Karl Popper

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POPPER
BIOGRAFÍA
Karl R. Popper nació en Viena el 28 de julio de 1902 en el seno de una familia acomodada de origen judío,
que le proporcionó un ambiente culto para su desarrollo. En los difíciles últimos años d ella guerra decide
abandonar la escuela secundaria, Gymnasium, en la que, según cuenta, se aburría tanto que salió inmunizado y
nunca volvió a sufrir de hastío. Estudió por su cuenta inscribiéndose en la Universidad de Viena en la que sólo
se presentará al examen de ingreso y 1922. Tampoco aquí, donde asiste a cursos de historia, literatura,
psicología y filosofía, asiste a clases asiduamente. Sólo las matemáticas, en las que, entre otros, tendrá como
profesor a Hans Hahn, le entusiasman. Entre tanto, había tenido su brevísima experiencia como comunista de
convicción, que duró solo unos meses, iniciando, desde entonces, una postura progresivamente crítica a raíz
de una manifestación en la que varios jóvenes socialistas y comunistas fueron muertos. Popper no culpó tanto
a la policía o al sistema represivo como la teoría marxista que exigía la intensificación de la lucha de clases.
Popper pone en cuestión el carácter científico del socialismo que así se autocalificaba, planteándose, además,
otras cuestiones teóricamente similares que le llevarán al punto de inicio crucial de su filosofía : el criterio de
demarcación. En 1924 colaboró de nuevo en un trabajo social con niños abandonados. En 1930 se casa y
trabaja como maestro de escuela o lo que llamaríamos aquí profesor de Instituto de E. M. En 1934 publica la
versión alemana de la Lógica de la Investigación Científica. Con el ascenso del fascismo emigra en 1936 a
Inglaterra y al año siguiente a Nueva Zelanda donde profesa en la universidad como lecteur. Aquí estudia
griego y se ocupa del pensamiento y filosofías clásicas. En 1945 la Universidad de Londres le ofrece un
puesto como profesor, y en el mimo año de su traslado publica en inglés su obra La sociedad abierta y sus
enemigos que ofrece como su aportación militante la Segunda Guerra Mundial. Desde 1946 hasta 1969, año
de su jubilación, será profesor de lógica y metodología en la London School of Economics. En 1953 publica
su Poverty of Historicism ; en 1959 la versión inglesa, The Logic of Scientisfic Discovery, aumentada y
corregida (1934). En 1963 publica su Conjetures and Refutations : The Growth of Knowledge. En 1965
participa en un simposio sobre La crítica y el Desarrollo del Conocimiento, que es el primer encuentro público
y oficial con la nueva filosofía de la ciencia protagonizada en aquella ocasión por T.S. Kuhn. Aunque, al
parecer, continúa escribiendo desde su retiro sobre temas de filosofía de la ciencia, el último libro publicado
es Objective Knowledge : And Evolutionary Approach, en 1972, aunque cabe citar también sus contribuciones
a la obra de Bryan Magee Modern British Philosophy, de 1971.
EL PENSAMIENTO DE POPPER
K.R. Popper murió hace relativamente poco. Parece ser que numerosos trabajos suyos no se han publicado
todavía. Podría pensarse, pues, que nos falta perspectiva histórica para analizar y contextualizar su obra. No
obstante, la filosofía de la ciencia, una disciplina relativamente joven, ha tenido, en las últimas décadas, un
ritmo desbordante que nos permite decir que, a pesar de todo, hoy tenemos ya cierta perspectiva teórica para
un primer análisis de la filosofía de la ciencia popperiana.
En primer lugar, Popper no puede dejar de ser visto por el historiador en su relación con el positivismo lógico,
relación que provocó numerosas discusiones sobre si Popper, aún siendo el gran crítico de tesis fundamentales
del positivismo, era o no un positivista. Su polémica con Carnap, el más grande representante del positivismo,
recorre toda su obra. En ella vemos a un Popper contundente, arrollador, seguro de sí mismo ; su crítica al
inductivismo, al criterio empirista del significado y su relación con el criterio de demarcación, son un buen
ejemplo. Pero lo que quizá merece la pena destacar es que, el éxito de su crítico muestra en este caso el alto
nivel de comunicación entre Popper y sus oponentes positivistas, y, por tanto, importantes elementos comunes
entre ellos. No menos importante es, en un segundo lugar, su relación con la llamada nueva filosofía de la
ciencia, que le hace a su vez objeto de críticas tan eficaces como las que él dirigiera al empirismo lógico. Y
aquí lo importante sería no sólo el cambio de posición de Popper, ahora a la defensiva, sino el tipo de
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desacuerdo, ahora más básico −no se trata sólo de una u otra tesis d ella filosofía de la ciencia, sino de la
naturaleza misma de ésta, el trabajo a desarrollar dentro de ella y los medios a utilizar que dificulta o pone de
manifiesto la dificultad de comunicación en esta polémica, como se hace patente en sus discusiones con T.S.
Kuhn. Y hay aún otro punto de referencia en el estudio y valoración de la obra de Popper, que podemos llamar
la nueva lógica de la ciencia con J. D. Sneed y W. Stegmüller como grandes protagonistas, entre otros. Con
esta última tendencia se pone de manifiesto la complejidad del desarrollo dela filosofía de la ciencia en los
últimos veinte años y, por tanto, de la ubicación de Popper. Pues si bien por hacer lógica de la ciencia los
nuevos lógicos están más próximos a Popper que los nuevos filósofos de la ciencia, su introducción de la
concepción estructuralista de las teorías ha representado un cambio tan drástico en su campo, que quizás éstos,
más que los nuevos filósofos de la ciencia, sean los responsables de que hoy se hable ya de la obra de Popper
en pasado −aunque las necrologías filosóficas pocas veces son definitivas−.
Popper es un entusiasta de la −su− autobiografía intelectual, y él mismo ha señalado a menudo elementos
esenciales para la contextualización de sus ideas. Y aunque ya se sabe que la memoria recrea en gran medida
el pasado, no hay duda de que su filosofía de la ciencia, como la de este siglo en general, fue grandemente
influida y provocada por la revolución científica de principios de siglo.
Tras la crisis del mecanicismo decimonónico, los primeros trabajos de Planck sobre los cuantos inician un
período de profunda convulsión en las ciencias físicas. En 1905, annus mirabilis, A. Einstein publica en
Annalen der Physik tres artículos fundamentales. El primero sobre el movimiento browniano ; el segundo era
su primera contribución a la teoría cuántica, el último presentaba la teoría especial de la relatividad. Diez años
más tarde la teoría cuántica había experimentado importantes desarrollos, especialmente con los trabajos de N.
Bohr en 1913, y Einstein formula su teoría general de la relatividad, grandiosa y osada teoría que en 1919, con
el famoso experimento de Eddington, veía brillantemente confirmadas importantes predicciones respecto al
comportamiento de la luz al atravesar un cuerpo gravitatorio. Eran, sin duda, dos teorías revolucionarias
cargadas de implicaciones y consecuencias filosóficas. Leyes y conceptos clásicos como espacio, tiempo,
causalidad, etc. habían de ser revisados. Eran, en definitiva, teorías que, en cierto sentido, establecían una
distancia con los antepasados, mayor que la que interponen los años.
