El Pacto de la Ley y el Pacto de la Gracia

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Sermones sobre la Epístola a los Gálatas
por Pedro Puigvert
Sermón 10 - EL PACTO DE LA LEY Y EL PACTO DE LA GRACIA /Gá. 4:21-5:1
Concluye el apóstol su argumento de la salvación por gracia y la condenación por la ley, ilustrándolo
con una alegoría que está tomada de la historia de Abraham, un personaje bíblico que aparece
citado en varias ocasiones en esta epístola. Pero antes de continuar debemos decir algo sobre lo que
Pablo mismo denomina alegoría (v. 24). En la Biblia tenemos muchas figuras de lenguaje figurado,
pero no se limitan a palabras o frases simples, sino que a veces hallamos formas más extensas,
como por ejemplo la alegoría. Ésta es una sucesión de metáforas combinadas en forma de narración,
como la que hemos leído que, por cierto, es la única que tenemos en el NT. Una alegoría famosa en
la literatura evangélica es la obra "El Progreso del Peregrino" de Juan Bunyan. No obstante,
debemos distinguir entre la alegoría y la alegorización. La primera es un supuesto figurativo de algún
hecho o historia, la segunda es un método de interpretación en el que el intérprete da arbitrariamente
al texto un significado que se aparta del pensamiento y el propósito del autor, método del que
debemos huir para no falsear el mensaje de la Biblia. ¿Por qué convierte Pablo en alegoría la historia
de Abraham, Agar, Sara y sus hijos? Según Trenchard, "Pablo lo emplea frente a los gálatas que se
hallaban en peligro de ser arrastrados por los judaizantes, como si dijera: 'Os hago ver vuestra locura
siguiendo los métodos de vuestros falsos enseñadores'".
1. La historia de Abraham como alegoría de los dos pactos (vv.21-23)
Pablo introduce la alegoría con una pregunta: ¿No habéis oído la ley? Sin embargo, la historia
que sigue no pertenece a la ley en sentido estricto, sino que debemos entenderlo en sentido
amplio como referido a todas las Escrituras. El apóstol recuerda a sus lectores una etapa de
la época patriarcal que usa para mostrar la incompatibilidad entre la vida-bajo la ley y la vida
bajo la promesa. Si ellos insisten en la herencia de Abraham deben recordar que éste tuvo un
hijo según la carne el cual no compartiría la herencia. Sara la esposa de Abraham, no le había
dado ningún hijo y había llegado a una edad que le era imposible tenerlo, por lo que decidió
darle un hijo por poderes -un anticipo de madre de alquiler- con Agar, la esclava egipcia, una
práctica aceptada en su cultura. Años más tarde, Abraham y Sara recibieron la promesa
divina de que tendrían un hijo propio y la promesa se cumplió. Mientras el hijo de la esclava
nació según la carne, es decir, según el curso normal de la naturaleza, sin que incluya
ninguna censura moral, el hijo de Sara nació de acuerdo con la promesa de Dios.
2. El significado de los dos pactos (vv. 24-27)
Una vez ha hecho referencia a la historia bíblica, dice que ahora debemos entenderla como
alegoría en la que los personajes se convierten en figuras o tipos de algo mucho más
elevado, tomándolos como ilustración de los dos pactos: el pacto de la ley y el pacto de la
gracia. Sin embargo, invierte el orden normal de la comparación, que sólo ocurre aquí en los
escritos paulinos. Mientras Isaac era el padre de los judíos y los descendientes de Ismael
eran gentiles, el apóstol invierte el argumento para convertir al hijo de la esclava en figura de
la ley y de la Jerusalén terrena y el hijo de la libre es figura de la Jerusalén de arriba o de la
promesa.
