La Memoria Colectiva a través de la Reconstrucción de

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La Memoria Colectiva a través de la Reconstrucción de
Historias de Vida
"El día en que la tierra colombiana
comience a parir sus muertos,
quizá ese día, se sensibilice
a la sociedad del mundo".
José Saramago
1
y también a poblaciones específicas afectadas por el conflicto político-armado
colombiano
¿Qué sabemos sobre Memoria Colectiva?
La memoria parece ser un tema propio de la psicología, sin embargo hay
fuertes conexiones con la fisiología, la medicina y por ende la biología. Estos no
son los únicos campos en los cuales la memoria es tenida en cuenta. La
sociología, la antropología, las ciencias sociales y en ellas la psicología social
están dedicando importantes esfuerzos para conceptualizar, analizar, estudiar y
promover la memoria colectiva, especialmente en contextos de violencia, guerra y
autoritarismo dada la creciente necesidad de evitar círculos de venganza que
impidan el desarrollo comunitario y personalizado de proyectos de vida centrados
en la satisfacción y realización de metas proactivas. Estudiar, hacer memoria y
trabajar en ella, es construir el tiempo y proyectar el significado que se otorga al
pasado, al presente y al futuro.
Hacer memoria colectiva es una invitación para recordar el pasado, resignificar
el presente y construir el futuro compartido, o como lo dijera Félix Vázquez
recordar el futuro y cambiar el pasado. Por ende, resulta valioso ahondar sobre los
conocimientos y nociones previas que se tejen alrededor de esta temática. Para
dar cumplimiento a este propósito se propone la reflexión alrededor de algunas
cuestiones.
Memoria Colectiva
1
José Saramago, en su paso por Bogotá 2007. Foro Social Mundial: Tragedia en Colombia es de todo el
planeta
Referirse a la memoria colectiva implica el reconocimiento de aspectos básicos
como la temporalidad y la espacialidad, los objetos, las relaciones y los
significados que emergen entre los actores, es decir, comprenderla
como un
proceso de construcción social. Se trata de un proceso que involucra todos los
mecanismos propios de la memoria como los recuerdos, el olvido, la selección de
acontecimientos
y
la
construcción
de
versiones
acerca
de
aquellos
acontecimientos que son objeto de la memorización; una memorización
compartida y que no emerge necesariamente en el mismo espacio ni en el mismo
momento. ¡Estas son las características que la hacen interesante y dinámica!.
Colombia, como cualquier otro escenario comunitario, constituye un espacio y
conjunto de relaciones para hacer y tener memoria. No hace falta estar en medio
de un conflicto armado ni de una situación autoritaria para hacer explícita la
necesidad de los recuerdos y la vacuna contra el olvido. La vida cotidiana está
llena de recuerdos y oportunidades para la memoria, y es con base en ella que se
define la existencia de muchas relaciones presentes y futuras. Basta con mirar los
objetos que hacen presencia en los escenarios familiares para encontrar la
memoria de un apellido, una generación o un grupo de personas que han decidido
hacer proyectos de vida en conjunto en diferentes momentos. La preferencia para
el estudio de la memoria en el conflicto político-armado colombiano es una
elección metodológica porque constituye una oportunidad de fortalecer lazos de
reconciliación y paz.
Contextualizar el conflicto político armado en Colombia, nos permite
preguntarnos: ¿Cuál es la realidad que se conoce del país; a qué versión
representa?, ¿Recuerda alguno de hechos acontecidos en los siguientes lugares:
Mapiripán, Trujillo, o, Bojayá?, ¿Qué sabe sobre las víctimas de minas antipersona?, ¿Cuántos son los secuestrados anuales en el país?, ¿Qué tienen en
común quienes han sido afectados por las minas antipersonal y por el secuestro?,
¿qué las vincula a pesar de no conocerse?, ¿Conoce monumentos que aludan a
hechos de violencia y guerra en los casi 200 años de independencia del país?
Estas preguntas se convierten en una invitación para hacer una revisión sobre
hechos que acontecen y que hacen parte de la memoria colectiva de esta
sociedad. Una memoria que no se centra sólo en acontecimientos del conflicto
político-armado, aunque a partir de ellos tengamos la oportunidad de construir
vínculos comunitarios capaces del desarrollo de la paz y la reconciliación.
