NIETZSCHE y las fuerzas telúricas

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NIETZSCHE Y LAS FUERZAS TELÚRICAS
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NIETZSCHE y las fuerzas telúricas
ÓSCAR BARRAGÁN *
Resumen
Con motivo de la celebración de los 100 años de la muerte del pensador alemán
FRIEDRICH NIETZSCHE, en este artículo se exponen los principales temas de su obra y se
recalca la importancia de su aporte con respecto a la posterioridad, en particular, lo
que hace referencia a la ecología.
Sumario
I.
La influencia decisiva
II.
El respectivismo y el vitalismo
III. El criminal honesto
IV. La voluntad de poder
V.
La afirmación nietzscheana
VI. La voluntad de poder y el eterno retorno
VII. La ética aristocrática
VIII. La creación
I. La influencia decisiva
La influencia decisiva de NIETZSCHE en todos los resquicios del pensamiento filosófico,
su presencia magna en movimientos que escapan a la tradición, su furioso ateísmo
que le abre un lugar sobre todo entre los jóvenes, su inscripción en ideologías que
muchas de las veces traicionan el palpitar de su pensamiento, las múltiples lecturas
hechas desde campos muy diversos convierten a este filósofo en materia explotable
*
Profesor de Humanidades de la Fundación Universitaria Autónoma de Colombia.
Fundación Universidad Autónoma de Colombia
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ÓSCAR BARRAGÁN
por tendencias de pelambres muy diversas. Hay un NIETZSCHE para el católico cristiano
que usufructúa el misticismo que pende de su ateísmo, un NIETZSCHE para el
autoritario que desprende de la aureola de la voluntad de poder su legitimidad, un
NIETZSCHE que desde la misma teoría de la voluntad de poder erige un túmulo para
lanzarlo contra todo poder, un NIETZSCHE en fin para la utilización que se quiera darle.
Hasta un NIETZSCHE de caricatura, de supermercado y para amas de casa, feminista,
y homosexual, ¿posmoderno?
Se ha hecho, con todos estos usos y abusos, del filósofo de la voluntad de poder el
heraldo que pregonaba en el siglo XIX, los movimientos que atravesarían el futuro
que se avecinaba.
Es decir, el NIETZSCHE visionario campea en cada una de estas pelambres a veces tan
opuestas.
Ahora bien, ¿cuál de estas posiciones apocalípticas no es entregada como soldadura
de las otras, como unificación de los opuestos, como unidad de estos opuestos, como
dominio o poder sobre la voluntad de poder?
II. El perspectivismo y el vitalismo
Es bien sabido que el perspectivismo, la teoría relativista según la cual, la verdad se
fragmenta para entregar una gran cantidad de aspectos que varían cada uno de los
otros, de acuerdo a la posición de éstos con respecto a ella, fue sostenida con ardor
e incandescentemente, por NIETZSCHE. Ahora bien, si no hay un único NIETZSCHE, si su
pensamiento gravita en torno a tantas fragmentaciones de la realidad cuantos lectores
han incursionado en el espesor enmarañado de su obra, ¿no obedece tal fragmentación
a su contacto, palmo a palmo, tan próximo, con la materia indeliberada, sorpresiva,
inesperada e imprevisible de la vida? ¿Cuándo se ha visto a la vida abarcada por una
sola visión, enlazada esta última por una ley? ¿Cuándo la vida se ha dejado endilgar
una sola ley, a la que se sometiera? ¿Cuándo sobre ella se ha colocado una sola y única
ley? Ley y vitalismo parecen inconciliables. Es la vida, al contrario, la que crea su ley,
es la vida en su multiforme aparición la que grava cuántas leyes ha de menester.
Así pues, el vitalismo de NIETZSCHE nos ofrece abundancia de vivencias en las que el
perspectivismo adquiere emergencia de bólido. En otras palabras, es porque el
vitalismo graba un perspectivismo que la teoría de NIETZSCHE propicia tantas y tan
encontradas posiciones, mas ¿no es esta clase de perspectivismo la ocasión en la que
la teoría se enfrenta cara a cara con la vida?
El visionario NIETZSCHE, profeta del eterno retorno y de la voluntad de poder, es un
visionario que vislumbra el porvenir más próximo a través de la celosía del
perspectivismo, es decir, de la seudoteoría del “punto de vista”. A propósito de su
doctrina del eterno retorno él mismo confiesa que es una parodia de doctrina. ¿No
querrá decir esto que sólo hay doctrina para aquel que está dispuesto a donar el todo
de la verdad, el objetivismo del saber, el pensamiento del todo, por una migaja de
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visión, su visión que le priva del resto que en ellos también es punto de vista y a los
que algunos llaman todo? Si él mismo califica de parodia a su doctrina, no está
avisando con sutileza y sugestión que al fin y al cabo es una doctrina si se lo asume
así; y si se asume la idealidad de una sola verdad, de una sola ley; de un solo mirar
objetivo, para un objeto que no variaría tornasolamente de acuerdo al ángulo desde
el que se lo mire.
