PROYECTO DE LEY EL SENADO Y CAMARA DE DIPUTADOS DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES, SANCIONAN CON FUERZA DE LEY ARTÍCULO 1.- Se garantizará efectuar a toda mujer embarazada el estudio para determinación de anticuerpos anti-hepatitis B y C en todos los Establecimientos asistenciales dependientes del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires: ARTÍCULO 2.-El Instituto de Obra Médico Asistencial (I.O.M.A.) incorporará a su Programa Médico Obligatorio la cobertura de las determinaciones que se señalan en el artículo precedente. ARTÍCULO 3.-Autorízase al Directorio del Instituto de Obra Médico Asistencial (I.O.M.A.) a efectuar las adecuaciones que resulten necesarias para el cumplimiento de la presente ley. ARTÍCULO 4.- Comuníquese al Poder Ejecutivo. FUNDAMENTOS . Las infecciones por el virus de la hepatitis C (VHC) y el de la Hepatitis B (VHB) constituyen un problema socio sanitario mundial, calculándose actualmente unos 150 millones de personas afectadas para Hepatitis C, con una prevalencia zonal variable, que en España alcanza el 2-3%, pero cuyas cifraspueden oscilar entre los 200.000 y 60 millones de infectados, como ocurre en Australia y nordeste de China, respectivamente ;En tanto la existencia de 350 millones de portadores crónicos y la evidencia que una tercera parte de la población mundial ha estado en contacto con el virus de la hepatitis B (HVB), dan la real dimensión del problema posicionando a la hepatitis B como uno de los mayores problemas de salud pública en el mundo. . La Hepatitis tipo B es una infección viral que compromete al hígado causando enfermedad aguda con posibilidad de transformación crónica. Existen razones suficientes para prevenir mediante el uso de vacunas contra el virus de la Hepatitis B. Un porcentaje importante de pacientes presentan infección del tipo asintomático, trasnformándose luego en portadores crónicos del virus, con el lógico riesgo que a futuro desarrollen Hepatitis crónica, Cirrosis o Tumor Hepático (hepatocarcinoma celular); todas estas enfermedades graves con riesgo para la vida. Este virus se transmite a través de la sangre por exposición percutánea; a través de las relaciones sexuales (está presente en semen y en secreciones cerviclases del aparto genital femenino) y también se transmite en forma "vertical" que significa aquel contagio madre-hijo durante e embarazo. En pediatría la forma más frecuente de contagio es esta última (vertical) dada a través de madres portadoras del virus de Hepatitis B. Las madres portadoras del virus tienen una probabilidad de transmisión del 70 al 90% al recién nacido. Un grupo de riesgo es el comprendido por los adolescentes a través de relaciones sexuales agravándose aún si existe uso de drogas endovenosas (adictos); o múltiples parejas sexuales. 1. Los niños tienen mayores probabilidades de padecer enfermedad sin síntomas y portación crónica (entre 80 a 90 %) contra la posibilidad de los adultos que es de un 10% 2. Aproximadamente un 30% de los pacientes con infección por virus de Hepatis B no tiene factor de riesgo conocido 3. El riesgo de infección crónica después de una infección aguda es inversamente proporcional a la edad. 4. El riesgo de infección crónica es mayor en niños que la adquieren en el período neonatal (70-90%); en niños menores de 5 años (entre 25 y 50 %) y menos en niños mayores. La vacunación es la medida preventiva por excelencia. Se recomienda su uso en 3 dosis, y se aplica en nuestra Provincia de la siguiente manera: 1er 2da 3er dosis dosis dosis dentro entre al de las el 6to 72 1er. horas y mes de 2do de nacido mes vida Ante el nacimiento de un recién nacido, hijo de madre portadora del virus, es necesario realizar medidas especiales que incluyen la indicación de Inmunoglobulina contra Hepatitis B dentro de las 12 horas de nacido y luego recibir la vacuna de la forma explicada previamente. Los estudios epidemiológicos en países industrializados responsabilizan al VHC del 20% de las hepatitis agudas y del 70% de las crónicas, siendo el responsable del 40% de las cirrosis y del 60% de los hepatocarcinomas del adulto (1). La prevalencia de esta infección en edad pediátrica es relativamente más baja, en orden a que las vías de transmisión viral (transfusiones de sanguíneas, hemodiálisis, drogadicción parenteral) son menos frecuentes que en el adulto, habiendo disminuido el riesgo postransfusional al 0.1%, aunque el riesgo de transmisión vertical