ISSN 469-0414 Tres generaciones, una sola memoria Por Ana Blanco Giacardi, Villa Mercedes (SL)1 La última dictadura militar, ocurrida entre 1976 y 1983, ha dejado sus huellas en la sociedad argentina y, para dar testimonio de ello, autores como María Teresa Andruetto apelan a la memoria de los desaparecidos y recuperan -mediante la ficción- la voz de los hijos, los militantes y los exiliados. Así, el discurso literario como andamio de los discursos políticos y sociales se encarga de la dificultosa tarea de recrear un pasado que algunos prefieren ocultar. Entonces, si entendemos por reconstrucción del pasado al proceso de restaurar los hechos acontecidos en la historia, podemos considerar que la Memoria ocupa un lugar fundamental dentro de la reescritura del relato colectivo. Un medio que resulta útil para concretar este proceso es la ficción, por eso, nos proponemos analizar cómo la ficción aporta para la construcción de la Identidad, la Memoria y la Comprensión histórica de la última dictadura militar, basándonos en la novela Lengua Madre, de María Teresa Andruetto (2010), a la luz de las nociones propuestas por Pablo Dema, Jorge Semprún, Graciela Montes y Juan José Saer, Palabras clave: Lengua Madre – Andruetto – Memoria – Dictadura – LIJ - Ficción “... No sé qué pasó ni por qué no pude, pero yo quise ser tu madre y quise ser muchas otras cosas que no fui, pero lo que quiero decirte, hija, en realidad es que vos sos todo lo que yo quise ser.” María Teresa Andruetto 1 Ana Blanco Giacardi es alumna del Profesorado de Lengua y Literatura del Instituto de Formación Docente Continua de Villa Mercedes, San Luis. Actualmente cursa segundo año de la carrera y es alumna auxiliar en la cátedra de Alfabetización Digital. Participó como expositora en el II Foro de jóvenes investigadores y en el Quinto Foro Nacional de Lectura y Escritura. Sus escritos versan sobre la Memoria y la importancia de la ficción en la misma para la reconstrucción del pasado. Contacto: [email protected]. Aquelarre. Revista de Literatura Infantil y Juvenil. Maestría en Literatura para niños. Res. CONEAU nº 808/14. Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario. Número 2, abril 2016. 1 ISSN 469-0414 Si entendemos por reconstrucción del pasado al proceso de restaurar los hechos acontecidos en la historia, podemos considerar que la memoria ocupa un lugar fundamental dentro de la reescritura de ese pasado reciente. Un medio que resulta útil para concretar este proceso es la ficción, por eso, nos proponemos analizar cómo la ficción aporta para la construcción de la identidad, la memoria y la comprensión histórica, basándonos en la novela Lengua Madre, de María Teresa Andruetto (2010) y a la luz de los aportes de Pablo Dema, Jorge Semprún, Graciela Montes y Juan José Saer, sobre el hecho histórico de la dictadura militar. Para ello, dividiremos este artículo en tres apartados: en el primero se realizará una breve explicación sobre el último golpe de Estado en Argentina, para contextualizar históricamente al lector; el segundo estará destinado a realizar un análisis sobre cómo la ficción ayuda a la (re)construcción de identidad de la protagonista, y el tercero -y último- apartado tratará sobre la recuperación de aquello que perdimos. I El 24 de marzo del año 1976 marca un antes y un después en nuestra sociedad debido al más grande atropello a la Constitución y al pueblo argentino: El golpe de Estado Cívico-Militar que resuena, 40 años después, clavado en la memoria. En palabras de la escritora Graciela Montes (1996) un golpe de Estado es “una trompada a la democracia”, en la que un grupo de personas que ejercen el monopolio de la fuerza toma el control del país; hacen y deshacen a su antojo, sin importarles el voto del pueblo y gobiernan sin rendirle cuentas a nadie. En El golpe (1996), Montes expone detalladamente los acontecimientos llevados a cabo por el plan conocido como “Proceso de Reorganización Nacional” que consistió en secuestrar, torturar y asesinar en forma clandestina a más de 30.000 argentinos y extranjeros. Estos delitos eran llevados a cabo en forma secreta, en los sectores más apartados de los cuarteles (centros de tortura), generalmente, de noche y de manera extremadamente violenta. Los secuestrados, personas comunes a quienes los golpistas nombraban como “guerrilleros” o “subversivos”, “rebeldes” que se oponían al sistema y debían ser eliminados, una vez que eran secuestrados pasaban a ser desaparecidos: nadie sabía nada de ellos, era como “si la tierra se los hubiese tragado”. La mayoría de los secuestrados eran asesinados o morían luego de ser víctimas de tormentosas torturas, aunque unos pocos, los que fueron liberados o lograron escapar dieron testimonio de lo que fue vivir en ese infierno. Aquelarre. Revista de Literatura Infantil y Juvenil. Maestría en Literatura para niños. Res. CONEAU nº 808/14. Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario. Número 2, abril 2016. 2 ISSN 469-0414 II La última dictadura militar, ocurrida entre 1976 y 1983, ha dejado sus huellas en la sociedad argentina y para dar testimonio de ello algunos autores, como María Teresa Andruetto, apelan a la memoria de los desaparecidos y recuperan -mediante la ficción literaria- la voz de los hijos, los militantes y los exiliados. Así, el discurso literario, como andamio de los discursos políticos y sociales se encarga de la dificultosa tarea de recrear un pasado que algunos prefieren negar. En este sentido, hablar de Lengua madre es hablar de reconstrucción, y no sólo de la reconstrucción de un hecho histórico sino también de la reconstrucción de identidad del presente: Julieta, la protagonista, una mujer de aproximadamente treinta años, que vive en Münich e investiga sobre escritura de mujeres (puntualmente sobre Doris Lessing), regresa a una ciudad de la Patagonia Argentina (Trelew) a desarmar la casa de su madre que acaba de morir. Al inicio de la obra se pone de manifiesto la situación central de la obra. La madre de Julieta le ha heredado una caja con cartas escritas hace más de treinta años: Es la caja que está debajo de mi cama, no la tires sin leer las cartas (Andruetto, 2010, p. 13). Al pedido de su madre, Julieta lee cartas que no son sólo de su madre, son también cartas de Otros que la misma recibió clandestinamente, cuando estuvo escondida en un sótano a causa de las persecuciones políticas durante los años 70. A través de las cartas, Julieta reconstruye (en una suerte de viaje epistolar) la vida de su madre, la de su abuela y la suya propia, al mismo tiempo que se recompone una etapa de la historia marcada por la violencia y la intolerancia de los ideales políticos: la dictadura de 1976 y el de los años posteriores con el renacimiento de la democracia. En la organización de Lengua madre encontramos tres generaciones de mujeres unidas por la lectura y la escritura constituyendo una verdad histórica y moldeando parte de su identidad a partir de la palabra escrita. Las tres mujeres (Julieta, su madre y su abuela) permiten ver desde tres perspectivas distintas los años de dictadura en la Argentina: por un lado tenemos a Ema (abuela de Julieta), una mujer dedicada a su casa que se preocupa por la seguridad de su familia y le reprocha a su hija la militancia y sus ideas políticas: ¿Te acordás de cuántas veces te rogué, te supliqué y hasta te soborné para que moldearas un poco tus ideas?, ¿Te acordás de las veces que te pedí que te callaras la boca para que pudieras conseguir algo por acá? (...) Y de pronto perdimos noticias tuyas. ¡Meses esperando! Primero la paciencia, después la preocupación, la desesperación, el miedo atroz. (Andruetto, 2010, p. 55). Aquelarre. Revista de Literatura Infantil y Juvenil. Maestría en Literatura para niños. Res. CONEAU nº 808/14. Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario. Número 2, abril 2016. 3 ISSN 469-0414 Pero a la vez conserva esperanzas que la situación política mejore en el país para así poder llevar una vida normal: En fin, habrá que tener paciencia, y vos tendrás que olvidar un poco tus ideas si querés empezar de nuevo, si querés arrancar alguna vez. (Andruetto, 2010, p. 35). Por otro lado, está Julia, la madre de Julieta, una mujer que prioriza sus ideales políticos frente a la sociedad y está comprometida con los ideales de la época del 70 “fuertemente politizada”, según palabras del escritor Felipe Pigna (2002), década en la que las agrupaciones políticas comenzaban a movilizarse combativamente y el espíritu revolucionario estaba a flor de piel. Y por último, tenemos a Julieta, protagonista de este relato, quien no se ha interesado por la política pero a partir de las vivencias de las mujeres anteriores comienza un recorrido, una expedición hacia su propia historia familiar, hacia sus orígenes. Jorge Semprún (2012) sostiene que la experiencia sólo puede llevarse a cabo mediante la escritura literaria, es decir, él se vale de lo imaginario para contar