“NIETZSCHE con nosotros”. El NIETZSCHE invocado por todos los que quieren hacerlo servir
a sus fines so pretexto de anuncios que el profeta - vidente adelantó en su época para
un futuro incierto es pues defraudante, ¿si la diletancia, que en nombre de las
vivencias, de lo que se quiere hacer ver entre los entresijos de la realidad con su obra,
se quiebra en pos de una incursión más adelantada y prolija de la misma?
A menudo, con NIETZSCHE se sostiene que la verdad no existe si hay tantas verdades
como sujetos hay; que de este modo el actuar de cada uno tiene cabida en el concierto
de los otros, es decir, cuando su obrar rompe con un “imperativo categórico”. Con el
imperativo, la moral adquiere visos universalizantes, la moral se eleva y se pierde en
las brumas de la abstracción perdiendo contacto con los sujetos frustrados por ello,
al no poder ajustarse a tan severa ingravidez. La crítica kantiana de la moral alcanza
dicha esfera en la que los sujetos morales se constituyen en el momento en que la ley
se retira a lo alto y no deja en ellos más que un vacuo anhelo de alcanzarla, se diría
un horror al vacío en su propio corazón. “La ley moral en mi corazón y el cielo
estrellado... “. FREUD, por su parte nos cuenta una historia similar en Tótem y tabú
cuando explica el surgimiento de la moral por medio de la muerte del padre en la horda
primitiva, crimen del que los primitivos no saben cómo aprovechar pues ellos matan
a este padre para ocupar su lugar sin no obstante llegar a ocuparlo nunca. Crimen
sin consecuencias, acontecimiento sin acontecer en FREUD. Frente a la declaración
kantiana: “La ley moral en el corazón y el cielo estrellado sobre mi cabeza”; NIETZSCHE
sería aquel visionario que robó para el corazón el fulgor de las estrellas, que hendió
un nuevo gravitar de estrellas danzarinas rompiendo el cielo con dedos creadores y
sacando chispas de una moral que se hacía más caótica. “Todo está permitido, nada
es verdad”, bendeciría las acciones más osadas y fuera de la ley. Caos de la moral, gesta
nietzscheana.
III. El criminal honesto
Él mismo hundido en el caos de la locura escribe: “traigo la noción de un criminal
honesto”. ¿Honesto con las consecuencias de su actuar? ¿Honesto consigo mismo,
con la ley que deriva de su actuar, no siendo esta ley previa a su actuar?
Criminalidad y honestidad: he aquí un enigma, un azar y un horrible fragmento; tres
ingredientes, cual chispas del caos. Los hombres completos, íntegros, acabados, en
los que la humanidad apunta ya a su metamorfosis en potencia sobrehumana, son
criminales cuyos actos no responden a un concepto único aplicable a todos los
hombres, no responden a un concepto aplicable a todo acto posible, no responde a un
concepto aplicable a la experiencia posible, son de este modo azar. Son “hombresFundación Universidad Autónoma de Colombia
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fragmento-de-lo-que-ha-de-venir”; mitad hombres, mitad sobrehumanos; pisando
tierras en las que el poder va hasta el final de lo que puede, y este ir es un terrible
enigma. Son honestos con el poder que va hasta sus últimas consecuencias. ¿Acaso
no todo poder va hasta el final de lo que puede? Y más aún: ¿qué hay en el recorrido
de cada poder hasta el final de sí mismo si no un agotarse o extinguirse como tal poder?
¿Es que “ir hasta el final de lo que puede” agota al poder que así lo pretenda? ¿La
voluntad de poder es voluntad que se agota al quererse como poder?
IV. La voluntad de poder
Cuando todo poder quiere ir hasta el final de lo que puede, en este ir parece ser que
el nihilismo se infiltra en el querer de todo poder, pues si el poder llega hasta el final
¿qué más puede querer si no su extinción al no tener más que querer? He aquí un
peligro para la voluntad de poder, que no se puede conjurar con la sola presencia del
azar, como índice de lo desconocido, es decir, el presentimiento o certeza de no saber
qué es lo que hay en el recorrido de todo poder y, más allá, en su final, terrible enigma.
