EL DEBIDO PROCESO EN EL DERECHO AMBIENTAL Conferencia en El Yopal, el 12 de agosto de 2008 JORGE ARANGO MEJÍA La finalidad de esta charla es analizar el debido proceso en el campo del derecho ambiental y, en particular, en el ámbito, más reducido aún, de los procedimientos establecidos para sancionar la violación de sus normas. En consecuencia, habrá que examinar las que protegen el ambiente, tales como la ley 99 de 1993, y estudiar algunas jurisprudencias. No se pretende hacer un análisis completo del asunto, de suyo complejo, sino señalar aspectos que podrían ser útiles a funcionarios y particulares en el trámite de estos asuntos. EL DEBIDO PROCESO Y LA REALIZACIÓN DEL DERECHO SUSTANCIAL De conformidad con el inciso primero del artículo 29 de la Constitución, “El debido proceso se aplicará a toda clase de actuaciones judiciales y administrativas.” Ésta es la consecuencia necesaria de principios fundamentales del ordenamiento jurídico, relacionados no sólo con quienes imparten justicia sino con todos los servidores públicos. Veamos. En relación con los jueces, está, en primer lugar, el inciso segundo del mismo artículo 29, en cuanto dispone que “Nadie podrá ser juzgado sino con observancia de las formas propias de cada juicio.” Además, según el artículo 229 de la Constitución, la administración de justicia es una función pública que debe cumplirse con estricta sujeción a la ley, por servidores sometidos a lo dispuesto por los artículos 121 y 122, en su orden: "Ninguna autoridad del Estado podrá ejercer funciones distintas de las que le atribuyen la Constitución y la ley."; y, "No habrá empleo público que no tenga funciones detalladas en ley o reglamento...". La existencia de un procedimiento para la actuación de jueces y administradores, tiene dos objetivos fundamentales: realizar el principio de la igualdad y desterrar la arbitrariedad, presupuestos de la imparcialidad. Al respecto dijo la Corte Constitucional, en la sentencia C-407 de 1995: “¿Qué fin se persigue, en el campo específico del derecho procesal, al disponer la Constitución que solamente puede juzgarse a alguien "con observancia de las formas propias de cada juicio"? “En primer lugar, lograr la igualdad real en lo que tiene que ver con la administración de justicia. El artículo 13 de la Constitución consagra la igualdad de todos ante la ley, al declarar que "todas las personas nacen libres e iguales ante la ley". Y dispone que, por razón de esa igualdad, todas recibirán la misma protección y trato de las autoridades y gozarán de los mismos derechos, libertades y oportunidades sin ninguna discriminación. Esa igualdad teórica se realiza en los distintos campos por medio de normas especiales. En el campo procesal, en lo referente a la administración de justicia, la igualdad se logra al disponer que todos sean juzgados por el mismo procedimiento. (…) Existen diversos procedimientos, y, por lo mismo, normas diferentes en estos aspectos: pero, el estar el actor y el demandado cobijados por idénticas normas, y el estar todos, en principio sin excepción, sometidos al mismo proceso para demandar o para defenderse de la demanda, garantiza eficazmente la igualdad. 2 “De otra parte, la Constitución, al determinar que todos sean juzgados "con observancia de la plenitud de las formas propias de cada juicio", destierra de la administración de justicia la arbitrariedad. ¿Cómo dejar en manos de cada uno de los jueces la facultad de establecer las reglas que habrá de seguir para administrar justicia en cada caso particular?” Las relaciones de los particulares con el Estado se basan en la garantía de que los servidores de éste ejercen facultades regladas, no obran caprichosamente: ésta es una característica esencial del Estado de derecho. La finalidad del derecho procesal es la realización de los derechos subjetivos reconocidos en abstracto por el derecho objetivo. La Corte, en la sentencia C-029 de febrero 2 de 1995, rechazó la tendencia a considerar que las normas procesales, también llamadas adjetivas, tienen un rango inferior. En esa oportunidad afirmó: “De otra parte, las normas procesales tienen una función instrumental. Pero es un error pensar que esta circunstancia