TRIBUS URBANAS El presente texto busca realizar un primer acercamiento al estudio de la subjetividad juvenil en la Ciudad de México desde el enfoque de las tribus urbanas. Los resultados que aquí se presentan están basados en una investigación realizada por un equipo de estudiantes de la carrera de Comunicación de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, en el período de agosto a noviembre de 2004 en torno a los grupos de jóvenes que concurren al Multiforo Cultural Alicia, ubicado en la zona centro de esta ciudad. La metodología utilizada combinó el uso de la técnica de observación participante en sitio durante el período mencionado, la realización de entrevistas semiestructuradas a doce jóvenes que asisten habitualmente al lugar y en el análisis de contenido de las letras de noventa y ocho canciones de seis discos de igual número de grupos musicales considerados como representativos del mismo. A fin de contextualizar este trabajo se responde primero a la pregunta de por qué realizar una investigación sobre este tema; en seguida se presenta una breve descripción de los principales conceptos teóricos del enfoque de las Tribus Urbanas o Tribus Juveniles. Posteriormente se realiza una descripción etnográfica de este grupo de jóvenes y del Multiforo Cultural Alicia, así como de los acontecimientos más representativos que ocurren en este espacio y que agrupan a este grupo de jóvenes en una tribu urbana. Finalmente, se expone, lo que a partir de la experiencia de campo y su posterior análisis, se considera que son los códigos en torno a los cuales se articula esta tribu urbana de la Ciudad de México. Es a partir del análisis de este estudio de caso, que este trabajo pretende dar cuenta de cómo un grupo de jóvenes que se reúne en torno a un multiforo cultural construye un espacio de pertenencia y significación a través del consumo de determinados bienes y símbolos culturales, para formar lo que en otros estudios se ha dado en llamar una tribu urbana. ¿Por qué realizar una investigación sobre las Tribus Urbanas en la Ciudad de México? Desde hace algunas décadas han surgido en nuestra ciudad grupos de jóvenes con características e intereses comunes que con el paso del tiempo se han ido transformando, primero fueron los tarzanes en los años 40, engominados que se reunían en billares; luego los rebeldes sin causa con chamarras de cuero y cadenas; después los flotas que tomaron la esquina y finalmente las bandas que hicieron lo mismo pero con una mayor violencia. Y ahora, aparecen las tribus. 1 Desde su aparición estas manifestaciones han sido catalogadas como situaciones problema que escapan al control normativo de la sociedad, por lo tanto, han sido objeto de cuestionamientos, como formas de expresión juvenil, identificándolas, como fuente de peligro y riesgo para el orden social, con la utilización de rótulos como delincuentes, drogadictos, jóvenes pandilleros, apáticos, entre otras cosas. Estas miradas de la sociedad como señala Barbero (1998) no están centradas en la preocupación por las transformaciones y trastornos que la juventud está viviendo, sino más bien por su participación como agente de inseguridad. Entonces, todas las obsesiones del mundo adulto con los jóvenes, de corte moralista principalmente, denotan la miopía y la hipocresía de la sociedad en que vivimos, que no es capaz de darse cuenta que el problema no está tanto en los jóvenes, sino en la sociedad que se ha construido, por lo tanto son ellos –los jóvenes– los que están reconstruyendo y creando nuevos modelos societales, nuevos valores y solidaridades, construyendo nuevas subjetividades. Quizás no tengan claro el o los caminos a seguir, pero hay algo allá afuera, ciertas intuiciones que hay que considerar. Ante este panorama surgen en México las corrientes –llamadas– alternativas de expresión, entre ellas el Multiforo Cultural Alicia, que desde 1995 ha incentivado la generación de manifestaciones artísticas juveniles y alternativas que no tienen cabida en los circuitos comerciales ni en los programas culturales oficiales. Estos reductos que brotan como una necesidad de expresión, aunque no han tenido toda la fuerza que podría esperarse o desearse, si han contribuido de alguna manera a la riqueza musical y cultural de nuestro país y han promovido el sano esparcimiento entre los jóvenes, al abrir espacios para expresiones alternas a las que promueven los medios masivos de comunicación. La falta generalizada de información acerca de estas manifestaciones juveniles no ha permitido que se les de la importancia y el lugar que merecen. Para ello, es necesario generar información al respecto, que más que estigmatizar, caricaturizar o ridiculizar a los diferentes grupos sociales, de cuenta de qué es lo que se esconde detrás de sus manifestaciones culturales, cuál es su mensaje. Conocer a nuestros jóvenes es de cierta forma conocer nuestro presente y darnos una idea de nuestro futuro. Como lo indican las estadísticas de población, México es un país en el que cada vez hay más jóvenes y si estos jóvenes no tienen un futuro claro y promisorio, el país no lo tendrá tampoco. Tribus urbanas y mundo juvenil: breve aproximación conceptual 2 A partir del surgimiento de la sociedad Industrial y, por consecuencia, de grandes urbes como en la que vivimos, surgieron también grupos de jóvenes con códigos y estilos particulares, los cuales en las últimas décadas han sido comúnmente denominados como Tribus Urbanas y han sido estudiados en varios países. Algunas de las disciplinas que han estudiado lo juvenil desde este enfoque son la criminología, psicología social, neuropsiquiatría, sociología, antropología, etología, semiótica y comunicación, entre otras. A este respecto Ganter y Zarzuri (1999) se hacen el siguiente cuestionamiento ¿cómo reconstruyen la comunidad, las relaciones primarias y la identidad (entre otras cosas) los jóvenes que pertenecen o se nuclean alrededor de lo que se ha denominado tribus