Principales Rubros Acuícolas Camarón Marino El cultivo de crustáceos esta primordialmente representado por la camaronicultura, específicamente con la producción del camarón marino Litopenaeus vannamei, una especie “introducida” conocida como Camarón Blanco del Pacífico. El desarrollo alcanzado por este rubro ha convertido esta actividad en la más importante dentro de la producción acuícola nacional, cuya superficie de cultivo y capacidad de procesamiento rebasa muy por encima a los demás rubros acuícolas. El cultivo de camarón en Venezuela se inicia a escala experimental en el año 1972 con especies nativas de camarón blanco (L. schmitti) y camarón rosado (L. brasiliensis), pero es a partir de 1980 que se inicia las importaciones de postlarvas de L. vannamei (desde Texas, USA), obteniendo el primer desove de reproductores en el año 1987, estimulado por las inversiones privadas incentivadas ante las perspectivas de generar divisas mediante la exportación. En la década de 1990 y primeros años del 2000 se aceleró el crecimiento de este rubro como consecuencia de la disminución de las exigencias de la permisería, domesticación de la especie, ausencia de enfermedades virales importantes, consolidación de nuevas inversiones privadas y las atractivas condiciones que brindaban los mercados internacionales. La promulgación del Decreto con Fuerza de Ley de Pesca y Acuicultura, en noviembre del 2001, reforzó aún más la tendencia creciente de la camaronicultura en el país, ya que se establecieron condiciones adecuadas para promover su desarrollo, en especial en materia arancelaria, resultando para el año 2002 una participación del 67 % del total de la producción acuícola nacional, y logrando alcanzar en apenas dos (2) años posteriores su máximo registro de producción, reportando 24.000 TM, en aproximadamente 6.500 hectáreas de cultivo. Hasta el año 2005, Venezuela era el único país en Latinoamérica libre de infecciones virales específicas. La aparición del virus del Síndrome del Taura a finales del 2004, trajo consigo la caída de la producción, como consecuencia del cierre sanitario por un período aproximado de seis (6) meses en las principales granjas afectadas, en los estados Zulia, Falcón y Nueva Esparta. El virus del Taura o TSV (por sus siglas en inglés), causó mortalidades de hasta el 70% de los cultivos, resultando en grandes pérdidas del sector. Como respuesta a esta situación, el Estado Venezolano desarrolló un plan de atención el cual incluyó la importación de reproductores libres de patógenos (SPF), así como la promulgación de una normativa legal apropiada. Desafortunadamente, la importación de los reproductores como principal medida de mitigación, no se consolidó en la recuperación tan esperada de la industria, debido principalmente a la desatención de aspectos de bioseguridad, sanidad y genética que impactan en los niveles de producción. Durante el segundo semestre del 2008, se reportaron promedios de rendimiento de 1.800 Kg/Ha y sobrevivencias del 50%, los cuales resultan evidentemente muy inferiores a las presentadas en el 2004, de 2.700 Kg/Ha y 80% de sobrevivencia. Este aspecto en particular, aunado a los frecuentes cambios de las condiciones ambientales, específicamente en el Lago de Maracaibo (principal zona de cultivo), el incumplimiento de los compromisos con proveedores y entes crediticios adquiridos (incluso antes de la aparición del Taura), el erróneo manejo administrativo que ha derivado en frecuentes conflictos laborales, el aumento exponencial del precio del alimento balanceado, la caída del precio internacional del camarón junto con la crisis económica presentado por los principales mercados mundiales (Europa y los Estados Unidos); han traído como consecuencia la contracción de este rubro y la consecuente desocupación de cientos de puestos de trabajo, por el cese de operaciones de una cantidad importante de granjas de engorde e incluso centros de larvicultura. A pesar de este panorama, la producción de camarón de cultivo viene recuperándose manteniendo una gran diferencia con respecto al área de cultivo dedicada a la piscicultura, que pareciera seguir la misma tendencia para los próximos años. Por último, es necesario resaltar los antecedentes del cultivo del camarón de agua dulce Macrobrachium sp. hasta principio de este siglo. Los primeros reportes datan de 1988, siendo la máxima producción alcanzada de tan sólo 31 TM para 1991. En 1995 se contaba con un área aproximada de cultivo de 40 hectáreas. Actualmente este rubro ha desaparecido. Cachamas y sus híbridos Al rubro del cultivo de cachamas se le atribuye la mayor contribución en la producción piscícola reflejada en las estadísticas nacionales de la acuicultura. En los años 2001 y 2002, la producción de cachamas por acuicultura resultó