Profesor: Félix Ruiz Gorrindo Arquitecto Técnico Ingeniero de Obras Públicas Master Ingeniero Civil PAREDES DE TAPIA. DIAGNOSIS Y TERAPÉUTICA. 1.- Introducción La tapia (también denominada tapial en castellano) se puede definir como la técnica de construcción de muros de tierra compactada, de grosores mínimos de 60cm, que se utilizaba para realizar las paredes de carga y fachadas de los edificios, siendo habituales edificios de tapia de planta baja y una, dos y tres plantas piso, habiendo también algunos de planta baja y cuatro plantas piso. La materia relacionada con las construcciones de tapia es en general poco conocida. Así, no existe normativa al respecto (sí por ejemplo hay normativa y criterios de cálculo y de diagnosis para las paredes de carga de ladrillo), apenas se enseña en las carreras universitarias, y apenas hay publicaciones al respecto. De esta forma no es de extrañar que entre los técnicos suele haber un notable desconocimiento sobre las características y comportamiento de las paredes de carga de tapia, dándose no pocos casos de intervenciones en esta materia que resultan ser incorrectas, ya sea en la fase de diagnosis, como en la de terapéutica. Y es que como es evidente en materia de diagnosis y terapéutica, sólo si la causa que produce una lesión se diagnostica correctamente, se podrá proponer acertada terapéutica. Si la diagnosis no es acertada, con gran probabilidad la terapéutica no sólo será inútil, sino que incluso puede ser contraproducente, agravando la patología y encareciendo el posterior tratamiento terapéutico. En aparente contradicción con este notable desconocimiento sobre paredes de carga de tapia, se tiene por otro lado que este tipo de construcciones son de gran importancia, debido principalmente a dos razones: • La gran abundancia de edificios construidos con paredes de tapia, tanto en Cataluña como en la mayor parte de España. Este tipo de construcción era frecuente en nuestro país aproximadamente desde el siglo XVI hasta el siglo XIX, perdurando en algunos sitios, principalmente del ámbito rural, hasta bien entrado el siglo XX. Así, una parte importante de los edificios de los cascos antiguos de nuestros núcleos urbanos están construidos con paredes de tapia. • La principal causa de colapso de edificios en nuestro país es, con diferencia, la lesión de aplastamiento en pared medianera de tapia. Colapsa por aplastamiento la pared medianera de tapia, lo que provoca el colapso de los dos edificios que en ella se apoyan. Para dar una idea, en el año 2006 en un municipio de 75.000 habitantes, en un periodo de tan sólo tres meses colapsaron doce edificios, a razón de 1 aproximadamente uno por semana, y en todos los casos se trataba de edificios de paredes de tapia. Y en pueblo cercano a dicho municipio, en el año 2009 en dos semanas colapsaron tres edificios, también de tapia. El número de casos que se podrían enumerar es largo. Estas son razones sin duda de peso para que deba tratarse de aumentar el nivel de conocimientos sobre paredes de tapia, ya que es una abundante fuente de trabajo, y en ocasiones se deben tratar lesiones de alta gravedad, con elevado riesgo de colapso y terapéutica ciertamente delicada. Cabe decir también, para no perder la perspectiva de la temática tratada, que existen gran cantidad de edificios de tapia de más de un siglo o dos siglos de antigüedad, que están en aceptable estado de conservación, o con disfunciones de entidad leve. Es decir, sería completamente erróneo y desproporcionado asociar automáticamente edificios construidos de tapia con lesiones graves. Figura 1.- Imágenes de paredes de tapia. La última imagen es de un edificio en fase de desconstrucción, pudiéndose apreciar la composición de la sección de la pared de tapia 2 2.- HISTORIA Y GEOGRAFÍA DE LAS CONSTRUCCIONES DE TAPIA La tradición de construir en tierra es extensa en el espacio y en el tiempo, de manera que actualmente se evalúa que un 30% de la humanidad habita en edificios que, total o parcialmente, están construidos en tierra (Cuchí, A., 2001). Históricamente, las civilizaciones más antiguas de las que se tiene noticia (Mesopotamia, Egipto, Valle del Indo, China, etc.) ya construían en tierra la mayoría de sus edificios domésticos y, en algún caso, la totalidad de sus edificaciones. En España, como en todo el Mediterráneo, el uso de la tierra como material de construcción se remonta, como mínimo al Neolítico, siendo especialmente significativo su uso en los poblados ibéricos de la costa mediterránea, como en el poblado ibérico de Calafell (Tarragona), recientemente reconstruido con la misma tierra que formó sus muros, o el poblado de Ullastret (Girona). Las casas urbanas de la ciudad romana de Empúries, descritas por Ripoll Perelló, presentan aún las bases de sus muros mostrando la tierra con que fueron construidas. En Cataluña, y en casi toda España, los muros de tierra constituyen, hasta el siglo XIX, la técnica habitual de construcción, tanto en el ámbito rural, donde permanece incluso hasta bien entrado el siglo XX, como en el ámbito urbano, donde ha generado la mayoría de la edificación original de nuestros pueblos y ciudades. En Barcelona, Manresa, Vilanova i la Geltrú, Lleida, Tarragona, Vic, Figueres, Mataró, Tortosa, Terrassa, Sabadell, Reus, Valls, Vilafranca