CORTE SUPREMA DE JUSTICIA SALA DE CASACIÓN CIVIL

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CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
SALA DE CASACIÓN CIVIL
Magistrado ponente
WILLIAM NAMÉN VARGAS
Bogotá, D.C., cinco (05) de diciembre de dos mil once (2011)
Discutida y aprobada en Sala de veintidós (22) de noviembre de dos mil once (2011)
Referencia: 25269-3103-002-2005-00199-01
Se decide el recurso de casación interpuesto por la
parte demandante, respecto de la sentencia de 7 de noviembre de
2008, proferida por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Cundinamarca, Sala Civil-Familia, en el proceso ordinario de
Blanca Inés Ordóñez en nombre y representación de la sucesión
del causante Jon Ocerín Alvarino contra Armando Pachón
Rodríguez.
ANTECEDENTES
1.
En la demanda, se pidió declarar la rescisión
por lesión enorme de la compraventa contenida en la Escritura
Pública 771 del 13 de julio de 2004 celebrada con el demandado
sobre el 50% de los derechos del inmueble ‘Los Manzanos’ con
folio de matrícula inmobiliaria número 156-89046, unificado al
número 156-0033135 de la Oficina de Instrumentos Públicos de
Facatativá, ordenarle restituir todo derecho vinculado al predio
con sus frutos civiles y naturales, incluirlo en la sucesión de Jon
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artículo 1948 del Código Civil en caso de allanarse a la rescisión,
y condenarlo en costas.
2.
Fúndase el petitum, en los siguientes hechos:
a)
El 20 de mayo de 2004, Blanca Inés Ordóñez,
actuando como apoderada, en nombre y representación de Jon
Ocerín Alvarino, según poder conferido por éste, celebró con el
señor Armando Pachón Rodríguez promesa de compraventa,
prometiendo transferir los derechos que pudieren corresponderle
respecto del fundo anterior como único heredero en la sucesión
de Sixta Tulia Alvarino de Ocerín y Eleuterio Ocerín Atucha, en la
suma total de $115.000.000 pagadera por contados en la ciudad
de Facatativá, $10.000.000 a la firma, $10.000.000 el 15 de
agosto de 2004, $60.000.000 con la casa ubicada en la calle 21
No. 2D-85 de Madrid (Cundinamarca), $8.000.000 el 8 de
diciembre de 2004 y $27.000.000 el 20 de abril de 2005.
b)
Acordaron los promitentes contratantes otorgar
la escritura pública contentiva de la compraventa en dos partes, el
20 de septiembre de 2004 la del 50% de todos los derechos y
acciones sucesorales sobre el inmueble, y el 20 de abril de 2005,
el restante 50%, a las dos de la tarde en la Notaría del Círculo de
Mosquera.
c)
El 13 de julio de 2004 las partes suscriben las
escrituras públicas 771 y 772, en las cuales el causante vendió
por $63.000.000,00 el 50% del dominio de ‘Los Manzanos’, y Jhon
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50C-1395918 de Madrid (Cundinamarca), por $10.000.000,00 así
la promesa exprese la de $60.000.000.
d)
Para el 13 de julio de 2004, el justo precio del
inmueble ascendía a $600.000.000, el 50% valía $300.000.000,00
y al transferirse por $63.000.000,00 se presentó lesión enorme,
más aún por el exorbitante de la casa acordada como pago, y a la
fecha de los instrumentos públicos, el demandado sólo había
cancelado irregularmente $18.000.000.00
3.
Constituida la relación jurídica procesal, el
demandado resistió las súplicas e interpuso la excepción llamada
“[i]nexistencia e improcedencia de la acción invocada”.
4.
Tramitado el proceso, el Juzgado Segundo Civil
del Circuito de Facatativá, en sentencia de 31 de agosto de 2007,
declaró la rescisión de la compraventa contenida en la Escritura
Pública No. 771 por lesión enorme de la vendedora, concedió al
demandado el ejercicio del derecho consagrado en el artículo
1948 del Código Civil, ordenó a la parte demandante restituir la
propiedad ubicada en el municipio de Madrid (Cundinamarca),
incluir el inmueble en el acervo sucesoral, y condenó al primero a
restituir cualquier derecho, frutos civiles y naturales que hubiere
podido percibir con sus accesiones, así como a pagar costas y
agencias en derecho.
5.
El ad quem, al decidir la apelación interpuesta
por el demandado, en sentencia de 7 de noviembre de 2008,
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LA SENTENCIA IMPUGNADA
1.
Tras reseñar los antecedentes, pretensiones,
causa petendi, réplica a la demanda, excepciones, la sentencia,
apelación y los alegatos del demandante, el fallador de segundo
grado, halló los presupuestos procesales, memoró las exigencias
normativas de la lesión enorme, asunto objetivo ajeno a los vicios
del consentimiento cuya procedencia implica desequilibrio entre el
justo precio y el pagado o recibido, el contrato respecto del cual la
ley la autoriza, el oportuno ejercicio de la acción, la ausencia de
renuncia a ésta y que la cosa no se haya perdido en poder del
comprador, para señalar con jurisprudencia, por precio a estimar
el pactado en la promesa de compraventa, cuando precede a la
venta, pues más de las veces se toma el avalúo catastral con
miras a disminuir la base gravable.
2.
Enseguida, precisó el contrato de compraventa
cuya rescisión se pretende, contenido en la Escritura Pública 771,
otorgada en la Notaría Única del Municipio de Madrid el 13 de julio
de 2004 sobre el 50% del dominio de Los Manzanos con folio de
matrícula inmobiliaria 156-89046, al que las partes asignaron la
suma de $63.000.000,00 “que el vendedor declaró haber recibido
en efectivo” (folio 23, cdno. 3), pacto antecedido de la promesa
celebrada el 20 de mayo de 2004 relativa a todos los derechos del
causante John Ocerín Alvarino como heredero exclusivo en la
sucesión de Sixta Tulia Alvarino de Ocerín y Eleuterio Ocerín
Atucha, por los cuales acordaron un precio total de $115.000.000,
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de derechos y acciones, y el otro 50% de derecho de cuotas,
aquélla concierne a una parte.
3.
