la realidad historica y social del uso lingüístico

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R E A L
A C A D E M I A
E S P A Ñ O L A
LA REALIDAD HISTORICA Y SOCIAL
DEL USO LINGÜÍSTICO
DISCURSO
DE R E C E P C I Ó N D E L A C A D É K I C O D E N Ú M E R O
EXCMO.
SR.
D. J U L I Á N
MARÍAS
Y CONTESTACIÓN D E L
EXCMO.
SR.
D.
R A F A E L
LAPESA
Sesión del 20 de junio de 1 9 6 5
MADRID
1 9 6 5
^^^
LA
REALIDAD
DEL
HISTÓRICA
USO
Y
SOCIAL
LINGÜÍSTICO
R E A L
A C A D E M I A
E S P A Ñ O L A
LA REALIDAD HISTORICA Y SOCIAL
DEL USO LINGÜÍSTICO
DISCURSO
DE RECEPCIÓN DEL ACADÉMICO D E NÚMERO
E X C M O .
SR.
D.
JULIÁN
M A R Í A S
Y CONTESTACIÓN D E L
EXCMO.
SR.
D.
R A F A E L
L A P E S A
Sesión del 20 de junio de 1 9 6 6
MADRID
1 9 6 5
(Q
Copyrigth by J U L U N
MARÍAS
- Madrid (EspsiSa),
1965
Depósito legal: M . 9.581-1965
Impreso en España
Talleres Gráficos de
EDICIONES CASTILLA, S .
A . - M a e s f r o Alonso,
23,
Madrid
DIRCURSO
EXCMO.
SR. D.
DEL
JULIÁN
MARÍAS
SEÑORES ACADÉMICOS:
A gratitud que siento a l v e r m e acogido p o r v o s o t r o s no se limita a l a c o m p a r a c i ó n de l a e s c a s e z
de mis merecimientos con el honor que significa cont a r s e entre los miembros de l a R e a l A c a d e m i a
E s p a ñ o l a , sino que tiene u n a c a l i d a d mucho m á s
p r e c i s a y e s t á entretejida con d i v e r s o s hilos que h a n
d e h a c e r m á s f u e r t e mi v i n c u l a c i ó n con e s a C o r p o r a c i ó n que me v a i s a permitir l l a m a r y a «nuestra».
T e n g o que a g r a d e c e r , a n t e todo, l a a b s o l u t a y gener o s a espontaneidad con que me h a b é i s l l a m a d o ,
i n v i t á n d o m e a s a l i r del completo retiro en que h e
v i v i d o d u r a n t e l a t o t a l i d a d de mi v i d a intelectual.
N o puedo o l v i d a r que v u e s t r a c o r d i a l i d a d de h o y
p a r a conmigo tiene un y a l e j a n o a n t e c e d e n t e que le
d a n u e v o v a l o r : l a A c a d e m i a concedió el P r e m i o
F a s t e n r a t h 1 9 4 7 a mi libro Miguel de Unamuno, y no
necesito s u b r a y a r lo que significó ese reconocimiento, en t a l f e c h a , a t a l a u t o r y con t a l tema.
Q.uiero interpretar la decisión de l a A c a d e m i a de
llevarme a su seno corno l a voluntad de o f r e c e r una
c a s a caliente y hospitalaria a quien tantos años h a
vivido, en esta sociedad española, a l a intemperie.
P e r o h a y algo más, y es l a condición de esa c a s a
que me ofrecéis. N o tiene sentido encarecer el prestigio intelectual y literario de l a institución que lo
tiene más alto en E s p a ñ a , ni r e c o r d a r l a lista impresionante de los nombres ilustres que en dos siglos
y medio l a han hecho, y c u y a compañía sirve tanto
de estímulo como de temor y aviso a l sentido de l a
responsabilidad. P e r o h a y o t r a clase de prestigio, a
l a cual soy particularmente sensible, y más cuanto
más v o y a v a n z a n d o en l a v i d a : el prestigio moral.
Y tengo que decir que l a R e a l A c a d e m i a E s p a ñ o l a ,
precisamente en los años en que l a he conocido, h a
tenido ciertos refinamientos de dignidad, independencia y elegancia que no tienen equivalente f u e r a
de ella, y que, aunque os pertenecen a todos, quiero
simbolizar en l a figura ejemplar, toda pulcritud, de
nuestro D i r e c t o r , D o n R a m ó n JVlenéndez Pidal, que
convierte en alegría el honor de entrar en esta c a s a .
E s t a s consideraciones no podían menos de vencer no y a mi modestia, que nunca h a sido demasiada, sino mi i n v e t e r a d a inclinación a decir «No»,
y sin permitir que t a l tendencia se convirtiera en un
automatismo, he aceptado el honor que me habéis
hecho, y aquí me tenéis, dispuesto a p a r t i c i p a r en
vuestra empresa.
Porque tengo que a g r e g a r que l a A c a d e m i a E s p a ñola no es sólo ni primariamente u n a distinción y
un honor, sino u n a t a r e a ; y es difícil que no se me
alegren l a s p a j a r i l l a s cuando se me brinda una tan
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tentadora como la de sumarme a l grupo entusiasta
que v e l a por l a perfección, l a salud y l a v i d a de l a
lengua española.
Y finalmente, t o d a v í a o t r a razón me h a hecho
estimar más vuestra l l a m a d a : hasta ahora, l a filosof í a sólo muy marginalmente h a tenido representación
en la A c a d e m i a ; bien sé que l a a l t a dignidad de esta
disciplina no revierte forzosamente sobre los que
dedican a ella su vida, pero he sentido que a l incorporarme a l a A c a d e m i a se quería de algún modo
recibir, aunque a destiempo y en f o r m a muy inferior,
lo que l a filosofía ha significado en l a v i d a intelectual
española de este siglo, desde el comienzo de l a obra
creadora de mi maestro O r t e g a . B i e n veis cuántos
motivos tengo p a r a sentir h o y alegría y gratitud.
C o n ellas se mezclan —^como siempre ocurre en
todo lo que es r e a l — l a tristeza de suceder a alguien
que se h a ido de entre nosotros. E s t e sillón marcado
con l a l e t r a S , que me habéis designado, f u e ocupado
muchos años por W^enceslao Fernández F l ó r e z .
Tengo de él im ciurioso recuerdo infantil, remotísimo.
C u a n d o y o tenía ocho o nueve años, mi primer
maestro, D o n J u a n Sánchez se llamaba, llevó un día
al colegio, no sé p o r qué, un libro y nos leyó un
capitulo. E r a ViAÍoneá de neura<ítenia, de ^ V e n c e s l a o
Fernández F l ó r e z . S e me quedó en l a memoria el
título y un p a s a j e en que se v e l a ciudad poblada de
esqueletos que v a n y vienen; se a f a n a n y echan humo
por todos los orificios de l a c a l a v e r a . D e s d e entonces, el nombre de "Wenceslao F e r n á n d e z F l ó r e z me
f u e f a m i l i a r . E n c o n t r a b a su firma en los periódicos,
sobre todo en l a s Acotacíoneó de un oyente, donde
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h a c í a su amable, ingeniosa s á t i r a parlamentaria.
L e í después algunas de sus n o v e l a s : Ha entrado un
Ladrón, £L ¿ecreto de Barba Azul, Relato inmoral, EL
maLvado CarabeL... E n l a o b r a de Fernández F l ó r e z
h a b í a muy diversos ingredientes. Y o creo que su
encanto, y a l a v e z lo que l a h a perjudicado en l a
estimación habitual de l a s gentes, h a sido su complejidad, su claroscuro, l a pluralidad de sus matices.
E s t a m o s demasiado acostumbrados a que todo sea
blanco o negro, de una pieza, enterizo. L o s artículos
y libros de F e r n á n d e z F l ó r e z eran, por supuesto, de
«humor»; eran muy divertidos, y con frecuencia nos
h a c í a n reír —^eso que el español olvida a menudo—
pero a l mismo tiempo eran casi siempre melancólicos,
con una presencia obsesiva de l a muerte, l a soledad,
l a limitación, l a v a n i d a d y futilidad de muchas
cosas. P e r o no era tampoco esto lo decisivo: por
debajo de l a melancolía y l a desesperanza había en
W e n c e s l a o Fernández F l ó r e z una resistencia, una
protesta frente a l a s durezas, l a s sequedades, l a s
tremendas tosquedades de l a v i d a española. Y esa
protesta l a h a c í a él sin esos mismos c a r a c t e r e s : sin
dureza, sin tosquedad, sin sequedad, ablandándolo
todo en una como humedad g a l a i c a , en brumas suaves
de ironía, sonriendo con resignación anticipada, como
si d i j e r a : «Si no puede ser, me retiro.»
A esto no están acostumbrados los españoles.
Suelen quejarse de los vicios de nuestra gente y
nuestra t i e r r a poniéndolos en juego enérgicamente;
y los espectadores aplauden a im tiempo l a censura
y l a admirable exhibición de esas mismas cualidades.
