LOS PECADOS CAPITALES

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LOS PECADOS CAPITALES
NOCIONES GENERALES
Los pecados capitales son hábitos o malas inclinaciones que conducen a toda clase de vicios
y desórdenes. Son siete: Soberbia, Avaricia, Lujuria, Ira, Gula, Envidia y Pereza.
Se llaman capitales porque la palabra capital procede del latín caput que significa cabeza o
fuente. Es decir, son cabeza y fuente de todos los demás pecados.
La raíz común de los siete pecados capitales es el egoísmo, que antepone los propios gustos
y caprichos a la ley de Dios.
VIRTUDES CONTRARIAS A LOS SIETE PECADOS CAPITALES
Hay siete virtudes contrarias que deben practicarse contra los siete pecados capitales:
Contra la soberbia, humildad.
Contra la avaricia, generosidad.
Contra la lujuria, castidad.
Contra la ira, paciencia.
Contra la gula, templanza.
Contra la envidia, caridad.
Contra la pereza, diligencia.
MEDIOS PARA LUCHAR CONTRA LOS PECADOS CAPITALES
Para luchar contra los pecados capitales, es necesario practicar los siguientes medios:
 Rezar, porque sólo con el auxilio de Dios se podrá vencer.
 Hacer sacrificios. En las comidas, en las bebidas, en la imaginación, en los sentidos, en
los deberes cotidianos, etc.
1. SOBERBIA.
Es el amor desordenado de sí mismo, induce a la persona a estimarse más de lo que en
realidad es.
Algunos pecados derivados de la soberbia son:
 Presunción. Consiste en emprender cosas superiores a nuestras fuerzas.
 Vanagloria. El deseo desordenado de la propia alabanza y gloria.
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 Ambición. Consiste en el amor desordenado de la honra, de poseer dignidades y de
mandar sobre los demás.
 Vanidad. Se manifiesta en el amor desordenado de la buena estima de los demás.
 Hipocresía. Consiste en disimular los propios defectos y fingir cualidades que no se
poseen.
 Desobediencia. Consiste en rehuir a la Ley de Dios, a la Ley de la Iglesia y a los
preceptos lícitos de los superiores o padres.
 Jactancia. Es hablar desordenadamente de las propias excelencias.
 Pertinacia. Es aferrarse excesivamente a los juicios propios opinables.
 Ostentación. Consiste en hacer alarde de riquezas, bienes, fortaleza, poder,
hermosura o inteligencia propias.
 Altanería. Consiste en hablar del prójimo con desprecio.
Existen varios defectos que tienen su origen en la soberbia, como son: la autosuficiencia,
la susceptibilidad, el perfeccionismo, etc.
CÓMO LUCHAR CONTRA LA SOBERBIA
Contra la soberbia se debe luchar practicando la virtud de la humildad. Esta virtud
modera la desordenada inclinación de la propia excelencia, dando el preciso conocimiento
de nuestra pequeñez delante de Dios.
MANIFESTACIONES DE LA SOBERBIA
La persona que habitualmente se deja llevar por la soberbia, cree tener la razón en
todo lo que dice o hace; actúa como si Dios no existiera; jamás agradece los favores que le
hacen; es impaciente ante los demás; quiere ser el primero en todo y dominar a su prójimo;
casi siempre está de mal humor; es muy conflictivo; no acepta los consejos de los demás
porque se cree intachable; vanidoso, egoísta, autosuficiente; nunca tiene paz en el alma; se
jacta de sus cualidades y bienes; no reconoce a Dios como único principio y último fin; se
siente el centro de todo; se rebela ante los preceptos de Dios, de la Iglesia, de los
superiores, etc.
EFECTOS DE LA SOBERBIA
Los efectos que produce la soberbia son:
 Provoca dimensiones en las familias, en el trabajo, en el deporte.
 Es origen de muchos pecados.
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 Priva de la gracia de Dios, porque el da abundantemente gracias a los humildes y las
niega a los soberbios.
 Conduce al egoísmo.
 Causa gran tristeza y soledad en el alma.
 Induce a la mentira y al disimulo.
 Provoca corazones duros, rígidos e inflexibles.
 Lleva a no pedir perdón ni a Dios ni al prójimo.
 Conduce a la lujuria.
 Hace al soberbio sentirse único y singular.
 Provoca odio, ira y discordia.
REMEDIOS PARA DOMINAR LA SOBERBIA
Algunos remedios que se pueden poner para dominar la soberbia son:
 Rezar. Porque la oración ayuda a pensar en Dios y en el prójimo.
 Contemplar la humildad de Jesucristo Nuestro Señor “Aprended de mí que soy manso
y humilde de corazón” (San Mateo 11,29).
 Imitar la vida de la Virgen María.
 Agradecer a Dios por la vida que nos ha dado (un beneficio inmenso porque el que
nunca le daremos las gracias suficientes).
 Reconocer que Dios es la causa de todo lo bueno y que por consiguiente a él
pertenece toda la honra y toda la gloria.
