Programa de mano - Fundació Antoni Tàpies

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Antoni Tàpies.
Los lugares del arte
5 marzo – 2 mayo 2010
El rasgo principal de la exposición con la cual la Fundació reabre sus
puertas tras la reforma arquitectónica es el hecho de que rebasa dis­
ciplinas, épocas y geografías. Se despliega en diferentes lugares de
la Fundació, y abarca la complejidad y la pluralidad de intereses
de la obra de Antoni Tàpies, desde una selección de su obra pictó­
rica de los últimos veinte años, con algunos contrapuntos de obras
más remotas que constituyen su germen, hasta un fragmento de lo
que Tàpies denominó su “manifiesto “y su “museo ”,1 que correspon­
de al entorno espiritual y artístico de “ tres mil años de amistad”,2
a la larga búsqueda de unos valores que van más allá de la estética.
En primer lugar
Nivel -2 (Espacio D)
En el subsuelo de la Fundació se muestra una selección de obras que
van desde el arte egipcio antiguo hasta el arte moderno occidental,
desde objetos rituales hasta libros científicos. Estas obras no sólo
constituyen el hábitat del artista, sino que están vinculadas a su forma
de concebir el arte, y suponen una interrogación heterodoxa sobre
sus orígenes, historia y significado.
En segundo lugar
Nivel 1 (Espacio A) y Nivel -1 (Espacio B)
La exposición de obras de Antoni Tàpies se basa sobre todo en una
selección de las piezas que ha creado en los últimos veinte años, unas
piezas que se abren camino desde su luz interior y desde la memoria
del gesto: una trayectoria de más de sesenta y cinco años de trabajo
ininterrumpido que le han permitido, en la madurez, seguir creando
unas imágenes poderosas y todavía imbuidas por la magia, la expresividad y la rebeldía. Aun así, la exposición se inicia con una obra del
verano de 1945, con el aprendiz de pintor que se cuestiona la función
social del arte y las motivaciones del artista, y que se plantea todo tipo
de dudas existenciales (un cuestionamiento que se convertirá, con el
paso de los años, en la piedra de toque de una producción artística
extensa y dilatada en el tiempo).
1. Antoni Tàpies, El arte y sus lugares. Madrid: Siruela, 1999, pág. 11.
2. Antoni Tàpies, “3.000 ans d’amitié/Tres mil anys d’amistat”, Vogue, diciembre
y enero de 1992.
Figura femenina de tipo Spedos II
Islas Cícladas, Grecia
Hacia 2400 a. C.
Mármol blanco
40 cm
Virgen románica catalana
Segunda mitad siglo xii
Madera policromada
82 cm
Francisco de Zurbarán
Fraile mercedario en prisión
Siglo xvii
Óleo sobre tela
62 x 41 cm
Nagalila Yantra
Rajastán, India
Siglo xviii (imperio mogol)
Tinta y aguada sobre papel
29,3 x 22,5 cm
Marcel Duchamp
Rotorelief
1935
Disco de cartulina impresa
24,9 cm (diámetro)
Andreas Cellarius
Harmonia macrocosmica seu Atlas universalis
et novus, totius universi creati cosmographiam
generalem, et novam exhibens
(Armonía del macrocosmos o Atlas universal
y nuevo, que contiene la cosmografía
general y nueva de todo el universo creado)
Amstelodami
(Amsterdam)
Joannes Janssonius
1661
51,8 x 34 x 7,5 cm
Ramon Llull
Ars magna
(Arte magna)
Barcelona
Pere Posa
1501
30,3 x 21,5 x 2,3 cm
Árbol caligráfico
India
Siglo xix
Pintura sobre tela
73,5 x 92 cm
Henri Michaux
[Sin título]
Hacia 1960
Tinta sobre papel
57 x 77 cm
Máscara de demonio (tengu) para danza bugaku
Japón
Siglo xii (finales de la época Heian)
Madera y pigmento
27 cm
En primer lugar
La Fundació Antoni Tàpies abrió sus puertas en 1990 con el objetivo de
estudiar el papel del arte en la constitución de la conciencia moderna.
Veinte años más tarde, la Fundació reabre sus puertas tras dos años
de reformas arquitectónicas con la presentación de un fragmento de la
constitución de la conciencia del hombre y del pintor moderno que es
Antoni Tàpies. Como si fuese una radiografía, un corte en un organismo, este primer fragmento expone una parte del cuerpo conformado
por la colección de objetos asociados, reunidos por Antoni Tàpies a lo
largo del tiempo: “A diferencia de otras antologías similares, ésta está
hecha desde mi propia evolución artística, es decir, desde la necesidad
de explicarme a mí mismo mi problemática personal durante más de
cincuenta años de labor cotidiana.”1
Genealogía
Los “Tres mil años de amistad” y esta antología empezaron hace ochenta
y seis años, o incluso antes, en una familia marcada por la erudición
y la situación geopolítica de su tiempo. No es en absoluto anodino
resituar la presentación de una parte de los objetos de arte que rodean,
pero que también habitan, poseen a Antoni Tàpies, en la narración de
su historia, de su génesis como hombre y como artista.