Si bien la memoria no se centra sólo en datos, sí se alimenta de ellos, por lo
tanto a continuación desarrollaremos sus componentes de temporalidad y
espacialidad. Según Halbwachs (1950: 129):
“El tiempo no es real más que en la medida en que tiene un contenido, es decir, en
que ofrece una materia de acontecimientos al pensamiento. Es limitado y relativo,
pero tiene
una realidad plena. Es lo bastante extenso para ofrecer a las
conciencias individuales un cuadro suficientemente amplio para que puedan
disponer de él y reencontrar sus recuerdos”.
El tiempo existe en la medida que es recordado, en el espacio que es narrado.
El tiempo es cambio en el espacio, es la objetivación de las transformaciones de la
experiencia y los objetos a través de la palabra, y sabemos de él en tanto que se
puede proyectar el cambio en coordenadas de pasado, presente y futuro. Las
siguientes situaciones provenientes de testimonios de personas afectadas por el
conflicto político-armado en Colombia lo sugieren:
“De todas formas es difícil uno aceptar las cosas, y aunque han pasado 5 años, a
veces, se siente como que no ha pasado el tiempo, hmm, no ha pasado el tiempo,
y eso a veces me entristece”.
“¡Cuánto tiempo ha pasado!, yo sigo igual o peor que antes, porque hmm, no lo he
superado, yo me la paso es llorando y le digo a Dios que por qué me pasan esas
cosas a mí, y ay, por qué yo no sé qué me depare el mañana o cada día que esté
más viejita, o cada día que esté con lesiones peores”.
El tiempo suele relacionarse con fechas, días, jornadas, años, meses, horas en
las que cada individuo ubica su historia, le otorga temporalidad a los sucesos, Esta
situación según los resultados encontrados en el proyecto “Reconstrucción de la
memoria colectiva en personas afectadas por el conflicto armado en Colombia” de
la Universidad Pontificia Bolivariana de Bucaramanga, constituye una categoría de
análisis a través de la cual los participantes de un proceso de historias de vida,
evaluaron los cambios tenidos, los recuerdos de hechos relevantes en el pasar de
los años y en algunas ocasiones de las horas en que ocurrieron.
En cuanto a la espacialidad Mendoza (2004) afirma:
“Al igual que el tiempo, el espacio contiene acontecimientos y construye recuerdos,
puesto que es en los lugares donde las experiencias se guardan, sea en los
rincones, en los parques, en los cafés o en cualquier otro sitio donde los grupos
viven su realidad y allí dan significado a sus experiencias. De ahí que no resulte
gratuito enunciar que los lugares traen recuerdos, porque exactamente así sucede,
esto lo saben perfectamente los grupos que demandan o levantan monumentos o
placas conmemorativas en lugares significativos. Razón por la cual Pierre Nora
habla de lugares de la memoria, porque en los lugares se configuran y almacenan
los recuerdos.”. (p. 5).
Los lugares de memoria constituyen una categoría para la realización de un
análisis que se refiere a la espacialidad. Narraciones frente al conflicto políticoarmado colombiano lo evidencian y son conceptualizadas por Amado y Jerez
(2008): Lugares de memoria son… “Ciudad, municipio o vereda en los cuales se
encontraban viviendo la personas antes de la situación de afectación ocasionada
por el conflicto armado. También se incluye la ciudad, municipio o vereda a la cual
se llega después de la situación de afectación ocasionada por el conflicto armado”.
Tales lugares se convierten en un marco social de comparación entre el pasado y
el presente, generan una continua mezcla de sentimientos que van desde la
tristeza y la nostalgia hasta la alegría y la esperanza. Así, los recuerdos tienen
existencia en la medida que son escuchados, por eso es relevante cada detalle
para quien cuenta lo que ha vivido.
Los objetos también hacen parte de los marcos sociales de la memoria, y son
definidos como “mobiliarios, cuadros, esculturas religiosas, cheques, utensilios,
adornos, libros, documentos, artefactos, que no solo reflejan la cultura de una
sociedad, sino que explican los lazos que unen a varios grupos siendo motivo de
evaluaciones y comparaciones, revelando las tendencias de la moda y nos
recuerdan viejos grupos y distancias sociales” (Halbwachs, 2002).
