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ESCRITO DE SOLICITUD AL MINISTERIO FISCAL
Don Jaime Urcelay Alonso, con DNI xxxxxxx, actuando en nombre y representación de
la asociación Profesionales por la Ética, con CIF nº G-480494610 y domicilio a
efectos de notificaciones en Madrid, calle Juan Bravo, 58-60, código postal 28006,
ante V.I., respetuosamente comparece y como mejor proceda
EXPONE
PRIMERO.- Que, según relata el diario El País del pasado 9 de febrero, el médicos de
la Asociación Federal “Derecho a Morir Dignamente”, con domicilio en Puerta del Sol
nº 6, 3º Izquierda, 28013 Madrid, suministraron a Don José Luis Sagüés una
combinación de fármacos con el objetivo de acabar con la vida de éste. Textualmente,
la noticia afirma que:
Según uno de los médicos que le atendieron al final, lo consiguió. “Fue como en la
película de Las invasiones bárbaras, con toda la familia alrededor. Nos hicimos fotos y
brindamos. Se despidió y luego le sedamos”.[…] Un empeoramiento que sufrió el
domingo 26 le hizo adelantar el proceso. Médicos de Derecho a Morir Dignamente,
que certificaron su estado de “angustia física y psicológica”, le aplicaron el
correspondiente tratamiento el lunes 27. Falleció al día siguiente.
SEGUNDO.- Que. Siempre según el relato de El País, el servicio de Cuidados
Paliativos negó a Don José Luis Sagües la sedación necesaria para acabar con su
vida.
TERCERO.- Que Don José Luis Sagüés supuestamente tenía la intención de quitarse
la vida para lo cual, siempre según la versión de El País, precisó de la cooperación y
colaboración de médicos de la asociación “Derecho a Morir Dignamente”.
CUARTO.- Que si bien el suicidio no está penalizado, sí lo está la conducta realizada
por los miembros de la asociación “Derecho a Morir Dignamente”, pues han cooperado
activamente con actos necesarios y directos a la muerte de otro, ya que Don José Luis
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murió al día siguiente de que los citados miembros de la asociación le proporcionaran
el tratamiento.
QUINTO.- Que el artículo 143.4 del Código Penal tipifica lo anterior como un delito,
bajo el título del homicidio y sus formas:
Artículo 143.4 “El que causare o cooperare activamente con actos necesarios y
directos a la muerte de otro, por la petición expresa, seria e inequívoca de éste, en el
caso de que la víctima sufriera una enfermedad grave que conduciría necesariamente
a su muerte, o que produjera graves padecimientos permanentes y difíciles de
soportar, será castigado con la pena inferior en uno o dos grados a las señaladas en
los números 2 y 3 de este artículo.”
SEXTO.- Que el conforme a lo anteriormente expuesto, el Código Penal castiga la
inducción al suicidio, el auxilio al mismo, que puede implicar ayuda tanto necesaria
como accesoria, y tanto activa como pasiva, que requiere, en todo caso, el
consentimiento del auxiliado y que puede obedecer a supuestos móviles altruistas o
morales -piedad, respeto, afecto o sumisión- pero también a móviles abyectos, y el
auxilio hasta el punto de ejecutar el mismo la muerte, al que la doctrina denomina
homicidio - suicidio, homicidio consensual, homicidio consentido, auxilio ejecutivo al
suicidio o, finalmente, homicidio concertado con la víctima que desea morir, figura
delictiva que requiere inexcusablemente la anuencia del sacrificado, que guarda con la
eutanasia y la ortotanasia la relación que existe entre dos círculos secantes pues, en
estas últimas hipótesis, no siempre el ofendido desea morir o está en condiciones de
manifestar su asenso o su disconformidad, que es tratada benignamente por el
legislador, pese a opiniones discrepantes, ya que, de no existir esa tipificación
privilegiada, el hecho, gracias a la concurrencia de parentesco, premeditación o
alevosía, con frecuencia sería calificado como constitutivo de parricidio o de asesinato,
y, finalmente, que requiere una ejecución; por parte del auxiliador, activa y material.
SÉPTIMO.- Que del mismo modo, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en
Sentencia de 20 de abril de 2002, Reino Unidos Versus Pretty , afirmaba que el art. 2
del Convenio para la Protección de los derechos Humanos y de las Libertades
Fundamentales, establece que "la ley debe proteger el derecho de todos a la vida".
