El acuerdo preventivo extrajudicial introducido en nuestra legislación concursal Argeri, Saúl A. Voces CONCURSO PREVENTIVO ~ LEY DE CONCURSOS Y QUIEBRAS ~ QUIEBRA Título: El acuerdo preventivo extrajudicial introducido en nuestra legislación concursal Autor: Argeri, Saúl A. Publicado en: LA LEY 1984-A, 787 Sumario: SUMARIO: I. Generalidades.- II. Diversos arreglos entre deudor y acreedores. - III. El acuerdo preventivo extrajudicial. -------------------------------------------------------------------------------I. Generalidades La función trascendente de la labor legisferante al dictar la normativa legal es asegurar el orden jurídico justo, estructurado sobre los principios sociales, económicos, políticos y morales de determinada sociedad (1). Para cumplir ese objetivo, el legislador debe adecuar su quehacer, no sólo a las pautas que le señala la política legislativa, si que también instrumentarla mediante la aplicativa de principios propios a la técnica legislativa. Dicho en otros términos, la materialización de todo dispositivo legal nace con el conocimiento de los motivos que ponen en movimiento la actividad legisferante y se sigue por el dictado de la norma. Esta deriva del dinamismo del pensamiento político, ínterin que la norma, que concreta en su contenido el pensamiento jurídico, deliberado y consciente y que traduce la representación de la voluntad preponderante de una multitud organizada y asociada (2), endereza a satisfacer intereses colectivos incluidos en los propósitos que hacen a las finalidades del Estado. El "iter" del pensamiento de esa actividad legislativa no se manifiesta en forma espontánea, sino, cual ocurre con otras manifestaciones de la voluntad del individuo es producto y consecuencia de momentos sucesivos operativos. Nace con la ideación, que asienta en el conocimiento o intuición mediante el estudio o la percepción de necesidades colectivas; posteriormente se va Conformando la idea, lo cual importa elaborar la solución de la problemática mentando las necesidades sentidas, se busca los medios de obtenerla y el perfeccionamiento de su instrumentación; y por fin, una vez conocido y afirmado el ejercicio dinámico de la decisión a través de la operatividad, se llega a la expresión escrita, la que requiere afinado tecnicismo. Esto último no se agota en la búsqueda de vocablos jurídicamente precisos, adecuada expresión gramatical, generalización en los conceptos, síntesis en el contenido, sino se amplía y necesariamente debe complementarse, en estrecha coordinación, con el conjunto total normativo jurídico-legal (3). Precisamente por ello es que el summun de la ciencia jurídica y de la actividad del legislador es la interpretación de las necesidades reales de la vida y su satisfacción. Ciencia jurídica que hace primordialmente, como decían los antiguos romanos, a la guía y sugerencias de lo justo y socialmente útil y a la interpretación valorativa de lo justo y oportuno para la convivencia social, lo cual hace a la labor del políticolegislador. El derecho, dimensión esencial de la vida intersubjetiva social, creado y organizado por el legislador, es medido en su genialidad, no por la formulación de principios abstractos, teóricos, sino en base a realidades, a la satisfacción de las necesidades de la generalidad; a la materialización del sentido unitario del ordenamiento que no se cumple a través de un conjunto de agregados traídos por la acumulación de normas casuísticas, sino a través de un conjunto de normas básicas estructurales que las más de las veces no están formuladas de manera expresa; y fundamentalmente en función de lo justo y socialmente útil. Cuando so color de atender razones de orden circunstancial o esencialmente teóricas o se utiliza el quehacer legislativo para solucionar problemas de orden económico-financiero, esquivando la aplicación de las leyes comunes, dictándose normas que contradicen la lógica del pensamiento jurídico-legal, agraviando con ello lo que es justo, ese absurdo no lesiona la lógica del pensamiento jurídico, ni los principios que iluminan la política legislativa. Se lesiona la justicia objetiva del ordenamiento jurídico. Así sucede cuando se estima, en la época en que vivimos (4), que las cuestiones vinculadas con las empresas en estado de