Araceli Manjón-Cabeza Olmeda primera doctrina del TS que respondía a las dilaciones indebidas con el derecho de gracia y con la indemnización por anormal funcionamiento. El entendimiento que debe de hacerse de la circunstancia analógica, con carácter general, será examinado en el próximo capítulo. 2. Análisis de la praxis de la atenuante analógica de dilaciones indebidas 2.1. Tiempo de duración del procedimiento y períodos de inactividad El sólo dato temporal de la duración del procedimiento QRHVVXÀFLHQWHSDUDDSUHFLDUODYXOQHUDFLyQGHOGHUHFKR\FRQ ello, de la atenuante analógica. Siguiendo la jurisprudencia del TEDH y la del TC, se analizan una serie de indicadores (complejidad del procedimiento, tiempo normal, comportamiento del acusado y de las autoridades, interés que se arriesga), para DÀUPDU R QHJDU OD H[LVWHQFLD GH GLODFLRQHV LQGHELGDV \ QR HO sólo dato temporal de la duración del proceso que por si mismo puede ser irrelevante y que, en todo caso, es relativo. Aún así, lo que constituye presupuesto de la decisión sobre el carácter indebido o no de la dilación es un segmento temporal que tiene un dies a quo y un dies ad quem. Tratándose de procesos penales el TEDH entiende que el plazo inicial está en el momento en el que hay una persona acusada, lo que debe de entenderse en un sentido sustancial y no formal, o sea no se requiere que exista un acto judicial formal que convierta al sujeto en acusado. 227 La atenuante analógica de dilaciones indebidas Basta con que se estén padeciendo consecuencias negativas o “repercusiones importantes” en la situación jurídica o, incluso, en su vida: imputación, orden de detención, sumisión a medidas limitativas de derechos, etc. En este sentido, Dalmotto dice que el dies a quo hay que referirlo al hecho que provoque la situación GHLQFHUWLGXPEUHDQJXVWLD\WHQVLyQVLFROyJLFD\HMHPSOLÀFDFRQ (O3URFHVR de Kafka, recordando que el proceso empieza el día en HOTXHGRVVXMHWRVLUUXPSHQHQVXKDELWDFLyQ\QRWLÀFDQDVHxRU K que está detenido, aunque puede seguir con sus actividades cotidianas261. La noción antiformalista del término “acusado” no GHEH GH LGHQWLÀFDUVH FRQ QLQJXQD GHÀQLFLyQ GH GHUHFKR LQWHUno, puesto que el CEDH ha de suministrar un estándar mínimo de protección uniforme para todos los países262. Por lo que se UHÀHUH DO WpUPLQR ÀQDO GHO SHULRGR D FRQVLGHUDU GHSHQGHUi GH que estemos ante procesos conclusos o no, es decir del ámbito en el que estemos haciendo valer la tardanza indebida y de lo que se busque por quien postula el reconocimiento del retraso. Cuando un juez se plantee si aplica o no la atenuante analógica, el periodo a tener en cuenta llega hasta el momento anterior de emitirse la sentencia. Si la apreciación de la atenuante está en vías de casación, lo mismo puede decirse, pues el TS puede considerar la dilación de la que el mismo sea responsable. Pero, naturalmente, el dies ad quem, puede ser distinto cuando otra es la pretensión. Piénsese que la dilación se produce en fase de ejecución de sentencia o en la tramitación del amparo constitucional, o sea, cuando ya no es posible postular la apreciación de 261. Diritto all´equa…, ob. cit., pág. 142. 262. Sobre la jurisprudencia del TEDH en esta materia puede verse Aimonetto, M. G., “Ragionevole durata del processo penale, legge Pinto e giurisprudenza della Corte europea dei diritti dell´uomo”, en Misure acceleratorie…, ob. cit., págs. 234-236. 228 Araceli Manjón-Cabeza Olmeda la atenuante analógica, pero si pretender la indemnización por funcionamiento anormal. Una vez determinado el marco temporal relevante para enjuiciar la dilación, se tiene en cuenta si en la tramitación hay tiempos muertos, en los que no se ha desarrollado ninguna acWLYLGDG/RVWLHPSRVPXHUWRVVRQGHÀQLGRVFRPR´ORVSHUtRGRV relevantes de tiempo en que el proceso ha permanecido paralizado sin que se realice ninguna actividad procesal relevante o careciendo la realizada de trascendencia jurídico procesal” (STS 172/2006, de 22 de febrero, Ponente Ramos Gancedo). La STS de 27 de noviembre de 2001 establece que “el concepto de actividad procesal supone que el órgano judicial que recibe la denuncia, realice algún género de actividad procesal, aunque ésta sea mínima. Por tanto no basta con la mera recepción de la denuncia si ésta no va seguida de alguna actividad judicial”. Por su parte, la STS 1221/2005, de 19 de octubre (Ponente: Berdugo Gómez de la Torre) habla de “actuaciones genuinas e indudablemente de carácter procesal” y entiende que lo son las diligencias policiales que se incorporan al procedimiento incoado, bajo el control del juez que las asume y evalúa procesalmente a los efectos de dictar las resoluciones procedentes. De ordinario se exige que el UHFXUUHQWHTXHSRVWXODODDSUHFLDFLyQGHODDWHQXDQWHHVSHFLÀTXH “los períodos de inactividad, para que la Sala pueda pronunciarse sobre las interrupciones y su gravedad” (STS 296/2006, de 16 de marzo, Ponente Ramos Gancedo)263, “no bastando con señalar el plazo transcurrido entre una y otra actividad procesal, sino que es preciso aducir su porqué” (STS. 1621/2005, de 29 de diciembre, (QHOPLVPRVHQWLGR676DODTXHPHUHÀHURPiVDGHODQWH 229 La atenuante analógica de dilaciones indebidas Ponente Saavedra Ruiz), toda vez que “la atenuante analógica no VHGHÀQHSRUHOWLHPSRLQYHUWLGRHQODWUDPLWDFLyQGHOSURFHVRVLOD duración ha sido razonable o necesaria” (STS 1069/2005, de 29 de septiembre, Ponente: Soriano Soriano)264. Pero este requerimiento no aparece en todas las Sentencias y no puede exigirse en los casos en los que la dilación se produce después de la interposición del recurso de casación. Por otro lado, hay que recordar las opiniones, más arriba recogidas, sobre la carga de la prueba de la dilación. Se considera que no es período de inactividad, sino de tardanza no imputable al órgano judicial, el tiempo en que un tercero ajeno al proceso tardó en cumplir una orden judicial (STS GHGHIHEUHUR(VWDDÀUPDFLyQSRGUtDFRPSDUWLUVH plenamente sólo desde la óptica del resarcimiento por la causación de un daño debido a un comportamiento culpable del órgano judicial, existiendo relación de causalidad. Pero tratándose del juicio de las dilaciones indebidas y, para quien lo admita, de la atenuante analógica, la cuestión no es tan sencilla. Aunque el juez no sea el que ha provocado la dilación con su inactividad, puede haber consentido la tardanza causada por una parte o por quienes están llamados a colaborar en el procedimiento (peULWRVWHVWLJRVRUJDQLVPRVRÀFLDOHVHWFORTXHQROHH[FXVDGH su obligación de impulsar, dirigir y de recavar las actuaciones requeridas o de renunciar a ellas en caso de imposibilidad. Pero en la inteligencia que hace el TS de la atenuante, como compensación de la culpabilidad por el hecho del retraso indebido y, para quien esto admita, la dilación se habrá producido y deberá 264. La STS 2403/2001, de 19 de diciembre considera que son dilaciones indebidas “los WLHPSRVPXHUWRVHQODWUDPLWDFLyQGHOSURFHVRFDUHQWHVGHMXVWLÀFDFLyQSURFHVDOµ 230 Araceli Manjón-Cabeza Olmeda atenuar la pena, aunque la misma haya sido provocada por un tercero que no atiende al requerimiento judicial y que no puede MXVWLÀFDUODIDOWDGHLPSXOVR Se entiende que no hay dilación indebida, a pesar de la tardanza en resolver un recurso, si entre el momento de su interposición y el de su resolución, el tiempo transcurrido se ha ocupado paralelamente con otras actuaciones; lo mismo si se GDQHQWUHXQDUHVROXFLyQ\VXQRWLÀFDFLyQ676GH 17 de octubre265). 2.2. Concepto indeterminado e indicadores de las dilaciones indebidas 7DQWR HO7&FRPR HO76 PDQLÀHVWDQ TXH HOGH GLODFLRQHV indebidas es un “concepto abierto o indeterminado, que requiere HQFDGDFDVRXQDHVSHFtÀFDYDORUDFLyQDFHUFDGHVLKDH[LVWLGR efectivo retraso verdaderamente atribuible al órgano jurisdiccioQDOTXHHVLQMXVWLÀFDGR\FRQVWLWX\HXQDLUUHJXODULGDGLUUD]Rnable en la duración mayor de lo previsible o tolerable” (STS 976/2005, de 20 de julio266). Téngase en cuenta que no es la falta de dilación lo que expresa el derecho del art. 24.2, sino la falta de dilación indebida, lo que quiere decir que hay dilaciones que no son indebidas a los efectos del derecho fundamental. En este sentido la STS 163/2005, de 10 de febrero considera que 265. Se recuerda en esta sentencia que el art. 201 LECrim (“Todos los días y horas del año serán hábiles para la instrucción de las causas criminales, sin necesidad de habilitación especial”) no es aplicable a la fase intermedia. 266. En el mismo sentido cita la STC 133/1988, de 4 de junio y la STS de 14 de noviembre de 1994. 231 La atenuante analógica de dilaciones indebidas “no toda dilación por el hecho de serlo es indebida267”. En prinFLSLR SXHGH DÀUPDUVH TXH OD GLODFLyQ VH SURGXFLUi R FXDQGR no sea respetado un plazo legalmente establecido (así, el de tres días para dictar sentencia) o, cuando no existiendo plazo, por no tratarse de un acto reglado en el tiempo, sino de una tramitación integrada por distintas actuaciones, se supere un período prudencial. Pero nada de esto quiere decir que estemos ante una dilación indebida, sino sólo, ante una dilación. Tal como hemos visto, uniforme es la jurisprudencia del TC, del TS y del TEDH que establece que el derecho a un proceso sin dilaciones indebidas no coincide con un derecho a los plazos que no está constitucionalizado. Con lo anterior, lo único que hemos dicho es lo que no es una dilación indebida y no lo que es. Hay que recordar que nos encontramos ante un derecho que carece de GHVDUUROOROHJLVODWLYRORTXHKDOOHYDGRDDÀUPDUTXHVHWUDWDGH ´XQGHUHFKRGHFRQWHQLGRPiVGLIXVRHLQGHÀQLGRTXHHOGHRWURV fundamentales”268. Este concepto indeterminado de dilaciones indebidas debe de llenarse en cada caso concreto aplicando unas pautas, criteULRVRLQGLFDGRUHVDORVTXHVHUHÀHUHQHO7('+HO7&\HO76 Así, numerosas resoluciones de casación dicen que “siguiendo el criterio interpretativo del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en torno al artículo 6 del Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales, que re- 267. Hay circunstancias procesales que no pueden entenderse como indebidas, auque inÁX\DQ HQ OD GXUDFLyQ GHO SURFHVR LQKLELFLyQ GHO MX]JDGR FLWDFLyQ GHO GHVWLQDWDULR GH OD GURJDVROLFLWXGSRUHOÀVFDOGHQXHYDVGLOLJHQFLDVVXVSHQVLyQGHODGHFODUDFLyQGHODFXVDGR por accidente de circulación, sobreseimiento provisional parcial). 268. Prieto Rodríguez, Dilaciones indebidas…, ob. cit., pág. 19. 232 Araceli Manjón-Cabeza Olmeda conoce a toda persona “el derecho a que la causa sea oída dentro de un plazo razonable”, los factores que han de tenerse en cuenta son los siguientes: la complejidad del proceso, los márgenes ordinarios de duración de los autos de la misma naturaleza en igual período temporal, el interés que arriesga quien invoca la dilación indebida, su conducta procesal, y la de los órganos jurisdiccionales en relación con los medios disponibles”269. Como ya hemos analizado, no es cierto que todos estos criterios sean los válidos para el Tribunal de Estrasburgo; me remito al lugar donde se ha tratado de los defectos estructurales y del estándar medio. 2.2.1. Comportamiento procesal del que postula el reconocimiento del derecho En general, se considera que “el derecho constitucional a no sufrir dilaciones indebidas no ampara aquellos retrasos originados por la actitud obstructiva de alguna de las partes” (STS 1069/2005, de 29 de septiembre) y se entienden indebidas las dilaciones “que en línea de principio no son imputables a la parte” (STS 1002/2005, de 6 de julio). Se consideran imputables al comportamiento procesal de la parte las siguientes situaciones: - rebeldía y necesidad de solicitar la extradición (STS 296/2006, de 16 de marzo); rebeldía por incomparecencia 269. SSTS 32/2004, de 22 de enero, 1103/2005, de 22 de septiembre, 1144/2005, de 11 de octubre, 1250/2005, de 28 de octubre y 948/2005, de 19 de julio, entre muchas otras. El TS suele citar las SSTEDH de 28 de octubre de 2003, casos González Doria Duran de Quiroga y López Solé y Martín Vargas c. España. 233 La atenuante analógica de dilaciones indebidas voluntaria al llamamiento judicial (STS 1069/2005). -necesidad de pedir auxilio judicial y renuncia del Letrado (STS 149/2006, de 10 de febrero); necesidad de hacer diligencias para localizar al acusado (STS 1463/2005, de 14 de noviembre) -resolución de un recurso de apelación contra el auto de procesamiento interpuesto por el recurrente (STS 577/2006, de 1 de febrero). En relación a los recursos que dilatan la tramitación, el TS sostiene que debiendo de respetarse el ejercicio del derecho de impugnación y oposición, constitucionalmente protegido, debe de reconocerse a tal derecho “cierta dimensión retardataria que disminuye la atribuibilidad a los órganos jurisdiccionales de la falta GHÁXLGH]SURFHGLPHQWDOµ6676GHGHGLciembre y 948/2005, de 19 de julio). En otras ocasiones el 76FDOLÀFDORVUHFXUVRVFRPR´GLODWRULRVµSDUDIXQGDPHQtar la negación de las dilaciones (STS 1614/2005, de 1 de GLFLHPEUH UHÀULpQGRVH DO ´XVR DQRUPDO GH ORV UHFXUVRV interlocutorios” que de hecho no interrumpen la investigación pero si la condicionan y buscan la dilación o incluso la prescripción (STS 1336/2005, de 2 de febrero). -defensa que tolera o provoca las dilaciones (STS 724/1999, de 12 de mayo). - sin embargo todo lo anterior, el TS ha casado la sentencia de instancia que denegaba la atenuación por los muchos recursos desestimados, al entender que “la inter- 234 Araceli Manjón-Cabeza Olmeda posición de recursos conforma el derecho constitucional de defensa” y no se ha constatado que la desestimación GHORVUHFXUVRVORIXHVHSRUWHPHULGDGSURFHVDOPDQLÀHVWD (STS 1103/2005, de 22 de septiembre). - renuncia del Procurador del recurrente y demora en la presentación de su escrito de defensa (STS 1047/2005, de 15 de septiembre); no devolución de los autos por el abogado (STS 789/2001, de 10 de mayo). - en la S. 1136/2005, ya citada, se hace referencia a los “procedimientos complejos que investigan hechos con múltiples proyecciones personales y temporales (en los que) el comportamiento procesal de las partes es un factor determinante de la extensión o duración de los trámites previos a la celebración del juicio oral”, con múltiples acusados, en los que hay unas partes que