CIRROSIS HEPÁTICA

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CIRROSIS HEPÁTICA
La cirrosis es la enfermedad hepática crónica avanzada más común. Se trata de una
enfermedad muy grave que representa la situación final a la que llegan muchas
enfermedades hepáticas crónicas tras años de evolución. Se caracteriza por la pérdida de
tejido hepático noble, que es sustituido por tejido fibroso. Esto hace que el hígado
pierda su función y estructura normales
En nuestro medio, más del 80% de los casos de cirrosis son producidos por el consumo
excesivo de alcohol y por la hepatitis crónica por virus C (aproximadamente un 40%
cada una). El 20% restante es producido por hepatitis crónica por virus B, hepatitis
crónica autoinmune, un grupo de enfermedades denominadas colestásicas crónicas
como la cirrosis biliar primaria y la colangitis esclerosante, enfermedades metabólicas
congénitas familiares como la hemocromatosis (sobrecarga de hierro), la enfermedad de
Wilson (sobrecarga de cobre), el déficit de alfa-1-antitripsina y la porfiria cutánea
tarda; raramente los efectos tóxicos de algunos fármacos y otras enfermedades aún más
infrecuentes. Hay que destacar además la esteatohepatitis no etílica (que afecta sobre
todo a personas diabéticas y obesas) porque es cada vez más frecuente y que dentro de
pocos años constituirá probablemente una causa cuantitativamente importante de
cirrosis.
Hay que destacar que las enfermedades citadas previamente son progresivas; es decir,
conducen al hígado desde una situación de órgano sano hasta la situación final de
hígado cirrótico. En muchas de ellas el diagnóstico precoz y, acto seguido, el
tratamiento oportuno, evita la progresión a cirrosis. Por ello es importantísimo saber si
una persona está o no afecta de una enfermedad hepática crónica con potencial
evolución a cirrosis para evitar la progresión. En una revisión hepática sencilla es muy
fácil aclarar esta cuestión.
La cirrosis produce sus manifestaciones clínicas debido a dos hechos principales: la
insuficiencia hepática y la hipertensión portal. La insuficiencia hepática se debe a la
pérdida progresiva de las células hepáticas (hepatocitos) encargadas de ejecutar las
múltiples funciones del hígado. Llega un momento en que la masa de células es inferior
a la necesaria para mantener esas funciones y aparecen fallos, entre otros aspectos, en
la depuración de productos sobrantes, en el procesamiento de medicamentos, en el
control del metabolismo nutricional y en la fabricación de múltiples sustancias útiles
para otros órganos; por lo que la cirrosis repercute muy gravemente sobre todo el
organismo.
La hipertensión portal es un aumento de la presión en el sistema venoso (sistema venoso
portal) que, en condiciones normales, lleva toda la sangre procedente del abdomen hacia
el hígado. El aumento de presión se debe a la alteración estructural del hígado cirrótico
que opone mucha mayor resistencia de la normal al paso de la sangre portal a su través.
Como consecuencia mucha de la sangre portal que debería pasar por el hígado no lo
hace y circula por trayectos venosos anormales. Esto tiene dos grandes consecuencias.
Primera, la aparición de venas muy dilatadas sobre todo en el estómago y en el esófago
(varices esofágicas y gástricas) que pueden romperse y producir hemorragias muy
graves. Segundo: la falta de depuración en el hígado de la sangre procedente del
territorio abdominal lo que hace muchas sustancias lleguen al resto del organismo en
cantidades muy superiores a las debidas con múltiples consecuencias negativas.
La combinación de la insuficiencia hepatocelular e hipertensión portal produce el
cuadro clínico típico de la cirrosis.
En las personas con cirrosis pueden diferenciarse dos etapas: una inicial, que se
denomina cirrosis compensada y otra más avanzada que se llama cirrosis
descompensada.
En la fase inicial el paciente puede estar asintomático y hacer vida normal. De hecho,
hay personas que tienen cirrosis y lo desconocen. Algunos pacientes pasan de esta
situación a tener una complicación aguda muy grave que puede comprometer su vida.
En otros casos la enfermedad progresa paulatinamente hasta llegar a la fase de
descompensación
En la fase avanzada aparece el cuadro florido de la cirrosis, la calidad de vida disminuye
progresivamente y el riesgo de fallecimiento es cada vez mayor. Más del 50% de estos
enfermos fallecen en un lapso de 5 años si no reciben un trasplante hepático o se
instaura un tramiento que modifique la evolución de la enfermedad.
Por lo que se ha expuesto se comprende que el hecho de que una persona sea
consciente de padecer una enfermedad hepática grave no siempre es fácil. Por eso, se
exponen a continuación las circunstancias en que una persona habitualmente llega a
conocer:
- Hallazgo imprevisto: por detección de alteraciones en los análisis del hígado en el
curso de una revisión de salud o por estudio de otra enfermedad. Aunque no haya
síntomas, los análisis hepáticos prácticamente siempre están alterados en la cirrosis
y permiten constatar la existencia de una enfermedad hepática. Por este motivo es
muy importante el realizar análisis hepáticos aunque no se tengan síntomas. A veces
se observa una imagen hepática anormal que pone en la pista de una cirrosis silente
en una ecografía o un scanner hechos por otro motivo.
- Por estudio de los familiares tras identificar a una persona que sufre una enfermedad
hepática hereditaria. Por ejemplo una hemocromatosis.
- En el curso del seguimiento de enfermedades hepáticas conocidas (citadas
anteriormente). Por ejemplo en personas que sufren hepatitis crónicas cuya
progresión no puede evitarse, se diagnostica la aparición de cirrosis en las visitas
evolutivas.
- En consulta motivada por síntomas iniciales de la enfermedad, aunque inespecíficos.