Pongamos el siguiente caso de una persona afectada por desaparición forzada
de un ser querido en Colombia, y que fue conocido en el proyecto de
Reconstrucción de Memoria Colectiva de la Universidad Pontificia Bolivariana,
seccional Bucaramanga entre los años 2007 y 2008:
“Todo, es el recuerdo de él, o sea yo sé que esa camisa, es una simple camisa …
es como no he sido capaz de sacar de mi ropa interior un bóxer de H, ese bóxer
permanece ahí, han pasado los años, pero permanece ahí, y he tenido muchas
veces las intenciones de sacar ese bóxer, de arrumbarlo, pero vuelve al sitio suyo,
ahí, a su ropa interior, ahí a su espacio, no sé por qué, pero para mí como que
significa muchísimo, tanto esa camisa como ese bóxer , es como, yo decir no,
como que no le he, como que siga contando conmigo, no sé cómo que no lo he
rechazado, no lo he olvidado, es como eso, no olvidarlo a él, como hacerlo sentir
que está conmigo ahí, aunque sea un simple trapo, un pinche trapo pero para mí
es mucho.”
Los objetos son aquellas cosas que representan, simbolizan o caracterizan los
acontecimientos de dolor, ira, alegría, miedo propios de los recuerdos. Amado y
Jerez (2008) proponen que
“el recuerdo de las clases
de objetos como:
“electrodomésticos, ropa, documentos”, facilitan la generación de discursos que
movilicen y que unan las nociones de pasado y la noción de proyecto de vida”. (p.
111). Por medio de los objetos, diferentes generaciones de personas de una
misma sociedad, familia o grupo, recuerdan y conmemoran acontecimientos de los
cuales quizá no hicieron parte, pero que ayudan a reafirmar su identidad social.
Una vez expuestas la temporalidad, la espacialidad y los objetos, usted podrá
reconocer cómo el lenguaje contribuye en la generación de vínculos y establece
nuevos significados a partir de las historias narradas, de las preguntas hechas y
de las estrategias de afrontamiento que emergen en determinado momento. He
aquí un punto para entender la memoria colectiva como una elaboración social,
pues como lo señala Vásquez (2001) ésta se crea y se transforma a partir de las
relaciones y por tanto se alimenta de diversas versiones, de conversaciones, de
recuerdos y de significados, y es colocada en coordenadas espacio temporales
específicas en las cuales se inscribe el sujeto.
Pongamos los siguientes casos: la liberación del senador Luis Eladio Pérez en
febrero 28 de 2008 y la fuga del Subintendente Pinchao, el 15 de mayo de 2007,
son dos hechos acompañados por acontecimientos diferentes, pero a su vez
tienen elementos en común: compartir la condición temporal de ser y estar
secuestrados, estar en espacios y tiempos separados de la familia, las
transformaciones familiares que se dan durante y después del retorno al hogar, los
lazos afectivos que se tejen alrededor de este acontecimiento, entre otros. De una
u otra forma este tipo de sucesos han afectado a una diversidad de personas que
sin ser cercanas comparten sentimientos, significados y pensamientos con
relación a un mismo hecho, condiciones que hacen posible la emergencia y
existencia de la memoria colectiva. Vale la pena pensar e identificar aquellas
situaciones en el marco del conflicto y de la cotidianidad del país y la vida colectiva
que comparten las características enunciadas y analizarlas en perspectiva de
memoria; con total seguridad aparecerán ambigüedades y análisis que son útiles
en el estudio del tema que nos ocupa.
“La gente no recuerda una serie de hechos personales que afectaron a su propia
vida sino que disfruta de „un sentido del pasado‟ mediante la comprensión de una
historia que parece haber sido creada por otros” (Radley, 1990: 64).
Por ende, la memoria constituye una mirada de los pueblos, es una forma de
construir un legado que otorga la posibilidad de recrear el pasado y concebir el
presente como una transformación continua en búsqueda de estrategias que
fortalezcan los intereses colectivos. Así, conocer el conflicto colombiano desde
otra perspectiva diferente a la narrada por los medios de comunicación, la historia
o el Estado enriquece el espacio simbólico gracias a nuevos relatos y significados,
a la vez que permite que otras versiones sean contadas y posicionadas. En
consecuencia se trata de permitir que voces acalladas por el miedo, el tiempo, la
indiferencia, el poder y la censura tengan sus propios espacios de resonancia,
elaboración, intercambio y divulgación.
