Comentario del artículo de Joan R. Rosés "Why Isn`t the Whole of

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From the SelectedWorks of Javier Agudo
2008
Comentario del artículo de Joan R. Rosés "Why
Isn’t the Whole of Spain Industrialized? New
Economic Geography and Early Industrilalization,
1797-1910"
Javier Agudo
Available at: http://works.bepress.com/javieragudo/3/
AGUDO CANALEJO, JAVIER
3º DOBLE LICENCIATURA
UNIVERSIDAD DE NAVARRA
JOAN R. ROSÉS:
Why Isn’t the Whole of Spain Industrialized? New
Economic Geography and Early Industrilalization,
1797-1910
(Journal of Economic History; Dec2003, Vol. 63 Issue 4, p995-1022)
a.- Tesis del autor
Los diferentes grados de industrialización de las regiones suelen ser explicados
por elementos como el capital humano, los recursos naturales, la cultura y las
instituciones locales o el grado de desarrollo de la agricultura. España es un país donde
las diferencias en los grados de industrialización son muy palpables. Por eso, muchos
historiadores han intentado dar una explicación a estas diferencias, utilizando todas esas
variables y siempre desde una perspectiva regional.
Joan
R. Rosés
considera
que estas
explicaciones
son insuficientes,
principalmente por tres razones. La primera de ellas es que el análisis histórico
demuestra que regiones que tenían un alto desarrollo agrario y elevados niveles de
especialización no fueron las que protagonizaron el desarrollo industrial. En segundo
lugar, que el desarrollo económico de una región no puede analizarse como una unidad
aislada, sino hay que tener en cuenta todas las relaciones que se producen con la
integración de los mercados en el siglo XIX. Por último, que muchos historiadores
consideran que la teoría económica no puede aplicarse en general por las características
muy diversas de cada región.
Y esto es precisamente lo que Rosés intenta en este estudio: dar una explicación
con un modelo económico a las diferencias en el desarrollo de las diversas regiones
españolas. Utilizando los modelos Heckscher-Ohlin y la geografía económica, Rosés
concluye que en realidad la teoría de la ventaja comparativa y los retornos crecientes
explican la distribución industrial de España a finales del XIX. La integración de los
mercados a lo largo del siglo, gracias a la mejora de las comunicaciones hizo que
aquellas regiones en las que los costes de los factores de producción industriales (como
el capital) fueran más bajos (caso de País Vasco y Cataluña) concentrasen gran parte de
la industria moderna.
Al mismo tiempo, el hecho de que estos lugares tuviesen una demanda local
muy elevada hizo que las industrias, para aumentar sus beneficios evitando los costes de
transporte, se situasen con más razón en estas regiones. La influencia de los mercados
locales sobre la localización de la producción es estudiada por la llamada “nueva
geografía económica”. En los años 70, la distribución de la industria se explicaba de
acuerdo con la teoría de las ventajas comparativas. Ahora bien, desde los años 80,
autores como Krugman empezaron a plantear la cuestión de los retornos crecientes:
cuando existen economías de escala, las industrias quieren estar cerca de los lugares
donde existe una elevada demanda del producto, para así reducir los costes del
comercio. La dotación de factores y el modelo Heckscher-Ohlin determina donde se
sitúa una industria, pero no nos dice nada acerca de, dentro de una industria concreta
(por ejemplo la textil), dónde se producen los distintos bienes heterogéneos (por
ejemplo algodón o lana). Esto se decide por las fuerzas de los retornos crecientes.
La existencia de un mercado español libre y competitivo, es un supuesto
indispensable para que este modelo económico tenga sentido. Por ello, Rosés analiza
también en su artículo cuándo y cómo se produjeron la integración de los mercados
regionales españoles hasta constituir un verdadero mercado nacional.
Según el autor, en el siglo XVIII la economía española estaba formada por una
serie de mercados regionales aislados. Ya desde la primera mitad del siglo XIX, se
produce una notable mejora de la red de caminos y carreteras. Las carreteras
pavimentadas aumentaron de 2.000 Km. en 1800 a 19.815 Km. en 1868. La mejora de
las infraestructuras junto con las medidas políticas liberalizadoras del comercio hicieron
que en 1950 ya existiese una alta convergencia en el nivel de precios. En la segunda
mitad del siglo, con la expansión del ferrocarril, la integración del mercado de bienes
experimentó un enorme impulso.
