FILOSOFÍA Y CIUDADANÍA TEMA 6. EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO Y LA REALIDAD ESQUEMA Definición La ciencia Clasificación de las ciencias El método científico Tema 6 El conocimiento científico y la realidad Mundo antiguo La imagen científica de la realidad Mundo medieval Mundo moderno Mundo contemporáneo LA CIENCIA. DEFINICIÓN Ciencia (en latín scientia, de scire, conocer), término que en su sentido más amplio se emplea para referirse al conocimiento sistematizado en cualquier campo, pero que suele aplicarse sobre todo a la organización de la experiencia sensorial objetivamente verificable. La búsqueda de conocimiento en ese contexto se conoce como ‘ciencia pura’, para distinguirla de la ‘ciencia aplicada’ —la búsqueda de usos prácticos del conocimiento científico— y de la tecnología, a través de la cual se llevan a cabo las aplicaciones. La ciencia parte de la regularidad de los acontecimientos y expresa mediante leyes y principios generales tales regularidades. Sin embargo, se pueden distinguir distintas formas de hacer ciencia (problema de su delimitación o demarcación) en función de los distintos campos que estudia. No es lo mismo estudiar un fenómeno natural que demostrar un teorema matemático o comprender una emoción humana. De ahí, que se tenga que partir de diferentes tipos de ciencias. CLASIFICACIÓN DE LAS CIENCIAS No todas las ciencias son exactamente iguales, de ahí la dificultad de elaborar una definición de ciencia que valga para todas (problema de la demarcación). Los distintos tipos de ciencias se distinguen por el objeto de estudio, el método que emplean, las teorías con que se aproximan a la investigación y los resultados que obtienen. Existen fundamentalmente dos tipos de ciencias: formales y empíricas Las ciencias formales son aquellas que no pueden comprobarse experimentalmente en la realidad, no se refieren a objetos observables y no ofrecen, por tanto, información sobre el mundo. Son, precisamente por ello, universales y necesarias. Encuentran su consistencia en la propia coherencia de la razón que las construye. Serían las matemáticas y la lógica. Las ciencias empíricas sí tienen un correlato real en el mundo. En ellas, el conocimiento proviene de fenómenos observables y capaces de ser evaluados por otros investigadores que trabajen bajo las mismas condiciones. Parten de la observación de los hechos y, por tanto, aportan información sobre el mundo. Por ello, no son universales y necesarias y se basan en la generalización de la experiencia. Pueden considerase ciencias empíricas las ciencias naturales y las ciencias sociales. Las ciencias naturales (física, química, biología) estudian fenómenos naturales, incluyendo la vida. Trabajan con el método científico y nos dicen cosas acerca del mundo (explicación). Consideran la verdad cono una correspondencia entre lo que se dice y lo que ocurre en el mundo. Las ciencias sociales (economía, historia, sociología, etc.) estudian el comportamiento humano y las sociedades. En ellas no es posible utilizar un método tan riguroso, los fenómenos humanos son más difusos y su capacidad de generalización y de predicción es menor. Buscan la comprensión (captar el sentido o significado) de los fenómenos más que su explicación (reducción de los fenómenos a sus causas propia de las ciencias naturales). Las ciencias formales, especialmente las matemáticas, resultan vital para las otras ciencias. De hecho, los grandes avances en las matemáticas generalmente han conducido a avances críticos en ciencias como la física o la biología. Ciertas herramientas matemáticas son indispensables para la formulación de hipótesis, teorías y leyes, tanto para descubrir como para describir cómo funcionan las cosas (ciencias naturales) y cómo es que la gente piensa y actúa (ciencias sociales). El MÉTODO CIENTÍFICO Los conocimientos que la humanidad posee actualmente sobre las diversas ciencias de la naturaleza se deben, sobre todo, al trabajo de investigación de los científicos. El procedimiento que éstos emplean en su trabajo es lo que se llamará método científico o hipotético-deductivo. El método científico consta de las siguientes fases: · Observación. · Formulación de hipótesis. · Deducción de consecuencias empíricas contrastables. · Contrastación. Observación Los científicos se caracterizan por una gran curiosidad y el deseo de conocer la naturaleza. Cuando un científico encuentra un hecho o fenómeno interesante lo primero que hace es observarlo con atención. La