INJUSTA SITUACIÓN DE LOS PROFESORES DE RELIGIÓN

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INJUSTA SITUACIÓN DE LOS PROFESORES DE RELIGIÓN: NI SE LES TRATA
COMO A INTERINOS NI COMO AL PERSONAL LABORAL
La relación de trabajo entre los Profesores de Religión en Centros Públicos y la
Administración Educativa (inicialmente, el Ministerio de Educación; desde las
transferencias de competencia, la Administración de las respectivas Comunidades
Autónomas), relación que tiene su origen en el Acuerdo de 3-1-1979, ratificado por
Instrumento de 4-12-1979, suscrito entre el Estado Español y la Iglesia Católica, no ha
resultado nunca mínimamente satisfactoria para aquellos. Es más, existen fundadas
dudas sobre la constitucionalidad de las normas que regulan dicha relación. Tanto es así,
que el Tribunal Constitucional admitió a trámite con fecha 1 de octubre de 2.002 una
cuestión de inconstitucionalidad (número 4.831/2002) interpuesto por la Sala de lo Social
del Tribunal Superior de Justicia de Canarias, en relación con el expresado Acuerdo de
1979 y con la Disposición adicional segunda de la LOGSE. Dicha cuestión de
inconstitucionalidad continúa actualmente su tramitación y, en su día, conoceremos los
pronunciamientos del Tribunal Constitucional.
Y es que, sustancialmente, los Profesores de Religión no fueron tratados
anteriormente por el M.E.C. con similitud a los Profesores Interinos, ni se les aplican en su
integridad las normas del Estatuto de los Trabajadores con posterioridad a la definición
laboral de su relación.
Desde su origen se ha tratado de una relación “sui géneris”. Hasta el 31 de diciembre
de 1998 ni siquiera se suscribía contrato alguno entre la Administración Educativa y los
Profesores; sólo se les expedían nombramientos a éstos, a propuesta del Obispo
correspondiente, de cuya propuesta y designación para el curso siguiente dependía
únicamente la continuidad del trabajador en su puesto. Por fin, a partir de 1 de enero de
1999 (tras la modificación de la Disposición adicional segunda de la LOGSE), esa relación
se comenzó a plasmar en contratos laborales; pero lamentablemente también se trataba
de contratos “sui géneris”. Ciertamente el artículo 93 de la Ley 50/1998 vino a añadir un
párrafo a la Disposición adicional segunda de la LOGSE, Ley Orgánica 1/1990,
estableciendo la naturaleza de la relación de los Profesores de Religión con su
empleador: una relación en régimen de contratación laboral, de duración determinada y
coincidente con el curso escolar. No obstante, subsisten elementos distorsionadores de la
relación laboral, como es el hecho de que el contrato se suscribe, no atendiendo a
criterios subjetivos, como la capacidad docente, méritos, antigüedad, etc. del Profesor;
sino exclusivamente a propuesta de quien ni siquiera es parte contratante, el Obispo,
quien en cualquier momento puede determinar el cese del contrato o la no renovación del
mismo, por el expeditivo procedimiento de no certificar la idoneidad del Profesor. Se omite
de esa forma la tramitación de un procedimiento administrativo previo a la contratación de
los Profesores de Religión, a través del cual se formaría la voluntad de la Administración
con objeto de salvaguardar los principios constitucionales de igualdad, publicidad, mérito y
capacidad; y fundamentalmente, dada la definición legal de “contrato laboral de duración
determinada coincidente con el curso escolar”, se priva a los Profesores contratados de la
posibilidad de demandar por despido en aquellos casos en que no se produzca la nueva
“propuesta y designación” anual por parte del Obispo. Lamentablemente, el propio
Tribunal Supremo, en una estricta y rigurosa interpretación de la norma, viene declarando
que “en el espíritu y en la letra de la norma late la idea de temporalidad de la
relación, que se limita exclusivamente a la duración de cada curso escolar, y de ahí
que la falta de inclusión en la propuesta del Ordinario para los cursos sucesivos,
aunque el interesado hubiera impartido la enseñanza en los precedentes, no
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equivale a un despido, dada la peculiar naturaleza de la relación, cuya legitimidad
hay que buscarla en el tratado internacional celebrado entre la Santa Sede y el
Estado Español el 3 de enero de 1979, y no en el artículo 15 del Estatuto de los
Trabajadores, así es que las normas de la Ley estatutaria sobre el despido no
resultan aquí aplicables”, dictando consecuentemente Sentencias en las que dicho
Tribunal Supremo niega la existencia de despido aunque el Profesor hubiera impartido
satisfactoriamente la enseñanza en los cursos precedentes. De ahí la importancia del
pronunciamiento que el Tribunal Constitucional ha de hacer respecto a la
constitucionalidad o inconstitucionalidad de la “declaración de idoneidad” y de la
“propuesta de contratación” efectuada por quien no es parte en el contrato laboral.
