J. Pacho, “La imagen del mundo y el final de la filosofía según Heidegger” LA IMAGEN CIENTÍFICA DEL MUNDO Y EL FINAL DE LA FILOSOFÍA SEGÚN HEIDEGGER ∗ Julián Pacho G. O. Filosofía y tipología de las imágenes del mundo La noción de 'imagen del mundo' ha sido expuesta con cierto detalle en la Introducción. Se destacaba allí que esta noción ha sido utilizada con cierta profusión en diversas teorías filosóficas desde finales del S. XIX y en la primera mitad del siglo XX (Avenarius, Dilthey, Cassirer, Heidegger, Weber, Jaspers, Wittgenstein), así como que, más recientemente, ha sido investigada autores como por W. Sellars en "La filosofía y la imagen científica del hombre" (conferencia de 1960), K. L. Ketner en An Essay on the Nature of World Views (1972), N. Goodman en "Ways of Worldmaking" (1978), M. Kearney en World View (1984) o Günter Dux en su "Logik der Weltbilder" (1990) 1 . El enfoque es muy diverso en todos estos autores, pero es posible proponer una definición de 'imagen del mundo' (IM) común a casi todos ellos. Esta definición sería: IM (def.): Es un conjunto más o menos orgánico y coherente de representaciones, explicitadas o no verbalmente, acerca de lo que sea el mundo, el hombre y la naturaleza de las relaciones entre ambos. Esta definición está obtenida desde un enfoque cognitivo. Y Heidegger es precisamente uno de los autores más proclives a este enfoque, lo cual justifica su distinción, ya destacada en la Introducción, entre imagen del mundo y Weltanschauung. Dentro del los enfoques cognitivos, que, a diferencia de los sociológicos o los instrumentales, han sido dominantes hasta finales del siglo XX, la teoría de las imágenes del mundo admitía, en algunos casos de forma más explícita que en otros, la existencia de tipos mayores. Esta tipología, fuertemente enraizada en las teorías o filosofías de la historia desde Agustín de Hipona, adquiere al final de la Ilustración cada vez contornos más definidos. Filosofías de la historia como la de Condorcet o la de Hegel contribuyen a dibujar un cuadro cada vez más preciso en torno a una serie diacrónica de formas mayores de codificación mental del mundo. Auguste Comte, siguiendo en parte ciertas intuiciones hegelianas, hará en la primera mitad del siglo XIX, la propuesta diacrónica más perfilada. Dilthey y Cassirer se interesarán en cambio por la cuestión desde un enfoque más estructural o sincrónico, no diacrónico. ∗ Publicado en Galzacorta I. & Pacho J., Filosofía e imagen del mundo, San Sebastián 2003. Trabajo realizado con apoyo del proyecto 1/UPV0009.230-H-13916/2001. 1 Se ha hecho alusión a estas obras en la Introducción a este colectivo. 1 J. Pacho, “La imagen del mundo y el final de la filosofía según Heidegger” Salvando las particularidades periféricas de las tipologías clásicas, pueden reducirse dichas formas a estos cuatro grandes clases o tipos mayores de imagen del mundo: -Mágico-animista -Teológica -Filosófica (metafísica) -Científico-racional. Establecer criterios de demarcación que justifiquen estas divisiones es una tarea muy compleja, pues hacerlo presupone desarrollar una extensa metateoría sobre la naturaleza de las formas simbólicas y una no menos amplia teoría histórica sobre sus interrelaciones efectivas a lo largo de la historia y a través de las culturas. Pero no interesan en nuestro contexto los detalles internos de esta o de otras tipología, sino el hecho de que la filosofía aparece siempre, de una forma u otra, dentro de ellas, lo cual no sería posible si no hubiera un cierto consenso en torno a algunas particularidades de eso que aún evoca el nombre de 'filosofía'. En cualquier caso, al ser incluida la filosofía entre los tipos mayores, resulta inevitable la cuestión, ya planteada por Hegel, acerca de la historicidad de la filosofía en tanto que producto o forma humana de codificación del mundo. Es imposible mentar la historicidad sin evocar la noción del origen y del fin históricos, de la contingencia o de la necesidad históricas. Estas son otras tantas cuestiones concernientes a la condición o lugar específico de la filosofía dentro de la cultura humana y las formas o tipos bajo los que dicha cultura piensa el mundo. Una de las posiciones lógicamente posibles es que este lugar específico de la filosofía es históricamente contingente y tiene fecha de caducidad. Desde que Aristóteles sostuvo en el Protreptikos que "filosofar significa preguntarse si es necesario filosofar" 2 , la filosofía no ha dejado de abordar, con frecuencia expresamente, esta pregunta. Y no de manera ocasional o colateral, sino como parte necesaria de su objeto material y formal. Es cierto que lo más frecuente ha sido dar forma a esa pregunta aristotélica interpretándola en el sentido de que es consustancial a la tarea filosófica preguntarse con qué habría de comenzar. El principio (Anfang) de la filosofía es todavía para Hegel la pregunta por el principio, entendido éste como el fundamento (Grund) del conocimiento en general. Y tal era también la posición efectiva de Platón o Aristóteles. Por eso, pese a algunas críticas de la ilustración, todavía en el entorno cultural del idealismo alemán se daban las condiciones 2 Aristóteles, Protreptikos, B 6. 2 J. Pacho, “La imagen del mundo y el final de la filosofía según Heidegger” históricas suficientes como para que hubiera consenso acerca de que la pregunta formulada por Aristóteles sólo admitía una respuesta: la afirmativa; e incluso había consenso acerca de que esto era inevitablemente así por el bien del conocimiento humano en su conjunto. Pero el entorno cultural ha cambiado mucho desde el final del idealismo alemán. "Después de Hegel, el gesto ya no acompaña al discurso del principio, sino al del final de la filosofía", ha subrayado recientemente Manfred Riedel 3 al hilo de la noción hegeliana de 'principio' que se acaba de evocar. Con ello se resume la pérdida de obviedad que histórico-culturalmente acompañaba siempre a la pregunta por la justificación o la necesidad de la filosofía. Esta perdida de obviedad se ha articulado con frecuencia en torno a la tesis del "final de la filosofía" 4 . 