Pero no eran éstos los únicos logros intelectuales d ellas dos primeras décadas de nuestro siglo. Precisamente,
entre 1900 y 1905 I.P. Paulov y S. Freud publicarían algunos de sus más importantes trabajos que no habían
de ser menos centrales en el pensamiento de nuestro siglo. La teoría psicoanalítica experimentaría un rápido
desarrollo interno que provocaría las escisiones escolares de Adler y Jung. Popper sería en cierto sentido un
testigo próximo de estos acontecimientos por ser colaborador en la obra social de Adler, en Viena, hacia 1917.
Si pensamos que ésta es la fecha de la Revolución bolchevique, así como en los acontecimientos político
sociales de la Alemania−Austria de aquellos momentos, la importancia del movimiento y teoría marxistas se
hace patente de inmediato. Las experiencias personales de Popper le hicieron sentir un precoz desencanto
respecto al movimiento marxista :En la época en que tenía diecisiete años me había convertido en un
anti−marxista Esta actitud se pondrá de manifiesto años más tarde en obras suyas como La Miseria del
Historicismo y La sociedad abierta y sus enemigos, que si bien contienen una de las críticas al marxismo de
mayor audiencia, no cuentan, en mi opinión entre los logros más importantes del autor.
Sea como fuere, el apuntado es el entorno en que Popper inicia su reflexión filosófica, y es la comparación
entre las distintas teorías mencionadas lo que plantea su primer y básico problema filosófico : el problema de
la demarcación entre la ciencia y la pseudociencia. En el psicoanálisis y en el marxismo resultaban
admirables, para Popper, su enorme poder explicativo. Ambas teorías encontraban confirmaciones por doquier
en sus respectivos campos. Refiriéndose a las teorías de Freud y Adler, diría Popper : No puedo imaginar
ninguna conducta humana que no pueda ser interpretada en términos de cualquiera de las dos teorías, y algo
similar ocurría con el marxismo en lo histórico−social. Esta casi inevitable verificación continua que los
respectivos partidarios presentaban como la mayor virtud de la teoría, empezó a resultar sospechosa para
Popper al compararla con las teorías de la relatividad de Einstein y la actitud de éste.
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La obra de Einstein presentaba para Popper varios aspectos importantes. En primer lugar, no había existido
teoría alguna mejor confirmada y asentada que la de Newton y, sin embargo, la de Einstein venía ahora a
superarla mostrando sus limitaciones. Los repetidos y brillantes éxitos y verificaciones a lo largo de más de
dos siglos no había bastado para hacer verdadera la teoría newtoniana. Esto podía suscitar dudas respecto al
significado y posibilidad de la verificación. Lo mismo es aplicable, naturalmente, a la teoría de Einstein. Pero,
¿Qué era lo que hacía tan diferentes las teorías psicoanalíticas y marxista de la einsteniana ? Esencialmente
que, mientras que para los dos primeros se pretendía encontrar continuas verificaciones, Einstein establecía de
modo preciso qué situaciones, qué experimentos concretos, confirmarían o, y esto es lo importante,
invalidarían su teoría, mostrando su falsedad. Son, sin duda, dos actitudes muy distintas, y según Popper está
claro que la actitud científica es la de Einstein. Así halló Popper respuesta a la cuestión de distinguir entre
ciencia y pseudociencia que formulaba de modo general preguntándose ¿Cuándo debe ser considerada
científica una teoría ? o ¿Hay un criterio para determinar el carácter o status científico de una teoría ? o más
ampliamente cuál había de ser la línea divisoria entre los enunciados, o sistemas de enunciados, de las
ciencias empíricas y todos los otros enunciados, sean de carácter religioso o metafísico, o simplemente
pseudocientífico. La respuesta que, según diría Popper más tarde, soluciona el problema a su entera
satisfacción puede resumirse diciendo que el criterio para establecer el status científico de una teoría es su
rentabilidad o su testabilidad. En aquel momento Popper, no dio a conocer sus ideas, y sólo cuando en 1922
Wittgenstein publicó su Tractatus logico−Philosophicus, y ante la gran influencia que tuvo en el Círculo de
Viena, se decidió a publicar su tesis.
La lógica matemática había hecho grandes progresos en los primero años del siglo. El programa de logicista
de Frege y Russell, es decir, el intento de fundamentar las matemáticas en la lógica había culminado en lo
monumental obra Principio Mathematica de Russell−Whitehead. L.Witgenstein interesado en estos problemas
acudió a Cambridge a estudiar con Russell, y muy pronto ambos desarrollarían el llamado atomismo lógico.
En esta filosofía que encuentra su expresión más elaborada en el Tractatus se establece una identidad entre la
estructura del lenguaje de la lógica, disimulada en el lenguaje ordinario, y la estructura del mundo : los
hombres corresponden a las cosas y los enunciados o proposiciones a los hechos. Toda verdad puede ser dicha
en este lenguaje −de los Principia− pues o bien se reduce a una tautología o bien es función de la verdad d
ellos enunciados o proposiciones atómicas, es decir, enunciados de observación o verificables empíricamente,
sobre los que se basa, en definitiva, toda la estructura. Los positivistas lógicos tomaron del Tractatus la tesis
que puede resumirse diciendo que sólo hay dos tipos de proposiciones con sentido, es decir, verdaderas o
falsas : los de las ciencias formales o los de las ciencias de la naturaleza o empíricas. Está claro que la mayoría
de los enunciados de la filosofía con son incluibles en ninguno d ellos dos y, por tanto, se rechazan como sin
sentido o metafísicas. Como se ve, científico y significativo coinciden aquí, y en el caso d ellas ciencias
naturales, con sentido significa discernibles por la observación o verificable por la experiencia. Surge así el
criterio empirista del significado, que en su versión original rezará : el significado de una proposición es el
método de su verificación, como criterio de demarcación entre ciencia y metafísica.
Ante y contra estas difundidas tesis, Popper da a conocer sus ideas al respecto, hacia 1931. Editorialmente al
menos, pues, surgen en relación a las tesis mantenidas por le Círculo de Viena, con lo que se inicia un diálogo
polémico que se prolongará en otras cuestiones a lo largo de los años. A pesar de que el criterio popperiano de
refutabilidad o falsabilidad no pasaba por, ni se representaba como, un criterio de significado, en ocasiones
fue entendido como si Popper identificara científico con significativo y pseudocientífico como sin sentido.
Popper ha insistido una y otra vez desde entonces en que tal identificación no presa sus ideas, y que
pseudocientífico, metafísico o no científico no equivale absoluto a sin sentido. A lo sumo, identificó en un
principio metafísico con no argumentable pero posteriormente abandonó incluso esta afirmación. Como
quiera que sea el criterio empirista del significado y la cientificidad tenía serias dificultades. Excluía del
lenguaje con sentido no sólo la metafísica, sino también la mayor parte o la más característica e importante de
la ciencia, como, por ejemplo las leyes científicas. Estas, en tanto que enunciados universales, no son
enunciados observacionales, y su validación por parte de estos últimos, singulares, resulta sumamente
problemática. Esta fue la segunda y más importante cuestión que Popper criticó severamente a la filosofía de
la ciencia del empirismo lógico.
