Sentencia judicial - Universidad Católica de Colombia

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Sentencia judicial:
naturaleza jurídica y condena en concreto.
Propuesta para una reforma legislativa
Luis Ernesto Va1:g'as Silva*
urante la segunda semana del mes de septiembre de 2002 se realizó en Bogotá el
XXIII Congreso Colombiano de Derecho Procesal en homenaje al maestro Hernando
Devis Echandía, auspiciado por la Universidad Libre y por la Universidad Externado
de Colombia, organizado por el Instituto Colombiano de Derecho Procesal, que con inigualable éxito preside el maestro Jairo Parra Quijano.
Quienes han tenido la oportunidad de asistir a los congresos organizados por el Instituto
desde cuando lo preside el maestro Parra Quijano, han visto cómo se divide el temario
entre los más diversos campos del Derecho Procesal. En el realizado, encontramos un
tema al que se dedicó toda la mañana del Jueves 12 de septiembre, sobre el cual disertaron 8 profesores de derecho procesal colombianos y uno panameño, el Dr. Abel Augusto
Zamorano: "Ejecución de las providencias judiciales, hacía una nueva formulación".
Precisamente por esa circunstancia, creí que había surgido de nuevo el tema que ?in duda
es, sobre el tamiz de los puntos no pacíficos o de debate constante, una especie de para-
Profesor Universidad Católica de Colombia. Miembro de los Institutos: Colombiano de Derecho Procesal e Iberoamericano de Derecho Procesal. Magistrado Tribunal Superior de Cundinamarca.
NOVUMill,IS
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Luis Ernesto Vargas Silva
digma: un tema sobre el cual nos ocupamos en el Congreso de derecho procesal realizado
en Cartagena hace 2 años, acerca del cual elaboramos una ponencia que hoy entregamos
a nuestra alma máterpara que ojalá sea analizada, pues lo que importa es agitar las ideas
con el ánimo de concitar en nuestros estudiantes y sus profesores, una propuesta que ojalá
recibiera apoyo como forma de exaltar cánones constitucionales dándoles vigencia en un
momento histórico en el cual se amenaza con reformas que tienden a suprimir derechos
conquistados con la carta suprema de 1991.
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La presencia de una revista como "Novum Jus' bajo la égida del profesor Evelio Suárez
Suárez como nuestro nuevo Decano, nos permite un espacio para ese debate que debe ser
tan enriquecedor. El nuevo derecho, como lo anuncia la revista, debe ser hecho por todos
nosotros. La idea es que las leyes ojalá sean hechas algún día contando con la academia. La
presencia de un académico de carrera, al frente de la Facultad de Derecho, es sin ninguna
duda una prenda de garantía para la Universidad Católica de Colombia y por ello no dudamos en augurar éxitos perennes en esa administración. Sin rnás proemios, recordemos entonces, cómo fue que hace 2 años, planteamos el tema y escribimos lo siguiente:
"... y desearía sugerir a algún joven cultivador del derecho procesal, estudiar si es
verdad que la sentencia se agota en pura lógica, en el denominado 'silogismo
judicial', o si, en cambio, el elemento determinante, aunque invisible, no es con
bastante frecuencia el sentimiento. 'Sentencia y sentimiento': tema de estudio
de gran actualidad"
Piero Calamandrei 1
Corno casi siempre ocurrió con las expresiones del gran maestro nacido en Florencia -nos
referíamos a Calamandrei- sus reflexiones no perdieron vigencia. La sentencia judicial ocupa
ahora la atención del Congreso de derecho procesal que se realiza en Cartagena de Indias. El colofón natural del debido proceso es analizado desde diversos ángulos como
ustedes pueden ver y el aforismo "habent sua sidera lites" -también la litis tiene sus estrellas- que tanto descorazonó al autor del "Elogio de los jueces" sigue siendo importante
hasta el punto de haber quedado referido en nuestra Constitución Política que el Juez al
dictar sus fallos, sólo está sometido al imperio de la ley (entiéndase no un tenor literal
inexpresivo, sino como si esa ley fuese el derecho; esa carta de navegación política es
justamente la ley suprema) asumiendo además el apoyo de los criterios auxiliares descritos en la norma. Quedó proscrita la habilidad, la artimaña.
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El memorable texto que evocamos al comienzo nos trae una consideración conforme a la
cual Calamandrei para cuestionar aquel aforismo -también la litis tiene sus estrellas- y para
rebelarse contra ella, aseveró: " ... quien tiene fe en la justicia de su causa, logra en todos
los casos, aún a despecho de los astrólogos, modificar el curso de las estrellas ... quiero
ilusionarme en esa confianza sin la cual el ejercicio de la abogacía perdería el más eficaz
de sus estímulos" 2 • Dos décadas después de haber expuesto el autor precitado, en la
Universidad de Padua su elocuente oración sobre la crisis de la justicia, el legislador colombiano dejó plasmado el principio de prevalencia de lo sustancial o del derecho material
en el artículo 4 9 del código de procedimiento civil, para denotar el carácter instrumental de
la ley procesal.
NDVUMiiUS
Sentencia judicial: naturaleza jurídica y condena en
concr·eto. Propuesta para una reforma legislativa
Y otras 2 décadas después de ver cómo estábamos transgrediendo ese principio axial, la
propia Constitución Nacional colombiana tuvo que elevar a canon supremo esa prevalencia que ya advertía el código precitado.
Por eso, la sentencia judicial sigue siendo objeto de nuestros desvelos. El tema vuelve al
escenario académico y por eso hay que saludar con alborozo que no lo perdamos de vista,
pues al fin y al cabo denota el producto final de los esfuerzos depositados en cada proceso
judicial. En este Congreso, unos expositores referirán lo relativo a la motivación de las
sentencias, otros optarán por aludir a un tema de la filosofía del derecho y de la teoría
general del derecho -la argumentación, muy discutido en la actualidad-, alguien más hará
un interesante coloquio sobre las falacias en la argumentación judicial y así, se demostrará
que el tema es tan abundante y rico en situaciones que al final será un homenaje al propio
maestro Calamandrei.
Nosotros, optaremos por algo puntual y de pronto muy atrevido en torno a la ejecución de
la sentencia, convencidos como estamos de las bondades de las normas constitucionales,
con origen en principios y valores supremos cuya aplicación práctica debemos impulsar.
Intentaremos demostrar que la reforma legal entronizada en los artículos 307 y 308 del
código de procedimiento civil colombiano, no fue tan generosa como quiso el legislador y
por el contrario, urge su reforma para darle vigor a cánones constitucionales.