1. Hipótesis básicas acerca del lugar de la filosofía Las actitudes teóricas más generalizadas en trono a la relación de la filosofía respecto de las distintas imágenes del mundo puede reducirse a estas cinco: -De la superación histórica. Puede ser considerada un derivado de la concepción lineal o progresiva de la historia en general en Occidente; de ahí su frecuencia (Demócrito, Bacon, Hume, Hegel, Comte). En la filosofía contemporánea esta tesis es parcialmente sostenida respecto de algunas formas de filosofía, p. ej., respecto en la concepción terapéutica de la filosofía de Wittgenstein, y en general bajo el diagnóstico de 'falsos problemas' de Carnap y parte de la tradición analítica. Para algunos, la tesis de la superación estaría también implícita en el programa de naturalización de la filosofía lanzado por Quine. -De la equivalencia. Es propia de las escuelas 'hermenéuticas' y de algunas versiones de la antropología estructural. Su primer mentor fue Teágenes de Region (finales del S. VI a. d. Chr.), que es también considerado el fundador de la hermenéutica, al intentar, mediante interpretaciones equivalentes, suprimir las diferencias de fondo entre la mitología clásica griega y la ciencia filosofía presocrática. Se ha visto especialmente reactivada por el análisis ofrecido por E. Cassirer de las formas simbólicas en su influyente Filosofía de las Formas simbólicas (1923-1929). 3 M. Riedel: "Filosofar tras el 'Final de la filosofía'. Sobre la cuestión del pensar en la edad de la ciencia", Éndoxa, Series filosóficas 1(2000), 33-50, p. 33. 4 Cfr. F. D'Agostini: "El fin de la filosofía", en: Analíticos y Continentales, Cátedra Madrid 200, 3 J. Pacho, “La imagen del mundo y el final de la filosofía según Heidegger” De la compensación o de la complementariedad. Es en parte compatible con la anterior y subyace a muchas actitudes filosóficas y socioculturales temerosas de que la cultura quede en manos de las ciencias particulares, especialmente de la naturaleza. Explícitamente ha sido propuesta por O. Marquard 5 . La filosofía, tendría, junto al resto de las ciencias humanas, la misión de "compensar" los efectos nocivos de la cultura dominada por las ciencias "duras", i. e., las ciencias de la naturaleza, de suerte que "cuanto más moderno sea el mundo moderno, tanto más indispensables son las ciencias del espíritu" (p. 102). En suma, cuanto más ciencia natural, más necesaria será la filosofía. La filosofía debe y puede compensar del supuesto "desencantamiento [Entzauberung] del mundo" que, según el diagnóstico de Weber 6 , habrían operado las ciencias duras. La teoría de la compensación es contraria a la de la unificación (cfr. infra), pues sancionaría el crítico diagnóstico de Snow sobre la existencia de "dos culturas" 7 mutuamente impermeables y protagonizadas respectivamente por las ciencias humanas y las ciencias de la naturaleza. -De la invariancia (relativa). Es de clara raíz kantiana, pues está basada en la distinción entre la metafísica en tanto que "actitud" inherente a la condición humana y metafísica en tanto que "ciencia" rigurosa. Es una posición característica de los enfoques sincrónicos. Su mejor representante ha sido W. Dilthey 8 que sostiene que la metafísica como ciencia ha cumplido ya su función histórica y debe ceder paso, desde ese punto de vista, a las ciencias naturales. -De la unificación (y/o reconciliación). Constituye una de las reacciones a la desorientación que produce la acelerada movilidad del saber contemporáneo. Su tesis, muy generalizada, corresponde a la demanda que esa desorientación ocasiona: la filosofía tendría la urgente misión de unificar el saber disponible, para lo cual habría de reconciliar las distancias opciones representacionales socioculturalmente en uso (p. ej., el sentido común, la especulación filosófica y el saber disponible en las ciencias particulares). Esta unificación requiere reconstruir el espacio lógico común a todas ellas. Debido a su amplia aceptación, esta tesis tiene múltiples versiones. Así, p. ej., G. E. 5 O. Marquard: "Über die Unvermeidlichkeit der Geisteswissenschaften", en: Apologie des Zufälligen, Stuttgart 1986, 99-116. 6 M. Weber: Wissenschaft als Beruf (1919), en: Gesammelte Aufsätze zur Wissensschaftslehre, Tübingen 3ª1968, p. 594. Este diagbóstico de Weber ha sido explotado y divulgado por M. Horkheimer y Th. W. Adorno en Dialektik der Aufklärung, (M. Horkheimer: Gesammelte Schriften, Bd. 5, Frankfurt a. M. 1987, 13-290, p. 25). 7 C. P. Snow: The two Cultures, London 1963. 8 Cfr. p. ej. " La crisis metódica de la metafísica y la lucha en torno a su derecho a la existencia", en W. Dilthey: Introducción a las ciencias del espíritu, Madrid 1956 [1ª 1883], p. 305 y ss. Sobre la relación filosofía-imagen del mundo y Weltanschauung cfr. Dilthey: Das Wesen der Philosophie, en: Gesammelte Schriften, ed. Georg Misch, Leipzig-Berlin 1924, Bd. V, p. 339-416. la posición de Dilthey ha sido expuesta en la Introducción a este colectivo. 