Después de advertir “que la génesis de la
posterior suscripción de las escrituras públicas No. 771 y 772 del
13 de julio de 2004, fue la promesa de compraventa”, precisó “que
con tales instrumentos ‘solo se dio cumplimiento a una parte de la
promesa de compraventa que recayó sobre el 50% del predio
(…)’” (fl. 24, cdno. 3), sin estar ejecutada “plenamente” según
evidencia el denominado acuerdo entre las partes firmado el 29
de septiembre de 2004, que “habría acreditado el pago de
$83.000.000,00, faltando para completar (…) $32.000.000,00” (fl.
25), “que, las partes persistieron en la ejecución del negocio
jurídico, por lo menos hasta” esa fecha, por lo cual, no habiéndose
ejecutado totalmente, “mal puede la demandante pretender la
rescisión” de los mencionados contratos, pues “si el precio fue
uno solo y el bien prometido en venta también, el contrato no
puede escindirse”, ni rescindirse el contenido en la Escritura
Pública número 772 sin citar al vendedor, a más de la
imposibilidad para determinar “sobre qué parte del inmueble
recayeron los pagos que hizo el prometiente comprador, si sobre
el primero ó el segundo 50%, si se otorgó mayor valor a la cuota
de dominio o a los derechos y acciones”, y en cuanto los
contratantes soportan los efectos “de un contrato ejecutado a
medias”, no es la rescisión por lesión enorme la vía judicial idónea
para solucionar el litigio, por cuanto, “la escritura que se pretende
rescindir recoge solo una parte del negocio (…) encontrándose
insoluta la ejecución de la otra parte” (fl. 25).
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4.
A continuación, con los interrogatorios de parte,
ultimó “que el contrato celebrado (…) recayó sobre todo el predio
[L]os Manzanos y que a la fecha de la presentación de la
demanda, tal contrato no había sido cumplido en forma idónea,
porque la demandante no había suscrito la escritura del 50%
restante y seguramente el demandado no había acabado de
cancelar el precio pactado” (fl. 26, cdno. 3), para concluir “que el
contrato a rescindir” no sólo es la compraventa plasmada en la
Escritura Pública 771, “sino el … de promesa de compraventa, el
cual por su propia naturaleza no es susceptible de ser rescindido”.
LA DEMANDA DE CASACIÓN
Formula cuatro cargos replicados, que serán decididos
conjuntados por servirse de análogas consideraciones.
PRIMER CARGO
1.
Por la causal primera de casación consagrada
en el artículo 368 del Código de Procedimiento Civil, acusa la
sentencia de conculcar los artículos 6, 37[4], 174, 175, 176, 177,
179, 183, 187, 203, 208, 233, 234, 237, 238, 241, 251, 252, 253
254, 258, 262, 264, 265, 268, 276 y 279 del C. de P.C., 1, 2, 28,
1494, 1501, 1517, 1551 [2], 1581, 1602, 1603, 1610, 1611, 1618,
1619, 1621, 1625, 1626, 1627, 1633, 1648, 1649, 1757, 1760,
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89 de la Ley 153 de 1887; 12 y 13 del Decreto 960 de 1970, 43 y
44 del Decreto 1250 de 1970, a consecuencia de yerro fáctico
probatorio al adulterar la objetividad de la prueba documental
agregándole un contenido del cual carece.
2.
Previo discurso respecto de la carga probatoria,
el deber legal de sustentar la decisión judicial en las pruebas del
proceso y las facultades valorativas del fallador, señala el poder
conferido por Jon Ocerín a Blanca Inés Ordóñez, la promesa de
compraventa celebrada con Armando Pachón Rodríguez el día 20
de mayo de 2004, prometiéndole transferir a título de venta los
derechos de cuota que le corresponden como heredero único de
Sixta Tulia Alvarino de Ocerín y Eleuterio Ocerín Atucha, sobre
‘Los Manzanos’ (fls. 25-28, cdno. 1), el documento de acuerdo
entre las partes fechado a 29 de septiembre de 2004 (fl. 29, cdno.
1) y el de compromiso firmado ese día por el demandado (fl. 30,
cdno. 1), para censurar la conclusión del ad quem al separarse
del a quo so pretexto de no tener “en cuenta que el contrato a
rescindir no puede ser solo el que aparece en la escritura pública
número 771, sino el contenido en el contrato de promesa de
compraventa, el cual por su propia naturaleza no es susceptible
de ser rescindido”, pues el negocio preparatorio y el definitivo son
distintos en sus exigencias normativas, efectos y obligaciones, el
cumplimiento parcial de la promesa no comporta la invalidez o
inexistencia de la parte perfeccionada con las Escrituras Públicas
771 y 772, ni excluye las acciones judiciales al respecto.
3.
El juzgador, añade la recurrente, erró en el
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preliminar, excluir la acción rescisoria por lesión enorme en
tratándose de actos ejecutados “a medias”, reconocer razón “al
demandado al afirmar que el negocio que se pretende rescindir es
aquél contenido en la promesa de compraventa”, porque “en
manera alguna se está pretendiendo rescindir el contrato de
promesa de compraventa” ni “enervar una demanda ordinaria de
resolución”.
4.
El fallo, a juicio de la casacionista, cambió “el
contenido esencial de la promesa” y tergiversó sus condiciones, al
tener con el acuerdo de 29 de septiembre de 2004 “acreditado un
pago que realmente no existe ni existió” por $83.000.000, faltando
$32.000.000 pagaderos con un carro cuyo valor agrega sin
acordarlo jamás las partes, y en todo caso, conforme al artículo
1581 del Código Civil la obligación es divisible, se cumplió en
parte la promesa y la totalidad de la compraventa del 50%,
además por su independencia, es impertinente “afirmar que del
contrato que perfeccionó en parte dicha promesa, imposible
pueda originarse la acción ultra médium”, o “que lo fue porque no
se ha ejecutado totalmente el negocio”.
SEGUNDO CARGO
1.
Por idéntica causal denuncia la violación de los
artículos 6, 37 [4], 174, 175, 176, 177, 179, 183, 187, 203, 208,
233, 234, 237, 238, 241, 251, 252, 253 254, 258, 262, 264, 265,
268, 276 y 279 del C. de P.C; la falta de aplicación de los artículos
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de 1970, 43 y 44 del Decreto 1250 de 1970, y la indebida
aplicación de los artículos 1, 3, 28, 1494, 1501, 1517, 1551 [2],
1581, 1602, 1603, 1605, 1610, 1611, 1618, 1619, 1621, 1625,
1626, 1627, 1633, 1648, 1649, 1757, 1849, 1857, 1858, 1864,
1866, 1868, 1923[1], 1946, 1947, 1948, 1950 y 1954 del Código
Civil, 905, 920 del Código de Comercio y los artículos 89 de la Ley
153 de 1887, 12 y 13 del Decreto 960 de 1970, 43 y 44 del
Decreto 1250 de 1970, a causa de error fáctico probatorio.