Naturaleza jurídica de la ejecución de la sentencia judicial
La doctrina tradicionalmente ha discutido si la ejecución de las sentencias judiciales pertenece a la órbita de atribuciones de la administración pública, o si es un acto jurisdiccional
propiamente dicho. A nivel político, grandes estadistas refirieron el tema, como cuando
Winston Churchil justificó el poderío militar y su andamiaje bélico en la Gran Bretaña, si
todo ese poder servía para defender la decisión de un Juez del Estado. Recientemente,
una orden de la Procuradora de los Estados Unidos de América y Ministro de Justicia, al
ser desacatada, provocó un rescate armado de un menor de edad víctima de la incomprensión de sus parientes que lo habían tomado como bandera de odios políticos de esa familia.
En principio, sirve para ilustrar un poco la manera como nos vamos adentrando en el tema,
la diferencia conceptual que ha hecho nuestra Corte Constitucional en términos generales,
entre el acto jurisdiccional y el administrativo. Bien sabemos que el acto jurisdiccional por
antonomasia es la sentencia. Aunque es el objeto específico de nuestro análisis, con carácter ilustrativo tanto teórico como pragmático, transcribimos a continuación lo que al respecto enseña la jurisprudencia constitucional expuesta por aquel Tribunal supremo:
"La Corte debe estudiar qué sentido tiene que la ley atribuya a un acto singular
de un determinado órgano estatal, una naturaleza administrativa. Ahora bien,
esa caracterización tiene como consecuencia entre otras cosas, que éste, por
oposición a los actos jurisdiccionales, no tiene la fuerza de cosa juzgada, pues
no solo es reformable y modificable por la propia administración, como es obvio,
dentro de ciertas condiciones, sino que, además, puede ser revisado por las
autoridades judiciales en virtud del principio de legalidad. Por el contrarío, el acto
NOVUMUUS
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Luis Ernesto Vargas Silva
jurisdiccional una vez ejecutoriado es definitivo, pues tiene la virtud de la cosa
juzgada. Por eso, amplios sectores de la moderna doctrina jurídica consideran
que si bien es muy difícil encontrar elementos sustantivos que distingan un acto
administrativo de uno jurisdiccional, pues ambos en el fondo son la producción
de una norma singular dentro del marco de posibilidades establecido por una
norma general, Jo cierto es que existen elementos formales que permiten establecer una diferencia entre ambos tipos de actos (11). De un lado, por sus efectos3, pues el acto administrativo no goza de fuerza de cosa juzgada mientras que
el acto jurisdiccional es definitivo por Jo cual el primero puede ser revocado, incluso estando ejecutoriado, a menos que exista una situación jurídica consolidada mientras que el acto jurisdiccional, una vez resueltos los recursos ordinarios
y, excepcionalmente Jos extraordinarios, es irrevocable. De otro lado, estos actos
también se diferencian por la naturaleza del sujeto que los emite, pues solo puede producir actos judiciales un funcionario que tenga las características depredeterminación, autonomía, independencia e inamovilidad propia de Jos jueces. En
efecto, lo propio del juez es que no solo debe estar previamente establecido por
la ley (Juez natural) sino que, además, debe ser ajeno a las partes en la controversia (imparcial), sólo está sujeto al derecho y no a instrucciones de sus superiores o de los otros poderes (independiente) y goza de una estabilidad suficiente
para poder ejercer su independencia y autonomía (inamovilidad) (12). Por el contrario, el funcionario administrativo carece de alguno de esos rasgos".
La naturaleza de la sentencia judicial en cuanto a su EJECUCIÓN, atendiendo, se repite,
los extremos de la doctrina que predican ese acto final del proceso judicial como de naturaleza administrativa, con apoyo en que incluso muchas sentencias pueden ejecutarse por, o
ante funcionarios de esta estirpe, mientras otros defendemos la ejecución de las sentencias como un acto absolutamente jurisdiccional, es un punto que nos conduce a plantear
las razones por las cuales arribamos a esta conclusión:
Poderes disciplinarios y corr·eccionales del juez
su
El necesario acatamiento de las decisiones judiciales se realiza dotando al juez de instrumentos correccionales. Quien se demuestra contumaz o se declare en rebeldía contra una
decisión judicial, no sólo puede estar incurso en el delito de fraude a resolución judicial,
sino que eventualmente puede sufrir consecuencias de índole correctiva o disciplinaria. El
legislador en varias ocasiones se ha expresado para otorgar al juez la potestad de imponer
sanciones de índole disciplinario o correccional para compeler a quien desacata sus dictados. Esas sanciones van desde la multa hasta la privación de la libertad. Los artículos 27 y
52 del decreto 2591 de 1991, orgánico de la acción de tutela, establecen que el juez puede
sancionar por desacato al funcionario público y a su superior si ha habido tolerancia de
este para con el desacato a la orden del Juez, hasta que se cumpla la sentencia de tutela.
Lo anterior sin perjuicio de la responsabilidad penal. El artículo 52 del referido decreto,
amplía el ámbito de las personas concernidas con la orden y cubre no sólo a los funcionarios públicos sino aún a los particulares quienes podrían ser sancionadas con arresto hasta
de seis meses y multa hasta de veinte salarios mínimos. En acción de tutela, el carácter
constrictivo de la sentencia se intensifica si se tiene en cuenta que el artículo 53 establece
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Sentencia judicial: naturaleza jurídica y condena en
concreb). Propuesta para una reforma legislativa
responsabilidad penal para quien reincida en la acción u omisión que hicieron necesaria la
intervención del juez de tutela.
La ley Estatutaria de la administración de justicia en el artículo 58 estableció que los Magistrados, fiscales y jueces tienen la facultad correccional por virtud de la cual pueden
aplicar sanciones pecuniarias. Debe distinguirse la potestad disciplinaria que el juez ejerce
respecto de sus subordinados -a quienes puede iniciar proceso cuando desobedezcan sus
dictados- de la actividad correccional o potestad correccional para sancionar a otros funcionarios y a los particulares. La sanción no sólo se aplica para el desacato a las decisiones
sino también para cuando se falte al respeto al funcionario o se asuman comportamientos
contrar.ios a la solemnidad que deben revestir los actos de la jurisdicción. Se reitera en el
artículo se que la potestad correccional se ejerce sin perjuicio de las demás consecuencias
de índole penal o de naturaleza disciplinaria. En suma, para hacer cumplir sus decisiones
el juez puede iniciar proceso disciplinario contra sus propios empleados, promover proceso
de igual naturaleza contra otros funcionarios o aplicar sanciones correccionales contra los
particulares. Esta norma de la ley estatutaria derogó el artículo 114 del código contencioso
administrativo que contemplaba la potestad sancionatoria en la jurisdicción contencioso
administrativa y modificó el artículo 39 del C. de P.C.
