Contratos civiles y mercantiles. Los criterios de mercantilidad. El Derecho Mercantil es autónomo e independiente. Surge en la Edad Media (siglos XI-XIII) como consecuencia de la inadaptación del Derecho común ante la aparición de una nueva economía urbana y comercial que desplaza a la economía feudal y agraria de la Alta Edad Media. Aun siendo un Derecho autónomo e independiente, no puede hablarse de la existencia de una teoría general de obligaciones y contratos mercantiles y ello porque los preceptos son escasos y no configuran una verdadera especialidad normativa. Por eso, podemos hablar de especialidades relativas a los contratos y obligaciones mercantiles, respecto de la teoría general de contratos y obligaciones civiles. Existen dos sistemas para determinar el criterio de mercantilidad de un contrato: (1) el sistema subjetivo, que reputa contratos mercantiles aquellos en los que interviene un comerciante o empresario en el ámbito de su actividad empresarial o profesional y (2) el sistema objetivo que atiende a la naturaleza jurídica del contrato, independientemente de sus intervinientes. La legislación española sigue el sistema objetivo y ello se desprende del artículo 2, párrafo 2º del C. de C. que establece que se reputarán actos de comercio los comprendidos en el Código de Comercio y cualesquiera otros de naturaleza análoga. De este párrafo se desprende la existencia de dos criterios para determinar la mercantilidad de un contrato: el de inclusión y el de analogía. El criterio de mercantilidad es importante sobretodo a la hora de determinar si un contrato atípico cae dentro del ámbito civil o del ámbito mercantil. También cabe destacar los denominados actos mixtos, que como bien explica el profesor ROJAS FERNÁNDEZRÍO son aquellos que una de las partes considera mercantil y la otra civil, como ocurre por ejemplo en el contrato de compraventa para el consumo, que es acto mercantil para el revendedor y civil para el comprador. Respecto de las especialidades existentes en los contratos mercantiles, en comparación con el régimen civil, cabe destacar los siguientes aspectos: - CONTRATACIÓN ENTRE AUSENTES: para el Código Civil (1.262 CC), la aceptación hecha por carta no obliga al ofertante hasta que ésta llega a su conocimiento. Sin embargo, el C. de C. se inclina por la teoría de la emisión, es 1 decir, el contrato se perfecciona desde la contestación en la que se acepta la oferta. Hay que entender que, en ambos casos, el conocimiento existe desde que concurren oferta y aceptación. - FORMA: el artículo 51 del C. de C. establece la libertad de forma de los contratos mercantiles, si bien en el artículo siguiente se prevén ciertas excepciones. Además, se prohíben las convenciones ilícitas (art. 53 C. de C) y se establecen reglas para el cómputo de plazos (art. 60 C. de C.); normas que repiten ideas civiles. - PRUEBA: el artículo 51 del C. de C. remite a los medios de prueba regulados en el artículo 1.214 CC, si bien contempla algunas normas especiales como la ineficacia de la declaración de testigos para probar la existencia de contratos cuya cuantía exceda de 1.500 pesetas, o la correspondencia telegráfica que obligará a las partes si ambas lo admitieron previamente y por escrito. - INTERPRETACIÓN: el artículo 50 del C. de C., remite de forma supletoria a los artículos 1281 y ss. del CC sobre la interpretación de los contratos – y en contraposición con el artículo 2 del mismo relativo a las fuentes de la Lex Mercatoria – si bien algunos autores como el profesor ROJO sostienen que los usos son fruto de la autonormación del mercado y por lo tanto han de entenderse que están dentro de la legislación mercantil, y otros como ALFARO sostienen que el artículo 2 es de carácter general, mientras que el 50 de carácter especial, por lo que prevalece el primero sobre el segundo. Asimismo se proclama la buena fe en la interpretación de los contratos (art. 57 C. de C.) y, en caso de dudas, la interpretación a favor del deudor (art. 59 C. de C). Todo ello en contra del artículo 1.289 CC que establece que, en caso de dudas interpretativas, si estamos ante un contrato gratuito se resolverá a favor de la menor transmisión de derechos e intereses y, si fuera oneroso, a favor de la mayor