cesación de pagos o enfrentadas a iliquidez, que la solución a sus problemas sólo afecta intereses privados, pese a que las implicaciones de la cuestión gravitan sobre lo económico-financiero-social, es decir sobre los intereses públicos de la economía crediticia (5); cuando so color de dar solución a cuestiones anormales derivadas de excesos en la administración de las empresas o de consecuencias traídas por una actividad gerencial deficiente o extraviada en su funcionalidad, se elude aplicar sanciones previstas por el ordenamiento utilizando la actividad legislativa irregularmente. Precisamente por eso, frente a una nueva norma positiva, como la referida a las modificaciones introducidas a la ley concursal, resulta lícito confrontarla con los principios que conforman la estimativa jurídica a la luz del dogmatismo. Porque la sola presencia de una norma positiva no implica por sí mismo la justificación de su contenido cuando ella no se adecua a las nociones que venimos señalando. II. Diversos arreglos entre deudor y acreedores Es sabido que el estado de cesación de pagos implica la impotencia de un patrimonio para hacer frente de manera regular y normal a las obligaciones que lo gravan (6); estado ése que se produce en lapsos generalmente extensos en la vida empresaria y que se denomina período de sospecha (7), y que se traduce mediante hechos reveladores (8). Durante ese tiempo, el deudor, que por razones insertas en la mente humana cree poder superar sus dificultades que lo aquejan y hallar los medios para lograr la estabilidad económico-financiera empresaria, trata de encontrar los medios destinados para ello (9). Trata de evitar el fracaso en sus negocios y simultáneamente eludir las sanciones de todo orden que incidirán sobre su persona y sus bienes (10). No es decir nada nuevo el expresar que se haya utilizado para conseguir ese objetivo distintos procedimientos, muchos de los cuales, naturalmente, provienen de Roma. Entre otros: a) la obtención de moratorias (11) que por principio importa la dilación legítima en el pago de las obligaciones, concedida al deudor, evitándole el apremio en el cumplimiento de ellas (12); b) la adjudicación de bienes, que también era conocida en Roma (13), y que fue introducida en nuestra legislación a través del Código de Comercio de 1889 (14) y mantenida en su virtualidad imperativa por la ley 4156 del año 1902 (Adla, 1889-1919, 564), que establecía, a sola voluntad unilateral de los acreedores adjudicarse los bienes del deudor; instituto este que, por los abusos, quedó derogado por la ley 11.719 (Adla, 1920-1940, 325); c) el concordato preventivo, mediante el cual, garantizándose a los acreedores concurrentes seriedad, regularidad y legalidad (15) se evita al deudor desgraciado y de buena fe las consecuencias que apareja la declaración de quiebra (16) otorgándole una quita, una espera o ambas cosas a la vez. E incluso, por la ley concursal, llegándose a un arreglo con los acreedores mediante la "solutio" de ceder los bienes a ellos. Además de estos procedimientos, la doctrina ha conocido y algunas legislaciones lo han regulado, el denominado concordato o acuerdo preconcursal extrajudicial, cuyo análisis, en relación a su introducción, mecanismo, virtudes y defectos según la ley numero 22.917 (Adla, SE 11/83, p. 1631) modificatoria y ampliatoria de la ley concursal vigente numero 19.551 (Adla, XXXII-B, 1836), pasamos a efectuar. III. El acuerdo preventivo extrajudicial 1.- Principios generales. Esta clase de arreglo, denominado también acuerdo preconcursal, ha sido definido (17) como aquel que, una vez obtenidas privadamente las mayorías prescriptas por la ley, se somete en definitiva al conocimiento del Juzgado para su aprobación o rechazo. Pese a esa definición, emergente del contenido de la legislación positiva uruguaya, ella no coincide, en absoluto, con su sustancia en relación a otros dispositivos similares y aun doctrinarios. El motivo reside, fundamentalmente, en tratarse de cuestión en que prevalecen los intereses privados anudados mediante normas sustanciales derivadas de la voluntad contractual, lo cual importa decir (18) que por la heterogeneidad de circunstancias fácticas de signos dispares se hace imposible efectuar su sistematización (19). E incluso, no concurren elementos comunes coagulantes determinativos de unidad en su estructura interna. Adviértase, por ejemplo, que para algunos (20), si surge insolvencia, los arreglos, de naturaleza plurilateral, llevan por causa evitar la declaración de quiebra, por lo que es menester el consenso total de los acreedores, así como el mantenimiento de una misma condición jurídica igualitaria; para otros (21) no es requerible cumplir con la "pars conditio creditoris", sin perjuicio de que si para conseguirse la adhesión de un acreedor, se vicia su consentimiento, son de aplicación las normas que hacen a la invalidez de los actos jurídicos. 