urbanas? Como comentan también los autores, la intuición que emerge como respuesta, resulta de una paradoja. La idea de la modernidad asimilada a la aldea global, del predomino de una sola cultura, en el fondo, de una cultura hegemónica, encuentra su respuesta en la aparición de microculturas o microsociedades; de nuevas sociedades primitivas —en el sentido durkheimniano de elementales— que empiezan a emerger en las grandes ciudades alterando el mapa urbano —en lo que la escuela etnográfica de Chicago llamara las zonas intersticiales de la ciudad— y el orden metropolitano. En el fondo, lo que se intentaba destruir (la variedad cultural) acaba reconstruyéndose o recreándose en nuevas formas de culturas urbanas, en algunos casos contestatarias y resistentes a la cultura dominante. Por otro lado, la relación entre juventud y cultura ha estado centrada principalmente en tres enfoques: el primero es de la Escuela de Chicago y parte del estudio de los grupos como subculturas juveniles; el segundo surge con el rock y estudia a la cultura juvenil asociada a la música, las industrias culturales y el consumo; y la tercera que parte del concepto de contracultura, la cual destaca la oposición de los jóvenes a la racionalidad de la sociedad moderna. Durante mucho tiempo se estereotipó la rebeldía de los jóvenes, calificándolos recurrentemente como apáticos, anómicos, carentes de inquietudes y proclives a la violencia. Contrario a esto, Zarzuri afirma que son los jóvenes los que actualmente están reconstruyendo y creando nuevos modelos societales, nuevos valores y solidaridades. Mas aún, las prácticas juveniles no son valoradas por sí, sino que se relacionan directamente con indicadores de tipo económico y de consumo. Sin embargo, para comprenderlos dice Molina, es necesario estructurar a los jóvenes dentro de su realidad, valorando la creatividad de sus prácticas. Desafortunadamente, ni las políticas de gobierno ni las ciencias sociales aceptan al joven como un legítimo otro en la convivencia social, si éste no cumple con los roles que la sociedad le tiene previamente asignados. 3 Entonces, si los jóvenes no tienen a su alcance los medios para expresarse y relacionarse con su entorno como desean, desarrollan una manera auténtica, un sentido comunitario de historicidad. En su búsqueda muchos integran agrupaciones en las que se manifiestan fuertes redes solidarias a través de diversas actividades tanto lúdico-sociales, como político-culturales. Un espacio físico donde expresarse es lo primero que buscan, pues la pertenencia física y simbólica es lo que les permite identificarse y reconocerse como individuos. Además, la violencia tiene un carácter simbólico: destruir o atacar todo aquello que tiene un carácter institucional, aquello que es ajeno o que ha sido impuesto. Esta transformación en las relaciones sociales es la que Maffesoli (1990) define como neotribalismo emergente que hace que el sujeto salga de su encapsulamiento en la individualidad y diluya su experiencia cotidiana en la pertenencia a diferentes microgrupos o tribus. Las características de estas tribus serían: 1. Por un lado, constituirse en comunidades emocionales que se fundamentan en la comunión de emociones intensas, a veces efímeras y sujetas a la moda. Son agrupaciones constituidas por individuos que se reúnen y visten una estética para compartir una actividad y una actitud que genera sensaciones fuertes y confiere sentido a una existencia en donde en su cotidiano hay falta de contacto y contagio emocional. 2. Oponer energía a la pasividad e hiperreceptividad del individuo de la sociedad de masas, constituyendo una fuente fragmentada de resistencia y prácticas alternativas, una energía subterránea que pide canales de expresión. Ejemplos: eventos deportivos, recitales, espacios festivos, etc. 3. Construir una nueva forma de sociabilidad, en donde lo fundamental es vivir con el grupo, alejarse de lo político para adentrarse en la complicidad de lo compartido al interior del colectivo (códigos estéticos, rituales, formas de escuchar música, lugares propios). La sociabilidad neotribal opone una actitud empática en donde las relaciones intersubjetivas se mueven en una cuestión de ambiente más que de contenidos específicos; de feeling más que de una racionalidad medios/fines. A diferencia del individuo que tiene una función en la sociedad, la persona juega un papel dentro del grupo. 4. Necesidad de contraponer a la fragmentación y dispersión de lo global, la necesidad de espacios y momentos compartidos en los que se desarrolle una interacción fuerte pero no continua, un sentimiento de pertenencia y proximidad espacial. Ejemplos: eventos con un fuerte componente físico: baile, codearse, golpearse, beber, etc. Entonces las tribus urbanas pueden definirse como la expresión de una crisis de sentido a la cual nos arroja la modernidad y su globalización, así como una manifestación de una disidencia cultural ante una sociedad desencantada por la 4 masificación y la inercia que caracteriza la vida en las urbes modernas donde todo parece funcionar a partir de éxito personal y del consumo alienante. Dice Zarzuri, que todo esto permite a los jóvenes hacer una resignificación de ciertos símbolos u objetos, además de permitir la construcción de estilos juveniles compuestos por una serie elementos culturales como el lenguaje, la música y la estética que identifica estilos juveniles. Ante la pérdida de expectativas escolares y la estrechez del mercado de trabajo, el pertenecer a una tribu, brinda a decenas de miles de jóvenes otras formas de socialización acceso a bienes de consumo. Para los jóvenes no es complicado inventar un nuevo lenguaje, agruparse y comprenderse ante la necesidad de una identidad y autoafirmación. Algunas Tribus Urbanas que se han etiquetado ya con un nombre y una serie de características específicas son los Darketos, los Ravers, los Cholos, los Anarkos, los Punketos, los Ska o Patinetos, Los emos 5