4 J. Pacho, “La imagen del mundo y el final de la filosofía según Heidegger” Moore 9 sostiene que la tarea de la filosofía es "dar una descripción general de todo el universo, mencionando los géneros más importantes de cosas que sabemos que hay en él" 10 . Un articulado conceptualmente afinado de esta actitud ha sido ofrecida por el filósofo W. Sellars 11 y, de forma más detallada y amplia, por el sociólogo y filósofo G. Dux 12 . (Subrayados en el original.) El citado M. Riedl sostiene una variante caracterizada por considerar que la filosofía sería algo distinto, pero no inferior ni independiente de la ciencia, sino la "con-ciencia" (MitWissenschaft) de la época científica 13 . -De la autodisolución. Representa la actitud más radical. Se basa en un uso muy restringido del concepto de 'imagen del mundo'. Éste sería sólo aplicable con propiedad a la su metafísica subyacente a la cultura occidental y muy especialmente a su versión durante la Edad Moderna. Sostiene que la época de la imagen del mundo está inmersa ya en un proceso de disolución debido a la obsolescencia histórica de esa metafísica. Propugna el advenimiento de una forma radicalmente nueva de apropiación mental de la realidad. Es exclusiva del pensamiento de M. Heidegger y su círculo de influencia. La posición de Heidegger se halla por tanto dentro de la reflexión contemporánea en torno al tema "el final de la filosofía" evocado más arriba. J. Habermas 14 ha resumido el estado de la cuestión sobre este tema bajo tres posiciones básicas: "terapéutica" (Wittgenstein), "dramática" (con ciertos aires patéticos, que sería la posición de Bataille o Heidegger) y "rehabilitadora" (neoaristotelismo, en el que la filosofía "se despide a hurtadillas, en nombre de su propia conservación"). D. E. 9 Las palabras citadas son respuesta a a la pregunta "¿Qué es filosofía?", título del primer capítulo de Some Main Problems in Philosophy, Cambridge 1953. 10 Subrayados en el original. Strawson, analiza este punto de vista detenidamente en su "Moore y Quine", cap. 3º de Análisis y metafísica, Barcelona 1992. Strawson mismo que sostiene una posición próxima al propugnar una 'metafísica descriptiva', obtenida por vía inferencial al hilo de los conocimientos disponibles en la ciencia. Esta es a su vez una posición generalizada en la primera mitad del S. XX, en donde abundaron las propuestas ontologías especiales. En esta tarea participaron especialmente Husserl y Hartmann, pero también E.-E.-M. Boutroux, Scheler, Plessner, ConradMartius, G. Walther, Simmel o Bergson, Heidemhain y Gross, Stern, Hevmans y Driesch. Un buen diagnóstico de la tensión entre las investigaciones de la óntica al hilo de las ciencias particulares y la ontología general ofreció H. Heimsoeth ya en 1932 en La metafísica Moderna, Madrid 1966, cap. VIII: "La metafísica en el S. XIX y en la actualidad", pp. 305 ss. Esta vía ha sido abandonada. 11 W. Sellars: "La filosofía y la imagen científica del hombre", en Ciencia, percepción y realidad, Madrid 1971, p. 9-49. 12 G. Dux: Die Logik der Weltbilder, Frankfurt 1982 13 Op. cit., passim. Riedel articula su tesis sobre el juego de palabras Mit-Wissenschaft (con-ciencia), cum-scientia, aludiendo implícitamente a la etimología de 'conciencia'. 14 J. Habermas: "La función vicaria e interpretativa de la filosofía" en Moralbewusstsein und kommunikatives Handeln, Frankfurt 1983 (Conciencia y acción comunicativa, Barcelona 1991); cfr. I, 5 y II, 2. Cfr. del mismo: Der philosophische Diskurs der Moderne, Frankfurt 1985; Nachmetaphysisches Denken, Frankfurt 1988. 5 J. Pacho, “La imagen del mundo y el final de la filosofía según Heidegger” Cooper 15 , partiendo del análisis de Habermas, propone este diagnóstico de los "estadios terminales" de la filosofía: "apoteosis" (Hegel en la Enciclopedia), "balcanización", que ocasionarían las ciencias naturales, y "suicidio" (en parte iniciado por la crítica de Nietzsche, pero practicado desde otro punto de vista por el neopositivismo; cfr. lo dicho sobre la naturalización de la filosofía). Enfoques como los de Heidegger y los de postmodernos como J. Derrida, Fr. Lyotard o R. Rorty escenificarían el suicidio por vías complementarias y con la ayuda de intuiciones de ascendencia nietzscheana 16 . Como puede comprobarse, estos diagnósticos se solapan aquí y allá con el listado de posiciones que he propuesto, desde la superación (o sustitución) a la (auto)disolución. Heidegger ocuparía según el diagnóstico de Cooper una posición híbrida entre la apoteosis y la balcanización, al menos cuando sostiene que "el desarrollo de la filosofía entre las ciencias (...) independientes es el acabamiento [por completud] legítimo de la de la filosofía" 17 . Esta tesis puede resultar sorprendente, pero es fácil de entender si se atiende al aspecto crítico, e irónico en parte, que Heidegger le confiere y que deriva de su interpretación de la historia y naturaleza metafísica de la filosofía occidental. Lo que Heidegger sugiere con esa tesis es que, tal como la filosofía se ha desarrollado desde Platón a Hegel, estaba irrevocablemente predestinada a diluirse o convertirse en ciencia, en la(s) ciencia(s) moderna(s). Tal como Heidegger interpreta "la historia del ser" ofrecida por al filosofía occidental, era inevitable inferir que "la verdad científica" se convirtiera en su objetivo más consecuente y, por tanto, la ciencia moderna en su forma de realización histórica más adecuada 18 . Más adelante se volverá in extenso sobre esta tesis. 15 D. E. Cooper: "Postmodernism and the End of Philosophy", International Journal of Philosophical Studies 1(1993), 49-59. 16 Aspectos de esta posición se analizan con detenimiento por H. Philipse: "Towards a Postmodern Conception of Metaphysics: On the Genealogy and Successor Disciplines of Modern Philosophy. An Alternative to Heidegger, Quine, Wittgenstein and Rorty", Metaphilosophy, 25 (1994), 26-68. 17 M. Heidegger: "Das Ende der Philosophie und die Aufgabe des Denkens" [1966], en Zur Sache des Denkens, Tübingen 1976, p. 64. Traducción, junto a una colección de textos de clásicos contemporáneos relacionados con el tema heideggeriano, en Kierkegaard vivo, Sartre, Heidegger, Jaspers y otros, trad. A.-P. Sánchez, Alianza Ed. , Madrid 1968, 123-153. 18 Esta parece ser también la tesis subyacente a la interpretación de Cooper (cfr. p. 50-51). 