2.- El acuerdo preventivo extrajudicial incorporado a nuestra legislación. A, La ley 22.917 ha incorporado a nuestro ordenamiento legal (arts. 125-I y 125-II) y los denominados "acuerdos preconcursales". B. Conforme a las normas indicadas, el procedimiento, relatado sucintamente, debe realizarse de la manera siguiente: a) se faculta al deudor para realizar un acuerdo con todos o parte de sus acreedores mediante el cual se busca como objetivo posibilitarle superar sus "dificultades económicas o financieras de carácter general o su cesación de pagos"; b) el deudor y los acreedores pueden convenir, igualmente, en someter o no el acuerdo, a la homologación judicial; c) si se opta por derivarlo a la aprobación judicial, el juez ordena publicar edictos citando a los acreedores interesados para que dentro del plazo no inferior a veinte días deduzcan oposición; d) esa oposición sólo puede fundarse: 1. Interés del acreedor en incorporarse al acuerdo, es decir no haber sido incluido en el acuerdo. 2. Estimar inadecuada la solución para el deudor; e) si frente a esa oposición no se ofrecen garantías, incluso de bienes de terceros, el juez designa uno o más síndicos para que dictaminen sobre "la situación del deudor y factibilidad de los planes previstos para el cumplimiento del acuerdo"; f) si no hay oposición de acreedor o fuere denegada la impugnación por quien se hubiere opuesto o se hubiere prestado la fianza, el juez pronuncia la homologación; g) homologado el acuerdo no puede declararse la ineficacia de los actos celebrados por el deudor, sino "cuando de los estudios realizados al momento de celebrarlos o de otros elementos objetivos conocidos por los acreedores fuere indubitable que mediante ellos o las medidas previstas como presupuestos para su concreción, resultare imposible conseguir la superación de las dificultades o del estado de cesación de pagos". C. La dinámica del procedimiento que se incoa y la solución de las hipótesis sustanciales y sus implicaciones que promueve la regulación legal, impone expresar que, entre otras observaciones que merecen las nuevas disposiciones, puede señalarse: a) El objetivo legal, sin duda, es dar solución al problema de las dificultades creadas a empresas financieras (lato sensu) que se habían apartado del cumplimiento de las directivas técnicas del Banco Central de la República Argentina e incidido en desequilibrios de orden económico-financiero (22) o que por razones de mala administración llegaron a ese estado. Por la nueva ley queda superado todo problema planteable por la responsabilidad (lato sensu) que cabría a los directivos responsables de haber violado normas de orden público, lo cual hace a la política económica bancaria (23). b) el legislador ha incluido dos clases distintos de hechos: 1. Ocurrencia de dificultades económicas o financieras de carácter general. 2. Cesación de pagos. Estas dos distintas situaciones, motivo de regulación diversa en la legislación comparada (24), en tanto una se reglamenta mediante la administración controlada y la última mediante el acuerdo preventivo o la quiebra, sólo trae perturbación en el tecnicismo concursal, con olvido de las enseñanzas de la legislación comparada. c) surge contradicción entre el tratamiento "acogedor" que debe cumplirse con el acreedor extranjero, según indica la Exposición de Motivos cuando introduce el nuevo art. 4º de la ley concursal, con las posibilidades que se le otorgan para formular oposiciones. A no ser que se parta del supuesto de que esos acreedores extranjeros sean quienes han tratado de llegar al arreglo con el deudor nacional o se les haya hecho conocer el acuerdo