TEMA 4.- La Sagrada Escritura 1.

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TEMA 4.- La Sagrada Escritura
1.- Nuestra experiencia
1.1.
NUESTRAS PREGUNTAS
¿No hay muchas personas que dicen tener fe sin conocer la Palabra de Dios, sin haber nunca profundizado en ella?
¿Es necesaria la Biblia para saber lo que Dios quiere de mí? ¿No basta con hablar con Dios a mi manera para ser cristiano?
Quizás tengamos que reconocer que se nos está pidiendo recuperar nuestra capacidad de asombro, no suponer que “ya
lo sabemos todo”, más bien, al contrario, partir de que no lo sabemos, y esto, especialmente, para quienes hace ya años que
vivimos nuestra vida al amparo de la Iglesia.
La rutina puede haberse instalado en nosotros, el “esto siempre se ha hecho así” es una frase que
escuchamos con frecuencia y muestra el anquilosamiento que podemos padecer. Necesitamos recuperar la
frescura de la fe y, para ello, es fundamental contagiar el gusto por saborear el lugar donde se ha recogido
la historia de Dios con los seres humanos: la Sagrada Escritura.
1.2. EL TESTIMONIO DE LA PALABRA Y DE LA IGLESIA
Salmo 119, 89: “Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.
San Jerónimo: “Desconocer las Escrituras, es desconocer a Jesucristo”
Juan Pablo II: “Es necesario que la escucha de la Palabra se convierta en encuentro vital, en la antigua y siempre válida
tradición de la Lectio Divina, que permite encontrar en el texto bíblico la palabra viva que interpela, orienta y modela la
existencia” (Novo milenio ineunte, 39).
Muchos tenemos la experiencia del vigor que encuentran nuestras comunidades cristianas cuando hay personas que
forman grupos de reflexión que tienen como centro la Palabra de Dios, bajo la guía y ayuda de un animador. Todo va
cobrando sentido, no solo para la vida de nuestras comunidades, sino para la vida personal de cada creyente.
2.- La propuesta de la Fe
No debemos dar nada por supuesto. Bajo la frase: “yo soy una persona de fe”, hay grandes desconocimientos que
necesitan ser revisados para superar el analfabetismo religioso, como nos lo señalaba el papa Benedicto XVI.
2.1. LA BIBLIA COMO PALABRA DE DIOS
La Biblia podemos leerla como un conjunto de escritos de una cultura antigua, que cuenta
muchas cosas de un pueblo, de personas, de situaciones de todo tipo. Pero a nosotros no nos
interesa leer la Biblia porque sea un documento antiguo, sino porque nos transmite la revelación de
Dios. Queremos escuchar, a través de la Biblia, la Palabra del Dios vivo, que ha intervenido en la
historia de Israel y de la Iglesia, y que hoy nos sigue hablando.
La Biblia es el recuerdo vivo de su presencia y de su intervención para salvar a la
humanidad. Dios inspiró y ayudó a los autores sagrados que escribieron estos libros. No son
cosecha personal de unos iluminados. Por eso, decimos que la Escritura está inspirada, ya que ha sido escrita con la ayuda
del Espíritu Santo. Hay que leer la Biblia, no como un libro histórico o de ciencia, sino como libro de fe, regalado por Dios
para hablar con cada uno de nosotros.
Compendio núm. 18: “Decimos que la Sagrada Escritura enseña la verdad
porque Dios mismo es su autor: por eso afirmamos que está inspirada y
enseña sin error las verdades necesarias para nuestra salvación…”
2.2. LOS LIBROS DE LA BIBLIA
La Biblia o Sagrada Escritura es un conjunto de libros de distinto estilo literario y de distinta época, que recogen la
historia de la salvación que Dios ha realizado con el ser humano.
La Biblia consta de dos grandes partes:
El Antiguo Testamento, que recoge la Antigua Alianza con Israel.
El Nuevo Testamento, que recoge la Nueva Alianza, realizada con Jesucristo.