Él mismo, en Memòria personal. Fragment per a una autobiografia
(1977), se refiere a la genealogía familiar, inseparable de sus descubrimientos literarios y estéticos. Las referencias a los objetos y a los libros
acompasan el desarrollo espiritual del joven.
Las experiencias represoras de la educación religiosa y fascinantes
de la magia y de los sueños, así como las enfermedades sucesivas, refuerzan
sus sentimientos particulares de extrañeza. Estas enfermedades serán
suavizadas por las exploraciones de las colecciones de objetos y de libros
de familia.
A la primera infancia le sucederá el establecimiento de la Repú­
blica, y al hoy mítico descubrimiento de la revista D’Ací i d’Allà, del cine
y de las revistas, se añadirán la magia y los libros. Libros que van desde
el Eclesiastés hasta los escritos de Karl Marx, que su padre consultaba
para preparar conferencias.
1. Antoni Tàpies, El arte y sus lugares. Madrid: Siruela, 1999, pág. 11.
13
La relación con la vida y la muerte, las religiones y los dogmas
políticos son el marco en que se forma su identidad, previa al artista
en que se convertirá. Menciona a los padres como un ejemplo de
reencuentro entre la religión dominante en España y las luchas por la
libertad de la Cataluña de los años treinta. Una familia atenazada por
la transformación de los valores y de las normas en una sociedad que
llevará a la Segunda República, proclamada en 1931. Y que vivirá
dramáticamente la destrucción de este ideal. En una sociedad enferma,
el cuerpo enfermizo de Antoni Tàpies mira hacia un mundo interior
conmocionado por los ritos y los objetos religiosos. Enfrentado a sí mismo
–literalmente, desde la realización, en 1944, de sus autorretratos
durante la convalecencia–, ve el mundo, y acoge los objetos cotidianos
y los seres más cercanos. Las referencias orientales ofrecen un marco
para pensar al joven atormentado por su relación con las cosas. Un
marco estético y ético que precede al nacimiento de la misma religión
católica. Se interesará por otro mundo fabuloso y extraño, desde
Mesopotamia hasta los griegos arcaicos, pasando por las prácticas
chamánicas y los médiums en una incansable persecución de las verdades huidizas. Si hay otro mundo de formas, de objetos de relación
con el mundo existente, objetos de relación con el más allá, ¿por qué
aceptar sin preguntas lo que impone la Iglesia? Tàpies pone en
duda la religión católica, y la abandona.
Las asociaciones que crea a través de las lecturas y las exploraciones filosóficas y estéticas, entre las producciones estéticas de otros
parajes lejanos, del presente o del pasado, y las ciencias, y el arte
moderno, se reencuentran en las revistas que lee, desde la infancia
hasta su decisión de convertirse en artista, y posteriormente con
Révolution surréaliste, Documents y Minotaure, entre otros. Conforme
a esta visión, Antoni Tàpies ha concebido –y concibe– su trabajo como
un medio para ampliar sus conocimientos, un medio para responder
y para compartir sus preguntas y respuestas con todo el mundo. Cree
en el arte como un vector de relación con el mundo, un vínculo y un
lugar entre lo que es real y lo que es irreal, pero también como un
medio de resistencia a las imposiciones políticas, estéticas o éticas.
Objetos artísticos
En 1955, Tàpies espera del arte una conmoción, un trastorno para el
público. Más tarde, cuando se pregunta qué tradiciones, qué escuelas
le han influido personalmente, y por tanto, también han influido en
su obra, reivindica la filiación con la ruptura infatigable e intranquila
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de las vanguardias. Una expresión libre que defiende su origen en los
maestros orientales del pasado que fueron el centro de sus sociedades
y representaron un arte que rechazaba la idea de un progreso que
construiría lo nuevo a partir de la destrucción de lo antiguo.
Hemos alcanzado, pues, el punto neurálgico en el que buscamos
el origen, el momento en que el niño, el adolescente Antoni Tàpies se
crea a sí mismo, se inscribe en una genealogía artística del pasado
y del futuro, y a partir de aquí, por asociación, a la manera en que se
ha constituido en cuanto artista, ha producido arte, se ha rodeado de
arte, de ciencia, de literatura, porque era aquello en lo que acabaría
convirtiéndose, lo que era y lo que quería ser.
Los objetos artísticos reunidos en la exposición, que constituyen
en parte su hábitat, son su doble, su espejo y, en cierto modo, su
historia ideal. Él está poseído por una historia ancestral, y asimismo
la posee, puesto que, según dice, los objetos artísticos han de convertirse en objetos cotidianos, manipulados, estudiados. La cultura, esta
colección, son el resultado de una construcción, de la adquisición de
un origen. Un origen para él y para su obra, porque es preciso que el
espíritu, el pensamiento del artista venga de alguna parte. Piensa y se
articula dentro de un pensamiento que va más allá de marcos temporales y geográficos, pero sobre todo desde la particularidad de una vida
inscrita en su tiempo.
Esta asociación de obras yuxtapone los tiempos y los lugares.