mediante la noticia de otros acreedores. d) se desconoce qué mecanismo procesal sustancial utilizará el acreedor que, pretendiendo su incorporación en el acuerdo, estima encontrarse en presencia de acreedores carentes de calidad legítima para invocar participación en los cobros. No existe proceso verificatorio y por ende no hay posibilidad de control ni para los acreedores ni para el juez en relación a la legitimidad de los créditos que se invoquen. e) el acreedor opositor al acuerdo, que ha quedado desplazado de su situación crediticia y que por ende posee derecho legítimo de oposición, puede quedar minimizado su crédito por la concurrencia de otros acreedores (carentes de esa calidad), respecto a los cuales carece del derecho de contralor sobre el monto y legitimidad del crédito pretendido. E incluso, el juez sólo puede fundar la no homologación cuando el o los síndicos determinen ser la solución inadecuada para el deudor y esa oposición derive de la petición de un acreedor impugnante. f) se desconoce qué "acciones que estime pertinentes" puede deducir el acreedor opositor al acuerdo cuando no se admite su oposición. Sus posibilidades de contralor previo respecto a la contabilidad del deudor, en punto a regularidad y verdad de los asientos, y por ende la legitimidad de los créditos de los coacreedores, le impondrán deducir acciones de nulidad del acto jurídico u accionar en su caso, a su costa, en otras derivadas del ordenamiento. De allí a correr el riesgo de ser condenado en costas y perder cantidades de dinero que pueden ser superiores a su propio crédito. Máxime, cuando los pagos efectuados a otros acreedores "solamente" (voz fuertemente restrictiva) carecerán de virtualidad extintiva cuando de los estudios realizados al momento de celebrar el acuerdo "o de otros elementos conocidos de los acreedores" (con lo cual se invierte el "onus probandi" para el acreedor impugnante opositor), "indubitablemente" hubiere resultado "imposible" (¿cuando, dentro del cuadro económico-financiero existe imposibilidad para superar, no el estado de cesación de pagos, sino la "¿liquidez"?) conseguir la superación de las dificultades o del estado de cesación de pagos". Con esto se viola, no sólo la lógica jurídica, sino que se contraría el ordenamiento: 1. porque se impone al acreedor probar que los otros acreedores conocían ser imposible la superación de la solución propugnada, amén de tener que probar que los co-acreedores no son legítimos; 2. Resultar irrelevante la conducta del deudor que se encuentre en estado de cesación de pagos. Esto último excusa que la nueva ley haya mentenido la norma del art. 236, inc. 13 de la ley 19.551, que califica de culpable la conducta que dogmáticamente es "fraudulenta", así como lo dispuesto por la misma ley última en relación a no fijar término para la presentación en convocatoria ínterin la quiebra no haya sido declarada (art. 10, ley 22.917) y la derogación del inc. 5º del art. 236 sustituyéndolo por demora "injustificada" en la presentación en concurso. g) la regulación en comentario apunta a dar solución a problemas de grandes empresas financieras, contradiciendo, especialmente, los principios legislativos y doctrinarios modernos que entienden, uniformemente, que en estas cuestiones se encuentra, vitalmente, interesado el orden público. h) la nueva norma posibilita abusos. En tanto se cuestione la impugnación al acuerdo, el deudor, en estado de cesación de pagos, pese a quedar interdicto, puede continuar con la administración de sus bienes y perjudicar a todos los acreedores. i) indirectamente se admite que el acuerdo puede contener convenios singulares desiguales, contrariando el principio concursal de ser esencial a estas situaciones jurídicas su tenaz mantenimiento (25). Esto así porque el acreedor que pretenda oponerse al acuerdo sólo puede invocar "estimar inadecuada la solución para el deudor" (sic). j) la función esencial de la homologación judicial que se refiere a la legitimidad y conveniencia del acuerdo (26), desaparece. El juez actúa mecánicamente. Se vuelve, así, a proteger los intereses privados entre deudor y acreedores, olvidando que en los concursos es trascendente el tutelar los intereses del comercio y la economía crediticia y asegurar la moral del