A través de intervenciones psicosociales, caracterizadas por el análisis teórico,
se han hecho protagonistas a personas afectadas por el conflicto, permitiendo la
visibilización de experiencias de quienes han vivenciado hechos como
desapariciones forzosas, desplazamiento, chantaje o asesinatos de seres
queridos, entre otros. En muchas ocasiones las personas afectadas por conflicto
armado no habían narrado su historia razón por la cual en un espacio de
intercambio para reconstruir la historia de vida se pretende reconocer y legitimar la
dignidad, así como gestar procesos de reparación simbólica y la generación y/o
reconocimiento de nuevas estrategias de afrontamiento. Dicho en otras palabras,
la reconstrucción de la memoria colectiva a través de la historia de vida constituye
no sólo un espacio para reconocer el recuerdo y el olvido, sino también para
afrontar y redefinir terapéuticamente la relación con la situación de violencia y el
proyecto de vida personal, familiar y en ocasiones comunitario. Se trata por tanto
de un proceso fundamentado en lo psicosocial con un impacto terapéutico
transformador específico.
¿Cuál es la estrategia para la intervención psicosocial? ¿Cuáles son las
coordenadas a través de las cuales se construye, transmite y transforma la
memoria?
Mendoza (2004) señala: “la memoria recurre a instrumentos para
edificarse: el instrumento más acabado y a la vez marco central de la memoria
colectiva, es el lenguaje, y con éste se construyen, mantienen y comunican los
contenidos y significados de la memoria” (p. 7). Hacer uso de él es una forma de
garantizar que el olvido no tenga cabida entre quienes han vivido y conocen sobre
el conflicto armado en Colombia.
Llevar la experiencia a la palabra es un acto de memoria en tanto que se recrea
a través del lenguaje un acontecimiento que es compartido y resignificado. La
experiencia se transforma en y por la palabra, a la vez que permite la toma de
contacto con otras personas, comunidades o textos que declaran horizontes de
significado comunes; y en ese momento concurre la dimensión colectiva de la
memoria. La persona ahora dispone de un recurso de relación comunitaria que
antes no tenía y sin el cual no podría compartir su experiencia; ahora a través de
la verbalización, aumentará su espectro de relaciones y significados disponibles
para transformar su comprensión de vida.
Hawlbachs, (2002) sostiene que el lenguaje es el marco a la vez elemental y
más estable de la memoria, y la ésta depende de él, confirmando que se recuerda
a través de constructos sociales. En consecuencia la memoria colectiva tiene la
flexibilidad de moverse entre el pasado, el presente y el futuro.
Vásquez, (2001)
afirma:
“la memoria son construcciones eminentemente sociales llenas de significados que
no se pueden juzgar ni mirar como una paradoja ni como una reflexión mental
interior, en este sentido, se concibe el estudio de la memoria como un proceso de
construcción social donde la memoria no se encuentra en la persona si no en la
superficie relacional situada entre las personas (…) Cuando las personas hacemos
memoria, mediante nuestro discurso sostenemos, reproducimos, extendemos,
engendramos, alteramos y transformamos nuestras relaciones. Es decir, la
memoria de cada persona cambia en la relación y cambia [también] las relaciones”
(pág. 115).
Es indispensable subrayar que la memoria colectiva va más allá de fechas,
acontecimientos específicos y datos históricos. Halbwachs (2002) argumenta que
en torno a estos elementos se traza la diferencia que hay entre memoria e historia:
“el pasado vivido es diferente a la historia, puesto que a través del primero se
busca asegurar la permanencia del tiempo y la homogeneidad de la vida, como un
intento por demostrar que así como el pasado permanece de igual forma la
identidad del grupo y sus proyectos también lo hacen, pero a la historia le
interesan los datos y eventos registrados independiente de lo sentido y significado,
mientras que la historia es informativa, la memoria es comunicativa, por lo que los
datos verídicos no le interesan, sino que le interesan las experiencias verídicas por
medio de las cuales se permite transformar e inventar el pasado cuando sea
necesario. Los grupos tienen necesidad de reconstruir permanentemente sus
recuerdos a través de sus conversaciones, contactos, costumbres, objetos y
espacios ya que es una garantía de identidad y reconocimiento grupal”.
