ARTICLE IN PRESS Documento descargado de http://www.elsevier.es el 17/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. Med Clin (Barc). 2009;132(18):706–708 www.elsevier.es/medicinaclinica Editorial La exploración cardiológica obligada del deportista The sport preparticipation cardiovascular screening examination of the athlete Franchek Drobnic a, y Jose Ricardo Serra Grima b a b Servicios Médicos FCBarcelona, Departamento de Fisiologı́a del Deporte del CAR, Barcelona, España Servicios Médicos FCBarcelona, Departamento de Cardiologı́a del Hospital de la Santa Creu i de Sant Pau, Barcelona, España La práctica de una actividad fı́sica de forma continua y reglada, con un fin competitivo, es decir, la práctica de un deporte, requiere la puesta en marcha de diversos sistemas de adaptación al esfuerzo: el sistema metabólico, el sistema neuroendocrino y fundamentalmente el sistema cardiorrespiratorio. En función del deporte y los entrenamientos, la solicitud al esfuerzo será más o menos intensa en el intento de mejorar el rendimiento y optimizar la respuesta, en el que se ponen a prueba cada uno de los órganos que intervienen en el proceso. Aquellos órganos que no estén adaptados a las cargas de trabajo impuestas fracasarán en su función, alterarán la respuesta y llevarán el organismo a la lesión o a la alteración funcional con mayor o menor gravedad. El hecho desafortunado de que un deportista, un individuo aparentemente sano, fallezca de forma repentina mientras ejerce su trabajo cuestiona las bases del conocimiento cientı́fico y hace recapacitar respecto al dominio de las causas que originan la enfermedad. La muerte súbita en el deporte, un suceso especialmente poco común pero muy llamativo en los medios de comunicación, ha concienciado a los sectores del ámbito que competen al deportista (familiares, facultativos, gestores deportivos e incluso polı́ticos) en el interés de conocer, identificar y prevenir el suceso. El término muerte súbita ha sido usado de distinta manera por epidemiólogos, clı́nicos, patólogos o especialistas en medicina legal1. Desde el punto de vista clı́nico, lo más frecuente es considerar muerte súbita a la que ocurre por causas naturales (lo que excluye accidentes, envenenamientos, suicidios, otras causas), dentro de la primera hora tras el inicio de los sı́ntomas. El concepto de muerte súbita es un elemento aglutinador de un desenlace que ocurre de una forma más dramática, si cabe, en el ámbito del deporte. Siempre se ha relacionado a la muerte súbita en el deporte con el corazón, y ası́ se observa especialmente en los criterios de evaluación del deportista2,3. Dado que el 90% de los casos se debe a este origen4, aunque está bien establecido que también se debe al fallo de otros sistemas5. De los primeros, los cardiocirculatorios, la cardiopatı́a isquémica (CI) está presente en más del 80% de los individuos que fallecen de forma súbita, Autor para correspondencia. Correo electrónico: [email protected] (F. Drobnic). en particular después de los 35 o los 40 años. Antes de esa edad es relativamente frecuente la asociación a miocardiopatı́a hipertrófica (MCH), sobre todo en jóvenes deportistas6, y miocarditis subclı́nica en general. Otras enfermedades asociadas a este grupo de edad, pero en un número pequeño de casos, son la preexcitación tipo Wolff-Parkinson-White7, la displasia arritmogénica del ventrı́culo derecho8, el prolapso mitral y otras valvulopatı́as, y las anomalı́as congénitas de las coronarias9. La incidencia real de la muerte súbita varı́a de un paı́s a otro de acuerdo con la prevalencia de la CI y es mucho más acusada en los paı́ses del norte de Europa y en EE. UU. que en la cuenca mediterránea. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la incidencia de muerte súbita en las áreas industrializadas varı́a de 20 a 160 casos por 100.000 habitantes cada año entre los varones de edad comprendida entre 35 y 64 años10. La muerte súbita del deportista amplı́a el intervalo de aparición de la muerte, y se considera muerte súbita cuando acaece en las primeras 24 h siguientes al evento deportivo11. El objeto es enmarcar todos aquellos procesos que llevan a ese desenlace desde una perspectiva relacionada con el deporte. Su prevalencia se ha cifrado en 1 por 200.000 habitantes cada año en los menores de 35 años y en 1 por 18.000 habitantes en los mayores de esa edad12,13. Como en la persona que no practica deportes, la mayorı́a de las muertes son de