Y o diría, si se me entiende bien, que W e n c e s l a o
F e r n á n d e z F l ó r e z tenia v o c a c i ó n de hombre civili12
zado, y a ella sacrificó muchas cosas, incluso l a
plenitud de su obra l i t e r a r i a .
P o r eso, lo a f e c t ó profundamente l a guerra civil,
y casi tanto su pervivencía soterrada. "Wenceslao
Fernández F l ó r e z necesitaba reirse de c a s i todas las
cosas, lo cual era su manera de a m a r l a s y entenderlas, pero h a y sazones en l a historia en que l a r i s a
purificadora parece delincuente. C u a n d o esto ocuxre,
«algo está podrido en D i n a m a r c a » . L a última f a s e
de l a o b r a de Fernández F l ó r e z estuvo gravemente
a f e c t a d a ; primero por el terror, luego p o r el temor.
N o volvió a reír ni a sonreír con holgura y sin
reticencias. C o n s e r v ó sus admirables calidades de
escritor, su mirada aguda y sin dureza, pero tuvo
que v o l v e r l a a espacios acotados, o, mejor dicho, a
l a s p o c a s zonas en l a s que no imperaba l a v e d a .
W e n c e s l a o Fernández F l ó r e z e r a demasiado civilizado y tenía demasiados matices p a r a poder ser un
cazador f u r t i v o , y de ahí l a melancolía que impregna
sus últimas piezas cobradas.
L o encontré con f r e c u e n c i a en el último decenio
de su v i d a . Siempre e r a particularmente cordial y
amistoso conmigo, y su finura espiritual se mostraba
en su conversación tanto como en sus escritos.
Comprenderéis l a tristeza que significa e v o c a r su
figura antes de t r a s p a s a r el umbral de esta c a s a , en
lugar de prometerme un t r a t o asiduo con él en l a s
sesiones de l a A c a d e m i a ; estoy seguro, sin embargo,
de encontrar su huella en cuantos habéis tenido l a
fortuna de d i s f r u t a r su frecuente compañía.
13
L a realidad histórica y social
del uso lingüístico
JLa realidad
de ta lengua
A
veces se pregvmta uno si la filosofía tiene algo
que decir a l a s o t r a s disciplinas y en general a
l a s diversas v í a s según l a s cuales el hombre se a c e r c a
a l a s cosas. E s problemático que pueda decir nada
demasiado interesante sobre sus contenidos, pero
esto no significa que no tenga n a d a que decir.
F r e n t e a cualquier realidad, a p a r t e de lo que ella
sea, se plantea una cuestión •—'primera o última,
según p o r donde se l a mire—• a l a cual sólo puede
responder •—'si es que puede.—• l a filosofía: qué es
como realidad, cuál es el tipo de r e a h d a d que le
pertenece, cuál es su lugar preciso dentro de l a
r e a l i d a d total. C u a n d o nos preguntamos, como en
esta c a s a , p o r l a lengua, algo t a n complejo, misterioso
e intrincado, l a confusión es más que probable, por14
que en l a concreción del hecho lingüístico convergen
distintos estratos de realidad, que importa distinguir
sin s e p a r a r , mostrar en sus conexiones y en su función precisa cuando hacemos, sencilla e inocentemente, eso que hacemos a toda h o r a : hablar.
E l origen más profundo del decir debería buscarse
en el carácter interpretativo de l a v i d a humana. M i
v i d a se me presenta en dióyunción: como esta o esta
o esta, lo cual significa que «la» v i d a en general es
«la v i d a de c a d a cual»; pero esto quiere decir que
sólo puedo v i v i r mi v i d a interpretándola como tal
vida, eligiéndola proyectivamente como t a l . A l a
v i d a le pertenece, pues, una peculiar «transparencia», sólo puede existir mediante una teoría de sí
misma, ingrediente de su propia realidad, que por
eso llamo teoría intrínseca. E l hombre, pues, no se
mueve sólo entre realidades presentes, sino también,
y primariamente, entre irrealidades : imágenes, proyectos, interpretaciones; es decir, v i v i r consiste en
t r a t a r , tanto como con lo que está ahí, con lo que no
está, sino, a lo sumo, eátará: con el futuro imaginativamente anticipado. A h o r a bien, esto no puede
hacerse más que de u n a m a n e r a dicente: v i v i r es
decir, por lo pronto y p o r lo menos decirse a sí
• mismo
P e r o sería ilusorio pensar que esto acontece en
l a soledad de una hipotética v i d a singular y única.
L a v i d a es convivencia, y o encuentro en mi circunst a n c i a , como ingredientes suyos, ciertas realidades
que reconozco como sujetos de otras vidas, y justamente esto es lo que h a c e que descubra esa realidad
que soy como mi v i d a , que me descubra como un
yo frente a un tú. E s t a es l a f o r m a concreta en que
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a c o n t e c e e s a disyunción i n t e r p r e t a t i v a en que l a v i d a
consiste.
E l decir, que es r a d i c a l m e n t e un decirse, es un
ingrediente constitutivo y n e c e s a r i o de l a v i d a
h u m a n a , y p o r eso, por s e r n e c e s a r i o , es u n i v e r s a l :
es un requisito que analíticamente descubrimos a l
a n a l i z a r e s a r e a l i d a d que c a d a uno de nosotros
somos, u n a condición ¿me qua non de eso que l l a m a mos, en sentido b i o g r á f i c o y no meramente biológico,
vivir. E l decir es, pues, u n a determinación cuyo
l u g a r se encuentra en l a t e o r í a u n i v e r s a l o a n a l í t i c a
de l a «vidav en el sentido que tiene esta p a l a b r a
cuando l a a p l i c a m o s a la v i d a h u m a n a .
O t r a c o s a es el fenómeno del habla, que no coincide e x a c t a m e n t e con lo que l l a m a m o s el lenguaje,
menos aún con l a r e a l i d a d c o n c r e t a de u n a lengua.
Q u e el h a b l a r s e a u n a r e a l i d a d f o n é t i c a y a u d i t i v a
no pertenece a l mismo plano necesario y u n i v e r s a l
del decir. E n principio, el decir p o d r í a r e a l i z a r s e
en distintas f o r m a s ; l a s consecuencias estructurales
que tiene p a r a l a v i d a h u m a n a el que el modo normal
de decir s e a h a b l a r son muchas y a t r a c t i v a s , pero
exceden de este t e m a . P i é n s e s e , p o r ejemplo, en que
la audición es posible en t o d a s direcciones, y no
depende de l a p r o p a g a c i ó n rectilínea de l a luz, condición de l o s f e n ó m e n o s ópticos ; que me puedo
dirigir a p e r s o n a s que no me v e n , por mi posición
o p o r l a o s c u r i d a d ; que h a c e f a l t a un gesto o a c t i v i d a d e s p e c i a l p a r a que l a v o z s e a «dirigida» a un
d e s t i n a t a r i o p r e c i s o ; que —'Salvo l a intervención de
l a técnica—' el h a b l a r es posible dentro de un margen
de d i s t a n c i a s y no f u e r a de él, lo cual regula cuantit a t i v a m e n t e l a c o n v i v e n c i a locuente.
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P e r o h a y algo m á s ; al modo normal de decir
llamamos h a b l a r —'Con p a l a b r a m e t a f ó r i c a , distinta
en c a d a idioma, y que r e v e l a cuántas interpretaciones originarias del h a b l a r son posibles •—• y en f o r m a
concreta 'lengua' y 'lenguaje' ; ahora bien, estas
p a l a b r a s se refieren nada menos que a xina porción
de nuestro cuerpo, se justifican p o r algo t a n concreto, empírico y f á c t i c o como que nuestra corporeidad incluya u n a pieza anatómica que llamamos
lengua, y que es el principal órgano o instrumento
del a p a r a t o fonético preciso de que el hombre dispone, y que a su vez condiciona el repertorio de posibilidades de manifestación, r e l e v a n c i a y comunicación del lenguaje. L a articulación de los sonidos, l a
multiplicidad de los que son posibles, su índole suces i v a , l a c a p a c i d a d de ser imitados, todo esto se liga
a esa realidad corpórea, anatómico-fisiológica, que
es l a r o j a y trémula porción de nuestra carne que
llamamos 'lengua', con el conjunto de los dispositivos
que hacen posible su función locuente: labios, dientes, cavidad bucal, cuerdas v o c a l e s , viento, aliento
o espíritu que viene de los pulmones. T o d a esa
r e a l i d a d complejísima que es objeto de estudio centenario en esta c a s a sería enteramente distinta si l a
corporeidad del hombre f u e r a diferente, si se hubier a n producido minúsculas diferencias en l a organización somática de nuestra especie.