observación consiste en examinar atentamente los hechos y fenómenos que tienen lugar en la naturaleza y que pueden ser percibidos por los sentidos. En la observación se descubren hechos problemáticos que no pueden explicarse con las teorías de que se disponen. Formulación de hipótesis Después de las observaciones y formulado el problema, el científico se plantea el cómo y el porqué de lo que ha ocurrido y formula una hipótesis. Formular una hipótesis consiste en elaborar una explicación provisional de los hechos observados y de sus posibles causas. Deducción de consecuencias empíricas observables. Mediante la lógica y las matemáticas se deducen consecuencias de admitir como verdadera la hipótesis. Se trata de establecer un argumento lógico que prepare la contrastación: “si la hipótesis es verdadera entonces se tiene que dar este y este otro enunciados implicados por la hipótesis”. Contrastación Una vez formulada la hipótesis y deducidas las consecuencias, el científico debe comprobar si es cierta. Para ello realizará múltiples experimentos modificando las variables que intervienen en el proceso y comprobará si se cumple lo deducido de su hipótesis. Experimentar consiste en reproducir y observar varias veces el hecho o fenómeno que se quiere estudiar, modificando las circunstancias que se consideren convenientes. Durante la experimentación, los científicos acostumbran a realizar múltiples medidas de diferentes variables. De esta manera pueden estudiar qué relación existe entre una variable y la otra. El análisis de los datos experimentales permite al científico comprobar si su hipótesis era correcta y dar una explicación científica al hecho o fenómeno observado. Si la hipótesis es confirmada a través de la experimentación se convierte en una ley. Una ley científica es la formulación de las regularidades observadas en un hecho o fenómeno natural. Se expresa de forma universal sin embargo solamente son válidas provisionalmente. Karl Popper filósofo del S. XX de origen austriaco propuso el concepto de falsabilidad como rasgo esencial del método científico. Según él, se puede considerar válida una hipótesis en tanto no se demuestre su falsedad, es decir, aparezca algún caso que la haga falsa. Las leyes científicas se integran en teorías. Una teoría científica es una explicación global de una serie de observaciones y leyes interrelacionadas. LA IMAGEN CIENTÍFICA DE LA REALIDAD La expresión cosmovisión deriva del término griego cosmos, que significa “orden, belleza y armonía”: el orden y la belleza de un universo en el que cada cosa ocupa un lugar determinado se opone al caos, al desorden, a lo amorfo. Un sencillo análisis de este término nos permite comprobar que es un compuesto de cosmos y visión y que por lo tanto se refiere a una visión o representación de lo que se tiene del universo. En un sentido amplio consideraremos que una cosmovisión es toda interpretación de la realidad que constituya una forma coherente y sistemática de ver el mundo y de comprenderlo. La ciencia y la filosofía ofrecen una explicación, responden por qué ocurren los fenómenos, y esta explicación genera una imagen del universo coherente con los fenómenos conocidos, en la que quedan determinados tanto los componentes esenciales de la realidad como las leyes que la rigen. Estas explicaciones ya se pueden considerar cosmovisiones científicas. En la formación de una cosmovisión científica intervienen las teorías propias de las siguientes disciplinas científicas: La astronomía: Se ocupa de estudiar las posiciones de los astros y las leyes que rigen sus movimientos. La cosmología: Es la parte de la astronomía que trata sobre las leyes generales que explican el origen (cosmogonía) y el desarrollo del universo. La física: Es también una ciencia fundamental en la comprensión del universo. La ciencia no ofreció una visión del Universo constante a lo largo de la historia sino que fue variando en función de los distintos acontecimientos histórico-sociales que han sucedido. De ahí que se pueda hablar de tres grandes cosmovisiones: Cosmovisiones antiguas: Incluyen todas aquellas explicaciones de la realidad que surgieron en Grecia en el siglo VI a. C con los primeros pensadores naturalistas, los filósofos de Mileto. Posteriormente, durante el medievo, la visión de la realidad Cosmovisión moderna: Es la imagen del mundo que se formó durante la revolución científica en los siglos XVI y XVII, con el trabajo de científicos como Galileo Galilei o Isaac