reciprocidad de intereses. En el caso de que la duda de interpretación recaiga sobre el objeto principal del contrato, éste se considerará nulo. - CLÁUSULA PENAL: el artículo 56 del C. de C. establece que la parte perjudicada podrá exigir el cumplimiento del contrato por los medios de 2 Derecho o la pena prescrita; pero utilizando una de estas dos, se extinguirá la otra, salvo pacto en contrario. Esta regla parece contradecir a la del artículo 1.152 CC. - PRESCRIPCIÓN: el artículo 944 del C. de C. establece que la prescripción se interrumpirá por interpelación judicial, por reconocimiento de las obligaciones o por renovación del documento en que fundare su derecho el acreedor, en contra de lo previsto en el artículo 1.973 del CC que prevé la reclamación extrajudicial como medio para interrumpir la prescripción. En este sentido, destacar la sentencia STS 4/12/1995 que aboga por una tesis unitaria, pese a las discrepancias doctrinales. En ella se afirma que la reclamación extrajudicial se introdujo ex novo en el CC, de promulgación posterior al C. de C., y que mantener dos raseros en orden a la interrupción de la prescripción supondría una infracción del artículo 14 CE. Advierte que no consiste en que la Ley general derogue la Ley especial pues no puede considerarse que exista una verdadera especialidad normativa mercantil respecto de la civil. En conclusión, el artículo 944 del C. de C. se entiende comprendido dentro del artículo 1.973 del CC, además que la LCCH, en el artículo 89, también prevé como causa de interrupción de la prescripción la reclamación extrajudicial. - PRESUNCIÓN DE SOLIDARIDAD: esta regla no se recoge expresamente en el C. de C. pero puede deducirse del conjunto de normas relativas a la existencia de una pluralidad de acreedores (sociedades colectivas, transporte combinado, deudas cambiarias…). En Derecho Mercantil existe una presunción de solidaridad, cosa que no ocurre en Derecho Civil (art. 1.137) donde se exige que se pacte expresamente, si bien la jurisprudencia a tendido a mitigar esta regla según las actuaciones de las partes. - REPRESENTACIÓN MERCANTIL: es de gran interés y utilidad en el tráfico mercantil en masa porque permite al empresario (individual o social) multiplicar su presencia en infinidad de actos o negocios. Las diferencias fundamentales entre la representación civil y mercantil consisten en que (1) El C. de C. predetermina el ámbito y el contenido de las facultades de los representantes 3 mercantiles (como los factores o gerentes) y (2) ordena que las restricciones o limitaciones a tales facultades sean, si se establecen, inoponibles a terceros. Por último, en relación con las obligaciones mercantiles, definidas por GARRIGUES como objetivas, basadas en un vínculo entre patrimonios, e impersonales, con abstracción de la personalidad concreta de los obligados, cabe señalar las siguientes peculiaridades: - Conforme al artículo 61, no se concederán términos de gracia, cortesía u otros que difieran el cumplimiento de las obligaciones mercantiles, y a tenor del artículo 62, las obligaciones cuyo cumplimiento no tuvieren un término fijado serán exigibles a los diez días, si produjeren acción ordinaria, o al día inmediato, si llevasen aparejada ejecución. Esto difiere del régimen civil, concretamente el artículo 1.128 CC donde se prevé la posibilidad de que los Tribunales fijen la duración del plazo para el cumplimiento de la obligación. En Derecho Mercantil es esencial el cumplimiento a término, por ser el Derecho de los actos realizados en masa al que le conviene la falta de formalidad y la rapidez y el rigor en la ejecución (GARRIGUES). - Por último, en el artículo 63, relativo a los efectos de la morosidad en el cumplimiento de las obligaciones mercantiles, si existe fecha fija de cumplimiento no es necesaria la interpelación judicial, al contrario de lo que ocurre en Derecho Civil (art. 1.100 CC), donde se exige la interpelación judicial esté fijado el plazo de cumplimiento, o no. En relación con esto cabe mencionar que existen autores como BROSETA, GARCÍA-PITA o GARRIGUES que defienden la productividad automática de intereses para compensar al acreedor por la falta de ganancia dejada de obtener en virtud del cumplimiento a destiempo. 4