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Como hemos dicho, en las tesis positivistas empírico y verificable vienen a coincidir. En su planteamiento el
lenguaje es un sistema veritativo−funcional, es decir, la verdad en las teorías científicas se basa en la verdad
de los enunciado atómicos y observacionales. Traducido metodológicamente esto significa que la ciencia parte
de la observación, que se basa en ésta y a partir de ella elabora las leyes válidas universalmente. Dicho en
otras palabras, el método de la ciencia es el método inductivo. En 1934 Popper publica su gran obra Logik der
Forschung, más conocida en la versión inglesa ampliada The Logic of Scientific Discovery de 1958−59, que
es la que traduce la versión castellana : La lógica de la Investigación Científica. ES la más, si no la única, obra
sistemática de Popper y se inicia precisamente con su conocida y contundente crítica al inductivismo. Una
inferencia inductiva consiste en pasar de enunciados singulares como el hierro se dilata con el calor, el cobre
se dilata con el calor, etc. a enunciados universales como los metales se dilatan con el calor. Desde un punto
de vista lógico no hay nada que nos autorice a pasar de enunciados observacionales, cualesquiera que sea su
número, sobre distintos metales, al enunciado universal que les atribuye determinada propiedad a todos. Para
justificar una inferencia de este tipo tendría que existir un principio de inducción. Ahora bien, ese principio no
podría ser una tautología pues, en este caso, todas las inferencias inductivas podrían considerarse como tales y
no habría problema : tiene que ser un enunciado sintético, universal. Pero entonces, ¿Cómo justificarlo ? No
podemos decir que sabemos que es verdadero por experiencia y tenemos que recurrir de nuevo a una
inferencia inductiva y, por tanto, a un principio de inducción superior que, a su vez replantea de nuevo las
dificultades abocándonos a una regresión infinita. Para Popper está claro, además, que el decir que las
inferencias inductivas si bien no verifican un enunciado universal le conceden un cierto grado de probabilidad
o confirmación no soluciona en absoluto el problema y que, en definitiva, todas las formas de lógica inductiva
conducen irremediablemente a una regresión infinita o al apriorismo.
A lo largo de los años Popper se ha reafirmado en su respuesta al problema de la inducción, y manifiesta ante
las críticas : Creo que he resuelto uno de los mayores problemas filosóficos : el problema de la inducción,
reelaborando su tratamiento y acusando a sus críticos de no haberle entendido, acusación por lo demás
frecuente en boca de Popper. Es sus sucesivos enfoques del problema insiste en la importancia de hacer
explícita la distinción, ya implícita en Hume, entre un problema psicológico de la inducción : ¿por qué
personas razonables creen que las experiencias futuras serán como las pasadas ?, y su problema lógico :¿cómo
se justifica que a partir de cosas (reiteradas) de las que tenemos experiencia lleguemos mediante razonamiento
a otras cosas de las que no tenemos experiencia ? La respuesta a este problema lógico consiste, como
sabemos, en que no hay justificación, pero esta respuesta sólo puede darse cuando se traducen los términos
subjetivos o psicológicos del planteamiento a términos objetivos, y en lugar de hablar de creencia se habla de
enunciado o teoría explicativa e impresión se sustituye por enunciado observacional o constatador,
justificación de una creencia por justificación de la pretensión de que una teoría sea verdadera, etc. Ahora
bien, esta eliminación del psicologismo se aplica luego al problema psicológico en virtud de un osado
principio que Popper introduce llamándolo principio de transferencia con lo que, según Popper, también el
problema psicológico se soluciona. Tal principio dice así : lo que es verdad en el dominio de la lógica, lo es
también en el de la psicología. (También hay un principio análogo de gran utilidad en lo que se suele llamar
`método científico', así como en la historia de la ciencia : lo que es verdad en el dominio de la lógica, lo es
también en el método científico y en la historia de la ciencia.). En virtud de tal principio, Popper afirma que
puesto que desde un punto de vista lógico no existe inducción por repetición.... tampoco puede haber tal cosa
en psicología (o en el método científico o en historia de la ciencia). La idea de inducción por repetición debe
achacarse a un error, una especie de ilusión óptica. Resumiendo : No hay inducción por repetición. Existe, no
obstante, lo que Popper llama generalización del problema lógico de la inducción, y en esto consiste su
replanteamiento, que permite una solución positiva. Esta consiste en sustituir la expresión es verdadera por es
verdadera o falsa y se enuncia así : ¿Se puede justificar la pretensión de que una teoría explicativa universal
sea verdadera o falsa mediante `razones empíricas' ?. La respuesta positiva es abreviadamente : sí, en base a
enunciados observacionales verdaderos, a veces podemos justificar la pretensión de que una teoría explicativa
universal es falsa.
Son muchos los comentarios que merece el tratamiento que hace Popper de este problema. No obstante, aquí
nos limitaremos a decir que es replanteamiento y solución que hace y da Popper respecto al problema
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psicológico de la inducción, parecen más bien la conversión de éste en un rompecabezas y su disolución ; es
decir, un tipo de enfoque y tratamiento con los que Popper no simpatiza demasiado como ha dicho a menudo
y se hizo patente en su encuentro con Wittgenstein. Con todo lo importante consiste, naturalmente, en el
principio de transferencia, que recuerda la distinción entre contexto de descubrimiento y contexto de
justificación de los positivistas, y su arbitrariedad. ¿De dónde surge este principio ? ¿Cómo se justifica ?
Puede suceder, naturalmente, que los científicos no utilicen psicológica y metodológicamente procesos e
inferencias inductivos, incluso aunque algunos o muchos proclamen tal método, y no sólo por las razones que
aduce Popper citando a Max Born, es decir, porque lo entienden como criterio de demarcación entre ciencia y
no ciencia. Pero, en cualquier caso el que los científicos utilicen o no la inducción es una hipótesis cuya
confirmación o negación depende única y exclusivamente de una minuciosa investigación empírica, tanto
histórica como psicológica, y no tiene que ver en absoluto con que formalmente la inducción sea válida o no.
Es difícil imaginar, como puede establecerse la autenticidad de la relación prioritaria o de dependencia que
Popper afirma entre la lógica y la psicología, y sin embargo es muy fácil señalar casos en que las actuaciones
de los científicos violasen la lógica de la investigación popperiana. Tendremos que volver sobre esto. Por otra
parte, cabría añadir aquí que los inductivistas, que todavía los hay después de Popper, difícilmente aceptarían
que la respuesta de éste constituye una solución al problema de la inducción, pues tal como suele ser
entendido éste, una solución no puede consistir en mostrar que los enunciados observacionales pueden ofrecer
cierta justificación de los enunciados universales, y menos aún para mostrar que son falsos, sino en ofrecer
una justificación verificacionista o probabilista de los enunciados universales a partir de, y no sólo en base a o
por respecto a, los enunciados observacionales. Popper afirma que la cuestión central del problema lógico de
la inducción es la validez (verdad o falsedad) de las leyes universales por respecto a ciertos enunciados
`dados' (subrayado en el original). Puede decirse que ha ofrecido una solución a esta cuestión central. Ahora
bien, coincida ésta o no con el problema de la inducción, solución o no, lo que no puede dudarse es que
Popper ofreció una alternativa a estas cuestiones lógico−metodológicos, que se impuso ampliamente, y de la
que nos ocuparemos ahora.
Popper parte de intereses y actitudes más amplias que los empiristas lógicos y, en general, que la mayoría de
filósofos analistas de su momento. Frente a algunos de éstos, que afirmaron que en la filosofía hay únicamente
rompecabezas lingüísticos, Popper sostiene la existencia de auténticos problemas filosóficos, y frente a los
analistas tanto del lenguaje ordinario como del lenguaje ideal, que sostienen que la única posibilidad y método
filosófico consiste en el análisis del lenguaje, afirma que éste no es son uno más entre un número indefinido
de métodos filosóficos posibles, sin que ninguno sea propio de la filosofía. Lo único importante es tratar de
resolver problemas interesantes no importa cómo. Hay, según Popper, un problema filosófico universal, el de
la cosmología, el problema de entender el mundo− incluidos nosotros y nuestro conocimiento como parte de
él. La segunda tesis de Popper, en este sentido, es que el problema central de la epistemología ha sido siempre
e y sigue siéndolo, el del aumento del conocimiento. Y el mejor modo de estudiar el aumento del
conocimiento es estudiar el del conocimiento científico. Ya hemos aludido a la prioridad que Popper concede,
no obstante, a la lógica del conocimiento frente a su psicología, con lo que su tarea se plantea como el intento
de determinar y analizar lógicamente cuáles son y en qué consisten los métodos de las ciencias empíricas.