utilizan los cauces legales para defender sus intereses y otras que “pueden abusar de los resquicios del procedimiento de una forma desmesurada al margen de sus justos y necesarios términos”. Son los conocidos vulgarmente como “macro juicios” R´PDFURSURFHVRVµ6HWUDWDEDGHXQSURFHVRSRUWUiÀFR de drogas de una organización, siendo los hechos de extrema gravedad. En mayo de 1991 aparecieron en la playa unos fardos de cocaína; en diciembre de ese año la policía entrega un informe en el que habla de una gran organización, con dirigentes a la sombra y conexiones con los cárteles colombianos. El juez archivó por ser los autores desconocidos. Tres años después, compareció voluntariamente un “arrepentido” que confesó su participación en la 235 La atenuante analógica de dilaciones indebidas descarga de la droga, lo que permitió retomar las actuaFLRQHV(OÀVFDOSLGLyODFRQFOXVLyQGHOVXPDULRHQ y en 1997 ante un Juzgado distinto del que instruyó. Se planteó la cuestión de competencia entre los dos juzgados, hubo múltiples recursos y se recusó a toda la sala en 1999. Hubo varios artículos de previo pronunciamiento y recursos al TS que desestimó en 2002. Se produjeron más recursos y recusaciones “con ánimo dilatorio, abuso de derecho y fraude de ley”. En febrero de 2003, pasados 12 años, se celebró el juicio. La AN absolvió a algunos acusados, condenó a unos sin apreciar para ellos la atenuante analógica de dilaciones indebidas y a otros con la atenuación. El TS desestimó las dilaciones indebidas en base al siguiente razonamiento: “existe un último elemento que no es normalmente planteado y que surge de la misma naturaleza y características de un proceso en el que existen numerosos implicados, cuya aparición en el escenario del proceso y la adquisición de tal condición se produce en momentos temporales distintos. Pretender un tratamiento individualizado de su condición y plantearlo como si fuese obligatorio que sus vivencias procesales nada tengan que ver con las demás personas implicadas es imposible. No se puede pretender una posición procesal autónoma en el seno de un macro proceso en el que la raíz o nexo de unión es precisamente la existencia de una empresa u organización criminal de la que todos resultan solidarios en el trámite procesal. En todo caso, tomando como punto de partida el momento de la entrada de los acusados en el curso del proceso, ninguno de ellos puede sentirse afectado por una dilación excesiva si nos atenemos a los 236 Araceli Manjón-Cabeza Olmeda parámetros anteriormente examinados.”. El TEDH se ha pronunciado en relación a los procesos con múltiples imputados en el sentido de que la separación de sus causas, aun agilizando la instrucción y acelerando el proceso, no es consecuencia obligada del derecho al plazo razonable, si dada la conexión de los hechos, puede generarse problemas en la búsqueda de la verdad (SS 27 junio 1968, caso Neumeister y 22 junio 2000, caso Coeme). Naturalmente, la sola existencia de alguna de estas circunstancias imputables a la defensa no genera automáticamente la inexistencia de dilaciones indebidas, por no atribuibles al órgano judicial, sino que el Tribunal Supremo, valora unas con otras para resolver. En ocasiones lo que ocurre es que se deniega ODDWHQXDQWHFRQHIHFWRPX\FXDOLÀFDGRSHURVHDGPLWHODVLPple, por ser las dilaciones imputables tanto al recurrente como al juzgado o tribunal (STS 1463/2005, de 14 de noviembre). 2.2.2. Comportamiento procesal de los órganos judiciales Se consideran imputables al incorrecto comportamiento procesal del órgano judicial, con la posibilidad de generar la lesión del derecho a un proceso sin dilaciones indebidas, las siguientes situaciones: -estimación de un recurso de casación por quebrantamiento de forma, pues supone un defectuoso funcionamiento del órgano judicial la existencia de un vicio procesal en la primera sentencia de instancia (STS 267/2006, de 10 de marzo). 237 La atenuante analógica de dilaciones indebidas -extravío de la causa sin que después se aplicase mayor diligencia para evitar otros períodos de inactividad; retraVRHQGLFWDUDXWRGHDSHUWXUDGHOMXLFLRRUDOFX\DQRWLÀFDción por exhorto se demora casi un año y medio, tiempo en el que sólo se practica el ofrecimiento de acciones (STS 1463/2005, de 14 de noviembre). -error procesal consistente en que el Juzgado había incoado sumario ordinario con Auto de procesamiento, demorando 8 meses la indagatoria, con Auto de conclusión del Sumario revocado a petición de todas las partes y ordenándose la acomodación a procedimiento abreviado, todo lo que llevó un año y medio de dilación no imputable al acusado (STS 1220/2005, de 10 de octubre, se admitió la dilación indebida por el error procesal, a pesar de que la instrucción era muy compleja, se practicaron muchas periciales, testifícales y muchos requerimientos y la defensa había sido muy activa). -período de tiempo de varios meses en el que sólo se dicta una providencia para acordar que “quedan los autos pendientes de resolver” (SSTS 976/2005, de 19 de julio y 948/2005, de 19 de julio). -superación de los estándares medios de tiempo empleado por los Tribunales (STS 70/2005, 26 de enero). WLHPSRLQYHUWLGRHQDYHULJXDUHOGHVWLQRÀQDOGDGRDOGLQHURDSURSLDGRRSHUDFLyQVXSHUÁXDSRUTXHHVHGHVWLQRQR constituye un elemento del tipo delictivo (STS 603/2004, de 14 de mayo). 238 Araceli Manjón-Cabeza Olmeda -paralización de casi tres años con actuaciones desordenadas y sin fechar, con petición del Ministerio Fiscal de foliado de las mismas, pero sin denuncia del acusado. El TS considera que, ante tal desorden del trámite, no puede exigirse a la defensa que interrumpa la prescripción (STS 904/2003, de 15 de diciembre). La STS 1301/2005, de 8 de noviembre (Ponente Martínez Arrieta) reconoce una demora en la tramitación, pero desestima la atenuante analógica solicitada por el acusado, pues el retraso era consecuencia de las imputaciones y actuaciones de la acusación particular270 y no de una actuación jurisdiccional no debida que da lugar a la compensación de la pena. En sentido similar, la STS 1144/2005 considera que la práctica de una prueba anticipada de electromiografía pedida por la parte recurrente a un Centro sanitario público que se demoró no permite imputar el retraso de la administración sanitaria a la parte, pero si debe de recordarse que fue pedida por la misma parte que ahora alega dilaciones indebidas. Siguiendo la jurisprudencia del TEDH y alguna resolución del TC, el TS ha manifestado en distintas ocasiones que las deÀFLHQFLDVHVWUXFWXUDOHVGHORVyUJDQRVMXGLFLDOHVRODPDODRUJDnización causante de la acumulación y retraso en la tramitación GHODVFDXVDVQRVLUYHQSDUDMXVWLÀFDUODVGLODFLRQHVSURFHVDOHV y para negar la vulneración del derecho fundamental. Así, la STS 226/2004, de 27 de febrero, entiende que “es un derecho fun- 270. En el mismo sentido, la STS 33/1998, de 24 de enero considera que no hay dilaciones indebidas cuando la tardanza es causada por los comportamientos procesales incorrectos de la acusación. 239 La atenuante analógica de dilaciones indebidas damental y como tal no puede depender de que la organización estructural de los órganos judiciales permita su ejercicio o no. Constituye una tergiversación de la noción misma del derecho fundamental considerar que su ejercicio solo se reconocerá si la situación lo permite. En este sentido los derechos fundamentales constituyen una fuente de obligaciones para el Estado que los debe respetar en todo caso.”271. Lo anterior es consecuencia de la consideración de que el CEDH obliga a los Estados a una organización judicial idónea para cumplir los mandatos del art. FXDQGRVHUHÀHUHDOGHUHFKRDXQMXLFLRHQSOD]RUD]RQDEOH\ no sólo a los jueces a respetarlo. En la jurisprudencia del TEDH, como ya hemos visto, sólo se admite una excepción: la acumulación coyuntural y pasajera de asuntos por razones imposibles de prever y rápidamente subsanada. 2.2.3. Complejidad del asunto A propósito de las causas complejas o muy complejas pueden encontrarse las siguientes manifestaciones: KD\FRPSOHMLGDGHQXQVXSXHVWRGHWUiÀFRGHGURJDVFRQ 14 acusados y 5 responsables civiles (STS 53/2006, de 30 de enero). KD\VXPDULRV\SURFHVRVFRPSOHMRVGHWUiÀFRGHGURJDV en los que se ha apreciado la existencia de dilaciones inGHELGDV\ODDWHQXDQWHDQDOyJLFDLQFOXVRPX\FXDOLÀFDGD 271. La STS 603/2004, de 14 de mayo rechaza la excusa de la Audiencia de “falta ancestral GHPHGLRVSHUVRQDOHV\PDWHULDOHVDGHFXDGRV\VXÀFLHQWHµVLQHVSHFLÀFDUTXpPHGLRVPDteriales y personales faltaron en los órganos que intervinieron en la causa. 240 Araceli Manjón-Cabeza Olmeda así la STS 1332/2005, de 8 de noviembre, que se refería DXQFDVRGHRUJDQL]DFLyQFRQUDPLÀFDFLRQHVLQWHUQDFLRnales, hechos ocurridos en varios países, relaciones con la Camorra, desglose de la causa por personas juzgadas en Italia, comisiones rogatorias y extradiciones temporales de algún condenado, extenso período de tiempo de las HVFXFKDV WHOHIyQLFDV SHUR MXVWLÀFDGR SRU HO SULQFLSLR GH proporcionalidad y gravedad de los hechos y numerosos UHJLVWURVDSOLFiQGRVHODDWHQXDFLyQPX\FXDOLÀFDGD272. - 20 imputados, muchos recursos y una recusación estimada con nombramiento de nueva Sala sentenciadora, con más de cuatro años desde la conclusión del sumario hasta el juicio oral, no se considera un supuesto de dilaciones indebidas (STS 32/2005, de 12 de julio). - causa con 9 acusados, 4 acusaciones particulares y 104 personas a las que se ha reconocido con derecho a indemnización, 18 de las cuales en cuantía superior a 36.000 Euros, en la que, a pesar de la complejidad y la falta de denuncia previa en la instancia, se considera, tal como KL]RGHRÀFLROD$XGLHQFLDTXHKD\GLODFLRQHVLQGHELGDV por los tres años de paralización para resolver una inhibición, pero sólo a favor del condenado que no las provocó, negándose para el que tuvo una conducta obstruccionista (STS 50/2005, de 28 de enero). 272. En esta Sentencia se rebaja la pena de multa impuesta por la AN porque no se había DSOLFDGRODDWHQXDFLyQPX\FXDOLÀFDGDDODSHQDSHFXQLDULD\VtDODSULYDWLYDGHOLEHUWDG El TS entiende que la multa ha de ajustarse a los mismos parámetros de descenso que las penas privativas de libertad. 241 La atenuante analógica de dilaciones indebidas 2.2.4. Perjuicio que causa la dilación En ocasiones el TS valora a los efectos de la atenuante los especiales perjuicios que la dilación ha provocado, más allá del propio de la demora. Ya hemos visto algunos casos. Puede añadirse la STS 658/2005, de 20 de mayo, que se refería a un caso nada complejo de menudeo de droga acaecido en 1999, cuando el autor tenía 19 años, pasando tres años desde la remisión de la causa a la Audiencia hasta la celebración del juicio; el retraso, no imputable al recurrente, “le afectó en una época de su vida especialmente delicada” y “tampoco podemos ignorar el tiempo consumido en la tramitación de este recurso de casación”, lo que conduce a la apreFLDFLyQGHODWDUGDQ]DLOHJLWLPD\GHODDWHQXDFLyQPX\FXDOLÀFDGD (Q VLPLODU VHQWLGR OD 676 GH GH PD\R VH UHÀHUH D unos hechos de “sencillez paradigmática” que acaecieron en marzo GHFHOHEUiQGRVHHOMXLFLRHQQRYLHPEUHGH\QRWLÀFiQGRse la sentencia en febrero de 2004, “la situación de pendencia resultante ha gravado de forma patente la existencia del acusado durante todo este tiempo, condicionando su presente y sus expectativas”, lo TXHFRQGXFHDODDWHQXDFLyQPX\FXDOLÀFDGD\DODUHEDMDHQXQ grado. Sin embargo lo anterior, el sólo perjuicio relevante en la vida del condenado (5 años desde las primeras investigaciones hasta la sentencia, en los que el recurrente se ha casado, ha tenido un hijo, ha conseguido trabajo y ha superado sus problemas de consumo de drogas) no genera la apreciación de la dilación y de la atenuación por tratarse de una causa muy voluminosa con 11 imputados, importantes aprehensiones de droga, sin períodos de inactividad procesal, debiéndose las demoras a un artículo de previo pronunciamiento y a la enfermedad de un Letrado (STS 558/2005, de 27 de abril). Una YH]PiVXQVRORFULWHULRQRHVVXÀFLHQWHSDUDDSUHFLDURUHFKD]DUOD 242 Araceli Manjón-Cabeza Olmeda existencia de tardanza ilegítima y la apreciación de la atenuante. Cuestión distinta es la vinculación entre la tardanza ilegítima y la vulneración de otros derecho fundamentales cuando se trata del proceso penal. La idea aparece en la Jurisprudencia y en algún autor, vinculada a la prisión preventiva y a su afectación a la libertad. Más atrás he tratado de desligar estas dos cuestiones. En la STS 1045/1995, de 27 de octubre se analizaban los recursos de un condenado y un responsable civil subsidiario, reconociéndose la existencia de dilaciones indebidas y aplicándose la analógica del art. 9.10ª CP 1973 para el condenado273. Respecto del responsable civil subsidiario que solicitaba la nulidad se contestó que “la demora no afecta a otros derechos fundamentales, como ocurre por regla general en el caso del acusado en un proceso penal”. Al margen de la cuestión de la nulidad, repárese que esta sentencia incide en la idea de que la tardanza en el proceso penal no solo afecta al derecho a un proceso sin dilaciones indebidas, sino también a otros. 2.3. Aprovechamiento de la atenuante a los condenados que no postularon su apreciación. El artículo 903 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal El TS extiende la apreciación y los efectos de la atenuante 273. Esta Sentencia es del año 1995 y, por tanto anterior al Acuerdo de 1999 que es el que acaba aceptando la solución de la atenuante analógica. En el momento de dictarse la resolución la doctrina general de la Sala era la contenida en el primer Acuerdo de 1992 que optaba por el indulto y la indemnización, rechazando la atenuación analógica. Curiosamente, la STS 1995/1995, de 1 de julio, contemporánea a la anterior y con el mismo Ponente, reconoce las dilaciones y solicita al Gobierno un indulto de un año para reducir la pena en compensación por las dilaciones indebidas. 