6 J. Pacho, “La imagen del mundo y el final de la filosofía según Heidegger” 2. Teoría heideggeriana de la disolución: Imagen del mundo, filosofía y ciencia modernas Aunque Heidegger ha expuesto su punto de vista con cierto detalle, y con la indefinición que caracteriza su producción última, en el citado Das Ende der Philosophie und die Aufgabe des Denkens (1966), me centraré en lo que sigue en el trabajo en el que más expresamente aborda la relación de la filosofía con las imágenes del mundo, que es el tema que nos ocupa. Este trabajo, Die Zeit des Weltbildes, no es en absoluto temáticamente inconexo respecto de la posición heideggeriana sobre el final de la filosofía y su diagnóstico de la historia (metafísica) del ser del que esa posición se deriva. El escrito sobre La época de la imagen del mundo, en el que sostiene que dicha época ha llegado a su término, es originalmente el texto de una conferencia de 1938 pronunciada bajo el significativo título "Die Begründung des neuzeitlichen Weltbildes durch die Metaphysik" (La fundamentación de la imagen moderna del mundo mediante la metafísica) 19 . 2.1 Líneas maestras M. Heidegger es uno de los autores que más decididamente ha subrayado el carácter representacional de la noción de 'imagen del mundo' 20 . Pro la misma razón ha ligado con énfasis el concepto de 'imagen del mundo' al de 'ciencia'. Y el nexo se establece especialmente con la ciencia de la Edad Moderna. A ello se dedica el estudio sobre La época de la imagen del mundo. En este estudio considera Heidegger la imagen del mundo como el resultado de una forma específica de codificación mental de la realidad, consistente en apropiarse de ésta a través de una "re-presentación" explicativa unitaria y fundamentadora de acuerdo con los supuestos objetivistas de la metafísica occidental dominante. Tal tipo de apropiación mental del mundo habría sido realizado óptimamente por la ciencia moderna, por lo que la "época de la imagen del mundo" sería históricamente coextensiva de la época moderna. Hasta tal punto estaría comprometida la modernidad con esa forma de codificación mental de la realidad que expresiones como "Imagen del mundo de la Edad Moderna" o "La imagen moderna del mundo" serían redundantes. Además, advierte 19 Es el texto de esta conferencia el que posteriormente se editará con numerosos añadidos de Heidegger y el abreviado título Die Zeit des Weltbildes (M. Heidegger: en Holzwege, vol. V de la Gesamtausgabe, hrsg. von F. W. von Herrmann, Frankfurt 1957 ss., p.75-114. 20 Cfr. lo dicho en la Introducción a este estudio sobre la noción de imagen del mundo. 7 J. Pacho, “La imagen del mundo y el final de la filosofía según Heidegger” Heidegger, el uso de tales expresiones atribuye implícitamente al resto de la historia de la cultura una forma de percibir la realidad que en rigor nunca antes de la modernidad se habría dado; pues no ha habido una imagen "medieval" o una imagen "antigua" del mundo 21 . Resultaría de ahí que el final histórico-filosófico real de la modernidad comportaría la superación de la metafísica y, con ello, el final de la época en la que la(s) imágene(s) del mundo fue(ron) posible(s). Este final acaecería cuando se hubiera depuesto la actitud cognitiva consistente no ya en "tener una imagen del mundo", sino en "concebir el mundo como imagen", que es lo que, al decir de Heidegger, caracterizaría a "la expresión 'Imagen del mundo' esencialmente entendida" (p. 89). Este diagnóstico (así como su consecuente pronóstico) se basa en una muy particular interpretación del concepto de 'imagen del mundo'. Según Heidegger, en la expresión "imagen del mundo" (Welt-bild), "imagen" (Bild) no ha de entenderse como mera y pasiva "copia" (Ab-bild) mental del mundo, sino como una "re-presentación" (Vor-stellung) explicativa y objetivizante en virtud de la cual el mundo aparece como "sistema", "como un todo" fundamentado en ella 22 . Para entender esta tesis es necesario considerar que Heidegger no se refiere en ella primo loco a la concepción objetivizante del conocimiento científico en términos explicativo-referenciales. Más bien entiende que esta concepción objetivizante de la representación es ya la consecuencia de una concepción representacionalista del conocimiento mismo como objeto primordial. Según esta concepción, los objetos del conocimiento sería algo así como proyecciones de la representación, como objetos constituidos por el sujeto cognitivo. Lo representado estaría básicamente concebido como un subconjunto de la representación. De esta suerte, el mundo representado, i. e., explicado, sería, en tanto que objeto del conocimiento —y otro mundo no es, ¡trivialmente!, objeto de discusión, pues aún no es objeto de nuestro conocimiento—, necesariamente concebido como un 'imagen', como una re-presentación que el sujeto se ofrece a sí mismo, como una figura del escenario mental, como un objeto alojado en (y producido por) la red de nuestras representaciones. Desde este punto de vista la característica básica del tipo de conocimiento del que la ciencia moderna sería paradigma no estaría dada en primer lugar por un mero prurito de objetividad, sino por un objetivismo representacional que tendería a hacer de todo objeto posible una "representación cosificada" (Vergegenständlichung des Vorstellens) y, en cuanto tal, "disponible para el sujeto de la representación" (p. 86). De ahí que la 21 Cfr., Die Zeit, etc., p. 90. 22 Op. cit., p. 89. 8 J. Pacho, “La imagen del mundo y el final de la filosofía según Heidegger” metafísica cartesiana habría sido el prototipo y el promotor histórico de la representación del mundo como imagen y, por tanto, de la característica concepción moderna de la filosofía como mera imagen del mundo. (Sobre este aspecto se volverá más adelante.) "Disponible para la representación" en términos cartesianos significaría, según Heidegger, estar al alcance de la manipulación posible dentro de los límites de la representación objetivizante, esto es, de los "procedimientos" metodológicos propios de las ciencias modernas de la naturaleza o, lo que para él sería lo mismo, de las ciencias desarrolladas sobre "lo que es matemáticamente posible" o dócil a la "investigación según el procedimiento matemático" (p. 79). De ahí se sigue que la historia de la metafísica moderna y la historia de la ciencia moderna tendrían la misma raíz onto-epistemológica, por lo que ambas estarían obligadas a compartir el mismo destino. Es en este sentido en el que la época de la imagen del mundo es según Heidegger la época de la filosofía y la ciencia modernas: ambas, pues ambas se nutren de la misma raíz onto-epistemológica, piensan el mundo como imagen. Y justamente eso es lo que define su especificidad en la historia occidental de las ideas, lo cual puede formularse también así: una manipulación mental de la realidad caracterizada por concebir el mundo como imagen-de, esto es, por hacer concebir mundo como mero objeto de nuestra re-presentación y, en consecuencia, trivialmente accesible a nuestra manipulación. 