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David HUME (1711-1766) (Basado en Hist. de la Filosofía. César Tejedor Campomanes, edit. SM)
1.- Evolución de su pensamiento:
Los objetivos de su filosofía cambiaron desde su Tratado de la naturaleza humana. Ensayo de introducción del
método experimental de razonamiento en las cuestiones morales (1749-40), hasta su Investigación sobre el
entendimiento humano (1748).
En la primera, Hume pretende aplicar el método experimental newtoniano a los asuntos morales, a la ciencia
del hombre, investigando cuáles son los elementos de nuestra mente, y cuáles son las leyes de su asociación, como
si de fuerzas de la naturaleza se tratara. De esta manera, perseguía unificar todas las ciencias basando todo
conocimiento en la ciencia de la naturaleza humana. La ciencia troncal no es ya la Metafísica, como lo fuera para
Descartes, sino la ciencia del hombre. Esta nueva ciencia desea conocer “la extensión y las fuerzas del
entendimiento humano, y explicar la naturaleza de las ideas que empleamos y de las operaciones que realizamos al
argumentar” (Tratado ... Introducción).
En la Investigación, ya no aspira a ser el Newton del ámbito moral, sino que se centra en analizar críticamente
el entendimiento humano, en fijar los límites de nuestra capacidad de conocer, moderando su escepticismo y
dando lugar a estudios descriptivos e históricos, típicos, en su metodología, de los filósofos ilustrados.
2.- El conocimiento humano.
En las dos obras mencionadas, Hume desarrolla hasta sus últimas consecuencias el empirismo, cuyos principios
son:
–
Los materiales con los que nuestro pensamiento puede trabajar derivan de nuestra percepción, sea
externa o interna. La razón no puede engendrar por sí sola ninguna idea (principio empirista)
–
Lo único que está presente a la mente son contenidos mentales, percepciones. Nuestra mente no puede
estar en contacto directo con el mundo exterior (principio de inmanencia)
–
Nuestras ideas proceden, directa o indirectamente, de impresiones (principio de copia). Este principio
nos permite examinar si una idea, o una palabra, significa algo. En caso de que a su base no haya ninguna
impresión, entonces no tendrá significado.
–
Las ideas se asocian una con otras siguiendo las leyes de asociación, que son tan naturales como las leyes
de Newton. Estas leyes son: de semejanza, de contigüidad y de causa-efecto. (principio de asociación de ideas)
–
No hay ideas abstractas o generales. Las únicas ideas son concretas, particulares. No hay idea de
“caballo”, sino de un caballo concreto (principio de negación de las ideas generales).
Cuestiones de hecho y relaciones de ideas.
En la Investigación (no en el Tratado), Hume distingue dos objetos de la razón, de la investigación: cuestiones
de hecho (matters of fact) y relaciones de ideas. Las relaciones de ideas pertencen a ciencias como las
Matemáticas. Se trata de cuestiones cuya verdad se pueden demostrar, y “pueden descubrirse por la mera
operación del pensamiento, independientemente de lo que pueda existir en cualquier parte del Universo ...” Las
cuestiones de hecho, por el contrario, no se pueden demostrar, sino que su contrario es posible y puede ser tan
verdadera como su opuesta. “El Sol saldrá mañana” es una cuestión de hecho, pero el teorema de Pitágoras es una
relación de ideas.
A las cuestiones de hech les corresponden razonamientos probables, mientras que a las realciones de ideas les
corresponden razonamientos demostrables.
El problema de la realidad (cuestiones de hecho)
Para asegurarnos de la existencia real de algo presente, basta la evidencia, la experiencia de ello, basta con
tener una impresión de ello. Para saber de la existencia de algo pasado, basta con tener una idea procedente de
la memoria, que nos proporciona una copia de una impresión anterior, sin variar nada. El problema está en cómo
sabemos que algo sucederá en el futuro, que algo será real en el futuro. ¿En qué se basa esto? Todos los
razonamientos en los que intervienen cuestiones de hecho se basan en la relación causa-efecto, pues sólo
mediante esta relación podemos ir más allá de nuestra memoria y sentidos (Investig. 4). Pero las causas y efectos
no pueden descubrirse por la razón, sino únicamente por la experiencia (Investig. 4). En efecto, examinando un
suceso, no podremos saber, con solo la reflexión, con sola la razón, cuáles serán sus efectos. Luego
necesitaremos de la experiencia. La experiencia nos induce a esperar efectos semejantes a los observados con
anterioridad, pero es imposible demostrar, saber con seguridad que el futuro será como el pasado, conocer el
principio de uniformidad de la Naturaleza. Luego es impulso, esa esperanza inducida por la costumbre no nos lleva
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al conocimiento, sino a la mera creencia que, por muy probable que sea, nunca será algo seguro.
