Recordando a Juan José Arévalo Bermejo Recordando a Juan José Arévalo Bermejo Eleazar Augusto Monroy Mejía Director del Programa Maestría en Educación Universidad Mariano Gálvez Arévalo, se le vea como ex presidente de Guatemala o bien como filósofo, escritor o maestro, o desde cualquier otro ángulo, es figura de gran abolengo académico y personalidad ejemplar. Merece todo nuestro respeto y nuestra más ferviente admiración. A continuación, se presentan varios fragmentos de algunos de sus discursos, con el propósito de que el gran maestro continúe hablando de su doctrina pedagógica y pensamiento humanista, como reflexión propicia en esta época de revolución científica y tecnológica. En Itsmania o la unidad revolucionaria de Centroamérica, Arévalo define al maestro así: “Es un hombre que maneja ideas, camina desarmado y no posee dinero. Ahí tenéis el retrato más breve de cuantos somos maestros. Si falta una de esas señas, ya no se es maestro…..” Tres características claves. Veamos, un maestro es una persona sabia: coordina ideas, pone orden y visión en los planes, da prioridades básicas en la ejecución de programas y, en todo el proceso educativo, sobresale como orientador; así es el verdadero maestro, un sabio “que maneja ideas”. El maestro verdadero “camina desarmado”, eso significa que es una persona pacífica y ser pacífico es ser persona de carácter; decir no a la injusticias, a las deslealtades y a la deshonestidad, requiere ser persona de carácter, con valores y principios firmes. 27 Eleazar Augusto Monroy Mejía Finalmente la tercera característica señalada para saber quien es un verdadero maestro es la de “no posee dinero”. En el contexto de los discursos y doctrina arevalista eso no significa que el maestro desprecia una remuneración justa y digna sino que no está doblegado por la “voracidad de los bienes inferiores”. Fue Arévalo, precisamente, quien dignificó moral y económicamente al magisterio guatemalteco. Más, heredero de la doctrina de San Agustín, él también habla de bienes superiores e inferiores; es más, Arévalo está consciente de que ellos merecen algún reconocimiento pero lo malo está en la voracidad, es decir en el apetito de bienes terrenales que nos llevan a tener pero no a SER. En La Carta de Costa Rica, Arévalo expresa asombro al profesor Salvador Umaña porque habiendo sido Ministro de Educación (o Secretario de Educación Pública), al dejar tan alto cargo pasó tranquilamente a dirigir un plantel del nivel medio. Veamos: En la nómina de sus profesores he visto nombres ilustres en la intelectualidad del istmo y acabo de comprobar por el hermoso caso suyo que un Secretario de Educación Pública, después de servir ese alto cargo, pasa a ocupar la dirección de un instituto de segunda enseñanza. ¡Cosas de Costa Rica! Para Arévalo, pues, la esencia del maestro verdadero permanece, se encuentre donde se encuentre. Guatemala necesita esa clase de maestros. Por ello es que, en otro discurso, Arévalo apasionadamente exclama: “necesitamos maestros para la juventud”. En su manifiesto como presidente electo (15 de febrero de 1945), Arévalo señalaba: Nuestras escuelas públicas son ejemplos de injuria oficial y del desprecio que ha habido por los niños guatemaltecos (…) Nuestras escuelas primarias y secundarias deben llegar a constituir modelos en América, no sólo por su marco material sino por el clima renovador que las anime. 28 Recordando a Juan José Arévalo Bermejo En su Historia de la educación en Guatemala, el Dr. Carlos González Orellana -con varios doctorados Honoris Causa- reseña la obra educativa del pedagogo presidente y la califica como un período sumamente fértil en realizaciones educativas, de grata memoria. González Orellana habla de tres verdaderas reformas educativas en la época republicana en Guatemala y, en su orden, son: la de Mariano Gálvez, la de Justo Rufino Barrios y la de Juan José Arévalo Bermejo. Actualmente, a partir de los Acuerdos de Paz se está gestando la cuarta Reforma Educativa, la cual va avanzando lentamente por sus características especiales, pero hay optimismo en que de ese proceso, la educación guatemalteca, más temprano que tarde, se ha de poner al día con el siglo XXI. Mientras esos buenos momentos llegan para Guatemala, es bueno insistir –aunque con nostalgia– que el sueño arevalista: “nuestras escuelas primarias y secundarias deben llegar a constituir modelos en América”, ese sueño, lamentablemente sigue siendo sueño aún. Del discurso pronunciado en el Paraninfo de la Universidad de San Carlos, en el acto inaugural de la Facultad de Humanidades (17 de septiembre de 1945), se presentan a continuación tres