Si hacemos su inventario, vemos en ella una mayoría de objetos, una
mayoría de obras no occidentales. Una mayoría de obras antiguas no
occidentales, aunque a menudo asociadas a una obra de arte moderna
occidental, una pintura o diversas pinturas. Y siempre vinculadas con
una obra antigua. Sobre una mesa de la biblioteca, una virgen románica catalana de madera al lado de un guerrero de una civilización
antigua. Alrededor, la Diosa del Vacío. Antoni Tàpies menciona la
historia, los autores, las referencias, las fuentes; se rodea de todos estos
elementos, los muestra y los comparte. Esta “unidad de las diferencias”,
este cuerpo, es un espacio de construcción de un discurso polifónico
sobre el arte que mezcla los puntos de vista artísticos, literarios, científicos. Un arte que no será nunca separado, alejado de otras materias,
y que enlaza con el esoterismo, las religiones, el inconsciente colectivo
e individual, las ciencias y todas sus representaciones. El Corán junto
con la Biblia. El amor cortés, los pensamientos de Bergson, las investigaciones de Marie Curie, y los dibujos anatómicos de Vesalio. El infinito de
Robert Fludd no está alejado en modo alguno del pecho de Duchamp
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que aparece en la cubierta de Le Surréalisme en 1947. Los sistemas
de representación de Athanasius Kircher, de Ramon Llull, de los
mandalas, etc., cada muro, cada retablo de la exposición o del estudio del artista-coleccionista, retoma esta cosmogonía, esta asociación “automática”. En el mismo espacio que el fraile apuñalado de
Francisco de Zurbarán, una diosa Shiva con las manos en señal de
ofrecimiento. Y allí, un Goya, y detrás del Goya, Une semaine de bonté
de Max Ernst. No se trata de asimilar el arte no occidental en la historia del arte, pero sí de introducir el arte en el conjunto de los gestos a
los que ha apelado la humanidad en su diálogo con las realidades.
El museo, el lugar de exposición, desplaza los objetos, los reubica para permitir el pensamiento. Así pues, el conjunto seleccionado
ofrece aquí por primera vez la oportunidad de explorar un fragmento
de este “cuerpo”, esta “conciencia”. Como una mutilación en un ser
vivo, esta exposición permite establecer relaciones entre estos objetos,
acercarse a la adquisición de una consciencia (una colección, como
una exposición, sustrae los objetos de su hábitat y función originales,
y permite para permitir nuevas interpretaciones). El público tendrá
acceso a una primera aproximación, un primer espacio de exposición
de obras, libros y objetos que, a diferencia de su sentido en el hábitat
del que proceden, de su mecanismo asociativo, relacional, ligado al
imaginario y a las pulsiones, se inscriben al exponerse en un repertorio, se nombran y se muestran vinculadas a un origen temporal y geográfico específico. Se abre un espacio de interrogación y de vínculo
con los orígenes del arte.
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En segundo lugar
Las obras primerizas de los años 1945-1947, que se presentan en
el Nivel 1 de la Fundació, muestran un fuerte carácter primitivista,
vinculado al Dadá y al arte infantil o al arte de los enfermos mentales,
y por tanto, cercano al Art Brut. Asimismo, estas obras –que en algunos casos ya anuncian su trabajo posterior con la materia– evidencian
cierto carácter simbolista en lo que respecta a la importancia que este
movimiento atribuye a la alegoría, el mito y la metáfora.
El simbolismo había llegado a Cataluña de la mano de la estética
modernista en las postrimerías del siglo xix, y estaba muy presente en
Barcelona a través de la arquitectura modernista de diversos edificios
de la ciudad, especialmente en los de Antoni Gaudí, Lluís Domènech
i Montaner y Josep Puig i Cadafalch. Tal como ocurre en la obra de
Antoni Tàpies, el objetivo de los simbolistas era la expresión de un ideal
(o de una verdad absoluta) al cual se accedía mediante la espiritualidad, la imaginación y los sueños. De esta forma, dotaban las imágenes
o los objetos de un significado simbólico a través de la metáfora y de la
sugestión. Durante estos años de formación, Antoni Tàpies sienta las
bases de un pensamiento y de un modo de hacer que, con el paso del
tiempo, se convertirá en la piedra de toque de su producción artística.
Motivo por el cual la Fundació muestra, a modo de introducción, una
selección muy breve de obras de este periodo, junto con una selección
de trabajos realizados durante los últimos veinte años, periodo que
transcurre en paralelo al acontecer de la misma Fundació. Con esta
exposición se quiere mostrar que en las obras de los últimos veinte años
se encuentra, en cierta forma, una reelaboración y una reinterpretación de los trabajos de los años cuarenta (autorretratos, las citaciones
a la muerte), y en su pintura surgen reinterpretaciones biográficas.
Uno de sus primeros autorretratos muestra a un joven Tàpies
enfrentado a sí mismo y a la vez atravesado por demonios, por símbolos.