del Penedès, Igualada, y en prácticamente todas las ciudades catalanas son frecuentes este tipo de construcciones en sus cascos antiguos. Análogamente, fuera de España son frecuentes las construcciones de tierra, y de hecho, en algunos lugares como en zonas de Marruecos todavía se siguen construyendo paredes de tapia. Así mismo, en algunos países como Suiza se está evaluando la posibilidad de construir casas nuevas con paredes de tierra compactada, debido en parte a razones de sostenibilidad y medio ambiente, así como a razones de estética y conceptuales. Esto es debido a que alguna de las características de las paredes de tapia es su apreciable capacidad de inercia térmica, consiguiéndose retrasos en la transmisión de la oscilación de la temperatura exterior de entre 10 a 12 horas con los gruesos tradicionales, así como una amortiguación de esa oscilación considerable (Cuchí, A., 2001). Otra de estas razones es que para obtener el material (tierra), no es necesario utilizar ningún proceso industrial donde haya que consumir energía, ni emitir gases a la atmósfera, etc. 3.- LA TÉCNICA DE LA TAPIA 3 Como ya se ha referido, la tapia es una técnica de construcción de muros de tierra compactada. La tierra se va vertiendo en un encofrado montado sobre el propio muro que se está construyendo, y se compacta con la ayuda de un pisón. La compactación se realiza en capas de tierra de entre 10 y 15cm de grosor, y en ocasiones, se alterna alguna capa de cal entre las diversas tongadas. Una vez lleno el encofrado, se traslada a la nueva posición y se repite la operación, constituyendo el muro a base del conjunto de unidades realizadas de este modo, y llamadas tapias o tapiadas. Los encofrados se componen de dos planchas de madera, llamados tapiales o puertas, que definen los paramentos verticales del muro, sustentados por unos elementos, de madera o metálicos, llamados agujas, que atraviesan el grueso del muro por debajo de los tapiales. Unos montantes verticales sujetos a las agujas, llamados costales, evitan el vuelco lateral de los tapiales gracias a una cuerda liada por encima de los tapiales formando un garrote entre costales opuestos. Se trata, pues, de muros de fábrica, donde las piezas son las tapias de tierra, de unas dimensiones aproximadas de 1,60m de longitud, 0,80m de altura y gruesos entre 60 y 100cm. Aún es posible distinguir dentro de las tapias las tongadas, lechos de tierra de entre 10 y 15cm de grosor, que suponen unidades de vertido y compactado dentro del encofrado. En nuestro país no son raros edificios de tres o hasta cuatro plantas construidos con paredes de tapia. 4.- Diferenciación entre las paredes de tapia y las paredes de adobe No se debe confundir las paredes de tapia con las de adobe, ya que todo y que ambas son construcciones en el que el material principal es la tierra, sus comportamientos mecánicos son diferentes. Los adobes son piezas prismáticas compuestas por una mezcla de materiales de tipo arcilloso y paja, las cuales se dejan secar al sol. La paja sirve para dar trabazón a estas piezas y para que adquieran cierta resistencia a tracción. Se estima que en Cataluña, del total de edificios hechos con tierra, aproximadamente el 95% son de tapia, y el 5% son de adobe (Cuchí, A., 2001). En algunas partes de España como La Rioja, Aragón, Castilla la Vieja y Castilla la Nueva, el porcentaje de construcciones de adobe con respecto a la tapia es claramente superior al 5%. El comportamiento mecánico de las paredes de carga de fábrica de piezas de adobe es análogo al de las paredes de carga de ladrillo, aunque lógicamente con unas prestaciones claramente inferiores en cuanto a resistencia mecánica, resistencia a la erosión, etc. que las paredes de carga de ladrillo. Uno de los ejemplos de este diferente comportamiento mecánico es el siguiente: 4 Supongamos una pared de carga de 60cm de grosor de ladrillo macizo, o de adobe. Estas paredes pueden soportar cierta carga q genérica (como se ha visto la de adobe podrá soportar una carga notablemente inferior que la de ladrillo). Una pared de carga de 30cm de grosor de ladrillo macizo, o de adobe, en general q podrá soportar una carga igual a la mitad de la anterior, , ya que su sección es la 2 mitad. En este razonamiento se desprecian efectos de segundo orden relacionados con el pandeo y esbeltez. En cambio, el comportamiento mecánico de una pared de carga de tapia es claramente diferente. Supongamos igual que antes una pared de carga de 60cm de grosor, en este caso de tapia, la cual puede soportar cierta carga q. q , como 2 pasaba con las paredes de ladrillo o de adobe. Una pared de carga de tapia de 30cm de grosor es inestable, no puede soportar ninguna carga. Se necesita al menos un grosor de 50cm para que estas paredes de carga de tierra compactada puedan funcionar mecánicamente. Pero una pared de carga de tapia de 30cm de grosor no podrá soportar Es importante tener en cuenta este aspecto, ya que en ocasiones no se tiene en cuenta, de forma que hay técnicos que al intervenir en un edificio con pared medianera de tapia, entienden que su comportamiento es análogo al de una pared de carga de ladrillo o de adobe, cuando la realidad, como se ha referido, es bien diferente. Y se realizan intervenciones en la tapia sólo en una mitad de la sección (la correspondiente a una de las propiedades), lo que ocasiona graves lesiones o empeora notablemente las ya existentes. 