Para analizar la integración de los mercados financieros hay que observar el
grado de convergencia de las tasas de interés de los distintos puntos de España. La
integración de los mercados financieros tiene lugar en la segunda mitad del siglo XIX.
El desarrollo del telégrafo desde 1855 y la creación del Banco de España en 1874 son
factores determinantes para esta integración.
El mejor indicador del grado de integración de una economía es el grado de
convergencia de los salarios. En la segunda mitad del siglo XIX el grado de
convergencia de los salarios nominales y reales en los distintos puntos de España es
muy alto.
España se convirtió en un mercado plenamente integrado a la lo largo del siglo
XIX. Rosés no tiene ninguna duda de este hecho. Por ello, las teorías de los
historiadores que intentan explicar el desarrollo de las regiones como entidades
separadas no tienen ninguna consistencia. Es a través de la nueva geografía económica
como puede darse una respuesta coherente y completa a por qué no toda España está
industrializada.
EFECTOS DE LA GEOGRAFÍA ECONÓMICA EN LA PRODUCCIÓN:
INDUSTRIAS INDIVIDUALES
b.- Elección de la tabla
Para justificar la elección de esta tabla, creo que lo más adecuado es que
comience explicando por qué he rechazado las demás. La primera tabla que Rosés
recoge en su estudio muestra el grado de convergencia de los salarios en España en el
siglo XIX. Con ello quiere mostrar la existencia de un mercado único español.
Posteriormente, encontramos varias tablas donde se ve reflejado cómo las industrias
manufactureras se concentran en la primera mitad del s. XIX en Cataluña y el Noroeste
de España, y en la segunda mitad en Cataluña y el País Vasco. Estas tablas demuestran
el hecho de que las industrias modernas de la época (textiles y metalurgia) se encuentran
altamente concentradas en estas regiones.
Pero estas tablas sólo muestran unos hechos de sobra conocidos. Lo interesante
comienza cuando intenta explicar el por qué de esta distribución. Para ello acude al
modelo Heckscher-Ohlin, que explica cómo afecta la dotación de factores a la
producción. Según el coste que tenga para las distintas regiones estos factores, tendrán
una ventaja comparativa y esto determinará en gran medida la localización de la
industria.
Pero como he indicado en la introducción, las ventajas comparativas no son
suficientes para explicar la distribución de la industria. La nueva geografía económica
exige que se tenga en cuenta la demanda idiosincrásica (la demanda de la región de un
producto). Y he aquí la “belleza” de la tabla que he escogido: que incorpora el modelo
de los retornos crecientes (IRS), y por tanto combina las ventajas comparativas con la
geografía económica, como ya hicieron recientemente Donald Davis y Davis Weinstein
en un estudio sobre regiones japonesas.
c.- Comentario de la tabla
Esta tabla nos muestra como afecta la demanda idiosincrásica a la producción de
las distintas industrias. Las industrias que se recogen son: fabricación de corcho,
algodón, molinos de harina, pieles, industria metalúrgica, aceite de oliva, papel, telares
de seda, jabón, bebidas alcohólicas, industrias textiles y telares de lana. Las columnas
que tenemos son las siguientes: Geografía económica (indica si esa industria se ve
afectada o no por los retornos crecientes); coeficiente (lo explicaré con detenimiento a
continuación); error estándar (medida de dispersión); estadístico de prueba F-Fisher; y
el coeficiente R2 ajustado, que indica en qué grado las variables explicativas del modelo
(la dotación de factores y la geografía económica) explican los coeficientes obtenidos.
Rosés ha separado la producción el los distintos tipos de industrias para evitar el
problema de combinar industrias con retornos constantes con industrias con retornos
crecientes. Las primeras se ven mucho menos afectadas por la geografía económica,
luego los resultados se distorsionarían.