La serie de grabados realizada a partir de la obra de Karl Marx, titulada Història Natural (Historia Natural), y los demás dibujos y lienzos
inspirados en el movimiento surrealista de la misma época prosiguen
con esta exploración, al tiempo aterradora y maravillada, de un mundo desgarrado por las guerras y de sus propias preguntas existenciales,
un mundo también expuesto a los descubrimientos científicos y a las
vanguardias artísticas. Los numerosos motivos que surgirán en la obra
de Tàpies durante estos primeros años de exploración de su ser-en-elmundo como artista se repetirán de forma casi obsesiva durante toda
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su carrera. A lo largo de su obra, Tàpies se refiere a la primera etapa
descrita por los místicos, que constituye el estudio del “ciclo infernal”
antes de alcanzar la serenidad.
Los objetos, las partes del cuerpo serán representados de diferentes maneras según las etapas de su evolución, y adoptarán las
sucesivas inscripciones estéticas y espirituales, y las superpondrán:
de la magia y el misterio de las apariciones a una presencia matérica
que tomará cuerpo en los años cincuenta. Los materiales, los objetos,
en lugar de ser la representación de una idea, de una proyección de
sí mismos, se convierten en una presencia, una realidad de sí mismos.
La magia y el mimetismo,2 la alquimia y el trabajo de la materia son
dos prácticas y dos referencias en Tàpies. Transformar lo insignificante,
lo cotidiano en arte, y dejar vivir, dejar aparecer la estructura de la
materia misma, ya sea en los “ muros” hechos con polvo de mármol,
arena o tierra de los años cincuenta, o en los barnices de los años
ochenta que podemos encontrar en la selección de obras de los últimos veinte años.
Cuerpos
Antoni Tàpies ocupará siempre un lugar particular y tenso que su
obra explora entre el tormento y la violencia del aislamiento y el
recogimiento de la contemplación. Vive y pinta el desmembramiento
del cuerpo del arte y del artista, como un espacio transitorio, un espacio en trance situado en lo más hondo de la crudeza de la condición
humana y del artista. De acuerdo con su interés por los místicos, se
identifica con su práctica de juntar lo atractivo con lo repulsivo, con
el fin de alcanzar un estado de contemplación. Un arte hecho de detritus, de objetos cotidianos, de jeroglíficos, de rechazos sublimados,
condensados, situados en el centro del arte, de la historia del arte.
Tàpies alude también a las prácticas orientales donde lo sublime puede
hallarse en las cosas más pequeñas, en lo cotidiano o en lo abyecto.
Una abyección que perturba el orden, el sistema, la identidad. Lo
abyecto (si retomamos la definición de Julia Kristeva) precede al signo,
al lenguaje. Da cuenta de lo innombrable, del momento en que lo
exterior y lo interior se funden en una unidad mezclando el placer
2. Manuel J. Borja-Villel, “La col·lecció”. Fundació Antoni Tàpies. Barcelona: Fundació
Antoni Tàpies, 2004, págs. 26-95.
18
y el dolor. Lo innombrable es esta indistinción entre el afuera y el
adentro. Entre lo que se ve y lo que se siente.
Uniendo el objeto y el sujeto, Antoni Tàpies expresa a menudo
el deseo de impactar al espectador física y visualmente. Se trata incluso de hacerle experimentar el dolor, de hacérselo ver con el fin de que
lo reconozca, de hacérselo ver para curarlo. Así pues, no se trata tanto
de mirar el horror cara a cara: cabezas, pies, torsos seccionados, separados del cuerpo, desechados, como de experimentar las fuerzas que
atraviesan el cuerpo. Los cortes, las llagas, la piel del lienzo perforado
marcan los límites. Los límites del cuerpo o del lienzo. “Lo abyecto
está rodeado por lo sublime.”3 Lo que se nos muestra cortado, perforado, licuado, nos hace experimentar las fronteras entre un miedo
ancestral, primitivo, incorporado, y un afuera conocido, delimitado,
nombrado.
Mirar cara a cara el horror puede transformarnos en piedra.
Tàpies mezcla aquí el goce de nuestra mirada de espectador ante el
placer de la materia, del color, y nuestra fascinación frente a sexos
errantes en materias limítrofes con lo celeste, sexos erguidos o abiertos
en un barniz licuado que representa cuerpos sin cabeza y sin órganos.
“Cuerpos sin órganos” o, mejor dicho, sin organización, sin organismo,
opuestos a los cuerpos anatómicos de la medicina, cuyos órganos son
identificados, cuyas funciones son catalogadas. Un cuerpo intenso e
intensivo hecho de variaciones, de vibraciones, de fluctuaciones. Una
definición apropiada para los barnices que surgen en los años ochenta. Estos barnices encarnan literalmente los cuerpos líquidos que se
vierten y se forman sobre el lienzo. La piel y el lienzo se funden en uno.
Gesto, caligrafía, escritura, los cuerpos se despliegan, se deforman.