origen cardiovascular y, en los menores de 35 años, se asocia a enfermedades cardı́acas estructurales no sospechadas, además de a las indicadas anteriormente14. El examen de salud previo a la práctica deportiva o al inicio de temporada tiene como objetivo principal preservar la seguridad en la práctica de la actividad fı́sica y detectar enfermedades o alteraciones fı́sicas que pueden convertir la realización del ejercicio fı́sico en un riesgo para la salud. Pero, sobre todo, su objetivo es identificar alteraciones cardiovasculares que sirvan para prevenir la aparición de la muerte súbita o la progresión de la enfermedad15. De manera especı́fica, debe planearse el examen con los siguientes objetivos: identificar las enfermedades que impiden la participación en determinados deportes; crear planes de tratamiento y rehabilitación en función de los hallazgos; prevenir lesiones mediante la identificación y el tratamiento de anomalı́as musculoesqueléticas (en especial lesiones no rehabilitadas); orientar al deportista sobre qué deportes puede realizar y 0025-7753/$ - see front matter & 2008 Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. doi:10.1016/j.medcli.2008.10.019 ARTICLE IN PRESS Documento descargado de http://www.elsevier.es el 17/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. F. Drobnic, J.R. Serra Grima / Med Clin (Barc). 2009;132(18):706–708 si hay alguna alteración que impida la participación en un deporte determinado, y, por último, satisfacer requerimientos legales y de seguro médico16. Cualquier deportista deberı́a someterse a un reconocimiento médico por lo menos una vez cada temporada17; los deportistas de élite deberı́an hacerlo siempre que los acontecimientos lo requieran. Es cierto que el ejercicio continuo y programado ası́ como los cuidados a los que en teorı́a se dedica el deportista lo mantienen en un elevado estado de salud, lo ayudan a prevenir lesiones y a recuperarse mejor de éstas, le permiten evitar complicaciones de ciertos trastornos que pueden convivir con el ejercicio de alto nivel técnico, o incluso le sirven para mejorar el pronóstico de éstos. Pero ser deportista profesional no excluye el hecho de poseer alteraciones de carácter congénito o adquirido de difı́cil diagnóstico y prevención si no se dispone de datos previos que orienten a su búsqueda, o de tener enfermedades que al convivir con un buen rendimiento deportivo se puedan agravar debido a razones de diversa ı́ndole, deportivas o extradeportivas. La legislación respecto a las revisiones previas a una temporada deportiva de momento es ambigua. Tanto en el ámbito estatal como en el de ciertas autonomı́as, las diversas Leyes del Deporte indican que se debe acreditar una licencia deportiva que tenga una cobertura de responsabilidad civil y de asistencia sanitaria; asimismo indican a los centros deportivos que dispongan de un seguro de responsabilidad civil para los posibles daños derivados de la utilización de las instalaciones o por la propia actividad deportiva. Estas leyes presuponen la necesidad de una revisión médica previa a la actividad deportiva, pero inicialmente por sı́ mismas no exigen obligatoriedad, pues de ser ası́ obedecerı́an en consecuencia a un modelo de control y seguimiento que todavı́a no está previsto. Esto puede deberse en parte a que se traslada la obligatoriedad a las federaciones deportivas, que deben hacer el seguimiento de sus licencias deportivas y tienen la potestad de )poder exigir* el certificado de aptitud médica para la práctica deportiva en sus deportistas federados. El modelo de control de esas revisiones varı́a según las federaciones, los deportes y el nivel: desde el deporte base al deporte profesional. En algunas, este seguimiento es serio y bien estructurado; por el contrario, en otras es tan laxo que se puede considerar inexistente. Quedan fuera de este control aquellos deportistas y profesionales de la actividad fı́sica no federados. Respecto a los clubes deportivos o de ocio, no hay una legislación que obligue a que los socios pasen la revisión médica; sin embargo algunos, con muy buen criterio, solicitan un certificado médico de aptitud deportiva, lo que demuestra, al menos, el interés por la salud de su asociado y de su empresa. La revisión médica en un individuo previa a una participación deportiva posee algunos aspectos básicos y fundamentales: la anamnesis, que incide en los antecedentes personales y familiares respecto a trastornos crónicos o