2.1. El pacto del Sinaí (vv. 24-25).
Ahora Pablo dice que el pueblo de la ley desciende de la mujer esclava, los hijos de la
mujer libre son los que se reciben el evangelio de la justificación por la fe, que incluye
una minoría de judíos y un número mayor de gentiles. Esta interpretación debió
parecer absurda a los judíos. Pero para Pablo, la ley y la promesa son contrarias. Su
propia experiencia le convenció de que la ley esclaviza mientras que el evangelio es
un mensaje liberador. Por eso, el pueblo de la ley pertenece a la familia de Agar, ya
que ella representa "el monte Sinaí, donde Dios entregó la ley, el cual da hijos para
esclavitud", como la Jerusalén actual con todo el sistema legal, mientras que el
evangelio es el cumplimiento de la promesa.
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2.2. El pacto de gracia, (vv.26-27).
En oposición a la Jerusalén terrenal y al monte Sinaí está la Jerusalén celestial. Esta
idea no es original de Pablo, pues la encontramos en Hebreos y Apocalipsis. No se
trata de un lugar geográfico, sino de la comunidad del nuevo pacto. Según Pablo Sara
es la imagen de la Jerusalén celestial, la madre del pueblo de Dios nacido en libertad,
o sea por gracia. El triunfo final de la primera esposa sin hijos sobre la otra se celebra
en el texto de Isaías citado por el apóstol. Pablo dirige las promesas del texto de Isaías
a la Iglesia de la nueva era, la Jerusalén de arriba compuesta mayormente por
gentiles. Antes, éstos eran estériles espirituales, no producían fruto para Dios, pero
ahora que han respondido al evangelio les ha hecho fructíferos. La nueva Jerusalén
tiene más hijos de los que jamás tuvo la antigua Jerusalén.
3. La aplicación de la alegoría (vv. 28-31)
Completando la alegoría, es obvio que los que nos hemos acogido a la promesa seamos
como Isaac, entendiéndolo en clave del mensaje del evangelio (v. 28). Pero además deriva
hacia otras aplicaciones que se pueden distinguir por dos parejas de contrarios:
3.1. Según la carne/ según el Espíritu (v. 29).
No es fácil comprobar bíblicamente la afirmación de que Ismael perseguía a Isaac, por
lo que probablemente se refiere a las ocasiones en que los ismaelitas agredieron a los
israelitas. Así ocurría ahora con la persecución de los cristianos por los judíos, una
referencia a lo que le había sucedido al apóstol en sus viajes misioneros. La antítesis
carne-espíritu la veremos en otra ocasión.
3.2. El hijo de la esclava/el hijo de la libre (vv. 30-31).
El asunto que dio origen a esta cita (Gn. 21:10) era bien sencillo: la imagen de Ismael
jugando con su hijo pequeño le recordó a Sara que Isaac tenía un hermano mayor y
creyó que la posición de su hijo no era segura mientras Ismael estuviera allí. Llama la
atención la exigencia inmisericorde de Sara de que expulsara a la esclava y a su hijo,
pero al margen de consideraciones morales, Pablo lo considera la palabra de la
Escritura, de hecho la Palabra de Dios. Una cosa es evidente: la esclavitud de la ley y
la libertad del Espíritu no pueden coexistir. La herencia prometida a Abraham
pertenece a los hijos de la promesa, no pertenece a los que están bajo la ley porque
son esclavos. El resumen de la alegoría repite en el v.31 lo dicho en el v. 28. Los que
por la fe pertenecen a Cristo son descendencia de Abraham, herederos según la
promesa.
Conclusión (5:1) Ahora ya, sin emplear lenguaje alegórico, Pablo resume y aplica la enseñanza de la
alegoría precedente y de toda la argumentación desde 2:14 en adelante. Emplea el imperativo "estad
firmes" una expresión que repite en varias cartas, aquí relativo a la libertad en Cristo obtenida desde
su conversión, con la advertencia de que no vuelvan atrás, no sólo a las prácticas idolátricas del
paganismo esclavizante, sino también de ponerse el yugo de la ley como pretendían los judaizantes
porque sería esclavizarse de nuevo. Este yugo es semejante al que se refiere Pedro en Hch. 15:10,
donde critica el intento de imponer la ley a los gentiles cristianos porque tienta a Dios. Esta
advertencia es también para nosotros que no podemos caer en el legalismo religioso.
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