E s t o quiere decir que si bien el decir pertenece
a la estrucínira analítica, n e c e s a r i a y u n i v e r s a l de
t o d a v i d a en el sentido de l a humana, a l h a b l a r de
'lenguaje' hemos p a s a d o a otro plano, a otro bien
distinto estrato de r e a l i d a d : lo que llamo l a eótructura
empírica de l a v i d a humana, aquel conjunto de deter17
minaciones —^en principio variables—• que pertenecen de un modo estable y estructural a l a v i d a
humana, pero que tienen un c a r á c t e r contingente y
empírico; aquellas cuyo conjunto constituye lo que
llamamos 'el hombre', a diferencia de esa r e a K d a d
más r a d i c a l y v a s t a que denominamos 'vida humana'^.
T o d a v í a h a y que d a r un p a s o más. E l lenguaje
está siempre concretado en una ' l e n g u a ' ; y ésta es
l a de una sociedad determinada —^secundariamente
la de v a r i a s s o c i e d a d e s ' — e s l a «propia» manera de
h a b l a r de ima sociedad o pueblo; p o r eso es siempre
«idioma». Podemos decir que l a lengua es v i v i d a por
sus hablantes como im idioma cuando l a sienten
como una lengua entre otras, como «la s u y a propia»,
precisamente en l a medida en que tienen conciencia
de v i v i r en u n a sociedad determinada que se distingue
de o t r a s a j e n a s , e x t r a ñ a s o e x t r a n j e r a s . E s t o significa que hemos pasado a un tercer estrato o zona de
r e a l i d a d : si el 'decir' nos remitió a los requisitos
necesarios y p o r ello universales de toda «vida»
biográfica, y el 'lenguaje' a l a estructura empírica
de l a v i d a humana, a h o r a l a 'lengua' o 'idioma' nos
consigna a l ámbito de una sociedad determinada,
única en que este fenómeno tiene plena concreción.
S ó l o podemos entender l a plena significación del
'decir' dentro de una m e t a f í s i c a como t e o r í a de esa
realidad r a d i c a l que es l a v i d a humana
l a intelección del lenguaje r e c l a m a l a comprensión de esas
estructuras empíricas de l a v i d a cuyo sistema sería
la antropología en el sentido r a d i c a l del término;
finalmente, l a lengua requiere ser comprendida desde
una sociología. P e r o no se olvide que h a y \ma
j e r a r q u í a ontològica en cuanto a c a b o de n o m b r a r :
18
T
la lengua está r a d i c a d a en el lenguaje, y éste en el
decir; de igual modo, l a interpretación sociológica
de una lengua ha de e s t a r últimamente fundamentada
en u n a antropología o teoría de l a estructura empírica
de l a v i d a humana, y ésta en una teoría general de l a
v i d a o m e t a f í s i c a , donde a m b a s encuentran su última
raíz. E s lícito, sin duda, t o m a r l a investigación a
uno u otro nivel, siempre que se tenga en cuenta que
los más r a d i c a l e s se dan por supuestos.
L a r e a l i d a d social de l a lengua l l e v a consigo dos
diferentes tipos de consecuencias: l a f o r m a de existencia de l a lengua se deriva de l a s condiciones de lo
social —^éste es propiamente el tema que aquí n o s
o c u p a — ; pero en segundo lugar, l a lengua es u n
f a c t o r decisivo de l a constitución de l a sociedad que
l a h a b l a y u s a . E l mundo —'qne es siempre m¿ mundo,
el de c a d a cual, y «nuestro» mundo en virtud de l a
comunicabilidad de l a s circunstancias—• no es p r i m a riamente físico, sino s o c i a l ; consiste en un repertorio
de cosas que son interpretaciones, l a s f a c i l i d a d e s y
dificultades originarias que se encuentran a l v i v i r ,
recubiertas por una pátina interpretativa
que es
i n y e c t a d a en nosotros desde l a i n f a n c i a por nuestro
contorno humano : c a d a cosa es mostrada y t r a t a d a
«asi», como tal c o s a . L a lengua, que por lo pronto
nombra e s a s cosas, y a l nombrarlas l a s aisla, distingue y enumera, l a s «acuña» como realidades —^en
c a d a lengua, de manera peculiar.—-, esboza un sistema,
de relaciones entre ellas, que son v i v i d a s como e f e c t i v a s , como l a r e a l i d a d misma, en virtud del género,
el número, los sistemas flexivos, l a composición o
derivación, l a sintaxis. E l mundo humano es u n
mundo lingüístico.
19
L a lengua es, en este sentido, l a primera interpretación de l a r e a l i d a d ; o, si se prefiere, una de l a s
f o r m a s r a d i c a l e s de inótalación del hombre en su v i d a
-—^otras f o r m a s son el sexo, l a edad, l a r a z a , l a
clase social como repertorio de usos y costumbres'—.
C a d a lengua r e v e l a , y en cierto modo realiza, un
temple vital. S i se considera l a diversifieación del
latín en los diversos romances, se descubren o t r a s
tantas modalidades vitales, temples desde los cuales
se v i v e y se habla. L a historia de c a d a lengua es el
depósito de l a s experiencias históricas de un pueblo,
precisamente en cuanto son v i v i d a s e interpretadas
desde ese templo originario, que es el núcleo germinal
o principio de organización de l a lengua. Y cuando
u n a lengua es «trasplantada» de imas sociedades a
otras, cuando es h a b l a d a p o r pueblos distintos, ese
temple sufre modificaciones o inflexiones que pueden
ser p r o f u n d a s y que se orientan en diversas direcciones ; t a l es el c a s o del español de E s p a ñ a y de los
v a r i o s españoles de A m é r i c a , del inglés de Inglaterra,
el de los E s t a d o s U n i d o s y secundariamente de
otros p a í s e s ; y es también lo que acontece a l a
«misma» sociedad a lo largo de l a historia: n a d a
s e r í a más sugestivo que determinar con algún rigor
los sucesivos «temples» desde los cuales se h a hablado
y oído y entendido el español, y que probablemente
corresponderán a l a s grandes, decisivas inflexiones
de nuestra historia íntima, a c a s o no coincidente con
los sucesos más visibles y a p a r a t o s o s de nuestra
historia externa.
E s t o es lo que se e x p r e s a mediante ciertos giros
cuyo sentido solemos p a s a r por alto. A l lado de l a
f o r m a 'hablar español' o 'hablar f r a n c é s ' , nuestra
20
lengua tiene otra, más sabrosa y e x a c t a : 'hablar en
e s p a ñ o l ' ; ese 'en' r e v e l a el matiz de «instalación»
con que el fenómeno del h a b l a r es vivido. E n latín
o en griego, como todos saben, se empleaba l a f o r m a
a d v e r b i a l : Latine Loqui, Graece loíjui; o, como dice S a n
J u a n del cartel que P i l a t o mandó poner sobre l a
cruz de C r i s t o , xai •^•v -[£-fpa|i|iévov 'EjjTXaícxí, "Pu)|ia'taTt,
"y^Xri^'.'^'d^ et erat scriptum Hebraice, Graece et Latine^.
H a b l a r o escribir «latinamente», «griegamente», «hebraicamente». R e c u e r d o que en una comedia clásica
latina, uno de los personajes dice algo así como : Hi¿pane, non Romane, memoretis loqui me: « R e c u e r d a que
hablo españolamente, no romanamente». E n un texto
normal se t r a d u c i r í a : «hablo en español», pero naturalmente el español no existía, y aquel hombre hablaba «a la española» (o hispana), p o r supuesto en latín.
E l inglés se puede h a b l a r «británicamente» o «americanamente», en dos bien distintos temples o tesituras,
y esto cuenta más que t o d a s l a s diferencias de pronunciación, v o c a b u l a r i o o sintaxis.
E l problema que aquí particularmente me interesa
no es de filosofía del lenguaje, ni tampoco de lingüística empírica. Intento moverme en una zona
intermedia, que me parece un estadio inexcusable y
que suele p a s a r s e p o r alto, aquel que corresponde a
l a s estructuras empíricas de l a v i d a humana en todas
sus dimensiones, subrayando tanto l a condición empír i c a como el c a r á c t e r estructural y no accidental ni
a z a r o s o . S e t r a t a , en suma, de comprender la lengua
como algo r e a l , y por ello radicado en l a r e a l i d a d
t o t a l de la v i d a humana. E s t o nos l l e v a r í a a l a evidencia de que no h a y propiamente «historia de l a
lengua» —-como no h a y historia de l a s ideas —
21
l
porque ni l a s f o r m a s lingüísticas ni l a s ideas vienen
de sus semejantes, sino de l a r e a l i d a d humana ínteg r a , uno de cuyos ingredientes son l a s i d e a s o los
fenómenos lingüísticos. L a historia e f e c t i v a y no
a b s t r a c t a de l a lengua, como de cualquier otra
dimensión de lo humano, remite a l a historia integra
y general, y lo que se a i s l a de ésta es sólo una abrev i a t u r a o simplificación a b s t r a c t a , lícita y útil mient r a s se tiene conciencia c l a r a de que así se aislan
ciertos hechos que sólo resultan plenamente inteligibles y explicables cuando se los hace d e r i v a r del
sistema general de l a v i d a humana concreta.
