Quiero arriesgar

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Quiero
arriesgar
Quiero Arriesgar
(Letra y música: Antonio
Rufete)
Justo en el momento previo de
tomar una decisión, los miedos
se manifiestan con una
rotundidad excesiva,
paralizante. Como si el
paracaidista dudase por un
momento antes de saltar del
avión. Esos miedos, que son
normales, pueden llegar a
bloquearnos y frenar nuestras
decisiones más auténticas justo
en el último momento. Hoy no
nos educan para vencer los
miedos, sino para
conformarnos con una vida
mediocre que prefiere la
comodidad al riesgo de la
libertad. Justo en el último
momento, los miedos atacan
con fuerza, porque saben que
es su último combate. Es más,
basta resistirlos un instante y
desaparecen.
Canta esta canción porque es
como un empujón hacia
delante, un tentempié para
flojeras, un golpe de coraje
para melindrosos. Es un salto
en el vacío, confiando
únicamente en la certeza de
que las manos de Dios te
esperan abiertas para
recogerte.
Si tuviera que decirte hoy lo que es mi vida...
se despiertan todas las preguntas sin contestar.
Si tuviera que contarte hoy me callaría.
Soy tan solo un montón de dudas que no puedo contestar.
Si tuviera que decirte "sí" me asustaría,
encerrado tan sólo en mis miedos y sin buscar.
Si tuviera que decirte "sí" no se que haría...
En el fondo, me da miedo todo si hay que arriesgar.
QUIERO ESTAR A TU LADO Y DECIR SÍ, Y SENTIRTE
MUY CERCA, JUNTO A MÍ. ME DA MIEDO PENSAR,
QUE CON LO POCO QUE SOY, TE HAYAS
FIJADO EN MÍ. QUIERO SER TU TESTIGO Y ANUNCIAR
QUE CON MI VIDA JOVEN PUEDO DAR
UN POCO DE ILUSIÓN PARA HACER REALIDAD
ESTE REINO DE AMOR.
Me resuenan tus palabras que quieren mi vida,
y me invitan a una aventura que es sólo amar.
Y al mirarte a los ojos sé, sin que lo digas,
que es más libre el que sin ataduras, contigo, quiere volar.
Me propones como caminar, seguir tus huellas,
y me pides que lo entregue todo, sin pedir más.
Aunque cuesta siempre renunciar, en ti confío;
tu Evangelio me seduce y siento que no puedo más que "andar”.
Catequesis sobre la canción: "Quiero arriesgar"
(Por F. Javier Luengo, scj)
Introducción
El contexto para el que está pensada esta dinámica es específicamente vocacional. Puede
ser una buena ayuda para una convivencia vocacional, para un retiro de discernimiento
previo a cualquier tipo de decisión que tenga que tomar.
La meditación que propongo a continuación es para realizarla preferiblemente en una
oración o en un rato de desierto, donde el joven pueda sentirse a solas con Dios.
Creo que la canción está centrada justo en el momento en que una persona está a punto de
tomar una decisión y ese es un momento sagrado, inviolable, íntimo. Por eso, aunque se
haga en grupo recomiendo que se insista mucho en la soledad, la intimidad y el silencio.
Luego, al final, se puede cantar la canción todos juntos, pero tendrá mucho más sentido si
profundizamos en ella primero personalmente.
La dinámica es muy sencilla. Si se dispone de medios, se distribuye la canción en mp3 a
todos previamente, de manera que cada uno pueda escucharla en su propio reproductor. Si
esto no es posible, se puede escuchar todos juntos en la capilla, en un ambiente de silencio
y oración. Después, personalmente se siguen los pasos que se describen a continuación.
Relajación
Se comienza con indicaciones para la relajación.
• Toma una postura cómoda, preferiblemente aquella que te ayude a estar en ángulo
recto. Que la espalda esté recta sin forzar, dejando que el peso de los hombros caiga
todo sobre tu tronco. Relaja poco a poco todas las partes de tu cuerpo, desde la
cabeza hasta los pies.
• Sé consciente de tu respiración. No se trata de respirar hondo o de controlarla, sino
de sentir cómo el aire entra frío por la nariz, hincha tus pulmones y sale caliente.
• Trata de concentrarte en el vacío que el silencio crea en tu interior, es el lugar del
encuentro con Dios. Siente que en tu interior no estás solo.
Meditación
QUIERO ARRIESGAR
MEDITACIÓN
Si tuviera que decirte hoy lo que es mi vida...
se despiertan todas las preguntas sin contestar.
Si tuviera que contarte hoy me callaría.
Soy tan solo un montón de dudas que no puedo
contestar.