Y aquí el lenguaje, los símbolos, resurgen de nuevo, toman posesión de
lo innombrable, de lo informe. Las cruces, las letras, las escrituras, las
cifras marcan estos cuerpos. La tela se ve atrapada en el movimiento
de la creación y al mismo tiempo nos recuerda lo concreto, las condiciones mismas de producción de la obra, el objeto de tela y de madera
que es al fin y al cabo, aunque sea sublimado. Las obras Cap i filferro
(Cabeza y alambre), de 1999, o Cos i filferro (Cuerpo y alambre), de 1996,
utilizan por ejemplo un alambre que traspasa dolorosamente tanto
la tela, mediante un juego de trenzado, como el cuerpo o la cabeza
representados. Los cuerpos son cortados, el alambre los hiere y los ata
3. Julia Kristeva, Pouvoirs de l’horreur. París: Seuil, 1980, pág. 19.
19
al mismo tiempo a su soporte. La cabeza sin cuerpo está marcada por
un signo de posesión y de compasión: la cruz, el + o las iniciales “at”.
La mayoría de las obras aquí mostradas experimenta este vaivén entre
el lenguaje, el signo y la materia corpórea. El alambre brutal que penetra un calcetín puede también elevarse en una nube situada sobre este
mismo edificio. Los opuestos siempre se atraen, se completan, cohabitan y se tensan.
Tiro con arco
Las obras seleccionadas y la descripción que aquí se ofrece de
las mismas quieren ejemplificar un ritual. Pero un ritual sin mito, sin
divinidad; más bien se trata de repetir gestos de rituales comunes.
Un cuerpo que camina alrededor del lienzo, se acerca, se aleja al son
de los dedos que chasquean. Antoni Tàpies, ochenta y seis años, baja
cada día a su taller, pinta o dibuja según las estaciones, ritualmente,
tranquilamente, cuerpos recortados o signos de lo infinito: una espiral,
un círculo, una cruz, una huella, cifras. A veces, otro momento de paz:
una ola que arrastra los signos y las tijeras, tres dedos que invitan al
silencio..., y el ritmo se reanuda. La huella deviene sol, deviene soplo.
La pintura, el dibujo como acto cotidiano, como comer cuando
se tiene hambre, dormir cuando se tiene sueño. Si se siguen los consejos de T. Suzuki en el prólogo de El Zen en el arte del tiro con arco de
Eugen Herrigel (1884-1955), un verdadero maestro del tiro con arco
debe fundirse con el blanco y, para ello, armonizar lo consciente y lo
inconsciente, anular la separación entre el cuerpo y el objeto al que
se apunta. Se trata de superar la técnica para demostrar un saber,
una práctica inscrita directamente en el cuerpo, la cabeza y los órganos: Sus manos y pies son los pinceles. Y todo el universo es el lienzo
sobre el cual pintará su vida durante setenta, ochenta y hasta noventa
años. El cuadro así pintado se llama «historia»”.
Las manos, los pies, se liberan del dominio del ojo. En la obra de
Tàpies los pies caminan sobre los lienzos, los ojos son manos untadas
de pintura. Practica una vista que descubre una función del tacto.4
Los ojos, la mirada, del mismo modo que en los autorretratos y en
las caras de los comienzos, persisten, como él mismo dice: “Empecé
pintando ojos, terminaré pintando ojos”, ojos que pintan. Las pinturas
4. “Yo hablo con mi mano, tu escuchas con tus ojos”, Shitao (cita extraída de Antoni
Tàpies, “El tatuaje y la piel”, El arte y sus lugares. Madrid: Siruela, 1999).
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matéricas, así como los cuerpos, nos hacen sentir la materia a través de
los ojos. Una materia terrosa, física, inscrita en nuestra memoria mediante los juegos, el trabajo o la contemplación. La tela o la tierra se convierten en un magma que expulsa o engulle trozos de papel, que expulsa
sus propias excrecencias. Una tela, una tierra, un bronce que pueden
engullir también los objetos y petrificarlos para toda la eternidad. Aquí
también, en esta materia fluida, asida, petrificada, se graban signos de
posesión, de trascendencia. Así pues, las obras matéricas de los años
cincuenta y sesenta son atravesadas por sus temblores y muestran cuerpos diversos, o son incluso hendidas, marcadas. A un tiempo deja vivir
la materia, la deja manifestarse, para retomar a continuación el gesto
de marcar el muro con un grafiti, un golpe. Marca así el territorio. La
marca no está exenta de historia, rara vez se trata de un rastro, es una
huella, un signo, letras, cifras, fórmulas, símbolos. El círculo, el vacío
portan sus cifras, sus escrituras. Son asidos por éstos y por ende fijados
en el espacio del lienzo. Un código ordenado que daría acceso a lo indecible. Todo un repertorio, un código que atraviesa la obra desde hace
más de sesenta años.
Tàpies une los opuestos, lo innombrable, la materia y los signos,
en un flujo, en el flujo de su “ historia” .
No debemos apartarnos de este aspecto fascinante, mágico,
místico, bajo pretexto de ciencia, de orden, de decencia. Tàpies, de
acuerdo con los saberes ancestrales y los argumentos de los sociólogos
y antropólogos contemporáneos, se inscribe en la conciencia de la
circulación entre las ciencias, las artes, las políticas y las creencias.
Tal como la primera muestra de su museo-antología nos lo enseña en
los bajos de la Fundació, sobre todo en los libros allí expuestos, se trata
de preservar ese nudo entre lo que son nuestros vínculos, nuestros sistemas de representación y de relación con el mundo, ya sea el lenguaje,
las matemáticas, los sistemas espirituales o nuestros miedos profundos.