243 La atenuante analógica de dilaciones indebidas a los condenados que no solicitaron su aplicación, dado que el recurso de casación despliega su efecto extensivo a los condenados no recurrentes, en virtud del art. 903 de la LECrim (STS. 120/2006, de 7 de febrero, Ponente Jiménez García)274. En principio, la cuestión no plantea problemas si se puede entender que las dilaciones son sólo imputables a la Administración de Justicia y no a algún condenado distinto del que postula la apreciación de la atenuante. Son pocas las resoluciones que, extendiendo la atenuación, reparan en esta cuestión (probablemente lo hacen, pero no lo explicitan). El art. 903 de la LECrim SHUPLWHTXHODDWHQXDQWHEHQHÀFLHDTXLHQQRODSRVWXODSHUR GHEHGHHQWHQGHUVHTXHHOEHQHÀFLRVyORSXHGHDOFDQ]DUDXQQR recurrente si, caso de haber postulado su aplicación, le habría alcanzado por no ser responsable, dado su comportamiento procesal, de la tardanza. Por otro lado, por este procedimiento de TXHORTXHXQRDOHJD\REWLHQHEHQHÀFLDDWRGRVUHVXOWDUiTXH un condenado que nunca denunció las dilaciones, verá atenuada su pena, a pesar de no haber alegado nada sobre las dilaciones en el procedimiento. Es decir, por esta vía, cabe la apreciación de la atenuación para quien no la ha postulado, pero lo que en todo caso debe de exigírsele es que su comportamiento procesal no haya sido generador de la tardanza. Sobre la falta de denuncia previa, sin embargo, no debería hacerse cuestión dada la contradictoria doctrina al respecto. En cambio si se trata del requisito de que la tardanza no sea imputable al comportamiento de la parte, habrá que hacer una interpretación muy estricta del art. 903 de la LECrim, entendiendo que no están en la misma situación el recurrente que no entorpeció la causa y el no recurren- 274. Así también STS 267/2006, de 10 de marzo. 244 Araceli Manjón-Cabeza Olmeda te que si la entorpeció275. Clara en este sentido es la STS 50/2005, de 28 de enero (Ponente Delgado García), que aunque no planteaba la cuestión del art. 903, pues los dos recurrentes postulaban la atenuante de dilaciones indebidas, si resolvió a favor del que no había provocado la tardanza, denegando la atenuación para el que tuvo un “un comportamiento de obstrucción del procedimiento incompatible con tal atenuante…que no es comunicable…la conducta procesal de obstrucción de una de las partes, tiene carácter subjetivo y personal…no debe de perjudicar a otras partes ajenas a tal conducta”. En esta sentencia se convalida la solución de la de instancia que excluye la atenuante de dilaciones “incluso para un caso como el presente en el que esa conducta de obstrucción del procedimiento no tuvo relación alguna con el período concreto en que tal dilación se produjo”. La conclusión es un tanto sorprendenWHDODYLVWDGHOD~OWLPDDÀUPDFLyQ Por otro lado, la atenuación sólo se aplica en los casos en los que la tardanza es imputable a los órganos judiciales. Pero si el retraso lo provoca un condenado por su comportamiento retardatario y obstruccionista y ese retraso perjudica a otro condenado cuyo comportamiento ha sido el contrario, esa dilación QRVHFRQVLGHUDUiLQGHELGD\SRUHOORQREHQHÀFLDUDPHGLDQWH la aplicación de la atenuante, al condenado que no generó el retraso, cuando lo cierto es que le perjudica igual que si lo hubiese provocado el órgano judicial. Con todo, habrá casos en los que se 275. Dice le art. 903 de la LECrim “Cuando sea recurrente uno de los procesados, la nueva sentencia aprovechará a los demás en lo que les fuere favorable, siempre que se encuentren en la misma situación que el recurrente y les sean aplicables los motivos alegados por los que se declare la casación de la sentencia. Nunca les perjudicará en lo que les fuere adverso.”. 245 La atenuante analógica de dilaciones indebidas pueda responsabilizar, si quiera indirectamente, al juez o tribunal por permitir los retrasos generados por un imputado y que perjudican a otro. No hay pronunciamientos claros al respecto del TS. Pero, dado que la lógica de la atenuante analógica es compensar al condenado por la lesión que la administración de Justicia ha causado en el derecho fundamental, es fácil entender que en estos casos no se reconocen las dilaciones indebidas (aplicándose los indicadores de comportamiento procesal del juez o Tribunal y de las partes procesales). Así la STS 1301/2005, de 8 de noviembre (Ponente Martínez Arrieta) que reconoce una demora en la tramitación y desestima la atenuante analógica solicitada por el acusado, pues el retraso era consecuencia de las imputaciones y actuaciones de la acusación particular y no de una actuación jurisdiccional indebida que da lugar a la compensación de la pena. Esta solución es rechazable si se tiene en cuenta (y debe tenerse en cuenta) la jurisprudencia del TEDH que entiende violado el derecho al plazo razonable en los casos en los que el retraso lo han originado quienes están llamados a colaborar con la Administración de Justicia y el órgano judicial, haciendo dejación su obligación de dirigir el proceso con celeridad, permite el retraso. 2.4. Sobre la necesidad de denuncia previa de las dilaciones y la renuncia a la prescripción Sobre este punto, la Jurisprudencia del TS se muestra contradictoria, faltando una respuesta clara, por lo que en cada caso concreto se da una argumentación distinta, pareciendo a veces que se opta por una posición u otra en función del resultado que quiere alcanzarse: es decir, si no se aprecian las dilaciones y, por ello, se desprecia la atenuante analógica, suele 246 Araceli Manjón-Cabeza Olmeda argumentar el TS, que era necesaria la previa denuncia y que no se produjo; por lo contrario si se estima un tiempo irrazonable en la tramitación y la procedencia de la atenuación, aunque no se hayan denunciado previamente las dilaciones, el TS prescinde del requisito con el doble argumento de que el impulso procesal compete al órgano judicial y que no se puede obligar al acusado a rechazar la prescripción. Como se acaba de decir, a veces, parece que se exige o no la denuncia previa en función del resultado material, hasta el punto de que hay sentencias de un mismo ponente que mantiene una lo contrario de la otra. En todo caso, lo que está claro (y creo que en este punto es lo único claro), es que en el TS conviven dos tesis contradictorias sobre la necesidad de denuncia previa de las dilaciones, con la consiguiente inseguridad jurídica; si bien son las sentencias más antiguas las que parecen alinearse en mayor número a favor del requerimiento de la denuncia previa276. La cuestión ha sido tratada por el TC, a propósito de la necesidad, con carácter general para todo tipo de procedimientos judiciales, de denunciar (art. 44.1 c) de la LOTC) las dilaciones indebidas para que se pueda declarar la vulneración del derecho, por entenderse que la vulneración del derecho en amparo no es apreciable si, previamente, no se ha dado al órgano jurisdiccional la oportunidad de reparar o evitar que se produzca la lesión. Sin embargo, tratándose de asuntos penales se dice que 276. La STS 312/1996, de 20 de abril es especialmente estricta pues parece exigir para declarar las dilaciones indebidas, no sólo que se hayan denunciado en la instancia y que aparezcan en el escrito de conclusiones provisionales, sino además que hayan sido objeto GH UHFXUVR GH DPSDUR DQWHV GH OD ÀQDOL]DFLyQ GHO SURFHVR /D QHFHVLGDG GH LU DO DPSDUR durante la vigencia del proceso no aparece en la jurisprudencia consolidada. 247 La atenuante analógica de dilaciones indebidas no debe extremarse el formalismo en relación a la necesidad de denuncia previa, puesto que la CE no establece este requisito y su exigencia supondría obligar al acusado a renunciar a la prescripción. Pero, al margen de la cuestión del amparo, el TS, a la hora de decidir sobre la atenuante, ha entendido en algún caso que la denuncia previa es una “colaboración del interesaGRµFRQODWDUHDMXGLFLDOSDUDKDFHUHÀFD]ODWXWHODGHODUW &( SRQLpQGROH GH PDQLÀHVWR VX LQDFWLYLGDG \ GiQGROH OD RFDsión de remediar la vulneración de que se le acusa277. ***** A propósito de la colaboración del interesado que ha de ofrecer al tribunal la oportunidad de remediar la violación en la que ya ha incurrido, creo que no pueden olvidarse dos cosas: 1ª) la obligación de impulsar el procedimiento y de no incurrir en tardanza ilegítima es del órgano judicial y la parte no puede ser obligada a “informarle” de que está vulnerando la Constitución; 2ª) admitiendo, como mera hipótesis, que la parte si tiene ese “deber” de colaborar, podemos preguntarnos ¿en qué debe colaborar? Suele decirse que la parte ha de denunciar para darle al órgano infractor la oportunidad de subsanar la violación del derecho de la que es responsable. Pero lo cierto es que, en el mejor de los casos, habiéndose ya vulnerado el derecho, lo más que podrá hacer el juez es no incrementar la vulneración con más demora, pero subsanar, en sentido estricto, es imposible, pues no se puede retroceder en el tiempo para actuar como se debía haber hecho, o sea con celeridad, y no se hizo. Y aquí surge otra 277. SSTC 73/1992, 301/1995, 100/1996 y 237/2001. 248 Araceli Manjón-Cabeza Olmeda pregunta ¿hasta dónde llega la obligación de colaboración; puede acudirse al TC pidiendo el amparo por la vulneración? Para responder a esta pregunta creo conveniente reproducir parte del contenido de la STC 103/2000, de 10 de abril (que cita otras en igual sentido). Se trataba de un asunto que se demoraba en casación ante la Sala 3ª del TS. El recurso se interpuso en 1993 y en mayo de 1995 las actuaciones quedaron pendientes de señalamiento para deliberación y fallo. El 1 de febrero de 1999 se denunciaron las dilaciones ante la Sala y el día 10 se interpuso el amparo. La STC responde que “para que se entienda cumplido este requisito procesal (denuncia previa de las dilaciones) no basta con denunciar las dilaciones ante el Juez o Tribunal que las haya causado, sino que además es preciso otorgar a los órganos judiciales un plazo razonable para que puedan reparar la lesión del derecho fundamental ante ellos invocada. De este modo, cuando los órganos judiciales realicen la actividad procesal exigida por la parte en un plazo de tiempo razonable o prudencial, la vulneración del derecho fundamental a un proceso sin dilaciones habrá sido reparada ya por el propio órgano judicial, careciendo de objeto el recurso de amparo constitucional”. Dos cosas llaman poderosamente la atención: 1ª) Que producida la tardanza indebida, haya de concedérsele al órgano infractor “un plazo razonable” para reparar la infracción (que en realidad ya no es reparable). 2ª) Que si, dentro de ese “plazo razonable” suplementario y que la parte ha de conceder, el órgano actúa correctamente, sin volver a incurrir en tardanza, entonces, la tardanza anterior, se olvida, se neutraliza o se “perdona” y ya no tiene objeto el amparo. Lo cierto es que si hubo dilación indebida, ésta no desaparece por que no vaya seguida de otra o no se vea incrementada. Permítaseme un símil: un médico causa impru- 249 La atenuante analógica de dilaciones indebidas dentemente un daño en la salud de un paciente al colocarle mal una escayola. El paciente vuelve al médico, que constata la lesión consumada y retira la escayola para evitar un mal mayor. Evitado ese mal mayor, pero inevitable el mal originario, nos olvidamos de la primera lesión, porque advertido el médico de su error por su víctima, evitó males mayores. El absurdo es considerable. La STC 103/2000 a la que nos acabamos de referir se acompaña de un Voto Particular del Magistrado Mendizábal Allende en el que puede leerse lo siguiente: “Estoy, estamos, una vez más ante otro caso donde paradójicamente la garantía constitucional se convierte en obstáculo insalvable para conseguir la protección del derecho fundamental...carece de sentido echar sobre los hombros del litigante, so pretexto de protegerle, la carga de vigilar la tramitación y convertirle en inspector de los servicios judiciales, misión que empiezan por no poder cumSOLUHÀFD]PHQWHTXLHQHVOHJDOPHQWHODWLHQHQHQFRPHQGDGDXQ retraso de cinco años y medio no puede volatilizarse y dejar de serlo porque, cuando fue denunciado por segunda vez, la Sala reaccionó con celeridad...tan intempestiva actuación no volatiliza la realidad histórica del retraso ya consumado.”. ***** Tratándose de la respuesta del TS, hay que recordar que la misma va encaminada, no sólo a declarar la violación del derecho fundamental (como ocurre en el recurso de amparo ante el TC), sino, además, a construir sobre la misma la atenuante DQDOyJLFD 'HFtD TXH HO 76 HV YDFLODQWH HQ OR TXH VH UHÀHUH D la necesidad de la denuncia previa. Ejemplo de ello es la STS 250 Araceli Manjón-Cabeza Olmeda 302/2006, de 10 de marzo (Ponente Monterde Ferrer) para la que “empaña, sino impide, la procedencia de la estimación del motivo la falta de alegación en la instancia, de modo que se plantea ex novo ante esta sala de casación sin que la de instancia hubiere tenido oportunidad de pronunciarse al respecto.” A pesar de que la falta de alegación en la instancia no se considera un impedimento absoluto, sin embargo la resolución resume la doctrina del TS a raíz del Acuerdo de 21 de mayo de 1999 de la siguiente manera: -la denuncia de dilaciones indebidas ha de proponerse y debatirse en la instancia, existiendo el correspondiente pronunciamiento en la sentencia; el planteamiento ex novo o per saltum en el recurso de casación, que es un trámite principalmente revisorio, no es posible (SSTS 1614/2005, de 1 de diciembre, Ponente García Ancos y 1621/2005, de 26 de diciembre, Ponente García Pérez). -las vulneraciones de los derechos fundamentales han de alegarse previamente para poder ser utilizadas después en casación (art. 5.4 de la LOPJ278), salvo que dicha vulneración tenga lugar en la sentencia misma. -se recuerda la doctrina sobre las cuestiones nuevas en casación. En este sentido son abundantes las resoluciones que consideran causa de inadmisión de la alegación 278. Art. 5.4 de la LOPJ “En todos los casos en que, según la ley, proceda recurso de casaFLyQVHUiVXÀFLHQWHSDUDIXQGDPHQWDUORODLQIUDFFLyQGHSUHFHSWRFRQVWLWXFLRQDO(QHVWH supuesto la competencia para decidir el recurso corresponderá siempre al Tribunal Supremo, cualesquiera que sean la materia, el derecho aplicable y el orden jurisdiccional.”. 