Newton. Cosmovisión actual: Constituye la visión del mundo que es aceptada en la actualidad por la comunidad científica; surgió a partir de dos ramas nuevas de la física: la teoría de la realidad y la mecánica cuántica. Además esta visión queda integrada con las actuales revoluciones biológica y digital. MUNDO ANTIGUO Los antiguos estaban convencidos de que la diversidad de sustancias oculta una explicación sencilla: todas ellas proceden de la transformación de un elemento o varios que pueden ser considerados los principios de la realidad. Proliferaron teorías acerca de la naturaleza y del número de estos principios, pero básicamente podemos resumirlas en estas dos: El principio básico o elemental (arjé): Los filósofos de Mileto coincidieron en considerar que las sustancias derivaban de un principio único y natural que denominaron arjé. Para Tales era el agua, para Anaxímenes era el aire, etc. Un poco después surgió la teoría de los cuatro elementos: Esta doctrina consiste en afirmar que todas las cosas se forman a partir de la mezcla de cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego. Teoría defendida por Empédocles de Agrigento (Sicilia, S. V a.C.). La forma de la Tierra: La información recibida por los sentidos les hizo creer a los primeros filósofos que la Tierra era plana y que se encontraba rodeada por el océano. La escuela pitagórica en el siglo V a. C dedujo que era esférica. Sin embargo fue Aristóteles (S IV a. C) el que concibió el sistema más aceptado de la antigüedad. Para Aristóteles, el cosmos es un todo organizado en dos mundos de naturaleza distinta: el mundo sublunar o terrestre y el mundo supralunar o terrestre. El mundo sublunar o terrestre es el mundo en el que habita el ser humano: la Tierra. Según Aristóteles, tiene forma esférica, es muy reducida y ocupa un lugar en el centro del universo (geocentrismo). Está constituido por los cuatro elementos citados: Tierra, agua, aire y fuego. El mundo supra lunar o celeste: Es el mundo que está más allá de la esfera de la Luna y que tiene su límite en la esfera de las estrellas fijas (universo cerrado). A diferencia del mundo sublunar, el supralunar se compone de un quinto elemento: el éter .Es un elemento de naturaleza divina: perfecto, puro, inalterable y sin peso. Por eso, el mundo supralunar es eterno e inmutable. Cada esfera se mueve con un movimiento circular uniforme que se transmite por rozamiento de unas esferas a otras, lo que provoca los complicados movimientos de los planetas. ¿Cuál es la causa del movimiento circular uniforme de las esferas de éter? Para responder a esta pregunta, Aristóteles postula la existencia de un primer motor inmóvil, causa final de todo el movimiento que se produce en el universo. Claudio Ptolomeo (astrónomo, matemático y geógrafo) diseñó en el siglo II d. C , un sistema que mantenía una gran parte del esquema aristotélico, pero introducía algunas modificaciones. En su obra Colección Matemática, conocida posteriormente cómo Almagesto (que significa, el más grande), Ptolomeo mantiene que los planetas dan vueltas alrededor de una tierra que se encuentra ligeramente desplazada del centro del universo. La esfera que gira alrededor de la Tierra es el deferente y, sobre esta, el planeta gira al rededor de un centro imaginario (epicentro) dibujando una segunda órbita circular que llamó epiciclo. La conjunción de ambos los dos movimientos (del planeta por el epiciclo y por el deferente) permitía explicar por que parecía que algunos planetas retrocedían. MUNDO MEDIEVAL La cosmovisión aristotélica fue adoptada por todas las civilizaciones que se interesaron por el conocimiento científico y filosófico desde el siglo IV a. C hasta el XVI. La teleología cristiana siguió aceptando que la Tierra ocupa el centro del universo, adaptó este modelo aristotélico-ptolemaico a su doctrina. Se negaban a la eternidad que le atribuían los griegos al universo pues era incompatible con el dogma de la creación. Asimiló el primer motor inmóvil del aristotelismo con Dios y el mundo supralunar con el cielo. Así se formó la interpretación medieval centrada en Dios de un mundo sobrenatural (teocentrismo). Algunas implicaciones filosóficas de los modelos antiguo y medieval serían las siguientes: La realidad está perfectamente ordenada. Todas las cosas están organizadas e integradas en la totalidad del Universo y cada parte tiene una finalidad propia dentro del todo (teleología). La realidad es totalmente cognoscible. Utilizando su razón, el ser