El arte, o el acto artístico, es pues esa lanzadera, ese espacio que teje,
reúne, tensa los diversos polos que nos constituyen.
Hacia la magia
Cuando describe un juego infantil, Antoni Tàpies sugiere mirar una silla,
sobre todo una silla usada, e imaginar todas las vidas posibles de esta
silla.5 Desde la madera de la que está hecha, pasando por la industria, el
5. Antoni Tàpies, “El joc de saber mirar”, Cavall Fort, [Barcelona], núm. 82, enero de 1967.
21
trabajo que la ha fabricado, su compra, los cuerpos y los sentimientos que ha sostenido. Una silla es una silla, pero también un signo.
Del revés, del derecho, un médium, un medio de atravesar las fronteras
entre el aquí y el allá, fuera de este tiempo. Los objetos se convierten
en objetos de poder, por su materia, por su historia. Y su transformación, “como por arte de magia”, los hace entrar en contacto con
poderes misteriosos. Invirtiendo el objeto, los puntos de vista, invierte
nuestras cabezas. Personatges (Personajes), de 1946, una de las obras
primerizas de Tàpies, y numerosos dibujos de la época, vuelven del
revés las caras y los objetos en una experiencia mística o terrible. A
menudo Tàpies, literalmente, ha pegado, cortado, encerrado, desplazado los objetos, los ha transformado en obras de arte. Ha modificado
su estatus dándoles a veces otro nombre, y por supuesto otro lugar.
Porque una silla, un pincel, un abrigo, pueden entrar y encontrar su
sitio en una sala de exposiciones. Una camiseta podría extraviarse en
la sala, pero se encuentra aquí en un grafiti-juego de tiza-pies cortados. Si los objetos y las materias se transforman, también son lo que
son. Su consistencia, sus átomos son importantes. El artista, mediante
su trabajo, su estudio, los convertirá en objetos de poder, consciente
de su insignificancia y de su grandeza. En estos escritos, y merced a
la elección de los objetos que lo rodean y lo habitan en su día a día,
Antoni Tàpies indaga en la genealogía del objeto que alberga en su
interior una “carga eléctrica” transmitida por su artífice a la materia
misma. El arte es un artificio, un artefacto, Antoni Tàpies diría una
magia. La Fundació os invita pues a pasar a través del espejo o, mejor
aún, a traspasar la puerta.
22
Georges Méliès
Les Hallucinations du baron de Münchausen
1911
Actividades en el marco de la exposición
La Fundació propone al público de la exposición de reapertura diver­
sas actividades que ayudan a descubrir o redescubrir algunas de las
formas creativas que han acompañado el desarrollo estético y ético
de Antoni Tàpies, desde el cine y la música hasta la escritura. En este
caso, además de las visitas guiadas, se trata de las películas de
Georges­Méliès­, uno de los muchos cineastas cuya obra forma parte
de la filmoteca de Antoni Tàpies; String Quartet No. 2 (Cuarteto para
cuerda núm. 2), obra de seis horas del músico Morton Feldman, y la
presentación del primer volumen de la obra escrita completa de Tàpies,
Memoria personal. Fragmento para una autobiografía (Obra escrita completa. Volumen I), que se edita en catalán, castellano e inglés. Asimismo,
una conversación entre Uwe Fleckner y Juan José Lahuerta (“Primigenia
y contemporánea. La colección del artista”) servirá para analizar la
faceta coleccionista de Antoni Tàpies.
_____________
Proyección de una selección de películas de Georges Méliès
Del 5 de marzo al 2 de mayo, de las 10.00 a las 20.00 h
35 mm y color transferido a DVD
Duración: 1 h 48 min 16 s
Un homme de tête (1898), B/n, sonido, 1 min 05 s; Le Voyage dans la
Lune (1902), B/n, sonido, 12 min 47 s; Le Royaume des fées (1903),
Color, sonido, 16 min 30 s; Faust aux enfers (1903), B/n, sonido, 6 min
38 s; L’Auberge du bon repos (1903), B/n, sonido, 4 min 59 s; Illusions
funambulesques (1903), B/n, sonido, 2 min 10 s; Le Chaudron infernal
(1903), Color, sonido, 1 min 43 s; Le mélomane (1903), B/n, sonido, 2 min
44 s; Le Tonnerre de Jupiter (1903), B/n, sonido, 3 min 32 s; Le Puits
fantastique (1903), B/n, sonido, 3 min 37 s; Le Raid Paris-Monte-Carlo
en automobile (1905), B/n, sonido, 10 min 17 s; Les Hallucinations du
baron de Münchausen (1911), B/n, sonido, 10 min 30 s; À la conquête
du Pôle (1911), B/n, sonido, 30 min 20 s.
Georges Méliès (París, 1861-1938), director de cine y prestidigitador.
Su faceta como ilusionista le llevó a descubrir numerosos trucos cine24
matográficos que puso en práctica en muchas de sus películas.
