Seminario Internacional: A las Raíces de la Experiencia Consciente, entre fenomenología, neurociencia y meditación Universidad Alberto Hurtado, 13 y 14 de diciembre 2011 Relación introductoria “Meditación fenomenológica: una apertura para el mundo postmoderno” Ricardo Pulido Director Unidad Mindfulness Universidad Alberto Hurtado Estimados asistentes Muy buenos días a todos. En esta oportunidad queremos abrir un debate sobre la consciencia. Consciencia como la consciencia en acto que somos, es decir, el darse cuenta del vivir y no solo el vivir. Darse cuenta, una palabra que usamos casi sin reparar en su estatuto completamente diferente respecto a todo el resto de las cosas que existen en el universo. Consciencia no como una actividad cognitiva o como una función mental, sino como la posibilidad que hay en nosotros de experienciar el saber, el hecho que a cada momento estamos sabiendo. Veremos en estos días que la consciencia, lejos de ser un tema más de los múltiples temas que implican al ser humano, es El tema central de su existencia. La consciencia no es otro órgano más de nuestro cuerpo. Se piensa con demasiada facilidad que así como la vista es una función del ojo, la consciencia es una función del cerebro, pero si miramos detenidamente, al origen de la experiencia, podemos constatar que del cuerpo y sus órganos nos damos cuenta, de ellos hacemos experiencia. Por supuesto esto no significa en ningún modo, que la consciencia es entonces una res cogitans que habita en un cuerpo, tal como pensaba Descartes, sino más bien, como nos ha ensenado Husserl, lo que se muestra originariamente es la consciencia del cuerpo. Dos son las formas que la consciencia tiene para conocer, una es la teorética-objetivante, la otra es la experiencial. Del mismo modo, dos son las formas que tenemos nosotros para conocer la consciencia: el conocimiento transitivo, que se aplica para conocer objetos delimitados tal como procede el método científico, y el conocimiento autorreferencial, donde en el acto de conocer, la consciencia se conoce a sí misma. Estas dos formas de conocimiento deberían estar integradas. Sin embargo, en Occidente, a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, las formas experienciales han ido cediendo progresivamente el terreno a modalidades ya sea teoréticas u objetivantes. Precisamente en los albores de la Psicología, las escuelas se movían en dos grandes direcciones: quienes pensaban que era posible y necesario naturalizar las experiencias mentales en sus componentes fisiológicos, y quienes en cambio, como Brentano, buscaban constituir una Psicología cuyo dominio fuese justamente la consciencia y su intencionalidad. Esta segunda corriente perdió la batalla, y debo decir que se debió más bien a causas sociológicas y geopolíticas que a evidencias y argumentos decisivos. Lo cierto es que con el fin del introspeccionismo de Wundt, con el fin de la Psicología de la Gestalt y con la progresiva reducción de la Fenomenología de Husserl al mero estudio de textos, los intentos de exploración a partir de la experiencia en primera persona desaparecieron no solo de la Psicología, sino también de la Filosofía y, por ende, de casi todos los campos del saber: la consciencia, entendida como la experiencia en acto, es la gran ausente de la comprensión general de ser humano de los últimos 100 años. Lo que en cambio ha prosperado con gran vitalidad, es el esfuerzo por explicar la consciencia mediante la investigación del cerebro, hasta el punto que hoy por hoy es difícil construir conocimiento relevante (y publicar en revistas especializadas) si no se respaldan las ideas y descubrimientos con datos extraídos de las múltiples mediciones de la actividad cerebral. Con gran prosperidad están surgiendo nuevas disciplinas: neuro-ética, neuro-estética, neuro-teología, neuroeconomía, neuro-budismo e incluso, por contradictorio que parezca, neuro-catolicismo. O bien, otra tendencia dominante es el intento de la hermenéutica de reconducir la consciencia a una más de las tantas narraciones del mundo, y que encuentra a sus máximos exponentes contemporáneos en los marcos del Construccionismo