251 La atenuante analógica de dilaciones indebidas de dilaciones indebidas su novedosa aparición en la casación y la ausencia de planteamiento y resolución en la instancia279, -se recuerda que el recurso de casación es un recurso devolutivo “que requiere, en principio, una resolución previa sobre extremos ya debatidos y resueltos en la instancia” y al no haberse alegado nada en la instancia es “prácticamente imposible” entrar aquí y ahora, salvo casos de ´QRWRULHGDG PDQLÀHVWDµ R FXDQGR OD GLODFLyQ VH SURGXce con posterioridad al juicio oral (STS 151/2006, de 20 de febrero, Ponente Delgado García)280. Es evidente que si la dilación se ha producido después de celebrarse el juicio oral, constatándose en una sentencia tardía, sería requisito diabólico el de la denuncia previa con debate en instancia y respuesta en sentencia. En este caso, lo más que puede exigirse es la denuncia al formalizar el recurso de casación. En este sentido son varias las resoluciones que excepcionan el requisito de la previa denuncia, debate y resolución, cuando la vulneración del derecho se ha producido en la sentencia281. Lo mismo puede decirse cuando la dilación se genera en la tramitación del recurso de casación, por sufrirse una interrupción injusWLÀFDGDGHVSXpVGHODVHQWHQFLDGHLQVWDQFLD\DQWHVGH 279. SSTS 577/2006, de 1 de febrero, 1351/2004, de 18 de noviembre y 263/2005, de 1 de marzo. 280. En el mismo sentido STS 967/2005, de 20 de julio (Ponente: Delgado García) para la que la naturaleza devolutiva del recurso de casación impide resolver sobre las dilaciones indebidas pues sobre ellas no se pronunció ni el Tribunal del Jurado, ni el de apelación. 281. SSTS 22/2005, de 17 de enero (Ponente: Berdugo Gómez de la Torre), con cita de otras anteriores. 252 Araceli Manjón-Cabeza Olmeda formalizarse el recurso de casación282. -la denuncia de vulneración del derecho a un proceso sin dilaciones indebidas ha de introducirse en el escrito de GHIHQVDRHQHOGHFDOLÀFDFLyQSURYLVLRQDORSRVWHULRUPHQWH HQ HO GH FRQFOXVLRQHV GHÀQLWLYDV283, no considerándose VXÀFLHQWHSRUH[WHPSRUiQHRTXHODDOHJDFLyQVHKDJDSRU primera vez en los informes, ya que los informes han de DMXVWDUVH D ODV FRQFOXVLRQHV GHÀQLWLYDV FRQIRUPH D ORV arts. 732 y 737 LECrim284. A pesar de lo anterior, la STS 976/2005, de 19 de julio casa la sentencia de instancia, que había rechazado la atenuante por petición extemporánea en los informes y por la complejidad de la tramitación, considerando el TS, por un “principio imperativo de justicia”, que hubo dos paralizaciones, una de 9 meses de 282. Así lo apreció la STS 115/2005, de 31 de enero (Ponente: Granados Pérez) en un supuesto en el que la Audiencia Provincial había dictado sentencia el 7 de junio de 1993, preparando la defensa el recurso de casación, que se tuvo por anunciado, remitiéndose al 76ODVFHUWLÀFDFLRQHVIRUPiQGRVHHOUROOR\IRUPDOL]iQGRVHHOUHFXUVRHQHOTXHVHGHQXQciaban dilaciones indebidas en la tramitación del recurso, al producirse dos paralizaciones, desde junio de 1993 hasta febrero de 1996 y desde noviembre de 1996 hasta abril de 2003, dictándose sentencia en enero de 2005. El largo periodo transcurrido entre la sentencia de instancia (que aplicaba el CP de 1973 entonces vigente) y la formalización del recurso tuvo como consecuencia la aplicación retroactiva del CP 1995, más favorable que el CP 1973 (se trataba de una violación intentada), además de la apreciación de la atenuante analógica de dilaciones indebidas. 283. SSTS 1621/2005, de 29 de diciembre, 1231/2002 y 1272/2002. $UW´3UDFWLFDGDVODVGLOLJHQFLDVGHSUXHEDODVSDUWHVSRGUiQPRGLÀFDUODVFRQFOXVLRQHVHQORVHVFULWRVGHFDOLÀFDFLyQ(QHVWHFDVRIRUPXODUiQSRUHVFULWRQXHYDVFRQFOXVLRnes y las entregarán al Presidente del Tribunal…”. Art. 737 “Los informes de los defensores GHODVSDUWHVVHDFRPRGDUiQDODVFRQFOXVLRQHVTXHGHÀQLWLYDPHQWHKD\DQIRUPXODGR\HQ su caso a la propuesta por el Presidente del Tribunal con arreglo a lo dispuesto en el art. 733.”. Debe tenerse en cuenta que el planteamiento de la tesis del art. 733 no alcanza al error relativo a la apreciación de atenuantes (ni de agravantes, ni de formas de participación), por lo que no podrá señalarse la atenuante analógica de dilaciones indebidas si no ha sido objeto de los escritos de conclusiones. Cosa distinta es que se mantenga que la vulneración del derecho a un proceso sin dilaciones indebidas pueda y deba de ser apreciada de RÀFLR\FRQHOORFRPRFRQVHFXHQFLDODDWHQXDQWH 253 La atenuante analógica de dilaciones indebidas la que se quejó la defensa por falta de práctica de las diligencias solicitadas y, otra, de 8 meses desde la recepción de los informes hasta el señalamiento del juicio oral. A pesar de todo lo anterior, hay alguna sentencia que parte de la no necesidad de denuncia previa de las dilaciones, como excepción a la regla general de la preceptiva alegación previa de las lesiones de los derechos fundamentales. Así la STS 241/2006, de 6 de noviembre (Ponente Martínez Arrieta) dice que “dado el carácter de derecho individual del derecho (a un proceso sin dilaciones indebidas) corresponde a las partes exigir su cumplimiento (Pleno de 21 de mayo de 1999), criterio que debe admitir excepciones por cuanto no puede obligarse al imputado a renunciar a la prescripción285. En el mismo sentido las SSTS 1144/2005, de 11 de octubre y 1497/2002, de 23 de septiembre286 que consideran que “en esta materia no se deben extremar los aspectos formales. En primer lugar porque en el proceso penal, y sobre todo durante la instrucción, el impulso procesal es un deber procesal del órgano judicial287. Y en segundo lugar, porque el imputado no puede ser obligado sin más a renunciar a la eventual prescripción del delito que se podría 285. La resolución cita otra anterior, STS 2036/2001, de 6 de noviembre, para la que el sujeto “no está obligado a renunciar a la prescripción para hacer valer su derecho a ser juzgado sin dilaciones indebidas dado que la Constitución no condiciona el derecho fundamental a tal renuncia.”. 286. En el mismo sentido SSTS 155/2005, de 15 de febrero y 658/2005, de 20 de mayo, citando muchas otras anteriores. 287. La STS 904/2003, de 15 de diciembre aplicó la atenuante analógica de dilaciones que la Audiencia rechazó por falta de denuncia y porque la defensa actuó sin ajustarse a las exigencias de la buena fe procesal. Contesta el TS que “la buena fe procesal no exige a los Abogados Defensores colaborar en la condena de sus defendidos...el impulso de la acción penal es competencia de la Acusación...el principio de celeridad, en todo caso, afectaría a todos los sujetos del proceso y, en particular, al Juez o Tribunal.” 254 Araceli Manjón-Cabeza Olmeda operar como consecuencia de dicha inactividad. Esto marca una diferencia esencial entre el procedimiento penal, en lo que se UHÀHUHDODSRVLFLyQGHOLPSXWDGR\RWURVSURFHVRVTXHUHVSRQden a diversos principios. Así pues la obligación de colaborar con el órgano jurisdiccional, que compete a las partes en orden a respetar las reglas de la buena fe (art. 11.1 LOPJ)…no alcanza al acusado en el proceso penal hasta el extremo de obligarle DSRQHUGHPDQLÀHVWRODSRVLELOLGDGGHTXHSXHGDSUHVFULELUHO delito…negándole en caso contrario los efectos derivados de una DGPLQLVWUDFLyQGH-XVWLFLDFRQUHWUDVRVQRMXVWLÀFDEOHVµ288. En otras resoluciones se argumenta que, es cierto que el recurso de casación no puede extenderse a cuestiones que no se plantearon en la instancia, cuando era posible hacerlo, por lo que no están debatidas y resueltas en sentencia revisable en casación, sin embargo lo anterior, “como excepciones a esta doctrina general se han señalado los casos de infracción de derechos funGDPHQWDOHVSXHVGHEHUtDQFRQVLGHUDUVHGHRÀFLRSRUHO7ULEXnal, y aquellos otros en los que el planteamiento de la cuestión no planteada en la instancia se construya sobre el propio contenido fáctico de la sentencia, pues en estos casos es la propia resolución judicial la que viene a permitir su análisis”289 (SSTS 288. Estas consideraciones son constantes en la jurisprudencia del TS: SSTS 1497/2002, de 23 de septiembre, 858/2204, de 1 de julio y 1133/2004, de 19 de julio de 2005, entre otras muchas. 289. Se dice además que “esta doctrina no ignora que en algunos casos se trata de derechos GHFRQÀJXUDFLyQOHJDODOPHQRVHQFXDQWRDORVUHTXLVLWRVTXHGHEHQGHVHUFXPSOLGRV\ al momento adecuado para su ejercicio, los cuales deben de ser observados salvo que sean de tal naturaleza que afecten a la propia esencia del derecho para restringirla, en cuyo caso sería pertinente el planteamiento de una cuestión de inconstitucionalidad, bien por esta Sala o por el propio Tribunal Constitucional, en su caso…se trata de un derecho reconocido en el art. 24.2 CE, por lo que, aun cuando pudo ser alegado en la instancia, el Tribunal, que conoció las particularidades del procedimiento, debió considerar su procedencia, de modo que no es imposible su examen en casación.”. 255 La atenuante analógica de dilaciones indebidas 57/2004, de 22 de enero y 1133/2004, de 19 de julio de 2005). En el mismo sentido, la STS 151/2005, de 7 de febrero (Ponente: Luís-Román Puerta Luís) dice que para al apreciación de la atenuación por dilaciones indebidas, no es óbice “la reconocida pasividad de las defensas…pues la diligencia en la tramitación de los procesos incumbe especialmente a la parte acusadora y al órgano judicial, sin que sea jurídicamente aceptable imponer a los acusados la obligación de procurar la pronta terminación del proceso en que se hallen implicados en contra de los posiEOHVEHQHÀFLRVTXHSDUDHOORVSXGLHUDGHULYDUVHGHOLQVWLWXWRGH la prescripción”290. La STS 667/2006, de 20 de junio (Ponente: Ramos Gancedo) dice que “Es cierto, y el recurrente lo admite, que en la instancia no se postuló la atenuante que ahora se demanda. Pero no lo es menos que sobre esta cuestión, esta Sala ha declarado que la obligada introducción en el debate judicial a través de una propuesta concreta discutida por las partes bajo los principios de bilateralidad, contradicción, lealtad y buena fe, si bien es de inexcusable observancia cuando de circunstancias de agravación se trata por el riesgo de indefensión que comportaría su planteamiento “ex novo”, en supuestos -como el presente- en los que el relato de los hechos SUHVWD SXQWXDO \ VXÀFLHQWH EDVH SDUD OD DSUHFLDFLyQ GH XQD circunstancia de atenuación o favorable al reo (equivalencia con el error de prohibición vencible, aún cuando, el Tribunal “a quo” atribuya a dicha situación, equivocadamente, un efecto 290. La resolución declaró la vulneración del derecho a un proceso sin dilaciones indebidas \ODDQDOyJLFDTXHYDORUDFRPRPX\FXDOLÀFDGDDSHVDUGHODIDOWDGHDOHJDFLyQDOUHVSHFWR HQODLQVWDQFLDSRUTXHORVKHFKRVWUiÀFRGHGURJDVRFXUULHURQHQODFDXVDVH inició en julio de 1994, el juicio oral se celebró en 2001 y la sentencia se dictó en abril de 6HHQWLHQGHTXHQXHYHDxRVFRQVWLWX\HXQDGXUDFLyQH[FHVLYDQRMXVWLÀFDGDSRUODV circunstancias. 256 Araceli Manjón-Cabeza Olmeda mutante del título de imputación) es aplicable la excepción a dicha regla general, dado que, aún sin proposición de parte, la narración fáctica de la Sentencia contenga todos los datos que sirven de base para la apreciación de una circunstancia deWHUPLQDGDTXHHO7ULEXQDOGHLQVWDQFLDD~QGHRÀFLRYHQGUtD obligado a aplicar (véase SSTS. de 23 de febrero de 1.996 y 15 de diciembre de 2.000 y 21 de enero de 2.005).”. La falta de claridad sobre el requisito de la denuncia previa VHPDQLÀHVWDQRVyORHQWUHGLVWLQWDVUHVROXFLRQHVFRPRDFDEDmos de ver, sino dentro de una misma. Así la STS 1069/2005, de 29 de septiembre (ponente Soriano Soriano), se refería a un supuesto acaecido en enero de 2000, denunciado en febrero del mismo año, celebrándose el juicio oral en marzo de 2004. Se desestimó la alegación de dilaciones indebidas. En esta sentenFLDVHDÀUPDDODYH]ORVLJXLHQWH -la alegación de dilaciones indebidas es una cuestión nueva, no planteada en la instancia y no sometida a la necesaria contradicción. -“…caso de sufrirse perjuicios especiales291 por la dilación, 291. En esta Sentencia, en contra de lo que ocurre en las práctica totalidad del resto, se hace referencia a “perjuicios especiales”, más allá de los derivados de cualquier tardanza, tal como se hacía la S. de la Audiencia Provincial de Bilbao de 22 de febrero de 1989, analizada más arriba. Hay otra STS, la 558/2005, de 27 de abril (Ponente: Jiménez García), que tiene en cuenta los “perjuicios relevantes”, entendiendo que no concurren y, que por tanto, no procede la analógica de dilaciones indebidas, en un supuesto en el que el ministerio Fiscal había solicitado la libertad del recurrente, pero pasaron 12 días hasta la puesta en libertad. Se consideró que esa demora era pequeña, que procedía una investigación para depurar responsabilidades, que procedía el abono de esos 12 días de prisión preventiva, pero que no podía entenderse que existiese una dilación indebida y, con ello, la atenuante analógica. 257 La atenuante analógica de dilaciones indebidas deben ser denunciados para que puedan corregirse en la medida de lo posible…de lo que se trata es de que en caso de que el retraso ocasione un especial perjuicio, quizás irremediable después, el afectado debe de poner en conocimiento tal situación para que el órgano judicial actué en consecuencia, siempre que la lesión o perjuicio a los intereses del acusado exceda de las incomodas presentaciones quincenales y del que pudiera haberse acordado en medidas cautelares, como podrían ser otras limitaciones más gravosas tanto personales como económicas (prohibiFLyQGHDEDQGRQDUHOSDtVHPEDUJRVÀDQ]DVHWFµ292. ORDQWHULRU´QRVLJQLÀFDTXHWHQJDREOLJDFLyQHODIHFWDGRGHUHcordar al Juzgado o Tribunal la obligación que le atañe de impulsar la progresión del procedimiento, pues eso bien lo saben ellos, por constituir una obligación legalmente impuesta.”. -“además, forzando tal denuncia podría frustrarse la prescripción”. /D LQFRPSDWLELOLGDG HQWUH ODV GRV SULPHUDV DÀUPDFLRQHV y las dos siguientes de la sentencia reproducida es tan obvia TXHQRUHTXLHUHFRPHQWDULRSHURÀQDOPHQWHVHDxDGHHQODUHsolución que “ello ha de entenderse así y asumir en ciertos casos el impulso procesal el propio afectado, por cuanto resulta fre- 292. La idea de los superiores perjuicios de las dilaciones en el proceso penal en todo caso, ya he dicho que debe ser matizada, pues en otros procedimientos pueden acaecer perjuiFLRVGHLJXDOHQWLGDGXQHPEDUJRRXQDÀDQ]DWDPELpQVHGHFUHWDQHQSURFHGLPLHQWRVQR penales y, si dentro del penal resultan un “especial perjuicio”, lo mismo debería decirse en otro ámbito. 