2.2 Argumentación histórico-filosófica Heidegger responde con esa tesis (de la identidad de la Edad Moderna con la concepción del mundo como imagen) a la pregunta por la esencia de la ciencia moderna. Esta pregunta por la esencia de la ciencia moderna surge a su vez para responder a otra: la pregunta previa sobre "las manifestaciones esenciales de la Edad Moderna". Y ésta pregunta, a su vez, surge para ejemplificar históricamente un postulado mucho más universal. Este postulado es: La metafísica, en tanto que realiza una concepción del ser y de la verdad, sienta los fundamentos de una época; todas las manifestaciones esenciales de esa época están determinadas por esa metafísica 23 . La estrategia argumentativa es en consecuencia ésta: analizar las manifestaciones esenciales de la Edad Moderna para descubrir en ellas su metafísica y, consecuencia trivial, obtener así lo que Heidegger denomina "concepción del ser y de la verdad" de 23 Op. cit., p. 75 y passim. 9 J. Pacho, “La imagen del mundo y el final de la filosofía según Heidegger” esta época. Es en este sentido en el que el texto versa, según su título original, sobre "la fundamentación de la imagen moderna del mundo mediante la metafísica" 24 . 2.2.1 "Manifestaciones esenciales" de la E. Moderna Heidegger cree poder descubrir cinco manifestaciones esenciales de la E Mod.: (a) Su ciencia, que está dominada por el modelo matemático (se volverá sobre ello) (b) Su técnica (Machinentechnik) que es una exigencia de las ciencias matemáticas (c) Su arte, que se tiene a sí mismo por una concepción de la vida humana (d) Su comprensión de la actividad humana, que es entendida como 'cultura' y ésta, la cultura, se entiende a sí misma como "cuidado" (Pflege) 25 de sí misma (e) Por último, la desdeificación (Entgötterung) del mundo y de la existencia humana. Heidegger precisa en relación a este último punto que esta desdeificación no es igual a 'ateísmo', sino más bien a una "inhibición (Entscheidungslosigkeit) frente a [el problema de] Dios y los dioses" (p. 76). Históricamente, la desdeificación es interpretada como un doble y casi paradójico proceso cultural: de un lado, la "cristianización de la imagen del mundo", lo que para Heidegger significa la identificación del fundamento del mundo con un absoluto o incondicionado; de otro, la reducción del Cristianismo a una mera "concepción del mundo" (Weltanschauung) (p. 76). Gracias a esta reducción el Cristianismo se hace "moderno", se somete a los cánones de la Modernidad. Algo inesperadamente, pues, esta última característica moderna de la desdeificación le permite a Heidegger introducir un breve análisis de las connivencias histórico-filosóficas entre la 'imagen del mundo' (Weltbild) y la 'concepción del mundo' (Weltanschauung): La Weltanschauung es para Heidegger el resultado existencial de la imagen del mundo y su potenciación: "Tan pronto como el mundo viene a ser imagen, el lugar del hombre es concebido como Weltanschauung" (p. 93), es decir, como una percepción de la vida (Lebensanschauung). 24 También por ello mismo su ideas motrices son las formuladas en textos ya dados a conocer diez años antes, especialmente en la conferencia de 1929 Was ist Metaphysik. 25 Heidegger evoca aquí implícitamente que el significado del barbarismo (latinismo) que en alemán representa el término Kultur no significa Pflege (cuidado, asistencia, cultivo), según la traducción directa del término latino cultura. 10 J. Pacho, “La imagen del mundo y el final de la filosofía según Heidegger” En resumen: Según Heidegger, Weltbild es a la actividad representacional (Vorstellen), a la representación, entendida como forma de experiencia del mundo (en la que el mundo es precisamente experimentado bajo la actividad representacional, Vorstellen), lo que la Weltanschauung es a la experiencia vital (Er-leben) (p. 93-94). En ambas experiencias del mundo, del ser, el lugar del hombre es pensado como epicentro: en la imagen del mundo éste es experimentado como objeto de una representación y los actos cognitivos correspondientes, como sujeto cartesiano, i. e., como sujeto de operaciones representacionales; en la Weltanschauung el mundo es experimentado como un Erlebnis, como producto de una experiencia vital. De una vivencia. En ambos casos es el sujeto el centro de gravedad y punto último de referencia de la experiencia, no los objetos, no el mundo. De ahí, concluye Heidegger, que el humanismo sea un fenómeno exclusivamente moderno —no pudo por tanto haber un humanismo antiguo o medieval (p. 83)—, y que tampoco pueda haber una "Weltanschauung católica" (p. 84), puesto que los conceptos 'Weltanschauung' y 'Catolicismo' se excluyen mutuamente 26 . De entre las cinco manifestaciones esbozadas, Heidegger se servirá esencialmente de la primera, de la ciencia para descubrir, via inductiva, la metafísica, i. e., la esencia o naturaleza profunda de la Edad Moderna. No obstante, el análisis heideggeriano tendrá también en cuenta la segunda, la técnica moderna, para él derivado consustancial de la "ciencia matemática". Heidegger quiere significar con esta expresión no la matemática formal, sino la matematización de las ciencias, de hecho de las ciencias de la naturaleza. Focaliza así su análisis sobre lo que desde