MI VERANEO ODO Feo Veo Ya, Y que el Viento Lento Va. Tristeza Traidora Devora Mi ser LAURA BUSTOS Volviendo Desdicha Mi dicha Y placer ¡Y amarguras Me rodean Y estropean Sin razón, Las que tienen Confundido Mi afligido Corazón! Y de tristeza Yo llevo el sello Que a Chillán bello Voy a dejar: Y las montañas, Las cordilleras Y las praderas Iré a cruzar. Queridas amigas Estoy sin consuelo, Pues ya emprendo el vuelo ¡Amigas, adiós! 373 374 RIMAS DE Qué causa de olvido El viaje no fuere A quien tanto quiere Honor para vos. Diciembre diez y seis A las siete del día Dejé la compañía De que gocé en Chillán; Llegamos a San Carlos Y en su estación estaba Un coche que esperaba Llevarme a San Fabián. (I) Mi papá me acompañaba: Y seguimos caminando, Los árboles admirando De una gran fertilidad; Había grandes alturas Que ascendimos y bajamos, Y a las cinco allá llegamos Sin ocurrir novedad. (I) Hasta aquí, fue redactado el mismo día que la autora salió de Chillán, dando forma a su pensamiento de irle mal. Lo demás de la composición, lo hizo a su vuelta. – (N. del E). LAURA BUSTOS Donde el señor Juan Villegas Con gusto nos recibieron, Alegres nos atendieron Y bastante regular, Allí entre las señoritas Finas, amables y hermosas, Por entre un vergel de rosas Parecíame cruzar. Y la estimable señora En extremo bondadosa, Una madre cariñosa Ella fue, pues para mí. Y sus hijas: Clara y Rosa, María, Julia y Clarisa, Todas perfuman la brisa, Y entre ellas lo pasé allí. Y fue tanta allí mi dicha, Y tanta fue mi alegría Que nadie lo creería Que mis males olvidé; Y como agradecimiento, Recuerdo imperecedero, En mi corazón sincero De ellas siempre guardaré. 375 376 RIMAS DE A don Manuel Jesús Concha Le hicimos una visita, Y una de las señoritas Allí nos acompañó. Es amable el señor Concha, En su familia estimable, Y su señora honorable Con gusto nos atendió. Las señoritas Henríquez, Vecinas de aquella plaza Nos ofrecieron su casa Que imposible aceptar fue; Y hacerles una visita Sólo pude darme un gozo, Y su estilo cariñoso Muy presente lo tendré. Como en San Fabián no me hizo Muy bien el temperamento, Tuvimos el sentimiento Por precisión que dejar. Y mi mamá que hasta entonces Allá en Chillán atendía, A mi hermano, que tenía Sus exámenes que dar. LAURA BUSTOS También con éste hizo el viaje Para ir a acompañarnos Y todos juntos marcharnos Al fundo la Mortandad: El señor Juan Montecinos Nos ofreció sin demora Su servicio, y su señora Lució su amabilidad. Allí, como en todas partes, Voluntad y esmero hallamos; Pero tampoco encontramos Lo que íbamos a buscar: Por lo que, hizo en esos días Mi papá tan bondadoso, Un viaje largo y penoso Hasta Los Andes cruzar. Salvó gigantescas rocas, Cruzó ríos caudalosos, Precipicios espantosos Y a la Argentina llegó: Reconoció en Las Lagunas Un puesto muy conveniente El que generosamente Don Pancho Henrique ofreció. 377 378 RIMAS DE El quiso marchar a su vuelta Pero ello ejecutar fue imposible, Porque de manera increíble El tiempo empezó a refrescar Muy pronto por pequeña lluvia; Y como el calor declinara, Dispuso sólo al fundo Lara Y no a la Argentina, llegar. Medio mes estuvimos en Lara Que tanto grato panorama ostenta Pues que, en la confluencia se encuentra De dos ríos de mucho caudal: Por el sur se halla el río Ñuble Y Lara se halla al nor-oeste; Y su causa principal, decente, De altos, da frente al camino real. Fueron tres meses sin provecho alguno Los que nosotros por allá estuvimos, Y terminados ellos, resolvimos Luego a San Carlos, al pueblo tornar. En San Carlos pasamos seis días Reposando casi tranquilamente, Y mi papá creyó muy conveniente De allí a su fundo Quimpeumo, marchar. LAURA BUSTOS 379 De aquí doy mis gracias a todos aquellos Los que sus servicios con gusto prestaron, Que sin conocernos ellos se ofertaron En todo lo que útil pudiérannos ser. Y en nombre de todos los que me escoltaban Mi agradecimiento también muy sincero, Pues que yo, en mi pecho, un recuerdo quiero De aquellos yo siempre, yo siempre tener. A pesar que la aldea de San Fabián no es pobre, Y el fundo la Mortandad es bueno y extenso, Y también Lara, y productivos, según pienso, Cada uno con sus dos mil cuadras de extensión Y elevadas cordilleras y exquisitas aguas, Con inmensos árboles… para los dolientes No bastan a satisfacer inconvenientes, No tienen nada que les dé la salvación. A nadie yo aconsejo que marche a esos lugares Aunque la gente sea cariñosa y amable, Porque allí no falta privación insuperable, Porque allí solo reina tristeza y soledad. Y también desapruebo con razón justísima Las pinturas fantásticas que allá marchar me hicieron, Porque aquellos consejos y animaciones fueron Dictados como a oscuras, sin práctica y verdad. 380 RIMAS DE No es exacto que es San Fabián ni en el Valle de Alico Sea benéfico a los enfermos el temperamento, Que sufren del pulmón su mal, sus penas, su lamento: Pues en verano es ardiente, lo afirmo sin pasión, Y extremado en todo tiempo, aunque parezca increíble, Y lo digo con conocimiento de causa entero, Ya que por mí se hizo, en todo, lo mejor y primero, Cumpliendo las instrucciones de más aceptación. Lo prueba evidentemente la razón incontestable, De que allí en aquel lugar varios tísicos han muerto, Habiéndole allí adquirido su grave padecimiento. Y, a que el aire es sin virtudes, le debemos agregar La circunstancia sin réplica, de que allí estamos privados De aquellas comodidades que en nuestra casa tenemos Y por eso, los enfermos en Alico, no podemos Con pobre temperamento nuestros males minorar. ¡Modifiquen, pues señores, los médicos y profanos (Que sólo hablan por hablar), sus no buenas condiciones De un lugar que no conocen de dar recomendaciones: Y de los pobres enfermos, señores, tened piedad!... Del fundo de mi papá, ubicado a cinco leguas Al poniente de San Carlos, distinguir a veces suelo Cuando está clara la atmósfera y se encuentra limpio el cielo Las cordilleras de Alico, de Lara y la Mortandad. LAURA BUSTOS 381 De allí mi mente recuerda agradables emociones A través de aquellos sitios, de unos ratos especiales, Que pasados a la sombra de unos robles colosales Del Fundo Lara en el patio se les ve su frente alzar; De allí que se enfrenta al fundo tan extenso como bueno Del señor don E. Mellafe, que se dibuja grandioso A la derecha del valle de Alico, que es tan frondoso ¡Mi débil y triste lira solía allí despertar!