su vivencia cuando fue detenido en el campo de concentración nazi; afirma que actualmente se sentiría incapaz de imaginar una estructura novelesca en tercera persona, sino que necesitaría de un “yo” de la narración que se haya alimentado de la vivencia propia y que sea capaz de insertar en ella la ficción. Ahora bien, existe una relación entre las palabras de Semprún y la narración de Andruetto. Esta última, si bien utiliza un narrador en tercera persona, se vale de las voces que leemos en las cartas, especialmente la de la abuela Ema, y del silencio de Julia para narrar una verdad histórica mediante la escritura ficcional; la estrategia narrativa utilizada por la autora es de extrema pulcritud ya que su narrador se mantiene en una posición casi neutral, mientras que las intervenciones de la subjetividad del “yo” se hacen presente (podríamos decir de un modo indirecto) a través de la escritura de las cartas. A la vez, el narrador de Andruetto nos asiste en la interpretación del proceso que lleva a cabo la hija a medida que lee sobre la vivencia de su madre, y las posteriores reflexiones que realiza. Las cartas no sólo describen las experiencias de su madre y de los personajes que la rodean sino que son piezas de rompecabezas que se unen para armar su propia vida, su infancia y su juventud. La trayectoria de Julieta es interesante porque en ella se pone de manifiesto lo que Paul Ricoeur (1999) considera esencial para la construcción de una identidad personal, y es la posibilidad de activar el pasado en el presente, y así para poder comprender el presente es necesario entender el pasado. De esta manera, Julieta al abrir esa caja de cartas también abre una puerta a un pasado reciente que le permite conocer que ha sucedido en otros años, en la época más oscura Aquelarre. Revista de Literatura Infantil y Juvenil. Maestría en Literatura para niños. Res. CONEAU nº 808/14. Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario. Número 2, abril 2016. 4 ISSN 469-0414 que atravesaba nuestro país, y sumado a esto, entenderá la ausencia de sus padres, especialmente la de su madre, quien pasó parte de su vida encerrada en un sótano. Su madre, una mujer comprometida que una vez decidió gritar al mundo sus ideales es silenciada en la estructura narrativa del texto; quizás su exilio interno la obliga a callar. Aunque la caja llena de cartas que su madre le legó es el portal que tiene Julieta para llegar hasta ella, le falta una voz para completar la historia, para responder a ciertos interrogantes que la acechan; se cuestiona qué hubiera sido de su vida si sus padres hubieran tomado otras decisiones y cambiaran radicalmente el orden de los acontecimientos, porque el eje central por donde gira la temática de la novela es el reproche de la hija a sus padres (especialmente a su madre; a su padre no lo conocía, le era prácticamente indiferente) por no haberla criado, por sobreponer los intereses políticos antes que el cuidado de un hijo: “La revolución”, como su padre y madre los llamaban… (Andruetto, 2010). El resentimiento de Julieta hacia su madre ausente es tal que decide no volver a la Argentina hasta el día de su entierro; entre excusas, frustraciones, el recuerdo de su abuela muerta, ella interpuso su trabajo, su investigación, el instituto de Romanística, alegando que más adelante iría. Y ese “más adelante” fue demasiado tarde. En realidad hubiera podido dejar Múnich para acompañar a su madre pero decidió no hacerlo por la distancia que las separaba; una distancia no de tierra, sino una distancia emocional. Como supone el narrador del relato: ... si entre las dos hubiera sucedido algo alguna vez además del vacío y de la ausencia, cree que hubiera podido. (Andruetto, 2010, p. 14). Pablo Dema, escritor, docente y crítico literario, en Identidad y memoria (2012) analiza el proceso de reestructuración de identidad de dos personajes literarios, pertenecientes a las novelas Ni muerto has perdido tu nombre, de Luis Guzmán y El secreto y las voces de Carlos Gamerro. Para ello, trabaja una serie de autores unidos por la misma temática: la última dictadura militar vista desde múltiples perspectivas y sobre la labor de reconstruir la memoria; ambos personajes son hijos de padres militantes que desaparecieron en dictadura, pero este no es el caso de Julieta, quien es hija de los sobrevivientes y heredera del exilio de sus padres, pero al igual que Federico Santoro (protagonista de la novela de Guzmán) y Fefe (protagonista de El secreto y las voces) sufre la ausencia de quienes debían criarla y protegerla. Dema sostiene que los textos literarios con este tipo de temática tienden a construir una memoria colectiva y explica, en palabras de Hugo Vezzetti, que: Esta (la memoria colectiva) no encuentra su sustancia en formaciones mentales, sino que es una práctica social que requiere de materiales, de instrumentos y de soportes, entre los que se encuentran los textos literarios. Esa memoria social entendida como Aquelarre. Revista de Literatura Infantil y Juvenil. Maestría en Literatura para niños. Res. CONEAU nº 808/14. Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario. Número 2, abril 2016. 5 ISSN 469-0414 práctica implica acciones tendientes, no a fijar el pasado, sino a posibilitar preguntas sobre él. (Dema, 2012, p. 2). Así, Julieta hace de la lectura de las cartas el centro de su vida, cada una de ellas es un pedazo de su madre, cuando completa toda la lectura logra trasladarse hacia la perspectiva de aquella mujer borrosa y comprende más allá de sus recuerdos que la historia de Julia pertenece a un capítulo doloroso pero vivo llamado Memoria; entonces, logra encontrarse a ella misma y ocupar su lugar en el relato colectivo. En rigor, piensa, yo misma soy historia y política y vida. No tengo necesidad de registrarlas como un fenómeno exterior a mí. A medida que pasan los días le es más fácil comprender -y aceptar- el lugar central, medular, que la generación de sus padres dio a lo político. No se trata de que ella haya cejado en sus preocupaciones individuales, lo que sucede es que empieza a creer que es necesario dar sentido y potencia a la experiencia que los otros no han podido llevar adelante. Está empezando a creer que la belleza de la vida se debe a esta refinada conciencia. Recrear las más viejas cosas del mundo para establecer relaciones entre ellas, solidaridad por sobre todo. La vida ya no solo para sí, ha comenzado a pensar. La vida para sí y para otros. También ¿por qué no?, la vida por los otros. (Andruetto, 2010, p. 225). Y más adelante continúa en un fragmento que presenta eficazmente que las preguntas sobre el pasado de la protagonista que intenta hilvanar la trama de la que es heredera: Ha crecido en el corazón de una familia de clase media en la llanura, ha aprendido lo que se fue transmitiendo de una generación a otra. Y también así aprendió su madre y tal vez también así aprendió su abuela. Cuando evoca ese traspaso milenario, cuando aparece esa germinal toma de conciencia, admite que otras circunstancias también influyeron: la época, el país, las condiciones económicas... ¿Por qué razón sucede todo eso? ¿Por qué de ese modo y no de otro? ¿Cuánto que creía propio le fue transmitido, sin palabras o con ellas, desde su nacimiento? Con una escritura más indeleble que la hecha con tinta, le fue transmitido. (Andruetto, 2010, p. 226). Dema (2012), retomando a Elizabeth Jeli, señala que tanto en las memorias sociales como en las individuales hay períodos calmos y períodos de crisis, en estos últimos es necesario reestructurar la memoria y cuestionar la identidad para construir un compromiso nuevo con el pasado y reorientar la proyección hacia el futuro. En relación a esto podríamos asegurar que Julieta reconstruye su identidad con la lectura de las cartas, ya que, más allá de recuerdos de su infancia y su juventud, todo lo que lee es nuevo para ella como “un trabajo de investigación plagado de Aquelarre. Revista de Literatura Infantil y Juvenil. Maestría en Literatura para niños. Res. CONEAU nº 808/14. Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario. Número 2, abril 2016. 6 ISSN 469-0414 pequeños descubrimientos”. Fue central en la historia descubrir quién fue su madre: tener a su madre en la mente, de tener la mente misma en ella, para finalmente dejarla ir (Andruetto, 2010, p. 225). De esta manera, comprende y acepta lo desconocido y lo doloroso de su pasado para dejarlo atrás y continuar con su vida. Aquí se evidencia lo que sostiene Jelin sobre una nueva proyección hacia el futuro. Lengua madre juega entre lo verdadero y lo ficticio para hacer de esos dos efectos uno solo; combina elementos que hacen parecer a los personajes personas reales y al relato algo verosímil. Andruetto propone como recurso estilístico el uso de las fotografías personales, el desorden de las cartas que dan cuenta del desorden emocional de la vida de las tres mujeres, los dibujos de Julieta, el