Weber se denomina "ciencias fuertes", o, según la expresión optimista del XIX, de las "ciencias exactas"). Es esta matematización metodológica lo que permitiría el control instrumental de la realidad estudiada por esas ciencias. Y este es el nexo entre ciencia y técnica. Ya en el mero listado de las manifestaciones esenciales de la E. Mod. sentará Heidegger la tesis complementaria, según la cual (f) "La esencia de la técnica moderna y la esencia de la metafísica moderna son idénticas" (p. 75). En realidad, esta ecuación "ciencia/técnica moderna = metafísica moderna" es el quod erat demonstrandum del estudio heideggeriano, lo que no deberá perderse de vista. En cualquier caso, dado que Heidegger sostiene que para conocer la esencia de la Modernidad debemos conocer la esencia de su metafísica; y que para conocer la esencia de la metafísica moderna es necesario conocer la esencia de la ciencia, ¿cuáles son a su entender los rasgos esenciales de la ciencia moderna? 26 Heidegger reprocha el intento del Cristianismo por constituir una Weltanschauung. Esta crítica implica que el Cristianismo habría hecho al hombre y sus vivencias centro del mundo. Pero no sugiere que debería ser una imagen del mundo. 11 J. Pacho, “La imagen del mundo y el final de la filosofía según Heidegger” 2.2.2 Rasgos esenciales de la ciencia moderna La esencia de la ciencia moderna estaría determinada en primer lugar por llevar a cabo una "investigación según un esquema, proyecto anteproyecto (Grundriß, Entwurf, Vorentwurf) de lo que es matemáticamente posible" (p. 79). Heidegger precisa: el perfil estructural de la ciencia moderna está dibujado por estos tres rasgos, ordenados jerárquicamente (i. e.,el segundo depende del primero y el tercero del segundo): (g) La predeterminación matemática del objeto y del método, del procedimiento (Vorgehen). Esta es suna característica constitutiva respecto del objeto. Cognoscibles son según esta predeterminación sólo los objetos susceptibles de ser matematizados. Esta matematización no es neutral respecto de la noción de objeto resultante de aplicarla. Es decir, el procedimiento o método atañe al objeto sustancialmente. (Sin duda Heidegger sugiere aquí la teoría kantiana de la "constitución" del objeto por parte de la matemática.) De ahí la relevancia del procedimiento o método: (h) El procedimiento, que, dictado por el modelo matemático, está necesariamente caracterizado por el rigor (Strenge). El rigor metodológico, para ser conseguido, conduce a la búsqueda de regularidades, es decir, a la clarificación y explicación (Klärung und Erklärung) de lo desconocido mediante lo conocido (p. 80). Y este tipo de búsqueda, de investigación, no es a su vez posible sin la especialización del saber, es decir, la separación, discriminación, clasificación de lo real. Los conceptos de rigor o exactitud, regularidad, clarificación-explicación y especificación son en el análisis de Heidegger meras determinaciones del concepto de "investigación-según-el-procedimiento-matemático" (ibi.). (i) El procedimiento matemático obliga también a concebir la empresa científica (Wissenschaftlicher Betrieb) como investigación institucionalizada. Pese a que su enfoque es eminentemente cognitivo, y no instrumental o sociológico, Heidegger subraya que la institucionalización no es algo externo o secundario a la ciencia y la filosofía modernas, sino un aspecto esencial. Pues la institucionalización sería necesaria para asegurar el procedimiento, en especial el rigor del método. Sólo dentro de la institución sería posible la investigación científica, la cual, impone unas exigencias precisas al investigador. Heidegger sugiere aquí una semblanza de la investigación científica basada en ideas muy próximas a las sostenidas por Weber en Wissenschaft als Beruf (1919). Así, subraya que ha desaparecido el hombre sabio, erudito y culto en sentido amplio (Gelehrter), figura a la que Heidegger 12 J. Pacho, “La imagen del mundo y el final de la filosofía según Heidegger” contrapone una acerada caricatura del investigador moderno, que acopia un saber especializado que vende en congresos y simposios. En estas limitaciones específicas de la investigación institucionalizada, sostiene Heidegger, se exterioriza sociológicamente la esencia de la concepción moderna del "ser y de la verdad". ¿Cuál es esta esencia? 2.2.3 La esencia o estructura de la concepción moderna del ser y la verdad Todas las particularidades del conocimiento moderno en tanto que concebido como "investigación" son para Heidegger consecuencia de una idea programática, que obedece al interés de esta pregunta: "¿Hasta dónde puede hacérsele al ente disponible (verfügbar) para el sujeto de la representación, para el representante?" (p. 86). La disponibilidad para la representación es la exigencia básica. De ella derivan todas las particularidades onto-epistémicas de la Modernidad, a saber: (j) Una concepción de todo lo que es, es decir, tanto de la naturaleza como de la historia, como mero objeto de la explicación representacional (als Gegenstand der vorstellenden Erklärung" (p. 87). A esta idea ya se ha aludido al evocar la noción heideggeriana de imagen del mundo y su relación con la Modernidad. Ahora se precisa que la objetivización (Vergegenständlichung) de lo real (Seienden) se consuma en el "re-presentar" mismo (Vorstellen). Recuérdese que no se trataría de un prurito de objetividad, sino de objetivismo representacional; es decir, de la subordinación de todo objeto posible a la predeterminación representacional, a los límites objetivistas de la representación. Y hasta tal punto que el objeto perdería su autonomía a parte rei: el objeto viene a ser sólo cosa representada; mejor, viene a ser, como ha quedado ya dicho, "representación cosificada". Heidegger ejemplifica sus consecuencias onto-epistémicas recurriendo a la metafísica cartesiana. En las Meditaciones de Descartes, dice, "lo que es, es determinado por primera