Estado de la Causa de la Sierva di Dios Sor M. Consolata Betrone Articulo del Postulador, Adv. Emilio Artiglieri, publicado en la revista "La piccolissima via d'amore di Suor M. Consolata Betrone" (n. 2 de 2007) Con viva emoción me presento como nuevo Postulador para la causa de beatificación y canonización de la sierva di Dios Sor M. Consolata Betrone, por disposición del Monasterio Sagrado Corazón de las Clarisas Capuchinas de Moncalieri. Toda causa de canonización tiene una dimensión esencialmente eclesial, no sólo - como veremos - bajo el aspecto del procedimiento, sino también en sus presupuestos: la santidad canonizada quiere ser un mensaje para toda la Iglesia, un mensaje de esperanza para quien con confianza invoca la intercesión del Siervo de Dios (y después del Beato y del Santo), y de profecía, en el sentido de que en la vida y en la doctrina de quien es elevado al honor de los altares no encontramos verdades nuevas, sino la confirmación de las verdades de fe contenidas en la Divina Revelación y un modelo de auténtica vida cristiana, de cuya concreta posibilidad se da una prueba histórica. En este caso es como si las Monjas Clarisas Capuchinas quisieran regalar a toda la Iglesia y a todos los hombre de buena voluntad, la extraordinaria riqueza de la experiencia religiosa y mística de Sor M. Consolata. Mi emoción se transforma en gratitud para con quien me ha precedido en el papel de Postulador y ha llevado hasta el inicio de este año el peso de varias tareas, en especial al Padre Paolo Lombardo, Postulador OFM de la provincia romana. Como es sabido, toda causa de canonización debe tener un “actor”, es decir un promotor de la causa, que es la persona física o, más comúnmente, jurídica, que la promueve y que se asume la obligación de enfrentar los compromisos relativos. En este caso específico, el actor de la causa es el Monasterio al que Sor M. Consolata pertenecía. El Postulador es la persona física (sacerdote, religioso o laico) que actúa para el actor y es legítimamente nombrado por este último y aprobado, en la fase diocesana, por el Obispo, y en la fase sucesiva, en la Congregación para las Causas de los Santos, por el mismo Dicasterio. La aprobación que el Postulador necesita es un signo ulterior del carácter eclesial, público, de la causa de canonización. Hoy la ley fundamental para las Causas de los Santos es contenida en la Constitución Apostólica Divinus Perfectionis Magíster del 25 de enero de 1983, que ha dado un nuevo planteamiento a toda la materia, respondiendo a tres exigencias principales. La primera es la de envolver más a los Obispos diocesanos en las causas de canonización, confiándoles la responsabilidad para la búsqueda de las pruebas, que ellos, por eso, conducen con potestad propia. Se quiso, además, elevar el nivel crítico del estudio de las causas, dotando a la Congregación de instrumentos idóneos para esta finalidad. Por fin, el tercer objetivo fue el de agilizar el procedimiento, liberándolo de formalismos inútiles. Toda causa pasa hoy por tres etapas: 1. la fase diocesana, que tiene la finalidad de recoger todas las pruebas que se refieren a la vida, a la actividad, a la muerte, a la fama de santidad y al fundamento de esta fama, o sea las virtudes heroicas del Siervo de Dios; 2. el estudio en la Congregación del material documentario y testifical y la preparación de una minuciosa “Positio”, bajo la guía de estudiosos calificados; 3. la discusión teológica, primero por parte de los Consultores, bajo la dirección del Promotor de la fe (Prelado teólogo) y luego de los Cardenales y Obispos, miembros del Dicasterio. Paralelamente de desarrolla el examen de los presuntos milagros. Según la tradición de la Iglesia, en las causas de canonización los milagros sirven como confirmación de lo Alto que el juicio humano sobre la santidad de vida del Siervo de Dios no está equivocado, es como un “sello de Dios”. Desde el Año Santo de 1975, se ha empezado a dispensar del segundo milagro para la beatificación y luego también para la canonización; de este modo, se ha llegado a la praxis actual que requiere un milagro regularmente aprobado para la beatificación y para la canonización otro milagro acontecido después de la beatificación y regularmente aprobado. También para el examen de los presuntos milagros se distinguen dos momentos fundamentales: el diocesano, relativo a la recogida de la pruebas y el “romano”, en la Congregación, de estudio, sea desde el punto de vista médico, que desde el punto de vista teológico. Creo que sea oportuno ahora señalar, a la luz de lo que se ha indicado, cual es la posición de la causa de Sor M. Consolata. El 10 de marzo de 1995 se ha transmitido el “nihil obstat” por parte de la Santa Sede, por el que se dio inicio en Turín a la fase diocesana, que consiste en la recogida de los testimonios, de los documentos y también de adecuadas relaciones peritales. Todo este material fue enviado a la Congregación para las Causas de los Santos que el día 7 de abril de 2000, dictó el Decreto que sancionaba la regularidad del proceso diocesano, es decir la segura observancia de las normas jurídicas. Llegados a este punto, se entregó la causa a un Relator, nombrado el 9 de febrero de 2001, en la persona del Padre Daniel Ols OP. El Relator tiene la tarea de estudiar la causa y, junto con el colaborador externo, elaborar la relativa Positio sobre la santidad de vida del candidato a la canonización. Pero el Relator no autorizará la impresión de la Positio antes que se hayan colmado todas las lagunas y resuelto todas las dificultades. La causa de Sor M. Consolata ha llegado a este punto, es decir, el material de la Positio está siendo analizado por el Relator, quien establecerá si hacen falta algunas integraciones y puntualizaciones en relación al trabajo ya cumplido. Se debe tener en cuenta que el tamaño del trabajo para cada Relator es notable, por lo que los tiempos pueden parecer bastante largos: propiamente por el carácter público, eclesial de la causa, que puede llegar a comprometer, con la canonización, hasta la infalibilidad papal, se comprende como sea grande, también en conciencia, la obligación de un examen lo más serio y profundo posible. ¿Y el milagro? Muchas señalaciones de gracias y de favores llegan desde hace tiempo al Monasterio: en particular, se está estudiando un caso de curación que parece tener, según también el parecer de los especialistas interpelados, todas las características requeridas para ser calificada de naturalmente inexplicable. En breve, podría empezar el relativo proceso en la diócesis en la que el hecho aconteció. Sin embargo, continuamos a dirigirnos con confianza a Sor Consolata, mientras nos disponemos a celebrar el 50º aniversario de la trasladación de sus restos mortales en el Monasterio Sagrado Corazón. Pedimos Su intercesión para que se confirme aún más el beneplácito divino y podamos advertir, para las enfermedades del cuerpo, pero - osaría decir - sobretodo para las del espíritu, el beneficio de Su intercesión.