De hecho, las principales tesis de la filosofía de la ciencia, es decir, de la lógica de la ciencia de Popper están
anticipadas ya en crítica. En efecto, de su crítica al inductivismo se desprenden dos consecuencias : una
referida a la teoría del conocimiento y otra, formal, perteneciente a la metodología, aunque ambas están
íntimamente relacionadas. Respecto a la primera, con el abandono de la inducción tiene que abandonarse
también como igualmente errónea, la teoría del conocimiento empirista−ingenua que la sustenta, afirmando
que el conocimiento empieza por la observación accediendo a través d ellos sentidos a nuestra mente, que lo
elabora. Se supone aquí que el conocimiento es algo que está en nosotros −es una teoría subjetivista− que lo
hemos recibido pasivamente y que el error se da sólo por nuestra mala asimilación, asociación, manejo de la
información recibida del os sentidos que es garantía de su validez. Casi todo, dice Popper, es erróneo en esta
teoría, pero quizás su mayor error sea suponer que el objetivo es la búsqueda de la certeza.
Frente a ésta, que denominó pre−darwinista, Popper elaboró a lo largo de los años una teoría evolucionista del
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conocimiento que, si bien está llena de grandes intuiciones, es una de sus teorías más especulativas e
idealistas, como lo son las tesis relacionadas con ella, del tercer mundo, o de la aproximación a la verdad. A la
teoría anterior que supone como dados unos hechos, Popper opone la idea de que éstos no nos son dados, sino
siempre seleccionados en función de nuestras expectativas e hipótesis. A la pregunta de qué son anteriores, si
las hipótesis o las observaciones, la respuesta de Popper es clara : lo primero son las hipótesis, las
observaciones suponen siempre un marco de referencia, unas expectativas, y al final del proceso hallamos
expectativas innatas. Nacemos con expectativas, con un `conocimiento' que, aunque no es válido a priori, es
psicológica y genéticamente a priori, es decir, anterior a toda experiencia observacional. No existe, pues, lo
dado como fuente de certeza, sino lo descifrado, lo seleccionado a partir de expectativas e hipótesis, como
fuente de supresión de errores, de falsaciones en un proceso creciente de ensayo y supresión de errores, de
conjeturas y refutaciones. Desafortunadamente, aunque por otra parte no resulta extraño, de estas expectativas
o hipótesis Popper sólo menciona una : la necesidad de hallar regularidades ; con lo que tiene los elementos
necesarios para rechazar la explicación humana de la creencia en leyes generales por la repetición.
Como puede verse, esta teoría no está libre de dificultades, y hay en ella una extraña mezcla de varios niveles.
Siguiendo a Popper podemos decir que nacemos dogmáticos, pues tendemos a imponer, a verificar nuestras
hipótesis aún cuando estas se adapten más o menos imperfectamente a la realidad. Pero, a nivel individual
algunos, posteriormente, sobreimponen a esta actitud dogmática inicial la actitud crítica que es precisamente
la científica, y consiste en adoptar la disposición a someter a prueba y refutar las hipótesis. Pero, según se
desprende de lo que dice Popper, esto no ha sido siempre así, pues tras afirmar que el dogmatismo es anterior
a la actitud científica, y/0 que el mito precede a la ciencia, nos dice que la actitud científica, la ciencia, nace en
Grecia con Tales y Anaximandro. De lo cual debemos deducir que los hombres anteriores al x VI a.C. no sólo
nacieron, sino que siguieron siendo dogmáticos, mientras que, no sabemos por qué, a partir de esta época
algunos iniciaron la actitud científica y/o la ciencia. Naturalmente, esto plantea numerosos problemas.
Tomemos las expectativas innatas y las conscientes (en un examen detallado deberían tratarse por separado, y
en su relación) de los hombres anteriores a Tales : ¿eran los mismo que después de éste ?, y si no lo eran
¿cómo fueron cambiando ? Si cambiaron por refutación ¿no implica esto el uso de la actitud crítica o
científica, de la ciencia ? Y si no fue por refutación ¿por qué fue ?. ¿Hay otra posibilidad ? Esta claro que aquí
late de nuevo, y constantemente el problema de la ambigüedad entre la actitud científica y el carácter
científico de las hipótesis o teorías que, según nos dice Popper, puede determinarse al margen de la voluntad
refutadora o verificadora del que la propone. Por otra parte, la afirmación popperiana del nacimiento de la
ciencia en Tales se presenta como una versión más de la tan conocida como inaceptable tesis del milagro
griego, en la que meramente constata un hecho −pues es obvio que no nos proporciona ninguna explicación− :
el nacimiento de la ciencia en Grecia, pero no se ve qué apoyo puede ofrecer a su teoría pues es precisamente
este hecho lo que habría que explicar en una teoría evolucionista del conocimiento. En general, el problema
radica en que, por más que Popper presente su teoría como evolucionista, su enfoque y problemática son
puramente lógicos, es decir, a−históricos, solo que, en virtud de su principio de transferencia, se permite
formular conclusiones psicológicas e históricas a todas luces inadecuadas o insostenibles. Si se compara esta
epistemología con la de Piaget, auténticamente genética y evolucionista, se entenderá más claramente el alto
grado de especulación e idealismo que hemos achacado a la de Popper. Naturalmente me refiero únicamente a
los enfoques y métodos, no a su valoración.