5.- Materiales empleados Como ya se ha referido, la tapia es una técnica de construcción de muros de tierra compactada. Pero el concepto tierra es muy genérico y hay multitud de tipos de tierras diferentes, con gran variedad de composiciones y de comportamientos mecánicos. Es importante la composición del material, según el porcentaje de áridos (grava, gravilla y, arena), arcillas y limos, lo que permite clasificar los suelos, de acuerdo con el diagrama de Feret en función de su granulometría. 5 Figura 2.- Diagrama de Feret. Clasificación de suelos mediante granulometría En general en las paredes de tapia se utilizan tierras de comportamiento plástico, de tipo arcilloso, arcillas limosas y limos arcillosos. En un significativo número de paredes de tapia existe heterogeneidad de materiales, habiendo piedras de diferentes granulometrías, desde pequeño diámetro a bolos, piezas de ladrillo, etc. Esta heterogeneidad de materiales es debida a que al construir estas paredes se utilizaba la tierra y otros materiales que pudiera haber en el suelo de las inmediaciones de la obra. Queda por tanto de manifiesto que estos elementos constructivos se componen de tierra compactada de tipo arcilloso, limo arcilloso o similar. A través de la ciencia de geotecnia, se conoce que los suelos de tipo arcilloso o limo arcilloso son sensibles a la acción del agua, pudiéndose calcular matemáticamente la variación de resistencia y lo que consolida un suelo arcilloso o limo arcilloso en el tiempo, en determinadas condiciones de carga y de presencia de agua. Así, si se quisiera investigar científicamente el comportamiento de las paredes de tapia, con probabilidad la ciencia protagonista sería la geotecnia, evaluando la pared de tapia como un suelo de comportamiento plástico, en condiciones no edométricas (no confinado). Por todo lo referido se deduce que el principal enemigo de las paredes de tapia es la humedad. Cabe decir que debido a las diferentes composiciones mineralógicas de los diversos suelos utilizados para construir las paredes de tapia, el comportamiento mecánico y grado de sensibilidad a la humedad de las paredes de tapia varía en función de la localización geográfica. Cabe decir que debido a las diferentes composiciones mineralógicas de los diversos suelos, en el trabajo de campo se ha detectado que el comportamiento mecánico y grado de sensibilidad a la humedad de las paredes de tapia, varía en función de la localización geográfica. 6 Así por ejemplo, el autor ha detectado que el comportamiento de las paredes de tapia en Manresa, Vilanova i la Geltrú o Vilafranca del Penedès, presenta diferencias respecto a las paredes de tapia en las poblaciones del Maresme. En las primeras poblaciones mencionadas se ha verificado que las paredes de tapia son más sensibles mecánicamente a la acción de las humedades de capilaridad, que en el Maresme, lugar donde se han diagnosticado diversas paredes de tapia afectadas de intensas y persistentes humedades de capilaridad, que en cambio habían sufrido una pérdida de resistencia y afectación estructural tan sólo moderada. En cambio, en las primeras poblaciones mencionadas se han diagnosticado paredes de tapia con niveles de humedad de capilaridad intensos, análogos a los anteriores, que padecían lesiones estructurales muy graves. Esto es debido a que la composición mineralógica de la tierra utilizada en las dos zonas tiene diferencias, lo que provoca que el comportamiento de la tierra compactada en la primera zona sea más plástico y sensible mecánicamente a la acción de las humedades de capilaridad que en la segunda zona. 6.- Cargas que intervienen Para entender cómo se comporta este elemento constructivo es necesario, entre otras cosas, conocer las cargas que intervienen. Para ello se utilizará un ejemplo, en el que se realizará el cálculo de descenso de cargas. Consideremos las siguientes características: • Pared medianera de tapia, de 70cm de grosor y de 14m de altura. • Para simplificar, supongamos que la distancia entre ejes con las otras dos medianeras es igual, en este caso d=7m. • Igualmente para simplificar, supongamos que la altura construida de los dos edificios que se apoyan en la medianera es igual, en este caso de PB+3PP. • Sobrecarga de uso de los forjados, q=200kp/ m2 Peso propio de los forjados, g=120kp/ m2 Peso específico de la tapia, γ=1.800kp/ m3 A partir de los datos de este ejemplo, interesa calcular a continuación la carga que incide en la parte inferior de la pared medianera, para ver cuál es la carga máxima que soporta en este ejemplo, en condiciones de servicio. Recordando que aplicando los coeficientes de seguridad correspondientes, se tiene que: q ¿=1,5 q que g¿ =1,33 g y que γ ¿ =1,33 γ , de donde se obtienen las siguientes expresiones: Carga total de los forjados (sobre 1m de pared medianera): 7 ((1,5*200)+(1,33*120)) kp/ m2 * 4ud * 7 m 2 /m = 12.868,8 kp/m Peso propio de la pared medianera de tapia (en 1m de pared): 1,33*1.800kp/ m3 * 1m * 14m * 0,7m = 23.461,2 kp/m Por tanto, la carga total que incide en la parte inferior de la pared medianera (en 1m de pared) es la siguiente: 12.868,8 kp/m + 23.461,2 kp/m = 36.330,0 kp/m Teniendo en cuenta que el grosor de la tapia en este ejemplo es de 70cm, podemos hallar la tensión que resiste la medianera en la zona inferior, mediante la siguiente expresión: σ¿= 2 36 . 