¿Qué hay cuando se cumple el devenir, cuando se cumple el querer de todo poder, el
cumplimiento de la voluntad de poder? ¿Es destrucción lo que conlleva la voluntad
de poder? ¿Es la voluntad de poder igual al caos?
No es que NIETZSCHE fracasara en su intento de dotar a la voluntad de poder de un
impulso que la trascendiera de lo humano a lo sobrehumano; fracaso que ostentaría
el blasón de la crítica de la pura moral kantiana colocándola en la cima de las
aspiraciones de toda moral posible.
El horrible azar en que NIETZSCHE se sumió no es una consecuencia de la caída del cielo
estrellado e inaccesible de la ley moral que rompe el corazón del hombre, aplastándolo.
No podemos medir el alcance de una obra por el final ya sea catastrófico o no de su
autor. Ni siquiera la vara de una obra puede extrapolarse denegando el alcance de otra
obra. Si bien NIETZSCHE subvierte el ideal kantiano de una moral universal, no lo hace
sino a la manera en que su obra ostenta la necesidad de afirmarse. En ningún
momento NIETZSCHE es un KANT mejorado, amplificado, rebajado o, negado. Para él, si
hay un imperativo universal de la ley moral, éste se condice con el principio del
individuo, es decir, une lo universal con lo singular. Se trata de una subversión en la
que la caída de la ley moral opera una metamórfosis en la que el espíritu como singular
se afirma y forma con la ley de la vida. La vida crea sus formas, sus leyes llevando el
querer al poder, y llevando el poder al querer. La ley vital dice: todo poder – toda fuerza
va hasta sus últimas consecuencias. Lo singular, esto es la forma del individuo, se
determina como poder, como fuerza. El imperativo, el deber, la ley, es pues, la
conquista, por parte de una fuerza, de sus extremos. Inversión de la moral kantiana.
¿No es esto lo que se conoce como revolución copérnica de la moral, esto es: el obrar
no es bueno por someterse a la ley, es la ley la que se legitima o no, vital o no, si está
avalada por un querer que hace que la fuerza tienda a sus extremos? No “tu debes”,
sino “yo quiero”. ¿Querría esto decir que el individuo se disuelve en el mismo momento
en que se forma o es formado por la ley vital, ya que ir “hasta sus extremos” significa
para la fuerza extinguirse?
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V. La afirmación nietzscheana
Por lo menos, NIETZSCHE no cayó en respuestas rápidas a la manera de monstruos
lógicos como las superaciones que conservan lo que niegan, como si se pudiera
afirmar negando, ilusión de la razón que invierte la perspectiva, y lo que deja no es
más que una negación con apariencia de afirmación. NIETZSCHE desdeña la dialéctica.
No habla de “superación” en este sentido, habla de metamorfosis. Las metamorfosis
son como grados del círculo en el que se resuelve el perspectivismo. En la metamorfosis
más conocida la mariposa no niega a la oruga, la mariposa, esa “red de despedida en
la medida del pasado” como dice NELLY SACHS, es la potencia de vuelo que se desarrolló
a partir de la apariencia de negación como charco o resultado de su afirmarse; charco
dejado por la oruga cuando ésta llevó su potencia a su último extremo. Como dice EMILY
DICKINSON:
“Se estrecha mi capullo, me ciegan los colores y estoy buscando el aire en torno mío,
saber oscuramente que voy a tener alas afea mi vestido. Poder de mariposa será este
don del vuelo, prados de majestad nos brindan fácil huida por el cielo. Así he de
aguardar el signo y cuando me hagan señas perpleja he de quedarme, y erraré alguna
vez si al fin encuentro esa divina clave”.
Sí. La afirmación que se afirma ella misma, la inmanencia de la vida, el rompimiento
con la trascendencia del “deber ser” o la transdescendencia de la mediación, es lo que
hace de NIETZSCHE el poeta de la fuerza cargando al hombre de rocas y de estrellas,
mariposas. Colores ontológicos inauditos. Este es su parentesco con RIMBAUD. Todavía
nadie sabe el “buscad H” de RIMBAUD. El imperativo como fuerza y azar: y como dice
(tal vez aristotélicamente) RIMBAUD: ¿Qué culpa tiene el violín al estar hecho de
madera? Y ¿qué culpa tiene la madera de convertirse en violín?
El “deber ser” y la mediación superadora no son más que compromisos con la
trascendencia, ponen en tela de juicio la ley vital.