2.
Precisa la censura el cercenamiento, alteración
o distorsión de los siguientes medios probatorios:
a)
La documental contenida en Escritura Pública
número 1237 otorgada el 24 de junio de 2004 en la Notaría
Catorce de Bogotá contentiva del contrato por el cual Jon Ocerín
Alvarino en carácter de hijo y único heredero de sus padres,
transfiere a Armando Pachón Rodríguez “a título singular de venta
o cesión perpetua” sus “derechos y acciones herenciales que a
título de heredero corresponde o pueda corresponder, sobre el
derecho de dominio y posesión del derecho de cuota que la
causante” tiene sobre el predio, documento preterido; la Escritura
Pública número 771 suscrita el 13 de julio de 2004 en la Notaría
Única de Madrid con la que las partes “proceden a rescindir,
anular o dejar sin ningún valor” la anterior y se transfiere a título
de venta real el pleno derecho de dominio, posesión y propiedad
que Jon Ocerín “tiene y ejerce sobre sus derechos de cuota
equivalentes al cincuenta por ciento (50%) de los derechos” sobre
el inmueble por un precio de $63.000.000,00 siendo errada la
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segundo 50%”; la Escritura Pública número 772 del 13 de julio de
2004, otorgada en la misma Notaría, por la que se transfiere el
derecho de dominio, posesión y propiedad sobre el lote número 2
con la casa construida, situado en San Pedro, Madrid, en torno a
la cual estimó errónea la rescisión decretada por el a quo sin citar
al otorgante, incurriendo en igual yerro en cuanto a la dificultad
para precisar los pagos efectuados; los certificados de libertad y
tradición correspondientes a los folios inmobiliarios 50C-135918 y
156-33135 donde consta la inscripción de las ventas de John
Fredy García a Blanca Inés Ordóñez y de Jon Ocerín a Armando
Pachón, sin mencionarlas el Tribunal.
b)
El interrogatorio de parte rendido por Blanca
Inés Ordóñez, reconociendo el pago en efectivo por partes y en
especie de la casa situada en Madrid por $10.000.000 en mal
estado según fotografías anexas y la inconformidad de su esposo
con la negociación, en torno al que el fallador consignó un valor
de $60.000.000, pagos por $18.000.000 en cuotas y la orden
impartida al arrendatario de no entregar la finca a Armando
Pachón por su incumplimiento.
c)
El dictamen pericial omitido por el fallador, en
cuanto concluye el precio comercial del fundo ‘Los Manzanos’ a
13 de julio de 2004 fecha de la transferencia en $290.000.000, y
al 4 de mayo de 2007, por $350.000.000; el de la casa ubicada en
Madrid, en $18.000.000 y los frutos que podría producir el primero
por $500.000 mensuales, $17.000.000 en el tiempo corrido,
también el obstáculo para separar las construcciones levantadas
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3.
Tales pruebas demuestran el objeto contractual
y precio concreto, la inscripción de los instrumentos en el registro
inmobiliario, el justo precio y el pagado, el mal estado de la casa
recibida acreditan la lesión enorme, y de haberlas considerado el
juzgador, otra sería la decisión, pues los restantes elementos de
convicción tampoco la soportan, siendo así trascendente el yerro
en tanto probado el desequilibrio patrimonial, debió rescindir el
contrato.
TERCER CARGO
1.
Por la causal primera de casación acusa la
sentencia de transgredir las normas enunciadas en el cargo
precedente por error de derecho al cercenar el alcance legal de
las documentales, el dictamen pericial y el interrogatorio de parte,
también por atribuir a la promesa de compraventa un valor
diverso.
2.
El fallador, según la recurrente, desconoció las
Escrituras Públicas 771, 772 y 1237 y los certificados de libertad
de los predios, documentos auténticos, tenidos por prueba y no
tachados de falsos; la primera, plasma la compraventa del 50% de
los derechos de cuota del fundo, o sea, define “exactamente el
objeto de la venta”, el precio de $63.000.000, rescinde la 1237
atañedera a la enajenación de derechos o acciones herenciales, y
la 772 concierne al lote de Madrid; el contrato de promesa, señala
el precio en $115.000.000,00 mantenido en el acuerdo del 29 de
septiembre de 2004 que modificó sólo las condiciones del pago
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deducibles del precio destinados a pagar a Carlos Santana para
que entregara la finca, el pacto de intereses sobre $8.000.000,00
contenidos en el pagaré, la suscripción de la escritura pública
transfiriendo la posesión por más de veinte años el 8 de diciembre
de 2004, quedando un saldo de $16.000.000,00 que debía pagar
el demandado el 20 de abril de 2005; sin embargo, el ad quem
sobre el incumplimiento de la promesa olvidó su cumplimiento
mediante la compraventa celebrada en la Escritura Pública 772,
momento en el cual debe dilucidarse la lesión enorme, “mas no en
el precio en sí mismo considerado”, máxime si no se desconoce el
valor o precio pactado en la promesa, se realizó un pago parcial
reflejado en la Escritura 771 fijando valor al 50% de los derechos,
sin tergiversar el pacto ni el precio, pues cada instrumento público
determina el objeto contractual y el valor determinado.
3.
El error atañe a la negativa del valor probatorio
conferido por la ley a la promesa de compraventa y desestimar la
lesión patrimonial cuando debió reconocerse al comprobarse tanto
el objeto contractual como el precio exacto estipulado en la
Escritura Pública número 771, el justo precio en el dictamen, más
aún si se entregó por $60.000.000,00 un predio con valor real de
$18.000.000,00
CUARTO CARGO
1.
Invocando la causal primera de casación ataca
la sentencia por “error juris in iudicando”, falta de aplicación de los
artículos 905, 909, 920 del Código de Comercio; 1, 21, 22, 30,
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1621, 1625, 1626, 1627, 1633, 1648,1649, 1757, 1760, 1849,
1857, 1858, 1864, 1866, 1928 inciso 1, en especial, 1946, 1947,
1948 del Código Civil, 43 y 44 del Decreto 1250 de 1970, 12 y 13
del Decreto 960 de 1970, 12 y 13 de la Ley 153 de 1887, además
el artículo 230 de la Constitución Política.