 Hacer muchos actos de contrición para pedir perdón a Dios por los pecados
cometidos.
 Olvidarse de sí mismo y pensar en cómo podemos ayudar a los demás.
 Hacer examen de conciencia con el fin de conocerse sinceramente. ¿Cómo soy? ¿Cuál
es mi principal defecto?
 Aceptar con agrado las correcciones que los demás nos hacen.
 Obedecer con prontitud y agrado los mandatos recibidos de los superiores.
 No tener miedo al ridículo, ni al qué dirán.
 Pedir perdón a los demás ante alguna falta conocida.
 Servir desinteresadamente y con alegría a toso los que nos rodean.
 No buscar un trato especial.
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No ponerse como ejemplo en las conversaciones.
Hablar siempre bien de todos.
No dar tanta importancia a las humillaciones recibidas. Saber olvidarlas.
Vivir la caridad con todas las personas.
Ser dócil para aprender cosas buenas de los demás.
Acudir con frecuencia a los Sacramentos de la Confesión y de la Eucaristía.
La soberbia es reina de todos los vicios (San Gregorio Magno).
CONTRA LA SOBERBIA, HUMILDAD
Imitemos a la Santísima Virgen que en su profunda humildad exclamó ante el
Arcángel San Gabriel en el momento de la anunciación: “He aquí a la sierva del Señor,
hágase en mí según tu palabra” (San Lucas 1, 38). Luchemos diariamente por vivir la
virtud de la humildad, porque es fundamento y guarda de todas las virtudes (San
Bernardo, Sermón I).
1. AVARICIA.
Es el deseo desordenado de poseer bienes o riquezas. Los pecados derivados de la
avaricia son:
 Dureza de corazón. Consiste en ir exclusivamente detrás del dinero, sin importar con
frecuencia las necesidades del prójimo.
 Injusticia violenta. Es la manera brutal que se utiliza para adquirir dinero, joyas,
autos, objetos, etc.
 Fraude. Engaño que se hace al prójimo por medio de la venta de cosas inservibles o el
aumento innecesario de los precios en el comercio.
 Perjurio. Juramento falso y sin necesidad para conseguir bienes.
 Traición. Consiste en quebrantar la lealtad que debe existir ante los contratos y
negocios.
 Tacañería. Se refiere a no gastar en las cosas necesarias o realizar algunos gastos
indispensables, con excesiva resistencia.
El avaro comete pecado mortal cuando quebranta gravemente la justicia como: robos,
usura, engaños, fraude, etc. El pecado es venial cuando se opone sólo a la generosidad.
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CÓMO LUCHAR CONTRA LA AVARICIA
Contra la avaricia se debe luchar practicando la virtud de la generosidad. Esta virtud
nos inclina a socorrer a cualquier persona, de modo especial a los pobres, tratando de
ayudarles a sus necesidades espirituales y materiales.
MANIFESTACIONES DE LA AVARICIA.
La persona avara, habitualmente, tiene un afán desmesurado de poseer riquezas con
el fin de atesorarlas y de esta manera poder sentirse segura de sí misma: en ocasiones,
adquiere bienes terrenos a través de medios injustos (fraudes, traiciones, etc.) pone su
corazón en esos bienes, al grado de despreciar los espirituales y eternos; no socorre a los
pobres en sus necesidades porque no desea gastar su dinero.
EFECTOS DE LA AVARICIA.
Los efectos que produce la avaricia son:
 Inquietud del alma. Por el cuidado superfluo que tiene de adquirir y conservar
riquezas.
 Gran temor hacia el futuro. El avaro no cree que no tendrá le necesario para subsistir.
 Desconfianza. Porque en lugar de poner su confianza en la Providencia Divina, la pone
en sus riquezas.
 Una especie de Idolatría. Considera sus bienes como fin de su vida, <adorando> el
dinero como a un ídolo.
 Tiranía. En muchas ocasiones, quien dispone de cuantiosas sumas de dinero, goza de
un poder e influencia muy grandes que degeneran en esta mala inclinación.
REMEDIOS PARA DOMINAR LA AVARICIA
Para dominar la avaricia es preciso poner los siguientes remedios:
 Meditar la vida de Jesucristo Nuestro Señor que desde su nacimiento hasta su muerte
en la Cruz, vivió la pobreza <el cual siendo rico se hizo pobre por nosotros> (II
Corintios 8, 9).
 Meditar acerca de la inanidad que trae consigo la acumulación de bienes, estos se
acaban y no podremos llevarlos a la otra vida. <No queráis amontonar tesoros para
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vosotros en la tierra… atesorad más bien para vosotros tesoros en el cielo> (San
Mateo 6, 19-20).
 Pensar que las riquezas no son el fin de nuestra vida, sino medios que Dios nos da
para remediar nuestras necesidades y las de nuestro prójimo.