Reconstruir la memoria colectiva permite la emergencia de una versión
compartida, aunque no unánime, de los acontecimientos por parte de los actores
que los vivieron y pueden vivir; no se trata sólo de un asunto del pasado. Dicha
versión involucra diversas perspectivas de significado que le otorgan sentido de
veracidad, aunque no siempre coincida con la crónica histórica de los hechos que
oculta la construcción compartida de la experiencia.
Se retorna de nuevo a la pregunta: ¿cómo reconstruir memoria colectiva? La
reconstrucción de la historia de vida es una de las estrategias que puede ser
utilizada, y que se convirtió en la vía central de la experiencia que está siendo
presentada. A continuación se expone la estrategia metodológica de historias de
vida como dinámica para el trabajo en memoria colectiva.
Historias de Vida, o una manera de reconstruir la memoria.
Una de las formas que se ha encontrado para hacer este tipo de intervenciones
es a través de la reconstrucción de historias de vida, dado que constituye una
estrategia dialógica que se interesa por la experiencia de quien narra una serie de
acontecimientos que le han determinado. Entiéndase que esta es una técnica de
investigación-intervención le permite al individuo, además de narrar una serie de
hechos, expresar sentimientos y emociones propias de las situaciones vividas,
para consolidar significados frente a sus experiencias y tomar conciencia de
estrategias de afrontamiento en su presente.
La historia de vida según Egido (2001), es “una técnica que permite penetrar en
el interior de la comunidad para comprender su estilo de vida y captar su sistema
de valores y creencias” (p. 268), lo cual es válido tanto para colectivos como
individuos. A través de la comunicación con el participante, se comprenden los
cambios que ha tenido el núcleo familiar desde la situación vivida, la movilización
de un lugar a otro, el acontecimiento de afectación, los cambios en el estilo de vida
y sus escenarios así como la posible adaptación a nuevos entornos, y en esta
medida es posible comprender los recursos de afrontamiento que se utilizan para
sobrevivir en determinado momento. Para Aceves (1998) a la historia de vida le
“interesa conocer la dinámica propia de los grupos y sociedades humanas; y como
parte de una disciplina científica, le importa construir y sistematizar nuevas fuentes
de evidencia histórica, que inicialmente son de carácter oral, para integrarlas con
las demás fuentes en el proceso de análisis histórico”. (p. 225).
Leamos el siguiente párrafo, historia de una mujer afectada por una paraplejia
debido a disparos ocasionados por miembros de las AUC (Autodefensas Unidas
de Colombia):
“(…) ¡no!, allá hay muchas viudas, 150 víctimas había, nosotros allá teníamos
reuniones que hacían unos señores cada mes para las víctimas, y no, no era
solamente yo, sino que yo era como la más reciente, no, pero, había cantidades,
cantidades muchos esposos, hijos, la mayoría viudas” H.V. 5
Pero para llegar a este punto de la narrativa que no es el comienzo del proceso
de recolección y conversación, la historia de vida parte de un proceso relacional
básico conocido como empatía. Sólo a través de la aceptación del otro, del
reconocimiento legítimo de su experiencia, y el interés por conocer mucho más de
lo dicho acerca del escenario de los hechos, es posible entrar en su mundo,
compartir sus experiencias y trabajar de forma colaborativa para construir un
presente acorde con las necesidades o fortalezas del participante, en tránsito
hacia un futuro. Ahí radica la perspicacia del investigador y el compromiso ético
del psicólogo profesional y ciudadano.
Una vez se ha logrado esa aceptación, lo que empieza a aparecer en la relación
es la confianza, la cual constituye otro punto vital, y puede ser entendida como la
capacidad de asumir y cumplir las responsabilidades que se pactan en un
determinado momento por las diversas partes involucradas en el proceso; la
construcción y consecución de confianza es el sello de garantía para la
terminación e involucramiento en una historia, por ende debe ser tenido en cuenta
como un primer aspecto y efecto de reparación.