superior a la captura fluvial de cachamas. El cultivo de cachamas recae principalmente en pequeños y medianos productores, quienes expenden en los mercados locales y urbanos, pequeños restaurantes y transportistas intermediarios en forma de pescado entero eviscerado, tanto fresco como congelado). No es sino a partir de 1974 que se desarrollan los primeros estudios en piscicultura de aguas continentales en la Estación Hidrobiológica de Guanapito del Ministerio de Agricultura y Cría del estado Guárico, a través del Proyecto MAC/PNUD/FAO/VEN72/017 Investigación y Desarrollo de la Pesca y la Piscicultura Continental, bajo el liderazgo del Dr. Elek Woynarovich, quien trabajó con las especies: cachama negra Colossoma macropomum, cachama blanca o morocoto Piaractus brachypomus, palometa Mylossoma duriventre y coporo Prochilodus mariae, lográndose la reproducción exitosa por hipofisación de la cachama en junio de 1977. Estas investigaciones rindieron sus frutos cuando en 1982 se instala la primera granja comercial de piscicultura en el país. En el presente se tienen dominadas muchas técnicas de cultivo con estas especies y sus híbridos. La cachamicultura en Venezuela se ha incrementado significativamente estimándose para 1999 un aumento de 75% respecto a 1995, por el cambio de rubro que realizaron algunos productores de tilapias prefiriendo las cachamas. A partir del 2000 el cultivo del rubro cachama y principalmente del híbrido cachamoto Colossoma macropomum X Piaractus brachypomus, se constituye en el rubro de mayor producción piscícola en Venezuela, seguido por la tilapia o pargo rosado Oreochromis spp. y la trucha arcoiris Oncorhynchus mykiss; manteniéndose esta tendencia hasta el presente, aunque con caídas significativas en la producción durante al año 2002 y su posterior recuperación a partir del 2005. Trucha A pesar de ser una especie exótica, la Trucha es considerara por los habitantes de la zona andina y del resto del país como una especie propia. La Trucha fue la primera especie piscícola introducida y cultivada en nuestro país. Los Andes venezolanos contienen muchos sistemas hídricos compuestos por ríos, lagunas, lagunas parameras, entre otros, que permiten la siembra de truchas para poblar estos cuerpos de agua, donde no existen bajo condiciones naturales especies de peces de importancia comercial. Se introdujo oficialmente en el año 1937, por el Ministerio de Agricultura y Cría (MAC) de la época, a través de la importación de huevos (ovas) embrionados provenientes de Estados Unidos y convirtiendo a la Laguna Mucubají, en el primer cuerpo de agua sembrado en febrero de 1938, extendiéndose posteriormente a los demás estados andinos. La primera granja truchícola fue construida por el Ministerio de Agricultura y Cría en La Mucuy (Campo Experimental Truchícola la Mucuy), estado Mérida, en 1938. A ésta siguieron otras en Boconó (estado Trujillo) y San José de Bolívar (estado Táchira) en 1940. En 1959 se creó en el estado Mérida la granja privada “Truchicultura Moconoque” y en 1966 comenzó a funcionar una segunda granja “Truchicultura Santo Domingo”. La Trucha Arcoiris representa el principal rubro acuícola en los estados andinos de los estados Táchira, Mérida y Trujillo. Para 1999 había 45 granjas truchícolas con alrededor de 50 hectáreas, que arrojaron una producción 678 toneladas. Las estadísticas del Instituto Socialista de la Pesca y Acuicultura (INSOPESCA) reflejan para el 2002 una producción de 500 toneladas. Para el año 2006 la producción fue de tan sólo 251 toneladas. No obstante, algunos expertos consideran que la truchicultura en Venezuela tiene una capacidad instalada para producir hasta 2000 toneladas al año. La truchicultura se ha visto afectada fundamentalmente por tres problemas: insuficiente suministro de alevines y de buena calidad; alimento de poca calidad y alto costo; y falta de un eficiente mercado de comercialización. Además, existen otros problemas como la escasez de mano de obra calificada y la poca variabilidad y disponibilidad de material genético que ha traído como consecuencia problemas de endogamia en los cultivos (hibridación intergenérica). Tilapia En el año 1959 se introdujo la tilapia negra Oreochromis mossambicus, con la finalidad de utilizarla como pez forrajero en ensayos preliminares con el pavón Cichla orinocensis en la Estación de Piscicultura El Limón, del estado Aragua. Ese mismo año se liberaron ejemplares adultos en el Lago de Valencia, en los estados Carabobo y Aragua. En 1964 se sembraron algunos ejemplares de O. mossambicus en la laguna de Los Patos del estado Sucre. En 1974 se promulga la resolución MAC-338 para prohibir la entrada de las tilapias y de alguna manera controlar los efectos negativos causados por la introducción previa de esas especies al país. Sin