humano puede comprender plenamente el funcionamiento del Universo. MUNDO MODERNO La cosmovisión moderna se empezó a dar en el siglo XVI, gracias a la contribución de un grupo de científicos y astrónomos que protagonizaron la revolución científica y que sentaron las bases de la física clásica, caracterizada por servir tanto de la experimentación como del formalismo matemático. El nuevo clima intelectual europeo del nacimiento les permitió a numerosos astrónomos y físicos cuestionar la cosmovisión heredada y sus dogmas. Esta nueva cosmovisión se formó gracias al trabajo conjunto de astrónomos y de físicos. Nicolás Copérnico pensador polaco en la primera mitad del S. XVI se dio cuenta de que todos los problemas que se referían tanto al movimiento retrógrado de los planetas como su cambio de brillo podían ser explicados de forma más sencilla, suponiendo que el Sol se encontraba en el centro del Universo y que el resto de los planetas (incluida la Tierra) daba vueltas alrededor de el. Por eso propuso un modelo heliocéntrico, en el cual le atribuyó a la Tierra tres clases de movimiento: Rotación: La tierra da vueltas sobre si misma. Translación: En el caso de la Tierra, tiene un período anual y se produce alrededor del Sol. Declinación del eje terrestre: La Tierra se mueve de forma semejante a una peonza que, al mismo tiempo que da vueltas sobre si misma, se inclina en distintas direcciones, cambiando la dirección de su eje de rotación. Sin embargo son Galileo Galilei (S.XVI- S.XVII) e Isaac Newton (S. XVII- S. XVIII) quienes son considerados los iniciadores de la física moderna; su obra fue fundamental para que la concepción heliocéntrica sustituyese a la geocéntrica. Entre las leyes científicas que formularon destacan dos que permiten responder preguntas fundamentales como: ¿Por qué caen los cuerpos?: Ley de la inercia: Formulada por primera vez por Galileo, esta ley afirma que toda partícula continúa en su estado de reposo o de movimiento rectilíneo uniforme mientras que no actúe ninguna fuerza sobre ella. Esta ley supone una ruptura definitiva del aristotelismo. Ley de la gravitación universal: Formulada por Newton. Esta ley no sólo acaba con la distinción aristotélica entre el mundo sublunar y supralunar, sino que conseguía lo que sería ideal de la nueva ciencia: el carácter universal y su capacidad predictiva. Se convertía por eso en el modelo y referente de la nueva ciencia. La nueva visión moderna tiene distintas implicaciones filosóficas: Si el cambio experimentado por la ciencia en los siglos XVI y XVII se denominó revolución o giro copernicano, es porque sus consecuencias trascienden el terreno puramente científico y dejan una nueva cosmología caracterizada por su: Mecanicismo: El éxito de la mecánica newtoniana en la explicación de fenómenos físicos fundamentales tan diversos como el movimiento de los cuerpos del Sistema Solar, la caída de los cuerpos, las mareas… fue tal que instituyó como paradigma de explicación científica, y dio la base matemática que consagraba definitivamente la nueva perspectiva de comprensión de la realidad: la idea del mundo como una gran máquina perfecta, comparable a un mecanismo de relojería. Determinismo: El universo es teóricamente predecible ya que todo fenómeno en la naturaleza es un proceso mecánico; las leyes newtonianas determinan completamente su evolución, la cual podemos predecir en la medida en la que dispongamos de datos exactos y podamos tratar toda la información. Reducción del papel de Dios en la cosmología: La ciencia resultante del giro copernicano no niega la existencia de Dios, pero desvincula el estudio del Universo del estudio de la existencia de la divinidad. Los científicos reducen el papel de Dios al de creador y diseñador de la máquina del mundo y de sus leyes. Importancia de la naturaleza: Desde el momento en el que Dios la creó y le dio sus leyes, evoluciona en por si de manera autosuficiente sin necesidad de la intervención divina. Inseguridad: El ser humano comprende que ocupa un diminuto hueco en un Universo tal vez infinito. Este universo no tiene de una finalidad global evidente. La ausencia de una finalidad global evidente causa en las personas un sentimiento de inseguridad. Poder de la razón: Se considera que el más alto destino humano es hacer uso de la razón, que es considerada ilimitada. Esta confianza en el poder de la razón atenúa el sentimiento de inseguridad ante la inmensidad del universo. MUNDO CONTEMPORÁNEO Hasta el siglo XIX la ciencia