El
u¿o UngüUlico
A l a v i e j a concepción normativa de l a lengua ha
venido a suceder poco a poco u n a visión de ella
predominantemente deócriptiva. N o se t r a t a tanto de
decir cómo deben <¡er l a s cosas como de conocer y
p r e c i s a r cómo ¿on. L a «norma», lo «correcto» v a n
dejando su puesto a l UÓO. L o decisivo —viene a pens a r s e , y c a d a v e z más—• es lo que óe dice y ¿e escribe.
V o c e s , pronunciación, flexiones, sintaxis, giros, pertenecen o no a l a lengua no porque se ajusten a ciertas
normas, preceptos o modelos, sino porque se usan o
no. L a misión del lingüista, del lexicólogo, del fonético, del gramático, de l a A c a d e m i a se v a entendiendo
c a d a vez de m a n e r a menos l e g i s l a t i v a ; su función es
primariamente observar, registrar, describir. L a últim a edición —'tan discutida p o r lo demás—' del diccion a r i o W e b s t e r —'una de l a s más admirables obras de
l e x i c o g r a f í a — ' acentúa extremadamente l a orienta-
22
ción descriptiva y rehuye cuanto es posible el carácter de norma o prescripción. E n su p r e f a c i o se
d e c l a r a que l a misión de un diccionario es establecer
o h a c e r constar los significados con que l a s p a l a b r a s
son u s a d a s de hecho, y no dar una opinión editorial
sobre cuáles deberían ser sus significaciones
En
cuanto a l a pronunciación, insiste en que muestra
hasta donde es posible l a s que predominan en el uso
general de l a conversación cultivada, en todo el
mundo de lengua inglesa; y a g r e g a : «No intenta
d i c t a r cuál debería ser ese uso»
Y el p r e f a c i o
concluye con l a reiteración de que el diccionario
presenta l a lengua «como es escrita y hablada»
T o d o esto parece xma tendencia irreversible, y
además justificada. S i l a lengua es un uso, uno de
los más hondos y poderosos usos sociales, ¿cómo no
ha de ser el uso lo decisivo en e l l a ? L a lengua es lo
que ée h a b l a y —'secundariamente—• se escribe en
lina sociedad determinada. P e r o se ocurren, sin
embargo, algunas r e s e r v a s . L a primera y más ingenua, que l a contraposición entre «norma» y «uso» no
es tan obvia y evidente como p a r e c e ; porque el uso
—^todo uso—• es normativo en alguna medida. E l uso
e s una r e a l i d a d social, y le pertenece el c a r á c t e r
fundamental que en lo social descubrió O r t e g a : l a
vigencia. L o s usos son vigencias que ejercen presión
sobre nosotros y nos obligan a a j u s t a r nuestra conducta a ellas o bien a resistirlas, a discrepar. E l
propio editor del W e b s t e r , Philip B . G o v e , lo reconoce cuando dice que éste muestra u n a amplia
v a r i e d a d de pronimciaciones aceptables b a s a d a s en
un amplio archivo de transcripciones hechas escuchando atentamente l a elocución real educada en to23
dos los campos y en todas l a s p a r t e s del p a í s ; y a c l a r a a ú n : l a elocución de aquellos que esperan ser completamente entendidos por sus oyentes»
L o más
r e v e l a d o r y significativo no es l a precisión de que se
t r a t a de l a elocución «cultivada» (educated), sino algo
más g r a v e : que si no se pronuncia de cierta manera
no se puede esperar ser completamente entendido ;
es decir, que h a y una represalia social, inmediata y
fulminante, a o t r a s pronunciaciones: no que sean
descalificadas por los lingüistas o p o r una corporación docta, sino que no son bien entendidas. E l uso,
pues, es quien decide; pero por ¿eruna realidadóOciaL,
una vigencia, incluye una dimensión normativa, de
c a r á c t e r ^—-y ésta es l a novedad que empieza a
imponerse—• intrínsecamente lingüístico y social.
A q u í empieza lo más interesante y , como e r a de
temer, lo más difícil. ¿ E s unívoco el concepto ' u s o ' ?
¿ E s , sin más, uso todo lo que se u s a ? ¿ E s comparable el uso de llamar ' p a n ' , 'vino', ' t i e r r a ' , 'cuerpo',
' a m o r ' , con el de l l a m a r ' c a r a b i n a ' a una señora que
solía a c o m p a ñ a r a algunas muchachas? L a s primer a s p a l a b r a s tienen un uso milenario y universal en
todo el mundo de lengua española; l a última se h a
usado en ciertos círculos sociales de E s p a ñ a durante
el decenio de 1 9 2 0 . ¿Podemos equiparar, desde el
punto de v i s t a del uso, l a p a l a b r a 'coche', de tan
dilatada vigencia, con 'birlocho', que la tuvo tan
b r e v e ? ¿ N o h a y que distinguir entre 'bella', que se
escribe de una mujer, pero no se dice, y ' g u a p a ' ,
que se dice pero apenas se escribe? ¿ N o h a y que
tener en cuenta que el importantísimo verbo ' a m a r '
no pertenece desde hace mucho tiempo a l a lengua
hablada, mientras c o n s e r v a plena vigencia en la len24
glia e s c r i t a ? ¿Podemos decir tranquilamente que se
itsan, sin más aclaraciones, los verbos 'morir',
' f a l l e c e r ' , ' e s p i c h a r ' ? ¿Son por ventura uso en el
mismo sentido el universal adjetivo 'amarillo' y su
equivalente cromático 'gualdo', que casi exclusivamente se «usa» al h a b l a r de 'la b a n d e r a r o j a y
g u a l d a ' , expresión, por añadidura, menos u s a d a ,
hasta e] punto de que son muy pocos los jóvenes que
saben lo que quiere decir esa p a l a b r a ?
A l g u n a conciencia de esto se ha tenido, naturalmente, desde antiguo. E l uso se ha matizado en
diccionarios, léxicos, gramáticas. E l D i c c i o n a r i o de
l a A c a d e m i a añade a sus voces, de v e z en cuando,
con cierto carácter excepcional, advertencias que se
refieren a l a extensión o cualidad de su uso. ¿ E s
esto suficiente ? V e a m o s cuáles son l a s distinciones
de nuestro diccionario.
S i no olvido alguna, las calificaciones que restringen, matizan o precisan el uso de l a s p a l a b r a s ,
son, a p a r t e de l a s regionales, l a s siguientes : anticuado, a r c a i c o , despectivo, desusado, dialectal, f a m i liar, f e s t i v o , figurado, inusitado, irónico, poético,
popular, poco usado, vulgar. E n total, catorce. S i n
embargo, si miramos de cerca son bastantes menos.
' A r c a i c o ' y 'anticuado' son definidos casi e x a c t a mente en el diccionario, y 'desusado' apenas significa d i f e r e n c i a ; 'inusitado' y 'poco u s a d o ' difieren
sólo en un mínimo matiz no muy preciso ; esto reduce
considerablemente el número de categorías eficaces.
A ñ á d a s e que estas determinaciones se aplican con
muy p o c a frecuencia, quiero decir que l a inmensa
m a y o r í a de las veces carecen de toda indicación que
module l a condición de su uso. Y , por otra p a r t e ,
25
sólo el v o c a b u l a r i o ha sido objeto de esta elemental
cualificación o cuantificación ; l a s diferencias de pronunciación, aun siendo muy reducidas y poco relev a n t e s en español, tienen v a r i a b l e significación dependiente del uso —^la r e l a j a c i ó n o pérdida de l a d
en la terminación ' a d o ' , el yeísmo, l a aspiración,
e t c é t e r a — y en otras lenguas son decisivas. Piénsese, por otra parte, en l a desigual vigencia de los modos o tiempos verbales —^la inferior del subjuntivo, el
restringidísimo, residual uso del futuro de este modo,
el naciente y amenazador uso del imperativo negativ o — T o d a v í a más delicada es l a cuestión del régimen —^de uso tan claro y firme h a s t a hace poco, v a c i lante en los últimos decenios—• ; de los modismos ; del
confinamiento regional de ciertos usos verbales o, por
el contrario, su expansión a toda el á r e a de l a lengua.
N o se crea que esta pobreza de matización del
uso es una deficiencia p r i v a t i v a del D i c c i o n a r i o de
l a A c a d e m i a . E n una o b r a lexicográfica tan ambiciosa y a l día como el y a citado W e b s t e r se enumeran unas cuantas «etiquetas» o «rótulos» que
intentan precisar el uso (atataá LabeU), que intentan
d a r alguna precisión a este delicado problema,
pero sólo muy vagamente y desde lej os : obáoLete
(el equivalente del anticuado, con l a precisión de
no haber estado en uso general desde l y S S ) , archaic
(usado después de l y S S , pero sólo esporádico en
l a actualidad), ¿lang, éubótandard (de inferior prestigio, aunque de uso general), nondtandard, dialect
(con precisiones comarcales en c a d a caso), y finalmente l a s determinaciones geográficas de l a s p a l a b r a s de uso restringido a alguna de l a s zonas del
mundo de lengua inglesa i®.