2.
Denota la recurrente la falta de aplicación de
alguna norma jurídica civil o comercial en la decisión, advierte
ausencia de discusión sobre “que valor se ha de tomar en cuenta
para establecer la existencia de la lesión enorme”, el cual, “es
como acertadamente lo tiene a bien el Ad Quem: ‘aquel que se
pactó en la promesa de venta’”; sin embargo, no tuvo en cuenta,
la independencia del objeto de cada contrato, el de promesa y el
prometido, pues la venta precedida de una promesa, “no implica
necesariamente que uno obligatoriamente dependa del otro” por
la divisibilidad de la obligación, la autonomía de las obligaciones,
la prestación de dar propia de la venta independiente a la de
hacer de la promesa, de donde desconocido su cumplimiento con
la suscripción de las escrituras públicas, no hay razón a la
inaplicación de los artículos 1857 y 1947 del Código Civil, ni los
restantes, tanto más si fueron acatadas las solemnidades o
formalidades de los actos relativos a inmuebles, en particular, la
tradición registrada como consta en los folios inmobiliarios, yerros
trascendentes, por lo cual, pide casar la sentencia y en sede de
instancia, acceder al petitum.
CONSIDERACIONES
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enorme respecto de la compraventa contenida en la Escritura
Pública 771 del 13 de julio de 2004 por preceder la promesa de
compraventa celebrada el 20 de mayo de 2004, recaer sobre “una
parte del negocio (…) encontrándose insoluta la ejecución de la
otra parte” (fl. 25) para concluir “que el contrato a rescindir” no
solo es aquélla “sino el (…) de promesa de compraventa, el cual
por su propia naturaleza no es susceptible de ser rescindido”,
desconociendo la tipología, autonomía, independencia y función
del contrato preparatorio y el definitivo, así como la posibilidad de
impugnar la compraventa parcial en ejecución de una promesa.
Lo anterior a causa, ya de error fáctico probatorio
respecto de la promesa de compraventa, documentos de acuerdo
y compromiso de 29 de septiembre 2004, Escrituras Públicas
1237 de 24 de junio de 2004, 771 y 772 del 13 de julio de 2004,
folios inmobiliarios 50C-135918 y 156-33135, interrogatorio de
parte de Blanca Inés Ordóñez y dictamen pericial omitido (cargos
primero y segundo), ora de derecho, al cercenar su alcance legal
(cargo tercero) o inaplicar norma civil o comercial alguna (cargo
cuarto).
El estudio conjunto de los cargos se justifica por
denunciar la violación de unas mismas normas, dirigirse contra
idénticas pruebas, el reproche formulado en el tercero estricto
sensu concierne a la contemplación material u objetiva de las
pruebas, y el cuarto, se sirve de análogas consideraciones, desde
luego el fallador valoró las probanzas sin restarles su eficacia
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2.
En lo referente a la acusación conjuntada, los
elementos de convicción señalados por la censura, demuestran:
a)
Las partes celebraron promesa de compraventa
el 20 de mayo de 2004, por cuya virtud prometieron transferir y
adquirir “el derecho de cuota del dominio, propiedad y posesión
que corresponde” a Jon Ocerín Alvarino “como único heredero” de
sus padres respecto del predio ‘Los Manzanos’ con matrícula
inmobiliaria 156-89046, acordaron otorgar una escritura pública de
compraventa respecto del “50% de todos los derechos y acciones
sucesorales radicados en el inmueble” el 20 septiembre de 2004,
y otra del “50% restante el 20 de abril de 2005, a las 2:00 pm” en
la Notaría Única de Mosquera, un precio total de $115.000.000
pagadero $10.000.000,00 con la firma del contrato preliminar,
$10.000.000,00 el 15 de agosto de 2004, $60.000.000,00 a la
transferencia del dominio de la casa ubicada en la calle 21 No.
2D-85 de Madrid en la misma fecha, hora y notaría convenida
para enajenar el 50% de los derechos de cuota, $8.000.000,00 el
8 de diciembre de 2004 y $27.000.000,00 el 20 de abril de 2005
(fls. 25-28, cdno. 1).
b)
El 29 de diciembre de 2004, acuerdan deducir
$13.000.000,00 del saldo por $37.000.000,00 para pagar a Carlos
Julio Santana por una pertenencia, quedando un monto insoluto
por $24.000.000,00 contenido en el pagaré por $8.000.000,00
pagadero con intereses el 8 de diciembre de 2004 cuando el
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de 2005 al otorgarse el instrumento público pendiente (fl. 29,
cdno. 1), y en esa misma fecha, el señor Pachón Rodríguez “se
compromete a cubrir de su patrimonio económico” a más tardar
en la última fecha expresada, reparaciones y arreglos al inmueble
de la Calle 21 No. 2D-85 de Madrid, tales como colocar la
fachada, baldosines en los pisos primero y segundo, baños
nuevos, pasamanos de escalera, entregar en buen estado y “con
papeles” un carro Renault 12 (fl. 30, cdno. 1).
c)
Según Escritura Pública 1237 otorgada el 24 de
junio de 2004 en la Notaría Catorce de Bogotá, Jon Ocerín
Alvarino transfiere por $65.000.000,00 “a título de venta o cesión
perpetua” al señor Armando Pachón Rodríguez, “los derechos y/o
acciones herenciales que a título de heredero le corresponden o
pudieren corresponder, sobre el derecho de dominio y posesión
del derecho de cuota que la causante” Sixta Tulia Alvarino de
Ocerín tiene sobre el inmueble, incluida la posesión material
superior a veinte años (fls. 9-14, cdno. 1).
d)
Mediante Escritura Pública 771 del 13 de julio
de 2004 suscrita en la Notaría Única de Madrid, las partes dicen
“RESCINDIR, ANULAR O DEJAR SIN NINGÚN VALOR” la
anterior, y Jon Ocerín “transfiere a título de venta real y efectiva” a
Armando Pachón Rodríguez “el pleno derecho de dominio,
posesión y propiedad que… tiene y ejerce sobre sus derechos de
cuota equivalentes al cincuenta por ciento (50%) … sobre” el lote
‘Los Manzanos’, por la suma de $63.000.000 que declara recibir
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e)
Mediante instrumento público número 772 de la
misma Notaría y fecha, Jhon Freddy García Rodríguez enajena a
Blanca Inés Ordóñez, el dominio del lote No. 2 con la casa de
habitación situada en Madrid, por $10.000.000 (fls. 2-4, cdno. 1),
instrumentos inscritos a los folios de matrícula inmobiliaria 50C1395918 y 156-33125 (fls. 15-17, cdno. 1).