La confianza genera credibilidad, y le permite a quien narra tener momentos de
catarsis, para reconocer cómo a través de la escucha se empieza existen
condiciones de dignidad y reparación. Es en estos espacios donde se aceptan y
se reconocen aspectos que permanecen en el silencio y que generan sentimientos
de malestar para quien los guarda, por lo tanto asegurar la confidencialidad y el
anonimato se convierten en el motor guía de estas intervenciones.
Una de las formas de asegurar ese espacio de confidencialidad es a través de
los consentimientos informados, que más que documentos constituyen un voto de
aceptación, participación y respeto por los hechos ocurridos y narrados a través de
las historias.
Ejemplo de consentimiento informado:
UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA
PROYECTO “RECONSTRUCCIÓN DE MEMORIA COLECTIVA EN PERSONAS
AFECTADAS POR EL CONFLICTO ARMADO”
Yo_________________________________________________
identificada(o)
con
Cédula
de
Ciudadanía
C.C.
No____________________,
a través de este documento acepto
participar en el proceso de Construcción de Memoria Colectiva,
cuyo objetivo es realizar una intervención de carácter clínico –
social, en personas afectadas por el conflicto armado en Colombia.
Se me ha explicado que mi participación consiste en relatar mi
historia de vida, la cual contiene aquellos acontecimientos que me
han ocurrido a través del tiempo y que actualmente me permiten
reconocerme como un(a) afectado(a) del conflicto armado.
Se me garantiza la confidencialidad de los datos, la seguridad y
el anonimato de los mismos en relación con los resultados y
análisis que se generen a partir de estos.
De igual forma entiendo que conservo el derecho de retirarme en
cualquier momento del proceso si lo considero conveniente, sin que
esto tenga ninguna consecuencia.
Por tales razones, se me garantiza la seguridad que no seré
identificado en ninguna de las publicaciones que se deriven de
este estudio, reafirmando mi derecho al anonimato.
____________________________
Firma
______________________________
Entrevistador
Antes de entregar el consentimiento informado se le debe explicar a la persona
que va hacer parte de un proceso bien de intervención y/o investigación, los
alcances y las limitaciones de la misma. Se deben explicar los propósitos de esta
intervención, que no siempre es altruista y en muchas ocasiones involucra
compromisos ciudadanos de los psicólogos y profesionales que adelantan este
trabajo. Así mismo se debe exponer cómo a través de los consentimientos
informados se mantiene la confidencialidad y el anonimato. La continuidad en el
proceso en todo momento es voluntaria puesto que en cualquier momento puede
retirarse del proceso si así lo desea la persona.
Es importante tener en cuenta el lugar donde se va a realizar el encuentro
puesto que este espacio debe generar tranquilidad, seguridad y confianza si está
bien seleccionado, o por el contrario alterar o hacer sentir incómoda a la persona
si el escenario es amenazante o muy expuesto públicamente. Si es autorizado
para grabar asegúrese de que la grabadora se encuentre en buen estado, que las
baterías estén cargadas, esto es por comodidad de las dos partes; tener en cuenta
los inconvenientes que se pueden presentar es útil para poderlos prevenir a
tiempo. De la misma manera se debe garantizar que los registros de voz serán
codificados de manera tal que mantengan el anonimato de la persona que ha
confiado su historia de vida, a la vez que serán guardados en lugares seguros y
lejos del alcance de personas curiosas que en cualquier momento pongan en
riesgo la dignidad de los afectados y los acuerdos de confidencialidad y anonimato
suscritos con ellos. Una vez se haya hecho la grabación realice la trascripción lo
antes posible, puesto que con la información reciente pueden enriquecerse los
detalles, hacer aclaraciones, planear preguntas o hacer anotaciones relevantes
para la historia.
Relea la historia transcrita, porque esto le ayuda a hacer preguntas
generadoras, que movilicen en la persona que narra su historia nuevos
significados. Aquí radica uno de los roles centrales del interventor psicosocial, en
el acompañamiento que realice, en la escucha activa, en las observaciones que se
generen, pues como lo indica Fried (2002)
“Escuchar los aspectos particulares del conflicto desde cada parte involucrada
incrementando la comprensión, el reconocimiento recíproco, el respeto y la
concientización; encuadra colaborativamente el problema; reconocer los recursos;
facilitar la creación de nuevas perspectivas y posibilidades para que el proceso
avance; trabajar en una resolución adecuada para los participantes; promover las
oportunidades de deliberar acerca de la misma, especificarla, decidir y resolver”.