Su obra se basa en la fantasía, la imaginación y el humor. Cuando
los efectos de magia eran especialmente complejos, Méliès asumía
incluso el rol de actor protagonista. De entre sus películas cabe destacar Le Voyage dans la Lune (El viaje a la luna, 1902), Le Royaume des
fées (El reino de las hadas, 1903) y À la conquête du Pôle (A la conquista
del Polo, 1912).
_____________
Presentación del primer volumen de la obra escrita completa de Antoni
Tàpies, Memoria personal. Fragmento para una autobiografía (Obra escrita
completa. Volumen I), que se publica en catalán, castellano e inglés
Miércoles 10 de marzo de 2010, a las 19.00 h
El acto contará con la presencia de Josep Miquel Sobrer, traductor al inglés
de la obra escrita completa de Tàpies, y de Pere Gimferrer, cotraductor al
castellano de Memòria personal. Fragment per a una autobiografia.
La obra reúne la producción memorialística de Antoni Tàpies. El relato indispensable de sus vivencias en la Barcelona previa, posterior y sobre todo
contemporánea a la Segunda República, la guerra civil, el régimen franquista en Madrid, París durante el periodo existencialista y Nueva York en la
década de 1950, está acompañado en esta edición de imágenes históricas
de diversa procedencia, algunas de las cuales forman parte del archivo
familiar y privado del artista. La relación personal y la confluencia artística de Tàpies con Picasso, Miró y Duchamp, entre otros; su periplo por la
ideas de modernidad y vanguardia, y los hechos históricos de su vida, desde
el nacimiento en 1923 hasta mediados de la década de 1970, nos ofrecen
una aproximación única a las fuentes y al desarrollo de su obra. El volumen
incluye una cronología y una selección de imágenes que muestran el despliegue de su lenguaje artístico desde la década de 1940 hasta hoy en día.
Josep Miquel Sobrer (Barcelona, 1944) es escritor, traductor y profesor emérito del Department of Spanish and Portuguese de la Indiana
University de Bloomington. Ha traducido al inglés cuentos de Pere
Calders, Mirall trencat de Mercè Rodoreda, y al catalán, John Keats,
H. G. Wells y Sylvia Plath, entre otros.
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Pere Gimferrer i Torrens (Barcelona, 1945) es escritor, traductor
y ensayista. Se reveló como poeta en castellano en la década de
1960, sobre todo con Arde el mar (1966). Con Els miralls (1970),
inició la publicación de su obra poética en catalán. En 1989 publicó
la colección de poemas El vendaval, premio Ciutat de Barcelona,
Premio Nacional de Literatura 1988 y premio de la Crítica Serra
d’Or 1989. Ha destacado asimismo como prosista con Dietari
(1979-1980) (1981), Dietari (1980-1982) (1982) y la novela Fortuny
(1983, premio Ramon Llull, premio Joan Crexells).
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String Quartet No. 2 (Cuarteto para cuerda núm. 2, 1983)
Pieza musical de Morton Feldman
Sábado 13 de marzo de 2010, de las 18.00 h a las 24.00 h
Grupo musical: Cuarteto de cuerdas
Ioana Petcu-Colan (violín), Cornelia Lörcher (violín), Jonathan Brown
(viola), Erica Wise (violoncelo)
Duración: 6 horas (aprox.)
String Quartet No. 2 (Cuarteto para cuerda núm. 2, 1983) es una
obra de unas seis horas de duración que se interpreta en un solo
tiempo sin interrupciones.
Morton Feldman (Nueva York, 1926-1987), compositor norteamericano pionero de la música indeterminada. Asociado con
compositores experimentales de The New York School, como
por ejemplo John Cage, Christian Wolf y Earle Brown, su música
se caracteriza por innovaciones sonoras que generan estructuras
musicales asimétricas, de gradación rítmica sutil y de extensa
duración; sonidos aislados, separados en ocasiones por pausas
de silencio. Sus experimentos compositivos con el azar inspiraron
a John Cage en piezas como Music of Changes. Feldman se relacionó con artistas del expresionismo abstracto, como por ejemplo
Jackson Pollock, Mark Rothko, Franz Kline y Philip Guston, y con
el poeta, músico y crítico de arte Frank O’Hara. En 1977, compuso
la ópera Neither con texto de Samuel Beckett.
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En torno a Antoni Tàpies. Los lugares del arte
“Primigenia y contemporánea. La colección del artista”, conversación
entre Uwe Fleckner y Juan José Lahuerta
Martes 13 de abril, a las 19.00 h
Análisis de un fragmento de la colección de obras de Antoni Tàpies en el
marco del diálogo entre el arte contemporáneo y el arte denominado
primitivo presente en las colecciones privadas y/o públicas de los siglos xx
y xxi, en el contexto europeo y catalán.
Uwe Fleckner es profesor de Historia del Arte en la Universidad
de Hamburgo y director de la Warburg-Haus. Coeditor de la compilación de escritos de Aby Warburg y Carl Einstein, es, además, autor
de numerosos libros y artículos sobre el arte del siglo xviii al siglo xx,
entre los cuales destacan Die Historienmalerei (junto con Thomas W.
