Sociedad Romana 1. Desplazamientos de Personas

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Sociedad Romana
Desde el fin de las Guerras Celtibéricas (133 a.C.) al fin de las Guerras CántabroAstures (19 a.C.) el proceso de romanización fue lento y poco profundo en la Meseta
Norte. A fines de la República y con Augusto (30 a.C.-14 d.C.) comienzan las
transformaciones más importantes, si bien ya había ciudades celtíberas con estatuto de
privilegiadas, mientras que cántabros y astures siguieron siendo estipendiarias hasta
Vespasiano (70 d.C.).
1. Desplazamientos de Personas
Antes de la época Flavia, gran parte de las tropas legionarias eran reclutadas en
Italia y zonas altamente romanizadas de Galia, Hispania y África. Después se reclutarán
legionarios de las provincias, siempre ciudadanos romanos.
Los ciudadanos de la Meseta Norte formarán parte de las legiones de dentro y
fuera de Hispania o del cuerpo de élite de los pretorianos de Roma e Italia, como nos
consta en algunas inscripciones de pretorianos licenciados:
-
L. Dastidius Priscus, Asto(rica Augusta) (AE, 1933, 95)
T. Flavius (...), Ast(urica Augusta) (CIL VI, 32520)
L. Cornelius Firmanus, Ávila (CIL VI, 2490)
Pero ya antes se defendía el Imperio con el reclutamiento de tropas auxiliares,
formadas mayoritariamente por ciudadanos libres con estatuto peregrino. Se las menciona
con ala si es caballería, cohors si es infantería seguidas de un número y del étnico.
Reclutadas en la Meseta Norte, militaron
- en Germania:
-
Cohors Asturum et Callaecorum
Cohors I Asturum equitata
Ala Astorum
Cohors II Asturum equitata pia fidelis
- en Dalmacia y Panonia:
-
Ala I Hispanorum Aravacorum
Ala II Hispanorum Aravacorum
- en África y Britania:
-
Cohors I Celtiberorum
Una gran parte de la población peregrina de la Meseta Norte defendió el Imperio en
diversos frentes, por lo que el ejército se convirtió en un importante factor de
romanización.
Incidencia del Ejército en los Cambios Sociales
Muchos soldados regresaban a su patria al ser licenciados, pero otros se
establecían en ciudades próximas al campamento, pues la milicia duraba 16 años para los
pretorianos, 20 para los legionarios y 25 para los auxiliares. Estos últimos recibían el
derecho de ciudadanía romana al final de su milicia. En la epigrafía de Astorga se
documentan estos comportamientos (Diego Santos, 1986)
-
M. Valerius M.f. Gal(eria) Licinianus era de Castulo (Linares, Jaén)
Q. Cumelius Q.f. Fab(ia) Celer procedía de Bracara Augusta (Braga, Portugal)
Persius M.f. Pol(ia) Blaesus procedía de Hasta (cerca de Jerez de la Frontera,
Cádiz).
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El ejército supuso para muchos un buen mercado. La familia de los
Reburrus/Reburrinus llevó sus operaciones comerciales a diversos lugares de Hispania y
a la frontera germana. También familias más modestas de artesanos y comerciantes
emigraron: uxamenses y clunienses se documentan en múltiples ciudades de la Meseta y
del resto de la Península. La distribución de la terra sigillata de Tricio (La Rioja) exigió
desplazamientos a los lugares más apartados de la Península. Incluso un gladiador
retiario palentino murió en Roma: M. Ulpius Aracinthus, Hispanus natione Palantinus (CIL
VI. 10184).
2. República
“Las nuevas formas político-administrativas que Roma impuso sobre los territorios
conquistados iban acompañadas de unas nuevas formas de organización social; no
exigían, en cambio, la ruptura brusca de la organización social indígena” (Mangas, 1989,
p.66). El paso de la sociedad prerromana a la organización social de tipo romano fue lento
y desigual en cada comarca.
En la Bética o el valle del Ebro, sometidos antes al poder romano, a comienzos del
Imperio estaban romanizados: vestían toga, hablaban latín y muchos tenían estatuto de
ciudadanía.