Los compromisos con la trascendencia traen su carga de culpa, de “resentimiento”,
de juicio, de miedo. De vida suspendida más allá, conculcándole su poder de crear y
crear leyes, escamoteando la voluntad de poder por un juicio en que lo negativo juzga
dejando una afirmación sólo como secuela, como sombra. La vida juzgada y sojuzgada
en nombre de valores eternos lleva el nombre de moral. Hay, tal vez si hacemos caso
a NIETZSCHE, mucho de trascendencia en SÓCRATES cuando juzga la vida en nombre de
valores eternos, de leyes que no dimanan directamente de ella, que no son afirmaciones
vitales sino constructos que se alzan sobre las ruinas de la fuerza malograda, de la
afirmación truncada.
LEÓN CHESTOV dice en su libro La filosofía de la tragedia (página 26):
“Las obras de NIETZSCHE no contienen una respuesta, sino una pregunta: aquellos que
han rechazado la moral y la ciencia ¿pueden aún abrigar alguna esperanza?”.
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Tal vez, los sicarios y narcos colombianos rinden homenaje a la “voluntad de poder”.
En verdad la voluntad de poder trepida cuando hace escuchar sus voces. Clamor
de la voluntad de poder que desaloja la ilusión trascentral de culpa, miedo, deber
ser o mediación superadora.
La catadura de la fuerza se fragua en el choque con otras fuerzas empujadas todas,
por esto, a su extremo. La idiosincrasia de la fuerza es la belicosidad erigida en motor
de individualidad.
La voluntad de poder no quiere el poder, no anhela hacerse atribuir valores; destruye
los valores para crear otros nuevos, es voluntad de crear. La creación como
elaboración de la potencia, se hunde en el caos para extraer nuevas configuraciones
de ser; ley vital.
Los narcotraficantes y sicarios quizá son la placa fotográfica no revelada, el negativo
de los nuevos héroes que vendrán salidos del caos, invocando nuevas tiradas de
dados surgidas del caos en el que se hunden y sucumben los héroes negativos. Sin
embargo, el empuje a lo sobrehumano de los héroes negativos termina por
mancillarnos a todos hasta el extremo de interiorizar su negatividad, su visión
negativa. Mal de época, quizá.
VI. La voluntad de poder y el eterno retorno
La voluntad de poder y el eterno retorno se anudan en un estrecho enfilar en pos
de nuevas formas de vida; dice la voluntad de poder invocando el caos del eterno
retorno: “lo que quieras quiérelo de tal manera que quieras su eterno retorno”. La
máxima de tu acción alcanza su universalidad en el solo acto mismo del retornar;
en otras palabras, sólo eres en la medida en que tu querer se curve sobre sí mismo
potenciándose. Si quieres lo que quieres, lo quieres también queriéndolo que vuelva
una y otra vez. Tu querer al redoblarse en un círculo tortuoso sin principio ni fin,
redobla su potencia en este mismo infinítuplo. Lo querido una vez invoca el infinito,
ya es potencia redoblada. Así el querer y el poder se entreveran íntimamente, se
invocan, se redoblan: hay querer en el poder, hay poder en el querer...
Quizás el círculo tortuoso del eterno retorno, círculo sin centro, sea ese caos, esa
inmanencia de la vida: azar indomable en el que se sumergen las fuerzas para sacar
de cada una de ellas todas, cuando cada una va hasta el final de lo que puede. Os
convertiréis en caos, decía PASCAL, a lo que responde NIETZSCHE: “Hemos cumplido esa
profecía”. Ir hasta el final de lo que puede significa para una fuerza revelar las otras
fuerzas contenidas en ella, empujarlas al final de lo que pueden despojándolas y
despojándose a su vez de lo negativo.
Todas las fuerzas se implican unas a otras, en cada una están todas y todas están
en cada una. Para que el perspectivismo no sea un dogmatismo es preciso que cada
uno de los puntos de vista esté comprendido en un pasaje permanente hacia los
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otros. El perspectivismo no sería, entonces, un relativismo en el que la verdad varía
de acuerdo a un sujeto, sino el conjunto de condiciones bajo las cuales la verdad de
un pasaje de fuerzas, de una variación, se presenta al sujeto. El sujeto pasa por una
serie de cualidades al nivel de cada fuerza. “Forma superior de todo lo que es”, es
así como NIETZSCHE describe al superhombre, mosaico de estrellas y de rocas, de
fuerzas que pasan unas en otras. Dinamismo de fuerzas y perspectivismo se
implican, de lo contrario ¿cómo explicar que cada punto de vista esté en un pasaje
permanente a no ser acudiendo a la fuerza que opera dicho pasaje?