330 ,0 kp 1m ∗ =5,2 kp/ cm 2 1m∗0,7 m 10 .000 cm 2 Por tanto, en este ejemplo la tensión que soporta la tapia en la parte inferior de la medianera es de 5,2 kp /cm 2 , teniendo en cuenta que se han aplicado coeficientes de mayoración. Sin la aplicación de estos coeficientes se tendría en este caso σ =3,8 kp/cm 2 . Un aspecto que conviene resaltar de los cálculos realizados, es que aproximadamente un 65% de la carga que resiste la pared medianera en su parte inferior, corresponde al peso propio de la tapia que tiene encima. Es oportuno mencionar este aspecto, ya que en el trabajo de campo se ha detectado que, con cierta frecuencia, no se tienen en cuenta a la hora de realizar tratamientos terapéuticos a las paredes medianeras de tapia. Así, es frecuente que, al realizar el apuntalamiento vertical de todos los forjados que se apoyan en la medianera, operación previa a la intervención para reparar una grave lesión de aplastamiento en dicha pared de tapia, el técnico director de las obras opine que con este apuntalamiento vertical, de momento se ha eliminado el riesgo existente y se garantiza la estabilidad de la medianera. Pero como se ha razonado anteriormente esta opinión no es correcta. Efectivamente, suponiendo que el apuntalamiento vertical se ha realizado competentemente, dicho apuntalamiento o anestesia estructural sólo soporta la carga de los forjados y cubierta, es decir, entre un 30% y un 40% de la carga total que soporta la tapia en las zonas inferiores, que como se verá es la que queda afectada por la lesión de aplastamiento. 8 Pero el peso propio de la tapia que tiene encima lo sigue soportando. Por este motivo no es correcto decir que con el competente apuntalamiento vertical de la totalidad de los forjados que descansan en la pared medianera de tapia, se elimina plenamente el riesgo existente y se garantiza su estabilidad. Lo preciso es concluir que con un apuntalamiento vertical como el referido, se reduce notablemente el riesgo existente, pero no se elimina de forma total. Cabe decir que un correcto apuntalamiento vertical de los forjados, no sólo absorbe la carga de los forjados, sino que además produce un efecto secundario también beneficioso, debido al efecto local de sostenimiento que producen las cabezas de las vigas, en el entorno de tapia que tienen por encima. 4.- Patología de las paredes de tapia. Causas y diagnosis Las paredes de carga de tapia en general se comportan bien estructuralmente, siendo abundantes los edificios con dos siglos o más de antigüedad construidos con paredes de tapia, cuyas paredes siguen teniendo un comportamiento mecánico adecuado. No obstante como se ha referido, estas tierras compactadas formadas habitualmente por materiales arcillosos y limos arcillosos, son sensibles a la acción del agua, produciendo las humedades alteraciones notables en su comportamiento mecánico y produciendo fenómenos de consolidación. Se van a tratar a continuación dos lesiones potencialmente graves, notablemente diferentes entre sí, que pueden padecer las paredes de tapia, que son la lesión de aplastamiento y la lesión de licuefacción. 4.1.- La lesión de aplastamiento Las humedades persistentes, en concreto las debidas a fenómenos de capilaridad, son el desencadenante principal de la patología estructural más grave que puede padecer una pared medianera de tapia, la lesión de aplastamiento. Cabe decir que la zona de pared medianera que puede padecer este tipo de lesión se da siempre a nivel de planta baja, normalmente por debajo de los 2m de altura, ya que es la parte de la pared que soporta mayor carga, y la que es susceptible de quedar afectada por humedades de capilaridad. El inicio y desarrollo de la lesión de aplastamiento suele ser muy lento, y su evolución del grado de degradación suele tener, como en numerosas patologías estructurales, una curva de tipo exponencial. Así, en sus inicios el desarrollo de esta patología es muy lento, aumentando poco a poco su velocidad de degradación. El hecho que cada vez la pared esté más degradada provoca que la velocidad de degradación a su vez aumente. En las últimas y más graves fases de la lesión, como en la fase terminal, la velocidad a que aumenta la degradación y la pérdida de propiedades mecánicas de la pared es muy elevada, pudiendo sobrevenir el colapso en cualquier momento. En la 9 Figura 3 queda representada de forma genérica la evolución de la lesión de aplastamiento. G t Figura 3.