En lo que hoy es Castilla y León era diferente: astures y cántabros no habían sido
aún sometidos y los demás lo habían sido tardíamente. El conjunto social se distribuía en
dos bloques:
-
El grueso de la población indígena siguió organizada como en época prerromana.
Se concedía el derecho de ciudadanía a quienes militaran en las tropas auxiliares
romanas
-
Eran ciudadanos romanos o itálicos por militar en tropas romanas, estar adscritos a
la administración central o formar sociedades de recaudadores de impuestos.
3. Alto Imperio
Tanto la organización administrativa iniciada por Augusto como las posteriores
reformas de Vespasiano no ofrecieron más que los cauces para los cambios sociales, si
bien la estructura social en la Meseta Norte fue muy distinta a la de las regiones del S y E
peninsular.
3.a. Pervivencia de la Organización Social Indígena
La organización gentilicia, en la que primaban los vínculos de parentesco, se
mantuvo largo tiempo en muchas comunidades. Una gens, la unidad superior, englobaba
a varias gentilitates y cada una de éstas a varias familias, a la que pertenecía el sujeto
privado. Un populus, un pueblo, podía coincidir con una gens o ser el resultado de una
alianza de gentes vecinas.
La organización gentilicia servía de base a las formas de propiedad comunal, así
como para la fijación de los límites territoriales de cada unidad. Los jefes, descendientes
de un antepasado mítico, gozaban de un prestigio superior.
La implantación romana de “unidades administrativas de tercer orden” fue un factor
decisivo para que las gentes desaparecieran. Las unidades gentilicias menores resistieron
mucho más tiempo.
La mayor o menor pervivencia de la organización gentilicia es un indicador del ritmo
de integración en las formas romanas. Las comunidades de montaña, alejadas de las vías
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de comunicación de los centros urbanos, conservaron más tiempo l organización
gentilicia, caso de los vadinienses en el NE leonés.
En Argoviejo se ha hallado la siguiente inscripción:
“(Consagrado) a los Dioses Manes. Doidero la puso a su padre piadoso Tureno de
los Bodegos (gentilitas), hijo de Bodo, vadiniense (muerto a los) XXX años. (Está)
enterrado en este sepulcro” (Mangas, 1989, p.68)
3.b. Organización Social de Tipo Romano
Para el Estado romano cada sujeto tenía un estatuto jurídico personal. Los
estamentos tendían a reflejar condiciones económicas diferenciadas. Mientras que en los
ordines senatorial, ecuestre y decurional se adecuaban estatuto y condición económica,
en el caso de los libres no pertenecientes a los ordines -libertos y esclavos- no era así.
3.b.1. Ordo Senatorial y Ordo Ecuestre
Para formar parte del ordo senatorial había que poseer una factura de 1.000.000 de
sestercios y 400.000 para hacerlo al ecuestre. De ellos salían los altos cargos
responsables de la política y de la Administración del Estado, por lo que impedían que
“hombres nuevos” accedieran a su estrato.
La promoción social de los indígenas de la Meseta Norte fue más lenta que la de
los del Sur, ya que en el s. I d.C. ocuparon cargos en el Senado. Los senatoriales y
ecuestres aquí asentados pertenecían en su mayoría a los cuadros de la Administración
central (legados de legiones, procuradores, legados jurídicos...)
3.b.2. Ordo Decurional
En la Bética las oligarquías locales integraban el orden decurional constituido por la
pertenencia al Senado Municipal. En Castilla y León sólo en Clunia, Astorga, Lancia,
Uxama y los municipios Flavios tenían dicho estatuto, no por razones económicas, sino
por el menor grado de romanización de la región; así pues, las oligarquías locales tenían
distinto estatus según el municipio al que pertenecieran.
Los miembros del orden decurional o bien ocupaban cargos colegiados en el poder
civil (dos dumviros y dos ediles) o desempeñaban cargos religiosos relacionados con los
rituales municipales (tres pontífices y tres augures) o bien formaban parte de un Consejo
Municipal de 100 miembros.