La creencia
De lo visto antes, sobre cuestiones de hecho sólo podremos tener conocimiento seguro si lo sentimos, pero las
inferencias sobre las cuestiones de hechos son inseguras. Pero esa creencia nos permite hacer predicciones
fiables, pero no seguras.
La creencia es un sentimiento peculiar, que acompaña a una asociación de ideas, asociación que se impone a la
mente. Esa creencia se basa en un hábito a esperar que acontecimientos que hasta ahora han acompañado a otros
lo sigan haciendo. Por ejemplo, siempre que me he acercado al fuego, me he quemado, y eso causa el hábito de
esperar quemarme si me acerco al fuego. La creencia es un sentimiento vivísimo, que me hace aparecer la
quemadura como algo tan real y evidente como si se tratara de una impresión. Al ver el fuego (impresión), creo
muy vívidamente que me quemaré (esa creencia es tan vívida, que la doy por segura, como si estuviera teniendo la
impresión de la quemadura, y obro en consecuencia, retirando la mano del fuego. Esas creencias, aunque sean
inseguras, cumplen la función de guiar mi vida de manera casi instintiva, preservando mi supervivencia.
La ciencia
Aunque no lo estudia sistemáticamente, podemos decir que, para Hume:
Las Matemáticas son relaciones de ideas (ideas de números, figuras, etc) y su verdad se decide por
demostración, comparando las ideas que relacionamos en las proposiciones matemáticas. Es digno de nota que la
concepción humeana de las matemáticas es psicologista.
La Física, que estudia hechos y busca dar con las leyes que los rigen, para servirnos de guía en nuestra vida
haciendo previsiones probables, no es una ciencia segura, pues se basa en el principio de uniformidad de la
Naturaleza, y no es seguro. Por tanto, las leyes de la Física son probables.
La Metafísica no es considerada como ciencia, sino una actividad abstrusa, dogmática y que conduce a la
superstición. De hecho, Hume niega que podamos demostrar ni siquiera la existencia del mundo exterior. Este
escepticismo conduce a Hume a limitar la capacidad de nuestro entendimiento, y a evitar cuestiones, problemas
abstrusos. Así, niega que los términos como sustancia o yo tengan significado, pues a su base no hay ninguna
impresión.
3.- Ética, Política y Religión
La Ética de Hume es emotivista, rechazando que la ética se funde en la razón, porque la razón es incapaz de
mover al hombre (lo que nos mueve es la pasión o el sentimiento) y porque el bien y el mal morales, la virtud y el
vicio no son relaciones de ideas ni cuestiones de hecho, y esto es lo único de lo que se puede ocupar la razón. Así
pues, las valoraciones morales no derivan de la razón, sino del sentimiento. Tan convencido está de ésto, que
observa que todos los sistemas morales que ha examinado y que pretenden demostrar sus juicios morales
basándolos en la razón cometen la que se conoce como la falacia naturalista (que consiste en concluir un juicio
moral o de valor a partir de juicios sobre hechos naturales, en concluir el deber ser a partir del ser). De hecho,
nuestros juicios morales se basan en la aprobación o desaprobación que nos causan los hechos juzgados. Y
solemos aprobar lo útil a la colectividad. Puesto que a aprobación es una emoción (una impresión de la reflexión),
su Ética es emotivista y, evidentemente, utilitarista.
Su teoría política es, también utilitarista. La sociedad humana es explicada porque es útil, y no por ninguna
otra razón trascendente. El poder es un hecho, y no se puede legitimar en ningún derecho natural o divino, sino en
su utilidad.
En cuanto a su filosofía de la religión, Hume critica toda prueba de la existencia de Dios, pues rechaza toda
demostración a priori, como la de S. Anselmo, y también cualquier demostración a posteriori, como las de Sto.
Tomás, pues se basan en el principio de causalidad, incierto, como hemos visto. Hume, desde este escepticismo,
describe las religiones, y observa que nacen de supersticiones y dogmatismos, aunque tienen buenos efectos,
como asentar buenas costumbres sociales.
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