- Evolución genérica de la lesión de aplastamiento en pared de carga de tapia En esta gráfica se sitúa en ordenadas el grado de degradación G, y en abscisas el tiempo t transcurrido, siendo por tanto G función de t. Si se aplica la notación G=G(t), en d 2 G( t ) >0 , lo que indica que la pendiente de la curva va esta función se cumple que dt 2 variando progresivamente, de forma creciente. Este comportamiento matemático de la curva se traduce físicamente en que el elemento constructivo, cuanto más degradado está, más rápidamente se degrada. Este tipo de comportamiento, como se ha dicho, se da en otros tipos de patologías, como en fenómenos de carbonatación del hormigón y oxidación de armaduras, y un largo etcétera, y es uno de los numerosísimos ejemplos que demuestran que se debe realizar mantenimiento de los edificios e inspecciones periódicas, con el fin de intervenir terapéuticamente en las fases iniciales de las lesiones, o antes de que las mismas se produzcan. Como se ha visto, la causa subyacente principal que provoca la lesión de aplastamiento es la humedad de capilaridad. En las primeras fases, las humedades van ascendiendo por capilaridad por el interior de la pared. Estas humedades ascenderán más o menos en función de diversos parámetros como el grado de compacidad de la tierra, tipo de poros y conexión entre ellos, etc. Con el tiempo y lentamente, estas humedades provocan en la pared a nivel de planta baja una progresiva disminución de resistencia y un lento proceso de pérdida de consistencia. En las etapas iniciales de la lesión, la sintomatología principal se caracteriza por humedades en las partes inferiores de la pared debidas a capilaridad, así como síntomas de inicio de disminución de consistencia de la tapia, lo cual se puede apreciar por ejemplo a través del tipo de sonido al ser auscultada la pared con pequeños golpes. Para realizar esta operación de auscultación es de utilidad usar una picoleta de geólogo o de albañil o similar. Este estadio del proceso se propone denominarlo lesión de aplastamiento en fase leve, o si el proceso está algo más avanzado, lesión de 1 aplastamiento en fase moderada. En esta fase, el proceso avanza todavía de forma muy lenta, habiendo altas posibilidades que el proceso se estabilice en caso que remitan las humedades, al aplicar un adecuado tratamiento terapéutico frente a las humedades de capilaridad. Si no se aplica tratamiento terapéutico y sigue el proceso, llega un momento en que se empiezan a producir significativas pérdidas de consistencia y de resistencia en la tapia en el tramo inferior de la medianera, lo que produce un proceso de aplastamiento que provoca abombamiento de la pared en este tramo inferior, produciéndose grieta de traza sensiblemente horizontal en la pared en la parte superior del abombamiento. Así, esta grieta suele estar a una altura de entre 1,5 y 2m del suelo, y penetra oblicuamente hacia el interior de la sección de la pared, con la típica forma de fractura a compresión. El tramo de pared afectada suele ser considerable, de longitud en general superior a los 6m, y la lesión afecta a toda la sección del tramo referido. Suelen aparecer igualmente diversas grietas secundarias asociadas, en los pisos superiores, con traza preferentemente oblicua o en ocasiones casi vertical, marcando efecto de arco de descarga, y que indican que la pared de tapia a nivel de planta baja está cediendo, y por tanto se está produciendo un descenso. Este estadio del proceso se propone denominarlo lesión de aplastamiento en fase avanzado. La lesión en estos momentos ya es grave y es imprescindible proceder a la reparación estructural de la pared, incluso si las humedades de capilaridad remiten. En algunos casos en que se considere que la situación es especialmente grave, puede ser recomendable proceder al desalojo de los edificios que se apoyan en la pared afectada. A continuación se adjunta un esquema y fotografías donde se aprecian los principales síntomas de la lesión de aplastamiento. 1 1.- Abombamiento de la medianera por efecto del proceso de aplastamiento 2.- Grieta de traza sensiblemente horizontal, que penetra de forma oblicua en la sección 3.- Proceso de descenso de la pared, por efecto del aplastamiento de la misma 4.- Efecto de arco de descarga, producido por el proceso de descenso de la pared 5.- Grietas que marcan efecto de arco de descarga Cabe decir que el esquema refleja el caso genérico, pudiendo haber variaciones dependiendo de cómo sea cada caso particular. Así por ejemplo, el conjunto de grietas (5) pueden tener diversas formas (ser de traza más vertical, llegar hasta el suelo, etc.), la distancia entre las dos ramas de grietas suelen estar separadas más de 6m (en función de la longitud de medianera afectada por aplastamiento), o en ocasiones, por distintos motivos puede haber sólo una de las dos ramas de grietas. Análogamente el abombamiento (1) en ocasiones puede ser poco acusado. Figura 4.- Esquema genérico de los principales síntomas de la lesión de aplastamiento en pared medianera de tapia 1 Grieta (2), de traza sensiblemente horizontal, que penetra oblicuamente en el interior de la sección Grietas (5), en planta primera que marcan efecto de arco de descarga por el proceso de descenso de la medianera En el caso del edificio de estas dos fotografías la lesión de aplastamiento estaba en fase muy avanzada, cercana a fase terminal, con síntomas de grado elevado de actividad de la lesión, por lo que se tuvo que intervenir terapéuticamente en muy breve plazo. Figura 5.