f)
Blanca Inés Ordóñez en su declaración admite
el precio del inmueble en $115.000.000,00 señalado en la
promesa de compraventa por convencerla el demandado y Marina
Parra Pachón por una mala asesoría, acepta la forma de pago
con una casa por valor real de diez millones de pesos que luego
el demandado hizo valer en sesenta millones, carente de acceso,
en obra gris y conformada de dos lotes, uno de otra persona,
aceptado el precio del cual recibió diez millones al firmarse la
promesa y ocho millones por partes, cree que fue estafada, la
casa está en mal estado y tiene su posesión, la orden de no
entregar la finca la impartió su esposo por incumplimiento del
demandado (fls. 123-139, cdno. 1).
g)
El dictamen pericial presentado el 4 de mayo de
2007, en respuesta al avalúo y precio comercial de “‘Los
Manzanos’ el día 13 de julio de 2004”, por su ubicación, extensión
y características, contesta: “[t]eniendo en cuenta los factores
descritos anteriormente el predio denominado LOS MANZANOS,
para la época de la negociación se avalúa comercialmente en la
cantidad de DOSCIENTOS NOVENTA MILLONES DE PESOS
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la casa situada en Madrid en “[dieciocho millones de pesos]
($18.000.000) por cuestiones económicas mas no comerciales,
porque en cuanto a la cuestión comercial, no tiene precio, ya que
el mismo no tiene identidad propia, no cuenta con servicios
propios, no cuenta con nomenclatura, no tiene formas de acceder
o entrar al mismo”, se compone de los lotes 1 y 2, éste interior, sin
servicios ni entrada, su estado “es regular”, y “no se observó que
recientemente se hayan hecho o realizado alguna clase de
mejoras”; asimismo, el predio “Los Manzanos”, “puede producir
unos frutos ya sea civiles o naturales” de un millón de pesos, y
“pudo haber dejado de percibir” quinientos mil pesos mensuales,
desde el 24 de junio de 2004 a su rendición, diecisiete millones de
pesos (fls. 140-175, cdno. 1).
Objetado el dictamen por error grave, el Juzgado se
abstuvo de tramitarla al no acreditarse el pago de los honorarios
dentro del término consagrado en el artículo 239 del Código de
Procedimiento Civil entonces vigente (fls. 176-178, 185, cdno. 1).
3.
Las partes del contrato preparatorio, preliminar
o promesa de contrato, adquieren la obligación recíproca de
celebrar otro futuro, posterior y definitivo.
De tal negocio jurídico, deriva esentialia negotia, la
prestación de hacer consistente en la celebración de otro contrato,
“cuya única prestación esencial es la de celebrar el contrato futuro
o posterior definitivo y carece de eficacia real, esto es, no
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7 de febrero de 2008, exp. 2001-06915-01). Nada obsta, empero,
pactar prestaciones diferentes o anticipar el cumplimiento de las
inherentes al contrato prometido, con tal que se estipule expressis
verbis.
En efecto, la promesa de compraventa, tiene dicho la
Corte, “genera esencial y exclusivamente la prestación de hacer
consistente en la celebración futura, posterior y definitiva de la
compraventa, sin perjuicio de acordarse en forma clara, expresa e
inequívoca por pacto agregado a propósito, el cumplimiento
anticipado del precio o la entrega de la tenencia o posesión del
bien, en tanto, la venta constituye la prestación de dare rem y, por
consiguiente, transferir el derecho real de dominio”, pero en tal
caso, uno y otro contrato ostenta tipología propia, por sus
elementos, efectos y función práctica o económica social, o sea,
“el contrato preliminar y el definitivo, tienen estructura y función
heterogéneas, sus requisitos esenciales, forma y efectos son
distintos y, también, los derechos y prestaciones inherentes a
cada tipo contractual” (cas. civ. sentencia de 7 de febrero de
2008, exp. 2001-06915-01).
Disciplina el ordenamiento jurídico en determinadas
categorías o tipos contractuales la lesión enorme, especialmente
en “la compraventa común de bienes (artículo 1946), permuta de
bienes de la misma especie (art. 1958), partición (art. 1405),
aceptación de una asignación sucesoral (art. 1291), estipulación
de intereses en el mutuo (art. 2231), estipulación de los mismos
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sentencia de 29 de noviembre de 1999, expediente No. 5327).
Trátase de la manifiesta desproporción, disparidad,
inequivalencia calificada o desequilibrio objetivo tarifado en el
valor económico de las prestaciones asumidas por las partes al
instante de la celebración del contrato (CCLXI, 1339 y1340), esto
es, la desproporción de su valor en el mercado (cas. civ.
sentencia de 29 de julio de 1938).
Análogamente, la rescisión de un contrato aquejado de
lesión enorme presupone además su existencia y validez, lo cual
descarta su nulidad absoluta, ora relativa. Es, causa de ineficacia
negocial la asimetría prestacional congénita e inicial y establecida
por el legislador respecto de ciertos contratos.
En la compraventa según los artículos 1946 y 1947 del
Código Civil, “[e]l vendedor sufre lesión enorme cuando el precio
que recibe es inferior a la mitad del justo precio de la cosa que
vende; y el comprador a su vez sufre lesión enorme, cuando el
justo precio de la cosa que compra es inferior a la mitad del precio
que paga por ella”, hipótesis, en las cuales, éste podrá impedirla
completando el justo precio, y aquél restituyendo el exceso, en
ambos casos con deducción o incremento, respectivamente, de
una décima parte del correspondiente valor (art. 1948 ibídem).
En este supuesto, el juzgador verificará “la presencia
de los elementos configurantes de la acción pertinente, que para
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siguientes: ‘a) Que verse sobre inmuebles y que la venta no se
haya hecho por ministerio de la justicia (artículo 32 de la ley 57 de
1887); b) Que ... sea enorme (art. 1947); c) Que no se trate de un
contrato de carácter aleatorio; d) que después de la celebración
del contrato de compraventa no se haya renunciado la acción
rescisoria por lesión enorme; e) Que la cosa no se haya perdido
en poder del comprador; f) Que la acción se instaure dentro del
término legal’" (CCLXI,1192; cas. civ. sentencias de 18 de
diciembre de 1929, XXXVII, 390; 17 de agosto de 1933, XLI, 501;
10 de diciembre de 1934; XLV, bis 73, y 22 de marzo de 1952,
XXXXI, 450; 5 de febrero de 1958, Tomo LXXXVI, pág. 336; 26 de
abril de 1961, XCV, 771).