Estos son los aspectos que dotan de importancia este proceso como aporte
a la reparación integral y en especial la simbólica, porque es sólo a través del
lenguaje y su cuidado que puede resignificarse la experiencia.
Estos encuentros para la reconstrucción de la memoria a través de las historias
de vida, enriquecen tanto al profesional como al participante, pues se trata de un
trabajo bidireccional que implica la participación activa de las dos partes, De
Miguel afirma:
“la historia de vida se expresa la vida de una persona en la que el sujeto se
transforma en espectador de sí mismo. No necesariamente la narración es la
historia vivida; es la historia tal como él la presenta, a lo largo de un período de
tiempo. A través de la historia de vida se intenta captar las reacciones
espontáneas de un sujeto ante determinados acontecimientos fundamentales de
su vida; es decir aprehender una experiencia individual en la forma más natural y
amplia posible”.
A la historia de vida le importa el sujeto que narra, le importa sus hechos, le
importa su pasado, su presente y su futuro, le interesa conocer las formas como
ha afrontado las situaciones y los elementos de los cuales se ha valido para
construir la versión de los acontecimientos. ¡El trabajo de intervención psicosocial,
en clave teórica de memoria, es tan sencillo, complejo y riesgoso como esto!
Apéndice: Las narrativas en la reconstrucción de la memoria colectiva
A lo largo de este capítulo pudo verse que la reconstrucción de la memoria
colectiva abre un espacio donde la escucha y el proceso terapéutico, generan un
efecto catártico y vinculante, pues cuando la persona tiene la oportunidad de
contar su experiencia en diferentes ocasiones el recuerdo queda, pero el dolor se
transforma realizando de esta manera un acto liberador, que en muchas ocasiones
es compartido por otros sujetos en el espacio vital mediato o inmediato.
Es aquí donde consideramos oportuno retomar las preguntas de Bruner (1997):
“¿Qué se gana y qué se pierde, cuando los seres humanos dan sentido al mundo
contando historias sobre el mismo usando el modo narrativo de construir la
realidad?” (pág. 149). Al reconstruir historias de vida se ha podido dar cuenta que
la vida colectiva tiene una cualidad que permite la organización y la comunicación
de experiencias, la forma narrativa (Brunner, 2002). Así se narren bellezas o
tragedias, hay materia de continuidad de las experiencias, y en ocasiones los
dolores sino se disipan o diluyen, pesan menos cuando se comunican a otros.
Las narrativas cuentan una sucesión particular de hechos, los cuales adquieren
significado cuando son relacionados a través de la trama total de la narración; y
esto se logra a través de la historia de vida.
“Sólo cuando nosotros sospechamos que tenemos el relato equivocado comenzamos a
preguntarnos cómo una narración puede estructurar (o distorsionar) nuestra mirada de
cómo las cosas son realmente. Y eventualmente preguntamos cómo el relato, eo ipso,
moldea nuestra experiencia del mundo” (González, 2003, pág. 9).
Es esta una de las obviedades de las que Bruner se proponer poner en duda
dando cuenta de cómo se estructuran las narraciones. Es importante aclarar que
este autor diferencia a las narrativas literarias y las de la psicología atribuyendo
que éstas últimas operan como instrumento de la mente en la construcción de la
realidad
REFERENCIAS
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de la investigación. En Galindo, J. Técnicas de Investigación en sociedad,
cultura y comunicación. Mexico: Prentice Hall. Pág 208-276.
Allende, S. (S.f.). Agrupación de Derechos Humanos. Memoria colectiva,
Agrupación Salvador Allende. [En línea]. Recuperado 28 de noviembre de 2008.
Disponible en: http://www.memoriacolectiva.com/
Amado, H., & Jerez, D. (2008). Análisis del significado de los objetos en la
reconstrucción de la memoria colectiva de personas en situación de
desplazamiento.
Tesis
de
grado.
Universidad
Pontificia
Bolivariana,
Bucaramanga, Colombia
Bruner, J. (1997). La educación puerta de la cultura. Madrid: Visor. Pág. 149
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imaginarios. Paidos. (1ª Edición) Barcelona: España.
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