Hay en la teoría popperiana que comentamos otro punto sumamente importante por su aparente modernidad :
la tesis de la carga teórica de los hechos. Como es bien sabido, uno de los rasgos distintivos de la nueva
filosofía de la ciencia consiste en que pone de manifiesto y establece una relación entre hechos y teoría
distinto de como había sido entendida en la filosofía de la ciencia anterior, y especialmente, en el empirismo
lógico con su distinción entre lenguaje teórico y lenguaje observacional. Según este movimiento había, como
hemos visto, teorías para hechos. Es decir, los hechos estaban ahí, neutrales y fijos, como lo dado, y las teorías
no eran sino interpretaciones de y desde estos hechos (o enunciados observacionales). La nueva filosofía de la
ciencia ha mostrado que no existen hechos neutrales y fijos, que no hay hechos sino para teorías, es decir, que
los hechos están cargados teóricamente, que lo son sólo para y desde una teoría, que ésta, en cierto sentido,
determina los hechos y no viceversa. Pero, ¿no es ésta la tesis de Popper cuando afirma, por ejemplo, que no
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puede haber percepción pura, datos puros, del mismo modo que no puede haber un lenguaje observacional
puro desde el momento en que todo el lenguaje está impregnado de teorías y mitos. O bien no existen datos de
los sentidos o percepciones que no se hayan construido mediante teorías (o expectativas −es decir, los
antecesores biológicos de las teorías formuladas lingüísticamente− )... todos los órganos sensoriales
incorporan genéticamente teorías anticipatorias ? ¿Es la misma la tesis de Popper y la de los nuevos filósofos
de la ciencia ?, ¿significa lo mismo ? NO. Por más que cada vez haya habido una mayor coincidencia formal
entre las fomulaciones de uno y otros −y no estaría de más estudiar atentamente este punto− la respuesta a
nuestros interrogantes es negativa. Cabe decir, en primer lugar, que Popper por una parte, y Hanson y Kuhn,
por otra, llegaron a esta tesis independientemente y por distintos caminos o métodos. Los nuevos filósofos de
la ciencia afirmaron la carga teórica de los hechos a partir, especialmente de la investigación histórica y
psicológica, constatando que los científicos defensores de teorías distintas pueden, y efectivamente lo han
hecho, mirar el mismo sitio y ver cosas distintas : un caso paradigmático entre otros posibles, podrían ser las
observaciones con el telescopio de los satélites de Júpiter realizadas por Galileo y sus oponentes en casa del
astrónomo Magini la noche del 24 al 25 de abril de 1610. Y lo que resulta importantísimo, en relación a
Popper, es que estos científicos, en muchos casos, enunciaron sus observaciones distintas con las mismas
palabras, lo cual tiene consecuencias esenciales no sólo respecto al conocimiento subjetivo −la psicología o la
historia del quehacer científico− sino también en cuanto al conocimiento objetivo −los productos científicos o
teorías expresadas lingüísticamente−, según la distinción de Popper. Este, en cambio, al afirmar la
dependencia teórica de los hechos está formulando una tesis lógica absolutamente independiente de, y
totalmente indiferente a, cualesquiera eventos históricos o psicológicos, es decir a lo que se da realmente en el
quehacer científico, y lo único que significa para él es que las observaciones son importantes, de cara a la
validación o justificación de las teorías sólo a posteriori, es decir, no como elementos inductores de teorías
sino como contrastadores por un proceso deductivo a partir de éstos. En definitiva, que lo que es justificable,
válido y se da es el método hipotético deductivo de contrastar y no el inductivo. Sólo que, a partir de ahí y en
base a su principio de transferencia Popper enuncia sus tesis en términos psicológicos o históricos.
La afirmación de la impregnación teórica de los hechos tiene, pues, un sentido muy distinto en ambos casos.
Esto se hace especialmente patente en las consecuencias que unos y otros deducen de esta tesis. Pero veamos
antes con algo más de detalle como se da el desarrollo de la ciencia, según la lógica de la ciencia de Popper.
Tras todo lo dicho, queda claro que, para Popper, las teorías no son inducidas a partir de la experiencia −de los
enunciados de observación− sino respuestas adaptativas a éstas que se formulan para someterlas a contraste.
Las teorías son hipótesis, conjeturas osadas, siempre tentativas, y sometibles a mejora. Popper expresa
esquemáticamente el modelo de desarrollo del conocimiento científico como sigue :
P −−> TT −−> EE −−> P
donde P simboliza el problema que la violación de nuestras expectativas o teorías nos ha planteado, y TT la
teoría o teorías tentativas que se producen como solución. Naturalmente, éstas deberán ser contrastables, y en
base a la constrastación se pasa a EE, que simboliza la eliminación de errores, que puede consistir en la
comparación de las teorías rivales propuestas. Con todo, por más que este test nos muestre una teoría como
mejor corroborada, menos falsa, que cualesquiera otra siempre planteará nuevos problemas, P , pero más
fecundo e importantes que, por tanto, representan un progreso.
Según este esquema, cuando sometemos una teoría a contrastación y es falsada o refutada, debe rechazarse y
formularse otra. No obstante, Popper vio muy pronto que siempre es posible proteger una teoría de la
falsación, inmunizarla, introduciendo, por ejemplo, hipótesis ad hoc que la salven del a refutación empírica.
En un principio Popper llamó a este recurso giro o estratagema convencionalista. Y esto le llevó, según nos
dice, a formular sus reglas metodológicas, la primera de las cuales consiste, naturalmente, en la decisión de no
recurrir a la estratagema convencionalista en sus distintas formas. También puede formularse esto diciendo
que sólo aceptaremos hipótesis auxiliares en una teoría cuando no disminuyan su grado de falsabilidad o
contrastabilidad, es decir, su contenido, garantizándose así el progreso. Resulta así que el desarrollo y
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progreso del conocimiento científicos no consiste en la acumulación de observaciones sino en la sustitución
de unas teorías por otras, y que por tanto el elemento central de este esquema es cómo evaluamos y
comparamos nuestras teorías para determinar cuál es mejor. Pero ¿qué significa que una teoría sea mejor que
otra que representa un progreso con respecto a su antecesora ? Una primera respuesta puede ser que una teoría
no es mejor que otra porque tiene un mayor grado de probabilidad, como afirman los defensores de la
inducción, sino si tiene mayor contenido empírico o testabilidad que implica precisamente un grado mayor de
improbabilidad. Por contenido de un enunciado −o teoría− se entiende el conjunto de enunciados lógicamente
implicados por él. Ahora bien, parece trivial que cuanto más contenido informativo tenga una teoría mayor
será su testabilidad y menor su probabilidad. En efecto, la conjunción de dos enunciados a) y b) cualesquiera :
a)mañana lloverá y b) pasado mañana hará buen tiempo, obviamente tiene mayor contenido informativo pero
también es más improbable que cualquiera de los dos por separado. Y, puesto que un menor grado de
probabilidad implica mayor probabilidad de ser refutado, se sigue que la refutabilidad o falsabilidad, que
coincide con el elevado contenido informativo, es uno de los objetivos de la ciencia.
Antes de 1959 Popper rehuía en su esquema de desarrollo los términos verdadero o falso. Pero tras conocer
los trabajos de Tarski sobre la verdad como correspondencia con los hechos pensó que era perfectamente
compatible con sus lógica de la ciencia y que no sólo ya no había que esquivar la cuestión de la verdad o
falsedad de las teorías o enunciados, sino que podía resultar sumamente esclarecedor para explicar el
crecimiento del conocimiento científico. A partir de la teoría de la verdad objetiva y absoluta y otros trabajos
de Tarski, Popper elaboró la idea de verosimilitud. A ésta se llega definiendo por una parte el contenido de
verdad de T como la clase de los enunciados verdaderos, no tautológicos, que pueden deducirse de T ; por
otra, el contenido de falsedad de T como el conjunto de enunciados falsos deducibles de T. Con esto puede
explicarse claramente en qué consiste la verosimilitud, así como el grado de verosimilitud o acercamiento a la
verdad. Una teoría T posee menos verosimilitud que una teoría T si y sólo si (a) sus contenidos de verdad y
falsedad (o sus medidas) son comparables y, además, (b) el contenido de verdad, pero no el de falsedad, de T ,
es menor que el de T o también (c) el contenido de verdad de T no es mayor que el de T , pero si lo es el de
falsedad. Resumiendo, diríamos que T se aproxima más a la verdad o es más semejante a la verdad que si, y
sólo si, se siguen de ella más enunciados verdaderos, pero no más enunciados falsos, o al menos igual
cantidad de enunciados verdaderos y menos enunciados falsos. Ahora queda claro, pues, que nuestras teorías
son conjeturas audaces, −es decir, con mayor contenido que sus rivales anteriores, y de no ser así no merecen
ser contrastadas− que sometemos a intentos de refutación cuyo éxito es tanto más probable cuanto mayor sea
el contenido. Si la refutación fracasa y la teoría se ve, por esta vez, corroborada, tenemos razones para
conjeturar que nuestra teoría no tiene un mayor contenido de falsedad que su predecesora, y por tanto que
tiene un mayor grado de verosimilitud. Así, dice Popper, podemos explicar el método del a ciencia, y gran
parte de la historia de la ciencia como el método racional de aproximación a la verdad.
