Había en efecto hecho constar que el «Catálogo Staudinger

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DE
CIENCIAS
NATURALES
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Había en efecto hecho constar que el «Catálogo
Staudinger-Rebel no presentaba sobre este asunto,
entre otros, toda la precisión que fuera de desear, y
publicaré en nuestros «Anales» el resultado de mis
investigaciones sobre este asunto. Ocupado en este
trabajo, me he encontrado más de una vez en p r e ­
sencia de la ley de prioridad. En la introducción de
este estudio sobre Duponchel, pensaba exponer las
reflexiones que había de hacer sobre este asunto fun­
d a m e n t a l , pero he creído que estos estudios de s i n o nomia tendrían forzosamente un n ú m e r o de lectores
más restringido y he preferido presentar aparte, como
en efecto lo he hecho, estas reflexiones a fin de d i r i rigirme a un público más n u m e r o s o .
Se sabe cuántas discusiones ha suscitado esta ley
de prioridad. No hablo del diligente coleccionador, al
q u e viene a t u r b a r la quietud la variedad de n o m b r e s ,
obligándole a cambiar sus etiquetas, pero sí, de a q u e ­
llos que miran la cuestión por el aspecto serio que
reclama, y desean satisfacer todas las exigencias de
equidad para con los autores y buscan la estabilidad. Si
resulta alguna confusión, por los cambios impuestos
por esta ley, esta confusión es momentánea, transito­
ria: si el acuerdo se hace según las reglas que siguen,
para entender y aplicar esta ley de prioridad, una vez
resuelta la cuestión, no queda más que avanzar con
tranquilidad hacia nuevas conquistas científicas. L o
peor es que esta prioridad no es atendida por todos de
la m i s m a m a n e r a . Por otra parte no hablaré aquí más
que de los n o m b r e s específicos, dejando aparte lo que
concierne a los genéricos.
Hay quien considera como autor verdadero al pri­
m e r o que dio una descripción aceptable, con o sin
figura, poco importa; para él una figura sin d e s c r i p ­
ción es nula y no admitida, si le faltan algunas líneas,
algunas palabras de texto. Otro exige por el contrario
una figura suficiente para hacer reconocer al a n i m a l ,
y yo creo q u e algunos en presencia de una figura ver­
d a d e r a m e n t e b u e n a , prescindirían fácilmente de u n a
explicación escrita. Desde el m o m e n t o en que se r e -
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