distribución espacial de la población española

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Distribución espacial de la población española.
Desequilibrios y movimientos migratorios interiores
Geografía de España-Guiones
DISTRIBUCIÓN ESPACIAL DE LA POBLACIÓN ESPAÑOLA.
DESEQUILIBRIOS Y MOVIMIENTOS MIGRATORIOS INTERIORES.
1. Introducción
Para estudiar el reparto de población en un territorio se utilizan dos tipos de
métodos: los estáticos (análisis de densidades de población, clasificación de la
población en rural o urbana, cuantificación de la población que reside en núcleos
de diferentes tamaños, etc.) y los dinámicos (mapas de potenciales poblacionales,
etc.). Los primeros tienen la ventaja de su facilidad de elaboración y de
interpretación, y la desventaja de presentar espacios neutros (no tienen en cuenta
como las características del territorio condicionan el poblamiento) y, además, de ser
estáticos, pues no representan las relaciones entre los diferentes ámbitos
estudiados ni las tendencias esperadas; los segundos, por el contrario, son de muy
compleja elaboración y requieren una cierta preparación para su interpretación,
pero aportan mucha más información.
En general, puede decirse que el reparto de la población en España es muy
desigual: algunas pequeñas zonas concentran a la mayor parte de la población,
mientras la mayoría de los territorios presentan muy bajas densidades. Las causas
son físicas (existencia de espacios relativamente anecuménicos) y antrópicas (los
movimientos migratorios). Analizaremos estas segundas posteriormente.
2. El reparto de la población
La densidad poblacional media española ronda los 80 h/km², pero al estudiar
pormenorizadamente como se reparte esta densidad encontramos fuertes
diferencias o contrastes:
a) Contraste entre litoral e interior: las 19 provincias españolas con fachada
marítima tienen un tercio de la superficie española y un 60% de la población,
con una densidad media de los 160 h/km². Dentro de esta zona litoral hay
zonas que son grandes concentraciones de población: las rías gallegas, el
litoral asturiano y cántabro, el País Vasco costero, Barcelona y su hinterland,
la zona de las huertas levantinas y su litoral turístico, la Costa del Sol y el
Valle bajo del Guadalquivir son las zonas más densamente pobladas.
En el interior, exceptuando Madrid, la densidad se encuentra por
debajo de la media nacional, correspondiendo las zonas de más baja
densidad a aquellas en las que la ecología es poco favorable -zonas
montañosas-, y que han sido focos tradicionales de emigración.
b) La población española es fundamentalmente urbana. Así, el 75% de la
misma vive en núcleos considerados urbanos (aquellos que tienen más de
10.000 habitantes).
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c) La población española tiende a vivir en las grandes aglomeraciones
urbanas. dentro del mundo urbano, los focos de inmigración han sido las
grandes aglomeraciones, por eso son las zonas menos envejecidas y con
mayor vitalidad demográfica. Así, Madrid y Barcelona (que son los
principales centros de la jerarquía urbana española), con los municipios de
su hinterland de más de 50.000 habitantes, concentran el 20% de la
población española; y en las 24 áreas metropolitanas españolas (centros del
sistema urbano) se ubica el 51,5% de la población española. Desde 1985, se
viene produciendo un fenómeno de relativa redistribución: la población se
está concentrando en las zonas suburbanas de estas grandes ciudades y el
las ciudades medias o pequeñas próximas y dependientes (y siempre bien
comunicadas) de estas grandes ciudades.
3. Los movimientos migratorios interiores
Los movimientos migratorios han sido determinantes para configurar el
reparto de la población en nuestro país: han trasvasado población de unos lugares
a otros y han dejado los focos de emigración en una situación de envejecimiento
(por tanto, de escaso CV); mientras que los focos de inmigración han recibido
población, mayoritariamente joven y, por tanto, han mostrado una vitalidad
demográfica mayor. A esto hay que sumar el mantenimiento en Sur de unos hábitos
demográficos más tradicionales (mayor Número de Hijos por Mujer). Analizaremos
aquí los movimientos migratorios interiores.
Tradicionalmente -desde el siglo XVII- se han venido produciendo tendencias
migratorias del interior al litoral, buscando las “expectativas” que abría la
vinculación de los grandes puertos al comercio internacional. No obstante, el
movimiento migratorio determinante para configurar el reparto de la población
española fue el éxodo rural («migración del campo a la ciudad asociada a un
cambio en la ocupación, que pasa de ser agraria a industrial o terciaria»), que se
produjo a partir de la década de los 80 del siglo pasado hasta la misma década del
presente siglo, aunque tuvo su fase álgida entre 1960 y 1975. Tres elementos
determinaron todo el proceso: el CV asociado a la transición demográfica, el
impacto de la revolución industrial y la creación del sistema urbano español
vinculado a la implantación de una economía de mercado, que requería un reparto
de los recursos (en este caso humanos) más eficiente.