Por ejemplo, cansancio o hinchazón de tobillos.
- Por aparición de complicaciones graves. Por ejemplo, una hemorragia digestiva por
rotura de varices.
Las manifestaciones clínicas más importantes de la cirrosis avanzada son las siguientes:
- Deterioro del estado general: cansancio, falta de apetito y desnutrición con pérdida
de masa y fuerza muscular.
- Color amarillento de la piel (ictericia), aparición de dilataciones vasculares en la piel
sobre todo de la cara, tronco y extremidades superiores y facilidad para tener
hematomas con golpes mínimos y hemorragias gingivales. A veces se observan
venas muy marcadas en la pared del abdomen.
- Distensión del abdomen por acúmulo de líquido (ascitis) e hinchazón de tobillos y
piernas por edemas. En los pacientes con ascitis existe el riesgo de que aparezca un
-
tipo particular de insuficiencia renal llamado síndrome hepato-renal y de que se
infecte el líquido ascítico (peritonitis bacteriana espontánea), ambos cuadros con
pronóstico muy grave
Hemorragias digestivas por rotura de varices esofágicas o gástricas, que son muy
graves.
Alteraciones de la función cerebral con cambios sutiles (mayor torpeza, lentitud de
pensamiento) o manifiestas como desorientación alteración de la conducta,
somnolencia o incluso coma (encefalopatía hepática)
DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO DE LA CIRROSIS
En la Clínica Universitaria de Navarra se dispone de la totalidad de métodos
diagnósticos y terapéuticos necesarios para la atención completa de las personas con
cirrosis hepática. Por ello, pueden cubrirse todos los objetivos que deben plantearse al
consultar a un paciente con cirrosis o enfermedad hepática progresiva con potencial
evolución a cirrosis.
1. Diagnóstico de certeza de la cirrosis
2. Identificación de la causa de la cirrosis y su tratamiento, si procede
3. Detección de posibles complicaciones futuras e indicación de tratamiento preventivo
4. Detección de las complicaciones presentes e indicación de tratamiento
5. Detección precoz de hepatocarcinoma y su tratamiento (ver apartado
correspondiente)
6. Valoración de evolución y pronóstico a corto y largo plazo
7. Consejo de seguimiento con especificación del contenido y periodicidad de las
revisiones
8. Evaluación de la indicación de trasplante hepático en casos de enfermedad avanzada
Además se realizan dos actividades adicionales:
1. Educación sanitaria de la persona con cirrosis (alimentación, ejercicio, estilo de
vida, uso adecuado de fármacos, precauciones especiales)
2. Consejo para estudio familiar en caso de enfermedades metabólicas hereditarias o de
enfermedades infecciosas.
En otros apartados de esta página web se describen detalladamente los procedimientos
diagnósticos y terapéuticos para las enfermedades del hígado. Todos son aplicados por
médicos de la Unidad de Hepatología o de otros Departamentos de la Clínica con una
amplia experiencia en su uso. A continuación se enumeran los principales en relación
con la cirrosis.
Entre los procedimientos diagnósticos disponibles:
- Evaluación analítica: tanto general hepática como específica para la identificación
de las diferentes causas de enfermedad hepática crónica (virus, trastornos
metabólicos, trastornos autoinmunes.)
- Evaluación genética: Aplicable a algunas causas específicas como enfermedades
metabólicas o trastornos del transporte biliar.
- Evaluación radiológica: Ecografía, ecografía doppler, TAC (scanner), Resonancia
magnética nuclear (RNM), colangiografía por RNM, arteriografía, portografía
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Evaluación endoscópica: Endoscopia digestiva alta y baja, ecoendoscopia,
colangiopancreatografía endoscópica retrógrada, laparoscopia endoscópica
Evaluación no invasiva de la fibrosis hepática: Elastografía hepática (Fibroscan)
Evaluación hemodinámica: Cateterismo de venas suprahepáticas
Evaluación histológica: Biopsia hepática
Evaluación del líquido ascítico: Paracentesis diagnóstica
Entre los procedimientos terapéuticos disponibles (no se incluyen tratamientos del
hepatocarcinoma)
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Terapia farmacológica:
- De las causas de cirrosis, por ejemplo tratamientos antivirales para hepatitis
crónica B y C o inmunosupresores para la hepatitis autoinmune, entre otras
- De las complicaciones de la cirrosis, por ejemplo tratamientos para la ascitis, la
insuficiencia renal del cirrótico (síndrome hepato-renal), la hemorragia digestiva
aguda (o su prevención), la encefalopatía hepática o las infecciones.
Terapia endoscópica: Tratamiento para la hemorragia digestiva aguda por varices
(escleroterapia o ligadura de las varices con bandas) o para su prevención (ligadura)
y tratamiento de otros tipos de hemorragia digestiva también frecuentes en la
cirrosis como la aplicación de argón sobre fuentes de sangrado por anomalías
vasculares (angiodisplasias y gastropatía de la hipertensión portal). Colocación de
prótesis biliares en caso de obstrucción de la vía biliar extrahepática.
Terapia mediante radiología intervencionista: Colocación de prótesis biliares por vía
transparietohepática, colocación de ¨shunts¨ portosistémicos intrahepáticos (TIPS)
para tratamiento de las complicaciones de la hipertensión portal que no responden a
tratamiento médico (hemorragia digestiva refractaria o recidivante o ascitis
refractaria).
Tratamiento de las ascitis mediante paracentesis evacuadoras
Tratamientos quirúrgicos: Derivaciones quirúrgicas para tratamiento de la
hipertensión portal en los escasos casos en que se considere oportuna; colocación de
derivación peritoneo-venosa para tratamiento de la ascitis refractaria en casos en que
esté indicada.
Trasplante hepático: Tras estudio de su indicación y posibles contraindicaciones.
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