La fuerza al extenderse hasta su extremo pasa por otras fuerzas, y empuja a las otras
hasta su extremo revelándose en ellas. Una fuerza agotada no es la que va hasta su
extremo, una fuerza agotada es la que no entra en coalición con otras fuerzas y, de
este modo, “desconoce” su poder y el de las otras. Una fuerza conoce el poder de las
otras como lo que llega tarde a su propio seno, lo diferido, la distancia. Aquí la fuerza
afirma la distancia, lo diferido es afirmación, diferencia. La fuerza cuando va hasta
su extremo cuenta inmediatamente con los medios para hacerlo. Cuando decimos
que toca su extremo decimos que lo que difiere se interpone, se pone a su alcance
para estirar aun más su alcance propiciando un devenir de la fuerza, una
metamorfosis de la fuerza. NIETZSCHE afirma que sólo la energía noble, la fuerza noble
es capaz de transformarse; ocurre con la fuerza lo mismo que con los gases nobles:
sólo se quieren a sí mismos transformándose incesantemente.
VII. La ética aristocrática
Es una ética aristocrática la que señorea la “dinámica de las fuerzas”. NIETZSCHE
advierte sobre los peligros que amenazan a las fuerzas nobles o activas: podrían caer
en un devenir reactivo cuando no saben aprovechar la ley que las rige. Esta ley reza:
“ir hasta el final de lo que pueden”, asociándolas con la actividad de las otras fuerzas.
Cuando las fuerzas no cumplen su ley, caen en un agotamiento, son incapaces de
transformarse, su querer ya no va hacia la figura del círculo sin centro, del caos
informal del que extraen sus formas, no saben reformarse en el légamo de las formas
para elevarse desde allí hacia la forma superior de todo lo que es. Su devenir es
reactivo. Su pasaje es truncado, su verdad es única; el círculo del eterno retorno no
girará para entregar kaleidoscópicamente el perspectivismo. El perspectivismo no
liberará todas sus metamorfosis como grados por los que pasa al son vital. Cuando
las fuerzas van hasta su extremo desembocan en el círculo del que ningún individuo
encuentra el centro y en el que las fuerzas encuentran su perpetuo “ir hasta el final”
retornando incesantemente, como conjunto de condiciones fortuitas bajo las cuales
la variación entra en cada una como razón de todas. El eterno retorno cumple la
voluntad de poder. Cumplimiento de la voluntad de poder, mediodía.
Eterno retorno y perspectivismo entablan su entente, su pacto en los mismos nudos
que la línea recta de la voluntad traza con el círculo eternamente descentrado, caos
informal, del que salen todas las formas. Y en su cresta la forma superior de todo
lo que es: el hombre cargado de estrellas y de rocas.
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JOSÉ LEZAMA LIMA en Las imágenes posibles escribe (página 55):
“Lo primero que llega es el que siempre se va quedando entre las interposiciones,
naciendo de la distancia entre las interposiciones, naciendo de la distancia entre las
cosas, adquiriendo su sentido de metamorfosis que justifica sus fragmentos. Esa
distancia, esa ausencia de las cosas, no es su enemistad sino una llaneza de
inmediato, donde deslizamos el espejo que suda rocío de enigmas y la lenta
transpiración o vapor de las fuerzas que convierten al hombre en “splendor formae”.
El individuo, la persona, la máscara, la mascarilla, ya está en otra dimensión.
Había sido cocinero en Madagascar, pasajero en Sumatra, general en Honolulú,
periodista-religioso en las Galápagos, poeta en Oomrawutte, fracmasón en Haití, y
además LEÓN LÓPEZ HALCÓN llamado también el venado, bananero en Barranquilla,
muerto en gag en Connecticut, frente al chase. Fauna tediosa que juega al tertulión
inocuo y a la royal research, incesante y profético”.
Como escribió NIETZSCHE, quizá desde su pensamiento más abismal, el que a
rajatabla y mesiánicamente partiría en dos la humanidad: “Una cosa que repugna
a mi modestia es que en el fondo soy todos los nombres de la historia”.
El círculo sin centro del eterno retorno al girar como tiovivo cósmico engendra un
perspectivismo del que nacen los individuos. El círculo es vicioso por su recirculación,
¿no sería esta viciosidad la que entrega un mundo con todos sus individuos
conformados por el entrechoque de las fuerzas? Cosmos y caos no se contradicen
si bien el cosmos puede correr el aciago albur entre los albures de verse engullido
por el caos como agujero negro que todo lo traga. El círculo gira para que haya
mundo, y en su girar dispersa una pluralidad de puntos de vista cada uno
correspondiente a un arco (un doblar, una porción de fuerza, línea de anca). El punto
de vista engendra un individuo, el punto de vista es matricial y es anterior al que
en él va adquiriendo una forma, sujeto naciente.