 Realizar muchas obras de misericordia (visitar a los enfermos en algún hospital o en
sus casas, ayudándolos con medicinas, servicios, dinero; asistir a los pobres con
despensas, cobijas, ropa; visitar asilos, orfanatorios, cárceles; dar nuestro tiempo a los
demás; aconsejar, comprender, consolar, etc.
 Promover obras sociales, ejercitando la virtud de la solidaridad. Por ejemplo, dando
algunas becas para estudiantes de pocos recursos; sostener algún patronato donde se
promuevan obras de beneficencia; cuando se tienen posibilidades crear fuentes de
trabajo; impulsar centros educativos, iniciativas culturales y medios de comunicación
realmente orientados, etc. <Los deberes de justicia y de caridad se cumplen, cada vez
más contribuyendo personalmente al bien común según la propia capacidad y la
necesidad ajena> (Concilio Vaticano II, Constitución Gaudium et Spes, n. 30).
CONTRA LA AVARICIA, GENEROSIDAD.
El nacimiento de Jesucristo, es una lección elocuente de generosidad y de entrega sin
límites, pues él que es Dios verdadero, el Creador de todas las cosas del universo, se hizo
pobre por nosotros naciendo en una cueva de Belén.
Aprendamos a ser parcos con nosotros mismos y ser muy generosos con los demás. La
riqueza de un hombre puede liberar de la miseria a un gran número de pobres, sino lo impide
la tacañería y la avaricia. (San Gregorio de Nisa, Sermón I, sobre el amor a los pobres).
3. LUJURIA
Es la inclinación desordenada a los placeres sexuales. Los pecados derivados de la lujuria
son:
 Fornicación. Cuando el acto sexual se realiza entre personas no casadas y con
consentimiento mutuo.
 Adulterio. Es el acto carnal entre dos personas no unidas en matrimonio entre sí, de
las cuales una, al menos, es casada. Puede ser simple cuando solamente una de las
dos personas es casada y doble cuando los dos lo son.
 Incesto. Acto sexual realizado entre consanguíneos (hermano y hermana, padre e
hija…)
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 Prostitución. Acto sexual realizado por dinero o por otros intereses.
 Homosexualidad. Acto sexual realizado entre personas del mismo sexo. Se llama
lesbianismo o safismo cuando se realiza mujer con mujer.
 Bestialidad. Acto sexual realizado con animales.
 Masturbación. Acto deshonesto realizado con el propio cuerpo; también se le llama
vicio solitario.
 Onanismo. Interrupción del acto sexual para derramar el semen fuera del lugar
debido.
 Estupro. Acto sexual utilizando la violencia.
 Rapto. Acto sexual realizado con una mujer a la que se secuestró.
 Sodomía. Acto sexual realizado de modo contrario a la naturaleza.
La Iglesia enseña que los pecados de lujuria realizados consciente y voluntariamente son
pecados mortales; no existe parvedad de materia, es decir, que por sí mismos constituyen
siempre pecado mortal. En cambio el uso natural de la capacidad de generación dentro del
matrimonio es una realidad querida y bendecida por Dios.
También existen otras situaciones y pecados que son causa o efectos de los anteriores
(las conversaciones impuras, las lecturas de revistas o libros pornográficos, los bailes
indecentes, la asistencia de películas o espectáculos licenciosos, las manifestaciones de
afecto desordenado, las malas miradas, las modas provocativas).
CÓMO LUCHAR CONTRA LA LUJURIA
Contra la lujuria, se debe practicar la virtud de la castidad. Esta virtud, llamada
también Santa Pureza, regula la búsqueda del deleite sexual según el dictamen de la recta
razón ayudada por la fe. El sexo se ordena al matrimonio y éste a la procreación de modo
primario y esencial.
CONSECUENCIAS QUE TRAE DE LA LUJURIA
La lujuria trae consigo muchas y graves consecuencias, por ejemplo, hace perder el
gusto por la religión. La inteligencia se ciega, se oscurece con nuestro fin último, conduce a
la obsesión, porque busca a toda costa el deleite carnal; vuelve a las personas muy egoístas,
tímidas y tristes; puede ocasionar enfermedades psíquicas y venéreas; produce apego a los
bienes terrenos; la voluntad se adormece; inclina a una inconstancia en los quehaceres
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personales; rebaja al hombre a una condición inferior a la de los animales; arrastra a otros
pecados: pereza, soberbia, intemperancia.
REMEDIOS PARA DOMINAR LA LUJURIA
Los remedios que se deben poner para dominar la lujuria son:
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Rezar mucho para pedir a Dios el don de la castidad.
Huir de las tentaciones y ocasiones próximas a pecar.
Acudir con frecuencia a los Sacramentos de la Confesión y de la Eucaristía.
Vivir la templanza en las comidas y bebidas, dando al cuerpo algo menos lo necesario.
Cuidar los detalles en la modestia y en el pudor.
Controlar la imaginación sobre temas impuros.
Mantenerse ocupado todo el día para evitar la ociosidad y la pereza.