perinatal persiste en torno al 5-6% (en el caso de madres con antiVHC unicamente), al 14-17% (en madres coinfectadas con VIH), o al 50% (si la madre presenta ARN-VHC en el momento del parto) (2). La historia evolutiva natural de la infección por VHC no es bien conocida. La forma de presentación puede ser aguda, subaguda o prolongada, y con importante progresión a la cronicidad (30-60%). También es posible que el huésped desarrolle un estado de portador asintomático, y es infrecuente la complicación con hepatitis fulminante. En el curso de una infección adquirida por transmisión vertical, el nivel de remisión espontanea a partir del 2º año, solo alcanza el 14-20%. Los pacientes con infección crónica habitualmente son asintomáticos por períodos prolongados de tiempo. Aproximadamente el 20% de estos sujetos desarrollará una cirrosis hepática a los 20 años de evolución (5). Los pacientes que han desarrollado cirrosis, aparte del riesgo de llegar a la insuficiencia hepática y necesidad de transplante, tienen un riesgo significativo de desarrollar carcinoma hepatocelular. En la actualidad la infección por HCV es la principal causa de trasplante hepático y de cáncer hepático en el mundo occidental (6, 7), representando una causa mayor de morbi-mortalidad hepática. Se han descrito una serie de manifestaciones extra-hepáticas menos frecuentes de la infección por HCV, de las cuales las mejor documentadas son la crioglobulinemia mixta esencial, linfoma no-Hodkin, glomerulonefritis, síndrome de Sjögren, liquen plano y porfiria cutanea tarda (12, 13). Los pacientes infectados con el virus de la hepatitis C frecuentemente son asintomáticos y se detectan por el hallazgo de elevación de transaminasas leve a moderado, en el rango de 1 a 10 veces el valor máximo normal. Durante el embarazo se produce frecuentemente una disminución de los niveles de transaminasas séricas en las pacientes con hepatitis C. Aproximadamente la mitad de las pacientes infectadas tienen transaminasas elevadas al inicio del embarazo, proporción que baja al 7% en el tercer trimestre (14, 15). Por lo anterior, el hecho de observar transaminasas normales durante el embarazo en una paciente con factores de riesgo para infección por virus C no descarta en absoluto la enfermedad. A pesar de esta normalización de transaminasas, algunos estudios han sugerido que el embarazo produce aumento de la actividad inflamatoria hepática en las pacientes infectadas. El examen de elección para el diagnóstico es la determinación de anticuerpos antihepatitis C, que es altamente sensible. Un examen negativo descarta en la práctica la enfermedad. Los anticuerpos maternos son detectables en el recién nacido de una madre infectada, aún cuando no haya transmisión vertical del virus, por lo que en niños nacidos de madres infectadas, la serología debe realizarse no antes de los 15 meses de vida. Una serología positiva debe confirmarse con un examen adicional, siendo en la actualidad lo más usado la detección del RNA viral circulante mediante PCR (polymerase chain reaction). Este es un examen cualitativo (RNA presente o ausente). Exámenes adicionales incluyen la determinación cuantitativa del RNA viral circulante (“carga viral”), habitualmente mediante PCR cuantitativo. Este examen podría tener importancia para en la estimación del riesgo de transmisión vertical de la enfermedad. Durante el segundo y tercer trimestre se ha observado una tendencia a la elevación de la carga viral (14). La determinación del genotipo viral tiene importancia en la planificación del tratamiento, pero no afecta el pronóstico ni la historia natural de la enfermedad. El virus de la hepatitis C no traspasa la barrera placentaria, y su transmisión, cuando ocurre, es en el período perinatal. La transmisión vertical se define convencionalmente como la persistencia de anticuerpos anti-hepatitis C en el recién nacido por más de 12 meses. Existen muchas series publicadas sobre las tasas de transmisión vertical de la infección. Una revisión sistemática de 77 estudios, con más de 5.000 pacientes, muestra que las tasas crudas de transmisión son del orden del 5%, que aumentan a 8% cuando el análisis se restringe a las pacientes virémicas (16). Entre las condiciones que se asocian a un riesgo aumentado de transmisión, el más importante es la coinfección con virus de la inmunodeficiencia humana (HIV). Este factor aumenta el riesgo de transmisión a un 22%. Otro factor que aumenta el riesgo es