Una voluntad que se quiere igual, que se quiere la misma a través de todos sus
cambios, a través de todas sus metamorfosis, la necesidad en connubio con el azar,
el caos-cosmos, el caosmos, he aquí un enigma que brilla con luz de cientos de soles
en la línea astillada de la voluntad de poder enmarañada y multiplicada en los
meandros de los “arcos fuerzas” del eterno retorno de lo mismo. ¿Por qué NIETZSCHE dice
eterno retorno de lo mismo y no eterno retorno de lo otro? Si la voluntad se quiere la
misma a través de todos sus cambios con los cuales desemboca en el caos del eterno
retorno, menciona su afuera en la acción misma de efectuar lo que lleva a cabo con
los cambios: quererse para volverse a querer. La fuerza quiere su regreso, su retorno.
El querer es fuerza, poder que no se agota en el tender hacia su extremo. Fuerza que
se quiere como fuerza. Querer que es fuerza al volverse a querer. El poder no
escamotea el querer. El querer no elude el poder. “Querer es crear” dirá en alguna parte
NIETZSCHE. Y la creación invoca fuerzas, a riesgo de toparse con aquellas que impiden
con su enmarañamiento la operación que las invoca. La creación hunde sus raíces en
el caos de las fuerzas apeladas por el redoblamiento del querer.
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Colombia ha sido sacudida, desde que ostenta los hilos de su historia, por fuerzas
irreconciliables hundidas en el caos, no obstante no haber sucumbido en el
desideratum de las creaciones conjurativas del caos. Estamos tendidos en el caos con
todas las fuerzas clamando creación, exhaustas, en medio del recorrido de todas ellas
cuales ríos que embocan al mar. Y lo invocan peregrinamente en su afán de no verse
desahuciadas. Lo extraño del escamoteo de la creación por una guerra interminable,
aquí en este trópico, asombra al observador de cuello sobresaliente de las fuerzas en
pugna por hundir sus raíces en el caos. “Hay que querer la paz como medio para
nuevas guerras” lanzaba NIETZSCHE en el Zarathustra. Ahora bien, en casi todo
colombiano en el que hizo su trabajo lo negativo, parece estar anidando un “narco”,
un “farc”, un “para”, un héroe negativo en suma, queriendo la guerra como medio para
nuevas guerras, el exterminio total, el agotamiento generalizado. La consumación del
“deber ser”, el imperativo categórico periclita y, se consuma en el fascismo no
generalizado agotador de la fuerza y el querer: querer destruir, hundirse en el caos.
Consumación de la fuerza igual a su consunción, a su escamoteo. En Colombia
resuena una y otra vez esta ecuación al fragor de las balas henchidas de poder de
destrucción: destruir a los demás, a sí mismo. Bellum omnes contra omnium
esquilmando la fuerza.
Voluntad de poder mal entendida. Perspectivismo escamoteado y deformado.
VIII. La creación
Habría que ir al caos para sacar de él algo nuevo —lo nuevo—, es decir crear. Habría
que destruir para crear nuevas posibilidades de vida. Habría que creer en la creación,
creer en el entresijo del crear. Crear es creer en la vida. De los héroes negativos vendrá,
tal vez, la creación. Pero no son ellos los que ponen manos a la obra. Aquí en Colombia
¿cuándo empezaremos a crear? ¿Cuándo los héroes negativos darán paso a los héroes
positivos? ¿Cuándo se completará la creación? ¿Cuándo cumpliremos la voluntad de
poder?
Si bien el caos circunda las fuerzas y al girar las metamorfosea revelando en cada una
a todas, convirtiéndolas en punto de vista; el girar que más nos colma a nosotros, —
paras, narcos interiorizados— es en el que ellas sucumben, deviniendo reactivas.
En un texto sobre NIETZSCHE de gran sabiduría, MICHEL HAARD estampa:
“El eterno retorno aparece como una simple interpretación, interpretación del
devenir según la perspectiva del ser, pero como la interpretación suprema a la que
se puede elevar la voluntad de poder, porque ella le asegura el mayor triunfo, el
triunfo eterno: mediante la voluntad del círculo se asegura a sí misma y asegura el
dominio constante del caos, es decir, la certeza de superar infinitamente el retorno
mismo de lo negativo”.