Social y la Teoría Critica, sin caer en la cuenta que si toda nuestra experiencia no es más que un discurso, una narración del lenguaje, ¿cómo entonces podemos estar seguros que este mismo postulado no es otra narración?: aquello que en nosotros experiencia las narraciones no puede ser a su vez una narración. Este “aquello que en nosotros es capaz de experimentar las narraciones” (y por ende, de darles crédito) es para nosotros el campo de estudio de la consciencia. Dado que en occidente se ha perdido la huella experiencial, la vanguardia de las ciencias cognitivas ha ido y esta yendo a buscar nuevos métodos y estímulos allí donde la experiencia ha sido examinada y descrita de la manera más precisa y sistemática: en el dialogo entre Fenomenología Occidental y prácticas meditativas del Oriente. Como veremos, nuestro precioso compatriota F. Varela ha sido un auténtico pionero mundial en este ámbito. Quisiera hacer una precisión: lo que entendemos por meditación en esta sede, no tiene que ver con sus aplicaciones clínicas, terapéuticas o de desarrollo personal/espiritual, si bien estas aplicaciones puedan ser un instrumento extraordinario. De hecho aquí en la Universidad la estamos usando en su versión de Mindfulness con resultados impresionantes. Más bien, pensamos que la meditación sobre la consciencia y sobre el ser de la consciencia, es una autentica vía de conocimiento, y tiene un valor epistemológico y transformativo, tal como nos mostraran nuestros expositores. La experiencia de la consciencia puede ser un tema de estudio y de investigación en la academia en la medida que despeja falsas ideas y nos ofrece nuevos métodos de conocimiento. Por eso utilizo el termino “meditación fenomenológica” en el título de esta introducción, pues es a través de las prácticas meditativas, vividas en primera persona, que podemos acceder a las estructuras iniciales de la consciencia, no “privadas”, sino compartidas de manera intersubjetiva, impulsando de esta forma una auténtica “ciencia de la experiencia”, que como saben es el verdadero significado que Husserl le daba a la Fenomenología. Este es el motivo por el cual he organizado este seminario, para explorar de mejor manera esta realidad evidente, pero inaferrable transitivamente. Y he decidido hacerlo de una manera totalmente novedosa, invitando a dos expositores excepcionales que por dos días nos van a tener en el umbral de la apertura que significa ser conscientes, ahí donde las dos formas de conocimiento se tocan, se encuentran y normalmente se confunden. Quisiera subrayar que este tipo de seminario es realmente novedoso, en cuanto une dos habilidades excepcionales, una en el plano teorético filosófico y la otra en el plano experiencial. Y lo hace siguiendo una metodología que es absolutamente vanguardista en el mundo y que ambiciona continuar los desarrollos de la neurofenomenología de F. Varela. Para ello, escucharemos a Michel Bitbol, que es médico, físico y fenomenólogo, catedrático de Filosofía de la Ciencia en París y uno de los protagonistas de los encuentros del Mind & Life entre neurocientíficos y el Dalai Lama, encuentros que desde hace muchos años promueven el diálogo entre Budismo y ciencia occidental. Michel ha tenido la posibilidad de conocer y discutir con los más importantes exponentes del planeta tanto de la ciencia como de la meditación y en el curso de los años ha podio refinar un conocimiento profundo y sabiamente crítico. Y vamos a nutrir sus estímulos con los de Franco Bertossa, filósofo y maestro de meditación, fundador de la Asociación ASIA de Boloña, asociación que promueve un diálogo intenso con los mayores filósofos y científicos europeos, sobre la prioridad de la experiencia consciente y las modalidades para visitarla directamente. Franco es director del Centro Studi ASIA, donde a través del desarrollo de metodologías en primera persona, se indagan temas relacionados con la educación, la mente, el arte y la filosofía. Les agradezco profundamente por haber aceptado esta invitación y traernos esta posibilidad de adentrarnos en el doble conocimiento que representa la integración profunda entre teoría filosófica