Ahora sí puede verse claramente que el enfoque popperiano de la relación teoría−experiencia, caballo de
batalla de la filosofía de la ciencia, y su tesis de la impregnación teórica de los hechos está muy lejos de la de
los nuevos filósofos de la ciencia, curiosamente expresable y expresada en los mismo términos, lo cual ya
puede dar una idea de la dificultad de la comparación de las teorías. Pero aclaremos algo más este punto. Si
recapitulamos un poco, recordaremos que el problema central de la epistemología es para Popper el aumento
del conocimiento científico, que éste se realiza mediante la sustitución de unas teorías por otras, en base a su
comparación, y que ésta lo es básicamente de sus contenidos empíricos, que no son sino conjuntos de
enunciados básicos. Sobre éstos reposa, en definitiva, la comparación y la consecuente elección de una teoría
en lugar de su oponente. Pero entonces se plantea el siguiente problema : silos enunciados básicos −que según
Popper deben ser intersubjetivamente controlables por observación− están impregnados de teoría ¿cómo
podrán ser comparables si pertenecen a teorías distintas y rivales ? ¿cómo podrán ponerse de acuerdo respecto
a éstos dos científicos que parten de, y defienden, teorías distintas y rivales ? Es un mérito de Popper haber
señalado serias dificultades en la distinción neopositivista entre lenguaje observacional y lenguaje teórico.
Pero lo cierto es que, en el punto que nos ocupa, crucial en la lógica de la ciencia popperiana, no se ve que la
sustitución del lenguaje observacional, de las cláusulas protocolarias por los enunciados básicos reporte
ventaja alguna de cara a la solución del problema. Tal como Popper plantea la comparación de teorías los
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enunciados básicos tienen que ser comunes a las teorías comparadas, es decir, actuar como experiencia
común, neutra y fija, lo cual equivale a negar o contradecir su impregnación teórica. Hemos señalado ya qué
significa esta tesis para Popper, pero es obvio que no vio las consecuencias catastróficas que tenía para su
propia lógica de la ciencia si se era consecuente con ella. Algunos de los filósofos−historiadores más
competentes del momento has mostrado la ruptura comunicativa que puede darse y, efectivamente, se da,
entre los científicos defensores de teorías revivales. Popper podría replicar, como lo ha hecho, antes estas
investigaciones que la psicología lo historia de la ciencia no son campos de su interés, aunque evidentemente
el desinterés no hace inexistente los problemas. Pero, además estos nuevos filósofos han denunciado
dificultades −ya puntadas− que sí competen al campo de interés de Popper, y que no hallan solución desde su
lógica de la ciencia. Precisamente, en el caso de las teorías dinámicas de Newton y Einstein, que Popper cita
como ejemplo de teorías comparables, Kuhn ha señalado la imposibilidad de derivación y/o comparación de
una a otra, dado que los términos y enunciados de ambas teorías tienen una interpretación, un significado
totalmente distintos. Así, términos como el de masa o velocidad tienen un sentido distinto en una y otra teoría.
Puede darse, posiblemente, una traducción libre que permita que dos científicos que parten de una y otra
teoría consigan un nivel de comunicación suficiente, si se quiere, que su diálogo no sea totalmente de sordos.
Pero lo que no es posible es la traducción literal que requiere el esquema lógico de Popper para que la
comparación sea posible ; como no es posible satisfacer siquiera la regla metodológica popperiana que
impone la búsqueda y planteamiento de experimentos cruciales como meta, porque éstos, desde su
planteamiento, no pueden existir.
Los puntos señalados, y los que a partir de ellos se deducen, hirieron fatalmente la filosofía de la ciencia
popperiana. Pero falta enunciar, por más brevemente que sea, un punto de ésta al que Popper se acogería en su
réplica a estas críticas, aunque a nuestro modo de ver, sin demasiado éxito. A partir de la crítica al
inductivismo y a la teoría del conocimiento subyacente, Popper elaboró sus ideas sobre el conocimiento
objetivo y los tres mundos. Desde su punto de vista las teorías tradicionales del conocimiento habían sido
subjetivistas en el sentido de que entendían el conocimiento como un estado mental, como creencia cuya meta
era la certeza. Frente a estas, y recogiendo la tradición de Platón, Leibniz, o Frege, Popper sostiene que hay
que distinguir el conocimiento subjetivo, o estados mentales, del conocimiento objetivo que consiste en
problemas, teorías y argumentos en cuanto tales, es decir, independientes del sujeto cognoscente, formuladas
lingüísticamente, y cuya meta es la verdad. El que Popper llama tercer mundo o mundo 3 es el del
conocimiento objetivo, mientras que el mundo 2 es el del conocimiento subjetivo, o del sujeto psicológico, y
el mundo 1 es el mundo físico. Hecha esta distinción, Popper formula tres tesis que sustentan el desarrollo de
sus ideas al respecto. La primera consiste en afirmar el carácter irrelevante de la epistemología tradicional
para el estudio del conocimiento científico ; la segunda es que lo que sí es relevante para la epistemología es
el estudio de las teorías, problemas, discusiones, etc. , objetivos, y por tanto, de las revistas o libros
científicos, lo que, según Popper, equivale a decir que, aunque todo esto sea, en su mayor parte, productos del
segundo mundo, el estudio del tercer mundo del conocimiento objetivo es autónomo ; la tercera tesis afirma
que mientras que la epistemología objetiva puede arrojar mucha luz sobre el segundo mundo, especialmente,
sobre los procesos del pensamiento subjetivos de los científicos, la conversa no es verdadera. (Es Popper
quien subraya estas expresiones en su formulación).
Son tres tesis, como se ve, expresadas en su principio de trasferencia de debemos suponer que lo sustentan.
Hay que reconocer que, efectivamente, como Popper señala con cierto orgullo, lo suyo es una conjetura osada.
Podemos pensar que la distinción popperiana entre clases de conocimiento y mundos es una distinción
analítica que se presenta con el propósito de clarificar los planteamientos de manera que se vea facilitada la
búsqueda y hallazgo de la solución al problema de la naturaleza y aumento del conocimiento científico.