Analizaremos el éxodo rural en sus principales fases:
1)1880-1960. Las migraciones fueron de las zonas rurales interiores con
índices de superpoblación (Galicia, Castilla-La Mancha, Aragón y Andalucía)
a las ciudades que se estaban convirtiendo en focos industriales y de gestión
(Barcelona, Madrid, Valencia, Guipúzcoa y Vizcaya). A nivel intraprovincial se
dieron también movimientos desde los municipios rurales pequeños a los
grandes, donde se comenzaban a implantar las primeras industrias y los
centros de la nueva red de la economía de mercado.
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2)1960-1975. Fue la fase culminante del éxodo rural. Más de 7,5 millones de
personas (según otros cálculos más de 10 millones) cambiaron de residencia
entre 1960 y 1980. Las tendencias fueron las mismas del período anterior,
pero ahora exasperadas:
“Un movimiento del campo a la ciudad, pero ahora siguiendo la
estructura jerárquica del sistema urbano que se estaba configurando:
los ciudades centrales (Barcelona y su hinterland que, con Gerona y
Tarragona configuraron el eje catalán; Madrid y su hinterland; Valencia
y el eje levantino; Vizcaya y la franja Norte; el Corredor del Ebro, que
conectaba el eje catalán y Vizcaya; Sevilla y Alicante, que pugnaba
por incorporarse al eje levantino valenciano), que era donde se
llevaban a cabo las actividades industriales, terciarias y de gestión de
mayor rango, fueron los principales focos de atracción; mientras que el
ámbito rural en general, aunque especialmente el que estaba alejado
de los focos centrales y mantenía aún altas tasas de CV, esto es el del
Sur y del interior peninsular, fue foco emisor”
Las consecuencias fueron un brutal (en muy poco tiempo, una gran
masa de población, y de un amplísimo territorio a uno muy reducido, unas
cuantas ciudades) trasvase de población en edad de trabajar-fértil, lo que
conllevó que las zonas emisoras entrasen en un proceso agudo de
envejecimiento y de regresión demográfica. Por el contrario, los focos de
atracción recibieron el impacto de esta población joven, que los rejuveneció
demográficamente y los convirtió en los núcleos del dinamismo demográfico
español.
Las causas de la forma (en muy poco tiempo, una gran masa de
población, y de un amplísimo territorio a uno muy reducido, unas cuantas
ciudades en la que se produjo este éxodo obedecen a dos tipos de
factores:
-Factores estructurales: la posición semiperiférica («país en vías de
desarrollo») del subsistema español con respecto a los “centros”
mundiales implicó que los procesos de innovación, entre los que se
encuentra el nuevo reparto poblacional , que, como hemos dicho,
obedece a una nueva y más eficiente forma de reparto de los recursos
humanos, se desarrollase de forma lenta (un siglo), tardía (el
movimiento definitivo en 1960-75) y con desequilibrios.
-Factores coyunturales:
*La industrialización definitiva española (1960-75) se llevó a cabo
sobre la base de economías de aglomeración, como una forma de
mitigar los problemas de la situación de déficit de recursos de la que
partía. Esto originó que se acentuase la atracción ejercida por los
tradicionales focos industriales Barcelona, Madrid, Vizcaya), que
ahora aglomeraban aún mayor cantidad de localizaciones industriales
y de servicios, y por otros nuevos (Valencia, Corredor del Ebro, eje
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catalán) que van surgiendo al amparo de las primeras difusiones
desde los anteriores .
*La progresiva implantación de una economía de mercado, que tiene
sus manifestaciones más explícitas en la progresiva integración de
nuestra economía en el marco de la internacional y en la
consolidación de un mercado interior fluido, llevó consigo la
implantación de una organización del territorio que permitiese ese
desarrollo mercantil (un sistema de comunicaciones y transportes, por
donde pudiesen circular los flujos, y un sistema de nodos o núcleos
donde se organizase la circulación). En este marco mercantil es en el
que se va a producir una nueva asignación de recursos, que irá desde
los menos productivos/rentables a los más eficientes. Esta nueva
forma de organización fue el sistema urbano.
*La mecanización de la agricultura española, que como impacto de la
industrialización y de los requerimientos de competitividad de ese
nuevo marco mercantil, se llevó a cabo de forma muy rápida y muy
intensa, suponiendo un proceso de sustitución de mano de obra por
otros inputs, lo que supuso un excedente demográfico importante para
el campo español.