comercio, todo a través de principios justos y socialmente útiles a la comunidad. (1) "Por debajo del Estado -dice Recaséns Siches, en 'Filosofía del Derecho', de DEL VECCHIO, Giorgio, 'Estudios de Filosofía del derecho', t. I, p. 482, 3ª re-ed. 1946-, como orden jurídico vigente, se da una realidad social que lo produce, lo mantiene, lo reelabora y lo condiciona; una actividad cultural que tiene por contenido los problemas de la convivencia social y que es lo que produce como precipitado el sistema normativo del derecho vigente". (2) Cfr. Recaséns Siches, ob. cit., t. I, ps. 395 y siguientes. (3) RECASENS SICHES, ob. cit., t. I, p. 33, es claro en sus manifestaciones sobre el particular: "Aunque una institución -dice- tenga dentro del orden jurídico cierto carácter autónomo, no se halla desvinculada de todo el resto de las demás instituciones, sino que, por el contrario, está articulada con las demás, integrando el conjunto del orden jurídico vigente?en suma, es preciso integrarla en la totalidad del orden jurídico vigente. Esta es la labor que se llama de sistematización en el ordenamiento total". (4) Cfr. TREVES, GIUSEPPINO, "El estado de bienestar en el estado de derecho", D. T., 1959-XVIII-p. 5. (5) LABRUSSE, "L'évolution du droit français de la faillite depuis le Code de Commerce", en la obra "Faillites", dirigida por René Rodière, París, 1969. (6) YADAROLA, Mauricio, "El concepto técnico-científico de la cesación de pagos", J. A., t. 68, p. 89; FERNANDEZ, Raimundo L., "Fundamentos de la quiebra", Buenos Aires, 1937, "passim". (7) BONELLI, Augusto, "Dell fallimento, en el Commentario al Codice di Commercio de Bensa-Bonelli-Brunetti etc.", t. I, y núm. 339, Ed. Vallardi. Milán, sin fecha; MIRANDA VALVERDE, Trajano D., "Comentarios a lei de falencias", 3ª ed., Río-San Pablo, 1962, t. I, núm. 115. (8) Cfr. VITERBO, "Cesación de pagos", J. A., 69-sec. doc. 10; PROVINCIALI, RENZO, "Tratado de derecho de quiebra", I, núm. 78, traducción española de Andrés Lup Canaleta-José Romero de Tejeda, Barcelona, 1958. (9) Cfr. GHIDINI, "Oggetto del concordato preventivo. Contenuto e natura del decreto d'ammissione e della sentenza dì omologazione", Rivista del Diritto Procesuale Civile, 1940-1-91. (10) BONELLI, ob. cit. t. III, núm. 830. (11) Su origen técnico-legislativo, se halla en Roma, en la época de Constantino, quien la otorgaba como favor de príncipe; Posteriormente, fue proseguido por las reglamentaciones dictadas por Graciano y Valentiniano, que exigían imposibilidad momentánea de pago y otorgamiento de fianza; hasta llegar a la época de Justiniano en que la moratoria sólo podía extenderse hasta cinco años previo el acuerdo de la mayoría de los acreedores. España reguló el instituto, en las Partidas (Ley 33, título 17, Partida 5) y en la Novísima Recopilación (ley 15, Título I, Lib. V); Francia adopta el instituo (Ordenanzas de Colbert, del año 1673), lo mismo que Holanda (ley del año 1814) y Portugal. En nuestro país se impuso por el Código de Comercio de 1862 y más tarde por el del año 1889, exigiendo para su procedencia acontecimientos extraordinarios, imprevistos o fuerza mayor, La ley 4156 la mantuvo pero por los abusos cometidos, se derogó. (12) Cfr. NAVARRINI, Umberto, "La quiebra", núm. 2493, trad, y notas del español, por Francisco Hernando Borondo, Madrid, 1943; BONELLI, ob. cit. t. III, nº 885; ASCOLI, Prospero, "La moratoria ed il concordato preventivo", nº 1-19, Milán, 18%, trayendo amplia reseña histórica. (13) RUIZ GUIÑAZU, Enrique, "La quiebra en el derecho comercial argentino", ps. 198 y sigts., ed. Buenos Aires, 1926. (14) RUIZ GUIÑAZU, Enrique, ob. cit. ps. 29 y siguientes. (15) BONELLI, ob. cit. t. III, núm. 855; CASTILLO, Ramón S. "La quiebra en el derecho argentino", t. I, núm. 107, ed. 1940, PERCEROU, J. "Des faillites et banqueroutes et des liquidations judiciaires", núms. 1278 y sigts., París, 1907. (16) NAMUR, "Le Code de Commerce belge", t. III, núm. 2218, 2ª ed. Bruselas, 1884; BONELLI, ob. cit. t. III, núm. 855; BOLAFFIO-LEONE, "Del concordato preventivo y del procedimiento de las pequeñas quiebras" (ley del 24 de marzo de 1903, núm. 197), trad. Sentís Melendo-Rodríguez Aymé, con notas de Fontanarrosa. (17) SCARANO, Emilio, "El concordato preventivo extrajudicial", núm. 52, Montevideo, 