vez como objetividad del representar (als Gegenständlichkeit des Vorstellens) y la verdad como certeza del representar" (ibi). En consecuencia, (k) Lo real ya no sería definido o pensado como objeto representado u objeto de la representación; más bien estaría directamente concebido como la objetivización del representar mismo. De ahí se sigue, trivialmente, (l) La modificación del concepto de verdad. La verdad no tendría su criterio en la adaequatio intellectus et rei, como en tradición griega y medieval, sino en la certeza del [acto de la] representación (Gewißheit 13 J. Pacho, “La imagen del mundo y el final de la filosofía según Heidegger” des Vorstellens), según el modelo que Descartes habría fijado en sus Meditaciones. El objeto, la res, no es ya término ad quem de la representación. El objeto es ahora la representación misma, ya objetivada. De esta primacía del universo representacional, sustancializado en y por sí mismo mediante su saber-se (Gewißheit), se sigue que el fundamento (Grund) de lo real no se busca en ello mismo o en algún ámbito trascendente, sino en el sujeto de la representación; mejor, en el acto mismo de la representación, en el representar. De ahí que, dice Heidegger, el hombre sea ahora el hypokeimenon, lo que pre-existe y subsiste (das Vorliegende), el fundamento (Grund). En una palabra, el hombre es ahora el centro de referencia de la realidad (p. 88) 27 . En ello consiste, dice Heidegger, la esencia de la concepción moderna del ser y de la verdad (ibi.). Pero esto, el desplazamiento del centro de lo real al hombre concebido como sujeto representacional conlleva, dice Heidegger, una transformación que no puede menos de manifestarse. ¿Dónde? Su respuesta es: Se manifiesta en el concepto de 'imagen del mundo'. Así es como llega Heidegger a las tesis arriba evocadas. En efecto, el desplazamiento del centro o fundamento del mundo de la realidad misma al sujeto y sus actos representacionales implica que el mundo es concebido no ya como un conjunto heterogéneo de objetos a investigar, sino como el sistema de lo (representacionalmente) disponible: "La expresión 'Imagen del mundo', esencialmente entendida —resume Heidegger—, no significa, pues tener una imagen del mundo, sino concebir el mundo como imagen" (p. 89). Tener (o, mejor, ser) una imagen del mundo es lo característico de la Edad Moderna, como se ha destacado hasta aquí. Pero, como vemos, tener una imagen del mundo no significa para Heidegger tener un conjunto específico de creencias acerca de qué es el mundo, sino "concebir el mundo como imagen". Lo que, a su vez, esta afirmación significa es lo que he intentado aclarar en lo que precede. Por su parte, Heidegger resume todas las implicaciones de ese significado diciendo que el "el proceso básico de la Modernidad es la conquista del mundo como imagen' (p. 94), lo cual, a tenor de los rasgos específicos de la noción de imagen, establecería un nexo directo entre representar (Vorstellen) y producir (Herstellen) que sería también esencial a la 27 Tal vez tuviera Heidegger en mente algo la idea de Descartes expresada en carta a Morus (5.2.1649, AT V, 247), en donde Descartes dice renunciar a referir sus juicios directamente a las cosas. Pero habría olvidado la restricción hecha por Descartes, aludiendo al filosofema de Protágoras, al decir que el hombre es ciertamente "medida si no de todas las cosas, sí al menos de lo que niega y de lo que afirma" (ibi.), pues esta es la razón para no referir directamente las ideas a las cosas del mundo exterior, respecto del cual el conocimiento humano no es la medida. 14 J. Pacho, “La imagen del mundo y el final de la filosofía según Heidegger” Modernidad. La diferencia entre ambos procesos sería tan mínima como la que hay entre los prefijos vor- (ante) y her- (desde). El producir, se sugiere a través de la morfología de las palabras, sería una mera extracción (her-) de objetos (todos los objetos específicos de la producción tecnocientífica) desde lo que se tiene en mente en forma de representación. Imitando las alusiones etimológicas de Heidegger, podríamos decir que la pro-ducción específica de la Modernidad es mera e-ducción. 3. La época de la imagen del mundo y el final de la filosofía Las consecuencias de esta esencial epocal estaría manifestándose en el presente de una forma "gigantesca", pero también de forma incontrolable e impredecible. Se alude con ello a la física atómica y a otras manifestaciones tecnológicas novedosas en la primera mitad del siglo XX (p. 95) en un lenguaje de muy abierta hermenéutica. Para nuestro contexto es relevante el hecho de que Heidegger interpreta estas manifestaciones últimas de la Modernidad como una fase de cumplimiento de esencias gestadas durante la historia de la metafísica pero, al mismo tiempo, como una novedad histórica total, y en ese sentido, como tierra ignota, de geografía desconocida y de habitantes imprevisibles. Desde este punto de vista, "el gigante" va acompañado también de una "sombra invisible" (ibi.). "A través de esta sombra se coloca el mundo moderno en un espacio excluido a la representación" (ibi.). Un espacio no accesible a la representación es, debemos concluir, no sólo desconocido e intransitable, sino incognoscible con las herramientas disponibles, que serían, hasta hoy, las cartesianorepresentacionales. Esta conclusión es confirmada en la afirmación de que "esa sombra indica hacia otro cuyo conocimiento nos está vedado a nosotros, los hodiernos" 28 . Estaríamos, en suma, asistiendo al final de la época de la imagen del mundo. El estudio de Heidegger termina con unas crípticas exhortaciones a desprenderse del peso de la tradición, para lo que previamente sería necesario acumular la suficiente desconsideración, la suficiente falta de respeto (Rücksichtslosigkeit) frente a las obviedades de la Modernidad. Pero éstas son meras exhortaciones: no aportan ninguna idea concreta sobre la que tender el puente a la otra orilla, orilla de un tiempo futuro pero ya anhelado hoy. Un tiempo evocado también como el de la pertenencia al ser (p. 96), pero respecto del cual el hombre del presente permanece un "extranjero" (ibi.). "Hölderlin sabía de esto", dice, y lo atestigua aduciendo unos versos del poema de Hölderlin An die Deutschen, con los que Heidegger concluye su texto: 28 Die Zeit, etc., p. 95. Respeto el arcaísmo heideggeriano al traducir por 'hodiernos' Heutigen. Si bien éste es menos arcaico en alemán que hodierno en español en su forma adjetiva, sí es forzado en la forma sustantiva. 