26
Todo esto indica que t o d a v í a no se ha aplicado
a los fenómenos de l a lengua, y concretamente a l
uso lingüístico, un esquema teórico adecuado y
suficiente, que podría entenderlo en su e f e c t i v a función. ¿ E s esto posible? C r e o que s í ; habría que
intentar a p l i c a r a l a lengua el rigor que l a teoría
de l a v i d a social h a a l c a n z a d o a c e r c a del fenómeno
general del uso. V e a m o s de qué se t r a t a .
La
lengua, ingrediente de la eatructura social
H a c e diez años, en mi libro La estructura social,
t r a t é de determinar l a teoría y el método que permite investigar una estructura social concreta. C o m o
la lengua es —^precisamente en cuanto uso, que es
como aquí nos interesa—• un ingrediente decisivo
de u n a estructura social, pienso que se pueden aplic a r a los fenómenos lingüísticos algunas de l a s precisiones, sobre todo de c a r á c t e r metódico, que introduje en ese libro. M e propongo, pues, a h o r a
t r a s l a d a r a la e s f e r a de la lengua algunos elementos de ese estudio y sugerir su utilización p a r a esclarecer l a s diversas f o r m a s del uso lingüístico.
L a r e a l i d a d actual de l a lengua .—^en cualquier
momento—• es inseparable de su historia, porque si
los elementos o «datos» que la componen están
«dados», sus conexiones no lo están. Y l a razón
de ello es que c a d a uno de esos elementos es un
resultado o, t o d a v í a mejor, una resultante de f u e r zas que actúan, l a s cuales vienen de xm pretérito
y a v a n z a n h a c i a un futuro. N i n g u n a condición
social es un hecho, sino que se ha hecho; por con-
27
siguiente, sólo l a variación de l a lengua dentro de
La sociedad y en virtud de ella explica que en el
momento presente sus ingredientes sean los que
efectivamente s o n ; sólo ese movimiento los liga y
enlaza en una estructura r e a l y no meramente abst r a c t a . L a realidad de todo lo social está intrínsecamente constituida p o r l a presencia del pasado y
el futuro, es decir, por l a Kistoria.
L a lengua, como l a estructura social a que pertenece, es siempre «antigua», porque se ha llegado
a ella, viene del p a s a d o , ha durado hasta hoy, pero
a l mismo tiempo es u s a d a , y como toda acción
humana se hace h a c i a adelante, es esencialmente
inestable e innovadora, e s t á hecha de futurición.
S e t r a t a de im sistema de f u e r z a s , presiones, tensiones, orientadas en cierta dirección: un sistema
v e c t o r i a l , c u y a imagen podría ser l a flecha. P o r eso,
en l a medida en que l a lengua es estable, no se t r a t a
de inmovilidad, sino de p a s a j e r a estabilización de
tensiones operantes. S i algo no cambia no es que s e a
invariable, sino que dura, que resiste y conserva su
figura mediante su propio dinamismo, como l a mantiene el ser v i v o , a f u e r z a de movimiento e interna
variación.
E l paralelismo entre l a realidad de l a lengua y
l a de una sociedad determinada es t a n grande, que
se da también en el hecho básico de si, conforme
a v a n z a m o s en el tiempo, estamos en l a misma o
en otra distinta. R e c o r d e m o s el gran problema que
ha debatido tan vivamente l a historiología y a l a
v e z la historiografía española de estos últimos decenios. E s t a m o s en una sociedad que es l a española,
Jo que llamamos inequívocamente E s p a ñ a . S i r e t r o 28
cedemos en el tiempo, hasta el siglo xix, l a s condiciones son bien distintas, pero permanecemos sin
duda en E s p a ñ a ; si seguimos retrocediendo, hasta
el siglo X V I I I , el X V I I , el X V I , l a s variaciones son
mayores, pero seguimos en «la misma» sociedad
e s p a ñ o l a ; t o d a v í a podremos permanecer en ella si
nos remontamos, a g u a s arriba, por l a E d a d M e d i a ;
pero si nos trasladamos, en un brusco salto, a T a r tessos o a l a cueva de A l t a m i r a , es evidente que
no estamos y a en la misma sociedad, que hemos
abandonado E s p a ñ a p a r a entrar en otras sociedades, de l a s cuales acaso h a y a venido l a española,
pero que en modo alguno se identifican con ninguno
de los estados de ella (dejemos aquí intacta l a cuestión de dónde se puede l o c a l i z a r l a transición, lo
que podríamos llamar l a frontera inicial de l a sociedad española).
Análogamente, nosotros hablamos, escribimos,
entendemos l a lengua e s p a ñ o l a ; los hombres de los
siglos anteriores hablaban una lengua sensiblemente
distinta, muy distinta si retrocedemos lo suficiente,
si llegamos, p o r ejemplo, al Poema dei Cid, pero
que e r a inequívocamente «la misma» lengua. N o
se puede seguir ese regreso indefinidamente; apenas
hemos caminado h a c i a a t r á s unos cuantos decenios,
a lo sumo un siglo, nos encontramos más a l l á de
ima indecisa f r o n t e r a , m a r c a d a por los esparcidos
hitos de l a s jarchaá, f u e r a y a de los confines del español. L a lengua h a b l a d a en l a Península ibérica e r a
el latín, bien distinto del de H o r a c i o y Cicerón, como
el español del Poema del Cid es distinto del de A z o rín o el de O r t e g a , pero con diferencia de otro «orden
de magnitud» que l a que s e p a r a una lengua de otra.
29
S i elegimos un texto concreto, o un momento
preciso de l a historia, p o d r á ser difícil determinar
si aquello es latín o romance, si se está y a , o t o d a v í a no, en l a sociedad e s p a ñ o l a ; pero esto sólo
quiere decir que l a r e a l i d a d humana es rigaroáamente inexacta —^empleo deliberadamente esta formul a de apariencia p a r a d ó j i c a , p a r a sugerir que a l a s
disciplinas del hombre les corresponde una f o r m a
de rigor que no r e c l a m a , sino excluye l a exactitud.—
y que es posible l a existencia de una criáis histórica
o lingüística, en l a cual no se esté ni en u n a sociedad ni en otra, ni en una ni en o t r a lengua, sino
en l a situación de inestabilidad r a d i c a l que l l e v a de
una a otra.
La
vigencia
Lingüistica
U n a sociedad está defmida por xm sistema de
vigencias comunes —^usos, creencias, ideas, estimaciones, p r e t e n s i o n e s — u n a de ellas, y de l a s más
importantes, es l a lengua; lo que estoy intentando
es precisamente considerarla como una vigencia, y
a p o r t a r l a s p o c a s ideas c l a r a s que h a y a conseguido
obtener de u n a investigación general. L a noción de
vigencia es, si no me engaño, una de l a s aportaciones capitales de O r t e g a a l a teoría de l a v i d a colect i v a —.y p o r tanto también de l a v i d a humana
individual, y a que ésta es intrínseca y necesariamente s o c i a l — s u fertilidad me parece c a d a día
m a y o r , y creo urgente h a c e r xm uso a fondo de sus
posibilidades si de v e r d a d se quiere esclarecer los
fenómenos s o c i a l e s ; pero no es cosa sencilla. C u a n 30
do intenté aplicar este concepto a l a realidad social,
encontré que e r a menester primero una minuciosa
y nada f á c i l elaboración; a h o r a ofrezco, como primera y mínima contribución a l a A c a d e m i a que me
honra a l recibirme en ella, su aplicación a l a s t a r e a s
de su instituto.
« L a p a l a b r a 'vigencia' es un término técnico
de l a sociología de O r t e g a , que encuentro difícilmente sustituible. S u origen etimológico es c l a r o :
vigencia, en el uso normal de l a lengua, es el estado
o condición de lo vigente
lo vigente 'tiene vigenc i a ' o 'está en v i g e n c i a ' ; y lo vigente, vigetiá, es
quod ñget, lo que está bien vi\>o, lo que tiene, p o r
tanto, vigor, y en un sentido secundario lo que e s t á
despierto, en estado de vigilia o vigilancia. E n español, l a p a l a b r a vigencia se u s a sobre todo en lenguaje jurídico : una ley vigente es una l e y que está
en vigor, que tiene ' f u e r z a de l e y ' , que a c t u a l mente obliga ; esa misma l e y pierde su vigencia
cuando y a no tiene esa f u e r z a o v i g o r ; una ley de
las P a r t i d a s es una ley, sigue siendo una ley, pero
no tiene vigencia, es inválida o muerta. O r t e g a h a
introducido en el uso del término dos innovaciones :
l a primera es una extensión de él; en lugar de restringirlo a l a e s f e r a jiurídica, lo emplea en todo su
alcance ; en segundo lugar, designa con el sustantivo 'vigencia' cualquier realidad vigente en cuanto
es vigente ; así, h a b l a de l a s vigencias de u n a época,
de l a s v a r i a s clases de vigencia, es decir, de los
contenidos vigentes, atendiendo a su condición de
tales, y por tanto a su función en l a v i d a colectiva» 12.