se desarrollará a partir del esquema conceptual proporcionado por Galileo y por Newton. El optimismo y la confianza en este modelo eran tales que numerosos científicos tuvieron la sensación de que estaba cerca del momento de afirmar que no quedaba ninguna ley relevante por descubrir. Nada hacia sospechar que dos nuevas ramas de la física iban a transformar completamente nuestra visión del mundo, en lo referente al macrocosmos (se refiere al universo entendido como un espacio intergaláctico) y el microcosmos (en la antigüedad se refería al ser humano, en la actualidad se aplica al mundo subatómico). Fueron la teoría de la relatividad (Einstein) y la física cuántica. Albert Einstein, físico americano de origen alemán, publicó la Teoría de la relatividad especial en 1905. Además de poco intuitiva, esta teoría, echaba por tierra las convenciones de la física clásica, pues afirmaba que no existen un espacio y un tiempo absolutos e independientes del sujeto que los experimenta. Espacio y tiempo son medidas que obtiene un observador y que, entre otras variables, dependen de la velocidad a la que este se encuentre. De esto se desprende un hecho tan sorprendente para el sentido común como que el tiempo transcurre de distinta manera para dos observadores que viajan a distinta velocidad. Además, por motivo de esta realidad del espacio y del tiempo, para dar una descripción del Universo que sea válida para todos los observadores, hay que considerar que existe interdependencia entre la dimensión temporal y la espacial, pues los cambios a una de ellas le afectan inevitablemente a la otra. Espacio y tiempo forman, pues, un continuo cuadridimensional. En 1916, Einstein logró generalizar esta teoría y publicó la Teoría general de la relatividad, de la que se derivan consecuencias revolucionarias para la cosmología y para la comprensión del universo. Uno de los principios que sostiene la relatividad es que nada puede ir más rápido que la luz, ni siquiera la interacción gravitacional. Por lo tanto, era necesario elaborar de nuevo la teoría de la gravitación teniendo en cuenta este límite. Para lograrlo, Einstein introdujo la idea de campo gravitacional, según la cual la materia deforma la geometría del espacio que la rodea e influye sobre los cuerpos que se encuentran en el. Y es que, en las proximidades de una gran masa (por ejemplo, la de una estrella como el sol), el espacio está más curvado y el tiempo transcurre más lentamente (es decir, los relojes se atrasan). Así, aun que la tendencia natural de los planetas, y en general la de todos los cuerpos celestes, sea recorrer la distancia que se encuentra entre dos puntos por el camino más corto (lo que en física se conoce como geodésica), si el espacio en el que se mueven está curvado, el planeta acabará trazando una orbita a su alrededor. De esta manera, la teoría de la relatividad explicaba los movimientos orbitales de los planetas. Pero además se deducen de ella consecuencias imprevistas, como que el Universo se encuentra en un proceso de expansión. Fue el astrónomo Edwin Hubble, quién le demostró a Einstein, y al resto de los científicos, que no había ningún error: efectivamente el Universo se está expandiendo. En 1924, este científico descubrió que la vía láctea no es la única galaxia del Universo, como se creía, si no una más entre la infinidad de galaxias repartidas, como islas por el espacio. Además Hubble se dio cuenta de que las galaxias más alejadas de nuestro sistema se alejan también más deprisa. Estos descubrimientos obligaban a los científicos a considerar cuestiones como las dimensiones del universo y su carácter estático. La confirmación de la expansión del universo generaba, a su vez, nuevos interrogantes. Así, si el cosmos no es un sistema estático sino dinámico y, por los tanto, está afectado por el cambio, entonces ¿cómo era en el pasado? y ¿cómo será en el futuro? Si, teóricamente retrocedemos en el tiempo, parece que la expansión del Universo se invierte en un proceso de contracción de toda su masa en un punto de máxima densidad. La Teoría del Big Bang considera que el Universo se formo a partir de una gran explosión que debió ocurrir hace quince mil millones de años. A partir de esta explosión se pudieron formar los átomos de hidrógeno, de helio, de litio… que formarían las galaxias que se pueden observar en la actualidad. Esta teoría quedó confirmada al detectarse desde la Tierra los restos que dejara esta explosión inicial, en forma de radiación de fondo. Al