una mayor carga viral. La lactancia materna no se relaciona al riesgo de transmisión vertical. La vía del parto es un tema controvertido en la infección por hepatitis C. Algunos estudios han demostrado una mayor frecuencia de transmisión en parto por cesárea que vaginal (32 versus 6%) (17), sin embargo probablemente esto se deba a que un gran porcentaje de estas pacientes estaba co-infectado por HIV. En pacientes HIV-negativas, el riesgo parece ser similar entre la vía vaginal y cesárea (18). En la práctica, se aconseja a realizar cesárea sólo por indicaciones obstétricas en estas pacientes (19). Otros factores que pueden asociarse a un mayor riesgo de transmisión del virus al recién nacido son ruptura de membranas de más de 6 horas y monitoreo fetal invasivo (20). No existe tratamiento antiviral específico para la hepatitis C durante el embarazo. La terapia recomendada actualmente, consistente en la combinación de peginterferon y ribavirina, se considera contraindicada durante el embarazo, a pesar de al menos un reporte de tratamiento (21). Tampoco existe ninguna intervención profiláctica (inmunoglobulinas o antivirales) en el recién nacido que disminuya la probabilidad de transmisión. La hepatitis C se transmite por vía parenteral. El riesgo de transmisión luego de una exposición por pinchazo con una aguja contaminada es del orden del 1.8% (comparada con un 30% en la hepatitis B). No existe tratamiento profiláctico específico inmediato ante la exposición (inmunoglobulinas o antivirales), y la recomendación es obtener serología y pruebas hepáticas basalmente en el sujeto expuesto y discutir la conducta posterior con el hepatólogo. No hay evidencias de que la infección por hepatitis C produzca un aumento del riesgo de complicaciones del embarazo, particularmente la enfermedad hepática se mantiene clínicamente estable y no hay aumento del riesgo de malformaciones fetales (22). Los recién nacidos de madres infectadas que adquieren la infección habitualmente tienen un curso benigno, siendo asintomáticos, y mantienen transaminasas normales o levemente elevadas durante la infancia (23, 24). El pronóstico a largo plazo no es conocido, pero es posible que sea similar al de los niños que adquieren la infección por transfusiones tempranamente en la vida, quienes presentan enfermedad hepática en general leve luego de 20 años de infección (25). A una paciente embarazada a la que se le detecta serología positiva para hepatitis C se aplican las siguientes recomendaciones: 1. Determinación de RNA circulante (PCR). 2. Análisis de factores de riesgo (transfusiones, drogas intravenosas, conductas de riesgo sexual, etc.), determinación del status HIV y hepatitis B, chequeo de la pareja sexual y de hijos anteriores. 3. Determinación de pruebas hepáticas y albuminemia. Es muy poco frecuente encontrar enfermedad hepática avanzada (cirrosis) en pacientes embarazadas con hepatitis C. Las transaminasas deben repetirse 6 meses después del parto. 4. Determinación de carga viral (opcional). 5. Manejo en conjunto con un hepatólogo. 6. La decisión de la vía del parto no debe ser alterada por la presencia de esta infección. 7. Se recomienda evitar monitoreo fetal invasivo y ruptura de membranas prolongada. 8. No hay indicación de suspender la lactancia materna. 9. Debe determinarse anticuerpos anti-hepatitis C en el recién nacido a los 15 meses. La determinación de RNA por PCR en 2 ocasiones (entre los 2 y 6 meses) es una alternativa para el diagnóstico más precoz de la infección en el recién nacido. La hepatitis C es una enfermedad hepática crónica causada por un virus RNA capaz de transmitirse por vía vertical al recién nacido en aproximadamente el 5% de las embarazadas infectadas. No hay tratamiento antiviral específico durante el embarazo. Por todo lo expresado se hace necesario la posibilidad de incorporación como estudio de rutina a toda mujer embarazada , de los estudio para determinación de anticuerpos anti-hepatitis B y C que nos permitirán en el caso de Hepatitis C disminuir las posibilidades de contagio de al recién nacido a partir de un diagnóstico precoz en la madre para evitar las posibilidades de contagio , partiendo de la dificultad por instituir un tratamiento medicamentoso para la misma y para el caso de Hepatitis B la pronta detección de en la embarazada y la rápida y efectiva administración de Inmunoglobulina para Hepatitis B. Por ello solicito a las Sres. Legisladores acompañen la iniciativa.