A h o r a bien, aquí empiezan los problemas. A d ii
viértase, por lo pronto, que el auténtico modo de
realidad de lo social no es el simple y pasivo «estar
ahí», y l a lengua es un ejemplo excelente de ello:
existe como presión, coacción, invitación, seducción; no se t r a t a de «estar», sino de estar actuando.
P o r eso es inmejorable l a expresión «vigencia»,
y a que los ingredientes de la v i d a social poseen
v i v a c i d a d o v i g o r ; pero conste que no son acciones:
su vigor se ejercita con su presencia, a v e c e s con
su simple inerte resistencia, como el muro que me
c i e r r a el p a s o .
U n c a r á c t e r fundamental de todas l a s vigencias
^ y entre ellas l a s lingüísticas— es que se ejercen
sobre los individuos, son éstos los que tienen que
contar con ellas, pero no son de índole o condición
individual. L a presión que ejercen no es el resultado directo de una acción individual, sino que
a c t ú a desde l a sociedad, a t r a v é s de ella. Q u i e r o
decir que una imposición de c a r á c t e r estrictamente
individual no es nunca una vigencia; por ejemplo,
l a a r b i t r a r i a decisión de un déspota; a menos que
tenga vigencia áOciaL l a creencia de que los caprichos del déspota tienen f u e r z a de ley, es decir, de
que a t r a v é s de l a sociedad le v e n g a a l a mera
f u e r z a una «sanción» que l a convierta en vigencia
e f e c t i v a . S i aplicamos esto a un tema a l a v e z más
noble y más nuestro, encontramos que l a presión
ejercida en el dominio de l a lengua p o r el uso de
un individuo, por ejemplo, un escritor ilustre, o por
u n a corporación como l a A c a d e m i a , no puede tener
nunca c a r á c t e r de vigencia, a menos que se intercale una instancia óociaL: el prestigio. S i l a A c a d e mia puede en alguna medida legislar legítimamente
32
en cuestiones de lenguaje, no es p o r l a v o l u n t a d
individual ni c o r p o r a t i v a de los que l a componen,
sino p o r l a c r e e n c i a s o c i a l vigente de que la A c a d e m i a tiene a u t o r i d a d ; p o r eso, el p o c o o mucho vigor
que l a A c a d e m i a tenga l e v i e n e de l a éociedad en
que se a p o y a , y que h o y no es sólo l a e s p a ñ o l a ,
sino l a m á s a m p l i a y tenue definida p o r el imperio
de e s a v i g e n c i a p a r t i c u l a r que es l a lengua : l a
comunidad de los que h a b l a n español. L a «autoridad» del escritor, del o r a d o r o de u n a c o r p o r a ción de ellos, como esta A c a d e m i a , p o r r e f e r i r s e
a l f e n ó m e n o s o c i a l que es l a lengua, no puede ser
ni meramente individual ni e s t a t a l , sino social, y
tiene que e s t a r conquistándose y r e n o v á n d o s e día
tras día.
C u a n d o P a s c a l g e m í a : «Vérité en deçà dea Fyrénée<), erreur au-delà»,
no h a c í a sino f o r m u l a r u n a
condición de l a s v i g e n c i a s , que r e s u l t a d e c i s i v a
cuando se consideran l a s l i n g ü í s t i c a s : se producen
dentro de u n á r e a d e t e r m i n a d a , son vigentes en u n
ámbito s o c i a l preciso. E l «dentro» y el «fuera»
son los límites constitutivos de t o d a v i g e n c i a , y
justamente su m a y o r o menor v i g o r , y l a c u a l i d a d
de éste, dependen de esos límites. Y lo mismo puede
decirse del tiempo : desde el momento en que a l g o
a l c a n z a ese v i g o r h a s t a aquel otro en que lo pierde,
en que la l e y es d e r o g a d a o —'Como ociurre con l a
v i g e n c i a lingüística—• c a e en desuso.
E n l a e s f e r a e s t r i c t a de lo s o c i a l —^y p o r t a n t o ,
de l a l e n g u a — l a s v i g e n c i a s no son p r o m u l g a d a s
ni d e r o g a d a s ; no son convención, p o r q u e no son
«convenidas» p o r n a d i e ;
no son
«estipuladas»
—^esto ocurre en l a terminología, pero no en l a
33
l e n g u a — ; l a interpretación política o jurídica de lo
social ha sido d e v a s t a d o r a en muchos campos, desde
el pensamiento de Aristóteles hasta la concepción
«normativa» de l a lengua. A h o r a vemos en qué
medida l a lingüística, l a fonética, l a l e x i c o g r a f í a o
la gramática han de ser descriptivas y no normat i v a s ; lo que p a s a es que, como el uso es normativo,
porque es precisamente una vigencia social, el oójetü
de esa descripción es en buena medida un repertorio de normas : aquellas que constituyen la gran
vigencia que llamamos una lengua, por ejemplo l a
española.
S i tomamos en serio lo que a c a b o de decir,
que l a s vigencias ejercen su presión dentro de un
ámbito cerrado, precisamente desde sus límites, lo
mismo que un líquido ejerce su presión desde l a s
paredes que lo encierran, hallamos que e s t á determinada por una mada precisa, justamente aquella
que esos límites definen. E l individuo siente más o
menos osciuramente l a cuantía de l a «masa» social
que g r a v i t a sobre él —'en el «espacio», si v a l e l a
expresión, y en el tiempo — . Puede ocurrir que l a
represalia a l a infracción de una vigencia lingüística
menor —^reducida a im grupo, reciente en su origen—•
sea fulminante: p o r ejemplo, a l empleo de una p a l a b r a o un giro que h a y a caído en desprestigio, h a y a
pasado de moda, sea considerado en ciertos medios
grosero o cursi; precisamente el escaso volumen
de l a m a s a social que sustenta el uso hace que se
movilice con rapidez y agilidad. E n cambio, l a presión de l a vigencia inveterada es a c a s o «lenta», y
l a r e p r e s a l i a a su violación se ejecuta perezosa y
tardíamente en virtud de l a enorme m a s a que ha de
34
a c t u a r ; pero a La Larga no se puede f a l t a r al viejo
uso universal, mientras que l a vigencia del uso r e s tringido, p o r muy imperiosa que sea en sus comienzos, p a s a pronto y a c a s o se invierte : lo imperado e s
poco después proscrito, o a l a inversa. E l c a s o
estremo de este fenómeno es aquel en que l a vigencia lingüistica deja de ser puramente social y se
convierte en estatal o política, como cuando ciertas
expresiones son impuestas o v e d a d a s por el P o d e r ;
entonces l a s represalias tienen el c a r á c t e r inmediato
de lo que procede de l a voluntad, y l a misma inestabilidad y c a p a c i d a d de rectificación o de inversión
súbita.
A d v i é r t a s e que allí donde h a y «reglas lingüísticas», es decir, donde l a s vigencias son expreáaá,
son menores, más débiles e inseguras. S u s contenidos son dudosos, no se imponen con el automatismo
propio de lo social, dependen en cierto grado del
arbitrio individual, de l a iniciativa del que h a b l a o
escribe. L a s vigencias lingüísticas b á s i c a s no se
formulan nimca, no aparecen en l a s gramáticas ;
son l a condición misma de l a lengua, aquello en
que consiste. S u presión es tácita y difuóa] pero
esto no quiere decir que sea vaga, porque se ejerce
siempre según líneas de f u e r z a que determinan una
conducta o un esquema de configmración lingüística.
L o decisivo es el criterio de relevancia •. el v o c a b u lario fundamental de u n a lengua, su torso, si v a l e
la expresión; el sistema f o n é t i c o ; l a flexión cuando
condiciona el sentido y , por tanto, l a comprensión
de lo que dice. E n cambio, h a y presión f o r m u l a d a
y explícita cuando l a r e l e v a n c i a es menor o nula
como en el c a s o de la fonética de l a li, el leísmo
35
o loísmo, el uso del potencial o el imperfecto de
subjuntivo, etc. Y h a y que a d v e r t i r que l a presión
de l a s vigencias se deriva siempre de l a sociedad
en general, no del campo restringido a que se refiere
su contenido; en otras p a l a b r a s , l a vigencia del uso
lingüístico no es meramente Kngüística, sino social, y
p o r eso puede cambiar por motivos extrínsecos. U n
ejemplo lo a c l a r a r á mejor: l a o r t o g r a f í a española
h a b í a sido diurante el siglo xvil v a c i l a n t e , imprecisa
y c a s i enteramente i r r e l e v a n t e ; se usaban indistintamente l a
l a i' y l a u; l a ^ y l a j , o l a y y l a ;
l a Í: y l a z, etc. (para no h a b l a r del español medieval,
en que l a fluctuación ortográfica reflejaba l a fluctuación f o n é t i c a ) ; pues bien, cuando en el siglo X V I I I
•comienza a fijarse l a o r t o g r a f í a y sobre todo cuando
en el XIX se estabiliza, sobreviene u n a hiperestesia
ortográfica tal, que l a vigencia más fuerte de l a lengua es precisamente ésta, y cualquier infracción de
los usos del idioma se perdona más fácilmente, descaKfica menos que l a o r t o g r a f í a incorrecta. E l vigor
de l a vigencia no tiene forzosamente que v e r con
l a «gravedad» r e a l de su contenido.