Guardar los sentidos, principalmente la vista, porque a través de ella pueden entrar
muchas cosas sucias.
Desechar la lectura de libros, revistas y diarios inconvenientes.
Evitar acudir a espectáculos (cine, teatro, televisión) cuando tienden a ser
pornográficos.
Hacer deporte.
Vivir la higiene.
Ser sinceros ante Dios, con nosotros mismos y en la dirección espiritual para no
engañarnos. Es preferible hablar <antes> que <después> con el sacerdote, sobre las
tentaciones de impureza que tenemos.
Olvidarse de sí mismo y pensar en servir a los demás.
Esforzarnos por aumentar nuestra devoción a la Santísima Virgen María, Madre
Inmaculada.
Cuidar ciertas posturas al sentarse o dormir para evitar tentaciones.
CONTRA LA LUJURIA, CASTIDAD
Es digna de ser amada la belleza de la castidad, cuyo paladeo es más dulce que el de la
carne, pues la castidad encierra un fruto muy suave y es la belleza sin mancha de los Santos.
La castidad ilumina la mente y da salud al cuerpo (San Isidoro, sobre el bien supremo II, 1,
9).
Pidamos a la Santísima Virgen, Inmaculada Concepción, <bella como la luna,
resplandeciente como el sol> (Cantar de los cantares, 6, 10) que nos ayude para vivir la
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LOS PECADOS CAPITALES
virtud de la castidad a través de una lucha continua y de una afirmación cotidiana al amor
de Dios.
4. IRA
Es el apetito desordenado de la venganza. Los pecados derivados de la ira son:
 El odio. Consiste en desear el mal al prójimo, ya sea porque es enemigo o bien porque
resulta su presencia.
 La maldición. Cualquier palabra que expresa un mal deseo al prójimo.
 La venganza. Devolver un mal a otro por algún daño recibido.
 El furor. Consiste en manifestar mucha cólera al prójimo.
 La contumelia. Pronunciar palabras injuriosas contra el prójimo para dañar su honor.
 La blasfemia. Estriba en decir palabras injuriosas contra Dios, la Virgen, los Ángeles,
los Santos o la Iglesia Católica.
 El rencor. Resentimiento tenaz que se conserva de una ofensa, con resistencia para
perdonar.
 La impaciencia. Consiste en enojarse por no resistir los males propios o ajenos.
La ira puede ser pecado mortal o venial. Es mortal cuando se desea el castigo a quien
no lo merece, o más de lo que se merece, porque se quebranta la caridad y la justicia. Es
venial cuando existe arranques espontáneos de mal humor debido a las circunstancias; o
cuando los movimientos de odio no son deliberados.
Jesucristo enseña: todo aquel que se encoleriza con su hermano sin razón, sujeto
estará a condena y el que dijera a su hermano raca, reo será del sanedrín y el que le dijere
necio, reo será del fuego del infierno. (San Mateo 5,22)
CÓMO LUCHAR CONTRA LA IRA
Se debe luchar practicando la virtud de la paciencia. Esta virtud ayuda a sufrir sin
tristeza de ánimo los males presentes, propios o ajenos. <Sea todo hombre pronto para
escuchar pero detenido en hablar y refrenado en la ira> (Santiago 1, 19).
MANIFESTACIONES DE LA IRA
La persona irascible, suele manifestar diversos grados de ira. Ante una contrariedad
muestra impaciencia, muchas veces a través del mal humor, acompañado o no de caras
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largas y modales bruscos; pueden venirle también un arrebato en el que se irrita
desmedidamente, manifestando su desagrado con gestos desordenados; en ocasiones con
violencia, no sólo de palabras sino también con golpes; puede llegar al furor que degenera
más tarde en el odio y venganza, a tal grado de desear la muerte del otro.
EFECTOS DE LA IRA
Por mal carácter, las actitudes carentes de afabilidad y los exabruptos, producen en el
iracundo los siguientes efectos:
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Se encuentra solo, en la soledad del egoísmo.
Es un amargado y resentido.
Se encuentra en eterno descontento.
Por su rigidez, cierra el camino hacia la misericordia.
Se mantiene en un estado de tristeza permanente.
Deja en los que rodean mucho descontento, amarguras, heridas que quizá nunca se
cierran, lamentos, corazones cerrados con indiferencia, frialdad, resentimientos y
desconfianza.
 El pecado de ira nos aparta de Dios y nos lleva a cometer otros muchos pecados.
REMEDIOS PARA DOMINAR LA IRA
Para remediar la ira es conveniente:
 Considerar el ejemplo de Jesucristo Nuestro Señor y sus palabras: <Aprended de mí
que soy manso y humilde de corazón> (San Mateo 11, 29); <Amad a vuestros
enemigos, haced el bien a los que os aborrecen> (San Mateo 5, 44). Llamó amigo a
Judas Iscariote en el mismo momento en que lo entregaba para ser juzgado.