258 Araceli Manjón-Cabeza Olmeda cuente observar como muchos imputados, acusados o procesados, dentro de sus legítimas estrategias procesales defensivas, no muestran el menor interés por facilitar la aceleración del trámite, por favorecerles, sean las que fueren las razones concurrentes, la ralentización del mismo.”. La incompatibilidad de las dos ideas HVPDQLÀHVWDOHJLWLPDVHVWUDWHJLDVUHWDUGDWDULDV\REOLJDFLyQGH impulso para el que legítimamente causa el retraso. De las dos direcciones contrarias en relación al requisito de la denuncia previa se hace eco la STS 50/2005, de 28 de enero que reconoce que “no hay unanimidad en esta sala respecto de que sea exigible a estos efectos tal requisito de denuncia previa en el momento en el que se esté produciendo la demora, pues esto llevaría consigo un perjuicio para el acusado, como podría ser el GHKDFHULQHÀFD]ODSUHVFULSFLyQGHOGHOLWRTXHHVWXYLHUDHQFXUVR Hay que recordar aquí que el art. 132.2 CP actual (equivalente al 114.2 CP anterior) dice que la prescripción se interrumpe desde que el procedimiento se dirige contra el culpable: parece claro que QRGHEHGHVXERUGLQDUVHXQEHQHÀFLRSDUDHOUHRDOKHFKRGHTXH pVWHKXELHUDWHQLGRTXHUHDOL]DUDOJRTXHHQGHÀQLWLYDSXGLHUDSHUMXGLFDUOH &RQVLGHUDPRV H[FHVLYR FRQÀJXUDU WDO GHQXQFLD SUHYLD como una carga procesal, de modo que esta denuncia en ese momento anterior constituya después un requisito para obtener esta atenuante por dilaciones indebidas”293. En esta misma resolución se deniega la petición en casación de otra atenuante analógica, por confesión, al no haber sido planteada en instancia, debatida en juicio oral y resuelta en sentencia porque “en dicho juicio actua- 293. En el mismo sentido cita SSTS 1656/2003, de 9 de diciembre, 1506/2002, de 19 de septiembre y 2036/2001, de 16 de noviembre. 259 La atenuante analógica de dilaciones indebidas ron cuatro partes en calidad de acusaciones particulares, ninguna de las cuales ha comparecido en el presente trámite de casación. Se produciría una clara indefensión para estas últimas partes si nosotros aquí y ahora (la) estimáramos.”. Naturalmente este argumento también podría aplicarse a la analógica de dilaciones indebidas, pero, tratándose de ésta parece que la resolución da más peso al argumento de la imposibilidad de obligar a la renuncia de la prescripción. A la misma solución llega la STS 22/2005, de 17 de enero: se postulaba en casación la aplicación de la atenuante analógica de confesión que el recurrente consideraba “debió de aplicarse GHRÀFLRµSRUHOWULEXQDOVHQWHQFLDGRU3DUDHO76HO´DUJXPHQWRHV inaceptable al no tratarse de una materia de orden público que legiWLPDUtDDDTXHODUHVROYHUGHRÀFLRVLQSUHYLDSUHWHQVLyQGHDOJXQD de las partes procesales” (en el mismo sentido STS 21 de octubre de 2002). Es curioso que esta STS 22/2005, ahora transcrita, utiliza como argumento aplicable la solución que la doctrina jurisprudencial ofrece en relación a la atenuante analógica de dilaciones indebidas, pero concretamente aquella posición que exige para hacer prosperar la atenuación por tardanza ilegítima que haya sido objeto de denuncia, debate y resolución en la instancia. En cambio la STS 50/2005, de 28 de enero, citada inmediatamente antes, admite la analógica de dilaciones sin tal postulación previa y rechaza la analógica de confesión, precisamente, por faltar esa postulación previa. ***** La repetida STS 22/2005 introduce unas consideraciones interesantes relativas a lo que un Tribunal puede apreciar de RÀFLRVLQDOHJDFLyQGHSDUWHQRODVDWHQXDQWHVODGHGLODFLRnes sin respuesta unánime), como acabamos de ver, pero sí la 260 Araceli Manjón-Cabeza Olmeda absolución. En ese sentido cita jurisprudencia anterior, concretamente la STS 23 de febrero de 1996. Contemplaba esta última un caso en el que el tribunal de instancia había absuelto GHRÀFLRDORVDFXVDGRVDOHVWLPDUFRQFXUUHQWHXQHUURUGHSURhibición no alegado ni debatido. La sentencia casacional, según relata la 22/2005, “llegaba a la conclusión de que la Sala de instancia actuó de manera legalmente correcta señalando explícitamente que la obligada introducción en el debate judicial a través de una propuesta concreta discutida por las partes bajo los principios de bilateralidad, contradicción, lealtad y buena fe, si bien, es de inexcusable observancia cuando de circunstancias de agravación se trata por riesgo de indefensión que comportaría su planteamiento ex novo”, pero que tratándose de supuesWRVHQORVTXH´ODQDUUDFLyQIiFWLFDSUHVHQWDSXQWXDO\VXÀFLHQWH base para la apreciación de una circunstancia de atenuación o favorable al reo, es aplicable la excepción a dicha regla general, cuando, aun sin proposición de parte, la narración fáctica de las sentencias contenga todos los datos que sirven de base para la apreciación de una circunstancia determinada que el Tribunal GHLQVWDQFLDD~QGHRÀFLRYHQGUtDREOLJDGRDDSOLFDUµ&RQWLQXD el razonamiento diciendo que “la función punitiva del Estado sólo puede hacerse valer contra el que realmente ha cometido el delito o falta, y la verdad material es la identidad con lo realmenWHRFXUULGRQRORTXHODVSDUWHVDÀUPDQFRPRYHUGDG(OORFRQduce, asimismo, al principio de libre convencimiento judicial. No puede condenarse a aquel acusado, con independencia de TXHVHGHÀHQGDDGHFXDGDPHQWHRQRDOTXHODVSUXHEDVSUDFWLcadas “in facie iudicis” patentizan su inocencia e igualmente en los casos de condena atenuada, cuando se demuestra una menor responsabilidad, con independencia de que se haya aducido o no por la 261 La atenuante analógica de dilaciones indebidas GHIHQVDµ1DWXUDOPHQWHWUDVHVWDVDÀUPDFLRQHVHVREOLJDGRSUHJXQtarse porque la Sentencia que las contiene niega la atenuante analógica de colaboración por falta de alegación, debate y resolución. El dato diferencial está en que la sentencia de instancia si puede hacer la excepción, pero no la de casación: el recurso que conocía la STS 22/2005 lo era por la vía de la infracción de Ley del art. 849.1 LECrim, lo que obliga a la intangibilidad de los hechos declarados probados en instancia que nada decían sobre una posible colaboración reconducible a la atenuante analógica. Con independencia de esto último, ha de tenerse en cuenta lo siguiente: si la sentencia de instancia, no resolviendo sobre la atenuación, diese pie en su relato fáctico a la consideración de la misma, entonces, con la anterior doctrina, podría el TS atender su alegación en sentencia casacional si el recurso interpuesto lo permitiese en el caso concreto. Por otro lado, no puede olvidarse el contenido del art. 733, que regula la facultad excepcional de planteamiento de la tesis: la misPDFDEHFXDQGRVHWUDWDGHSODQWHDUXQDQXHYDFDOLÀFDFLyQMXUtGLFD de los hechos o la concurrencia de una eximente, pero no puede hacerse uso de ella respecto de atenuantes, agravantes, grado de participación o delitos perseguibles a instancia de parte. La anterior doctrina, unida al contenido del art. 733 trae como consecuencia lo siguiente: 8QDQXHYDFDOLÀFDFLyQGHORVKHFKRVPiVRPHQRVJUDve puede ser planteada por el Tribunal para su debate; lo mismo puede decirse de una eximente. Por esta vía, cuestiones no planteadas originariamente por las partes pueden entrar en el debate, lo que permite sean acogidas en la sentencia (naturalmente si son asumidas por una o varias 262 Araceli Manjón-Cabeza Olmeda partes), siempre que no se trate de delitos perseguibles a LQVWDQFLDGHSDUWH6LVHWUDWDGHXQDFDOLÀFDFLyQGLVWLQWD pero que conduce a la misma penalidad (estafa por aproSLDFLyQLQGHELGDRYLFHYHUVDORVWULEXQDOHVVXHOHQPRGLÀFDUODFDOLÀFDFLyQDXQVLQDFXGLUDODUWDFXGLHQGRD ODGRFWULQDGHODSHQDMXVWLÀFDGD7UDWiQGRVHGHXQDFDOLÀFDFLyQPiVOHYHODPLVPDSRGUiDFRJHUVHHQVHQWHQFLD si es la que se deriva de los hechos, aun no planteándose la tesis, tal como se deduce del art. 851. 4º de la LECrim que autoriza el recurso de casación por quebrantamiento de forma “Cuando se pene un delito más grave que el que haya sido objeto de acusación y defensa”. Al no decirse nada del caso opuesto y, argumentando a contrario, habrá que deducir la intangibilidad de la sentencia de instancia que haya castigado por delito menos grave del debatido. 8QD QXHYD DJUDYDFLyQ DWHQXDFLyQ R FDOLÀFDFLyQ GHO grado de participación no pueden ser planteadas por el Tribunal a la consideración de las partes. Su posible apreciación, al margen de la proposición de las partes, sólo FDEUiVLEHQHÀFLDDODFXVDGRSHURQRVLOHSHUMXGLFD3RU tanto, será posible si conduce a la atenuación o a la absolución e, incluso, si supone un grado de participación de menor gravedad (complicidad por cooperación necesaria). ***** En los casos en los que el TS rechaza claramente el reTXLVLWR GH OD GHQXQFLD SUHYLD D FRQWLQXDFLyQ HVSHFLÀFD TXH OD QR obligación de denunciar las dilaciones “no le exime de la obligación 263 La atenuante analógica de dilaciones indebidas que tiene de denunciar el fundamento de su pretensión, esto es, en que medida la causa ha sido tramitada con dilación y si ésta es inGHELGDµ(QGHÀQLWLYDSDUDTXHSURVSHUHHQFDVDFLyQODGHQXQFLD de la vulneración del derecho aun proceso en plazo razonable, no se requiere que la cuestión haya sido planteada, discutida y resuelta en la instancia, pero lo que si se debe de aportar en casación es la espeFLÀFDFLyQGHORVPRWLYRVSRUORTXHVHSURGXMHURQODVGLODFLRQHVVHñalando los tiempos de inactividad; dicho de otro modo, el recurrente en casación tiene que señalar los puntos de dilación aparecidos en ODWUDPLWDFLyQ\MXVWLÀFDUVXFDUiFWHULQGHELGR676294, pues de lo contrario, la sala de casación no podrá “comprobar la realidad de la alegada paralización del proceso, la entidad temporal de la misma y la causa que pudo motivar la interrupción del trámite, DÀQGHGHWHUPLQDUODJUDYHGDGGHODVXSXHVWDGLODFLyQ\ODFRQVLGHración de indebida. Al tratarse de una pretensión del recurrente, es a éste a quien corresponde aportar los concretos datos fácticos que fundamental su pretensión casacional” y al no hacerlo así “esta Sala no puede pronunciarse sobre la cuestión (STS. 951/2005, de 21 de julio (Ponente: Ramos Gancedo). 2.5. Dilaciones indebidas y prescripción Dilaciones indebidas y prescripción tienen en común su referencia al transcurso del tiempo. Pero se diferencian en distintos aspectos: 294. Para la STS 1069/2005, analizada en el texto, la atenuante analógica de dilaciones indebidas requiere “acreditar la existencia de lagunas o vacíos procedímentales en los que el yUJDQRMXULVGLFFLRQDOKDSHUPDQHFLGRLQDFWLYRVLQMXVWLÀFDFLyQGXUDQWHXQWLHPSRRODSVR GHWLHPSRH[FHVLYRVRGHVSURSRUFLRQDGRVHQDWHQFLyQODVGLÀFXOWDGHVGHWUDPLWDFLyQTXH el proceso ofrezca.”. 264 Araceli Manjón-Cabeza Olmeda 1º. La prescripción extingue la responsabilidad penal por el transcurso de un determinado período de tiempo, mientras que las dilaciones indebidas no extinguen la responsabilidad penal, ni tan si quiera cuando media indulto total o parcial por el resto de la pena, pues en estos casos lo que extingue la responsabilidad es el derecho de gracia y no la dilación indebida. 2º. Las dilaciones se determinan por la comparación de dos lapsos temporales, el que se hubiese requerido para la tramitación del procedimiento sin tardanza y el que efectivamente ha llevado el procedimiento afectado por las dilaciones irrazonables. Mientras que la prescripción acaece cuando, transcurrido un cierto tiempo, no se persigue la infracción o se produce una paralización en la persecución igual al tiempo requerido para que opere la prescripción295. 3º. La prescripción opera automáticamente por el paso del tiempo, sea cual sea la actitud del sujeto, mientras que para que se reconozca la lesión del derecho al plazo razonable se exige que la tardanza no sea consecuencia de la actuación del acusado. 4º. Por otro lado, se dice, la apreciación de la prescripción compete a los tribunales ordinarios, formando parte de las cuestiones de mera legalidad, sin relevancia constitu- 295. No comparto la opinión de Pastor, D. R. de que la prescripción es “el instrumento MXUtGLFRUHDOL]DGRUGHOGHUHFKRIXQGDPHQWDODODGHÀQLFLyQGHOSURFHVRSHQDOHQXQSOD]R razonable” (Prescripción de la persecución y Código Procesal Penal, Del Puerto, Buenos Aires, 1993, pág. 39). 