telegrama y un artículo de la Revolución Conceptual Argentina que Julieta extrajo de la carpeta que dejó José Guerrero (2010, p. 57) e intensifica el efecto de realidad con la presencia de Doris Lessing, ganadora del Premio Nobel de Literatura en el año 2007. Para su tesis, Julieta elige investigar sobre la Escritura de mujeres y a la hora de elegir una escritora se inclina por Lessing. No es coincidencia que nuestra protagonista haya elegido a esta escritora y este tema; la escritura de mujeres claramente le recuerda a su madre y a los años en que, siendo una niña, esperaba ansiosa que llegaran las cartas, que las releía una y otra vez y que significaban para ella la razón de su vida. En la segunda entrevista (ficcionalizada) que Julieta le hace a la escritora, en Alemania, Lessing hablaba todo el tiempo del frío. (Andruetto, 2010, p. 189). Y esto es interesante porque ella recuerda los tiempos de guerra cuando los deportados salían hacia su muerte desde la misma estación en la que estaban en ese momento ellas dos conversando. Señala la autora: Frente a un hecho como éste, ¿qué importancia tiene haber pasado frío? (Andruetto, 2010, p. 190). Inmediatamente, y en relación con ésta última frase, Julieta conecta ese episodio con la vivencia de su madre en Trelew: Del deseo de ser cobijados sabrán tanto más los refugiados, los que vivieron como su madre escondidos en pozos o en sótanos, los presos de todo pelaje, los desaparecidos en medio de la peor intemperie. (Andruetto, 2010, p. 190). En la novela de María Teresa Andruetto la cuestión de la memoria es fundamental. La autora recurre a las categorías de verdad/ficción (dos caras de la misma moneda) para construir una memoria colectiva. Logra unir la memoria de la Alemania dictatorial, empleando el testimonio de Doris Lessing (ámbito de lo real) con la memoria de la Argentina en los años de dictadura militar, narrando la experiencia de tres generaciones de mujeres (ámbito de lo ficticio). En otras palabras, también podríamos afirmar que la ficción necesita de algún elemento verídico para constituirse como tal, ya que según Juan José Saer la verdad no es necesariamente lo contrario de la ficción Aquelarre. Revista de Literatura Infantil y Juvenil. Maestría en Literatura para niños. Res. CONEAU nº 808/14. Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario. Número 2, abril 2016. 7 ISSN 469-0414 pues: Verdad y ficción se revitalizan mutuamente: la ficción se vuelve un esqueleto reseco, mil veces pelado y vuelto a recubrir con la carnadura relativa de las diferentes verdades que van sustituyéndose unas a otras. (Saer, 1997, página 6). Puesto así, se podría asegurar que la ficción puede ser tenida en cuenta para la construcción de memoria colectiva y de la misma manera, para la reconstrucción de identidades sociales. III Lengua madre podría considerarse como una novela de reconciliación. De reconciliación de una madre con su hija, de una nación que sale a la luz de la sombra de un pasado tiránico y quiere recuperar lo perdido. Una interrogante que surge luego de la lectura de la obra es ¿por qué Julia no regresa a su pueblo natal en Córdoba una vez restituida la democracia? En la novela se narra que ella estuvo oculta en el sótano hasta después de la guerra de Malvinas, en 1983, cuando Raúl Alfonsín asume la presidencia de la Nación. En ese momento Julieta tenía cuatro años de edad, pero no aparece en ningún momento algún testimonio o posible explicación de por qué Julia no regresa con su hija. “¡Ha sido todo muy difícil para las dos!”, dice Lina (hermana de Julia). Corinne Pubill, en su texto Insilio plantea que existe una categoría de sobrevivientes a los años de dictadura militar que está al margen de los exiliados: el insilio. Explica que durante los años sesenta, en los países del Cono Sur se acuñó el término “insilio” para describir la experiencia de exilio interior experimentada por aquellos que, si bien no habían sufrido la cárcel o el destierro, habían pasado los años del terror de Estado y las dictaduras militares viviendo como parias, dentro de sus propios países, en una especie de aislamiento e incomunicación que protegía sus vidas pero los alienaba de su entorno (2012). Este tema importante y poco desarrollado describe la situación que vivió Julia en los años que estuvo encerrada en ese pequeño y húmedo sótano en el Sur de nuestro país. Ocho años fueron los que la joven militante estuvo encerrada sin visibilidad alguna, obligada a esconder lo que pensaba y viviendo (sobreviviendo) rodeada de tristeza y miedo de ser descubierta y de poner en riesgo la seguridad de su familia. Este sentimiento concuerda con lo que sostienePubill: El texto de Andruetto no se detiene sobre el sentimiento de terror, pero las voces narrativas se ocupan de darle un lugar clave puesto que se reitera a lo largo de la novela el sentimiento de inseguridades, mientras se alude a los secuestros y a las delaciones que ocurrían en la sociedad argentina de esa época. (Pubill, 2012, p. 4). Aquelarre. Revista de Literatura Infantil y Juvenil. Maestría en Literatura para niños. Res. CONEAU nº 808/14. Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario. Número 2, abril 2016. 8 ISSN 469-0414 Para ejemplificar esto basta tomar un fragmento de una de las cartas que la madre de Julia le envía a su hija: Quiero contarte algo que me dejó muy impresionada y me hizo pensar mucho en lo bien que hiciste en irte así de pronto, bien lejos: ayer fuimos con la tía Catalina a Córdoba, la acompañé porque tenía que hacer unas compras para la tapicería. Resulta que bajamos en la terminal y fuimos caminando por el boulevard hacia el centro y en eso vemos que unos tipos arrastraban a una chica hacia un auto y la chica gritaba ¡me secuestran!, ¡me secuestran!, gritaba desesperada pobrecita, no te imaginas cómo gritaba, hija, pero los tipos nada, la metieron en un Falcon y arrancaron que se las pelaban para el otro lado del río. (Andrtetto, 2010, p.171). Así, es justo afirmar que una vez en democracia, Julia vive con sus recuerdos, “fantasmas” que la atormentan y no le permiten adaptarse a la nueva vida post-dictadura en un pueblo que la vio nacer y así mismo le dio la espalda y la criticaba por sus ideales. Como hemos señalado a lo largo del texto, la negativa de Julieta de regresar a su país natal se debe a la distancia y al rencor que sentía por su madre, así, la insistencia de Julia a su hija para que ésta lea las cartas se debe a que se conozca la verdad de una etapa en el tiempo marcada por la represión y el terror y para que Julieta reconstruya su identidad que, en parte, desconocía. No creo que fuera la intención de la madre justificarse con su hija por los años de ausencia sino pedirle perdón por todo lo que no fue. Una reconciliación, un intento de recuperar lo perdido, como se expuso al comienzo de este apartado. A modo de cierre puedo decir que la novela Lengua madre permite observar de qué manera la ficción se presenta como un recurso eficaz que posibilita otras interpretaciones de eventos reales mediante la construcción de eventos ficcionales. El caso de Julieta es ilustrativo, pero nos muestra cómo la literatura rompe las barreras del tiempo y concede el deseo de conocer la verdad, de construir identidad. La memoria se presenta como un conector capaz de unir el pasado con el presente y hacernos reflexionar acerca de las implicancias y repercusiones que tuvo el período militar en cada persona afectada, para que el pasado de las múltiples víctimas no quede en el olvido. Para que, tengamos la ideología que tengamos, alcemos nuestra frente y gritemos ¡NUNCA MÁS!, no como un pedido abstracto sino como un mandato social que exija la Memoria, Verdad y Justicia que como pueblo hemos construido. Aquelarre. Revista de Literatura Infantil y Juvenil. Maestría en Literatura para niños. Res. CONEAU nº 808/14. Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario. Número 2, abril 2016. 9 ISSN 469-0414 Referencias Bibliográficas Andruetto, M.T. (2010) “Lengua madre”, Mondadori, Buenos Aires. Dema, P. (2012) “Identidad y Memoria: Los itinerarios de dos hijos de desaparecidos en dos novelas argentinas contemporáneas”, en http://www.teresaandruetto.com.ar/sobre-su-obra.asp, Córdoba. Montes, G. (1996) “El golpe” en Página|12, Rosario Pigna, F. (2002) “La política en los 70”, en www.elhistoriador.com.ar, Buenos Aires. Ricoeur, Paul (1999). “La lectura del tiempo pasado: memoria y olvido”. Arrecife, Madrid. Saer, J. J. (1997) “El concepto de ficción”, Punto de vista, Buenos Aires Semprún, J. (2012). “La literatura o la vida”. Extraído de Raggio, S.y Otros, La última dictadura militar en Argentina. Entre el pasado y el presente. Propuestas para trabajar en el aula, Buenos Aires, Homosapiens, 2012. Aquelarre. Revista de Literatura Infantil y Juvenil. Maestría en Literatura para niños. Res. CONEAU nº 808/14. Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario. Número 2, abril 2016. 10