les reste importancia o pueda llevar a descuidar su aplicación. Por el contrario, el derecho procesal es la mejor garantía del cumplimiento del principio de la igualdad ante la ley. Es, además, un freno eficaz contra la arbitrariedad. Yerra, en consecuencia, quien pretenda que en un Estado de derecho se puede administrar justicia con olvido de las formas procesales. Pretensión que sólo tendría cabida en un concepto paternalista de la organización social, incompatible con el Estado de derecho.” (Magistrado Ponente, Jorge Arango Mejía). Derecho sustancial y derecho procesal no son términos opuestos sino complementarios: si los derechos subjetivos que surgen del primero no se satisfacen espontáneamente por los obligados, el Estado imparte justicia para realizarlos, de conformidad con las reglas trazadas por el segundo. Sobra decir que lo que se predica de los jueces es aplicable, mutatis mutandis, a todos los servidores públicos, 3 como lo expresa el artículo 29 al mencionar expresamente las actuaciones administrativas. Aunque no lo dice el artículo 29, también la rama legislativa está obligada a proceder con arreglo al debido proceso, como lo demuestran razones elementales. La primera, que está integrada por servidores públicos cobijados por el mandato de los artículos 6º y 122; la segunda, el texto inequívoco del artículo 149 que declara inválidas las reuniones de miembros del Congreso (con el propósito de ejercer funciones propias de la rama legislativa) cuando se realicen fuera de las condiciones constitucionales, priva sus actos de toda eficacia y establece que quienes participen en aquéllas serán sancionados conforme a las leyes. Obsérvese, además, que todo el Título VI de la Constitución contiene reglas sobre las funciones de las cámaras; y que el artículo 151 dispone que la actividad de estas corporaciones está sujeta a leyes orgánicas, como la 5ª de 1992 –Reglamento del Congreso y de cada una de las cámaras. En síntesis: en principio y en general, el servidor público no actúa discrecionalmente, pues aun en los asuntos en que obra según su iniciativa, debe hacerlo dentro de los límites precisos que le impone la norma. Afirmó la Corte Constitucional, en la sentencia C-710 de 2001, que “no existe facultad, función o acto que puedan desarrollar los servidores públicos que no esté prescrito, definido o establecido en forma expresa, clara y precisa en la ley.” (Magistrado Ponente, Jaime Córdoba Triviño). DEBIDO PROCESO ADMINISTRATIVO En lo que hace referencia al derecho fundamental al debido proceso administrativo, en particular, pueden consultarse, entre muchas, la sentencia C-547 de 1997, de la Corte Constitucional. En ella hace énfasis en que las personas que participan en procesos administrativos tienen el derecho a la 4 aplicación de unas normas de procedimiento que les garanticen la imparcialidad del servidor público competente, un tratamiento igual, la oportunidad de practicar pruebas y controvertir las que se aduzcan en su contra y, en fin, una decisión fundada en la ley y en la igualdad real que ante ella consagra la Constitución: eso, en síntesis, es el debido proceso, que permite el ejercicio del derecho de defensa y, en general, la realización por el Estado de los derechos reconocidos en la ley. En consecuencia, el desconocimiento del derecho al debido proceso en un trámite administrativo, quebranta uno de los elementos esenciales que conforman éste e implica la vulneración del derecho fundamental de acceso a la administración de justicia (entendida esta última en su más amplia acepción), consagrado por el artículo 229 de la Constitución. Acceso que tiene que cumplirse con sujeción estricta al artículo 29. Y si se trata de la imposición de sanciones a los administrados, el funcionario no puede actuar con total discrecionalidad, pues siempre tiene unos límites fijados por la ley. Al respecto dijo el Consejo de Estado: “El Derecho fundamental al debido proceso, consagrado en el artículo 29 de la Constitución Política, es aplicable a las actuaciones administrativas y su garantía se hace efectiva cuando se impone el deber a los agentes estatales de adelantar procedimientos que permitan el pleno ejercicio del derecho