El artículo 39 del código de procedimiento civil contempla una amplia gama de sanciones
para cuando los propios funcionarios del despacho judicial y demás empleados públicos
incumplen las órdenes o se incurre en falta de respeto respecto de la investidura del Juez.
En la sentencia T-351 de 1993 la Corte Constitucional distinguió que las sanciones aplicadas por los jueces a los empleados de su despacho son decisiones de carácter administrativo y por lo mismo acusables ante la Jurisdicción de lo contencioso administrativo. Por el
contrario las decisiones correccionales contra otros funcionarios o contra particulares por
desacato son decisiones de carácter jurisdiccional inexpugnables por la vía contencioso
administrativa. En esa decisión la Corte señaló que en materia de sanciones correccionales
no procede su aplicación de "plano" y previo informe de un empleado que haya presenciado el hecho, como lo indica el artículo 39 del C. de P.C. sino que es imprescindible permitir
que el acusado ejerza a plenitud el derecho de defensa (en idéntico sentido la decisión: T582/96).
Dm·ogatoria de la sanción de arresto por irrespeto
El artículo 39-2 del código procesal civil establece la sanción de arresto para quienes
irrespeten al Juez en ejercicio de sus funciones o con ocasión de ellas. Los artículos 58 y
60 de la ley 270 de 1996 , para la misma conducta solo establece sanción de multa. Por ello
consideramos que hoy por hoy, la pena de arresto prevista en el código de procedimiento
civil ha sido derogada por una ley estatutaria.
No acontece lo propio con el desobedecimiento (no falta de respeto) en acción de tutela
que sí permite la sanción de arresto. El decreto 2591 de 1991, a voces del artículo 152 A de
la Carta política tiene el rango de ley estatutaria y como es de naturaleza especial, las
sanciones indicadas en aquel decreto se aplican de preferencia a las señaladas en la ley
SI
Luis Ernesto Vargas Silva
estatutaria. La reflexión se hace porque el texto del artículo 60 de la ley estatutaria aparentemente establece una regla que beneficia a los particulares que solo podrían ser sancionados con pena pecuniaria, favorabilidad que debe extenderse a todos los sancionados,
pero que no se aplica en acciones de tutela . De esta manera creemos, no subsiste la pena
de arresto por irrespeto pues fue eliminada por la ley estatutaria que resulta ser más benigna que el código de procedimiento civil; además, esa sanción de arresto se conserva en la
acción de tutela y posiblemente en otras reglas legales, cuando se refiere al desobedecimiento y no a la falta de respeto.
En lo que concierne a la orden de expulsión del recinto judicial o del lugar en que se
desarrolle una diligencia consideramos que subsisten las reglas del procedimiento civil,
artículo 39 -4 y 453 del C. de P. P. No obstante la expulsión misma puede tener diversas
connotaciones. Si se trata de una inspección judicial que se dificulta por la actitud descomedida de una de las partes, puede el juez dejar de hacerla y deducir en materia civil
indicio grave; en materia laboral, presunción de veracidad de los hechos por establecer.
Desde luego que si la falta de respeto ocurre en una diligencia de secuestro o de entrega
de bienes el juez debe disponer la expulsión del lugar, expulsión que no es precisamente
una sanción sino un instrumento para facilitar el desarrollo de la función.
Dentro del arsenal de instrumentos para lograr la eficacia de sus dictados está la posibilidad de sancionar a testigos remisos y disponer su conducción como lo dispone el artículo
225-3 del C. de P. C.
Del mismo modo, a lo largo de los procesos se establecen efectos procesales para castigar el desacato a las órdenes de los jueces. Es posible que a la parte que deje de asistir a
un interrogatorio se le declare confeso si no justifica la razón de su ausencia; si deja de
concurrir a la audiencia de conciliación, puede ser declarado confeso o incluso, ello puede
causar la terminación súbita del proceso. Algo semejante acontece cuando un pagador
deja de retener un salario embargado, caso en el cual asume el pago de las cantidades que
debía retener.
Otro de los trazos que indica la fuerza imperativa de la jurisdicción reside en reconocer
que hay esencia jurisdiccional en la propia ejecución material de las decisiones. Lo jurisdiccional no puede reducirse a un mero mandato formal: la expresión jurisdiccional supone
transformación material del mundo, no puede quedarse en el universo abstracto de las
intenciones o declaraciones. Por ello, el constituyente involucró como rasgo subyacente a
lo jurisdiccional, hacer efectivas las providencias judiciales -artículo 201 de la Constitución
política- y de esa cumplida ejecución hizo garante al ministerio público (artículo 277-1 ídem).
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En nuestro criterio, la eficacia del derecho está atada a la observancia de las decisiones
judiciales y esa circunstancia no es un sub-producto o un desprendimiento natural de "lo
jurisdiccional" sino que es esencial al concepto mismo. Por ello la competencia del Juez va
hasta lograr la ejecución material de las decisiones y comprometer en tal cometido al propio ejecutivo y al ministerio público. Desde esta perspectiva "lo jurisdiccional" tiene naturaleza bifronte sentencia-ejecución, son recíprocos que subsisten con carácter de necesidad.
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Sentencia judicial: naturaleza jurídica y condena en
concreto.
una reforma
Muchos son los problemas asociados con la ejecución de la sentencia, entre ellos podemos mencionar a manera de ejemplo las sentencias de ejecución condicional contempladas de manera marginal en el artículo 334 inciso 2º del código de procedimiento civil
que parece escrito a propósito de aquellas situaciones en que por ejemplo se reconoce al
demandante en los procesos declarativos de lesión enorme, la posibilidad de elegir: o la
rescisión del contrato o mantener su vigencia mediante el pago de la diferencia entre el
precio pagado y el precio justo con las deducciones que establece la ley.
También es un tema de interés a propósito de la ejecución de las sentencias judiciales
reparar en que el proceso ejecutivo previsto en el artículo 335 no tiene límite de cuantía.
Igualmente ha sido tema de controversia el de las costas pues a pesar de ser una condena
que no aparece líquida en la sentencia, se deriva de ella y por lo mismo el juez que dictó la
sentencia parece tener competencia para la ejecución.
Del artículo 337 parágrafo 3º, queremos destacar que aquella parte relativa a la imposición
de multas fue derogado por la ley 446 de 1998 y lo propio ocurrió con el incidente que
podría promover el secuestro para justificar el incumplimiento de la entrega de los bienes
secuestrados el cual está derogado por el artículo 6º de la ley 446 que 1998
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Se abre toda una posibilidad de discusión en lo concerniente a la posibilidad
de ejecutar lo acordado en la audiencia de conciliación, pues todo indicaría
que en una buena y sana interpretación, o en una reforma, debería decirse
de modo expreso que el mismo juez que aprobó la conciliación debe tener
competencia para ejecutarla.
