INTRODUCCIÓN De todos los componentes estructurales

Anuncio
INTRODUCCIÓN
De todos los componentes estructurales de un ecosistema, el suelo es el recurso
menos renovable. A pesar que los suelos tienen una gran resilencia, la presión
antrópica actual ha generado su degradación continua. Los ecosistemas naturales de
la zona Mediterránea de Chile muestran procesos de fragmentación progresiva con
un desequilibrio ecológico considerable, causado por la presión antrópica (ejm.,
carboneo, extracción de corteza, tierra de hojas, sustitución de la vegetación natural,
expansión urbana, pastoreo mal aplicado). De hecho, más de un tercio de la
población chilena está concentrada en la zona central de Chile. A pesar de este
notable acontecimiento, los ecosistemas mediterráneos, particularmente los
esclerófilos de la zona central de Chile, han sido estudiados prioritariamente desde
una perspectiva centrada en la vegetación. La investigación en suelos en estos
ecosistemas es escasa y se ha focalizado preferentemente en cambios en las
propiedades químicas más tradicionales, como función de perturbaciones antrópicas
(Muñoz et al., 2007). Como resultado, se plantea una necesidad creciente de estudiar
estos ecosistemas con fines de conservación y manejo, con una visión más holística
que considere al suelo como un recurso renovable de muy largo plazo. Esto último
cobra especial relevancia al considerar que los ecosistemas naturales boscosos y los
suelos asociados, tienen el mayor potencial para almacenar y reciclar C (Dixon et
al., 1994; Harmon & Marks, 2002; Six et al., 2002). Esto es de particular
importancia para los ecosistemas mediterráneos, en donde las probabilidades de
alteraciones humanas son cada vez mayores. Los datos e información científica son
requerimientos clave para la comprensión de las causas y consecuencias del cambio
ambiental y de la respuesta de estos ecosistemas. Por ende, la búsqueda de nuevos
indicadores de cambio a nivel edáfico cobra especial relevancia.
Este trabajo aborda, de una manera simplificada, algunos de los indicadores
químico-biológicos de calidad de C, los cuales se pueden asociar a perturbaciones de
ecosistemas naturales mediterráneos; entregando, en algunos casos, resultados
referidos al uso de estos indicadores en los ecosistemas en cuestión.
ALGUNOS INDICADORES CLÁSICOS DE CANTIDAD Y CALIDAD DE C
EN EL SUELO Y SU USO EN ECOSISTEMAS MEDITERRÁNEOS
Carbono orgánico total y Relación C/N
El monto de C orgánico en el suelo (COS) es aproximadamente un 50% del CO a
nivel terrestre y es 3 veces superior al C almacenado en la biomasa aérea (Eswaran
et al., 1993). Su almacenamiento es controlado por el balance entre las entradas de C
(producción vegetal principalmente) y las salidas de C, generadas por la
descomposición de la materia orgánica del suelo (MOS). La historia de eventos de
perturbación, clima, topografía, textura del suelo (Kavvadias et al., 2001; Bhatti et
al., 2002), composición mineralógica, y la estructura química de los residuos
orgánicos (Berg et al., 2003), son las variables más incidentes en el almacenamiento
de C. Un diagrama general de los factores clave que controlan la dinámica del C en
el suelo es dada por Paul et al. (2004) en la Figura 1. Un modelo conceptual más
complejo respecto a la estabilización y desestabilización del COS ha sido elaborado
por Sollins et al. (1996), que incluye el rol de los microorganismos, actividad
enzimática, recalcitrancia de los compuestos orgánicos, agregación del suelo,
84
Descargar