 Para no admitir odio ni rencor, conviene pensar en el juicio que sigue a la muerte, en
el que necesitaremos de mucha misericordia de Dios.
 Pedir a Dios nos ayude a ser pacientes ante los problemas. Ya San Pablo decía a los
romanos: nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce la
paciencia, la paciencia la virtud probada y la virtud probada, la esperanza, esperanza
que no defrauda (Romanos 5, 3-4).
 Llevar las contrariedades de la vida diaria sin quejas).
 Perdonar siempre cualquier agravio, olvidando las injurias.
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LOS PECADOS CAPITALES
 Para saber perdonar las ofensas, debemos tener presente que si perdonamos las
ofensas ajenas, Dios nos perdonará las nuestras y nos ennoblecemos al imitar a Dios
que perdonó y sigue perdonando a los pecadores.
 Comprender los defectos ajenos.
 Evitar los malos recuerdos del pasado para no volverse a enojar.
 Recordar que todos somos hijos de un mismo Padre celestial; así al rezar el padre
nuestro decimos: perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a
los que nos ofenden.
 Reflexionar antes de actuar o decir algo peyorativo.
 Callar cuando se siente la indignación.
 Rechazar cualquier inclinación al pesimismo, a la amargura, a la envidia o a los celos.
 Si caímos en un pecado de ira, reparar de inmediato con un acto de contrición y de
mansedumbre.
 Luchar por vivir habitualmente la serenidad, la alegría, la comprensión, el buen
humor, la sonrisa…, en una palabra la caridad.
CONTRA LA IRA, PACIENCIA
La Coronación de espinas fue uno de los tantos padecimientos que sufrió Jesucristo;
después de haberle azotado con ira, los soldados improvisaron una corona de espinas y se la
colocaron sobre su cabeza hasta hacerle brotar sangre y Jesús callaba.
Aprendamos de Cristo que sufrió por nosotros durante su pasión y muerte,
manifestando una paciencia infinita hacia aquellos que lo maltrataron. La virtud de la
paciencia, sabe soportar todo con un corazón magnánimo (Casiano, Instituciones, 7).
5. GULA.
Es el apetito desordenado de comer y beber. Los pecados derivados de la gula son:
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En la comida. Comer fuera de hora y sin necesidad, con voracidad y glotonería, en
cantidades excesivas, o bien, ingerir alimentos muy refinados y cuidadosamente
condimentados para buscar mayor deleite.
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En la bebida. Tomar con exceso bebidas alcohólicas por puro placer o con el fin de
cometer otros pecados; tales como fornicar, robar, etc.
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La gula puede ser pecado mortal o venial. Es mortal cuando se ocasiona voluntariamente
un daño a la salud; cuando se pierde el uso de razón en el caso de la embriaguez total;
cuando supone un despilfarro grave o cuando se causa grave escándalo a los demás. Es
venial cuando lleva al deleite de comer y beber inmoderadamente pero sin caer en los
excesos graves expuestos anteriormente y sin que se quebrante algún precepto de
importancia.
CÓMO LUCHAR CONTRA LA GULA
Contra la gula se debe practicar la virtud de la templanza. Esta virtud enriquece la
voluntad y la inclina a refrenar los diferentes apetitos sensitivos hacia los bienes deleitables
contrarios a la razón. Los bienes deleitables son: el placer de comer y el sexual; el primero
está vinculado a la conservación del individuo, el segundo al de la especie. Estas tendencias
no son malas en cuanto logran sus bienes deleitables dentro del orden racional, es decir,
dentro de la consecución de sus fines respectivos para los que han sido constituidos por
Dios, de acuerdo con el ser y actividad del hombre.
El pecado o desorden en este campo, consiste en el uso de los goces de tales tendencias
contra los fines naturales o bien, con exceso o fuera de la medida necesaria para la
consecución de los mismos.
La templanza se puede manifestar de distintas maneras, una de ellas es la sobriedad.
Misma que mantiene en su justa medida moral el gusto por la comida y la bebida.
EFECTOS DE LA GULA
Los efectos que producen la gula son:
 La alegría necia, la bufonería, la impureza, las palabras necias y el embotamiento de la
mente (Sto. Tomás de Aquino, 2-2, q. 148 a.5).
 Por el apetito desordenado en el comer y beber, se ocasionan daños al cuerpo y al
alma (debilitamiento de la voluntad y torpeza de la mente).
 Provoca escándalo y malos ejemplos a los demás.
 Es una de las puertas por donde entra la lujuria y la inmundicia (vómitos y malestares
físicos digestivos).
 Provoca la locuacidad en algunas personas, principalmente en la embriaguez que lleva
a decir chistes o bromas de mal gusto y de poca educación.
 Debilita la vida intelectual y moral.
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LOS PECADOS CAPITALES
 La embriaguez puede traer consecuencias graves tanto para el alma como para el
cuerpo (la cirrosis hepática, indigestiones, pesadez física, aceleración de la muerte).