- Fotografías de los principales síntomas de la lesión de aplastamiento en pared medianera de tapia Si no se pone remedio, el proceso avanza cada vez a más velocidad. El último estadio del proceso se propone denominarlo lesión de aplastamiento en fase terminal. Cabe decir que la sintomatología aparente de la lesión de aplastamiento en fase terminal y la sintomatología aparente de la lesión de aplastamiento en fase avanzado son muy similares, siendo en los dos casos los síntomas principales los abombamientos de la pared y las grietas referidas. No obstante está claro que conviene diferenciar ambos estadios de la lesión ya que la gravedad de ambas es claramente diferente, siendo mucho más grave la fase terminal. La sintomatología diferencial que indica que la lesión está en fase terminal y no en fase avanzado, es que en el primer caso, si se es observador y se dedica suficiente cantidad de tiempo a la inspección, se aprecian pequeños detalles que muestran gran actividad de la lesión. En cambio, en la lesión en fase avanzado, el grado de actividad de la lesión es muy inferior. Entre los síntomas que indican gran actividad en esta fase de la lesión están los siguientes: • Pequeños detalles en los bordes e interior de la grieta horizontal principal (1), como pequeñas partículas en situación inestable, cortes muy limpios, etc. que 1 denotan una gran actividad del proceso. Igualmente, en esta fase, la grieta principal suele ir acompañada de pequeñas fisuras secundarias en su interior e inmediaciones, con claros síntomas de gran actividad. • Análogamente, las grietas asociadas a la principal (5) que están situadas en los pisos superiores y que indican efecto de arco de descarga, muestran claros síntomas de gran actividad. Una pared de carga de tapia que padezca lesión de aplastamiento en fase terminal, puede colapsar en cualquier momento. Como es lógico, el momento exacto cuando se producirá el colapso no se puede predecir, pues este dependerá de gran cantidad de parámetros, la mayor parte de los cuales no es posible conocer (detalle minucioso de la composición y estado de la sección, si se producirá en un futuro próximo algún microsismo o lluvia fuerte, y un largo etcétera.). Así, se puede concluir que el colapso se puede producir en cuestión de horas, semanas o incluso meses, dependiendo de diferentes circunstancias. Es poco probable que una pared de tapia que realmente padezca lesión de aplastamiento que esté en fase terminal, sobreviva más de un año sin colapsar. Conviene resaltar también que es muy infrecuente encontrar una pared medianera de tapia con lesión en fase terminal. En el trabajo del autor se ha verificado que, aproximadamente, de cada veinte paredes de carga de tapia en que el autor ha diagnosticado lesión de aplastamiento, tan sólo una estaba en fase terminal. Esto en parte es así debido a razones de tipo matemático, y es que si una pared de tapia con lesión de aplastamiento en fase terminal tiene un tiempo probable de supervivencia muy bajo, inferior a un año, forzosamente debe haber muy pocas paredes de tapia que estén en esta situación. Como es lógico, más frecuentes son las lesiones en fase avanzada. Y a esto es importante añadir con objeto de no perder la perspectiva general que hay muchas paredes medianeras de tapia que no padecen lesión de aplastamiento, ni siquiera en sus fases más leves. Una vez explicadas las diferentes fases de la lesión de aplastamiento y sus síntomas y características principales, conviene explicar también cómo se produce el colapso de la pared medianera de tapia, donde queda de manifiesto el comportamiento plástico de este tipo de elementos constructivos y también ayuda a entender la gráfica de tipo exponencial de la Figura 3. Se propone denominar este último estadio de la lesión como fase de colapso. Cabe decir que buena parte los edificios de tapia que han colapsado en que ha intervenido el autor para diagnosticar, entre otras cosas, las causas de los colapsos, estaban habitados. Debido a una serie de casualidades muy afortunadas, en ninguno de estos colapsos de edificios habitados ha habido víctimas mortales, ni tan sólo heridos graves, sólo algún herido leve. Una de las numerosas cosas que hacía el autor al intervenir como patólogo en estos casos de hundimientos, era, cuando era posible, mantener entrevista con las 1 personas que habitaban estos edificios siniestrados, a las que se les hacía, con el lógico tacto, numerosas preguntas. Es relevante resaltar que los testimonios eran siempre coincidentes en dos aspectos clave: • El primero era que en todos los casos los habitantes de estos edificios eran por completo desconocedores que en la pared medianera hubiera alguna lesión grave. En cambio sí sabían que eran paredes de tierra. En bastantes casos habían colocado tabiques en planta baja al lado de la pared medianera, ya que según decían la pared estaba abombada y la tierra se desmoronaba. Lógicamente, el colocar un tabique, práctica que por cierto se hace con cierta frecuencia en estos casos, no solventa la lesión de aplastamiento, y lo único que hace es ocultar sus principales síntomas. • El segundo aspecto en el que coincidían era en la descripción del momento del colapso, diciendo en general, con las lógicas variaciones, lo siguiente: Mientras dormían se despiertan sobresaltados debido a unos fuertes ruidos y siniestros crujidos. Encienden la luz y ven en algunas paredes grietas que no estaban el día anterior o que eran de tamaño claramente inferior. Además pueden observar cómo