El desempeño de una magistratura municipal era considerado un honor que tenía
obligaciones económicas. Fue un medio de promoción social. En Astorga tenemos
ejemplos de personajes locales que fueron sacerdotes del culto imperial en el ámbito de
un convento jurídico (Memmius Barbarus para el convento lucense) o en el de la provincia
Citerior (C. Iulius Fidus y Pompeius Faventinus).
3.b.3. Libres Extra Ordines
En el sector de los libres no pertenecientes a los ordines “se incluían tanto los
ciudadanos de los bajos estratos sociales como los no ciudadanos. La tendencia
dominante desde comienzos del Imperio fue la de ir concediendo paulatinamente
derechos de ciudadanía romana; a comienzos del s. III, cuando Caracalla (212-217)
concede la ciudadanía a todos los habitantes del Imperio, gran parte de la población libre
residente en la Meseta Superior eran ya ciudadanos romanos” (Mangas, 1989, p.71).
Es decir, muchos ciudadanos romanos de la Meseta Norte pasaron a serlo sin
grandes cambios sustanciales, por lo que la ciudadanía romana dejó de ser un signo de
distinción y de privilegio.
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“A este sector de libres, ciudadanos romanos o simples libres de los estratos
sociales inferiores, pertenecía la mayor parte de la población, tanto la residente en aldeas
como en ciudades” (Mangas, 1989, p.71-72). Con frecuencia en la epigrafía funeraria
aparecen mencionados non el nombre y la filiación:
Talaus Caesarius Ambati filius = Talavo Cesáreo hijo de Ambato (Hontoria de la
Cantera, Burgos).
A este sector pertenecían los emigrantes de otras comunidades, residentes o
incolae. Las migraciones internas fueron frecuentes y la que se producía fuera de
Hispania tenía un origen principalmente en los reclutamientos militares. En cuanto a los
inmigrantes, en Astorga y sus proximidades se estableció un grupo de orientales,
probablemente sirio, pues reunía condiciones comerciales. Se han encontrado varias
inscripciones greco-orientales dedicadas a la Buena Fortuna Agathê Tychê y a las diosas
Nemesis de Esmirna.
3.b.4. Esclavos y Libertos
“Bajo el dominio político de Roma y durante el período altoimperial se mantuvo el
sistema esclavista, aunque las condiciones de vida de muchos de ellos se suavizaron.
Fue igualmente habitual el servirse de esclavos procedentes de lugares diversos a
aquellos en los que residían. Las fuentes de la esclavitud (nacer de una madre esclava,
caer como prisionero de guerra, niños abandonados o vendidos para ser esclavos...)
tampoco se modificaron, aunque alguna, como la guerra, pasó a un segundo plano.
Cuando el dueño concedía la libertad al esclavo, éste pasaba a tener la categoría
de liberto (no de ciudadano) y seguía obligado con su antiguo dueño, ahora patrono, a
manifestarle respeto y obediencia, así como a cualquier otra obligación impuesta en el
acto de la manumisión” (Mangas, 1989, p.72).
En lo que hoy es Castilla y León la esclavitud tuvo una implantación menor que en
el E y S peninsular.
El número de esclavos o libertos no podemos calcularlo por los documentos
epigráficos, pues los más necesitados siempre dejan menos testimonios escritos por
razones económicas entre otras, si bien se usó la mano de obra esclava en todas las
actividades de la producción y del sector de servicios.
Todos los servicios de la Administración central eran gestionados por libertos y
esclavos imperiales. En Asturica Augusta (Astorga, León), donde se ejercía la
administración fiscal para todo el NE, encontramos testimonios de esclavos y libertos:
P. Ael(ius) Aug(usti) Lib(ertus) Eustomus
Lupianus Aug(usti) dispensator
Similis Aug(ustorum) n(ostrorum) verna
Las familias más acomodadas se presentan como propietarias de esclavos: Iulii,
Lusii, Licinii, Sulpicii, Anteii, Flavii.
En cuanto al grado de implantación del sistema esclavista en los distritos mineros
de la Meseta Norte, se emplearon esclavos, como en todo el Imperio, pero no de manera
exclusiva. Los testimonios de esclavos en medios rurales son excepcionales, si bien
muchos de los atestiguados en ciudades pudieron dedicarse a trabajos agrícolas.