Compendio núm. 23: “La Escritura es una porque es única la Palabra de
Dios, único el proyecto salvífico de Dios y única la inspiración divina de
El Antiguo Testamento se compone de 46 libros que recogen la
ambos Testamentos. El Antiguo Testamento prepara el Nuevo, mientras
el pueblo de Israel. Se dividen en:
que éste da cumplimiento al Antiguo: ambos se iluminan
recíprocamente”.
Los escritos de tipo histórico, que recogen los momentos principales
su Alianza con Dios.
Los escritos de los Profetas de Israel.
Los escritos de la sabiduría de Israel y los salmos.
historia de la relación de Dios con
de la historia de Israel y de
El Nuevo Testamento reúne los 27 libros que narran la vida y el mensaje de Jesucristo así como la de los primeros
discípulos:
Los cuatro Evangelios: Mateo, Marcos, Lucas y Juan.
Los Hechos de los Apóstoles, que es como una primera historia de la Iglesia.
Las cartas de los Apóstoles: san Pablo, san Pedro, san Juan, Santiago, Judas, y la carta a los Hebreos.
El Apocalipsis.
Al conjunto de los libros que forman la Biblia se le llama “canon”. Así se
recoge en el Compendio núm. 20: “El canon de las Escrituras es el elenco
completo de todos los escritos que la Tradición Apostólica ha hecho discernir a
la Iglesia como sagrados. Tal canon comprende cuarenta y seis escritos del
Antiguo Testamento y veintisiete del Nuevo.”
2.3. LA PALABRA DE DIOS EN LA VIDA DE LA IGLESIA
Para que la Palabra de Dios llegue a nosotros y realmente nos renueve y nos transforme, tenemos que tener en cuenta
estos tres elementos:
Leerla en conversación personal con el Señor. A la Palabra de Dios hay que dedicarle tiempo, espacio,
silencio, meditación. No nos engañemos, una lectura rápida y superficial no cala en el corazón.
Ahora bien, es lógico que necesitemos de la ayuda de personas que tienen un conocimiento de las
Escrituras y nos guíen en cómo profundizar en las mismas y llevarlas a la vida.
Además, es preciso leerla y saborearla en compañía de personas de la parroquia, la comunidad, el
movimiento… de forma que poco a poco penetremos cada vez más en la riqueza que supone comprender,
amar y encontrarle sentido, disfrutando de cómo habla Dios a cada uno. La Escritura es eficaz para todas las
épocas y para todas las culturas.
3- Reflexión y Diálogo
¿Cómo tu fe se puede mantener al margen de las Escrituras sin profundizarlas?
¿Qué conocimiento tienes de las Escrituras? ¿Con qué ayudas cuentas para comprender la Palabra de Dios?
¿Por qué es necesaria la Iglesia si ya tenemos la Palabra de Dios?
4.- Desde la Fe respondemos
4.1. PROFESAR LA FE
Damos gracias a Dios por hacernos llegar su Palabra y revelarse a través de la Iglesia.
Buscamos en el Salmo 119 expresiones de alabanza a la Palabra de Dios y lo recitamos como profesión de fe.
4.2. HACER VIDA NUESTRA FE
Nos comprometemos a leer cada día la Palabra de Dios. Como propuesta, reflexionar cada día el Evangelio del
próximo Domingo.
Buscar una frase de la Biblia que pueda repetir durante el día y que me ayude a transformar mi vida según la Palabra
de Dios.
4.3. CELEBRAR LA FE
Prestar especial atención a la Liturgia de la Palabra, notando cómo la Iglesia me ayuda a encontrarme con la Palabra
en mi comunidad.
4.4. ORAR CON LA FE
“Señor Padre Santo, tú que nos has mandado escuchar a tu Hijo predilecto, alimenta nuestro espíritu con
tu Palabra; así, con mirada limpia contemplaremos gozosos la gloria de tu rostro. Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén” (Misal romano, oración colecta del II Domingo de Cuaresma).
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