 Muchas veces pone en peligro el patrimonio familiar por los gastos indebidos.
REMEDIOS PARA DOMINAR LA GULA
Los remedios que se pueden poner para dominar la gula son:
 Meditar las palabras que enseña Jesucristo Nuestro Señor <si alguno quiere venir en
pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame> (San Mateo 16, 24).
 Hacer pequeños sacrificios o mortificaciones para fortalecer la voluntad; así con esta
práctica espiritual, se dejará por amor a Dios, algo que nos gusta y se aceptará aquello
que desagrada a la inteligencia o a los sentidos.
 Saber huir de las ocasiones peligrosas y de las malas compañías, principalmente si se
trata con lo relacionado al alcohol.
 Pedir ayuda a Dios para vivir la sobriedad.
 Levantarse de la mesa –al comer- con cierta sensación de levedad y vigor, quedarse
con un poco de hambre.
 Consultar a un buen doctor para moderar el apetito, ni de más ni de menos.
 A manera de ejemplo, los pequeños sacrificios que podríamos hacer en cada comida
(retrasar con un vaso con agua, no ponerle azúcar al café algún día, servirse una
cucharada más de aquel platillo que no nos gusta, etc.).
 Si se tuvo la desgracia de contraer el vicio el alcohol, el remedio eficaz es la total
abstención. Con la ayuda de Dios, del médico y de algún grupo dedicado a este tipo de
ayuda, podrá lograrlo.
 Beber una o dos cervezas o una copa de vino no es malo, el desorden radica en el
exceso.
 Comer con intención recta y sobrenatural, no como los animales que no buscan sino
la satisfacción de su apetito. Es necesario comer para poder trabajar más y mejor y
servir más a Dios y a los demás. San Pablo aconseja: ya comiereis, ya bebiereis,
hacedlo todo para la gloria de Dios. (I Corintios 10, 31).
 Las personas que sólo piensan en comer y beber, deben recordar que existen muchos
pobres que casi no comen; este pensamiento les llevará a ser generosos entregando
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una porción de su propia comida a estas personas (pero que no sean los
desperdicios).
No seas insaciable ante cualquier clase de comida, no seas gotón al comer (Eclesiástico
37, 32).
No hay que buscar lo superfluo, ni mimar el cuerpo más de lo que sea necesario para que
sirva al alma (San Basilio, Discurso a los jóvenes).
CONTRA LA GULA, TEMPLANZA
Tomó entonces Pilato a Jesús y mandó a azotarle (San Juan 19, 1). Cada golpe que
recibió Jesús, lo aceptó por amor a nosotros. Su espalda y su pecho quedaron convertidos
en una gran llaga. ¿No es verdad que seguimos siendo sus verdugos cuando cometemos
algún pecado?
Cada pecado nuestro necesita ser reparado ¿cómo? Con un constante espíritu de
penitencia y de mortificación en las comidas y bebidas, pues la penitencia purifica el alma,
eleva el pensamiento, somete la carne propia al espíritu, hace al corazón contrito y
humillado, disipa las nebulosidades de la concupiscencia, apaga el fuego de las pasiones
(San Agustín, Sermón 73).
6. ENVIDIA.
Es la tendencia a entristecerse por el bien ajeno, en cuanto rebaja nuestra gloria y
excelencia. Los pecados derivados de la envidia son:
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Tristeza. Es afligirse al ver el bien ajeno.
Odio. Deseo de un mal al prójimo.
Detracción. Consiste en denigrar la fama de los demás, hablando mal de ellos.
Calumnia. Cuando se le atribuye
La envidia puede ser pecado mortal o venial. Es mortal cuando se opone directamente a
la caridad, que manda nos alegremos bien del prójimo, cuanto mayor es el bien que se
envidia, más grave es el pecado. Es venial cuando el sentimiento es poco advertido y poco
voluntario.
CÓMO LUCHAR CONTRA LA ENVIDIA
Contra la envidia se debe luchar practicando la virtud de la caridad. La caridad nos
lleva a amar a Dios por encima de todas las cosas y al prójimo por amor a Dios.
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LOS PECADOS CAPITALES
MANIFESTACIONES DE LA ENVIDIA
Como la envidia procede de la soberbia, el envidioso no desea tener superiores ni
rivales; se entristece al ver que a su alrededor hay quienes tienen muchas virtudes o bienes
materiales que él no tiene; le molesta ver que otros alcanzan triunfos y éxitos; le inquieta oír
alabanzas que se hacen a otros, de tal manera, que tratan de atenuar eso elogios hablando
mal de los alabados; si descubre alguna falta o pecado en el prójimo, lo propaga enseguida,
aumentándolo; como no puede negar que su contrario es superior a él, le quita méritos y lo
empequeñece; demostrando así que es pusilánime y pobre de espíritu; no tiene un juicio
recto para amar la verdad. Empieza por envidiar los bienes ajenos y si no rechaza estos
malos impulsos, acaba odiando a su prójimo.