fragmentos: 1) Como un modesto y tenaz propugnador de esta fundación, comienzo por confesar que el acto al que asistimos agarra profundamente mi corazón de guatemalteco y mi cerebro de universitario (…) Lecturas sobre la historia de la cultura universal, alcanzan a indicarme la función rectora que las humanidades han desempeñado en los destinos de la sociedad humana. A lo largo de tan hermoso discurso, Arévalo se empeña en demostrar que, en ese triángulo de ciencia, tecnología y humanidades (moral, filosofía, historia, arte, etc.), la sociedad no puede vivir de espaldas a las humanidades, pues éstas –por su labor formativa– desempeñan la más noble de todas las actividades humanas. Lamentablemente, desde hace 29 Eleazar Augusto Monroy Mejía cerca de catorce años, esa facultad, que él contribuyó a su fundación, ha enviado a la sociedad una gran cantidad de ejemplos solamente negativos pero los verdaderos humanistas los encontramos en otras partes de la Universidad de San Carlos y de las universidades privadas de nuestro país y eso es alentador porque del trabajo de los humanistas verdaderos deben salir figuras morales que beneficien a toda la república. También Arévalo, como maestro, dogmatiza y recomienda: 2) Las universidades se justifican por los maestros que en ellas enseñan y si en ellas no hay maestros lo mejor es cerrarlas porque degeneran en negocio o en simulación. Todas las doctrinas jurídico-educativas sitúan al estudiante como eje y centro de toda acción pero Arévalo en su axioma coloca al maestro en el primerísimo lugar. Realmente, ello no es contradictorio porque hay consubstancialidad en ambos: maestro y estudiante. Para que el estudiante sea verdaderamente eje y centro, se necesita del buen maestro porque educar no es tarea fácil. Debe, además, destacarse la responsabilidad ética del maestro porque si el individuo que ejerce labor docente no es un verdadero docente, su simulación y voracidad por los bienes inferiores se van a manifestar, causando grave daño al estudiante en particular y a la sociedad en general. Como se ve, no cualquier individuo debe llegar a la docencia. La labor magisterial es digna y muy excelsa. Por ello, volvemos a repetir las palabras de Arévalo: “necesitamos maestros para la juventud”. Finalmente, en esta época de modernidad, pos modernidad y de revolución científica y tecnológica, el papel del humanista está claramente definido por Arévalo: 30 Recordando a Juan José Arévalo Bermejo 3) Los filósofos, los hombres de letras, los historiadores son los caudillos de la disconformidad. En cada momento crítico de la cultura, vemos siempre la mano omnipresente del humanista (…) es que los verdaderos universitarios viven perpetuamente perfeccionando las líneas centrales de la catedral. Los humanistas y los maestros somos, pues, impugnadores por naturaleza. Por ello, somos trascendentales, somos necesarios en la sociedad. Hoy, más que nunca, Guatemala necesita de humanistas y de maestros inconformes e insatisfechos que hagan valer su presencia y su acción para superar la aguda crisis educativa que nos agobia. Arévalo, el gran maestro, ya nos señaló el camino. Estoy seguro de que los verdaderos humanistas y los verdaderos maestros ya hemos aceptado ese reto. 31 Eleazar Augusto Monroy Mejía Referencias bibliográficas Arévalo Bermejo, J. J. 1953 Escritos políticos y discursos. La Habana, Cuba. Gonzáles Orellana, C. 2007 Historia de la educación en Guatemala. (6ª. ed.). Guatemala: Edit. Universitaria. 32 Revista guatemalteca de educación. Universidad Rafael Landívar. Instituto de Lingüística y Educación. Guatemala, Año 1, No. 2. 336p. Publicación semestral ISSN xxxx-xxxx 1. Educación. 2. Competencias y estándares. 3. Interculturalidad. Consejo editorial Guillermina Herrera Peña Ernesto Schifelbein Lynn Mario Menezes de Souza Luis Enrique López Sergio Ramírez Equipo editorial Ricardo Lima Anabella Giracca Jorge Raymundo Lucía Verdugo Editora Lucía Verdugo Cuidado de la edición Ana María Palma Diagramación y diseño Mayra Fong Universidad Rafael Landívar Rector P. Rolando Enrique Alvarado López, S.J. Vicerrectora Académica Dra. Lucrecia Méndez de Penedo Vicerrector de Investigación y Proyección Carlos Rafael Cabarrús Pellecer, S.J. Vicerrector de Integración Universitaria P. Eduardo Valdés Barría, S.J. Vicerrector Administrativo Ariel Rivera Irías Secretaria General Fabiola de la Luz Padilla de Lorenzana Directora del Instituto de Lingüística y Educación Lucía Verdugo c 2009. Instituto de Lingüística y Educación, Universidad Rafael Landívar, Guatemala. Revista guatemalteca de educación Año 1 Número 2 Guatemala, julio-diciembre de 2009