Es, por tanto en la compraventa donde debe buscarse
“y no en ninguna otra parte, pues nada distinto ha de
comprenderse cuando el primero de los señalados preceptos
enseña que el ‘contrato de compraventa podrá rescindirse’” (cas.
civ. sentencia de 19 de diciembre de 2005, exp. 08001-31-03-0041996-10274-02).
Precedida la compraventa sobre inmuebles de una
promesa antelada, se plantea la problemática de su pertinencia y
determinación, por cuanto el legislador la establece expresamente
para aquélla, el desequilibrio prestacional tarifado predícase del
“justo precio (…) al tiempo del contrato” (artículo 1947, Código
Civil), y las condiciones al instante del preliminar suelen variar a la
época del definitivo, debiéndose precisar cuál se toma.
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La legislación colombiana no prevé la lesión enorme
en la promesa de compraventa sobre bienes raíces, lo cual se
explica por la naturaleza y función práctica o económica social de
este tipo contractual, cuya única prestación esencial es celebrar la
compraventa posterior donde se presenta cuando concurren sus
exigencias normativas.
Por ende, la compraventa de inmuebles celebrada en
cumplimiento o ejecución de promesa previa podrá adolecer de
lesión enorme. En esta hipótesis, naturalmente la ineficacia se
predica sólo de aquélla y no de la última, por cuanto la ley no la
prevé en ésta, excluye analogía legis o iuris en cuanto hace a las
sanciones o modalidades de ineficacia contractual, incluida
la
lesión enorme, por taxativa, estricta y excepcional (cas. civ.
sentencia de 23 de julio de 1969, CXXXI, 42).
En torno a la lesión enorme de la compraventa de
bienes inmuebles antecedida de una promesa, ab initio la Corte la
desestimó (cas. civ. sentencia de 26 de abril de 1969), y “más
adelante, concretamente a partir del 23 de julio de 1969, dio un
virage absolutamente opuesto, para llegar a la conclusión sobre la
procedencia de la acción rescisoria por lesión enorme respecto de
contratos de venta que se celebren en cumplimiento de un
contrato
de
promesa,
con
la
precisión
doctrinal
que
el
desequilibrio a que alude el artículo 1947 del Código Civil, o sea,
entre el precio acordado y el justo precio del bien al tiempo del
contrato, debe entenderse que el precio es el que tenía el
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al del contrato de venta celebrado en cumplimiento de aquella”
(cas. civ. sentencia de 14 de julio de 1987).
Justamente, “esta Corporación ha venido sosteniendo
que, excepcionalmente, cuando las negociaciones se han
plasmado en una promesa que como tal precede al contrato, es
procedente la rescisión de la compraventa sin considerar el precio
del inmueble para la fecha del contrato prometido, sino sobre la
base de que la diferencia de ultramitad hubiese existido al tiempo
de celebrarse tal promesa. Razones muchas han sido expuestas
para sostener la aludida tesis, que pueden englobarse en el
concepto de que la eventualidad de una variación fundamental del
valor de los bienes en el intervalo entre la promesa y el
perfeccionamiento de la convención, hace inadecuada una
aplicación mecánica de la institución de la lesión, pues ello
implicaría no considerar las circunstancias económicas que
existieron al concretar el negocio en una promesa, llegándose a
desconocer los móviles y la real voluntad de las partes y
desviando así esa institución de los fines para los que fue
establecida, convirtiéndola en un momento dado en instrumento
de fraude e iniquidad. Puede pues sintetizarse la posición de la
Corte al respecto, diciendo simplemente que para los efectos de
la lesión de ultra dimidium, el justo precio del inmueble es el que
tuviere al tiempo de la convención, a menos que las partes hayan
estampado previamente su voluntad de contratar en una promesa
de contrato, caso en el cual será en el tiempo de ésta en donde
habrá de situarse el juzgador para averiguar si el precio fue lesivo”
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Más exactamente, cuando a la compraventa precede
una promesa previa, las partes tienen el deber legal de prevenir y
evitar su ineficacia ulterior por lesión enorme, en tanto para la
Corte, “consistiendo el negocio jurídico y, más concretamente el
contrato, en un acuerdo dispositivo de intereses, es elemental la
‘regulae”, ‘principiee’ o ‘principia’ de su utilidad y eficacia, en tanto
sus autores lo celebran para el desarrollo de concreta función
práctica o económica social y bajo el entendimiento recíproco de
su utilidad y eficacia. Con esta inteligencia, […] la relevancia
abstracta del negocio, las cargas de la autonomía privada, en
particular, las de legalidad, previsión, sagacidad, corrección,
buena fe, probidad y el principio de cooperación negocial […]
imponen a las partes desde el iter negotti la carga de conocer,
respetar y aplicar la disciplina normativa (ignoranti legis non
excusat), evitar causas de irrelevancia e ineficacia y colaborar
armónicamente en la integración y regularidad del acto. En
singular, el deber de probidad y la cláusula general de corrección
se concretiza en un comportamiento razonablemente idóneo, para
prevenir y corregir toda conducta incorrecta con una actuación
prístina orientada a la realización de los fines inherentes a la
contratación, regularidad y certidumbre del tráfico jurídico. Por
ello, se impone un deber de diligencia a los contratantes y, en su
caso, de advertencia, comunicación e información de condiciones
cognoscibles, asumiendo cada parte en interés recíproco una
carga respecto de la otra en lo concerniente a la plenitud del acto,
la realización de su función y la evitación de causas de ineficacia
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intención de las partes está presidida razonablemente por el
propósito común de obtener sus resultados prácticos concretos y,
por consiguiente, su realización, cumplimiento y eficacia, en tanto
una suposición contraria, esto es, la celebración del acto para que
no produzca efecto alguno por ineficacia, invalidez u otras causas,
conduciría al absurdo de la negación misma del negocio jurídico y
al inadmisible patrocinio de conductas contrarias al ordenamiento.