Gaehtgens, Reimer, 1996), The Treasure Chests of Mnemosyne: Selected
Texts on Memory Theory from Plato to Derrida (Verlag der Kunst, 1999);
su contribución a la serie de ensayos The Dada Seminars (D.A.P./The
National Gallery of Art, Washington, 2005) y Carl Einstein und sein
Jahrhundert. Fragmente einer Intellektuellen Biographie (Akademie Verlag
GmbH, 2006). Asimismo, Uwe Fleckner ha sido comisario de la exposición La invención del siglo xx. Carl Einstein y las Vanguardias, Museo
Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid (2009).
Juan José Lahuerta (Barcelona, 1954) es arquitecto y profesor de
Historia del Arte y de Arquitectura en la Escuela de Arquitectura
de Barcelona. Es autor de diversos libros sobre temas de arte y arquitectura contemporáneos, como 1927. La abstracción necesaria (1989);
Antoni Gaudí. Arquitectura, ideología y política (1993); Decir Anti es decir
Pro. Escenas de la vanguardia en España (1999); Le Corbusier. “Espagne”.
Carnets (2001); Gaudí. Antología contemporánea (2002); El fenómeno
del éxtasis (2004); Japonecedades (2005), o Destrucción de Barcelona
(2005). Ha sido comisario de exposiciones como Dalí. Arquitectura
(Barcelona, 1996), Arte Moderno y revistas españolas (Madrid, Bilbao,
1996, con E. Carmona); Universo Gaudí (Barcelona, Madrid, 2002),
o París-Barcelona (París, Barcelona, 2002). Actualmente, es miembro
del consejo de redacción de la revista Casabella (Milán), director de
la editorial Mudito&Co y comisario asesor del Museo Picasso de Barcelona. En 2009 recibió el premio internacional de Ensayo del Círculo
de Bellas Artes por su libro Estudios Antiguos.
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Antoni Tàpies
Tinta xinesa
(Tinta china)
1945
Tinta china sobre papel
28 x 23,5 cm
Antoni Tàpies
Tinta
1945
Tinta china sobre papel
28 x 23,5 cm
Antoni Tàpies
Tinta
1945
Tinta china sobre papel
28 x 23,5 cm
Antoni Tàpies
Figura sobre fusta cremada
(Figura sobre madera quemada)
1947
Procedimiento mixto sobre madera
76,5 x 64,5 cm
Antoni Tàpies
Vernís i dibuix
(Barniz y dibujo)
1996
Pintura, barniz, lápiz y collage sobre tela
261 x 195,5 cm
Antoni Tàpies
Quatre claus
(Cuatro clavos)
2003
Pintura, collage y assemblage
sobre tela
161 x 161 cm
Antoni Tàpies
Formes en l’espai
(Formas en el espacio)
2009
Procedimiento mixto sobre tela
300 x 250 cm
Antoni Tàpies
Cap vermell
(Cabeza roja)
2008
Pintura sobre madera
38 x 46 cm
Antoni Tàpies
Cap i filferro
(Cabeza y alambre)
1999
Lápiz y assemblage
sobre tela
81 x 100 cm
Antoni Tàpies
Alè
(Aliento)
2008
Pintura sobre tela
46 x 55 cm
Antoni Tàpies
Esquelet sobre matèria
(Esqueleto sobre materia)
2001
Procedimiento mixto sobre madera
130 x 97 cm
Antoni Tàpies
Espiral i escrits
(Espirales y escritos)
2001
Procedimiento mixto sobre madera
150 x 150 cm
exposición
Responsables del proyecto: Laurence Rassel y Miquel Tàpies
Coordinación: Sandra Fortó, Núria Homs
Diseño del montaje: Sauerbruch Hutton, Berlín
(Juan Lucas Young, con la colaboración de Amaia Sánchez Velasco)
Montaje: Tti, S.A.
Agradecimientos
Al equipo de la Fundació Antoni Tàpies.
Tana Andrade, Mario y Nieves Berenguer, Nathalie Berghege, Manuel J. Borja-Villel,
Margarita Burbano, Isabel Cervera, Maria Chiba, Carlos Cruañas, Joachim De Nys,
Lotte Maria Dinse, Nuria Enguita, Concha Esteban, Uwe Fleckner, Dolors Folch,
Miquel Garcia, Gemma Garrigosa, Elvira Gaspar, Akiko Imoto, Juan José Lahuerta,
Daniel Lelong, Magali Melandri, Gustau Molas, Constance de Monbrison, Manuel J. Moreno,
Takeshi Motomiya, Manel Ollé, Domènec Palau, Júlia Pérez, Susana Pellicer, Pere Quílez,
Artur Ramón, Jordi Raventós, Anna Ricart, Ariadna Robert, Joan Roma, Irene Sen,
Arnau Soler, Loli Soriano, Jordi Umbert (y, especialmente, Antoni y Teresa Tàpies)
Imágenes pág. 7: © Succession Marcel Duchamp / Vegap y adagp, París, 2010
pág. 11: © Henri Michaux, vegap, 2010
págs. 29-38: © Fundació Antoni Tàpies / vegap, 2010
Texto
© Fundació Antoni Tàpies, 2010
Publicado con una licencia Creative Commons
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Información general: abierto de martes a domingo, de las 10.00 a las 20.00 h
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