hereditarios, la exploración fı́sica completa y un electrocardiograma (ECG) de reposo con 12 derivaciones17. Esto implica saber preguntar y explorar (auscultar) y, a la vez, interpretar las respuestas verbales o fı́sicas (signos y sı́ntomas), aspectos que se presuponen en el médico que hace la valoración y que es importante fomentar. Se cuestiona la efectividad del estudio cardiovascular en los exámenes médicos de aptitud deportiva18; sin embargo, hay argumentos irrefutables desde la perspectiva de la salud y el derecho sobre la necesidad de practicar este reconocimiento como una iniciativa de salud pública19. Ası́ se sigue una lógica en el requerimiento de las pruebas complementarias cuando el fin es detectar aquellos individuos de alto riesgo cardiológico20. El ECG es una prueba sencilla, económica, fácil de realizar y que ofrece muy buena información si se lee y se entiende. Su utilidad ha estado siempre debatida21,22 debido tanto a los falsos positivos como a los falsos negativos que aparecen en ocasiones. Pero, a 707 pesar de su controversia, es necesario a la luz de los resultados que ofrece, sobre todo en los deportistas de una cierta edad, mayores de 30 años23. En este sentido, y dado que una proporción consistente de sujetos adultos con criterios de inaptitud para la práctica deportiva muestran datos mı́nimos o inexistentes en el ECG de reposo pero signos claros patológicos en el ECG de esfuerzo, es imperativo que en sujetos de más de 30 años se practique una prueba de esfuerzo (PE) con monitorización del ECG, aunque el de reposo sea anodino. Por otra parte, la PE permite conocer la respuesta e informa de los sistemas involucrados en la homeostasis durante el ejercicio y cómo funciona el acoplamiento entre éstos a diversas intensidades de trabajo. Según la normativa de consenso actual24, no es necesario hacer la PE en individuos menores de 45 años que hacen ejercicio habitualmente sin tener ningún sı́ntoma anómalo. Es aconsejable indicarla en todos los sujetos adultos que nunca se la han practicado, hayan hecho deporte o no. En los jugadores profesionales se aconseja una PE máxima con monitorización cardı́aca y calorimétrica que evalúe el gasto metabólico mediante calorimetrı́a indirecta, al menos al inicio de la temporada. El motivo es identificar, además de posibles alteraciones de origen cardiocirculatorio, otros parámetros relativos a la salud y a la condición fı́sica del individuo que sirven de punto de partida para el inicio de la temporada. Sin embargo, las limitaciones reconocidas de la historia clı́nica y las pruebas complementarias comentadas (ECG y PE) han llevado a varios investigadores a considerar otra prueba complementaria como herramienta indispensable en la revisión médica para la detección de las enfermedades cardı́acas letales: la UCG (ultrasonic cardiography ’ecocardiografı́a’)25. La UCG es una prueba interesante en la discriminación de trastornos cardı́acos, pero su sensibilidad y especificidad es en verdad desconocida en este ámbito26. La UCG es una valoración sencilla, incruenta y de rápida realización, pero precisa un material de elevadas prestaciones y un profesional experto en la exploración, lo que lleva a que económicamente eleve el coste de la evaluación27. En medicina del deporte, su utilidad está justificada dado que ayuda a descartar alteraciones estructurales, hipertrofia cardı́aca, valvulopatı́as, alteraciones de los vasos, etcétera; está limitada en el ámbito epidemiológico general en función de la prevalencia de estas alteraciones en este grupo poblacional: menos de 1 cada 1.000 deportistas de alto nivel28. A pesar de todo, si existe la posibilidad, se considera conveniente que un deportista de alto nivel, adulto, sea valorado mediante UCG al menos una vez en su vida. Una vez que la UCG resulte normal, las modificaciones hacia la anormalidad no se van a producir sin una causa que la justifique o sin sı́ntomas que orienten un proceso en ese sentido, por lo que la repetición de esta prueba no está justificada salvo que haya una orientación que ası́ lo indique. Si la prueba se hace cuando el sujeto es todavı́a prepúber, estará indicado realizar una nueva valoración al llegar a la edad adulta. Aunque se ha demostrado que el modelo del entrenamiento, resistencia o potencia, no tiene tanta fuerza como la que se pretendı́a en la variación estructural del corazón29, sı́ se sabe que se produce una modificación estructural por el crecimiento, la