y fenomenología meditativa. Con ellos vamos a indagar cuales son las causas de esta doble modalidad del conocer, pero ahora quisiera decir unas pocas palabras sobre sus consecuencias. La tesis que quiero proponerles es que el modo de entendernos a nosotros mismos y, por tanto, el modo como entendemos nuestros aspectos mas profundos (como la consciencia y la interioridad humana) crea nuestras modalidades de mundo y nuestros estilos de vida. Hoy por hoy soplan los vientos de una crisis planetaria sin paragón. No es mi intención extenderme aquí, solo quiero mencionar que en el mundo ya se siente un profundo malestar, un malestar que viene gestándose desde la segunda mitad del 1850 y que llega a su apogeo en nuestra época, época donde la pregunta por la economía y el desarrollo tecnológico han colonizado la mayor parte de los ámbitos humanos, desde la educación hasta las relaciones humanas. Entendernos como máquinas biológicas o bien, como narraciones discursivas, tiene efectos psicológicos y culturales de gran envergadura, que afectan nuestro modo de mirar, de abrirnos al mundo circundante, de relacionarnos con el otro, de vivenciar el tiempo, de construir nuestros proyectos futuros y, sobre todo, de encontrar sentido y significado a nuestra experiencia interior, a nuestras disposiciones de animo más profundas. Cada vez son más los testimonios de autores del campo psicoterapéutico que nos advierten de nuevas formas de sufrimiento relacionadas con un fuerte sentido de vacío interior. Cada vez más las consultas psiquiátricas por ansiedad, estrés y depresión y cada vez más las personas que buscan respuesta a su malestar en los psicofármacos. No es para nada sorprendente que ante un tal escenario los jóvenes comiencen a pedir cambios: los hemos visto marchar durante todo este año en Chile, en la que ha sido la más grande manifestación por la reforma en la educación de los últimos tiempos. Hemos visto marchar a los indignados de España y hemos visto cómo miles de jóvenes se han revelado ante el status quo del mundo árabe. También en USA, hemos visto a miles de jóvenes protestar por las calles de Manhatan. ¿Tiene algo que ver el entendimiento de la consciencia y sus métodos para estudiarla con la crisis educativa en Chile, con la crisis de los valores, los movimientos sociales en el mundo entero y con la crisis financiera planetaria? La relación yo la veo nítidamente, pero debemos argumentarla y desarrollarla y espero que podamos hacerlo en estos dos días. Pero en pocas palabras, el hecho es que estamos cultural e individualmente excesivamente lejos de nosotros mismos y esto se debe en gran medida al modo como concebimos la consciencia y la interioridad consciente y, por ende, al lugar que, coherentemente con esta visión, le podemos dar en el proceso formativo de los jóvenes, en las políticas públicas, en los proyectos investigativos. La consciencia reducida a biomáquina o narración lingüística nos aliena de la vivencia y sus significados. Este es el drama del mundo postmoderno, que ha dejado atrás todas las ideologías, todas las metafísicas, y las ha remplazado no con el retorno lúcido a la experiencia vivida, sino con representaciones siempre mas fragmentadas, especialísticas y lejanas a nosotros mismos. Les cuento solo un pequeño dato: a mis alumnos de la Universidad, cada año les pido que me hagan un listado de emociones, todas las que conocen, y les pido que luego indiquen cuántas de esas viven regularmente… los resultados son alarmantes. La mayor parte no conoce más de 7 emociones y de éstas dicen vivir diariamente 3 o 4. Esto es lo que Varela llamaba el analfabetismo del sentir. Un verdadero escándalo. Les deseo dos días excepcionales. Al mismo tiempo, debo hacerles una advertencia: si realmente desean entender deben ponerse en juego, porque aquí no se va a hablar de una cosa entre las cosas que se llama consciencia, vamos a hablar de la consciencia en acto, palpitante en este instante, o sea, vamos a hablar de nuestra experiencia. Les ruego que hagan todas las preguntas que les nazcan; estamos aquí para esto, para preguntarnos. Muchas gracias, y que tengan un buen seminario.