mismo tiempo que el universo adquiría nuevas dimensiones y aparecerían nuevas teorías que podían explicar su formación y su origen, el mundo atómico empezó a revelar características sorprendentes y paradójicas desde el punto de vista de la física clásica o newtoniana. Por otra parte, a partir de las investigaciones de Einstein y del físico alemán Max Planck, se destruye la oposición tradicional entre materia y energía, puesto que ambas pueden ser interpretadas y estudiadas atribuyéndoles naturaleza corpuscular y ondulatoria. Tradicionalmente se considera que la materia era discontinua y de naturaleza corpuscular (formada por partículas indivisibles o átomos); la energía, en cambio, se consideraba continua y de naturaleza ondulatoria. Contrariamente, según la física cuántica, tanto la materia como la energía se comportan como partículas y como ondas, hecho profundamente paradójico ya que las propiedades corpusculares y ondulatorias son incompatibles. En 1900, Max Planck descubrió que la energía no se emite de manera continua sino en “paquetes” o cuantos de naturaleza discontinua. Poco después, Einstein identificaba los cuantos de la luz, a los que denominó fotones. Por otro lado, el físico francés Louis de Broglie propuso que no solo los fotones, sino también los electrones se comportan como partículas y como ondas. Experimentos posteriores demostraron que, de hecho, todas las partículas materiales presentan un comportamiento ondulatorio. En este punto, la ciencia abría un inesperado problema filosófico que solamente se acrecentó aún más: entonces, ¿Cómo es la realidad? El matemático y físico alemán Max Born respondía que la descripción corpuscular y la ondulatoria deben considerarse solamente como modos complementarios de imaginar un único proceso objetivo, pues está más allá de nuestro poder probar que sean realmente corpúsculos o ondas. De este modo, se cuestionaba, nuestra capacidad para acceder a la auténtica realidad. De hecho, tiempo después se cuestionaría incluso su existencia. En consonancia con esta dualidad de la realidad, en el seno de la física cuántica se elaboraron dos teorías alternativas, pero equivalentes: La mecánica matricial del físico alemán Werner Heisenberg: Esta formulación prefiere la interpretación de los procesos físicos, como procesos continuos de naturaleza corpuscular, ya que así son nuestras observaciones y el conocimiento que podemos tener de ellas. La mecánica ondulatoria del físico irlandés de origen austriaco Erwin Schrödinger: Esta formulación prefiere la interpretación de los procesos físicos continuos y, por eso, destaca el comportamiento ondulatorio de la materia. Estas teorías estaban basadas en el principio de incertidumbre y de ellas se desprendían algunas consecuencias que resultaron desalentadoras, no sólo desde la perspectiva de la física clásica, sino mismo para científicos como Einstein que se resistían a aceptar implicaciones filosóficas sobre la realidad que generaba la nueva física. La mecánica cuántica no puede establecer, simultáneamente y con precisión, la posición y la velocidad de una partícula como el electrón. Una de las causas de esta imposibilidad es la inevitable interrelación entre el observador y el objeto observado, ya que no puede haber observación sin intervención del observador. Dicho de otro modo, toda medición implica una interacción entre el observador y el objeto observado, que altera las condiciones de este último. Esto ocurre en todos los casos: por ejemplo, al medir la temperatura del agua de una bañera, introducimos un termómetro que altera precisamente la temperatura que tratamos de medir. Este hecho, que en procesos cotidianos es imperceptible e irrelevante, se convierte en problemático cuando hablamos de fenómenos subatómicos, puesto que cualquier alteración, por mínima que sea, resulta significativa y determinante. Así, por ejemplo, para conocer exactamente la posición de un electrón, debemos iluminarlo con un fotón de luz, que al chocar con el modificará de manera imprevisible su velocidad. Además de la nueva visión física de la realidad han contribuido de modo decisivo en la cosmovisión actual los avances en el campo cibernético y en la biología. La palabra cibernética es de origen griego y significaba originalmente timonel. Pero se trataba de una clase muy peculiar de timonel, era un experto que debía controlar y coordinar remos, timón y vela para conducir una nave por el Mediterráneo. Wiener rescató esta palabra para denotar lo