Jordana al afirmar que lo que importaba era que el mundo supiera que había sido España la primera en alzar la voz con un llamamiento a la paz. Lo que pretendía, pues, el ministro de Exteriores era ir sumando puntos de cara a las turbulencias internacionales que eran de esperar con el fin de la contienda y en las que se vería envuelta España. Y precisamente las protestas de los alemanes le vinieron a mano, pues lo que le interesaba a Jordana era dar la impresión de no depender de Berlín." METER A FRANCO EN RAZÓN "La disminución del riesgo de una invasión alemana y los indicios de que Franco sólo pensaba en perpetuar su dictadura movieron al embajador norteamericano, a finales de marzo de 1943, a considerar de qué forma se podría quebrar esa actitud del Régimen que permanecía indeclinablemente fiel a los alemanes. Sin duda, el método al alcance de la mano era el replanteamiento del programa económico: la dependencia de España de la importación de mercancías de ultramar era un arma que podía ser bien utilizada para acabar con el apoyo prestado por España a los nazis. Según fuera la reacción de Madrid, se podrían —según Hayes— apretar o aflojar las tuercas de la economía. De esta forma se podría meter a Franco en razón." ¿EVOLUCIÓN O REVOLUCIÓN? "La situación en la que se encontraba el país era considerada como explosiva, y para [el embajador estadounidense en Madrid] Hayes no cabía duda de que Franco sería 6 destronado. Y así lo constataba en una carta al presidente Roosevelt: «Caso de que Franco lograra deshacerse a tiempo de Falange (si bien creo que no lo logrará) quedaría la posibilidad de que lidere una evolución política hacia un gobierno más liberal, con lo que podría mantener un puesto en él. De no ser el caso, será desbancado por la fuerza junto con Falange»." "Esta impresión fue compartida por los responsables del Departamento de Estado. Tanto Hayes como Hoare favorecían en todo caso una evolución pacífica que no una revolución, y apostaban al respecto por Jordana, de quien pensaban que guardaba una convicción monárquica. Ambos estaban convencidos de que la lucha del titular de Exteriores en contra de la Falange se vería coronada por el éxito, pues finalmente lograría imponerse ante el Consejo de Ministros y allanaría el camino para el establecimiento de una monarquía de corte liberal y orientada hacia los Aliados." EL TELEGRAMA "La frustración que resultó en Londres de todo esto fue enorme, y Churchill, finalmente, se resignó. Así se redactó un telegrama, cuyo borrador curiosamente ha pasado desapercibido en la investigación hasta la fecha, que reza lo siguiente: «Ruego pues que se me permita retirarme de este asunto. Ha quedado claro que no me queda nada por hacer. Ponemos la dirección de la política y la responsabilidad al respecto en sus manos. Haremos desde luego todo lo posible para apoyar una política que sin embargo no entendemos; pero no la criticaremos a no ser que nos veamos forzados a defendernos»." "Antes de mandar el cable se convino en aguardar el resultado de un último intento de persuadir a los españoles de que aceptaran el embargo hasta mediados de año. La gestión realizada por Hoare, aunque sin grandes ilusiones, no dio con el resultado deseado. Es más, Jordana incluso llegó a amenazar con la reanudación de las exportaciones de wolframio, si bien a una escala reducida. Hayes, por su parte, presintiendo lo que podría ocurrir, urgió una vez más que no se exportara ni una tonelada de wolframio sin el consentimiento de británicos y norteamericanos y que se aceptara de una vez la propuesta que se encontraba sobre la mesa." "Así las cosas, llegó un sorprendente telegrama del embajador británico en Washington, clasificado con la máxima urgencia. La disposición de los británicos a desligarse de los norteamericanos había causado un gran susto ante las consecuencias que se hubieran podido derivar de ello. Por tanto fueron éstos los que se plegaron ahora aceptando la última propuesta española. Con ello resultó finalmente innecesario el envío del telegrama de Churchill que estaba a punto de ser despachado." "Es imposible infraestimar la trascendencia que hubiera tenido este telegrama, pues con el bastón de mando en mano de los americanos se hubiera dado un giro rotundo a la política respecto de la España de Franco. Esto hubiera tenido consecuencias indudables para el Régimen, y hubiera desembocado en una durísima crisis interna que incluso hubiera podido llegar al desbancamiento del dictador. Al fin y al cabo, la resolución de la cuestión se debió a un casual lapsus de tiempo de unas pocas horas." 7 "Observadores del momento como Herbert Feis coinciden, en retrospectiva, al valorar que a lo largo de la crisis de aquellos meses no sólo se jugó la cuestión de las exportaciones de wolframio a Alemania y demás agravios, sino que de hecho se perdió una oportunidad única para deshacerse del régimen de Franco: la «cuestión española», que habría representado el trasfondo de la crisis del wolframio (aunque no se reflejara de tal forma en la correspondencia diplomática), se había quedado sin resolver." EL ERROR FUNDAMENTAL "Si bien los sectores intransigentes dentro del Régimen, y sobre todo de Falange, mostraron su malestar con el resultado alcanzado —y al contrario de las conclusiones habituales en la historiografía que afirman que este acuerdo representó ser una clara derrota para la diplomacia española—, éste tiene que ser visto dentro de las coordenadas diseñadas por el mismo Jordana: la diplomacia española había logrado pues lo que se había propuesto, que era llegar a la firma de un acuerdo consensuado con los Aliados y lograr mantener al mismo tiempo las relaciones amistosas con Alemania. Este supuesto éxito, sin embargo, también tiene que ser considerado desde una perspectiva histórica, y aquí se mostraría el error fundamental del planteamiento: el mantenimiento obstinado de la amistad con Alemania no valdría de nada en la postguerra y sólo cimentaría la percepción de la España de Franco como régimen fascista." UNA SOLUCIÓN DISPARATADA "No obstante, al mismo tiempo quedaba claro que el ejecutivo estadounidense no disponía de argumentos convincentes con los que defender el mantenimiento de las relaciones con España. Por aquellas fechas, con los ánimos encendidos en lo que respecta a la cuestión del régimen, el jefe del servicio de inteligencia militar estadounidense OSS, William Donovan, presentó el plan de provocar el derrocamiento de Franco, apoyándose en el presidente del gobierno vasco en el exilio, José Antonio Aguirre, que no sólo mantenía desde hacía tiempo un contacto estrecho con el OSS, sino que además parecía haber logrado aglutinar a buena parte de los grupos moderados de la oposición en el exilio. Según el planteamiento, que curiosamente no ha tenido reflejo en la historiografía, las condiciones del momento presentaban una ocasión única e irrepetible para corregir en España una situación considerada completamente anómala. Según Donovan, precisamente Estados Unidos se encontraba ante la obligación moral de actuar en vista de los ideales por los que luchaba en la guerra, así como de lo que se consideraba como el creciente peligro del surgimiento de levantamientos de signo comunista." Para ampliar información o solicitar entrevista: GABINETE COLABORADOR Ingenio de Comunicación [email protected] Eva Orúe Tel. 629280954 Jefa de Prensa de Crítica: Laura Gamundí [email protected] Tel. 93 492 89 47 Mireia Escola [email protected] Tel. 93 492 87 80 8