Adviértase que las partes al celebrar un contrato razonablemente
desean, quieren o procuran su eficacia y, por ende, el juez deberá
preferir en toda circunstancia la consecuencia relativa a la
preservación del mismo, porque, se itera, sería absurdo siquiera
suponer la celebración de un contrato para que no produzca
efecto alguno cuando las partes, por principio, lo hacen bajo la
premisa cardinal de su cumplimiento y eficacia. Por lo mismo, a
efectos de asegurar esta finalidad convergente, naturalmente
perseguida con el pactum, las partes, contraen la carga correlativa
de evitar causas de ineficacia del negocio jurídico y, el juzgador al
interpretarlo y decidir las controversias, procurar dentro de los
límites racionales compatibles con el ordenamiento jurídico, su
utilidad y eficacia, según corresponde a la ratio legis de toda
conocida ordenación normativa” (cas. civ. sentencia de 7 de
febrero de 2008, [SC-007-2008], exp. 2001-06915-01).
Naturalmente, esté o no precedida de promesa, es
incontrovertible la posibilidad de lesión enorme en la compraventa
de bien inmueble, dándose el desequilibrio prestacional tarifado, y
el justo precio se remite al recibido por el vendedor del comprador
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En sentido análogo, la compraventa de inmuebles en
ejecución parcial de una promesa de compraventa de inmuebles
no impide su rescisión por lesión enorme cuando se presenta el
desequilibrio contemplado en la ley y se prueba.
La Corte, la admite en la enajenación parcial de la
cosa a terceros, en cuyo caso, probada “los vendedores que la
sufrieron tienen indiscutiblemente derecho a que se rescinda el
contrato, pero sólo respecto de la parte del terreno que los
demandados conservaban en propiedad a la fecha de la
notificación del auto admisorio de la demanda. No de otra manera
puede interpretarse el citado artículo 1951” (cas. civ. sentencia de
6 de julio de 1977, reiterando la de 19 de diciembre de 1962).
4.
Con las premisas precedentes, según reclama
la censura, en rigor el juzgador erró al estimar impertinente la
lesión enorme de la compraventa plasmada en la escritura pública
número 771 del 13 de julio de 2004 por anteceder la promesa de
compraventa celebrada el 20 de mayo de 2004, comprender “una
parte del negocio (…) encontrándose insoluta la ejecución de la
otra parte” y ultimar “que el contrato a rescindir” no solo es aquélla
“sino el (…) de promesa de compraventa, el cual por su propia
naturaleza no es susceptible de ser rescindido”.
En efecto, la inalterada jurisprudencia de la Sala, tiene
sentada la procedencia de la lesión enorme en la compraventa de
bienes raíces cuando se presenta el desequilibrio legal tarifado de
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escollo en la compraventa parcial de inmueble celebrada en
cumplimiento o ejecución parcial de la promesa, a condición de
presentarse y probarse la disparidad económica que la constituye,
como acontece en este caso.
Estos errores del juzgador ostentan la contundencia
suficiente para casar la sentencia, pues pretirió la probanza de la
lesión enorme con el dictamen pericial que a 13 de julio de 2004 y
al tiempo de la promesa de compraventa celebrada el 20 de mayo
de 2004, evalúo y fijó “para la época de la negociación” el justo
precio comercial del 100% de Los Manzanos, en $290.000.000
(respuesta a la pregunta 4ª, fl. 149, cdno. 1), equivaliendo a
$145.500.000, el 50% del dominio enajenado en la compraventa
contenida en la Escritura Pública número 771 del 13 de julio de
2004, en la que el vendedor declara recibir $63.000.000, con una
diferencia por $82.500.000 sobre el justo precio de $145.500.000,
inferior a su mitad de $72.750.000.
El yerro, refulge más ostensible porque en la promesa
el precio del 100% se estipula en $115.000.000, el del 50% en
$57.500.000 frente a $290.000.000 y $145.500.000, en su orden.
Y, también lo es, al no ver que, si bien las partes en la promesa
acordaron el precio de $60.000.000 para la casa de habitación
situada en la calle 21 No. 2D-85 de Madrid, no obstante en la
escritura pública 772 se declara un valor de $10.000.000, el
dictamen la avalúa en $18.000.000, el señor Pachón se obligó a
unas reparaciones y arreglos a más tardar el 20 de abril de 2005,
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suponer que faltaba para completar el precio $32.000.000 que
según este acuerdo se cubrirían con el automotor, asistiéndole
razón en cuanto a su apreciación errónea.
En idéntico sentido, asiste razón a la impugnadora en
cuanto a que, en efecto, como evidencia la Escritura Pública 771,
las partes cumplieron con la transferencia del 50% del predio por
valor de $63.000.000, la determinación del valor acordado en la
promesa al 100% del predio, la de los pagos efectuados a lo
prometido en compraventa, y la confusión del sentenciador sobre
el particular al valorar la materialidad de las pruebas señaladas.
5.
Corolario de lo indicado, es la prosperidad
de los cargos conjuntados y el quiebre de la sentencia
recurrida, para proferir en sede de instancia la que deba
reemplazarla.
SENTENCIA SUSTITUTIVA
1.
Casada la sentencia impugnada, pertinente
la sustitutiva respectiva.
2.
Es asunto despejado en la jurisprudencia de la
Corte, el obstáculo hallado por el juzgador de segundo grado para
rescindir el contrato en caso de no allanarse el demandado a la
lesión enorme consistente en la falta de integración del legítimo
contradictor por no demandarse ni vincularse al proceso a Jhon
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precio según la promesa de compraventa transfirió mediante
Escritura Pública número 772 otorgada en la Notaría Única de
Madrid a Blanca Inés Ordóñez, el dominio del lote No. 2 con la
casa de habitación situada en Madrid, (fls. 2-4, cdno. 1), y
respecto al cual la sentencia produce efectos porque al decretarse
la rescisión las cosas se restituyen al estado anterior, a más de
las prestaciones consecuenciales.
En efecto, el deber de integrar el litisconsorcio pasivo
antes de proferir fallo de primera instancia, so pena que no pueda
dictarse de fondo en segunda, es posición superada por la Sala
desde la sentencia 068 de 6 de octubre de 1999 (exp. 5224), “por
razones de orden jurídico y de conveniencia en pos de lograr que,
en últimas, se llegue a producir una justa y oportuna composición
de los litigios, y, por sobre todo, en cumplimiento del preciso
mandato legal contenido en el artículo 37-4 del C. de P.C., que le
impone a los jueces el deber de emplear todos los poderes de que
se halla investido para evitar los fallos inhibitorios, los que, en
esencia, no son propiamente sentencias, bajo el entendido de que
éstas, en su prístino sentido, están destinadas a decidir ‘sobre las
pretensiones de la demanda o las excepciones que no tengan el
carácter de previas’, según definición que consagra el artículo 302
ibídem”, precisando al respecto:
"Sobre el punto importa recordar que de antaño ha predicado
esta Corporación, con apoyo en el artículo 83 del C. de P.C.,
que cuando por inadvertencia del juez de la primera instancia
y de las partes, el fallador ad quem se encuentra que no están
presentes todos las personas a quienes les correspondería
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aquellos se agotan con la decisión de primera instancia;
tampoco la sentencia podrá ser de fondo...’; quedando como
única posibilidad que se dictara un fallo inhibitorio.
