EL PERFIL Alberto Schommer Gran viajero y fotógrafo, Schommer ha logrado contribuir a la renovación de la fotografía en España a lo largo de sus más de 50 años de profesión Medio siglo de fotografías Vitoriano de nacimiento y artista plástico de vocación, Schommer vio desde niño cómo su padre, Alberto Schommer Koch, aunque médico de profesión, retrataba cámara en mano la vida de la ciudad y se convertía, con empeño, dedicación e innegable talento, en uno de los mejores fotógrafos de la España de los años 40 y 50. Alberto Schommer nació en 1928 en la capital del País Vasco, y se formó como fotógrafo en Alemania y en París. Una vez tomada la decisión definitiva de dedicarse a la fotografía profesional, se instala en Madrid a mediados de los 60 –destino que eligió porque sus padres prefirieron que no fuera a París, porque “estaba demasiado lejos”–, y empieza a trabajar solo, como a él le gusta. No en vano, se define a sí mismo como un “lobo solitario”. A diferencia de su padre, Alberto Schommer no tiene un equipo que realice sus reportajes fotográficos, sino que prefiere “ir por su cuenta”. Una de las exposiciones que Schommer recuerda con más cariño es una de las primeras que hizo en la capital de España. Y eso, a pesar de que varias de las fotos están movidas o borrosas, porque su intención era captar la vida y la esencia de la ciudad desde cualquier punto de vista: en el coche, en el autobús, por la calle... También en Madrid tuvo ocasión de, ya que no era su voluntad trabajar con ningún compañero, conocer personalmente a algunos de los fotógrafos más célebres de su época, como el genial William Kline, que tanto le influiría en su obra. La cascografía es, seguramente, la mayor aportación de Schommer al mundo de la fotografía. De hecho, basta echar una ojeada en Internet para comprobarlo: googleando cualquiera de los dos conceptos –Alberto Schommer o Cascografía–, invariablemente se encuentran referencias al otro. Esta técnica consiste en realizar un montaje de fotos a partir de una serie de imágenes ya tomadas, generalmente craquelando el original y dándole rugosidad y texturas. Para ello, se le dan a las fotos unos baños fotográficos químicos. El resultado final está a medio camino entre la fotografía y la escultura, y eso está muy lejos de ser un problema para Schommer, que, además de caracterizarse por ser un artista multidisciplinar, en más de una ocasión ha manifestado que la pintura es “un accesorio de la fotografía”. Realista y pragmático, Alberto Schommer asegura que ve la vida como cualquier otra persona, y no siempre a través de un objetivo. También es consciente de que, en un país en el que el mercado de la fotografía es tan complejo, poder vivir de ella le convierte en un auténtico privilegiado. El apasionante momento en que comenzó en este mundo ha condicionado el resto de su carrera: la Bauhaus y la Subjektive Photographie de Otto Steiner pugnaban por definir el nuevo paradigma de la fotografía en Europa mientras Schommer la recorría entera en los años 50 y, al mismo tiempo, mantenía relaciones con el movimiento AFAL, que pretendía renovar este arte en nuestro país. El Museo de Bellas Artes de Bilbao ha expuesto recientemente su obra, rindiendo homenaje a toda una vida dedicada a la fotografía. Schommer fue elegido miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en 1996, y fuera de nuestras fronteras ha expuesto su obra en Japón, de la mano del fotógrafo nipón Eikoh Hosoe, o en el Center for Creative Photography de Tucson, Arizona (EE UU), entre otros. Algunos de los libros publicados por Alberto Schommer son La vida en los museos (1998), Autobiografía de un madrileño (2000), El arte de la mirada (2002) o Metrópolis. Archivo municipal de Vitoria-Gasteiz (2003). Otras de sus publicaciones giran en torno a los distintos viajes que ha realizado por el mundo, como Egipto, Libia o Brasil, siempre analizados desde la perspectiva de un artista plástico de talla mundial. Cuando empezaba su carrera, la Bauhaus y la Subjektive Photographie de Otto Steiner pugnaban por definir el nuevo paradigma de la fotografía 66 _ savia _ junio 2010