Mitos y realidades de la política mexicana: ¿Las leyes no se cumplen? Víctor Manuel Muñoz Patraca La opinión de que en México las leyes sí se cumplen es compartida por una minoría de los mexicanos: apenas 13.22% de la población interrogada en la Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas 2001,1 considera que las leyes se respetan por ciudadanos y gobernantes. Por el contrario, 42.85% considera que ninguna de las dos partes las respetan. Desde mi punto de vista, las leyes se cumplen sólo en ciertos casos, en particular cuando el Estado ejerce su facultad coercitiva para imponer sanciones a aquellos que no acatan las disposiciones legales. El mejor ejemplo, me parece, es el cobro de los impuestos sobre la renta y otros impuestos directos, que se hace a contribuyentes registrados en el SAT. Porque es importante aclarar que la fiscalización que realizan las autoridades encargadas de la recaudación de impuestos no se hace a todo aquel que recibe ingresos sino únicamente a quienes están registrados ante la Secretaría de Hacienda. Aquí hay un matiz muy importante porque cientos de miles de potenciales contribuyentes evaden o eluden sus obligacionbes fiscales, y ante esto hemos visto muy poca eficacia del gobierno para hacer efectivo el cumplimiento del pago de impuestos que son fundamentales para el funcionamiento del Estado y el cumplimiento de sus tareas a favor del bienestar social y el desarrollo económico. En el caso del comercio ambulante --que es uno de los ejemplos fehacientes del incumplimiento de obligaciones fiscales-- observamos que la falta de respeto a la ley se lleva a otros aspectos, como venta de mercancía robada o “pirata”. Es decir, hay un comportamiento reiterado de rechazo a la obligación que impone vivir en un estado de derecho: observar las normas en vigor y aceptar que su incumplimiento da lugar a sanciones. Hemos visto cómo los operativos realizados por policías federales y estatales o municipales en diversos puntos del país son cada vez más violentos, lo que habla de un debilitamiento de la autoridad del Estado. La infracción a los reglamentos e incumplimiento de la ley hace cada vez más frecuente el recurso a la represión –que se supone sólo debe utilizarse en última instancia-- para Luz sonora v, 2007 tiempo LABERINTO someter a grupos recalcitrantes al acatamiento de las leyes prescritas y las decisiones administrativas. Estamos hablando de un pequeño grupo de delincuentes, de bandas del crimen organizado, que involucran a personas que lo único que buscan es una forma de superviviencia económica. Pero al final nos encontramos ante un numeroso sector que infringe de manera cotidiana leyes y reglamentos, y que opone al uso de la violencia legítima por parte de las autoridades, la violencia de quienes se resisten a obedecer las disposiciones vigentes. En cambio, encuentro que la ley se cumple cuando es la expresión de una aceptación ciudadana de las obligaciones que mantiene con su comunidad, del lazo social que une a los distintos componentes de una sociedad democrática moderna. En el pago puntual de los impuestos podríamos encontrar, en una parte de los contribuyentes, esta convicción ciudadana. Sin embargo, las encuestas de valores revelan que la solidaridad es menos fuerte que la búsqueda del interés personal, económico de los mexicanos. Me parece más claro el ejemplo del respeto a la nueva ley antitabaco en el Distrito Federal. Hemos visto cómo los fumadores se han visto obligados a un cambio radical en sus costumbres, y que en un lapso muy breve la práctica de fumar en lugares públicos cerrados se ha eliminado. Hay ciertamente temor a las sanciones que puede aplicar el gobierno local, pero prevalece, a mi juicio, la aceptación de que la limitación al derecho de los fumadores es resultado del derecho de los no fumadores a un ambiente más sano. Hay un mejor equilibrio entre la legitimidad de la ley, que es aceptada por los ciudadanos, y la aplicación de sanciones por parte de la autoridad. En este caso particular, el respeto a la ley es resultado de una aceptación de obligaciones contraídas frente al resto de la sociedad. La legitimidad de la ley reconocida por la ciudadanía en este ejemplo, no es desafortunadamente la regla. La falta tiempo de eficacia y eficiencia observables en los distintos niveles de gobierno, aunada a la corrupción de los funcionarios y de los cuerpos policiacos, está en el origen de otras causas de incumplimiento de la ley. Cuando la búsqueda del bien común, considerada la razón de ser de la autoridad pública, ha dejado de ser la motivación de la acción estatal, la pérdida de legitimidad se traduce en desconocimiento de las obligaciones, en pérdida de civilidad. La civilidad supone reciprocidad, e involucra el interés “bien comprendido” de actuar en beneficio colectivo, esperando a cambio el cumplimiento de los compromisos garantizados por la ley. Cuando la corrupción abre la puerta a la desconfianza en las instituciones, la civilidad cae. La ley se considera instrumento de los privilegiados, y los ciudadanos piensan que pueden desobedecerla porque es injusta, porque no responde a las garantías que se esperan de la actuación de la autoridad. En síntesis, considero que en este terreno del respeto a la ley hay todavía mucho camino por andar. Vencer la corrupción, hacer que crezca la confianza en las instituciones políticas y de impartición de justicia, lograr que los mexicanos confiemos más entre nosotros (el nivel de la confianza interpersonal aparece en las diferentes encuestas de valores como uno de los más bajos en América Latina), hacer que el respeto a normas y reglamentos sea parte de la vida los ciudadanos y que las autoridades los hagan cumplir, serán aspectos imprescindibles de un cambio en este principio básico de la convivencia social.• 1 inegi/Secretaría de Gobernación, México, 2003, cuadro 10.3b, p. 173 Esta encuesta se levantó en dos ocasiones durante el gobierno de Vicente Fox. En la encuesta de 2003 (publicada en 2005) la pregunta sobre el respeto a la ley no se formula así. Víctor Manuel Muñoz Patraca es doctor en Ciencia Política y profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, unam. LABERINTO