EFECTOS DE LA ENVIDIA
Los efectos que produce la envidia son:
 Provoca angustia y falta de paz en el alma, porque el envidioso no consigue dominar a
sus contrarios.
 Es fuente de odio, como el que tuvieron a José, sus propios hermanos (cfr. Génesis 37,
4).
 Destruye la fraternidad y con frecuencia corrompe la amistad. La Sagrada Escritura
dice: el hombre es envidiado por su propio compañero (Eclesiástico 4, 4).
 Produce corazones secos, entenebrecidos, pobres y sin capacidad para amar. Pues
donde existen envidias y espíritu de contienda, allí hay desconcierto y toda clase de
maldad (Santiago 3, 16)
 Provoca resentimientos y heridas profundas. Así lo vemos con el rey Saúl: Irrítose
mucho Saúl y le disgustó el suceso, pues decía ‘dan miríadas a David y a mí millares;
sólo le falta ser rey’. Y desde aquel día en adelante miraba Saúl a David con ojos de
envidia (I Samuel 18, 8-9).
 En ocasiones, el envidioso realiza trabajos excesivos con el fin de no ser alcanzado por
nadie.
 Lleva a reír y a gozar ante las adversidades del prójimo.
 Tiende a sembrar divisiones entre familiares o conocidos por no aceptar su condición
social o económica.
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 Ataca con palabras y obras al que ha conseguido triunfos y éxitos profesionales o
bienes materiales.
 Puede llegar al crimen, a la manera de Caín que mató a su hermano, o como los
fariseos que crucificaron a Jesucristo (cfr. San Mateo 27, 18).
No seamos ambiciosos de vanagloria, provocándonos los unos a los otros y
recíprocamente envidiándonos. (Gálatas 5, 26).
REMEDIOS PARA DOMINAR LA ENVIDIA
Los remedios para dominar la envida son:
 Recordar que todos somos hermanos, miembros del cuerpo Místico, cuya cabeza es
Cristo y las buenas cualidades de unos redundan en los otros, es por eso que debemos
alegrarnos al ver el bien ajeno como si fuera propio.
 Rezar para pedir a Dios un corazón grande y rebosante de generosidad.
 Meditar acerca de la entrega total y generosa de Jesucristo Nuestro Señor, de la
Virgen María y de todos los santos.
 Servir a los demás desinteresadamente para no pensar en sí mismo.
 Practicar las obras de misericordia corporales y espirituales.
 Ver al prójimo, sea el que sea, como hijo de Dios y hermano nuestro; así
descubriremos nuestros valores y lo apreciaremos.
 Reflexionar antes para no dejarse llevar por cualquier movimiento de envidia.
 Fomentar la emulación (es un sentimiento bueno que nos mueve a imitar y aun a
superar, con la ayuda de Dios, las virtudes de nuestro prójimo. Es por eso que la
Iglesia nos muestra a los Santos para que los imitemos, animándonos a una santa
emulación.
CONTRA LA ENVIDIA, CARIDAD
Dios, en este mundo, padece frío y hambre en la persona de todos los necesitados,
como dijo él mismo: ‘Cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos,
conmigo lo hicisteis’. El mismo Dios que se digna a dar en el cielo quiere recibir en la tierra
(San Cesáreo de Arlés, Sermón 25, 1).
Aprendamos a vivir la caridad ejercitando las obras de misericordia temporales y
espirituales. La caridad produce gozo y alegría en el alma generosa.
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LOS PECADOS CAPITALES
7. PEREZA.
Es la tendencia a la ociosidad o al descuido de los propios deberes. Es también, un
debilitamiento de la voluntad que rechaza cualquier esfuerzo y trabajo que son necesarios
para poder cumplir las propias obligaciones. Los pecados derivados de la pereza son:
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Vagancia. Esto es, huir del trabajo.
Indolencia. Consiste en realizar los propios deberes con lentitud.
Negligencia. Actuar sin atención ni cuidado en los deberes propios o ajenos.
Pusilanimidad. Tener pequeñez de ánimo para realizar los deberes y cumplir con los
preceptos. Se opone directamente a la virtud de la magnanimidad.
Tedio. Se refiere a la desgana o repugnancia para cualquier cosa que cueste esfuerzo.
Inconstancia. Cambio de quehacer o de trabajo sin motivo suficiente.
Acedia. Disgusto por todas las cosas que se relacionan con Dios. Suele denominarse
también tibieza.
Divagación de la mente. Se refiere a pensar cosas ilícitas.
La pereza puede ser pecado mortal o venial. Es mortal cuando se omiten graves
obligaciones. Es venial, cuando no hay plena advertencia o pleno consentimiento.
CÓMO LUCHAR CONTRA LA PEREZA
Contra la pereza se debe luchar practicando la virtud de la diligencia. Esta virtud
mueve a las personas a obrar con esmero y con espíritu de servicio en los intereses propios
o ajenos.