embargo, a finales de los 80 ocurrió la introducción ilegal de la tilapia azul Oreochromis niloticus y del híbrido de Oreochromis spp., en los estados Táchira, Zulia, Barinas, Portuguesa, Falcón y Cojedes. En tal sentido, para normar la situación irregular que se estaba desarrollando en el país y tratar de establecer el cultivo en forma planificada, se promulgó la resolución conjunta entre el Ministerio de Agricultura y Cría MAC-152 y el Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables MARNR-66 del 10-06-92, lo que no impidió que el cultivo de tilapias siguiera realizándose en forma anárquica. Finalmente, se promulgó la resolución conjunta MAC-117 y MARNR-70 del 06-05-97, que incorporó elementos para el control del escape de estas especies. Para 2001 sólo se desconocía la presencia de tilapias en los estados Amazonas y Delta Amacuro. A principios de la década de los noventa se importan con fines comerciales reproductores de Tilapia rendalli y del híbrido de tilapia rosada Oreochromis spp. Asimismo es reportada la introducción ilegal de la carpa herbívora Ctenopharyngodon idellus, para el control biológico de malezas acuáticas en la cuenca del río Morón, del estado Carabobo. Entre las causas que han conducido al fracaso de la mayoría de las unidades de producción de tilapias se han citado las siguientes: mal manejo de la especie por desconocimiento, negligencia o falta de apoyo técnico; escaso apoyo financiero e incremento de los costos operativos, lo cual hizo que algunos productores desistieran de la actividad por su poca rentabilidad, prefiriendo cambiar sus cultivos a especies nativas como las cachamas, que ya tienen un paquete tecnológico conocido; y mala calidad genética de la semilla ofertada en el país. Muchos productores consideran que las tilapias tiene mayor potencial para la exportación y un mercado más amplio que el de las cachamas, pero no dejan de reconocer que estás últimas tiene un mercado natural que está en franco crecimiento y con inmensas posibilidades de un mejoramiento post-cosecha; sin embargo, el cultivo de las cachamas presenta ciertas ventajas en relación a las tilapias, que son precisamente las que han permitido que se incremente el cultivo de estas en los últimos años, hasta convertirse en el segundo rubro de producción acuícola del país después de los camarones peneidos. Moluscos Bivalvos En Venezuela, los moluscos bivalvos son un grupo importante desde el punto de vista económico, ya que algunas especies sostienen pesquerías de primer orden e importancia. Esta situación ha favorecido la expectativa desde los años ‟60 de cultivarlos masivamente, particularmente en el nororiente del país. No obstante, no fue sino hasta la década de los 70 y 80 que se alcanzó cierto desarrollo acuícola con producciones entre 200–300 toneladas/año, particularmente con el mejillón marrón Perna perna y las especies de las ostras Crassostrea rhizophorae y Crassostrea virginica. En la actualidad, solo existen actividades de cultivo a pequeña escala, por lo cual no podría considerarse que los cultivos de moluscos bivalvos se hayan consolidado. El cultivo del mejillón marrón se desarrolló como una pequeña industria en la década de los años 70 con producciones anuales de unas 200 toneladas/año. A partir de 1977 una elevada incidencia de turbios o floraciones algales nocivas causaron la acumulación de biotoxinas en los mejillones (particularmente de los bancos naturales), que causaron la muerte de nueve personas, lo cual condujo a un control estricto por las autoridades gubernamentales, limitando el mercado y la producción en los subsiguientes años. Al reducirse la incidencia de mareas rojas a principios de los años 80, la producción se incrementó llegando a unas 150–200 toneladas/año, pero en 1985 reincidieron los efectos biotoxicológicos, lo cual produjo la pérdida de 200 toneladas, y con ello, una gran desconfianza en el consumidor, colapsando el mercado y la industria de cultivo de mejillón en Venezuela. En cuanto a la ostra de mangle Crassostrea rhizophorae se inició principalmente en el golfo de Cariaco y en la isla de Margarita. Las dos empresas que se establecieron en la década de los 70 producían un total de unas 20 toneladas/año, que se comercializaban en restaurantes y hoteles en la ciudad de Caracas. La producción de este rubro usualmente se ha visto afectada biológicamente por la alta competencia por espacio y alimento de los organismos del perifitón (microorganismos acuáticos que se adhieren a plantas enraizadas) y los incrementos del costo laboral asociados con su control. Adicionalmente, el fácil acceso a los bancos naturales y los elevados precios en sitios turísticos, generó una sobrepesca acompañada con acciones irresponsables (corte de raíces de mangles), que conllevaron a graves