algunas de las grietas van avanzando mientras se producen fuertes crujidos por todo el edificio. Está claro que no hace falta ser un experto patólogo para que, ante tan espeluznantes síntomas salir corriendo. Los testimonios coinciden que los síntomas son tan espectaculares y producen tal espanto, que las personas que en ese momento están en el edificio salen corriendo inmediatamente y sin pensarlo a la calle. Y en general cuando llevan unos pocos minutos en la calle recuperándose del susto y preguntándose qué está pasando, se produce el colapso de la pared medianera y de los dos edificios que en ella se sustentaban. El autor ha entrevistado numerosas personas que han salvado la vida de esta forma, gracias al comportamiento plástico de la tapia hasta el último momento. Estas explicaciones de la fase de colapso también ayudan a entender la gráfica de tipo exponencial, donde en un intervalo de tiempo muy pequeño se produce un progreso de la lesión muy grande. La fase de colapso correspondería por tanto al tramo final de la curva de la Figura 3. Aparte de todo lo referido hasta aquí, conviene explicar otros aspectos relacionados con la diagnosis y terapéutica de las paredes medianeras de tapia, por la relevancia que tienen. En ocasiones hay síntomas que pueden llevar a engaño, como el caso que se da con cierta frecuencia en el que aparecen significativos abombamientos en los revestimientos de paredes medianeras de tapia, que pueden producir alarma a los técnicos que intervienen, pensando que se trata de una grave lesión de aplastamiento. 1 No obstante, algunas de las veces en que se observan estos síntomas, si se repica el revestimiento se comprueba que el abombamiento sólo es del revestimiento, verificando que la tapia está en aceptable estado. Hay que tener en cuenta que se pueden producir importantes abombamientos de revestimientos de cal de apreciable grosor por efecto de las humedades de capilaridad. Este es otro de los muy numerosos ejemplos que demuestran que a la inspección hay que dedicar cierta cantidad de tiempo para que el diagnóstico tenga razonable fiabilidad, y que se debe disponer del instrumental básico necesario, en este caso una picoleta de geólogo, de albañil, o similar. Otro aspecto a tener en cuenta es que en numerosas ocasiones, cuando una pared medianera de tapia padece grave lesión de aplastamiento, lo que se realiza es simplemente colocar un tabique adyacente. Evidentemente esta intervención no repara la lesión, y sólo esconde los síntomas principales. De forma análoga y nuevamente este es otro de los muy numerosos ejemplos que demuestran que a la inspección hay que dedicar cierta cantidad de tiempo para que el diagnóstico tenga razonable fiabilidad. En efecto, si la inspección se realiza de forma rápida lo único que se verá es un tabique en perfecto estado de conservación, y pasará desapercibida la grave lesión que padece la pared medianera. De hecho es razonable establecer en virtud a lo referido, que el que la pared medianera de tapia de un edifico esté oculta a nivel de planta baja por un tabique se puede considerar un síntoma en sí mismo, en especial si los usuarios del edificio manifiestan que colocaron el tabique porque la pared estaba abombada y la tierra se desmoronaba, siendo en estos casos muy conveniente realizar catas en el tabique, para comprobar el estado de la pared de tapia. Análogamente sucede en ocasiones que cuando una pared medianera de tapia padece grave lesión de aplastamiento, la intervención que se realiza es construir una pared de ladrillo adosada a la medianera, o en ocasiones embebida en ella. A veces esta intervención se realiza en un solo lado de la medianera, y en otros en los dos lados. Evidentemente, igual que antes, esta intervención no repara la lesión, y sólo esconde los síntomas principales. Todo lo explicado aquí es uno de los numerosos ejemplos que demuestran que en una inspección organoléptica (en la que por tanto no se realizan catas ni ensayos), si se dedica suficiente cantidad de tiempo y el técnico es observador, el grado de fiabilidad en el diagnóstico que se puede conseguir en bastantes casos es elevado. Es decir, que inspección visual u organoléptica no implica automáticamente baja fiabilidad del diagnóstico. Y en la misma línea decir que el término “vicio oculto” es un término relativo. En efecto, lo que para un técnico poco observador que dedica poco tiempo a la inspección organoléptica es un vicio oculto (por ejemplo una pared medianera de tapia con grave lesión de aplastamiento oculta por tabique), para otro técnico que dedica más tiempo a la inspección organoléptica y es observador no es un vicio oculto, pues puede deducir en base a los síntomas observados que esa pared oculta es probable que padezca una lesión, y por tanto sea preceptivo realizar catas para confirmar el diagnóstico. Decir que, lógicamente, también hay vicios ocultos que lo son para cualquier técnico, por observador que sea. 1 4.2.