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Resulta pues que lo superado es lo negativo, el retorno de lo negativo, del hombre
pequeño. Voluntad de poder y eterno retorno conforman una poderosa fuerza
centrífuga que expulsa lo negativo. El eterno retorno es selectivo, encierra dentro de
su círculo distancias indescomponibles no negativas. Expulsando lo negativo. En el
encuentro de dos fuerzas, en su implicarse-complicado, al seno del eterno retorno, la
distancia que las diferencia no es negativa. La distancia, al contrario, afirma de la que
difiere, la sola diferencia. La diferencia apela a la diferencia. La diferencia espejante
a lo largo de esta distancia no niega lo distinto. ¿No es este el terror de los
exterminadores? Nuestros pequeños terrores, angustiados por eso que retorna y no
podemos anular del todo. Mas es una revolución copernicana a expensas de la caída
del ideal de la pura moral operada por NIETZSCHE, de cuyo tesoro al término de la
expulsión de la negación constituye la médula de la nuevas morales, que una pura
moral. El restituir la afirmación a lo que difiere por sí mismo, tarea puesta a cuenta
suya, dibuja el horizonte pragmático en el que los individuos, grupos, colectividades
y sociedades encuentran su más acogedor topos, anclados en el cual los ethos futuros
reticulan sus principios y pautas constructoras. Destruir, sí, pero destruir para
construir, deviene la agrimesura de la fuerza selectiva derivada del eterno retorno.
Destruir para encontrar sitio en el que anclar las nuevas formas, los nuevos modos
de vida.
Hoy en día HANS JONÁS, en su Ética de la responsabilidad, expone un imperativo
ecológico atravesado de cabo a cabo, —en el anhelo de encontrar lugar para futuras
acciones en un planeta cada vez más precario—, por ecos nietzscheanos “obra de tal
modo que los efectos de tu acción sean compatibles con la permanencia de la vida
humana sobre la tierra”. Se agregaría de buena gana: “de toda vida humana” cargada
de estrellas y de rocas, condicente con la creencia en la tierra en tanto en cuanto
posibilitadora de los conocimientos y voluntades ciclópeos dote de lo sobrehumano.
“La tierra es la ligera”, leemos en el Zarathustra, no obstante engalanarse su
resistencia con negatividades a las que cambia en bienes por los gritos arrancados de
su seno, por tantas guerras estériles. La tierra trueca en positivo lo negativo. La
ligereza es la metamorfosis de las fuerzas apelando a una creación. La voladura de
oleoductos —práctica de grupos hasta hace poco— arrancando de la tierra uno de los
más preciados líquidos para las sociedades industriales, en su derramamiento deja
intacto el carácter posibilitador de la ligera, deja intacto las fuerzas que emanan de
su seno. Las fuerzas emanadas de la tierra fascinan a CEZANE quien las pinta una y
otra vez en los, como diría ROCA, “aires como lentas sucesiones de montaña”; rastreo
geológico de la tierra siempre en movimiento, siempre en sucesión esparciendo la
buena nueva de una voluntad de poder al compás de los ritmos pulsados por una
geología de la moral.
Geología de la moral, de cuya pregunta, ¿por quién se ha tomado el hombre?, responde
al son de JONÁS la otra pregunta, ¿no son las fuerzas de la tierra en su alzarse las que
dibujan las figura-hombre? atiborrada de escalofríos, lanzada por los creadores de las
mil mesetas. Es el “sin embargo” posibilitador de la ligera rociando en el fósforo de
nuestras angustias y temores, tranquilidad por todas las voladuras de oleoductos y
torres de energía y tantas otras atrocidades, rasguñadas con los dedos de la respuesta
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que a la ligera toca en su manto de posibilidades, manto cargado de rocas y de
estrellas. ¿Por quién te habías tomado volador de oleoductos? ¿Por quién te tomas
volador de torres? Desde luego no hay ligereza en tu acto precipitado de sacar las rocas
y las potencias para regarlas gratuitamente y negativamente en un derroche y
berrinche impotente e imposibilitador. Antes que la política está una geología de la
moral o, una geopolítica en la que estar cargado de rocas se condice con la ligereza en
un abrazo cuerpo a cuerpo con la tierra. El levantarse de las fuerzas de la tierra, su
ligereza, dibuja las fuerzas del hombre, su forma o figura sobre la arena de una playa
tempestuosa. Este alzarse (afirmase) de las fuerzas de la tierra constituye la
afirmación del hombre.