¿Cómo debe interpretarse esta tabla? Si el sector correspondiente está más
influenciado por las ventajas comparativas que por la demanda idiosincrásica, será
menos sensible a cambios en la demanda, luego el coeficiente estará entre 0 y 1. Por
otro lado, si la industria se ve más afectada por los retornos crecientes, el coeficiente
será superior a 1.
En primer lugar, observamos que el coeficiente ajustado, excepto en la industria
del corcho, del papel, del jabón y de las bebidas, se encuentra en torno al 90%. Es decir,
que la combinación de dotación de factores y geografía económica explica
perfectamente el comportamiento de la producción en la mayoría de las industrias.
Pasemos ahora a analizar los coeficientes obtenidos. En cinco industrias,
algodón, molinos de harina, industria metalúrgica, industrias textiles y telares de lana,
los coeficientes son significativamente superiores a uno. En estas industrias, por lo
tanto, la geografía económica es más determinante que las ventajas competitivas.
Además, es importante tener en cuenta, tal y como apunta Rosés, que estos cinco
sectores representaban el 55% del valor añadido en la industria en 1861.
¿Por qué estas industrias se ven más afectadas por la geografía económica?
Porque son industrias con retornos crecientes, es decir, existen economías de escala que
permiten producir cada vez más a menor coste. Además, la industria textil y la
metalúrgica son susceptibles de competencia monopolística, y ya hemos visto que la
diferenciación de productos explica el efecto de la nueva geografía económica.
El análisis del modelo que plantea Rosés quedaría muy incompleto si no tratase
con más profundidad cómo se produce la especialización regional como consecuencia
de las ventajas comparativas. Las ventajas comparativas dependen de la dotación de
factores, que difiere de unas regiones a otras. Esto es explicado por el modelo
Heckscher-Ohlin (HO), que aunque no esté explícito en esta tabla, yace detrás de ella.
Rosés construye esta tabla añadiendo el modelo IRS sobre el HO. Por eso es necesario
que explique qué ocurre con los factores de producción en las distintas regiones.
Como he explicado anteriormente, en el siglo XIX el mercado español se
integra. En consecuencia, y según el modelo HO, las regiones se especializan en el
sentido de que comienzan a producir aquellos bienes en los que comparativamente
tienen ventaja al disponer de mayores recursos. Es decir, la diferente dotación de
factores que tiene cada región hace que, aprovechándose de ello, cada una se especialice
en lo que es más competitivo.
Las provincias bien dotadas con capital, artesanos y mano de obra no
cualificada, tenían ventaja comparativa en la industria, mientras que lo contrario ocurría
con las regiones cuyos factores eran la tierra, y la mano de obra agrícola. Andalucía era
relativamente pobre en mano de obra artesana y no cualificada. Cataluña disponía de
poca tierra y escasa mano de obra agrícola, pero abundancia de capital y mano de obra
artesana. En contraste, la baja industrialización de la zona norte de Castilla se explica
por su abundancia de los factores tierra y mano de obra agraria. El sur de Castilla se
industrializó poco por la falta de capital. Todos estos datos estos datos están recogidos
en la Tabla 6 del trabajo de Rosés, una tabla muy interesante pero, como él mismo
afirma, incompleta. Algunas regiones tenían ventajas comparativas para la fabricación
de determinados productos, y sin embargo la producción se concentra en otra región.
¿Por qué? Por la influencia del mercado local, la demanda idiosincrásica.
A lo largo del siglo XIX en España se forjó una verdadera economía nacional.
En el momento en que los mercados se integran, las ventajas comparativas y las
economías de escala van a determinar donde se localice la producción. Las regiones que
se industrialicen se convertirán en ricas, mientras que las regiones agrarias se
empobrecerán. La renta per cápita de Cataluña, que en 1800 era un 2% mayor que la
media española, será en 1930 un 87% superior. El País Vasco pasó de una renta un 26%
inferior en 1800, a superar en un 46% a la media en 1930. La renta per cápita de
Andalucía era en 1800 un 43% mayor que la media nacional. En 1930 estará un 23%
por debajo.
Javier Agudo Canalejo
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