Igualmente, la responsabilidad que compete al Juez cuando aprueba una conciliación que
pueda ser ejecutada, pues es bien posible que so pretexto de poner fin al proceso se
aprueben conciliaciones imposibles de cumplir. Aquí, se impone una norma especial que
determine esa responsabilidad, diferente a la general que tiene origen en la Constitución
nacional.
la sentencia judicial en la Constitución Política de 1991
Para comenzar, permítasenos recordar la exposición del profesor Edgardo Villamil Portilla,
quien en su obra "Teoría constitucional del proceso", al explicar el principio de la cosa
juzgada con relación a la fuerza, al imperio de las decisiones judiciales que están revestidas del sello de firmeza, sostiene con elocuencia que el fallo jurisdiccional tiene para las
partes más fuerza vinculante que la propia ley, en los siguientes términos:
"La cosa juzgada en la medida que declara la existencia de un derecho a favor
de un individuo en un caso concreto, en tanto es la misma ley vivificada en un
suceso específico, puede llegar a tener más valor que la ley propia. Dicho de otra
manera, la sentencia judicial con la impronta de la cosa juzgada agrega un plus
a la ley. Mientras la ley puede ser cambiada por voluntad de/legislador, las sentencias que hayan adquirido el carácter de cosa juzgada crean la categoría de
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Luis Ernesto Vargas Silva
los derechos adquiridos y estos deben ser respetados no solo por las partes,
sino por el propio legislador".
La Corte Constitucional, cuando abordó el tema de la procedencia o improcedencia de la
acción de tutela contra sentencias o providencias judiciales para juzgar la eventual
exequibilidad de las normas relativas al tema contenidas en el decreto 2591 de 1991, dedujo como fundamento normativo constitucional de la cosa juzgada, el artículo 243 de la
Carta Política. Sin embargo, al observar el texto precitado vemos que el estatuto superior
se refiere con especificidad y exactitud a la cosa juzgada pero constitucional.
La Corte planteó en el fallo referido que estamos frente a un principio carente de regulación positiva en la ley de leyes. Compartimos el criterio del autor mencionado y por tanto
creemos que el sustento del principio de la cosa juzgada, bien podemos hallarlo en el tema
de los derechos adquiridos, previsto en el artículo 58 del estatuto superior, por lo cual no
estaríamos en presencia de un principio carente de norma, sino al contrario, previsto en la
ley de leyes. Si la Constitución Nacional garantiza "... los demás derechos adquiridos con
arreglo a las leyes civiles ... " , y estos "... no pueden ser desconocidos ni vulnerados por
leyes posteriores", vemos cómo, en el dispositivo supremo aludido, encontramos una norma absolutamente ajustada a la fuerza, al imperio que imprime a las sentencias judiciales,
la impronta de la cosa juzgada.
Por el contrario, las leyes que nos permiten un derecho o el acceso a determinado bien,
pueden ser derogadas por el propio legislador, evento en el cual ya no accedemos a aquel
derecho, por lo que bien podemos concluir que la sentencia judicial, tiene más efectividad
que la propia ley, para los beneficiarios inter al/ios acta. Cuando se trata de abordar el tema
de las sentencias judiciales, siempre habrá una justificación académica más que adecuada, como podemos deducir de la somera reflexión precedente.
Como la parte resolutiva de la sentencia está revestida de aquel linaje, es la que debe
ejecutarse, por ende, resulta elemental advertir los riesgos que se ciernen sobre la parte
medular del proceso, cuando los Jueces "resolvemos por resolver", por quitarnos de encima un proceso como si éste fuera un lastre, (situación que también advirtió con elocuencia
Calamandrei) o, cuando suponemos que nuestra función vital es simple y llanamente la
resolución de los conflictos, sin ver en cada proceso judicial un mecanismo de participación
ciudadana con una herramienta que se supone al alcance de todos los ciudadanos, entendiendo que el Juez se encuentra en medio del conflicto social y por ende su presencia
como servidor público es vital para el Estado. Para hacer de cada fallo judicial un verdadero, título necesitamos también sentir.
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Es el derecho fundamental de acceso a la administración de justicia -tan maltratado por
quienes debiéramos ser sus garantes principales- el que debería constituir uno de los
pilares de nuestro trabajo judicial: procurar su cumplimiento no formalmente, sino de manera efectiva, debiera ser propio de nuestros desvelos. En el pasado Congreso de derecho
procesal, el profesor Villamil Portilla 4 escribió un muy elocuente discurso sobre un estado
de cosas inconstitucional en la administración de justicia colombiana, que debiera merecer
serias reflexiones y una respuesta institucional adecuada. El Consejo Superior de la Judi-
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Sentencia judicial: naturaleza jurídica y condena en
concreto. Propuesta para una reforma legislativa
catura expidió a propósito, el Acuerdo 615 al finalizar ese año, con vigencia a partir del 1º·
de Abril del año en curso, para controlar el recurrente rechazo de demandas por invenciones formales, pero el acuerdo no toma ningún correctivo y pareciera ser una estadística
más por recoger.
La Sala de casación civil de la Corte Suprema de justicia y en general, éste, nuestro
máximo Tribunal, nos está enseñando cómo se puede resolver un importante número de
situaciones en angustiosas circunstancias de proliferación de conflictos de competencia y
acciones de tutela que no les permiten una oportuna decisión a los recursos de casación y
revisión.
Empero, da grima leer sentencias de primera instancia en las que ni siquiera se determinan los extremos del título que nace con los fallos: ni los subjetivos porque no mencionamos las partes en la parte resolutiva de las sentencias, ni los objetivos, pues con frecuencia
olvidamos cual fue la esencia del litigio que le dio origen al proceso. Las lacónicas expresiones con las cuales terminamos un proceso, escribimos el colofón de la historia, parecieran
reflejar una pereza sin par, como si nos estuviéramos quitando un estorbo, como haría el
burócrata descrito de forma impecable por Calamandrei.
Las obligaciones substanciales nacidas de la sentencia, así como las procesales derivadas por ejemplo de la imposición de costas, deben semejar un título ejecutivo, con la prestancia requerida para ser materializadas por alguna de las vías que la ley dispensa. Empero, las mismas falencias vistas en los fallos de los Jueces de primer grado, cuando resuelven "conceder las pretensiones de la parte actora", "absolver al demandado de los pedimentos de la demanda", "ordenar que siga la ejecución", que son maneras de confesar lo
poco que sentimos el drama de los justiciables que confiaron en la administración de justicia institucional, son las mismas falencias que contaminan las segundas instancias.
Allí, "se confirma la sentencia de fecha y origen referidos", "se revoca para negar las pretensiones", o con patéticas expresiones de desdoro hacia el litigante, dejamos sentada
nuestra falta de conciencia respecto de la prodigiosa tarea que se nos ha encomendado.