¿Acaso la afirmación no es llamada también la ligera? En cualquier caso se trata
de desembarazarse del lastre de lo negativo restituyendo afirmación al poder y
recusando la pesadez de lo negativo. Las más altas consideraciones, ya venidas
de Grecia, ya venidas de la India, acerca de la batalla no escatiman esfuerzos por
soltar el lastre de lo negativo. La batalla no consistiría aniquilando al individuo,
alzarse con la presea de sus fuerzas ya inútiles. Siquiera la composición de
fuerzas inherentes a la batalla, invocada de acuerdo al menester guerrero,
evasivo de la negatividad mediadora, no casa ora con la aniquilación del otro, ora
con su avasallamiento. Su modelo no es el ajedrez; su modelo es el GO, juego de
estrategia espacial en el que las fichas no ocupan o invaden el espacio del
adversario; saltando, más bien, sin que la jugada aniquile la ficha sobre la cual
se hizo el salto. Para darle al rival más posibilidades. De tanto tener un modelo
sumatorio y sumario de los resultados, sin importar el saldo de bajas en todos
los bandos, obviamos el jaque mate, irreversible gambito de la tierra en su
calidad de enemiga última de trasfondo. Para darle al otro más posibilidades. De
tanto esquema estratégico ajedrecístico para una voluntad de poder que se
quiere victoriosa aniquiladora, conducimos, todos los adversarios, a despojarnos
de rocas y estrellas cargándonos al unísono de una negatividad arrasadora y
devastadora del planeta. ¿Por quién nos hemos tomado? Por muchas leyes de
sanción económica, promulgadas en tantas otras reuniones como las de Río de
Janeiro, lo conducente a desbaratar las políticas del “beneficio” aniquilador se
descuida enormemente. Para la muestra un botón: se “elevan los impuestos” a
aquellas empresas productoras de desodorantes en aerosol puesto que éstos
amenazan la capa de ozono. Esto está mal mientras no se tomen medidas contra
otros productos igual o peor de amenazantes como las neveras. Ni faltaría más,
diría el victorioso beneficio. La imagen revelada del planeta sigue siendo la de la
catástrofe inevitable tras los tum-tum de gloria del beneficio. Se celebra una
fiesta en el Titanic: su colisión no preocupa a sus gobernantes cuando la ven
inevitable limitándose a reducir la velocidad mas no su dirección. Es menester
reducir la velocidad mas no el choque que se avecina. Pongamos más leyes
económicas favoreciendo el uso de las sustancias en otro sentido, más leyes
costosas pues el sostenimiento de toda ley también obedece a las leyes del
mercado, más leyes acrecentadoras de descontento y malestar, más leyes con
todo su aparato pesado y su lastre de negatividad, más leyes, más y más leyes
en la que se escabullen muchos otros problemas reales. Obviamente las leyes
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ÓSCAR BARRAGÁN
sirven, más no solucionan los problemas, las leyes nacen de problemas mal
planteados. A problema mal planteado solución parcial, si no ausencia de
solución o postergación de la misma. ¿No habría que hacerle caso a NIETZSCHE
cuando profetizaba para la tierra un dominio compartido por parte de filosofías
fundamentales? Para lo que nos ocupa ¿no basta el direccionamiento de toda la
economía en otros tantos sentidos, ocasionados por la ruptura de la negatividad
del beneficio? ¿Es incoherente una economía que fisure el beneficio en provecho
de filosofías fundamentales acudientes a un planteamiento moderno de los
problemas? Filosofías forjadas éstas en la fragua del arte y la ciencia. El arte y
la ciencia, en lugar de esas formaciones soberanas denominadas estados,
economías del beneficio, religiones e instituciones portadoras del tufo de rebaño.
Pues el arte y la ciencia plantearían esos problemas a fuer de los cuales
apropiándoselos negativamente no se ficcionaban finalidades escamoteadoras
de las fuerzas reales portadas por relaciones sociales creadoras. Las formaciones
soberanas se montan sobre el círculo del eterno retorno imprimiéndole una
finalidad —el, que no tiene principio ni fin— y un sentido ajeno a su palpitar
funcional. Reforzar la economía del beneficio no está dentro de los planes de una
formación liderada por el arte junto con la ciencia. La conciencia evitadora de
una “tierra vasta cantera abandonada” con el desierto creciendo a su alrededor
se desembaraza del lastre de lo negativo. El arte y la ciencia taponarían,
obviando, las finalidades lastradas por formaciones de soberanía. Mientras
tanto, el desierto crece.
Bibliografía
DELEUZE, GILLES, NIETZSCHE y la filosofía, Editorial Anagiama, 1982.
KLOSSOWSKI, PIERRE, NIETZSCHE y el círculo vicioso, Editorial Seix Barral, Madrid, 1980.
NIETZSCHE, FRIEDRICH, Así hablaba Zaratustra, Editorial Brugeira, 1980.
NIETZSCHE, FRIEDRICH, El crepúsculo de los ídolos, Alianza Editoria, 1984.
Economía y Desarrollo - Marzo 2002, vol. 1, N° 1
NIETZSCHE Y LAS FUERZAS TELÚRICAS
Esta publicación se terminó de imprimir
en marzo de 2002,
en la Fundación Cultural Javeriana
de Artes Gráficas -JAVEGRAFBogotá, D.C.
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