La recurrente, (Pretty) en este caso consideraba que este derecho implica tan sólo la
protección de la vida frente a terceros, especialmente frente al Estado, pero no
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conlleva obligación para el sujeto mismo y supone el reconocimiento del derecho a
morir en determinadas circunstancias. Pero el TEDH responde que Pretty interpreta de
modo forzado la expresión derecho a la vida y que "no puede deducirse del art. 2
ningún derecho a morir". Por el contrario, dicen, ese precepto establece el deber de
los Estados de amparar la vida de los individuos bajo su jurisdicción, sin limitarse a
protegerla de las agresiones ilegales.”
Y en este caso, concluyen los jueces, pesa más la tutela de la vida. El TEDH recuerda
que la prohibición absoluta de la cooperación al suicidio tiene el objetivo de proteger la
vida de las personas vulnerables en situación de dependencia; por ello, "la Corte no
considera que la prohibición absoluta del suicidio asistido sea desproporcionada", ya
que "existen peligros evidentes de abuso".
En resumen: el Tribunal no considera legítimo crear una excepción a la protección de
la vida, que pondría en peligro a muchas personas en situación de dependencia.
La Corte considera que no se puede deducir del "derecho a la vida" un "derecho
a morir, ya sea por la mano de un tercero o por la asistencia de una autoridad
pública", y pone el acento en la obligación de un Estado a proteger la vida.
La Convención europea de Derechos Humanos tampoco confiere, "de ninguna
manera" a un ciudadano el derecho a exigir a un Estado que le permita o facilite su
muerte.
OCTAVO.- Que el Ministerio Fiscal, de conformidad con lo previsto en el artículo 124
de la Constitución, tiene por misión “promover la acción de la Justicia en defensa
de la legalidad, de los derechos de los ciudadanos y del interés público tutelado
por la Ley, de oficio o a petición de los interesados, así como velar por la
independencia de los Tribunales y procurar ante ellos la satisfacción del interés social.
NOVENO.- Que de conformidad con lo dispuesto en el Estatuto Orgánico del
Ministerio Fiscal, aprobado por Ley 50/81 de 30 de diciembre y modificado por la Ley
24/2007, de 9 de octubre, los principios de legalidad e imparcialidad son los que rigen
en todo caso la actuación del Ministerio Fiscal.
Así, por el principio de legalidad el Ministerio Fiscal actúa con sujeción a la
Constitución, a las leyes y demás normas que integran el ordenamiento jurídico. Por el
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principio de imparcialidad el Ministerio Fiscal actúa con plena objetividad e
independencia en defensa de los intereses que le están encomendados.
DÉCIMO.- Que supone un gran riesgo para la convivencia democrática, los hechos
aquí relatados, y porque, como ya señalaba el Tribunal Europeo de Derechos
Humanos, existe un peligro evidente de abuso, como ya se ha observado en otros
países donde se ha legalizado la cooperación o auxilio al suicidio, o eutanasia,
enmascarando bajo esta forma un auténtico asesinato con fines lucrativos (como
recibir la herencia o cobrar un seguro).
En virtud de lo mostrado, y del grave peligro que supone, y en defensa mis derechos y
del interés público, se SOLICITA:
Inste, ante la instancia judicial, y en todos los procedimientos en los que actúe
en defensa del interés general, y de la legalidad vigente:
-
La correspondiente querella criminal por un delito de cooperación al
suicidio contra la Asociación “Derecho a Morir Dignamente” y sus
integrantes.
-
La ilegalización de dicha asociación, habida cuenta de que el art. 520 del
Código Penal ordena a los Jueces o Tribunales que acuerden la
disolución de las asociaciones ilícitas, considerándose tales, entre otras
y de acuerdo con el art. 515 del mismo texto legal, las asociaciones que,
después de constituidas, promuevan la comisión de algún delito.
Se adjunta como Anexos:
1. El relato de lo ocurrido publicado por el diario El País el pasado 9 de febrero de
2014.
2. Los datos de representantes legales de la Asociación Derecho a Morir
Dignamente.
Lo que se solicita en Madrid a 5 de marzo de 2014.
Fiscalía General del Estado. C/ Fortuny 4. 28071 MADRID.
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