"Un nuevo examen de la cuestión permite ver que dicha
conclusión no tiene efectivo respaldo en el citado artículo 83
del C. de P.C, el cual manda que: ‘Cuando el proceso verse
sobre relaciones o actos jurídicos respecto de los cuales, por
su naturaleza o por disposición legal, no fuere posible
resolver de mérito sin la comparecencia de las personas que
sean sujetos de tales relaciones o que intervinieron en dichos
actos, la demanda deberá formularse por todas o dirigirse
contra todas’, y dispone a renglón seguido las medidas que
debe tomar el juez con el fin de que se logre la plena
integración de las partes, bien en el auto admisorio de la
demanda o bien después, de oficio o a petición de parte, pero
siempre ‘mientras no se haya dictado sentencia de
primera instancia’; preclusión ésta que en combinación con
la imposibilidad de resolver de mérito a que alude el precepto,
ha dado pábulo a que en segunda instancia, ante la falta de
conformación del litisconsorcio necesario, se dicten fallos
inhibitorios, como única solución emergente posible.
"Empero, un entendimiento lógico e integrado con todo el
ordenamiento procesal civil permite afirmar, primero, que es
cierto que todas las medidas de integración del litisconsorcio
necesario deben surtirse en el trámite de la primera instancia;
y segundo, que, en cambio, no es cierto que una vez
superada tal instancia el sentenciador superior, de continuar
la deficiente conformación de aquél, no le queda otro camino
que abstenerse de proveer sobre el fondo del asunto puesto a
su consideración.
"En efecto, lo único que en ésta hipótesis impide el precepto
es ‘resolver de mérito’, lo que indudablemente deja espacio
para que el juzgador ad quem pueda adoptar cualquier
medida procesal, legalmente admisible, que conduzca a
solucionar la anómala situación, mientras no resuelva de
fondo que es lo único que en verdad se le prohíbe; mucho
más, si precisamente, como se dijo, es deber ineludible del
juez evitar los fallos inhibitorios.
"Ahora bien, la medida procesal que le corresponde adoptar al
fallador de segunda instancia está dada por la consagración
de la causal 9ª del artículo 140 del C. de P.C., la cual se
produce, entre otros eventos, cuando se deje de notificar o
emplazar a una de ‘las demás personas que deban ser
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litigiosa; situación que se da tanto frente aquellos
litisconsortes que mencionados en la demanda y en el auto
admisorio de la misma no fueron notificados de éste; como
frente a quienes deben ser citados, y no lo han sido, a pesar
de que por la ley o por la naturaleza del litigio deben
demandar o ser demandados; todo en aplicación de lo
dispuesto en el artículo 83 del C. de P.C.
"Desde luego que, cuando así suceda, el decreto de la
nulidad sólo comprenderá el trámite adelantado en la segunda
instancia y la sentencia apelada u objeto de consulta, puesto
que abolida ésta se restituye la posibilidad de disponer la
citación oportuna de las personas que debieron formular la
demanda o contra quienes se debió dirigir ésta, para los fines
que atañen con la defensa de sus intereses; se dan así unas
ventajas prácticas de valor apreciable, con relación al fallo
inhibitorio, consistentes en que subsiste el mismo proceso, se
evita que se pierda tiempo y la actividad procesal producida
hasta ese momento, se mantienen los efectos consumados de
las normas sobre interrupción de la caducidad y prescripción;
y, por sobre todo, se propende porque de todos modos se
llegue al final a la composición del litigio" (sentencia reiterada
en la de 23 de marzo de 2000, exp. 5259; 29 de marzo de
2001, exp. 5740, entre otras).
De conformidad con la inalterada jurisprudencia de la
Corte delante de tal problemática, el ad quem “debe abstenerse
de fallar el asunto, anular tanto la actuación de segunda instancia
como la sentencia apelada, para que el a-quo disponga ‘la
citación oportuna de las personas que debieron formular la
demanda o contra quienes se debió dirigir ésta, para los fines que
atañen con la defensa de sus intereses’ (sentencia del 6 de
octubre de 1999, expediente 5224)”, (cas. civ. sentencia de 23 de
marzo de 2000, exp. 5259).
3.
En consecuencia, colocada la Corte en sede de
instancia en ejercicio de los mecanismos procesales correctores
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la sentencia apelada para que el a quo cite al proceso a Jhon
Freddy García Rodríguez, contra quien debió también dirigirse la
demanda, para efectos de la defensa de sus intereses, todo sin
perjuicio de la validez de las pruebas decretadas y practicadas en
el proceso.
4.
Por lo anterior, no proceden costas de segunda
instancia.
DECISIÓN
En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de
Justicia, Sala de Casación Civil, administrando justicia en nombre
de la República y por autoridad de la Ley, CASA la sentencia de 7
de noviembre de 2008, proferida por el Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Cundinamarca, Sala Civil-Familia, en el
proceso ordinario de Blanca Inés Ordóñez en nombre y
representación de la sucesión del causante Jon Ocerín Alvarino
contra Armando Pachón Rodríguez, sin costas en casación por
prosperar el recurso, y como juez de instancia,
RESUELVE:
ANULAR la actuación surtida en la segunda instancia
y la sentencia proferida el 31 de agosto de 2007 por el Juzgado
Segundo Civil del Circuito de Facatativá, sin perjuicio de la validez
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con arreglo a la ley, proceda, en su momento a renovar la
actuación anulada.
Sin costas de instancia.
Cópiese, notifíquese y devuélvase el expediente al
Tribunal de origen para lo pertinente.
FERNANDO GIRALDO GUTIÉRREZ
JAIME ALBERTO ARRUBLA PAUCAR
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WILLIAM NAMÉN VARGAS
ARTURO SOLARTE RODRÍGUEZ
En comisión de servicios
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