1937. La Corte de Apelación de Milano, citado por AZZOLINA, Umberto, "Il fallimento e le altre procedure concorsuali", t. III, núm. 795, 2ª ed. 1961, nota 1, dice que "il concordato amichevole stragiudiziale risulta del complesso dei contratti stipulati singolarmente dai vari creditori col comune debitore uniti dal vincolo comme che deriva dalla comune intenzione di evitare il fallimento". (18) Cfr. SACARNO, ob. cit. ps. 73 y 107 señalando que el acuerdo preventivo extrajudicial se desarrolla "fuera de la intervención judicial", en tanto son "los acreedores árbitros de aquella solución". (19) CAVO, Enrico, voz Concordato (Diritto Commerciale), Tit. I, núms. 5 y sigts., en Il Digesto Italiano, señala que "la maggior parte dei codici vigenti non si occupa del concordato amichevole, ed è bene, perche esso rientra perfettamente nel campo delle libere contrattazioni private". AZZOLINA, ob., cit., t. III, nº793 señala que los acuerdos extrajudiciales preventivos "non infrequenti nella prassi commerciale, vengono per solito inquadrati dalla dottrina sotto la figura unitaria del cosidetto concordato stragiudiziale, ma è bene avvertire subito che questo criterio non ha un fondamento scientifico ed è frutto della grande confusione d'idee que regna nella materia". Y citando a Bolaffio. transcribe sus expresiones: "è un equivo contrapporre al concordato -che dovendo concludersi in giudizio è sempre giudiziale - un sedicente concordato stragiudiziale, mera creazione dogmatica senza riscontro nella legge". (20) Cfr. PROVINCIALI, Renzo, Voz Concordato stragiudiziale, en Novissimo Digesto Italiano, nº 1 y 3, en especial, donde expresa que la fragilidad natural de esta clase de concordatos tiene por base la expectativa de obtener unanimidad de los acreedores efectivamente existentes. (21) AZZOLINA, Umberto, ob. cit. t. III, núm. 796; BONELLI, ob. cit. t. III, núm. 717 y nota 2, en igual posición, aunque señala que si el tratamiento desigual es el resultado de "acuerdos secretos" con algún acreedor, es de aplicación la legislación común. (22) Cfr. RADKIEVICH, Oscar S. "Concurso extrajudicial preventivo: ¿los Clubs de Bancos son lícitos o ilícitos?, Rev. LA LEY, t. 1983-B, p. 932. (23) La cuestión entronca con la defensa y promoción de los intereses comunes económicos de la comunidad, según señala MARIENHOFF, Miguel S. "Tratado de Derecho Administrativo", t. IV, núm. 1522, p. 522), que se proyecta sobre el control técnico-financiero de las entidades financieras (VILLEGAS, Carlos Gilberto, "El poder de Policía financiero del Banco Central", en Revista del Derecho Comercial y de las Obligaciones, p 264, Buenos Aires, año 1977), en tanto la actividad empresaria financiera-bancaria muestra en su funcionamiento recortados perfiles de interés público (Cfr. BELLI, F. "Legge bancaria e politica del credito", en Revista Impresa, ambiente y pubblica amministrazione, t. I, p. 529; Ed. Giuffre, 1975; MARTORANO. F. "Controllo amministrativo e giudiziario sulla gestione delle aziende di credito", en Rivista Bancaria, publicación de la Asociación bancaria italiana, 1978, p. 486, sobre la necesidad de controles; ALAGNA, S., "Note in tema di regolamento del credito e del risparmio e di statuto dell'impresa bancaria", en Rivista Vita Notariale, p. 609, 1978). (24) ARGERI, Saúl A., "La quiebra y demás procesos concursales", t. I, p. 167, 2ª ed. 1978, Cfr. GARRIGUES, Joaquín, "Dictamen sobre la quiebra de Barcelona Traction, Ligth and Power Cº Ltd.", p. 14, Madrid, 1956, FERRI, Giuseppe, "Insolvenza e tempora-rea difficoltà", Rivista Diritto Commerciale, 1964-I, p. 445; DE BENITO, Lorenzo J. "La doctrina española de la quiebra", Madrid. 1938; PICELLA-POTENZA, "Disciplina del fallimento, del concordato preventivo, dell amministrazione controllata e della liquidaziones coatta amministrativa", p. 195, Milano. 1942; BONELLI, ob. cit. t. I, núm. 44. (25) VASSEUR, "L'égalité entre les créanciers chiro-graphaires dans la faillite", Paris, 1949. (26) CARNELUTTI, Francesco, "Sui poteri del tribunale in sede di omologazione del concordato preventivo", Rivista Diritto Procesuale Civile, 1924-II, p. 61; ARGERI, Saúl A., "Pautas de aplicación regulatorias de la homologación del concordato", Rev. LA LEY, t. 1979-B, p. 1167 y citas allí mencionadas.