265 La atenuante analógica de dilaciones indebidas cional296 (SSTC 107/1990 y 203/1991, entre otras); mien- 296. Lo anterior no es obstáculo para que el TS fundamente la prescripción en argumentos constitucionales y derivados del CEDH. Así la STS de 8 de febrero de 1995, citando la DQWHULRUGLFHTXHODSUHVFULSFLyQVHMXVWLÀFDHQODVHJXULGDGMXUtGLFDGHODUW CE “puesto que en la prescripción existe un equilibrio entre las exigencias de la seguridad jurídica y las de la justicia material, que ha de ceder a veces para permitir un adecuado desenvolvimiento de las relaciones jurídicas; desenvolvimiento que, en el ámbito del Derecho Penal, se contempla y acentúa en el derecho fundamental a un proceso sin dilaciones LQGHELGDVµ6REUHODDÀUPDFLyQGHTXHODSUHVFULSFLyQHVPDWHULDGHOHJDOLGDGRUGLQDULD sin acceso al amparo, puede verse Rodríguez Ramos, L., “Prescripción del delito y derechos fundamentales (Comentario a la STC 152/1987, de 7 de octubre)”, en -XVWLFLD3HQDO&RPHQWDULRVGH6HQWHQFLDVGHO7ULEXQDO&RQVWLWXFLRQDO\GHO7ULEXQDO6XSUHPR, Akal, Madrid, SiJV3ODQWHDHVWHDXWRUTXHHVDDÀUPDFLyQGHO7&HVGHPDVLDGRURWXQGD tras analizar la naturaleza de la prescripción y sus efectos materiales y procesales, cuestiona la confusa terminología que se usa cuando se habla de la “mera legalidad ordinaria” y propone analizar la materia susceptible de amparo desde otra óptica: la que se deriva de la OHFWXUDFRQMXQWDGHODUWGHOD/27&TXHGLFHTXHHVPDWHULDGHDPSDURODTXHVHUHÀHUH a los derechos y libertades fundamentales) y el art. 81.1 CE (que exige ley orgánica para el desarrollo de los derechos y libertades públicas). Concluye que “posiblemente lo que resulte ser objeto de reserva de ley orgánica también lo sea del posible amparo constitucional”. Para HOFDVRFRQFUHWRREMHWRGHVXFRPHQWDULRQRDSUHFLDFLyQGHRÀFLRGHODSUHVFULSFLyQGHXQD falta, condenándose a quien debió ser absuelto), termina diciendo que se vulneró “la tutela MXULVGLFFLRQDOHQVXVHQWLGRJHQpULFRFRQFUHWDGDHQODYLRODFLyQDOGHUHFKRHVSHFtÀFRDXQ proceso con la garantía de la legalidad o, lo que es lo mismo, de la no arbitrariedad”. La STC 252/1988, de 21 de diciembre, insiste en la tesis de que la prescripción es cuestión de legalidad ordinaria al decir que “la apreciación en cada caso concreto de la concurrencia o no de la prescripción como causa extintiva de la responsabilidad penal es una cuestión de mera legalidad que corresponde decidir a los Tribunales ordinarios y que carece de relevancia constitucional. En el supuesto aquí enjuiciado, el Juzgado de Instrucción basó su resoOXFLyQHQODWHVLVGHTXHHOWLHPSRGHSDUDOL]DFLyQGHOSURFHGLPLHQWRDTXHVHUHÀHUHHODUW 114 del Código Penal sólo es computable a efectos de prescripción cuando esa paralización es debida al <<abandono culpable de la actividad judicial>>, requisito que, a su juicio, no se daba en la tramitación seguida ante el Juez de Distrito. Esta tesis, que recoge una doctrina no actual del Tribunal Supremo, podrá ser discutible y no concordar con la jurisprudencia más reciente y generalizada y con la doctrina hoy dominante, que considera indiferente la causa de la inacción procesal, pero es una interpretación del art. 114 del Código Penal hecha por el órgano judicial y que este Tribunal no puede revisar”. Distinta es la respuesta que ha dado el TC en S. de 14 de marzo a la cuestión de la interrupción de la prescripción YHUVREUHODFXHVWLyQ5RGUtJXH]5DPRV/´¢'HUHFKR3HQDOÀJXUDWLYRDEVWUDFWRRVXUUHDlista?”, en Actualidad jurídica Aranzadi, núm. 597, de 30 de octubre de 2003, págs. 1-7 y Pedreira Gonzáles, F., “La presentación de la denuncia o de la querella no interrumpe el plazo de prescripción (Comentario a la Sentencia 63/2005, de 14 de marzo, del Tribunal Constitucional)”, en Revista Vasca de Derecho Procesal y Arbitraje, T.XVIII, enero 2006, SiJV$ODUHDFFLyQGHO76DODQXHYDGRFWULQDPHUHÀHURHQ0DQMRQ&DEH]D2OPHGD A., “¿Son vinculantes los Acuerdos...” ob.cit.. Sobre prescripción y dilaciones ver Rey González, C., /DSUHVFULSFLyQGHODLQIUDFFLyQSHQDO(QHO&yGLJRGH, Marcial Pons, Madrid, 1998, págs. 49-53 y 57-66. Sobre las distintas fundamentaciones de la prescripción X 266 Araceli Manjón-Cabeza Olmeda tras que las dilaciones indebidas suponen la conculcación de un derecho fundamental con relevancia constitucional, cuya vulneración compete a la jurisdicción constitucional. 5º. Las dilaciones indebidas siempre acaecen en un procedimiento judicial, mientras que la prescripción puede darse sin que se haya iniciado procedimiento alguno, por el transcurso continuado del tiempo desde la comisión del delito, o puede producirse tras la iniciación de un procedimiento que luego permanece paralizado hasta que se completa el plazo prescriptivo. La independencia entre la prescripción y las dilaciones indebidas ha sido señalada por el TS en S. 172/2006, de 22 de febrero (Ponente Ramos Gancedo). Se trataba de un recurso de casación en el que se pretendía la prescripción sobre la base de que la sentencia de instancia había reconocido la existencia de dilaciones indebidas en la tramitación de la causa, aplicando la DWHQXDQWHDQDOyJLFDGHGLODFLRQHVLQGHELGDVFRPRPX\FXDOLÀcada. El TS señala la evidente confusión del recurrente y niega la prescripción inicial y la sobrevenida, por mucho que se hayan dado dilaciones indebidas generadoras de la atenuante analógica297. La STS 263/2005, de 1 de marzo (Ponente Delgado García) puede verse, la obra recien citada, págs. 43-66; Pedreira González, La prescripción..., ob. cit., págs. 123-156; Gili Pascual, A., La prescripción en Derecho Penal, Aranzadi, Navarra, 2001, págs. 66-83; Ragués i Vallès, R., /D SUHVFULSFLyQ SHQDO IXQGDPHQWR \ DSOLFDFLyQ 7H[WRDGDSWDGRDOD/H\2UJiQLFDGHUHIRUPDGHO&yGLJR3HQDO, Atelier, Barcelona, 2004, págs. 49-68 y Manzini, V., Trattato di Diritto Penale italiano, Vol. 3º, Utet, Torino, 5ª ed., 1950, pág. 530, nota 5. 297. El TS consideró que existía atenuante analógica de dilaciones indebidas, pero no muy FXDOLÀFDGDFRPRVHKDEtDHVWLPDGRHQODLQVWDQFLDVLQRFRQFDUiFWHUVLPSOHSRUTXHSDUWH dilaciones fueron provocadas por los acusados. Por otro lado, ya hemos visto que el TS ha 267 La atenuante analógica de dilaciones indebidas convalida la solución dada en la instancia que aplicó la atenuante analógica de dilaciones indebidas por existir distintos períodos de paralización, pero niega que se haya producido la prescripción por el transcurso del plazo de cinco años, toda vez que la doctrina de la Sala sostiene que “no cabe sumar entre sí los diferentes plazos de paralización para el cómputo del plazo correspondiente (de prescripción). Ha de existir una paralización continuada durante este plazo”298. Lo anterior supone que una sola paralización puede suponer vulneración del derecho a un proceso sin dilaciones indebidas, aunque no alcance para lograr la prescripción y que varias paralizaciones sumadas pueden ser la base para apreciar la lesión del derecho y con ello la atenuante, simple o muy cualiÀFDGDDXQTXHHVWDVXPDSRUPXFKRTXHVREUHSDVHHOSOD]RGH prescripción, no vale para apreciarla299. Si se aprecia una cierta confusión en algunas SSTS que utilizan el argumento del derecho a un proceso sin dilaciones in- apreciado una atenuante analógica de cuasi prescripción en la S. 577/2006, de 1 de febrero, pero negando a la vez la existencia de dilaciones indebidas. (VWD6HQWHQFLDVHUHÀHUHDTXpDFWXDFLRQHVVRQUHOHYDQWHVSRUVXFRQWHQLGRVXVWDQcial) y cuáles inocuas para interrumpir la prescripción y recuerda que “la declaración de nulidad de actuaciones (aunque ésta lo fuere de carácter absoluto y total con relación a un determinado período de actuaciones con la consiguiente retroacción del procedimiento DOPRPHQWRHQTXHVHFRPHWLyODIDOWDQRVLUYHSDUDSULYDUGHHÀFDFLDDODVDFWXDFLRQHV de contenido sustancial o relevante, a estos efectos de la interrupción de la prescripción, practicadas durante ese período anulado, porque tal nulidad no puede determinar la inexistencia de algo que realmente existió, porque no puede alcanzar a trasmutar la realidad de las cosas” (con cita de abundante jurisprudencia). 299. Rey González critica la regulación legal sobre interrupción de la prescripción cuando el procedimiento se dirige contra el culpable “sin poner posteriormente ningún límite temporal para la conclusión del procedimiento...el simple hecho de que se haya iniciado HOSURFHGLPLHQWRFRQWUDHOFXOSDEOHQRGHEHUtDVHUVXÀFLHQWHSDUDHYLWDUODSUHVFULSFLyQVL luego el Juez –o Tribunal en su caso- dilata excesivamente su conclusión... (y) la sentencia condenatoria se dicta mucho tiempo después de cometido el delito, cuando habría pasado sobradamente el plazo de prescripción del mismo si el proceso no se hubiera iniciado.” (La prescripción..., ob. cit., págs. 61-62). 268 Araceli Manjón-Cabeza Olmeda debidas para fundamentar, junto con otros motivos, la prescripción. Así la STS de 23 de junio de 1993 (Ponente: Ruiz Vadillo) VHUHÀHUHDORVGLVWLQWRVIXQGDPHQWRVGHODSUHVFULSFLyQRUGHQ público, interés general, no prolongar situaciones jurídicas expectantes, que el sujeto ya no es realmente el mismo300), para OXHJRDÀUPDUTXH´QRVHHQWLHQGHELHQTXHODFRQWHPSODFLyQ\ constatación de una prolongada paralización de las actuaciones con solución de continuidad sólo pueda dar lugar a la utilización del indulto...y a la indemnización que puede venir a ser cuando se hace efectiva, un nuevo contrasentido, al obligar a cumplir una pena y por ese cumplimiento, que se considera conforme a Derecho, generarse una indemnización”. Por estas razones, la sentencia propone que se busquen otras fórmulas, a saber: una especie de cuasi-prescripción para reducir la pena en proporción a la dilación o una atenuante analógica, no con las atenuantes ya existentes, “sino con el conjunto del sistema, así con proyección al principio de justicia, al de proporcionalidad...o bien por cualquier otra vía de corrección”. Sin entrar ahora en las propuestas de lege ferenda que hace la resolución, hay que señalar el error en el que incurre cuando dice ver un contrasentido entre hacer cumplir una pena dilatada en el tiempo y la indemniza- 300. Ver también SSTS de 10 de febrero de 1989, 7 de febrero de 1991 y 17 de mayo de 1993. Dice esta última que “el principio constitucional que consagra el derecho a un proceso sin dilaciones indebidas se sitúa precisamente en la plataforma de este instituto (el de ODSUHVFULSFLyQµ&UHRTXHHVWDDÀUPDFLyQQRSXHGHPDQWHQHUVHFRQFDUiFWHUJHQHUDODOD vista de las diferencias que entre una cosa y la otra he señalado en el texto. Tampoco comSDUWRODDÀUPDFLyQTXHSDUWLHQGRGHODVGLIHUHQFLDVHQWUHSUHVFULSFLyQ\GLODFLRQHVGLFH TXH´ODSULPHUDVLHPSUHLPSOLFDODVVHJXQGDVSHURQRDODLQYHUVDµDÀUPDFLyQTXH/ORUFD Ortega, parece deducir de la doctrina del TC /D/H\GH,QGXOWR&RPHQWDULRV-XULVSUXGHQFLD)RUPXODULRV\QRWDVSDUDVXUHIRUPD, 2ª ed., Valencia, Tirant lo Blanch, 1997, págs. 82-83). La prescripción, aún alcanzándose durante la tramitación procesal, por existir una paralización equivalente al plazo de prescripción, no tiene porque suponer que esa paralizaFLyQVHDFDOLÀFDGDGH´GLODFLyQLQGHELGDµSXHGHVHUXQDGLODFLyQSHURQRQHFHVDULDPHQWH indebida, por ejemplo, por ser imputable exclusivamente al acusado. 269 La atenuante analógica de dilaciones indebidas FLyQTXHVHJHQHUDSRUHVHFXPSOLPLHQWR6LODDÀUPDFLyQIXHVH correcta, si que supondría un contrasentido; pero no es correcta ya que la indemnización por funcionamiento anormal no se reÀHUHDOFXPSOLPLHQWRGHODSHQDQRVHLQGHPQL]DODHMHFXFLyQ GHODSHQDVLQRTXHVHUHÀHUHDODGLODFLyQLQGHELGDTXHYXOQHUD el derecho fundamental a ser juzgado en plazo razonable. 2.6. Momento inicial para la determinación de las dilaciones indebidas Suele argumentarse, en perspectiva de defensa y para apoyar la existencia de dilaciones indebidas, que desde que ocurrieron los hechos hasta que se inicia la instrucción y se concluye con sentencia ha pasado un largo período de tiempo. La alegación es irrelevante desde el punto de vista de las dilaciones indebidas, pues estas operan en el procedimiento, una vez que se ha iniciado y no fuera de él y antes de iniciarse. Es decir, lo relevante a efectos de dilaciones indebidas no es el tiempo anterior a la causa más el de tramitación, sino sólo este último. El período entre la comisión del delito y el inicio del procedimiento tiene relevancia a efectos de prescripción, si se completa, o, desde la posición de alguna sentencia, para aplicar la atenuante analógica de cuasi prescripción301. 301. Ver nota 191 y STS 77/2006, ya criticada. La admisión de una atenuante analógica de prescripción plantea similares problemas a los que existen cuando se trata de la analógica de dilaciones indebidas. La analógica por cuasi prescripción nada tiene que ver con las atenuantes y con su fundamento: ni es una circunstancia personal presente a la hora de la comisión del delito que merezca una disminución de pena, ni es un acto contrario del autor posterior a la comisión que deba de ser valorado en la cantidad de pena; este transcurso del tiempo no se parece en nada a ninguna de las causas de atenuación del art. 21, ni en VX PRUIRORJtD QL HQ VX VLJQLÀFDGR QL WRPiQGRODV LQGLYLGXDOPHQWH QL FRQVLGHUDQGR VX IXQGDPHQWRFRP~Q\JOREDOIDOWDODDQiORJDVLJQLÀFDFLyQ1LWDQVLTXLHUDSDUDORVTXH X 270 Araceli Manjón-Cabeza Olmeda El TS no siempre repara en el momento relevante para considerar las dilaciones indebidas, haciendo mención en ocasiones a que, entre el momento en que acaecieron los hechos y el de dictarse sentencia ha pasado mucho tiempo, no siendo claro sobre este aspecto y decidiendo la concurrencia o no de dilaciones indebidas en base a otros parámetros. Sólo en algunas UHVROXFLRQHVTXHUHFKD]DQODH[LVWHQFLDGHWDUGDQ]DLQMXVWLÀFD- admiten la analogía in bonam partem dentro del CP, puede aquí hablarse de tal analogía, pues no hay término de comparación para establecer la analogía: la cuasi prescripción no se parece a la prescripción, supone su negación; si falta un tiempo para la prescripción no hay parecido con la prescripción, pues eso supone la no prescripción. El concepto de prescripción no es graduable, ni admite apreciación incompleta: o se dá o no se dá. Se trata, en GHÀQLWLYDGHFUHDFLyQMXGLFLDOOLEUHGHO'HUHFKRDOPDUJHQGHORHVWDEOHFLGRHQHODUW&3 Un razonamiento parecido (parecido por erróneo) se hace en alguna resolución que aplica HQHOWUiÀFRGHGURJDV´ODDWHQXDQWHDQDOyJLFDGHQRQRWRULDLPSRUWDQFLDµ6LQRKD\QRWRULD importancia hay que aplicar el tipo básico, pero sin atenuarlo porque no se dé una agravante, pues lo contrario llevaría a dejar sin contenido el tipo básico. Por otro lado, construir una atenuante “por analogía” con una agravante es un sin sentido; una atenuante no es análoga a una agravante, pues son realidades contrarias. La viabilidad de una atenuante analógica con la prescripción es defendida por Ragués i Vallès para aquellos casos en los que ha pasado mucho tiempo desde la comisión del delito hasta la sentencia condenatoria, aunque no haya desaparecido por completo la necesidad de pena. Sostiene este autor que en estos casos procede el indulto “aunque probablemente lo más idóneo sea recurrir a la atenuante analógica (21.6ª CP)...esta atenuante no debe en todo caso confundirse con la DWHQXDFLyQ SRU GLODFLRQHV LQGHELGDV $Vt PLHQWUDV HVWD ~OWLPD ÀJXUD UHVSRQGH D OD LGHD de que ciertos procesos pueden suponer una forma anticipada de castigo, para apreciar la atenuante análoga a la prescripción basta con el mero transcurso del tiempo. “ Sigue diciendo el autor que las dos atenuantes analógicas, la de prescripción y la de dilaciones indebidas no podrán apreciarse conjuntamente, pues, a pesar de ser distintas, las dos suponen considerar el elemento temporal a favor del reo. Concluye Ragués que la atenuación analógica por prescripción “deberá reservarse para casos en los que haya transcurrido mucho tiempo entre la comisión del hecho y el inicio de su persecución o supuestos en los que el considerable retraso sea atribuible al imputado o en los que la dilación no sea indebida, sino provocada por la complejidad de un determinado asunto” (La prescripción..., ob. cit., págs.65-66). A lo largo de este trabajo ya he manifestado mi opinión contraria a la creación de atenuantes analógicas de dilaciones o de prescripción. Cosa distinta es que legalmente se de al tiempo un efecto atenuante, como señala Ragués que hace el CP austríaco en su parágrafo 34.1, 18, que atenúa la pena cuando el hecho se cometió mucho tiempo atrás y desde entonces el autor ha observado buena conducta (Ob. cit., pág. 65, nota 100). Sólo dos observaciones a esta regulación: está legalmente prevista la atenuación y, además la misma se nutre, no sólo del paso del tiempo, sino además de la buena conducta. En España, estos casos se canalizan a través del indulto. 