Títulos ejecutivos impecables, sin reproches generadores de más litigios, no los producimos. Por el contrario, pareciera como si entre menos describamos los extremos subjetivos
y objetivos, mejor. Creemos que con una "motivación" cargada de citas jurisprudenciales y
doctrinarias en ocasiones sacadas de su verdadero contexto, ya consideramos cumplido
"el deber": empero, el "remolque" de esos textos, "la grúa" para llevarlos de un texto al fallo,
tan fácil de utilizar gracias a los computadores, pareciera dispensarnos de producir. No
estamos sintiendo, lo que hacemos; solo "cumplimos" la estadística de proferir fallos en
forma mecánica, sin comprometernos en el drama, según planteó el maestro Carnelutti en
su conferencia, hoy convertida en un opúsculo, "Cómo se hace un proceso" 5 •
La sentencia judicial, objeto de análisis tiene, y este es un lugar común, la característica de
carecer de fundamentación lógica en los términos ahora cuestionados por la teoría general
del derecho y su filosofía. Los jueces colombianos nos especializamos en utilizar palabras
o términos que denotan una conclusión sin bases. Las expresiones "... resulta incontestable, evidente, prístino, claro, coruscante, nítido, incontrastable, elocuente, apodíctico, pal-
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Luis Ernesto Vargas Silva
mario, irrefragable", etc sic, etcétera, se han convertido en el "soporte" de decisiones cuya
falta de argumentación las tornan endebles y al final deslegitiman la institución del JUEZ. Al
final, sólo son medios de defensa para escudar un mal que nos aqueja en general, consistente en la ausencia de argumentación.
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Lo relativo a la legitimación del Juez en la sociedad en consideración a lo que los politólogos
llaman una legitimación social precaria partiendo del supuesto de no haber sido elegidos
popularmente, es, desde luego, tema apasionante desde el punto de vista político (legitimidad del juzgador por el origen de su designación) y jurídico pero se torna más dramático, al
mirar que no ha conquistado una legitimación adecuada con su trabajo, con su respuesta
frente al conflicto social formado por la demora en la resolución de los litigios individuales;
la anotada carencia de argumentación lógica tendiente a llevar un verdadero convencimiento con razones y no con manejo de expresiones cargadas de una claridad que solo él
advierte, es tal vez el tema más explayado por los demás ponentes. De todos modos, nos
sentimos relevados de ingresar al tema del cual se ocuparán varios ponentes y preferimos
ocuparnos de algo más puntual frente a la normatividad existente, como ya lo habíamos
anunciado en párrafo precedente.
las condenas en concreto:
sí fueron panacea de las sentencias judiciales?
Las reformas introducidas por el legislador al código de procedimiento civil colombiano,
tuvieron el propósito definido en la ley 30 de 1987, panorama dentro del cual se halla la
agilización de los procedimientos. Acerca del interrogante generador de estas reflexiones,
anunció la comisión redactora de las reformas a introducir en la legislación procesal en
materia civil, que el incidente de regulación y concreción de las condenas en abstracto por
entonces vigente, se había convertido en una verdadera odisea y su trámite en un proceso
de más duración que aquel al cual debía servir, o que había constituído su venero, su
etiología. Para cumplir el fin procurado con aquella ley, justificaron pues, la reforma al texto
original consagrado en el artículo 308 del C. de P.C 6 •
En tan angustiosas circunstancias y con el norte trazado por la ley de convocatoria a
reformar el servicio de administración de justicia con el ánimo de hacerlo más efectivo, optó
el legislador por proscribir la articulación utilizada para cuantificar las condenas in genere
referidas al pago de frutos, mejoras, perjuicios y todos los réditos similares; la reforma
consistió entonces, en ordenar al Juez la realización de pruebas tendientes a llegar a las
cifras correspondientes, pero antes de dictar sentencia. Desde entonces, quedó casi abolido el incidente de regulación de perjuicios.
Con ello, permitiendo al Juez de conocimiento utilizar sus poderes instructivos, quiso ganar tiempo. Nuestro trabajo intentará desbrozar el tema para identificar sí lo que procuró la
reforma, ha cumplido a cabalidad el cometido trazado, o por el contrario se requiere más
audacia para arribar a un proceso más efectista que el actual.
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Sentencia judicial: naturaleza jurídica y condena en
concreto.
una reforma
Eficacia de la condena en concreto frente a las demoras judiciales
Dos aristas fundamentales sirven al propósito inicialmente planteado. En primer lugar, la
práctica nos está demostrando que nuestros Jueces tienen ahora un soporte legal para
proferir decisiones que les evitan la angustia que antaño producían las enojosas visitas
generales del organismo de control encargado de ejercer vigilancia sobre sus labores: la
Procuraduría General de la Nación a través de sus delegados, cuando ocasionalmente
realizaba visitas tendientes a establecer el rendimiento de los despachos judiciales, optaba
por examinar los procesos que se hallaban en estado de proferir sentencia con términos
vencidos. Entonces, empezaron a aparecer autos mediante los cuales, decretando pruebas de oficio, el proceso desaparecía del despacho del Juez interrumpiendo la morosidad
que molestaba no por el incumplimiento de deberes elementales, sino por la incomodidad
eventual ante el Tribunal respectivo.
La historia judicial tiene al respecto vergonzosos ejemplos del desdoro con el que se asumió la oficiosidad de la prueba, no como un principio y un deber, sino como el mecanismo
más expedito para burlar esa vigilancia, que a propósito, casi siempre se realizó sin un
norte bien definido si miramos lo que debería haber hecho un organismo de vigilancia a
nombre de la sociedad; solo servían a la elección de jueces realizado bianualmente por los
Tribunales.
Ahora, si los organismos actuales de ejercer el control de rendimiento van a ejercer su
labor, encontrarán que ningún Juzgado se encuentra en mora, porque ya tenemos a nuestro alcance el socorrido expediente de estar buscando la verdad de la cuantificación de los
perjuicios. En la ley 105 de 1931 que fue nuestro código judicial durante 40 años, a las
providencias proferidas por el Juez para auscultar la verdad real, se les llamaba autos para
mejor proveer. Hoy, se les denomina "autos para mejor demorar".
Entonces, el Juez asistente social que vislumbró el profesor Jairo Parra Quijano en las XV
jornadas iberoamericanas de derecho procesaF, no aparece en la dimensión requerida,
para asumir el reto que le plantea el siglo XXI que va a empezar, reclamado por una sociedad en crisis, una Constitución Política pluralista y un Estado social de derecho. Bien podría decirse entonces, que el problema no es de estirpe legal, sino de índole subjetiva. Este
se puede solucionar si los mecanismos de calificación funcionan de manera adecuada.