*El fuerte Crecimiento Vegetativo de la población española, resultado
del “baby boon”, que acentuó el problema de superpoblación del
mundo rural español.
*El comienzo del desarrollo turístico del litoral español, que generó
nuevos empleos en las zonas que tradicionalmente ya habían venido
siendo lugares de atracción migratoria.
3)1975-1986. Este período corresponde al del desarrollo de la llamada crisis
económica mundial “del petróleo”, que supuso:
-El debilitamiento de las cifras de migración, dado que la crisis afectó de
forma muy contundente a los nuevos sectores industriales, que pagaron el
precio de su acelerada y desequilibrada industrialización con una
profunda crisis, lo que generó un elevado paro y desanimó a los posibles
inmigrantes. Por otro lado, es en este período en el que se detiene el
fuerte crecimiento demográfico en España, a la par que los focos
emisores, el mundo rural, comenzaron a sentir las consecuencias de su
envejecimiento.
-Un cambio en las tendencias de los movimientos migratorios:
*-La franja norteña entró en una profunda crisis estructural,
ocasionada por la maduración de los sectores productivos en los que
estaba altamente especializada, lo que la llevó no sólo a no ser un
foco de atracción, sino a comenzar una serie regresiva que durará
hasta bien entrados los años noventa.
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*Las áreas metropolitanas de Madrid y Barcelona, Valencia y el
Corredor de Ebro, redujeron su ritmo de crecimiento.
*Andalucía vio como su mitad oriental, al amparo del desarrollo
turístico, de la construcción y de la amplificación del eje levantino, se
transformó en receptora de población, mientras la mitad oriental
reducía sus pérdidas.
*Las zonas del interior redujeron sus pérdidas, aunque las
mantuvieron. Los procesos de desconcentración industrial, originados
tanto por el impacto de la crisis, que llevó a los tradicionales focos
industriales a buscar nuevos emplazamientos en lugares donde
salarios y otros costes fuesen menores, como por la aparición de las
primeras deseconomías de aglomeración, condujeron a nuevas
localizaciones en el ámbito rural, en lugares cercanos y/o bien
comunicados con los núcleos centrales. A la par, comenzó a
producirse una incipiente industrialización endógena , basada en los
bajos costes laborales, en el mundo rural, especialmente en los
lugares bien comunicados con los grandes núcleos de población, que
constituían sus principales mercados.
*Las grandes ciudades de las áreas metropolitanas cedieron en su
ritmo de crecimiento e, incluso, se convirtieron en focos emisores,
mientras que sus áreas suburbanas y las pequeñas y medianas
ciudades bien comunicadas con ellas comenzaron a ser los principales
focos de atracción y de vitalidad demográfica, al compás del proceso
de desconcentración industrial y de servicios y de la conjunción del
desarrollo de nuevas y mejores vías de comunicación con la búsqueda
de suelo edificable más barato en la periferia de las ciudades.
En la actualidad, el éxodo rural ha entrado en una fase de estancamiento
que anuncia su desaparición. Si bien es cierto que las cifras de población activa
agraria aún son excesivas, lo que conduce a un lento goteo hacia otras actividades,
las tendencias a la desconcentración industrial y las nuevas pautas del sector
servicios conducen a un reforzamiento del mundo rural. La aparición de nuevas
formas de ocupación agraria, como la agricultura “a tiempo parcial”, o el desarrollo
de nuevas formas de edificación con tendencia a la horizontalidad, o la búsqueda
de un mayor acercamiento “a la naturaleza”, son manifestaciones de la expansión
de las actividades urbanas (industriales, servicios, residenciales, etc.) a través de
los grandes ejes de comunicación, por el mundo rural, llegando a integrar a éste
dentro de su red de flujos.
Por otro lado, la Franja Norte ha permanecido en situación de crisis («en
declive») hasta 1996-97, cuando con la nueva coyuntura y tras una larga
reconversión estructural a comenzado a repuntar económicamente y a afianzarse
demográficamente.
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El Eje Mediterráneo (catalán más levantino), integrado en el “arco
mediterráneo” europeo es el que muestra, junto con Madrid, mayor vitalidad.
Mientras que el intento (1985-92) de promover un eje de desarrollo en Andalucía
occidental, a través de fuertes inversiones en infraestructuras que lo conectasen
con el eje mediterráneo a través de Madrid, es aún prematuro valorarlo.
Por último, las áreas suburbanas de las áreas metropolitanas continúan
creciendo y afianzándose como las zonas más dinámicas, mientras que las grandes
ciudades continúan perdiendo población y se han convertido en lugares regresivos
demográficamente.
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