271 La atenuante analógica de dilaciones indebidas da) se trata la cuestión. Así la STS 149/2006, de 10 de febrero (Ponente Andrés Ibáñez) rechaza la vulneración del derecho a un proceso en plazo razonable, al contar el tiempo desde junio de 2002, cuando se incoan las diligencias, hasta la sentencia de julio de 2004, rechazando el momento de inicio de la actividad delictiva en 1997 y hasta 2002 por no se propio del proceso este tiempo302. Por otro lado el TEDH ha señalado que el período relevante a los efectos de la vulneración del derecho empieza desde el momento en que una persona se encuentra formalmente acusada o cuando las sospechas de las que es objeto tienen repercusiones importantes en su situación en razón de las medidas adoptadas por las autoridades encargadas de perseguir los delitos (SSTEDH de 28 de octubre de 2003, López Solé y Martín de Vargas C. España y 15 de julio de 1982, caso Eckle contra Alemania)303, o desde TXH FRQRFH RÀFLDOPHQWH OD LQYHVWLJDFLyQ (VH WLHPSR UHOHYDQWH WHUPLQDFRQHOVREUHVHLPLHQWRRFRQODVHQWHQFLDÀUPHGHDSHODción (STEDH de 25 de junio de 1987, caso Baggetta) o casación (STEDH de 27 de junio de 1987, caso Wemhoff). 2.7. Derecho a un proceso sin dilaciones indebidas y otros derechos procesales Ya más arriba me he referido a la autonomía del derecho a un proceso sin tardanza ilegítima respecto del derecho a la tutela judicial efectiva. Sin embargo, lo anterior no supone que los 302. La STS 71/1997, de 27 de enero señala que el derecho a un proceso sin dilaciones indebidas “se adquiere en el momento mismo de estar sometido a un proceso como inculpado” \TXHVHUHÀHUHDWRGRHOSURFHGLPLHQWRLQVWUXFFLyQIDVHLQWHUPHGLD\MXLFLRRUDO 303. Así lo recoge el TS en múltiples resoluciones. Entre otras 1144/2005, de 11 de octubre (Ponente: Berdugo Gómez de la Torre) y 658/2005, de 20 de mayo (Ponente: Colmenero Menéndez de Luarca). 272 Araceli Manjón-Cabeza Olmeda GLVWLQWRVGHUHFKRVSURFHVDOHVVHFRQÀJXUHQFRPRFRPSDUWLPHQtos estancos sin relación alguna. También hemos visto la abundante jurisprudencia constitucional que acaba confundiendo el derecho a la tula y el derecho al tiempo razonable, a pesar de proclamar su autonomía. Que el derecho aun proceso en plazo UD]RQDEOHQRVHLGHQWLÀFDFRQXQLQH[LVWHQWHGHUHFKRDORVSODzos procesales, también ha sido objeto de análisis304. 2.7.1. Derecho a la prueba El tiempo relevante para tener por cumplido el derecho al plazo razonable es el que se requiere para resolver el asunto con todas las garantías. En este sentido derecho a un proceso sin dilaciones indebidas y derecho a la prueba, ambos ubicados en el proceso debido, se relacionan y condicionan mutuamente. Así si se denuncia una vulneración del derecho a la prueba, debe comprobarse que la inadmisión de la prueba, o la ausencia de practica de la admitida, carece absolutamente de motivación, situándonos cerca del derecho a la tutela efectiva en relación con la interdicción de la arbitrariedad, o si la motivación ofrecida es incorrecta porque el medio de prueba era pertinente, necesario305 y posible, “toda vez que no es de recibo el que de su admisión se derive un bloqueo absoluto del trámite o, en el mejor de los casos, se incurra en una violación del derecho, también constitucional, a un juicio sin dilaciones indebidas…” (STS 138/2006, 304. Así la STS 577/2006 sostiene que “ciertamente que ha existido un incumplimiento de los plazos procesales pero ello no supone sic et sempliciter estar en presencia de dilaciones indebidas”. Lo mismo se repite en muchas resoluciones, así la STS 1133/2004, de 19 de julio de 2005 (Ponente: Menéndez Colmenero de Luarca). 6RQ LQQXPHUDEOHV ODV UHVROXFLRQHV TXH DÀUPDQ TXH OD SUXHED SHUWLQHQWH QR WLHQH porqué ser necesaria (ver por todas STS 844/2005, de 29 de junio) 273 La atenuante analógica de dilaciones indebidas de 31 de enero, Ponente: Maza Martín)306(QGHÀQLWLYD\WHQLHQdo en cuenta que no toda prueba pertinente ha de ser admitida, por su sola pertinencia, pues puede ser innecesaria o imposible, cabe inadmitir en base a la consideración conjunta de los derechos a la prueba y a un proceso sin dilaciones indebidas y del principio de economía procesal307. 306. En el mismo sentido SSTS 22 de marzo de 1994, 21 de marzo de 1995, 3 de octubre de 1997, 911/2005, de 8 de julio, SSTC 5 de octubre de 1989, 1 de marzo de 1991 y SSTEDH 7 de julio y 20 de noviembre de 1989 y 27 de septiembre y 19 de diciembre de 1990. 307. En este sentido STS 844/2005, de 29 de junio. Por su parte la STS 1493/199, de 21 de diciembre (Caso Roldán) establece que “El reconocimiento de la relevancia constitucional del derecho a la prueba no desapodera al Tribunal competente de su facultad para valorar en cuanto a su admisión, la pertinencia de las pruebas propuestas “rechazando las demás” (Art. 659 y concordantes de la L.E.Criminal), y en cuanto a su práctica, la necesidad de las SUXHEDVDGPLWLGDVSHURFX\DUHDOL]DFLyQHIHFWLYDSODQWHDGLÀFXOWDGHVRLQGHELGDVGLODFLRnes. Como señalaban entre otras, las Sentencias de esta Sala de 1 de abril y 23 de mayo de 1.996, esta facultad del Tribunal, valorando razonada y razonablemente la pertinencia de las pruebas en el momento de la proposición y su necesidad en el momento de la práctica, a los efectos de evitar diligencias inútiles así como suspensiones irrazonables generadoras de indebidas dilaciones, no vulnera el derecho constitucional a la prueba, sin perjuicio de la posibilidad de revisar en casación la razonabilidad de la decisión del Tribunal, en orden a evitar cualquier supuesto que pudiere generar efectiva indefensión a la parte proponente de la prueba. La estimación de este motivo conlleva como consecuencia necesaria la repetición del juicio, con pérdida de efectividad de las actuaciones ya realizadas y las consecuentes dilaciones. El derecho a la tutela judicial efectiva y el derecho a un proceso sin dilaciones indebidas, determinan que tan radical consecuencia no resulte adecuada ni proporcionada por causas meramente formales sino únicamente en aquellos supuestos en que quepa razonablemente apreciar la posibilidad de que la inadmisión de la prueba o su falta de práctica pudo tener alguna incidencia HQODGHFLVLyQÀQDOHVGHFLUTXHVHKD\DSRGLGRRFDVLRQDULQGHIHQVLyQHQVHQWLGRPDWHULDO(Q el análisis de la pertinencia de la prueba el Tribunal debe tomar en consideración no solamente su abstracta relación con el tema enjuiciado sino también su concreta relevancia, de tal manera que si los datos que se pretenden acreditar mediante la misma no pueden tener incidencia alguna sobre la evaluación de la concreta acusación formulada, su desestimación es plenamente correcta. Asimismo el Tribunal debe ponderar otros derechos constitucionales en juego como el derecho a un proceso sin dilaciones indebidas y el de tutela judicial efectiva, procurando evitar diligencias inútiles así como aquellas que únicamente pretenden dilatar innecesariamente el proceso. Especial atención ha de prestarse a aquellos supuestos en que las pruebas propuestas se UHÀHUDQDGHFODUDFLRQHVGHWHVWLJRVTXHQRHVWiQDGLVSRVLFLyQGHO7ULEXQDOSRUHQFRQWUDUVHHQHO extranjero, y cuya incomparecencia al acto del juicio oral sea altamente probable, así como a la práctica de diligencias de diversa índole en países extranjeros a través de Comisiones Rogatorias, generadoras, lamentablemente y como la experiencia acredita, de prolongadísimas dilaciones.”. La STS 1139/1999, de 9 de julio dice que “Con carácter general hay que recordar que el derecho a la prueba no es un derecho absoluto o incondicionado, y que si bien puede provocar una efectiva indefensión, esta no puede predicarse sic et simpliciter de la mera infracción de normas X 274 Araceli Manjón-Cabeza Olmeda La dependencia y condicionamiento entre el derecho a un proceso sin dilaciones indebidas y los otros derechos del proceso debido obedece a que el primero es el marco temporal en el que debe desarrollarse todo el proceso debido; por eso la dilación VHUiLQGHELGDFXDQGRQRUHGXQGHHQEHQHÀFLRGHORVGHPiVGHrechos y no será indebida, por tiempo que dure, cuando sea absolutamente necesaria para dar satisfacción al proceso debido. Un derecho no puede ejercitarse a costa de los demás y viceversa, por lo que las situaciones de tensión han de solventarse en- procesales, porque como recuerda la STC, Sala Segunda 59/98 de 16 de Marzo, la indefensión con relevancia constitucional no coincide necesariamente con una noción procesal, pues en ningún caso puede equipararse la idea de indefensión en su sentido jurídico-constitucional con cualquier infracción o vulneración de normas procesales; por ello lo relevante a efectos casacionales no es tanto la constatación de una transgresión de las normas procesales, sino su enlace directo con la indefensión por parte de quien lo alegue. Esta idea enlaza con la distinción fundamental que en materia del derecho a la prueba distingue entre prueba pertinente y prueba necesaria. Prueba pertinente es la que es oportuna y adecuada en relación al objeto del DVXQWRDGHEDWLUHQHOMXLFLRRUDOSUXHEDQHFHVDULDHVODTXHVHPDQLÀHVWDFRPRLQGLVSHQVDEOH y forzosa, y por tanto relevante en relación a la solución dada al caso enjuiciado y que por ello debió ser conocida por el juzgador para formar su convicción en relación a la decisión adoptada. Y nada importa que dicha prueba denegada haya sido inicialmente admitida lo que es usual que RFXUUDVLHPSUHTXHVHWUDWHGHSUXHEDSURSXHVWDHQHOHVFULWRGHFDOLÀFDFLyQSURYLVLRQDORHQOD Audiencia preliminar en los términos del art. 793-2º de la LECrim., y admitida por la sala, luego no puede ser practicada y se deniegue la petición de suspensión de la vista por parte de la Sala. En tal caso se está en un momento procesal distinto del de la mera proposición de la prueba porque acceder a la suspensión de la vista, puede llegar a acarrear la nulidad de la parte de juicio celebrado, con las demoras y dilaciones que ello supone pudiendo quedar afectado el derecho no ya individual de evitar dilaciones, sino también el más general de toda la sociedad que tiene un interés legítimo a que los juicios se celebren y se dicte la sentencia que corresponda. La conseFXHQFLDGHHVHGLVWLQWRPRPHQWRMXVWLÀFDODGLIHUHQFLDHQWUHODSUXHEDSHUWLQHQWH\ODQHFHVDULD pues solo ésta, entendida en el sentido ya expuesto exige la suspensión y la aceptación de todas las consecuencias que de ella se deriven, y ello exige que el postulante de la suspensión debe acreditar la relevancia de la prueba denegada en un doble plano: a) de un lado ha de demostrar la relación entre los hechos que se quisieron y no se pudieron probar y las pruebas inadmitidas, y b) de otro lado deberá argumentar de modo convincente, ya en fase de recurso por vulneración GHOGHUHFKRDXWLOL]DUORVPHGLRVGHSUXHEDSHUWLQHQWHVTXHODUHVROXFLyQÀQDOGHOSURFHVRSRGUtD haberle sido favorable de haberse admitido la prueba denegada. En acreditación de esta consolidada doctrina jurisprudencial pueden citarse las SS de esta Sala, entre otras, las de 2 Marzo de 1988, 9 Junio de 1989, 15 Febrero y 3 Marzo de 1990, 6 de Julio 1992, 23 Marzo 1993, 21 Marzo de 1994 y 10 Marzo 1995. También en sede constitucional pueden citarse las SSTC 51/85 de 10 de Abril y 158/89 de 5 de Octubre...”. 275 La atenuante analógica de dilaciones indebidas contrando un equilibrio entre el proceso debido y sus distintas manifestaciones y el tiempo razonable, que también forma parte del proceso debido. El juicio sobre la prueba necesaria (no sólo SHUWLQHQWHFRQFUHWDPHQWHODWHVWLÀFDOVHEDVDHQGRVFRPprobaciones: que se pueda realizar en un plazo razonable, de ahí la vinculación con el derecho a un proceso sin dilaciones indebidas, y que el tribunal no haya alcanzado la convicción QHFHVDULDVREUHDOJ~QDVSHFWRGHODWHVWLÀFDO6LIDOODODSULmera, la prueba es prescindible; si se da la segunda, la prueba es pertinente308. En ocasiones, la Jurisprudencia subraya la interdependencia mutua entre el derecho a un proceso sin tardanza indebida y el derecho de defensa, que a veces obliga a la práctica de un gran número de diligencias complejas, pero necesarias. Así la STS 22/2006, de 22 de enero dice que “es claro que debe de ser considerado el derecho a la defensa, pero también lo es que en ocasiones ello puede suponer retrasos en la tramitación que por sí mismos no constituyen dilaciones indebidas, pues se revelan como ineludibles”; si efectivamente así es y la actividad probatoria es necesaria, entonces la tardanza no será ilegítima, sino simplemente tardanza.Y es que “el derecho a un proceso sin dilaciones indebidas no puede en ningún caso operar contra el acusado limitando su derecho a la contradicción” por lo que no es un 308. STS 22/2004, de 21 de enero que considera que la prueba pertinente ex ante se convierte en innecesaria ex post si no puede producirse dentro del plazo de un proceso sin dilaciones indebidas (por no poder establecerse una fecha plausible de comparecencia, por ignorado paradero o por desconocerse las razones de una incomparecencia). Ver nota anterior. 276 Araceli Manjón-Cabeza Olmeda argumento absoluto para suspender el juicio oral por incomparecencia de un testigo (STS 743/1995, de 9 de junio). 