de defensa y el de contradicción; cuando se obliga al Estado a desvirtuar la presunción de inocencia de las personas, y con la necesidad de motivar las decisiones. “La Administración tiene la facultad de imponer sanciones hasta del 200% del monto de la infracción, ante el 5 incumplimiento de deberes impuestos por el régimen cambiario. “Sin embargo, esta facultad que tiene la administración, no es totalmente discrecional, pues de acuerdo con el artículo 3° del Decreto 1746 de 1991, tiene el deber de explicar las razones para la imposición de las sanciones, así como las circunstancias que tuvo en cuenta para tasarlas, de tal forma que el infractor pueda controvertir en debida forma, no solo los hechos que se le imputan, sino también la estimación de las multas que se le imponen. “La motivación es imprescindible en los actos que liquiden sanciones, con el fin de hacer posible un adecuado control de legalidad y poder determinar que se están cumpliendo los fines de las normas. “Esta motivación debe ser real y seria, adecuada, suficiente y además íntimamente relacionada con la decisión que se toma, de manera que la justifiquen dentro de la idea de satisfacer el interés general para el cual se otorgaron las competencias administrativas.” (Sección Cuarta, sentencia de noviembre 16 de 2001, Consejera Ponente, Ligia López Díaz). A pesar de que no nos encontramos frente a un proceso disciplinario, es evidente que en el ejercicio de las funciones de inspección, vigilancia y control a cargo del Ministerio debe garantizarse el derecho al debido proceso. Sobre el particular sostuvo la Corte Constitucional en sentencia T-418 de 1997, con ponencia del H. Magistrado Antonio Barrera Carbonell: 6 "Cuando se formulen cargos dentro de un proceso disciplinario es necesario atender las exigencias del arto 150 de la Ley 200 de 1995, en el sentido de que dentro del informativo se demuestre objetivamente la falta mediante pruebas legalmente admisibles y allegadas al proceso con las debidas formalidades. Con estas cautelas se busca evitar la arbitrariedad de los titulares del poder disciplinario en la adopción de las providencias que hacen imputaciones concretas de responsabilidad disciplinaria a un servidor público. El auto de formulación de cargos es una providencia de trámite que sienta los cimientos sobre los cuales se edifica el proceso disciplinario destinado a establecer la responsabilidad disciplinaria del inculpado, de modo que el órgano titular del poder disciplinario fija en aquélla el objeto de su actuación y le señala al imputado, en forma1 concreta, cual es la falta disciplinaria que se le endilga a efecto de que pueda ejercer su derecho de defensa. Y más adelante agregó: "Así las cosas, las simples diferencias de interpretación que puedan existir con respecto al análisis del material probatorio con base en el cual se sustenten los cargos que se formulen, no pueden dar base para que se considere que existe una violación del debido proceso. Esta debe surgir de manera patente, porque admitir la acción de tutela en forma indiscriminada contra los autos que formulan cargos podría 1 Sostuvo la Corte en sentencia C-758 de 2002, con ponencia del H. Magistrado Álvaro Tafur Galvis: "Sobre el particular la Corte, ha de destacar que en el presente supuesto no se está propiamente en el ámbito del proceso disciplinario; por ello, el análisis de la medida prevista en la disposición acusada debe enmarcarse en el contexto de la inspección, vigilancia y control regulados tanto por la Ley 181de 1995 como por el Decreto 1228 del mismo año, en armonía con las previsiones constitucionales ya estudiadas, del artículo 52 de la Carta y en ese orden de ideas, si bien el proceso disciplinario puede ser un referente de análisis, es lo cierto, que hay aspectos específicos que deben resolverse en el ámbito propio de la regulación de la medida demandada." 