Otra de las consecuencias negativas que, derivadas de esa “sui géneris” relación
laboral, afectan a los Profesores de Religión es la privación de algunos derechos
económicos, como los que se generan por la “antigüedad”, que se reconocen
normalmente al personal laboral, aunque en esa injusta exclusión los Profesores de
Religión coinciden con los Interinos.
Sin embargo, si se aplica a estos Profesores, por el contrario, aquellos aspecto
negativos del derecho laboral, como es el de la prescripción por el transcurso de un año
de las acciones dirigidas a exigir percepciones económicas (por ejemplo, cantidades que
se debieron cobrar y no se cobraron). Es en este aspecto económico en el que más
manifiestamente se evidencia el trato discriminatorio que las distintas Administraciones
Educativas (antes el MEC, luego las de las Comunidades Autónomas) han dispensado y
continúan haciéndolo respecto a los Profesores de Religión, incumpliendo incluso los
Convenios que se han suscrito entre el Gobierno del Estado y la Conferencia Episcopal.
Ello ha motivado que los perjudicados hayan interpuesto durante los últimos años
numerosos recursos y demandas que, en su mayor parte, han resultado estimados. Sin
embargo, la Administración Educativa se niega a generalizar los criterios establecidos en
las numerosas Sentencias, extendiéndolos a quienes no recurrieron ni demandaron por
confiar en que la actuación administrativa era correcta. El Ministerio de Educación ha
venido haciendo caso omiso a requerimientos dirigidos a corregir las discriminaciones
económicas generadas durante los últimos años, requerimientos que desde nuestro
sindicato se le han formulado, incluso mediante mociones aprobadas por el Pleno del
Consejo Escolar del Estado. No obstante, aun reconociendo la importancia que lo
económico tiene para todo trabajador, es, sobre todo, la injusta configuración legal de su
relación laboral la que parece necesario que se corrija y, por ello, tenemos grandes
esperanzas en que el Tribunal Constitucional resuelva pronto la cuestión de
inconstitucionalidad que se le ha planteado.
PROFESORES DE RELIGIÓN: RECIENTE SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPERIOR
DE JUSTICIA DE MADRID MERMA LAS COMPETENCIAS DE LOS OBISPOS
Tras la modificación de la Disposición adicional segunda de la LOGSE operada
mediante el artículo 93 de la Ley 50/1998, se definió como laboral la relación entre los
Profesores de Religión y las Administraciones Educativas. Sin embargo la contratación de
este profesorado ha adolecido y adolece de algunos aspectos susceptibles de
considerarse como inconstitucionales, motivo por el cual ante el Tribunal Constitucional se
tramita actualmente un procedimiento promovido por un Tribunal Superior de Justicia (el
de Canarias). Dentro de la compleja problemática de este Profesorado, nuestro Sindicato
ha defendido en las diferentes Mesas que la contratación de los Profesores de Religión
por las Administraciones Educativas debe efectuarse por éstas atendiendo a criterios
objetivos (méritos, antigüedad, etc.) entre todas aquellas personas que, con la titulación
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correspondiente al nivel educativo en que van a prestar sus servicios, contaran con la
declaración de idoneidad expedida por el Obispo. Una reciente Sentencia del TSJ de
Madrid de la que acabamos de tener noticia viene a incidir en sentido favorable a nuestra
postura, declarando que es la Administración Educativa (la Consejería de Educación de la
Comunidad de Madrid, en este caso la única instancia laboral competente para efectuar la
designación o concreta adjudicación a un Centro educativo y a un puesto de trabajo como
Profesor de Religión de las personas que resulten contratadas de entre aquellas que el
Ordinario diocesano haya propuesto. También declara la Sentencia comentada que la
Administración es la única instancia laboralmente competente para “organizar, dirigir y
resolver cualquier cuestión suscitada por los Profesores de Religión en materia de
cambios de jornada parcial a completa o a la inversa”, o “para decidir en materia de
movilidad intercentros dentro de la Comunidad Autónoma”.
Octubre de 2003
José Manuel Dávila Sánchez
Asesoría Jurídica Nacional
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