MANIFESTACIONES DE LA PEREZA
Cuando el hombre se deja dominar por el placer de la vida o de la inconstancia,
aparece dicho pecado de muy diversas formas en el perezoso: pierde el tiempo sin hacer
nada, aparenta realizar muchas cosas pero no lleva a su fiel cumplimiento su obligación
concreta; escoge sus ocupaciones según el capricho del momento; realiza cualquier
actividad sin energía ni ánimo; ante cualquier pequeña dificultad que se le presenta, cambia
de trabajo; siempre está comenzando sin poner nunca las últimas piedras (no acaba bien lo
que comenzó); pasa los días entre dormir, sestear y descansar; inventa excusas tontas con el
fin de no cumplir sus obligaciones; tiene torpeza e indolencia en la guarda de los
Mandamientos y de sus deberes religiosos.
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EFECTOS DE LA PEREZA
Los efectos que produce la pereza son:
 Provoca malos pensamientos y malos deseos.
 Produce divagaciones de la mente hacia las cosas ilícitas.
 Acarrea muchos vicios consigo, porque la ociosidad es la madre de todas las miserias y
de los vicios (cfr. Proverbios 24, 31).
 Lleva a vivir a expensas de los demás (convierte al perezoso en un parásito), sin fruto
ni beneficio.
 Trae consigo el ser despreciado por todos.
 Daña a la familia, a la sociedad y a la Iglesia, porque no produce frutos ni temporales
ni espirituales.
 La vida del perezoso pierde sentido (se convierte en una persona inútil).
REMEDIOS PARA DOMINAR LA PEREZA
 Pedir ayuda a Dios para fortalecer la voluntad.
 Alejar los pensamientos inútiles.
 Reflexionar frecuentemente acerca de los males que acarrean la pereza (a sí mismo, a
la familia y a la sociedad).
 Seguir la idea popular "No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”.
 Tener en cuenta que el descanso consiste en realizar actividades que comporten
menos esfuerzo (buscar una afición, practicar un deporte, tocar un instrumento
musical, etc.) Así se evita el ocio.
 Hacer un buen examen de conciencia diariamente, puntualizando en qué cosas
podemos ser más diligentes.
 Levantarse diariamente en punto, en hora fija, sin conceder ni un minuto a la pereza
(cfr. Beato Josemaría Escrivá de Balaguer, Camino, n. 191).
 Acercarse a los Sacramentos de la Confesión y de la Eucaristía para vivir en gracia de
Dios y así poder vencer las negligencias.
 Seguir los consejos de un buen director espiritual.
 Luchar por aprovechar bien el tiempo, sabiendo que no es nuestro sino de Dios.
 Recordar que la pereza es una ofensa a Dios, porque lleva a omitir muchos actos
buenos que podríamos hacer.
 Empezar y terminar cualquier quehacer, hasta el último detalle. Luchar por ser
constantes y perseverantes.
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LOS PECADOS CAPITALES
 Tener presente que el trabajo nos ayuda a santificarnos y a santificar a los demás que
nos hace felices en esta tierra y en la otra.
 Controlar la imaginación sobre cosas ilícitas.
 Imitar la vida y el trabajo que realizó Jesucristo Nuestro Señor.
 Recordar las palabra de Jesucristo sobre la higuera (Dijo entonces el viñador: van ya
tres años que vengo en busca del fruto de esta higuera y no lo hallo; córtala ¿por qué
ha de ocupar la tierra en vano? Le respondió y dijo: déjala aun por este año que la
cave y la abone, a ver si da fruto para el año que viene, si no, la cortarás. (San Lucas
13, 7-9).
Y mientras estuvimos entre vosotros, os advertimos que el que no quiera trabajar no
coma (II Tesalonicenses 3, 10).
Eran nuestros sufrimientos los que llevaba, nuestros dolores los que le pesaban, mientras
nosotros le creíamos azotado, herido por Dios y humillado.
Ha sido traspasado por nuestros pecados, deshecho por nuestras iniquidades; el castigo,
precio de nuestra paz, cae sobre él y a causa de sus llagas hemos sido curados […] él que
llevaba los pecados de muchos e intercedía por los malhechores. (Isaías 53, 4-5, 12):
CONTRA LA PEREZA, DILIGENCIA
Por aquellos días partió María y se fue apresuradamente a las montañas de Judá. Y
habiendo entrado en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. (San Lucas 1, 39-40).
Aprendamos de la Santísima Virgen, a vivir el espíritu de servicio con diligencia. La
palabra diligente viene del verbo diligo, que es amar, apreciar, escoger como fruto de una
atención esmerada y cuidadosa. No es diligente el que se precipita, sino el que trabaja con
amor, primorosamente. (Beato Josemaría Escrivá de Balaguer, Amigos de Dios, 81).
Es señal manifiesta de amor a Dios, la prontitud en la observancia de los
mandamientos divinos y en socorrer con prontitud y diligencia al prójimo.
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