7 conducir a obstaculizar o a enervar la acción de los órganos titulares del poder disciplinario. "De todos modos, debe advertirse que cualquier irregularidad que atente contra el debido proceso y que no se quiera impugnar o pueda ser conjurada a través de la tutela, puede ser alegada cuando se haga uso de la acción contencioso administrativa contra el acto administrativo que imponga la sanción disciplinaria. En esta oportunidad, es claro que se pueden controlar jurisdiccionalmente por violación del debido proceso, al mismo tiempo, tanto los actos de trámite o preparatorios como el acto definitivo que impone la sanción”. REVOCACIÓN DIRECTA ADMINISTRATIVOS DE LOS ACTOS Además de los recursos en vía gubernativa, la revocación directa de los actos administrativos es una de las potestades de la administración para corregir sus errores, un mecanismo por medio del cual ejerce su propio control de constitucionalidad y legalidad. Según el artículo 69 del C. C. A., la revocación directa del acto administrativo debe hacerse de oficio por el funcionario que dictó el acto administrativo o por, su inmediato superior, o a solicitud de parte, en los siguientes casos: a- Cuando sea manifiesta su oposición a la Constitución Política o a la ley; b- Cuando no esté conforme con el interés público o social, o atente contra él; y, c- Cuando cause agravio injustificado a una persona. 8 Estas causales pueden presentarse en todos los actos de la administración de carácter abstracto, general e impersonal. En los tres eventos hay una violación del debido proceso. En efecto: Si el acto contraría la Constitución o la ley, es porque el funcionario se ha apartado de la misión que le es propia, ha procedido sin sujeción a las funciones señaladas en ley o reglamento y ha quebrantado los artículos 6º y 122 de la Constitución, porque ninguno está facultado para realizar actos que vulneren ésta o la ley. Si no está conforme con el interés público, quebranta el artículo 2º que establece los fines esenciales del Estado; y desconoce también la razón de ser de las autoridades, que es la protección de todas las personas residentes en Colombiano, vale decir, la garantía de todos sus derechos. Y cuando causa un agravio injustificado a una persona, solamente puede ser el resultado de una infracción cometida al dictarlo. Hay que entender que la finalidad de los procedimientos es “la efectividad de los derechos reconocidos por la ley sustancial”, como lo establece el artículo 4º del Código de Procedimiento Civil. Por consiguiente, si esta finalidad no se cumple, a pesar de ser el trámite aparentemente correcto, no podría hablarse de un debido proceso. Sin embargo, cuando ha creado o modificado una situación particular o concreta o reconocido un derecho de igual categoría, no puede revocarse el acto administrativo sin el consentimiento expreso y escrito del titular, como lo establece el artículo 73 del C. C. A. Dijo la Corte Constitucional en la sentencia C-672 de 2001, citando otra de sus providencias: “Sabido es, que la mutabilidad o inmutabilidad de los actos administrativos, ha sido aceptada por la doctrina, teniendo en cuenta, el sujeto a quien están dirigidos. Es así, que en los 9 actos administrativos de carácter general, tendientes a producir efectos a todo el conglomerado social, o a una parte de él, son esencialmente revocables por parte de la administración, una vez se realice la valoración de las circunstancias precisas, para que la administración proceda a revocar sus propios actos. “No sucede lo mismo con los actos de contenido particular y concreto, que crean situaciones y producen efectos individualmente considerados, los cuales no pueden ser revocados por la administración, sin el consentimiento expreso del destinatario de esa decisión, según lo dispone el artículo 73 del C. C. A., el cual preceptúa que para que tal revocación proceda, se debe contar con la autorización expresa y escrita de su titular. “Y ello se entiende, en aras de preservar la seguridad jurídica de los asociados, como quiera, que las autoridades no pueden disponer de los derechos adquiridos por los ciudadanos, sin que medie una decisión judicial, o que se cuente con la autorización expresa de la persona de la cual se solicita dicha autorización, en los términos establecidos en la ley” Y en la misma sentencia ratificó la jurisprudencia sentada en una de tutela, así: “Es importante recordar que, tratándose de la revocación de actos administrativos de carácter particular y creadores de derechos, es al ente administrativo, y no al particular, a quien corresponde poner en movimiento el aparato jurisdiccional demandando su propio acto. De esta manera, al particular se le garantiza que sus derechos se mantendrán inalterables, mientras la jurisdicción, agotadas las formas propias de un juicio, no resuelva en favor o en contra de sus intereses. 