Con esta reflexión, justamente lo que intentamos es proponer para su discusión una forma
diferente de trabajar el tema de la concreción de las sentencias.
La segunda situación que estamos percibiendo es de carácter también práctico pero subyace
en la norma, tal como quedó plasmada en el artículo 308 del código procesal civil: consiste
en que estamos convirtiendo el dictamen pericial como medio de prueba, en "prueba reina", como si estuviéramos retornando al sistema tarifario. Cada día es más visible, que se
intenta demostrar hasta la causación de un perjuicio, con trabajos cuya precariedad científica es cada vez también, más evidente. Sin estar demostrado un perjuicio, de una vez
ordenamos determinarlo numéricamente y de allí surgen despropósitos que no siempre
alcanzan a ser objeto de análisis en una segunda instancia. Tanto académica como judicialmente, estamos persuadidos que los guarismos señalados por los pseudo peritos, se
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Luis Ernesto Vargas Silva
han venido convirtiendo en una farsa que al final grafican con nitidez la comedia de la
justicia, y esto lo escribimos con dolor pero con el deseo de hacer un severo escrutinio de
la realidad judicial.
El dictamen pea·icial en la concreción de las condenas
No se requiere una especial dosis de negativismo, ni una percepción dramática del contexto al cual nos ha llevado una norma que quiso ser muy bondadosa, pero que nadie
imaginó iba a ser tan mal entendida y peor aplicada. Basta simplemente con examinar los
asuntos que se ven en las sentencias judiciales para provocar un examen hacia lo que está
siendo este medio de prueba en la ganancia de tiempo procurada por el artículo 308 del
código de procedimiento civil.
En primer lugar, porque buscar a toda costa pruebas tendientes a cifrar una eventual
condena, supone por el mero facilismo que nos azota, acudir a lo que creemos el medio
expedito del dictamen pericial, medio demostrativo dispuesto para aquellos casos en que
el Juez carece de los especiales conocimientos técnicos, científicos o artísticos relativos al
hecho que se está auscultando. Pero como la ley ordenó al Juez un decreto oficioso de
pruebas cuando no aparecieren aquellas cifras que preceden a una declaración judicial,
pues el medio más a la mano, resultó ser uno de los medios más cuestionados, porque en
nuestro país no existe una profesión definida, como asistente judicial, referida a los profesionales en cada ramo, y por el contrario, pululan lo que el argot de los litigantes llama "las
listas de familiares de la justicia" para denotar un vicio muy propio de los Juzgados civiles,
de familia y laborales, de preferencia.
Entonces, empezarnos a conocer los "expertos" auxiliares de la justicia, cuya "formación"
deviene según sus propias palabras, de la "Universidad de la vida" 8 , en la cual se han forjado
para castigar finalmente algo que debiera ser muy sagrado, pero por el contrario es muy
pisoteado. La falta de una reglamentación seria, acorde con las circunstancias demandadas
por una comunidad que no cree en su institución judicial, termina en lo que ahora censuramos,
en yerros protuberantes cuando el Juez, a pretexto de estar en presencia de dictámenes no
objetados por las partes (que ni siquiera se preocuparon por una labor heurística respecto de
los "expertos"), terminan acogiendo sus conclusiones, así éstas también carezcan de motivación o no sean consecuencia de razonamientos ponderados en los cuales se determinen los
métodos de investigación. Pero ni la mención de esta metodología aparece en los famosos
· dictámenes, ni la coherencia lógica en la cual las conclusiones sean la respuesta de unos
presupuestos hilvanados, tampoco las vemos. Aún así, los acogemos con la fatal consecuencia
de que, quien termina juzgando lo relativo a las cifras de las condenas, es el seudo perito.
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Los Jueces, no utilizamos siquiera a las Universidades donde existen, se supone, centros
de investigación en casi todas las áreas del conocimiento. La ley de educación superior, no
vislumbró la colaboración con la justicia, a pesar de ser uno de los deberes del ciudadano
descritos en el artículo 95 de la Constitución Política. El Estado, no ha prestado atención a
la falta de profesionalización de esos auxiliares y cada día son más frecuentes los tristes
espectáculos de los peritos firmando en las barandas judiciales, con la complacencia de
todos, los escritos dejados por otro de los peritos o incluso, de la parte que pidió el dicta-
NDVUMUUS
~
~
Sentencia judicial: naturaleza jurídica y condena en
concr·eto. Propuesta para una reforma legislativa
men. Lamentable pero cierto. Aquí, no nos asiste el menor temor a equivocarnos, gran
parte de la responsabilidad incumbe al Consejo Superior de la Judicatura, cuya autoridad
para proyectar o postular las leyes correspondientes tiene venero en la propia Constitución
Política, pero aún no traza esas políticas legales. Incluso, la ley 472 al regular las acciones
populares, les adscribió un tiempo dentro del cual deben reglamentar el registro público de
peritos, muy importantes en esos procesos, y seguimos desconociendo si el imperio de esa
ley ha sido acatado.
No podríamos pasar desapercibido que en esta ley 472, al reglamentar un trámite único
para las acciones populares, por fin el legislador consideró las censuras a que antes nos
estábamos refiriendo: por ejemplo, trazó un horizonte de obligatoriedad para la inscripción
en el registro, de autoridades públicas y particulares a quienes se les atribuya o adjudique
la función pública y que dispongan de soportes técnicos, logísticos, con personal de apoyo,
investigativo, que sirvan para practicar las pruebas en aquellas acciones, como las entidades consultoras del gobierno y las Universidades públicas. Si se trata de servidores públicos que sean nombrados peritos, se dedicarán de manera prioritaria a colaborar con la
administración de justicia, como función. Si son particulares, deberán probar su idoneidad
y experiencia en áreas técnicas en el registro, y una vez elaborado éste, los nombramientos
serán de forzosa aceptación, salvo que estén afectados con alguna causal de impedimento.
El registro, dice la ley, será sistematizado con inclusión de los datos generales de cada
perito, su profesión, experiencia, especializaciones, publicaciones y mención de los procesos en que haya intervenido como perito. Finalmente, la ley en el artículo 74 numeral 6 in
fine, dispuso textualmente: "El registro público será organizado por la Sala Administrativa
del Consejo Superior de la Judicatura, en un período de seis (6) meses contados a partir de
la vigencia de esta ley" (La ley 472 fue publicada en el diario oficial43357 del 6 de Agosto
de 1998 y comenzó su vigencia desde la misma fecha, del año 1999: desconocemos si el
alto organismo, ha cumplido con tan perentorio mandato legal).