E n el extremo opuesto estaría lo que nunca h a
sido objeto de prescripción, justamente porque cuesta
considerable esfuerzo técnico tener conciencia c l a r a
de ello y su formulación es extremadamente difícil:
l a entonación, y en general el «temple» característico de una lengua; pues bien, ésta es l a vigencia lingüística fundamental, precisamente aquella que más
eficazmente determina l a inclusión de un hablante
en el á r e a de u n a sociedad lingüísticamente definida,
lo que cualifica l a pertenencia a l a s d i v e r s a s zonas
o estratos —^según los casos—• en que es vigente
36
lo que se llama, aproximadamente, l a «misma»lengua.
E s t a interpretación de l a lengua como vigencia
permite a c l a r a r el sentido de un importante grupo
de hechos lingüísticos. L a teoría de l a sociedad
advierte que en l a s sociedades débiles se puede
h a c e r «cualquier cosa», y p o r eso en ellas l a discrepancia no tiene sentido, ni l a g r a c i a que suele
adquirir en l a s sociedades fuertes y compactas, que
por eso mismo l a toleran y aceptan como «excepción» que viene a corroborar su sólida realidad.
E n el campo de l a lengua, cuando se está en un
momento de crisis, es decir, cuando propiamente no
h a y Uáo, sino que éste se e s t á constituyendo en u n a
sociedad fluida, l a discrepancia no existe, y l a s div e r s a s f o r m a s no tienen ese c a r á c t e r , precisamente
por e s t a r «suspendidas» l a s vigencias y no haberse
establecido otras. T a l es el caso, por ejemplo, de
la crisis de l a o breve latina, que en l a s d i v e r s a s
lenguas románicas diptonga de distintas m a n e r a s o
no diptonga; o de l a s f o r m a s v a c i l a n t e s de l a conjugación de los verbos en romance. E n cambio, u n a
v e z fijado el uso, l a discrepancia existe como t a l ,
y adquiere el v a l o r negativo de l a incorrección o
el positivo de l a innovación estilística.
Laó Jormaá de vigencia en la lengua
Vigencia general es aquella que se extiende a una
sociedad entera, con la cual tienen que contar todos
los individuos que l a componen. A h o r a bien, dentro
de l a perspectiva lingüística h a y que hacer algunas
37
aclaraciones. L a vigencia de una lengua no coincide
forzosamente con los límites de una sociedad plena
en sentido estricto: el español o el inglés se hablan
en v a r i a s sociedades; diversas lenguas se reparten
una inequívoca sociedad nacional como S u i z a . T o mamos aquí como «sociedad entera» aquella —^relativamente tenue y abstracta—• en l a cual tiene vigor
una lengua; en el c a s o del español, l a totalidad de
los pueblos de h a b l a española. Y entendemos p o r
«vigencias generales» todos aquellos usos lingüísticos que se extienden a l a totalidad del área definida p o r l a lengua. E l torso del vocabulario, l a
f o n é t i c a con tmas p o c a s excepciones, el sistema de
l a conjugación, l a s principales estructuras sintácticas, son ejemplos de vigencias generales en nuestra
lengua.
F r e n t e a l a vigencia general — q u e no debería
e s t a r m a t i z a d a por ningún coeficiente explicativo,
por ningún ¿tatiu Label'—encontramos
l a fig end a
parcial, aquella que sólo tiene su vigor en u n a porción de l a sociedad, en nuestro caso, de l a «sociedad» relativamente a b s t r a c t a definida por l a lengua.
E s t a s f o r m a s lingüísticas no pertenecen éin mád y
sin restricciones a l a lengua; no son equivalentes
de l a s a n t e r i o r e s ; si l a s hemos de entender bien y
l a s hemos de manejar con precisión, deben ser a f e c t a d a s por alguna determinación qxie defina el c a r á c ter concreto de su p a r t i c u l a r vigencia y , lo que es
igualmente necesario, sus relaciones con l a s vigencias generales.
U n ejemplo muy sencillo m o s t r a r á hasta qué
punto es delicada l a cuestión. L a f o r m a más elemental y simple de vigencia p a r c i a l es l a que pode38
mos l l a m a r «geográfica» o regional : aquella cuyo
vigor está restringido a una p a r t e geográfica de l a
«sociedad» lingüística total. Tomemos el c a s o de
un Kombre que h a b l a el español con acento andaluz,
gallego o mejicano; representa un caso de vigencia
p a r c i a l , distinta de aquella general o standard a l a
cual tiende a a p r o x i m a r s e el hablante cultivado en
todo el mundo hispánico, y que se interpretaría
vagamente como «hablar sin acento». ¿ C u á l es l a
actitud del hispanohablante frente a uno de esos
acentos p a r c i a l e s regionales? L o interpreta como
«particular», es decir, como uno de los acentos del
español. E n cambio, ¿cómo r e a c c i o n a frente a l
español hablado con acento f r a n c é s o norteameric a n o ? A p a r e c e n éstos como acentos «extranjeros»,
es decir, «externos», no «internos» a la sociedad
lingüística; si empleamos el uso dominante de l a s
p a l a b r a s españolas, t a n útiles, diremos que estos
acentos son efectivamente «extranjeros» a todo
hispanohablante, mientras que los otros son vividos como «forasteros» p o r todo aquel que no pertenece a l á r e a p a r c i a l de su vigencia. C o n o t r a s
p a l a b r a s , diremos que el acento argentino, extremeño o c a t a l á n son acentos del español, mientras
que los otros le son ajenos y , por decirlo así, «sobrevenidos», y no f o r m a n p a r t e de su realidad.
L a s cosas se complican cuando l a parcialidad
de una vigencia no es territorial, cuando a f e c t a a
una porción no geográfica de l a sociedad. E l principio de división y adscripción a distintos «sectores» sociales no es línico. Consideremos ante todo
la diferencia entre l a lengua h a b l a d a y l a lengua
literaria o escrita. E l español, por comparación
39
con otras lenguas, es extrañamente unitario; quiero
decir que no es «dos» lenguas, sino una s o l a : el
cuerpo de ella es común a todos, y c a s i todo lo que
se escribe es inteligible a l pueblo, c a s i todo lo
coloquial se puede escribir y tiene curso literario.
L a situación del f r a n c é s hasta 1 9 2 0 es a j e n a a l
español, en el cual h a y una ósmosis constante entre
literatura y habla, y por eso no se h a producido en
él esa «invasión vertical» del argot que h a irrumpido en l a l i t e r a t u r a f r a n c e s a de los últimos decenios. P e r o h a y dos porciones relativamente modestas
que h a b r í a que cualificar: h a y ciertas p a l a b r a s y
giros que sólo se usan en l a conversación, y no se
escriben —^a menos que se intente «transcribir» l a
lengua c o l o q u i a l — y h a y otros que se escriben
usualmente, pero no se dicen cuando se habla conversacionalmente. A n t e s me r e f e r í a l verbo ' a m a r ' ,
que de p a l a b r a no se conjuga; adjetivos estimativos,
como 'guapo', son evitados en l a lengua e s c r i t a ;
p a l a b r a s como ' a d a l i d ' o 'paladín' no tienen curso
o r a l ; ' m a n d a m á s ' , en cambio, r a r a v e z se imprime.
U n a considerable porción del v o c a b u l a r i o está confinada a l a lengua escrita, lo cual quiere decir que
no está enteramente v i v a , que sólo tiene una vigencia mitigada. A l a inversa, innumerables v o c a b l o s
y expresiones, confmados primero a l a c o n v e r s a ción, se abren camino y adquieren c a r t a de ciudadanía en esa provincia de l a lengua que se l l a m a
la república de l a s letras.
E n segundo lugar, y dentro de l a lengua hablada,
l a vigencia e s t á con frecuencia restringida a un
estrato de l a sociedad ; a veces a una «clase»;
o t r a s a un grupo de e d a d ; h a y p a l a b r a s , giros,
40
modismos, eatonaciones, modos de pronunciación
aristocráticos, intelectuales, populares, campesinos,
juveniles, etc.