10 “Dentro de este contexto, si la administración revoca directamente un acto de carácter particular y concreto generador de derechos, sin agotar uno de los requisitos señalados, vulnera los derechos de defensa y debido proceso del particular, derechos que, por mandato del artículo 29 de la Constitución, deben regir en las actuaciones administrativas. “Si la administración decide revocar el acto administrativo prescindiendo de la intervención del juez correspondiente, desconoce los principios de seguridad jurídica y legalidad que en este caso obran en favor del particular, quien confía que sus derechos se mantendrán inmodificables, hasta que él acepte que se modifiquen o el juez lo decida”. (Sentencia T315 del 17 de junio de 1996, Magistrado Ponente. Jorge Arango Mejía)”2. De conformidad con el artículo 73, excepcionalmente, hay lugar a la revocación de esos actos sin el consentimiento de la persona que de ellos deriva provecho, cuando resultan de la aplicación del silencio administrativo positivo, si se dan las causales del artículo 69 citado, o es evidente que nacieron por medios ilegales. EL DEBIDO PROCESO SANCIONATORIO Cuando de aplicar sanciones se trata, la potestad de los servidores públicos competentes está precisamente reglamentada, en lo relativo a la tipificación de la falta, la prueba del hecho que la configura y de la responsabilidad del presunto infractor, la sanción aplicable, el trámite para imponerla, los recursos contra ella. Toda la regulación está orientada a que el ejercicio de tales facultades se ajuste a dos parámetros fundamentales: el ejercicio de la autoridad en bien de la comunidad, del interés general, y el respeto a los derechos del individuo, que no pueden ser vulnerados injustamente, por fuera del orden jurídico. 2 Sentencia T-720/98 M. P. Alfredo Beltrán Sierra 11 En la sentencia T-1285 de 2005, la Corte analizó esta materia así: “Por regla general, los principios comunes a todos los procedimientos que evidencian el ius puniendi del Estado (legalidad, tipicidad, prescripción, culpabilidad, proporcionalidad, non bis in idem) resultan aplicables a los diferentes procedimientos sancionatorios –penal, disciplinario, fiscal, civil, administrativo no disciplinario- que establezca el legislador para proteger los diversos bienes jurídicos ligados al cumplimiento de los fines del Estado y el ejercicio de las funciones públicas3. Sin embargo, la Corte ha precisado que debido a las particularidades de cada uno de los regímenes sancionatorios, que difieren entre sí por las consecuencias derivadas en su aplicación y por los efectos sobre los asociados, dichos principios adquieren matices dependiendo del tipo de derecho sancionador de que se trate, siendo en todo caso dentro del escenario penal en donde estos presupuestos resultan más estrictos4”. En la misma providencia, explicó que el principio de legalidad comprende los de reserva legal y tipicidad. El primero de éstos implica que solamente en la ley pueden definirse delitos, contravenciones y faltas disciplinarias, establecer penas o sanciones administrativas o disciplinarias, y regular los procedimientos para imponerlas. Y el segundo exige que la norma describa claramente la conducta ilícita, de manera que no haya duda sobre el hecho, la omisión o la prohibición que acarrea la sanción penal, disciplinaria o administrativa. Es necesario, además, que determine todo lo relativo a la sanción, vale decir, la clase, término, cuantía, autoridad competente para su imposición y el trámite correspondiente. 3 4 Sentencia C-233/02 M. P. Álvaro Tafur Galvis. Ver Sentencia C-406/04 M.P. Clara Inés Vargas Hernández. 