688 OLLERO TASSARA, Andrés, Bioderecho. Entre la vida y la

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RECENSIONES
OLLERO TASSARA, Andrés, Bioderecho. Entre la vida y la muerte, Madrid: Thomson- Aranzadi, 2006, 200 pp.
En los últimos años estamos asistiendo en España, pero también en otros países de nuestro área geopolítica, a una
verdadera revolución en el campo de la
investigación genética que está planteando problemas éticos y jurídicos, semejantes a los que hasta ahora se suscitaban
con motivo de la polémica sobre la interrupción voluntaria del embarazo y sobre la eutanasia, pero más complejos si
cabe. En ese ámbito hay que situar la última Ley de Investigación Biomédica,
aprobada por el Congreso de los Diputados el día 14 de junio de 2007 —en vigor
desde el 5 de julio—, y la Ley 14/2006,
de 26 de mayo, sobre técnicas de reproducción asistida.
Desde la perspectiva jurídica, la convulsión generada por esos temas ha determinado, sobre todo a instancias de los
filósofos del Derecho, la realización de
numerosos estudios, análisis y simposios.
Uno de ellos es el libro del Profesor Andrés Ollero objeto de esta breve recensión, que contiene un conjunto de ensayos publicados entre 1994 y 2005, unidos
por un hilo conductor: la preocupación
por la protección jurídica de la vida humana, desde su comienzo hasta su terminación. Actividad ésta de primera importancia, cuya regulación y cobertura se
encomienda al Bioderecho, nueva rama
moderna del saber jurídico, que se está
instrumentalizando, según se desprende
del texto del Prof. Ollero, con fines políticos.
Desde el principio es constatable que
toda la obra tiene un marcado carácter
polémico, determinado no tanto por la
condición de parlamentario activo de su
autor —que indudablemente le ha condicionado mientras fue representante de la
soberanía nacional, como por la importancia constitucional de los problemas
suscitados por la bioética, desde el aborto a la experimentación con embriones
humanos.
Siguiendo el orden cronológico, que
no de exposición, el primer trabajo titulado «Derecho a la vida, ¿derecho a la
muerte? La libre autodeterminación personal y las imprecisas fronteras del Derecho», apunta ya la orientación crítica que
guía toda la obra, centrada en esta ocasión en las SSTC 120 y 137 de 1990, en
relación con la núm. 53 de 1985. Esta última en particular es objeto de una reflexión enjundiosa y detenida en el capítulo
que lleva el título «Todos tienen derecho
a la vida. ¿Hacia un concepto constitucional de persona?», al que se asocia una
breve «Aportación al debate sobre la eutanasia en el proyecto de Código Penal
de 1992». La eutanasia, empero, es objeto
de un tratamiento más extenso en los dos
capítulos siguientes, titulados respectivamente «Eutanasia y multiculturalismo. Derecho, moral y religión en una sociedad
UNED. Teoría y Realidad Constitucional, núm. 20, 2007, pp. 688-691.
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pluralista» y «La invisibilidad del otro: eutanasia y dignidad humana». Un análisis
crítico del punto de vista del legislador y
del Tribunal Constitucional español sobre el comienzo de la vida humana y sus
implicaciones constituye en buena medida el objeto de la exposición contenida
en los capítulos sobre «El estatuto jurídico
del embrión humano» y «Bienes jurídicos
o derechos: ilustración “in vitro”». Finalmente, las aportaciones más actuales son
las recogidas en los capítulos primero y
último: «Bioética, bioderecho, biopolítica:..» y «Vida humana, derecho y moral».