Bienvenidas sean tales distinciones cuando cumplan el objetivo con que han sido hechas. Pero, ¿es este el
caso ? Como hemos dicho ya, los nuevos filósofos de la ciencia, a partir de sus investigaciones de historia y
psicología de la investigación científica y, por tanto, de lo que Popper incluye, sin duda, en la epistemología
subjetivista han mostrado la inoperancia de la lógica de la ciencia popperiana, en decir, de su epistemología
objetivista, para explicar la naturaleza y el aumento del conocimiento científico. Con lo cual, las tres tesis
mencionadas de Popper quedan falsadas. ¿Cuál ha sido la reacción de Popper ? Si tenemos en cuenta que las
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tesis aludidas han sido desarrolladas por éste en artículos posteriores a las críticas de los nuevos filósofos de la
ciencia, la respuesta es fácil de imaginar ; y más aún si notamos que en tales artículos no se mencionan ni una
sola vez estas críticas. La réplica de Popper consiste simplemente en insistir más enfáticamente en su
principio de transferencia, compadeciendo a los científicos cuya actividad no es sostenible a sus reglas
metodológicas. Hay que añadir que al identificarles con los que practican la ciencia normal, en el sentido de
Kuhn, da por sentado tácitamente que los científicos revolucionarios sí siguen sus reglas, silenciando que es
precisamente la investigación de éstos lo que sustenta la falsación de su lógica de la ciencia. Hay que
reconocer, pues, que Popper no hace gala, con sus propias teorías, del afán refutados que caracteriza y define,
en su esquema, la actitud crítica, o científica y antidogmática tan postulada por él. La réplica de Popper puede
entenderse también en el sentido de que, en base de la autonomía del tercer mundo las investigaciones sobre el
segundo, es decir de la investigación científica tal como se desarrolla históricamente, no pueden afectar sus
tesis. Es decir, que en una epistemología sin sujeto congnoscente lo que hagan en realidad los sujetos
cognoscentes no importa en absoluto. Este es un argumento contra el que hay poco que objetar siempre que se
acepte también que la epistemología popperiana no tiene nada que ver con el conocimiento científico que, en
un principio al menos, pretendía explicar y, por tanto que es, por principio, incapaz de hacerlo. Sólo que así la
lógica de la ciencia, o la epistemología objetivista se manifiesta meramente como un lujo −por cierto,
metafísico− de la inteligencia, del que resulta difícil decidir si es más o menos condenable que otros lujos,
pero que, sin duda representa un derroche excesivo.
Hasta ahora hemos aludido a lo que podríamos llamar crítica externa. Pero también se ha dado una crítica que
podríamos denominar interna, en el mismo sentido en que lo fue la de Popper al neopositivismo lógico y que,
como tal, en cierto modo, habrá de afectar y está afectando con más eficacia inmediata a la lógica de la ciencia
popperiana. Nos referimos a la crítica desarrollada por lo que hemos llamado nueva lógica de la ciencia. Los
nuevos lógicos −Sneed, Stegmuller y otros− han ofrecido una salida a las dificultades con que se enfrentaba la
lógica de la ciencia popperiana. Según éstos, las objeciones lógicas plateadas a éste son correctas, pero no
ponen en cuestión, como ha pretendido alguno de los críticos, la relevancia del estudio de los productos
científicos, de la lógica de la ciencia, sino sólo de la lógica de la ciencia de Popper. Este, como los empiristas
lógicos, cometió un error fundamental : imitaron al metamatemático utilizando, para las ciencias empíricas,
una concepción equivocada de teoría, que, en efecto no es capaz de salvar las críticas que han hecho, por
ejemplo, los nuevos filósofos, y que sólo existe porque se desea creer en ella. Es decir, entendían por teoría un
sistema veritativo−funcional de enunciados, cuando una teoría científica es algo muchos más complejo. Frente
a esta concepción, que por el número de nombres que ha recibido en poco tiempo −concepción heredada,
enunciativa, lingüística o tradicional− parece querer ocultarse cada vez más profundamente en el pasado, los
nuevos lógicos proponen la concepción estructuralista o no enunciativa. Hasta donde yo se, Popper no se ha
referido en ninguna publicación a esta nueva concepción y, por tanto, cae fuera de este articulo. No obstante,
había que mencionarlo porque, frente a los nuevos filósofos de la ciencia, los nuevos lógicos son, en un
sentido importante, continuadores de Popper, ya que parten del mismo enfoque que éste. Efectivamente,
afirman que si bien la investigación histórica, psicológica y sociológica de los nuevos filósofos es
indispensable para estudiar numerosos detalles interesantes de la dinámica de la ciencia, sólo la lógica de la
ciencia en su enfoque estructuralista puede aclarar el carácter racional y progresivo de la empresa científica.
Por radical y tajante que sea la crítica de los nuevos lógicos a Popper, está claro que siguen siento popperianos
por lo que respecta no sólo a la relevancia sino también a la prioridad de la lógica de la ciencia sobre las
investigaciones del contexto de descubrimiento. Sería deseable, de cualquier modo que se clarificara en qué
consiste la comprensión lógica de la empresa científica que sólo la lógica de la ciencia puede ofrecer, y en qué
se diferencia de la compresión que proporcionan las investigaciones de los nuevos filósofos ; si se quiere, si
comprensión lógica es sinónimo de comprensión sin más, o bien si es algo más que la elaboración de un
modelo de teoría mediante la lógica.
En definitiva, en la filosofía de la ciencia de los últimos veinte años se pueden distinguir claramente dos
enfoques : el que parte de la investigación en el contexto de descubrimiento, adoptado por los nuevos
filósofos, y el que se instala en el contexto de justificación, u objetivista, del que Popper ha sido el más radical
defensor, el primero entiende la ciencia como un quehacer y lo estudia mediante la investigación histórica,
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psicológica y, como no, filosófica, planteando la interdisciplinariedad como una necesidad. El segundo
entiende la ciencia como un conjunto de conocimientos, teorías, productos, estructurados lógicamente. Con
todo, el término producto es equívoco, puesto que lo que entienden los lógicos de la ciencia por teoría no es
exactamente lo mismo que los científicos publican en sus artículos y libros, es decir, lo que producen −que
naturalmente también el historiador estudia− sino lo que pretende ser su reconstrucción lógica, y ésta puede
ser una reconstrucción equivocada como ha sucedido con la concepción enunciativa, sustentada durante más
de treinta años, entre otros por Popper. Por eso, a pesar de todo, los nuevos lógicos hablan de Popper en
pasado. No obstante, como ya hemos dicho, tienen puntos importantes en común con éste y, por otra parte, sin
la concepción lingüística o enunciativa que, en cierto sentido, la propia obra de Popper ayudó a poner en
cuestión, hubiera sido difícil que apareciera un nuevo concepto de teoría. Sea como fuere, Popper ocupó, sin
duda, en este proceso, una posición crucial. Y esto se pone de manifiesto en el hecho de que un filósofo de la
ciencia como Lakatos difícilmente ubicable entre los dos enfoques enunciados, y del que no menos difícil
resulta ya verle como el popperiano que fue, pueda seguir hablando de la vigencia de cierto Popper aún a
costa de radicales críticas a otro u otros Popper que distingue sutilmente en su lectura. Pero sea Popper uno, o
trino como quiere Lakatos, su obra es suficientemente proteica como para haber sido el gran protagonista de
su campo durante más de veinte años, y sin duda contará entre los más importantes de este siglo. Por lo
demás, quizás la historia será más generosa con su obra que nosotros sus actuales críticos.
POPPER Y LOS NEOPOSITIVISTAS
En primer lugar, Popper no puede dejar de ser visto por el historiador en su relación con el positivismo lógico,
relación que provocó numerosas discusiones sobre si Popper, aún siendo el gran crítico de tesis fundamentales
del positivismo, era o no un positivista. Su polémica con Carnap, el más grande representante del positivismo,
recorre toda su obra. En ella vemos a un Popper contundente, arrollador, seguro de sí mismo ; su crítica al
inductivismo, al criterio empirista del significado y su relación con el criterio de demarcación, son un buen
ejemplo. Pero lo que quizá merece la pena destacar es que, el éxito de su crítico muestra en este caso el alto
nivel de comunicación entre Popper y sus oponentes positivistas, y, por tanto, importantes elementos comunes
entre ellos. No menos importante es, en un segundo lugar, su relación con la llamada nueva filosofía de la
ciencia, que le hace a su vez objeto de críticas tan eficaces como las que él dirigiera al empirismo lógico. Y
aquí lo importante sería no sólo el cambio de posición de Popper, ahora a la defensiva, sino el tipo de
desacuerdo, ahora más básico −no se trata sólo de una u otra tesis d ella filosofía de la ciencia, sino de la
naturaleza misma de ésta, el trabajo a desarrollar dentro de ella y los medios a utilizar que dificulta o pone de
manifiesto la dificultad de comunicación en esta polémica, como se hace patente en sus discusiones con T.S.