actividad fı́sica y la maduración sexual durante el desarrollo del sujeto30. Por eso es una buena orientación practicar una antes de la pubertad y otra después de ésta en individuos seleccionados. Realizar más pruebas por el hecho de hacer un seguimiento no tiene una justificación clı́nica que la sustente en el momento actual, salvo un exceso de celo o un estudio de investigación. Por otra parte, como se ha mencionado anteriormente, dado que la aparición de casos de muerte súbita de origen cardı́aco es inusual durante la infancia y la adolescencia31, no será preciso abundar en otras exploraciones si la anamnesis o la exploración no lo exigen. La práctica de otras pruebas exploratorias con el objetivo de descartar trastornos cardı́acos en el deportista, como el Holter ARTICLE IN PRESS Documento descargado de http://www.elsevier.es el 17/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. 708 F. Drobnic, J.R. Serra Grima / Med Clin (Barc). 2009;132(18):706–708 durante 24 h, la resonancia magnética cardı́aca o los estudios invasivos (sean electrofisiológicos, angiográficos o biopsias) no tienen ninguna justificación, salvo que haya sospecha clı́nica que justifique realizar una u otra exploración. Es imperativo comentar que, a causa de los avances recientes en biologı́a molecular y biotecnologı́a, hoy en dı́a se dispone de técnicas de diagnóstico molecular de última generación, como la genómica, que posee un gran potencial para, en algún caso, evaluar incluso en un solo ensayo más de 1 millón de polimorfismos de un solo nucleótido (SNP). Se conoce una gran cantidad de SNP asociados a procesos cardı́acos, tanto estructurales como arritmogénicos, ligados a muerte súbita. Entre éstos pueden mencionarse la taquicardia ventricular polimórfica catecolaminérgica, el sı́ndrome de Brugada, el sı́ndrome QT largo, la MCH de ventrı́culo derecho, la miocardiopatı́a dilatada, y otros. La identificación personalizada (aplicada a los deportistas) de los SNP asociados a las enfermedades cardı́acas antes mencionadas y a otras muchas más, permite al médico especialista contar con información muy relevante para ayudarle a establecer las medidas más oportunas con respecto a la salud del individuo, siempre sobre la base de los antecedentes y la clı́nica del sujeto estudiado. Por otra parte, dado que muchas de estas enfermedades son en su gran mayorı́a de herencia autosómica dominante, permiten determinar la posibilidad de evaluar el riesgo en los familiares directos de estos sujetos. Sin duda, en poco tiempo se dispondrá de sistemas especı́ficos que permitirán evaluar tanto el riesgo de muerte súbita en deportistas al analizar decenas de genes y cientos de polimorfismos simultáneamente como evaluar estos resultados con las pruebas diagnósticas complementarias, la sintomatologı́a y la experiencia clı́nica de los especialistas, lo que permitirá realizar una evaluación epidemiológica más exhaustiva que dará finalmente el valor que le corresponde a cada una de las pruebas básicas que se utilizan. En conclusión, la exploración cardiológica de cualquier deportista previa a la temporada debe consistir en una anamnesis orientada, una exploración fı́sica (con auscultación y toma de presión arterial) y un ECG de reposo de 12 derivaciones. En los nuevos fichajes o en los individuos adultos, se aconseja una valoración también de esfuerzo y que a todos se los evalúe mediante UCG al menos una vez en su vida deportiva. Si hay indicios de enfermedad cardiocirculatoria se actuará según los protocolos establecidos. En la actualidad, a los deportistas profesionales se les practica anamnesis, exploración fı́sica, ECG de reposo y de esfuerzo y UCG cada temporada, de una forma protocolizada en los Centros de Alto Rendimiento y en la mayorı́a de los clubes de máxima categorı́a15,17. Pero debe recordarse que, aunque estas valoraciones sean legales y desde el punto de vista médico necesarias, al menos respecto al componente cardiológico la utilidad de éstas desde la epidemiologı́a clı́nica y predictiva es cuestionable debido a la poca prevalencia de las enfermedades letales de origen cardı́aco y a la dificultad para identificarlas por sus pocos, imprecisos o incluso ausentes sı́ntomas y signos en las pruebas complementarias. Bibliografı́a 1. Goldstein S, Bayés de Luna A, Guindo Soldevilla J. Mechanism and pathology of sudden cardiac death. En: Armonk J, editor. Sudden cardiac death. 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