Bioderecho. Entre la vida y la muerte,
no es una obra de lectura ligera, dados el
lenguaje utilizado —para iniciados en la
Filosofía del Derecho y en la terminología biomédica— y la complejidad expositiva. Pero, como ya se ha señalado, ello
no significa que no sea posible descubrir
en su elaboración una línea directriz: la
preocupación del autor por el rumbo seguido por la política ante los progresos
de la biotecnología aplicada a la medicina; y, concretamente, por la pérdida de
la percepción del valor trascendente de la
vida humana y el reflejo de esa privación en el mundo del derecho. Importa
reconocer, en principio, que uno se ve finalmente abocado a compartir esa opinión, no sólo debido a los argumentos
que se esgrimen a lo largo de los distintos capítulos, sino porque la más reciente
norma promulgada al respecto en España, la mencionada Ley de Investigación
biomédica, «permite la utilización de cualquier técnica de obtención de células
troncales embrionarias humanas con fines terapéuticos o de investigación que
no comporte la creación de un preembrión o de un embrión exclusivamente
con este fin». Se sigue así la pauta marcada por otras disposiciones anteriores,
como las leyes 35 y 42 de 1988 —de Técnicas de reproducción asistida y de Donación y utilización de embriones y fetos
humanos o de sus células, tejidos u órganos— y 14/2006, sobre Técnicas de reproducción humana asistida.
Si hubiéramos de buscar el origen
del paulatino deterioro de la idea de la
vida humana que subyace en el fondo
de todo, tendríamos que acudir irremediablemente a la primera resolución del
Tribunal Constitucional, dictada con motivo de la despenalización del aborto en
determinados supuestos.1 La STC 53/85,
en efecto, representó el punto de partida
del «slide down the slippery slope»2 emprendido por el TC en la interpretación
constitucional del derecho a la vida del
articulo 15: el comienzo de la implantación de la que se ha llamado la «concepción gradualista de la vida humana» 3.
Como escribe el Prof. Ollero «:[...] Para el
Tribunal español la vida se presenta
como un proceso continuo, implica un
“continuum”, sometido a “cambios cualitativos”, que influirán en el “status jurídico público y privado del sujeto vital”»
(pp. 25 y 76). A partir de ese momento,
van a añadirse a su entorno una serie de
nociones con las que fundamentar la parcelación de la existencia, y justificar la
diversidad de tratamiento jurídico en función de la fase por la que atraviese la
vida humana.
Bioderecho. Entre la vida y la muerte, es precisamente una clara denuncia
1 En nuestra opinión, fueron nuestro «padres fundadores» los que incurrieron en el primer error: el de constitucionalizar «la vida»
como un derecho fundamental.
2 Literalmente, el deslizamiento por la senda resbaladiza. Metáfora que significa que
«cualquier acción u omisión, inocua si se la
considera aisladamente, puede conducir a un
futuro de hechos similares pero cada vez más
perniciosos.» En: Frederick Schauer, «Slippery
Slopes», Harvard Law Review, vol. 99, núm. 2,
1985, pp. 381-382.
3 «[...] Sentada por el Tribunal Constitucional, en sentencias como la 53/1985, la
212/1996 y la 116/1999[...]» Preámbulo de la
Ley de Investigación Biomédica antes citada.
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de la utilización interesada de aquellas
nociones, así como, en algunos casos,
de su mutación y desnaturalización . La
primera a la que recurrirá el Tribunal
Constitucional es sin duda la de «bien jurídico». Un concepto que toma prestado
del derecho alemán con el propósito de
salvar al nasciturus del vacío al que le
condena su falta de consideración como
ser humano; un concepto que no aparece en nuestra Constitución, pero que paradójicamente merece alguna protección
constitucional; un concepto, el de bien
jurídico, equiparado a la noción de derecho subjetivo, pero «convertido en señalados casos en un misterioso derecho sin
deber —al no llevar aparejada obligación alguna de los terceros de abstenerse
de atentar contra él» (pág. 125); y «para el
que no cabe invocar en su favor una garantía normativa, la del contenido esencial, que la Constitución reserva precisamente a los derechos y libertades»
(pág.164).
En la misma óptica hay que situar «la
diferenciación entre seres humanos y personas» que la argumentación del Tribunal
Constitucional apunta, que llevará después, al mismo Tribunal, a sugerir que
tan sólo cabe considerar como seres humanos a quienes se encuentren en condiciones de llegar a ser persona (STC
116/1999). Con la consecuencia de que
«la dura admisión de que hay seres humanos que no son personas aboca inevitablemente a disponer de ellos como si
fueran cosas» (pág. 44), y, en última instancia, a calificar al embrión de realidad
gradual, que no es persona ni cosa (pág.