Retomando la crítica que hacemos a lo que aún en forma ufana denominamos un dictamen pericial, medio de prueba que entre todos los sujetos intervinientes en el proceso nos
hemos encargado de trivializar, vemos cómo, desde el propio origen de las listas, se siguen
aceptando "expertos" por el solo hecho de haber sido incluidos en el listado de familiares
de empleados y funcionarios; cuando el Juez los designa, nadie se percata si tiene antecedentes o cual ha sido su experiencia, ni siquiera asiste el postulante de la prueba al importante acto de posesión, que repetimos es muy trascendental, por lo que allí puede ocurrir;
después, tampoco estamos pendientes de los experimentos, cotejos y en general diligencias
que los "expertos" deben realizar, situaciones éstas con las cuales ab initio cohonestamos
un producto que al final, obviamente es casi desastroso.
Como jueces, ni siquiera examinamos si el escrito reúne o no las exigencias básicas que
debe contener, si responde o no a los cuestionarios en los que debimos intervenir todos los
sujetos del proceso, de manera tal, lo único que proferimos es un auto corriendo el traslado
respectivo, sin control alguno, sin actividad oficiosa. Las partes no lo objetan y por ende, el
epílogo es tan triste y deleznable como el recorrido con el cual se llegó a tan enojoso
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Luis Ernesto Vargas Silva
producto. Ese es el panorama conocido de los dictámenes, que al final, repetimos, sirven
de "soporte" al juez para dictar una sentencia con condena en concreto. Se ha cumplido la
ley.
Hacia una nueva propuesta
Creemos que en esta etapa de auscultación evaluativa de las reformas recientes, una
década después de su vigencia y por tratarse de aspectos procesales que tienden a materializar, a concretar derechos ya reconocidos en una sentencia judicial que despejó la incertidumbre del litigio inicial, bien puede el legislador atreverse, con mucho más osadía, a
realizar cambios en la normatividad existente, recordando que no se trata de crear más
formas, sino de hacer mucho más operante la sentencia judicial, de modo que estamos
frente a derechos que dejaron de ser inciertos. Además, las medidas cautelares permitidas
en el artículo 690 del C. de P.C. sirven al propósito que estamos planteando.
Como ya nos habíamos permitido sugerir en el Congreso de derecho procesal realizado
en Neiva, respecto de los procesos en audiencia o por audiencias, sugerimos entonces, los
siguientes textos legales, que tornarían mucho más expedito el camino al justiciable en
cuyo favor se profirió la sentencia concediéndole razón a su causa:
"Condena en abstracto: El juez en la sentencia se limitará a determinar la existencia del derecho pretendido sin que sea necesario hacer condena en concreto,
a menos que de las pruebas recaudadas aparezca de modo irrefutable la cuantía
de la prestación reconocida.
"En la misma sentencia el juez dispondrá las medidas necesarias para asegurar
la satisfacción del derecho reconocido en el fallo. Del mismo modo procederá en
caso de transacción o conciliación. A solicitud de parte, el juez impondrá al condenado la prohibición de disponer sobre su patrimonio hasta tanto cumpla la
obligación impuesta en la sentencia, preste la caución que el juez indique, o se
consume otra medida cautelar que por sí sola garantice la eficacia del fallo a
criterio del juez.
"Por tanto, todos los actos de disposición o gravamen que recaigan sobre aquel
patrimonio quedan viciados de nulidad absoluta por objeto ilícito".
"Ejecución de la sentencia. Corresponde al Juez que emitió la sentencia conocer del proceso de ejecución para la satisfacción del derecho reconocido. La
demanda deberá presentarse dentro de los cinco (5) días siguientes. Vencido
este término, se levantarán las medidas cautelares que se hubieren tomado. La
demanda ejecutiva seguirá el trámite previsto en el código de procedimiento civil,
pero la notificación del mandamiento de pago se hará por estado".
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Artículo: "Cuando la condena sea en abstracto, su beneficiario deberá presentar
demanda ejecutiva dentro de los cinco (5) días siguientes a la fecha de emisión
del fallo o de notificación del auto de acatamiento a lo resuelto por el superior.
Sentencia judicial: naturaleza jurídica y condena en
concreto. Propuesta para una reforma legislativa
"En la demanda ejecutiva el beneficiario de la condena deberá hacer la estimación jurada de la cuantía del derecho reconocido en la sentencia. Tal estimación
deberá contener una relación precisa de los conceptos que constituyen la prestación, y de las pruebas que pretende hacer valer. Si la estimación jurada no es
objetada, se seguirá adelante la ejecución por los valores en ella solicitados.
"El juez, consultando la estimación bajo juramento hecha por el demandante,
podrá limitar o sustituir la medida cautelar siguiendo las reglas ordinarias previstas en el código de procedimiento civil, y poner término a las demás cautelas.
"Toda objeción a la liquidación deberá contener una oferta de satisfacción del
derecho reconocido en la sentencia, y una relación de los hechos y pruebas en
que se funda.
"Si el demandado objeta la estimación jurada hecha por el demandante se procederá en la forma indicada en el artículo 506 del C. de P. C.
"Además de la suma determinada judicialmente Juego del trámite de la objeción,
aquella de las partes cuya estimación u oferta tenga mayor diferencia con la cuantía
finalmente fijada por el juez, será condenada a pagar a la otra parte una suma
equivalente al cuarenta por ciento (40%) de esa diferencia a título de multa" 9 •
Justificación: Mucho se ha escrito sobre la presunción de buena fe, que se ha de predicar de los ciudadanos en sus intervenciones ante el Estado. El artículo 83 de la Constitución Política sin embargo, no alcanza aún la dimensión procurada por la asamblea nacional
constitucional, a pesar del enorme número de sentencias en las cuales la Corte ha intentado desbrozar esta presunción de la buena fe. Por el contrario, pareciera ser pan de cada
día la gran desconfianza que rige las actividades judiciales respecto de las partes y sus
apoderados. En consecuencia, intentamos hacer de la norma suprema un verdadero canon de comportamiento, a más de darle vida y desarrollo en la ley, al precepto.
Además, el legislador en procesal civil ya ha dado ingreso desde hace varias décadas al
medio de prueba denominado juramento estimatorio, para casos en los cuales por ejemplo, se ha tramitado una rendiciónde cuentas. No resulta pues tan aventurado suponer la
imposibilidad de librar mandamientos de pago cuyo título de ejecución es una sentencia
judicial respaldada por el juramento estimatorio de la parte beneficiaria con el fallo.
Si definitivamente seguimos con la desconfianza que azota nuestras actitudes, pensemos
en las bondades que puede generar una prevención como la planteada, para hacer pedagogía del comportamiento de las partes enfrentadas. Si la parte beneficiaria incurre en
abuso del derecho reconocido judicialmente, se hará acreedor a una multa igual casi a la
mitad de lo que al final se resuelva. En igual sentido, si es la parte condenada, quien al
hacer su oferta de satisfacción de la obligación reconocida por el Juez, se desfasa en gran
medida con el derecho reconocido y su valor pecuniario, pues tendrá sanción con aquel
mismo equivalente, todo ello para disuadir a las partes de entorpecer, dilatar el proceso, o
engañar a la administración de justicia.