que él definió como "la ciencia del control y la comunicación en la máquina y el animal". El desarrollo y la aplicación de la Cibernética durante los años 50 y 60 permitieron el advenimiento de las máquinas lavadoras de automóviles, las puertas automáticas, la computación, Internet, la robótica y casi todos los inventos de las últimas cinco décadas. Es por ello que a la revolución cibernética se le compara frecuentemente con la revolución industrial, pero su aporte no se limita al mundo de la tecnología; por el contrario, su aporte más radical y profundo es el que permite compararla con otro período de revolución intelectual: el Renacimiento. El estadounidense Norbert Wiener definió la cibernética como la ciencia del control en la máquina y el animal, con el propósito implícito de proponer una ciencia lógico-matemáticosistémico-interdisciplinaria de la mente. Junto con Wiener, se considera que los otros padres de esta disciplina fueron el matemático estadounidense de origen húngaro John von Neumann, el neurólogo estadounidense Warren McCulloch y el ingeniero estadounidense Claude Shannon. La orientación que cada uno le otorgaría a la Cibernética se corresponde estrechamente con las áreas en las que ésta se ha empleado. A John von Neumann, por ejemplo, se le considera como el padre del computador digital. Los trabajos de Shannon, por su parte, sentaron las bases teóricas para el desarrollo de las telecomunicaciones digitales, incluida Internet. Finalmente, Warren McCulloch fue el precursor de la orientación que en la actualidad presenta la cibernética, bajo la denominación más reciente de "ciencias cognitivas". Él se interesó en el estudio de los sistemas nerviosos y la cognición, y fue el primer científico que propuso denominar a este ámbito de estudio "epistemología experimental". El hecho de que la Cibernética fuera establecida por Wiener como la ciencia del control en la máquina y el animal, como hemos visto, en primer término significó grandes avances en el campo de las máquinas, ampliando sus potencialidades a los niveles que hoy conocemos y usamos cotidianamente. En cambio, por el lado de la biología, su aporte sería más lento aunque, tal vez, mucho más importante. Con relación a este punto cabe señalar que los chilenos Humberto Maturana y Francisco Varela hicieron una contribución trascendental, al formular, durante los años 70, la Teoría de la Autopoiésis. Maturana había trabajado estrechamente con McCulloch. Asimismo, otro cibernetista de renombre, Heinz von Foerster, considerado como el padre de la Cibernética de Segundo Orden, también influyó considerablemente en los chilenos. La teoría de la Información se encuentra aún hoy en día en relación con una de las tecnologías en boga, el Internet. Desde el punto de vista social, Internet representa unos significativos beneficios potenciales ya que ofrece oportunidades sin precedentes para dar poder a los individuos y conectarlos con fuentes cada vez más ricas de información digital. Internet fue creado a partir de un proyecto del departamento de defensa de los Estados Unidos llamado DARPANET (Defense Advanced Research Project Network) iniciado en 1969 y cuyo propósito principal era la investigación y desarrollo de protocolos de comunicación para redes de área amplia para ligar redes de transmisión de paquetes de diferentes tipos capaces de resistir las condiciones de operación más difíciles, y continuar funcionando aún con la pérdida de una parte de la red (por ejemplo en caso de guerra). Estas investigaciones dieron como resultado el protocolo TCP/IP, (Transmission Control Protocol/Internet Protocol) un sistema de comunicaciones muy sólido y robusto bajo el cual se integran todas las redes que conforman lo que se conoce actualmente como Internet. En el campo biológico la nueva revolución surge principalmente por los avances en Genética y en Bioquímica. En este último campo fue a mediados del S. XX, a partir de los experimentos del estadounidense Stanley Miller, cuando se logra sintetizar en laboratorio los primeros elementos de la vida, y con ellos se muestra la vida surgiendo de la materia, y por tanto, el origen del universo y el origen de la vida. Relacionado con este ámbito el biólogo molecular británico Francis Crick y el biólogo estadounidense James Watson descubrieron la estructura de doble hélice de ADN en las células dejando abierta la posibilidad del posterior desciframiento de secuencias clave en la explicación y dominio de la diversidad biológica.