52). A mayor abundamiento, «la disociación de los conceptos de ser humano y
persona facilita que la dignidad deje de
ser el fundamento del obligado respeto
de nuestra autonomía y pasemos a ser
dignos porque, cuando y mientras, seamos autónomos; ( y así, en última instancia) la vida humana podrá resultar disponible sobre todo en sus fases iniciales y
terminales, por encontrarse en la práctica
privada de toda dignidad». (pp. 62 y 229)
Dignas de mención son las reflexiones que el autor expone sobre las denominadas «peripecias» de los términos frecuentemente utilizados en la polémica
jurídica planteada por la bioética. Me refiero a vocablos y expresiones como nasciturus, preembrión4, embriones sobrantes, vida independiente y vida viable,
sujeto vital, gestación.
Más interesantes para la dogmática
de los derechos fundamentales son, sin
embargo, los comentarios sobre temas
como «derechos sin sujeto» y «sujetos sin
derecho», «derechos sin deberes» y «deberes sin derechos» y la pretendida conversión del ámbito de actuación de la libertad individual, que permite hacer lo
que no está prohibido y que se tolera o
permite, en derecho subjetivo, que supone un previo título legítimo para solicitar el amparo de su conducta por el ordenamiento. En ese contexto, que no es
sino el de la pérdida de la naturaleza de
los clásicos derechos públicos subjetivos,
por la consideración como tales de deseos, pretensiones y demandas individuales
cualesquiera, y su multiplicación ad libitum, cobra especial relevancia la crítica,
que subyace la totalidad de la obra, de la
concepción del derecho del individualismo posesivo, expresión ésta que suponemos toma del creador de la misma, el
Prof. C.B. Macpherson5, para describir un
tipo de sociedad en la que se considera a
la persona no como una entidad moral,
ni como parte de un todo social más am-
4 Que la Ley de investigación biomédica,
reproduciendo lo establecido en la Ley sobre
técnicas de reproducción humana asistida, define en el art. 3, s), como: «el embrión constituido in vitro formado por el grupo de células
resultante de la división progresiva del ovocito,
desde que es fecundado hasta 14 días más tarde.»
5 The political theory of possessive individualism. Oxford, Clarendon Press, 1962.
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plio, sino como un propietario de si mismo; un tipo de sociedad en el que la libertad es una función de la posesión, y
la libertad se entiende como liberación
de la dependencia de la voluntad de los
otros. Es cierto que Mapherson trataba
de analizar los que estimaba presupuestos filosóficos de las teorías políticas desde Hobbes a Locke, formuladas en el siglo XVII, cuando la dignidad humana no
se postulaba como fundamento de los
derechos fundamentales, ni la solidaridad
significara en el mundo del derecho algo
más que una modalidad de obligación
que permitía, de concurrir dos o más
acreedores o dos o más deudores, que
cada uno tuviera derecho a pedir, o deber
de prestar, íntegramente el objeto de
aquella. La cuestión hoy quizás sea si
aquellos presupuestos, que Macpherson
atribuía a las construcciones doctrinales
de dos destacados pensadores, no han
pasado a conformar el patrimonio ideoló-
gico de la gran mayoría de la sociedad española actual. El propio Prof. Ollero lo
apunta: «Habría que plantearse con que
tipo de sociedad nos encontramos. Si
consideramos a la nuestra marcada por
un irresistible afán solidario de acogida
al otro, o más bien por un individualismo
posesivo que empuja a desembarazarse
de él, a poco que se convierta en estorbo.
(pág.193)».
SANTIAGO SÁNCHEZ GONZÁLEZ
Profesor Titular de Derecho
Constitucional
Universidad Nacional de Educación
a Distancia
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A BSTRACT. The author approaches
topics of great constitutional relevance
raised by the bioethic, from absortion to
the experiments with human embryos.
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