consecuencias ambientales y con ello a una baja disponibilidad de semilla del recurso fuera de las zonas protegidas, lo cual constituye actualmente una de las principales limitantes para el desarrollo de la actividad. Adicionalmente, muchas otras especies de moluscos bivalvos muestran ser adecuadas para la producción por acuicultura; de esta manera, el mejillón verde Perna viridis y las ostras perlíferas Pteria colymbus y Pinctada imbricata muestran una aceptable recolecta de semilla en el medio natural y tasas elevadas de crecimiento y supervivencia en condiciones de cultivo. En los pectínidos Euvola ziczac y Nodipecten nodosus, las técnicas de producción masiva de semillas y estrategias de cultivo se encuentran establecidas y validadas a nivel experimental. El cultivo de estas dos especies de pectínidos (al igual que el de Crassostrea rhizophorae) podría inclusive coadyuvar al mantenimiento de las poblaciones nativas, ya que estas especies están en riesgo de extinción como recurso natural explotable. Otros rubros Bagres: Son considerados el grupo de especies nativas con más potencial para la acuicultura continental y en los cuales se ha realizado mayor esfuerzo de investigación para su producción, específicamente en aquellas pertenecientes a la familia Pimelodidae. Estas especies, y en especial los bagres rayados Pseudoplatystoma orinocoense y Pseudoplatystoma metaense, representan más de 40% de las capturas fluviales dentro de los bagres y son muy aceptadas por la población en general. En 1984 se comenzaron los estudios sobre la reproducción inducida del bagre rayado cabezón P. orinocoense, y aunque en los últimos años se han registrado inconsistentemente pequeñas pero significativas producciones (2008: 22 Ton., y 2011: 176 Ton.), ha sido muy difícil el desarrollo acuícola a escala comercial de estas especies, debido a la limitada oferta de alevines como consecuencia de sus hábitos carnívoros y un acentuado canibalismo larval; mismas barreras que ya han sido superadas por nuestros vecinos brasileros y colombianos. Algas Marinas: Las primeras experiencias sobre el cultivo de Macroalgas para uso industrial datan de la década de los „60, cuando se identifica el contenido de alginatos en dos (2) especies del género Gracilaria. Para los años „80 se inician los primeros cultivos escala piloto con Gracilaria cornea, y en 1986 se instala en Venezuela la empresa Geles del Caribe, con una planta piloto de agar incorporando el cultivo de Gracilariopsis lemaneiformis obteniéndose valores de 7 % de incremento diario, y debido al éxito se 2 instala en 1991 una granja de 1,5 hectáreas con productividad de 5 Kg/m , incrementándose las unidades de producción de esta especie aun cuando el rendimiento no era el esperado. Para el año 1996 se incorpora el cultivo de Kappaphycus alvarzii y Eucheuma denticulatum con tasa de crecimiento entre 4 y 7,55% diario, para alcanzar 30 Tm/Ha/año. Las metodologías de cultivo fueron sistemas de fondo y sistema flotante. Los promotores del proyecto alegaron argumentos en relación a la acción ecológica sobre los ecosistemas debido a la presencia de estas especies exóticas, sin embargo, el Ministerio de Ambiente de aquellos años no aprobó la introducción de estas especies ni las actividades conexas a ella. El producto no tenía mercado nacional motivo por el cual su procesamiento y comercialización estaba sujeto a tecnologías extranjeras y a su exportación por una sola empresa en el país. Peces Marinos: En cuanto a la piscicultura marina en Venezuela, a pesar que se han realizado innumerables cultivos experimentales con especies potenciales, no se ha logrado saltar a la escala comercial. No obstante vale resaltar que desde el año 2004 se dieron los primeros ensayos para la producción de la Paguara (Chaetodipterus faber), conocido en el idioma anglosajón como Atlantic Spadefish, un pez marino que no requiere de altas concentraciones de proteína animal en su dieta por su condición omnívora. Bajo la conducción de profesionales de la Fundación para la Investigación y Desarrollo de la Acuicultura del Estado Sucre (FIDAES), una entidad del Gobierno Regional, se viene consolidando en el estado Sucre basado en la formulación de un protocolo para la producción de alevines y engordarlos en pequeñas jaulas flotantes de tipo artesanal ubicadas en asentamientos de pescadores por toda la costa sucrense, a quienes se les capacitan y enseñan las bonanzas de la acuicultura como alternativa a la pesca extractiva tradicional. Esta experiencia se considera la más exitosa de la piscicultura marina nacional, luego que en el 2009 se reportó una producción de 5,8 toneladas, a pesar de las limitaciones en cuanto a espacio físico e infraestructura, lo que impide que se dé el salto a la producción a escala industrial.