NOVUMgUS
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Luis Ernesto Vargas Silva
Artículo: Para la ejecución del fallo en los términos de los artículos 337 a 339 del
código de procedimiento civil, el juez solo podrá delegar competencia en uno de
los funcionarios de su despacho que tenga título de abogado. Igual regla se
aplicará para la práctica de medidas cautelares. Si no existe, la sentencia será
ejecutada por el juez de conocimiento del proceso".
"Medidas cautelares.- Los bienes secuestrados se dejarán en depósito en poder
de la persona contra quien recayó la medida. No obstante, antes de la consumación de la medida, o con posterioridad a ella, el solicitante de la cautela podrá
obtener que se le instituya como depositario si presta la caución que el juez
.señale para garantizar la conservación e integridad de los bienes y sus frutos. La
persona contra quien se dictó la medida podrá lograr que el depósito sea o permanezca en su favor si iguala o mejora la caución prestada por el solicitante de
la medida. Para la entrega de los bienes al depositario se podrá convocar el
auxilio de la fuerza pública, de hacerse necesario. Del mismo modo se procederá cuando sea necesario el control de la administración de bienes generadores
de renta.
Como podemos ver en la tal vez deshilvanada propuesta que sometemos a la reflexión de
los miembros del Instituto, las medidas cautelares y su tratamiento, tienen incidencia directa en la manera como se puede ejecutar la sentencia, pues al fin y al cabo aquellas tributan
a ésta; intentamos armonizarlas aún más para que la producción de las sentencias judiciales se emita con mucha más rapidez, y puedan ser ejecutadas también con un mínimo
desgaste probatorio y de tiempo.
Estas son parte de las reflexiones que nos hemos hecho acerca del tema asignado y
vienen con una propuesta para la discusión, pues lo ideal es que en estos Congresos
surjan ideas para mejorar lo que existe. Además, constituyen nuestra conclusión sobre el
tema, y cuando nos expresamos utilizando el vocablo, no deseamos hablar de un punto
final, sino por el contrario de un punto de partida, pues académicamente, las supuestas
conclusiones no pueden ser más que reflexiones para el ejercicio dialéctico que concita
esta clase de certámenes y publicaciones.
El momento coyuntural para haber retomado la propuesta, lo explican 2 situaciones: en
primer lugar, que en el Congreso de derecho procesal realizado en Bogotá, no escuché
una verdadera reformulación al tema, pues sólo se hicieron algunos planteamientos tendientes a alguna reforma muy tangencial pero nada estructural, y en segundo lugar, que en
el Congreso de la República de está trabajando sobre un proyecto de ley tendiente a modificar el proceso ejecutivo y a hacerle modificaciones al código de procedimiento civil.
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Nos corresponde estudiar en consecuencia, qué presentó el Gobierno anterior por conducto del Ministro de Desarrollo, cómo salió de la Cámara de Representantes, qué ocurrió
en el Senado de la República en torno a la propuesta inicial, y qué modificaciones va a
sugerir al Congreso Nacional, el Instituto colombiano de derecho procesal, por conducto de
la comisión integrada por el maestro Jairo Parra Quijano para ello.
Sentencia judicial: naturaleza jurídica y condena en
una reforma ."'"'""00" ........
concreto.
Notas y Referencias Bibliográficas
2
3
4
5
6
7
8
"Crisis de la justicia", ciclo de conferencias en la Universidad de Padua, publicado en "La crisis del derecho", 1950, página 31 O, editorial Bosch.
"Elogio de los Jueces por un abogado", edit. E.J.E.A., Buenos Aires, trad. de
Sentís Melando, 4ª. Edición.
" .• . la distinción entre acto administrativo y acto jurisdiccional, en los términos
señalados en el anterior fundamento de esta sentencia, tiene gran importancia a
la luz de los valores del ordenamiento. En efecto, en el Estado de derecho existe
en este campo una tensión permanente entre estos dos principios. De un lado, el
régimen constitucional se estructura sobre la idea de que todo acto debe tener
control, a fin de impedir la arbitrariedad. Sin embargo, la absolutización del imperativo de control tiene efectos contraproducentes, ya que implica no solo que
todo acto debe ser revisable, sino que, a su vez, la actividad de control debe
también estar sujeta a una nueva revisión, con lo cual/os conflictos se vuelven
interminables. Por ello, el Estado de derecho implica también la idea de que toda
controversia debe tener un final, pues de no ser así, tampoco habría justicia, ya
que toda solución sería provisional y estaría sujeta a revisiones ulteriores, con lo
cual el derecho dejaría de cumplir la función pacificadora que le es consustancial. ¿Cómo compatibilizar entonces el control a las autoridades con la necesidad de que el ordenamiento establezca un fin a las controversias?
"La respuesta dada por el constitucionalismo al anterior interrogante es la invención de la autonomía y la independencia judicial. En efecto, la independencia no
es una garantía en beneficio del funcionario, sino del ciudadano, pues se considera que el ,Juez, al actuar exclusivamente con base en el derecho y gozar de
independencia funcional, reúne los requisitos para que sus determinaciones, una
vez decididos los recursos de ley, puedan ser definitivas, esto es, hacer tránsito
a cosa juzgada, ya que se pueden presumir conformes al ordenamiento" (Sentencia C-189, del6 de mayo de 1998).
VILLAMIL Portilla, Edgardo. "La justicia civil en estado de inconstitucionalidad",
XX Congreso de derecho procesal, Edit. Univ. Externado de Colombia, páginas
489 y s.s.
CARNELUTTI, Francesco: "Cómo se hace un proceso", Editorial Temis, breviarios del D.
Arts. 307 y 308 del código de procedimiento civil ya reformado por el decr. 2282/89.
PARRA Quijano, Jairo. "El futuro del proceso civil", XV jornadas iberoamericanas
de derecho procesal, Bogotá. Edit. Departamento de publicaciones de la Universidad Externado de Colombia, 1.996. páginas 417 y siguientes. Ponencia por
Colombia.
ARENAS Sal azar, Jorge. "Pruebas penales", Bogotá. Editorial Temis. 2ª Ed. Págs.
151 yss.
VILLAMIL Portilla Edgardo y VARGAS Silva Luis Ernesto. Ctnos. "El proceso por
audiencias en materia civil", Ponencia escrita para XVIII congreso colombiano
de derecho procesal, departamento de publicaciones U. Externado de Colombia,
páginas 389 y s.s.
63
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