¡Sí, dímelo! ¡Cuéntame tu vida! Deja que afloren los hechos más importantes de tu vida, dibújalos
o ponles nombre. No se trata a hora de recordar todo lo que te ha pasado, sino de hacer una
historia de aquellos momentos donde surgen preguntas sin contestar: ¿dónde estuviste Señor en
este momento? ¿Qué me enseñaste? ¿Qué aprendí de ti? ¿Qué aprendí de mí? En las preguntas
sin contestar, suele estar escondido el misterio de nuestra vida. Deja que afloren esas preguntas y
lánzaselas a Dios. Lo importante es que te des cuenta de que Dios ha estado misteriosamente
presente en todos los momentos de tu vida.
Lee: Salmo 139
Si tuviera que decirte "sí" me asustaría,
encerrado tan sólo en mis miedos y sin buscar.
Si tuviera que decirte "sí" no se que haría...
En el fondo, me da miedo todo si hay que arriesgar.
Arriesgar da miedo siempre, si no, no sería arriesgar. El miedo acecha siempre que hay algo
importante en juego, el miedo no se molesta en dar guerra por las pequeñas cosas. Tener miedo
es bueno, siempre que no te paralice. Tú eres más fuerte que tu miedo.
Trata de identificar tus miedos. ¿A qué tienes miedo? ¿Qué temes perder? Apúntalo en un papel.
Luego lee tus miedos serenamente. Imagina que pasaría si se cumplen tus presagios, realmente
¿sería tan terrible?
Mira, el miedo es como un fantasma: muy espectacular, pero debajo de la sábana no hay nada. De
pequeños la oscuridad nos aterrorizaba, pero en la oscuridad no hay nada. La única manera de
vencer el miedo es enfrentarlo, ir a por él directamente. Verás como su fuerza, de repente, se
evapora.
Recuerda que no estás solo, todo un Dios garantiza el éxito de tus decisiones.
Lee: Mc 35-41
QUIERO ESTAR A TU LADO Y DECIR SÍ,
Y SENTIRTE MUY CERCA, JUNTO A MÍ.
ME DA MIEDO PENSAR,
QUE CON LO POCO QUE SOY, TE HAYAS
FIJADO EN MÍ.
QUIERO SER TU TESTIGO Y ANUNCIAR
QUE CON MI VIDA JOVEN PUEDO DAR
UN POCO DE ILUSIÓN PARA HACER REALIDAD
ESTE REINO DE AMOR.
El miedo se vence lanzándose al vacío. En definitiva, el último paso se da con el corazón y no con
la cabeza. Es más, el último paso es prácticamente la formulación débil de un deseo: no digo “sí”,
sino “quiero decir que sí”. Es más bien una súplica.
Dile que sí a Él, al Señor de la vida, al Dios que te ha creado y que te ha soñado así. Él y no tú, es
el que garantiza el éxito de tu decisión.
¿No es acaso un éxito que todo un Dios se haya fijado en ti, tan pobre, tan pequeño?
Y sin embargo puedes llegar a ser testigo de las maravillas que Dios ya ha hecho en ti.
¿Te has parado a pensar lo que Dios puede hacer a través de tu vida, si le dices que sí?
Trata de imaginar cuántas personas necesitan que se les anuncie que Dios les ama: te lo están
pidiendo a ti. Si tú no vas nadie irá.
Lee: Mt 4, 18-22
Me resuenan tus palabras que quieren mi vida,
y me invitan a una aventura que es sólo amar.
Y al mirarte a los ojos sé, sin que lo digas,
que es más libre el que sin ataduras, contigo, quiere
volar.
En esta estrofa ya puedes percibir como los miedos van desapareciendo. Resuenan en tu interior
palabras del Evangelio: ¿qué palabras son esas que resuenan en tu interior? Escríbelas sin
intentar explicarlas.
En realidad Dios no te está pidiendo heroicidades. Dios te pide embarcarte en la aventura del
amor. Amar. Eso sí lo sabes hacer. Amar: ¿qué no serías capaz de hacer por amor?
Y en el fondo de tu corazón, a pesar de tus terrores infundados, lo sabes. Sabes de sobra, que
siguiéndole a él vas a ser mucho más libre.
Este es un momento para que busques un icono, un crucificado o una imagen de Cristo y le mires
a los ojos. Deja atrás las palabras, sin que lo digas, deja que tu corazón y el suyo hablen con su
propio lenguaje.
Dios nunca fuerza. Es simplemente una propuesta. Pero ¡qué propuesta! Es tan grande que lo pide
todo. Vale tanto que tienes que entregarlo todo. Y, sin embargo, después de todo este camino ya
no puedes menos que confiar. Claro que sí. Si el Evangelio te seduce, aunque cueste renunciar,
en ti confío, porque tú eres el que garantiza mi camino.
Comienza a caminar, abandónate, déjate vencer y repite con el corazón el estribillo.
Lee: Mt 5, 13-16
Me propones como caminar, seguir tus huellas,
y me pides que lo entregue todo, sin pedir más.
Aunque cuesta siempre renunciar, en ti confío;
tu Evangelio me seduce y siento que no puedo más que
"andar”.
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