Kuhn. Y hay aún otro punto de referencia en el estudio y valoración de la obra de Popper, que podemos llamar
la nueva lógica de la ciencia con J. D. Sneed y W. Stegmüller como grandes protagonistas, entre otros. Con
esta última tendencia se pone de manifiesto la complejidad del desarrollo dela filosofía de la ciencia en los
últimos veinte años y, por tanto, de la ubicación de Popper. Pues si bien por hacer lógica de la ciencia los
nuevos lógicos están más próximos a Popper que los nuevos filósofos de la ciencia, su introducción de la
concepción estructuralista de las teorías ha representado un cambio tan drástico en su campo, que quizás éstos,
más que los nuevos filósofos de la ciencia, sean los responsables de que hoy se hable ya de la obra de Popper
en pasado −aunque las necrologías filosóficas pocas veces son definitivas−.
La posición de Popper surge del contexto neopositivista, pero como reacción ante la verificación y el
inductivismo.
Popper está de acuerdo con los neopositivistas en que los enunciados analíticos son verificables mediante los
procedimientos de la lógica, pero no los considera ciencia. Está también de acuerdo con ellos en que los
enunciados de las ciencias empíricas (enunciados sintéticos) son universales y que la ciencia tiene que estar
controlada por la experiencia. Pero, contra el neopositivismo, K. Popper afirma :
• la inducción es un método inadecuado para justificar los enunciados empíricos ;
• los enunciados generales de las ciencias empíricas son inverificables.
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Esto sucede porque se comete un paralogismo, desde el punto de vista lógico, siempre que se hace una
generalización en que se predica del todo aquello que únicamente se conoce de una parte, que es lo que hace
la inducción.
El neopositivismo identifica el criterio de demarcación y el de significación : un enunciado es significativo si
es empírico, y es, por tanto, verificable.
Según eso, los enunciados únicamente pueden ser científicos si son reducibles a enunciados elementales de la
experiencia o a juicios de percepción. Esta posición presupone la validez de la inducción. Con su afán de
destruir la metafísica como conjunto de pseudo−enunciados no significativos, el neopositivismo destruye
también la ciencia al no poder verificar los enunciados de ésta a partir de la experiencia (puesto que son
universales). Hay que decir que, desde el punto de vista neopositivista, los enunciados universales sobre la
realidad no tienen justificación lógica ni empírica, como ya afirmaba Hume, y en consecuencia son
pseudo−enunciados metafísicos : ciencia y metafísica se mezclan sin posibilidad de división.
Para Popper, los enunciados metafísicos son significativos pero no científicos y esto ha de mostrarlo el criterio
de demarcación.
La verificación neopositivista exigía una decisión definitiva sobre la verdad o falsedad de un enunciado o
teoría. Pero eso es imposible, porque la inferencia de teorías a partir de enunciados singulares verificados por
la experiencia no es lógicamente válida (problema de la inducción) y por tanto, nunca nos podremos
pronunciar sobre la verdad de una ley o teoría.
De la misma manera que la verificación neopositivista (fundamentada en el razonamiento inductivo), también
la falsación puede carecer de base lógica. Popper afirma que esto no es así, porque, según él, la falsación tiene
la forma de una inferencia deductiva, capaz de falsar una hipótesis, y surgida mediante el modus tollens.
Según el neopositivismo, la ciencia está formada por todas las proposiciones que son verificables y es la única
forma de conocimiento significativo. Como hay dos clases de proposiciones verificables, las analíticas y las
sintéticas, hay dos clases de ciencias : * las formales (matemáticas y lógica), constituidas por tautologías
* las empíricas (física, química, etc.), formadas por proposiciones de experiencia. Su visión del método es el
inductivismo.
Popper sólo entiendo como científicas, por su criterio de demarcación, aquellas proposiciones que son
falsables, y, por lo tanto, hay una sola clase de ciencia, la empírica.
Encontramos, sobretodo, diferencias notables entre los distintos criterios a la hora de distinguir diversas cosas
o partes de una misma cosa. El criterio de verificación de las proposiciones analíticas, para los neopositivistas,
son los métodos lógicos como las tablas de la verdad, y el de las sintéticas, la observación sensible. Para ellos,
este criterio es, al mismo tiempo, criterio de demarcación y de significación. Para Popper no hay criterio de
verificación, ya que ningún enunciado propiamente científico es verificable.
El criterio de significación es aquél que nos permite distinguir entre los enunciados que tienen sentido de los
que no lo tienen. Para los neopositivistas, sólo tienen los enunciados científicos, aquellos que son verificables.
Todos los demás son calificados de metafísicos, por lo tanto, el significado de una proposición viene dado por
tu método de verificación.
Para Popper, el significado de un enunciado no depende de si es científico o no (que tampoco lo entiende
como los neopositivistas). Su significación es totalmente independiente de su carácter científico.
El criterio de demarcación es aquél que nos permite distinguir entre las proposiciones científicas de las que no
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lo son. Para los neopositivistas este es el mismo que el de verificación y el de significación. Para Popper este
criterio es la falsabilidad : una proposición es científica si es falsable.
El criterio para saber si una teoría debe ser aceptada es también distinto entre neopositivistas y Popper :
La verificación de los neopositivistas es una forma de justificación, la más radical ; pero pueden haber otras :
Para los convencionalistas, por ejemplo, una teoría queda justificada si nos sirve para hacer cálculos o
previsiones independientemente de que sea verdadera (una explicación adecuada de los hechos) o falsa.
Según Popper nunca se puede considerar justificada una teoría : ante la justificación, K. Popper propone la
crítica de las teorías, que consiste en la puesta a prueba constante de las mismas, con la intención de falsarlas.
Finalmente encontramos diferencias en la manera de concebir la metafísica. En general, se entiende por
metafísica aquella parte de la filosofía que pretende conocer todo aquello que está más allá de la observación
sensible.
Los neopositivistas calificaron de metafísicos todos los enunciados no científicos, o sea, no verificables. Estos
enunciados para ellos no sólo eran fantasías inverificables, sino que precisamente por eso, no tenían sentido.
Popper también califica de metafísicas las proposiciones no empíricas (que para él significa no falsables),
pero, en oposición a los neopositivistas, no considera que por eso no tengan sentido. Muchas son
significativas y algunas incluso han servido históricamente para la elaboración de posteriores teorías
científicas.
ÍNDICE
Los apartados de que consta este trabajo sobre Popper son los siguientes :
• Índice.
• Biografía.
• El pensamiento de Popper
• Popper y los neopositivistas
• Bibliografía
BIBLIOGRAFÍA
Para hacer este trabajo he recogido información de :
• Diccionario Enciclopédico Espasa
• Libro de texto de cou Noesis
• Librito de preparación de autores de cara a selectividad, sobre Popper.
• Libro Breve historia de la filosofía, de Justus Hartnack.
• Internet.
• Libro iniciació a la història de la filosofia, de Antoni Baig, Llàtzer Bria, Salvador Codina, Miquel
Montserrat, Evelio Moreno y Josep Pedrals.
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