12 Es fundamental, además, el principio de la contradicción, en virtud del cual quien es sometido a un proceso penal, disciplinario o administrativo aduce pruebas para demostrar su inocencia o enervar las que se aducen en contra suya. En la sentencia C-564 de 2000, la Corte ratificó y amplió su jurisprudencia sobre la aplicación del debido proceso a las actuaciones administrativas que se cumplen en ejercicio del poder punitivo del Estado, y en particular del de policía: "El artículo 29 de la Constitución establece que el debido proceso ha de aplicarse tanto a las actuaciones judiciales como a las administrativas. Significa lo anterior, como lo ha establecido esta Corporación en reiterados fallos, que cuando el Estado en ejercicio del poder punitivo que le es propio y como desarrollo de su poder de policía, establece e impone sanciones a los administrados por el desconocimiento de las regulaciones que ha expedido para reglar determinadas materias, y como una forma de conservar el orden y adecuado funcionamiento del aparato, ha de ser cuidadoso de no desconocer los principios que rigen el debido proceso, entre ellos, los principios de legalidad, tipicidad y contradicción. Sin que sea dable asimilar el radio de acción de éstos en el campo penal y en el campo administrativo, porque la aplicación irrestricta de éstos, puede desconocer la finalidad misma de la infracción administrativa (sentencias T-145 de 1993, C- 214 de 1994; C-597 de 1996 y C-690 de 1996; C160 de 1998, entre otras)". La formulación adecuada del cargo permite al supuesto responsable ejercer en forma también adecuada, el derecho de defensa. Esa formulación concreta de cargos no se da en casos como éstos: 1. Si no se relacionan en forma precisa los hechos que demuestran la existencia de la supuesta infracción, hechos que 13 indiquen la existencia objetiva de la conducta reprochable a través de su comparación con una obligación preexistente fijada por la autoridad ambiental. Lo anterior implica que tiene que existir una relación exacta de las pruebas practicadas. que determine la existencia de los hechos o actos y su valoración, es decir, que establezca con precisión qué obras y acciones de recuperación, preservación y conservación de la cuenca determinadas en la licencia ambiental del proyecto fueron incumplidas. 2. Si no se cita la disposición legal presuntamente vulnerada (parágrafo del artículo 43 de la ley 99). 4. Si no se observa el acompañamiento de la autoridad ambiental o la actuación adelantada por ella para el logro del cumplimiento de la obligación presuntamente incumplida. 5. Si no se determinan las circunstancias de tiempo, modo y lugar en que sucedieron los hechos que supuestamente vulneran disposiciones legales. La determinación de tales circunstancias, así como la de los sujetos presuntamente responsables, resulta indispensable para el adecuado ejercicio del derecho de defensa. En lo que tiene que ver con la observancia del principio de legalidad, deberán señalarse, al formular cargos, cuáles son las normas infringidas que podrían dar lugar a una sanción, es decir, cuya inobservancia ha sido prevista como sancionable. De no precisarse tales normas, se vulneraría el derecho de defensa, pues su ejercicio resulta imposible si no se indica cuál es la norma cuya infracción daría lugar a la sanción. Esto, porque no es suficiente para imponer una sanción afirmar que no se ha observado debidamente el cumplimiento o la adecuación a una obligación, pues debe haber sido 14 señalado expresamente dicho sancionable de conformidad ordenamiento. incumplimiento como con un determinado A este respecto sostuvo la Corte Constitucional en la sentencia C-922 del 29 de Agosto de 200l, con ponencia del Magistrado Marco Gerardo Monroy Cabra: "6. Así pues, la Constitución prohíbe que alguien sea juzgado conforme a normas sustanciales que definan penas, que no sean preexistentes al acto que se imputa. Esta prohibición, aplicable en primer lugar a los Juicios penales, resulta extensiva a todos los procedimientos administrativos en los que se pretenda la imposición de una sanción. En efecto, reiterada jurisprudencia constitucional ha señalado que en el derecho administrativo sancionador son aplicables mutatis mutandi las garantías superiores que rigen en materia penal, entre ellas la de legalidad de las infracciones y de las sanciones, conforme a la cual nadie puede