No hay duda de que lo hicieron a la artesanía y comercio: la plancha de bronce de
Segisamo (Sasamón, Burgos) presenta una lista de esclavos y libertos con profesiones
como:
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fullo - batanero
pectenarius - curtidor de pieles
sutor - zapatero
clavarius - herrero.
Las familias importantes de las ciudades empleaban esclavos en el servicio
doméstico. En una inscripción de Astorga (CIL, 2655) leemos:
“Cayo Licinio Félix murió a los sesenta años. Plácido, esclavo de Cayo Licinio Himero,
murió a los treinta y cinco años. Felícula, esclava de Cayo Licinio Himero, murió a los dieciocho
años. Aquí están enterrados. Floro procuró que se hiciera (este panteón) para sí y para los suyos,
su padre, su hermano y su concubina.”
Lo que esta inscripción nos muestra es que un particular, llamado Cayo Licinio
Himero, tenía al menos como esclavos a Plácido y a Felícula; había sido también su
esclavo Cayo Licinio Félix, ahora liberto, padre de Plácido y de Floro. Este último era
también de estatuto servil y vivía en concubinato con Felícula.
“No estaba permitido el matrimonio legal entre entre esclavos o entre un libre y un
esclavo, y de ahí el término “concubina”; pero, a pesar de ello, las familias serviles se
organizaban a semejanza de las otras y empleaban a veces los mismos términos de
parentesco, “padre” y “hermano”. En ocasiones, en vez de concubina se llama esposa,
uxor, a la esclava” (Mangas, 1989, p.74).
Siendo igual las leyes por las que se privaba a los esclavos de todos los derechos
de persona, su situación variaba según la actividad a la que se dedicaran o la riqueza y
carácter del dueño.
“La crisis del régimen urbano en el s. III coincide con la crisis del régimen
esclavista. Aunque la esclavitud se mantiene hasta mucho después de la caída del
Imperio romano, serán cada vez menos, ya que los grandes propietarios prefieren servirse
del trabajo de hombres libres sometidos a ciertas formas de dependencia: los colonos”
(Mangas, 1989, p.74).
4. Bajo Imperio
La configuración de la sociedad bajoimperial viene configurada por la desaparición
de la organización gentilicia, la consolidación del régimen de propiedad privada y de los
dominios.
El territorio de las ciudades disminuye en beneficio de los dominios territoriales de
las villas, cuyos propietarios no formaban necesariamente parte de las oligarquías y de las
curias municipales y no pagaban impuestos a los municipios.
4.a. Colonato
Junto a esto se abandonó progresivamente la fuerza de trabajo de los esclavos
para ser sustituida por la de hombres libres, adscritos a la tierra, colonos, o bien
asalariados temporeros.
“Al colono se le concedían parcelas de tierra en régimen de posesión a cambio de
entregar una parte de la producción al dueño; a su vez, los colonos estaban obligados a
trabajar en régimen de prestaciones, unos días al año, en las tierras explotadas
directamente por el propietario. Éste solía ser un personaje de alto rango social, que
estaba en condiciones de ofrecer protección económica y jurídica a sus colonos. Muchos
pequeños propietarios agrícolas optaban por entregar sus tierras o venderlas a bajo
precio a un gran propietario, con lo que evitaban los apuros económicos ante años de
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malas cosechas y obtenían simultáneamente una protección social y jurídica; renunciaban
a una parcela de libertad a cambio de mayor seguridad” (Mangas, 1989, p.76-77).
4.b. Esclavos y Libertos
Un sector de la sociedad bajo imperial siguió estando constituido por esclavos y
libertos, usados en los grandes dominios para tareas agrícolas o actividades domésticas.
El estatuto jurídico seguía siendo el mismo que bajo la época de los Antoninos, pero se
utilizó el estímulo, entregándole tierras o cabezas de ganado. Con el peculio -pequeñas
cantidades de dinero- podía costearse la manumisión si el dueño se la concedía.
4.c. Libres
La mayor parte de la población era libre, polarizada entre honestiores y humiliores.
Los primeros o grandes propietarios residían en la región o eran propietarios absentistas.
Los segundos eran pequeños campesinos autónomos, colonos y asalariados.
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