2.7.2. Derecho a la tutela judicial efectiva La relación y condicionamiento mutuos entre derecho a una tramitación en plazo razonable y otros derechos procesales VH SRQH GH PDQLÀHVWR HQ RWURV FDVRV ,QFOXVR WUDWiQGRVH GHO derecho a la tutela efectiva, la forma de satisfacerlo en casación cuando se denuncia su vulneración, puede estar condicionada SRUODQRSURYRFDFLyQGHGLODFLRQHV(VWDDÀUPDFLyQVHSXHGH sostener, con independencia de la autonomía que debe de predicarse respecto del derecho al plazo razonable y el derecho a la tutela judicial efectiva, en el sentido que aquí se ha sostenido. En efecto, una cosa es que la solución tardía satisfaga el derecho del art. 24.1 CE, pero no el relativo a un proceso sin dilaciones y, otra distinta que, vulnerado el derecho a la tutela por falta de respuesta motivada a una alegación, se intente resolver este defecto sin provocar una dilación innecesaria. Así, si se constata la falta de respuesta motivada a una pretensión jurídica de la parte correctamente planteada, lo procedente sería anular la sentencia y devolver la causa a la instancia, para que se dictase nueva sentencia. Sin embargo, el TS ha declarado que “en atención al derecho fundamental a un proceso sin dilaciones indebidas, cuando exista en el recurso un motivo de fondo que permita subsanar la omisión denunciada, analizando razonadamente y resolviendo motivadamente la cuestión planteada, se ofrece a esta sala la oportunidad de examinar la cuestión de fondo cuyo tratamiento ha sido omitido, satisfaciendo a su vez el derecho a la tutela judicial efectiva y a un proceso sin dilacio- 277 La atenuante analógica de dilaciones indebidas nes indebidas, evitando las dilaciones que se producirían si la causa hubiese de volver al Tribunal de instancia y posteriormente, de nuevo, a este Tribunal de casación” (SSTS 1095/1999, de 5 de julio y 1244/2005, de 31 de octubre309). Téngase en cuenta que, si el TS puede dar respuesta satisfactoria y motivada a la pretensión desatendida en la sentencia de instancia, devolver la causa con riesgo de una respuesta insatisfactoria, aun motivada, podría suponer un segundo recurso de casación, con el consiguiente tiempo de tramitación y resolución, lo que podría SURYRFDUXQDFRQVLGHUDEOHGLODWDFLyQGHODVXQWR(QGHÀQLWLYD la Sala de Casación puede resolver cuestiones no resueltas en la instancia “cuando exista en el recurso un motivo de fondo cuyo tratamiento haya sido omitido, satisfaciendo a su vez el derecho a la tutela judicial efectiva y el derecho a un proceso sin dilaciones indebidas” (STS 99/2005, de 2 de febrero, Ponente Colmenero Menéndez de Luarca)310. Por otro lado, el TS ha considerado la existencia dilación indebida ante la siguiente alegación: dilación, no por tiempos muertos, ni por retrasos, sino por la situación derivada de la estimación de un recurso de casación por quebrantamiento de forma, al faltar motivación en relación con la prueba, que ha supuesto más GHGRVDxRVKDVWDODGHÀQLWLYDUHVROXFLyQTXHORVHUiPHGLDQWHOD sentencia del segundo recurso de casación. Efectivamente en el 309. En el mismo sentido la STS 1250/2005, de 28 de octubre (Ponente Sánchez Melgar) admite que el tribunal de instancia no dio respuesta a la alegación de dilaciones indebidas correctamente formulada por el recurrente en su escrito de alegaciones, pero si se acoge el motivo que denuncia la incongruencia omisiva vulneradora del derecho a la tutela judicial efectiva, “incurriríamos de nuevo en otro tipo de dilaciones, estando en condiciones de dar respuesta a esta cuestión en sede casacional, sin otros reenvíos de la causa”. 310. En el mismo sentido se cita la STS 1095/1999, de 5 de julio. 278 Araceli Manjón-Cabeza Olmeda caso hubo un primer recurso de casación por quebrantamiento de forma al faltar la motivación de la Sentencia de instancia que supuso la devolución al Tribunal para que subsanase, lo que se hizo en una segunda Sentencia, que volvió a recurrirse en casación por otros motivos. Para el TS “esto constituye una dilación indebida atribuible en exclusiva a un defectuoso funcionamiento del órgano judicial, concretamente a la existencia de un vicio procesal como indudablemente lo fue la omisión en la primera de las dos sentencias dictadas de la mencionada motivación.” (STS. 267/2006, de 10 de marzo, Ponente: Delgado García)311. 3RU OR TXH VH UHÀHUH D ORV UHFXUVRV KRUL]RQWDOHV OD 676 1621/2005, citada, reconoce que el ejercicio de los derechos de oposición e impugnación supone un retraso no atribuible al órgano judicial y no generador de dilaciones indebidas. $WHQXDQWHVLPSOHRDWHQXDQWHPX\FXDOLÀFDGD Considera el TS que la atenuante debe de apreciarse como 311. La consecuencia de la generalización de esta doctrina supondría que siempre que haya recurso de casación y devolución por asistirle la razón al recurrente habrá dilaciones indebidas. Por eso, el TS evita la devolución cuando puede suplir el defecto. Así la STS 1171/2005, de 17 de octubre (Ponente: Colmenero Menéndez de Luarca), sostiene que en los casos de motivación sólo aparente, por ser la misma irracional, absurda, arbitraria o PDQLÀHVWDPHQWHHUUyQHD\SRUWDQWRFRQFXOFDGRUDGHODWXWHODMXGLFLDOHIHFWLYDKD\TXH evitar la devolución de las actuaciones, en atención al derecho a un proceso sin dilaciones indebidas, “siempre que se encuentre dentro de las competencias del Tribunal que resuelve la responsabilidad de establecer la doctrina pertinente en relación con el precepto cuestionado.”. La STS 226/1996, de 5 de marzo (Ponente Bacigalupo Zapater), citando otra anterior –STS 227/1994, de 11 de febrero- sostiene que, aunque el recurso está fundamentado, al faltar la motivación del trato diferencial en la pena a los dos condenados, sin embargo ello no quiere decir que haya de prosperar, pues, aún reconociendo que es ciertamente discutible y en absoluto aconsejable, el Tribunal de casación ha de suplirse la omisión motivadora \HOORVHMXVWLÀFD´VLVHWLHQHHQFXHQWDTXHHVWLPDUORFRQWUDULRVXSRQGUtDXQDYXOQHUDFLyQ del derecho fundamental a un proceso sin dilaciones indebidas”. 279 La atenuante analógica de dilaciones indebidas PX\ FXDOLÀFDGD FXDQGR ´OD UDWLR DWHQXDWRULD VH SUHVHQWD FRQ una intensidad muy superior a su manifestación normal o estándar, atendidas las condiciones del culpable, los antecedentes o circunstancias del hecho y cuantos elementos puedan revelar especiales merecimientos en la conducta del inculpado.” (STS 679/2006, de 23 de junio). Con esto se resuelve poco, dada la generalidad de los criterios que se establecen como relevantes SDUDFXDQWLÀFDUHOJUDGRGHDWHQXDFLyQSRURWURODGRODFOD~VXODÀQDOUHIHULGDDORV´HVSHFLDOHVPHUHFLPLHQWRVHQODFRQGXFWDµ nada dice en la tesis que aquí se mantiene de la nula relación entre la conducta y la atenuación por tardanza. En otras sentencias se considera que la apreciación de la circunstancia muy FXDOLÀFDGDHVH[FHSFLRQDO312 y procede cuando “el retraso ha tenido una trascendencia verdaderamente extraordinaria, tanto SRUVXWHPSRUDOLGDGFRPRSRUODIDOWDGHMXVWLÀFDFLyQGHOUHWUDso” (STS 649/2006, de 19 de junio). Este criterio doble, de la WHPSRUDOLGDG \ OD IDOWD GH MXVWLÀFDFLyQ SDUHFH PiV DGHFXDGR pero, en todo caso, exige la contemplación de los dos parámetros de manera relativa, atendiendo a la complejidad de la causa y a sus incidencias y no de forma absoluta (mucho tiempo) como parece deducirse de algunas resoluciones313. Además, hay que WHQHU HQ FXHQWD TXH OD IDOWD GH MXVWLÀFDFLyQ GHO UHWUDVR QR HV VyOR XQ tQGLFH GH OD PD\RU FXDOLÀFDFLyQ GH OD DWHQXDQWH VLQR que es un requisito fundamental y básico para tener la dilación /DDSUHFLDFLyQGHODPD\RUFXDOLÀFDFLyQGHEHKDFHUVHH[SUHVDPHQWH\GHEHPRWLYDUVH (STS 70/2005, de 26 de enero). 313. Así la STS 634/2006, de 2 de junio trae a colación otras anteriores en las que se estimó OD DWHQXDFLyQ PX\ FXDOLÀFDGD GHVWDFDQGR GH HOODV HO GDWR GH OD GXUDFLyQ GHO SURFHVR años, 8 años, 14 años). Ver también SSTS 1103/2005, de 22 de septiembre y 1250/2005, de 28 de octubre y las que cita. En la STS 151/2005, de 7 de febrero se aplica la atenuante PX\FXDOLÀFDGDHQXQSURFHVRTXHGXUyDxRVVLQMXVWLÀFDFLyQDOJXQDWDUGiQGRVHPiV de un año en dictar la sentencia 280 Araceli Manjón-Cabeza Olmeda por ilegítima y, con ello, para apreciar la atenuante, aún simple; HVWDIDOWDGHMXVWLÀFDFLyQQRHVODTXHOOHYDUiSRUVLVRODDOD DWHQXDQWH PX\ FXDOLÀFDGD +D\ FDVRV HQ ORV TXH VH WLHQH HQ cuenta, no sólo el dato temporal, sino también un especial perjuicio, más allá del propio del retraso; así se entendió muy cuaOLÀFDGD OD DWHQXDFLyQ HQ XQD SDUDOL]DFLyQ GH OD FDXVD GH WUHV años, teniendo el imputado 19, lo que le afectó negativamente en una fase muy delicada de su vida (STS 658/2005, de 20 de mayo); igualmente en un caso de “sencillez paradigmática” en el que el retraso condicionó el presente y el futuro del acusado (STS 607/2005, de 11 de mayo). 6HGHVFDUWDHOFDUiFWHUGHPX\FXDOLÀFDGDSDUDODDWHQXDción, apreciándola como simple, en distintos supuestos, difíciles de sistematizar o reconducir a un criterio claro y objetivo; así: - las dilaciones fueron provocadas en parte por los acusados (STS 172/2006, de 22 de febrero). - un proceso complejo dados los numerosos hechos atribuidos a los acusados (19 robos con fuerza en las cosas), con varios períodos de paralización del procedimiento, habiendo pasado 10 años entre la detención y la sentencia que apreció la analógica de dilaciones indebidas como VLPSOHQRSXHGHGDUOXJDUDWHQHUODSRUPX\FXDOLÀFDGD por no ser “algo tan sumamente grave” y “contestamos diciendo simplemente que no hay razón alguna para estimar tal pretensión”. - dado el tiempo de retraso y la ausencia de perjuicio al 281 La atenuante analógica de dilaciones indebidas acusado quien no ha argüido nada por el retraso en el funcionamiento de la justicia (STS 272/2005, de 1 de marzo). - desde septiembre a enero para dictar una providencia en la que se acordaba que los autos quedaban pendienWHV SDUD UHVROYHU \ SDUD QRWLÀFDUOD 676 GH 19 de julio). - cuando “no nos hallamos ante algo tan sumamente grave”, VLQPD\RUHVSHFLÀFDFLyQ676GHGHPDU]R - cuando la complejidad del asunto es tal que impide tal FXDOLÀFDFLyQDORTXHVHVXPDTXH´ODEDMDGDGHODSHQD que supondría la aplicación de esta atenuante como muy FXDOLÀFDGD RIUHFHUtD FRPR UHVXOWDGR XQD VDQFLyQ GHPDsiado corta” (STS 50/23005, de 28 de enero). - supuesto en el que la Audiencia ya había aplicado la atenuante simple, pero el recurrente solicitaba en casación ODPD\RUFXDOLÀFDFLyQSRUODVGLODFLRQHVKDELGDVGHVSXpV de la sentencia de instancia (14 meses entre el escrito de preparación del recurso y el emplazamiento). El TS desestima la petición por entender que ha de tenerse en cuenta el tiempo de la dilación posterior a la sentencia “conjuntamente con el ya tenido en cuenta por la Audiencia para DSUHFLDUGHRÀFLRODDWHQXDQWHVLPSOHµFRQVLGHUDQGRTXH OD GLODFLyQ WRWDO QR WLHQH HQWLGDG VXÀFLHQWH SDUD OD PX\ FXDOLÀFDGD676GHGHPD\R En ocasiones, el TS reconoce la existencia de dilaciones inGHELGDVSHURFRQXQDHQWLGDGLQVXÀFLHQWHSDUDJHQHUDUODDWH- 282 Araceli Manjón-Cabeza Olmeda nuante, si quiera simple, entendiendo que en estos casos deben GHYDORUDUVHHQODLPSRVLFLyQGHODSHQD´TXHHVHQGHÀQLWLYDHQ lo que se traduce el sentido de su apreciación” (STS 63/2005, de 6 de octubre). Por la misma razón no se aprecia la atenuante cuando la pena impuesta por el tribunal de instancia ya era la mínima posible, luego la apreciación (como simple) no produciría ningún efecto (SSTS 477/1996, de 28 de mayo y 2015/2002, de 7 de diciembre, entre otras muchas). Por otro lado, la apreciación de la atenuante no impide la solicitud del indulto parcial, no ya por dilaciones indebidas, sino por entender que la pena resultante atenuada por la tardanza es desproporcionada en el caso concreto. La STS 578/2005, de GHPD\RDPSOLDPHQWHFRPHQWDGDPiVDUULEDVHUHÀHUHDXQ supuesto en el que la Audiencia había apreciado la atenuante simple y además solicitaba el indulto parcial. La sentencia fue recurrida en casación solicitándose la consideración de la ateQXDQWHFRPRPX\FXDOLÀFDGDDORTXHDFFHGHHO76FRQHODUJXmento de que “Ciertamente se trata de dos cuestiones distintas (atenuante e indulto). Sin embargo, no debemos olvidar que la aplicación de la atenuante por analogía a las dilaciones indebiGDVQRGHMDGHVHUXQDÀFFLyQMXUtGLFDTXHFRQVWLWX\HXQDPHdida de política-criminal cuyo fundamento no es otro que una menor reprochabilidad de la conducta teniendo en cuenta el transcurso del tiempo no imputable al acusado, luego indirectaPHQWHFRQYHUJHQDPEDVÀQDOLGDGHVHQHOSUHVHQWHFDVRORTXH MXVWLÀFD OD HVWLPDFLyQ FRPR PX\ FXDOLÀFDGD GH OD DWHQXDQWH analógica aplicada por la Audiencia, que ha considerado por las FLUFXQVWDQFLDVUHÁHMDGDVHQHOIXQGDPHQWRGHGHUHFKRVHxDODGR la desproporción de la pena.”. 283 La atenuante analógica de dilaciones indebidas Sobre la compatibilidad de la atenuante con la indemnización por funcionamiento anormal puede verse la STS 4008/2002, de 11 de julio que aplicó la analógica de dilaciones indebidas a un supuesto en el que el Ministerio de Justicia ya había resuelto la concesión de la indemnización, porque “es cierto que ha existido una reparación por vía administrativa de la lesión jurídica ocasionada. Pero esta reparación sólo atiende a los efectos económicos de la lesión y deja a salvo los aspecWRVHVWULFWDPHQWHSHQDOHVGHODPLVPDTXHVHPDQLÀHVWDQHQ la compensación (parcial) de la gravedad de la culpabilidad.”. Lo anterior -compatibilidad entre la atenuante y la indemnización- dice mucho más respecto de la cuestión nuclear planteada por la atenuante analógica de dilaciones indebidas. Y es que, si realmente la violación del derecho equivaliese a una menor culpabilidad, sobraría la indemnización. La postura del TS quiere fundamentarse en la analogía entre las dilaciones y las atenuantes 4º y 5º y en el abono de la prisión preventiva o la compensación de otras medidas cautelares en la pena. Si realmente existiese esa analogía, la indemnización estaría de más, pues una menor “culpabilidad” o una culpabilidad que requiere ser compensada no se indemniza, sino que se trata penalmente y la medida cautelar tampoco se indemniza, sino que se abona o compensa. Las dilaciones indebidas son distintas: son un mal que el acusado no tenía que sufrir bajo ningún concepto; las prisión preventiva si tiene que sufrirla cuando está legalmente indicada. Las dilaciones indebidas no son un acto posterior del acusado que compense la culpabilidad o que reduzca la necesidad de pena, son la vulneración de un derecho fundamental a manos del juez o Tribunal y se remedian aplicando mayor celeridad a la causa, si es posible, en todo 284 Araceli Manjón-Cabeza Olmeda caso indemnizando por el anormal funcionamiento o aplicando los recursos legales -indulto y suspensión e, incluso, si se admite, con carácter muy excepcional, la nulidad -. 285