ser sancionado administrativamente sino conforme a normas preexistentes que tipifiquen la contravención administrativa y señalen la sanción correspondiente.5 Así por ejemplo, en la Sentencia C-386 de 1996, la Corte dijo: "El derecho disciplinario es una modalidad de derecho sancionatorio, por lo cual los principios del derecho penal se aplican, mutatis mutandi, en este campo, pues la particular consagración de garantías sustanciales y procesales a favor de la persona investigada se realiza en aras del respeto de los derechos fundamentales del 5 Sobre el particular pueden consultarse entre otras las siguientes sentencias: C-21l de 2000, M.P. Carlos Gaviria Díaz. C-564 de 2000, M.P Alfredo Beltrán Sierra; C-161 de 2000 M.P Alejandro Martínez Caballero. C-386 de 1996, M.P Alejandro Martínez Caballero. 15 individuo en comento, y para controlar la potestad sancionadora del Estado. Ahora bien, uno de los principios esenciales en materia sancionatoria es el de la tipicidad, según el cual las faltas disciplinarias no sólo deben estar descritas en norma previa sino que, además, la sanción debe estar predeterminada. " "Aunque el aparte trascrito se refiere específicamente al derecho disciplinario como parte del derecho administrativo sancionador, las consideraciones recaen sobre este último en general. Posteriormente, en el mismo sentido anterior, en otro fallo la Corte especificó: "La sanción administrativa, como respuesta del Estado a la inobservancia por parte de los administrados de las obligaciones, deberes v mandatos generales o específicos Que se han ideado para el adecuado funcionamiento o y marcha de la administración entre otros, y consecuencia concreta del poder punitivo del Estado, no debe ser ajena a los principios que rigen el derecho al debido proceso. Por tanto, debe responder a criterios que aseguren los derechos de los administrados. En este sentido, se exige, entonces, que la sanción esté contemplada en una norma de rango legal - reserva de ley-, sin que ello sea garantía suficiente, pues, además, la norma que la contiene debe determinar con claridad la sanción, o por lo menos permitir su determinación mediante criterios que el legislador establezca para el efecto. Igualmente, ha de ser razonable y proporcional, a efectos de evitar la arbitrariedad y limitar a su máxima expresión la discrecionalidad de que pueda hacer uso la autoridad administrativa al momento de su imposición. En otros términos, la tipificación de la sanción administrativa 16 resulta indispensable como Garantía del principio de legalidad.6 "De esta manera se tiene que en el derecho administrativo sancionatorio rige el principio de legalidad de las sanciones, conforme al cual toda infracción debe ser castigada de conformidad con normas preexistentes al hecho que se atribuye al sancionado." (Subrayado fuera del texto). NULIDAD DE LOS ACTOS ADMINISTRATIVOS El artículo 84 del Código Contencioso Administrativo establece las causales de nulidad de los actos administrativos. Todas suponen el quebranto del debido proceso en su expedición, pues según la norma son nulos en los siguientes casos: a) Cuando infringen las normas en que deberían fundarse La infracción de la norma que sustenta la decisión administrativa, supone el quebranto del debido proceso porque (como se ha explicado al examinar algunos de los temas anteriores) el servidor público no puede actuar sino de conformidad con la ley, haciendo lo que le está expresamente ordenado o permitido. Cuando el funcionario viola la norma en que debería fundarse, realiza algo que está por fuera de sus facultades. Dicho en otros términos, aplica una norma que no prevé el hecho o que traería consigo una consecuencia jurídica no establecida en ella. b) Si el funcionario es incompetente su actuación carece de validez, porque contraría los artículos 6º y 122: sencillamente, desbordó sus funciones “contenidas en ley o reglamento”, lo que supone quebrantar el debido proceso. 6 Sentencia C- 564 de 2000, M.P Alfredo Beltrán Sierra. 