15 J. Pacho, “La imagen del mundo y el final de la filosofía según Heidegger” Cuando el alma te agita anhelando un tiempo ya más allá del tuyo, tú quedas, afligido, a la fría orilla, con los tuyos, sin conocerlo jamás. 29 Parece legítimo colegir que este tiempo a la otra orilla es el tiempo posterior a la época de la imagen del mundo, es decir, el tiempo de la época postmetafísica. La filosofía habría llegado así a término, a su fin histórico, pero sólo en la medida en que sea legítima su identificación con la forma simbólica que habría realizado históricamente la tradición metafísica, culminando en la ciencia moderna. Pero, también, en la medida en que la filosofía, y no en último término gracias a la clarividencia de Heidegger —viene a sugerir éste—, entreve los límites intrínsecos de la edad metafísica, éstos ya estarían virtualmente trascendidos, de suerte que la tematización de la muerte de la filosofía metafísica podría garantizar la pervivencia de la filosofía. Por de pronto, ésta, la muerte de la metafísica, sería hoy, por utilizar la expresión heideggeriana, "la tarea del pensamiento". Si se identifica, como hace Heidegger, el destino de la época "científicometafísica" con la posibilidad misma de la imagen unitaria del mundo, entonces, afirmar el final de dicha época equivale a afirmar que la nuestra ya no es época de imágenes del mundo. Pero tal identificación contiene al menos esta arbitrariedad: tras denominar "metafísica" a toda imagen unitaria del mundo, negar a toda imagen no unitaria el derecho a ser considera imagen del mundo. Pero lo que urge saber es si la imagen del mundo ya no es posible porque no lo es la metafísica o, si ésta ya no es posible, porque no lo es aquélla. Porque pudiera ocurrir que, lejos de estar basada la dificultad de la filosofía (especialmente si se ha de entender ésta bajo la forma "metafísica" u "onto-teológica" 30 que Heidegger atribuye a su historia dominante) en su connivencia con las ciencias particulares, lo estuviera en la creciente divergencia entre el tipo de imagen del mundo del que la filosofía se ha servido de hecho, que estaría ligado, como sostiene M. Riedl, al lenguaje natural, y el de la ciencia moderna, más dependiente de lenguajes formales como el matemático. La creciente pérdida de 'naturalidad' o intuitividad representacional de los lenguajes científicos podría amenazar la posibilidad de construir una visión unitaria del mundo, es decir, de obtener de él una 'imagen'. Cuanto más se alejaran las ciencias naturales (que estarían aportando, también bajo el diagnóstico de 29 Hölderlin dice: Wenn die Seele dir auch über die eigene Zeit / Sich die sehnende schwingt, trauernd verweilest du / Dann am klate Gestade / Bei den Deinen und kennst sie nie. 30 La condición ontoteológica de la metafísica, caracterizada por pensar el ser desde un ente primero, concebido como ratio ultima o causa sui, es una tesis posterior y complementaria del análisis heideggeriano de la metafísica, y va ligada directamente al tema del "olvido del ser". Se expone con detalle en Identität und Differenz (1957). 16 J. Pacho, “La imagen del mundo y el final de la filosofía según Heidegger” Heidegger, la masa representacional de más peso de la cultura contemporánea) de las formas de codificación posibles bajo el lenguaje natural, tanto más difícil salvar el modelo 'pensar-el-mundo-como-imagen' 31 . Este aspecto no ha sido analizado por Heidegger, aunque algunas líneas del final de su trabajo sobre la época de la imagen del mundo parecen evocarlo. De hecho constituye una hipótesis complementaria al enfoque adoptado por Heidegger. He detectado en el enfoque heideggeriano cierta circularidad. Ésta, no obstante, no anula la relevancia del diagnóstico y su conclusión. Ésta es, desde sus supuestos, correcta: si la filosofía ha consistido en aportar el fundamento de la época de la imagen del mundo, terminada ésta, la filosofía habría de repensar sus fines y sus medios, si no ya su mera posibilidad histórica. Pero admitir esta conclusión no obliga a aceptar la premisa en la que Heidegger se apoya para obtenerla. Pues también se desprendería de un diagnóstico que confirmara la sospecha de que la feracidad y movilidad representacional adquirida en la cultura científica fuera tal que la filosofía no pudiera seguir el ritmo de la cultura con los medios que le son propios. Y tal vez la perplejidad constatable en la filosofía contemporánea deba ser considerada como un serio indicio de ello. Es hoy una percepción generalizada de la cultura contemporánea que ésta se halla inmersa en un proceso de "revolución permanente" causado por las ciencias particulares "desde aproximadamente 1900" 32 . Esta revolución no podía menos de afectar a la filosofía, especialmente cuando ésta se autoconfiere la tarea de ser la 'con-ciencia' de la ciencia. Tal revolución parece haber sumido a la filosofía en tal estado de "perplejidad" y hasta de "vértigo" que la tradicional "discordia filosófica" acerca de qué sea la filosofía ya no tendría hoy siquiera "un terreno común en el cual desarrollarse", sino que seguiríamos "hablando de discordia por falta de un nombre mejor" 33 . 31 He abordado esta cuestión en la Introducción a este colectivo y en la colaboración Filosofía e imagen científica del mundo. 32 J. Ferrater Mora: La Filosofía actual, Madrid 1973, p. 28. 33 Op. cit., loc. cit. 17