- La lesión de licuefacción Además de la lesión de aplastamiento, existe otro tipo de patología de comportamiento diferente, que se puede dar en paredes de tapia en fachadas. En caso que una pared de fachada de tapia reciba muy fuertes humedades, por ejemplo por filtraciones de desagües empotrados en fachada, la tapia puede perder toda consistencia, produciéndose el colapso parcial de la fachada. Normalmente estos colapsos suelen producirse en las partes altas de la fachada (en las inmediaciones de donde se produzcan las fuertes humedades). Este tipo de lesión se propone denominarla lesión de licuefacción. En general este tipo de grave lesión es poco frecuente, bastante menos que la lesión de aplastamiento. A diferencia de la lesión de aplastamiento, donde como se ha visto inicialmente progresa de forma muy lenta y en general son necesarios periodos de tiempo largos, de bastantes años, para que la lesión llegue a ser grave, en la lesión de licuefacción en cambio se puede llegar a una fase muy grave en periodos de tiempo relativamente cortos, si la aportación de agua es intensa y persistente. Esto se explica a través de los límites de Atterberg o límites de consistencia, que se utilizan para caracterizar el comportamiento de los suelos finos. Inicialmente la tierra compactada de la tapia está en estado sólido, pero si a este elemento se le realiza una aportación intensa y persistente de agua, como puede pasar por filtraciones provenientes de un bajante roto empotrado en la tapia, la tierra compactada puede pasar del límite de retracción ω R (que marca la frontera entre estado sólido y semisólido) a límite plástico ω LP (que marca la frontera entre estado semisólido y plástico), y finalmente a límite líquido ω LL (que marca la frontera entre estado plástico y líquido), perdiendo toda consistencia, y pudiendo producirse en consecuencia el colapso parcial del tramo de fachada de tapia afectado en todo el ancho de la sección. En este tipo de patología, el principal síntoma es una mancha de humedad en la fachada, así como deterioramiento del revestimiento, y en ocasiones también presencia de vegetación en la fachada. Es importante señalar que en la mayor parte de los casos en que hay humedades o deterioramiento de revestimiento en fachadas de tapia, patología que es relativamente frecuente, no existe este tipo de lesión de licuefacción. Por este motivo esta grave lesión puede pasar desapercibida si sólo se realiza una rápida inspección de la fachada desde la calle, ya que lo único que se aprecian son unos síntomas de deterioramiento y humedades comunes en fachadas de tapia, que no suelen ser indicio de lesión grave. Una forma adecuada para diagnosticar con certeza una lesión de licuefacción es revisar la pared de fachada desde el interior del edificio, observando con detalle la zona donde en el exterior se ha apreciado humedad, y/o vegetación, y/o deterioramiento del revestimiento. Si realmente hay lesión de licuefacción, se observará que la tapia se ha convertido en un fango semilíquido que se deshace fácilmente en la mano, o incluso buena parte de la tapia ya ha desaparecido de la pared. Se muestran a continuación a modo de ejemplo en la Figura 6 cuatro imágenes de un caso real en el que intervino el autor, donde la tapia literalmente había desaparecido 1 en todo lo ancho de la sección, que eran 60cm, en la zona afectada por fuerte aportación de agua proveniente de un bajante fracturado, que correspondía a una superficie aproximada de 2 m2 , que se situaba en la segunda planta. Tan sólo quedaba una fina capa exterior correspondiente al revestimiento. Los restos de la tierra que faltaban de la pared de tapia estaban depositados sobre el pavimento de la segunda planta, en forma de fango casi líquido. Así, este caso de extrema gravedad podía pasar desapercibido si sólo se realizaba una rápida inspección de la fachada desde la calle, ya que lo único que se apreciaba desde la calle era una fachada aparentemente en aceptable estado, con tan sólo una zona concreta donde había abundante vegetación. Cabe resaltar la gravedad de la lesión, ya que además en este caso las vigas del forjado se apoyaban sobre la pared de fachada afectada, por lo que el colapso parcial de la pared de fachada provocaría el colapso de parte de los forjados, lo que ocasionaría con toda probabilidad gran afectación a la vía pública. Ambas zonas delimitadas corresponden a la misma parte de la fachada. Se puede apreciar que en la vista de la fachada desde el exterior no se observan síntomas a priori preocupantes. En cambio, la vista desde el interior muestra la evidencia de una muy grave lesión con masiva pérdida de sección resistente en la tapia. 1 Tapia en estado casi líquido proveniente de la fachada, que ha quedado depositada sobre el pavimento de planta primera. Figura 6.- Imágenes de lesión de licuefacción en pared de fachada de tapia A continuación se muestran dos imágenes de otros dos edificios donde la fachada colapsó parcialmente debido a lesión de licuefacción. Figura 7.- Imágenes de colapso parcial de pared de fachada de tapia en dos edificios debido a lesión de licuefacción 1 Por todo lo referido, se entiende que casi siempre este tipo de grave lesión de licuefacción se da en edificios abandonados, al contrario de lo que pasa con la lesión de aplastamiento, la cual como se ha visto se puede dar en edificios habitados. En efecto, los síntomas de la lesión de licuefacción son tan evidentes vistos desde dentro del edificio, que sólo si en el edificio no vive nadie puede pasar desapercibida. 2