17 c) La expedición irregular es la consecuencia necesaria de la vulneración del debido proceso. Claro está que como ya en el derecho no hay fórmulas sacramentales, no cualquier irregularidad vicia el acto administrativo, sino la que traiga consigo el desconocimiento del derecho de defensa. Es lo que prevé el parágrafo único del artículo 140 del Código de Procedimiento Civil, según el cual “las demás irregularidades del proceso se tendrán por saneadas, si no se impugnan oportunamente por medio de los recursos…” d) Finalmente, desconocer el derecho de audiencia y de defensa, motivar falsamente la decisión o desviarse de las atribuciones, son ostensibles formas de violar el debido proceso. En efecto, las primeras son obvias; la segunda impide o dificulta la contradicción de la decisión, porque oculta sus verdaderas causas y defrauda la buena fe del particular. Y la última es el resultado de la falta de competencia o de la extralimitación de funciones. La nulidad implica que el acto administrativo nació con un vicio, circunstancia que, en principio, no impide que se cumpla, que produzca efectos; pero al ser reconocida su existencia, desaparecerá del mundo jurídico y con él sus efectos, aunque en algunos casos, éstos, ya causados, pueden subsistir. RÉGIMEN SANCIONATORIO EN LA LEY 99 DE 1993: SANCIONES ADMINISTRATIVAS AMBIENTALES El artículo 83 de la ley 99 de 1993 faculta al Ministerio del Medio Ambiente, las Corporaciones Autónomas Regionales, los departamentos, municipios y distritos con régimen constitucional especial, para “la imposición y ejecución de las medidas de policía, multas y sanciones establecidas por la ley, que sean aplicables según el caso.” Estas atribuciones las ejercerán a prevención con las 18 demás autoridades a quienes corresponden las funciones policivas. Fácilmente se entiende que el legislador quiso comprometer en esta tarea a los funcionarios que tienen una relación más cercana con la comunidad, que conocen de primera mano lo que acontece en las regiones y pueden actuar en forma inmediata cuando ocurran los hechos que dan lugar a las sanciones. Este proceso de policía es diferente del administrativo contemplado en el artículo 84, cuya competencia corresponde exclusivamente al Ministerio y a las Corporaciones. Para la imposición de las sanciones administrativas se sigue el procedimiento establecido por el decreto 1594 de 1984, como lo establece el parágrafo 3º del mismo artículo 84. La sanción puede provenir del incumplimiento de la ley o del incumplimiento de una obligación impuesta en la licencia ambiental. Tanto en uno como en otro caso, deberá establecerse con certeza el contenido de la obligación, así como la determinación de la responsabilidad del presunto infractor. Sólo en la medida en que las obligaciones sean claras, es decir, determinadas en todas sus circunstancias de espacio y tiempo, podrá verificarse si la actuación del infractor amerita la apertura de la investigación, la formulación de los cargos y la imposición de la sanción, si a la postre se establece su responsabilidad. Es preciso recordar, además, que la responsabilidad objetiva está proscrita en nuestros regímenes sancionatorios, razón por la cual no basta con establecer la omisión o el daño para proceder a la imposición de la sanción. No, es menester determinar el grado de responsabilidad y si el infractor obró con dolo o culpa, además de los demás elementos que configuran la responsabilidad extra contractual. RESPONSABILIDAD DEL FUNCIONARIO PÚBLICO POR LA VIOLACIÓN DEL DEBIDO PROCESO 19 El no adelantar en debida forma el proceso administrativo sancionatorio, desde de la formulación de los cargos hasta la imposición de la sanción, puede acarrear, no sólo la nulidad de la actuación, sino, además, la imposición de sanciones al funcionario responsable de las actuaciones u omisiones que generaron la vulneración del derecho al debido proceso, sanciones que están consagradas en la ley 734 de 2002 (Código Disciplinario Único). Lo anterior, sin perjuicio de la eventual responsabilidad penal. CONCLUSIÓN Como lo advertí alcomienzo, éstas son apenas algunas ideas que pueden ser útiles a quienes se encargan, como funcionarios o particulares de estos asuntos. Solamente se han esbozado temas y se han recordado principios que, por elementales, a veces se olvidan. Muchas gracias por la paciencia con que me han escuchado. 20