E n sociedades con articulaciones sociales muy
acusadas, los elementos lingüísticos pueden ser intransferibles de un estamento a o t r o ; p o r decirlo
así, entre patricios y plebeyos. E n sociedades de
m a y o r flexibilidad y fluidez, los desplazamientos son
frecuentes y pueden constituir una característica
esencial; pero h a b r í a que precisar l a dirección de los
desplazamientos; es decir, si una f o r m a lingüística
se ha popularizado o, a l contrario, desde su primera vigencia popular se h a impuesto en el h a b l a
de los que tienen pretensión de refinamiento. Piénsese en los «dobletes», t a n frecuentes en nuestra
lengua: l a p a l a b r a latina es «culta» y ha tenido
originariamente un uso literario o en el habla de
los estratos sociales de educación superior; l a mism a p a l a b r a , evolucionada con arreglo a l a s leyes
f o n é t i c a s de l a lengua, es popular y adquiere una
significación distinta; a l cabo de cierto tiempo, sin
embargo, el pueblo usa con frecuencia l a p a l a b r a
culta, y l a p o p u l a r puede a l c a n z a r plena vigencia
l i t e r a r i a . Incluso puede ocvurrir que, por razones
históricas y sociales, no lingüísticas, l a p a l a b r a
«popular» s e a de uso más restringido y «culto»
que l a latina sin evolucionar: l a declinación de l a
importancia de l a s catedrales y l a extensión de l a
lectura de libros hacen que en el uso a c t u a l sea
¿ocLaímente más popular 'capítulo' que 'cabildo'.
' S a n t i f i c a r ' y 'santiguar', 'delicado' y 'delgado',
' p e n s a r ' y ' p e s a r ' , son a l a v e z cultas y populares
y han alcanzado vigencia total.
41
O t r o punto de v i s t a desde el cual se modifica
y matiza l a vigencia es lo que podemos l l a m a r los
distintos «tonos» o «registros» del lenguaje. D i g o
del lenguaje, y no de l a lengua, porque se dan análogamente en distintas lenguas, en principio en cualquiera, y l a s voces o giros de c a d a uno de ellos
suelen tener sus equivalentes en otros idiomas. E l
registro «normal» o «neutro» de l a lengua es el
que corresponde a l a vigencia p l e n a r i a ; a él pertenece, p o r ejemplo, l a p a l a b r a 'muerto'; a un registro «convencional» o a f e c t a d o corresponderá,
en cambio, ' f a l l e c i d o ' ; a un tercer registro «burlesco» o desgarrado, 'fiambre'. C i e r t a s modificaciones f o n é t i c a s son concomitantes con algunos registros y están excluidas de otros : p o r frecuente
que sea l a r e l a j a c i ó n de l a d intervocálica en los
participios en ado, nadie dirá 'el E s t a o ' o 'consag r a o ' ; a l a i n v e r s a puede elegirse decir o no 'ecka
p ' a l a n t e ' o el andalucismo 'ni na ni n a ' ; lo que no
puede hacerse es sustituirlos p o r 'echa p a r a adel a n t e ' o 'ni nada ni n a d a ' , porque estas últimas
expresiones, simplemente, no existen en el h a b l a
española.
Finalmente, im modo importantísimo de vigencia p a r c i a l es l a que podemos l l a m a r «especialización», que en ocasiones reviste f o r m a s de tecnicismo. E l lenguaje de mar, el de los pescadores,
el de l a agricultura o el pastoreo, el de los diferentes oficios, son f o r m a s restringidas en v a r i o s sentidos: uno, que solo algunos uóan en r e a l i d a d esas
voces o giros y , por tanto, no constituyen un verdadero u<}0 g e n e r a l ; otro, que l a significación de
esas expresiones, con frecuencia enormemente pre42
cisa, sólo es inteligible dentro de una situación muy
concreta, y supone una óptica especializada, en l a
cual ciertos objetos o acciones adquieren un relieve
del todo ajeno a l a sociedad en general y a l a lengua común. R e c u e r d o haber leído l a definición de
un vocablo regional, bable, ' e s c a z o p i a r ' = «menear
mucho u n a v a c a l a s p a t a s mientras l a ordeñan».
V é a n s e , por ejemplo, l a s larguísimas, complicadas
definiciones que da el D i c c i o n a r i o de l a A c a d e m i a
a los términos de t a u r o m a q u i a : '^Avisado. D í c e s e
del toro que, bien p o r disposición natural o bien
por l a experiencia adquirida al ser toreado, atiende
a cuanto se mueve en l a plaza, dificultando y haciendo peligrosa su lidia.» «Quite. Suerte que ejecuta un torero, generalmente con el capote, p a r a
librar a otro del peligro en que se h a l l a por l a a c o metida del toro.» E s decir, que tales expresiones
son, en xm grado superior a l normal, circunstanciales, están ligadas a una situación muy p r e c i s a y ,
p o r tanto, no son simplemente p a l a b r a s de La Lengua,
sino algo distinto y muy interesante que sería oportuno p r e c i s a r .
EL tiempo y el uáo en la lengua
T o d o fenómeno social es temporal. T o d o uso se
inicia p o r acciones individuales, t o d a v í a no s o c i a les o colectivas, y solo con el tiempo adquiere v i gencia. E s t a , por su p a r t e , una v e z establecida, se
ejerce como t a l durante el tiempo en que conserva
su vigor. Finalmente, lo pierde, se diluye, volatiliza
o decae, se debilita o es sustituida, según los casos.
43
L a lengua se presenta —^en el diccionario, en
la gramática—' como una realidad actual, presente;
pero si está compuesta como hemos visto de usos
que integran el gran uso total que es ella misma,
éstos datan de cierto tiempo; dicho con o t r a s p a l a bras, l a s vigencias lingüísticas están en distintas
faáCó. C o m o los hombres, tienen edad: l a s h a y «jóvenes», que apenas han iniciado su imperio; l a s
h a y «inveteradas», que ejercen su presión desde
largo tiempo ; l a s h a y , por último, «inmemoriales»,
que están ahí gravitando sobre los que hablan l a
lengua desde los mismos orígenes del idioma.
E l D i c c i o n a r i o histórico es l a gran empresa que
intenta fijar el origen y vicisitudes de las p a l a b r a s .
P e r o no es exactamente aquello en que estoy pens a n d o ; primero, porque no se t r a t a sólo de p a l a b r a s , sino de t o d a s l a s f o r m a s lingüísticas; segundo,
porque en una consideración aociaL de l a lengua, lo
que de v e r d a d importa es l a «proyección» de ese
tiempo sobre el presente, esto es, l a manera como
el p a s a d o g r a v i t a sobre el estado actual, dando su
vigor preciso a c a d a vigencia.
N o todo lo que e s t á en el D i c c i o n a r i o •—-y me
refiero a él porque es lo más sencillo, pero h a b r í a
que generalizar lo que aquí digo^—• pertenece p o r
igual a l a lengua. Podríamos decir que cuanto figura en el D i c c i o n a r i o «ha pasado» p o r l a lengua;
pero h a b r í a que a g r e g a r que por l a lengua han
pasado muchas cosas que nunca han estado en el
D i c c i o n a r i o . L a s que están h a n a l c a n z a d o cierta
vigencia, en general porque han sido eacritaa por
algunos autores que han a l c a n z a d o cierta consideción y prestigio —un criterio áocial—Como
se
44
considera que esos autores «están ahí» —un ahí
que puede muy bien ser l a B i b l i o t e c a de A u t o r e s
E s p a ñ o l e s de R i v a d e n e y r a , popularmente llamada,
et poLir cauóe, «el P a n t e ó n » . — l o que han escrito
parece haber «permanecido» en l a lengua. ¿ E s esto
e x a c t o ? E n algún sentido si; pertenece a l «tesoro»
o «depósito» de l a lengua, es lo que l a lengua ha
éido; y ésta, como toda realidad humana, es lo que
ha sido y le h a p a s a d o . P e r o lo es en una f o r m a
peculiar, que no puede confundirse con lo que es
en el sentido de estarlo siendo y t o d a v í a más de pretender serlo. A q u e l l a s f o r m a s que han sido escritas
por algunos autores y p o r eso constan, no se dicen,
y p o r tanto, no son uso, porque no se usan. Y cuando
la vigencia que tales f o r m a s han tenido h a sido breve,
siempre nos parece extraño, y un poco a z a r o s o ,
encontrarlas en el diccionario sin ninguna mención
que así lo h a g a c o n s t a r : el nombre 'pisaverde', o
el nombre 'petimetre', o l a p a l a b r a 'planeta' en
l a primera acepción que figura en el D i c c i o n a r i o
—'«Especie de casulla que se diferencia de l a s ordinarias en ser más corta l a hoja de delante que
p a s a poco de l a cintura»—•, pertenecen sin duda a
l a «lengua» de algunos autores, pero hoy no pertenecen a l a lengua española, sino en l a f o r m a residual de h a b e r p a s a d o por ella.
C o m p á r e s e esta situación con l a de l a p a l a b r a
'estraperlo', a cuyo origen y uso hemos asistido.
D e r i v a d a de dos nombres propios, S t r a u s s y Perle,
h a c i a 1 9 3 4 viene a designar un negocio de probidad
dudosa, y se convierte en sinónimo del f r a n c é s
affaire ; pero muy pronto, y a dxirante l a guerra
civil y en los años que l a siguen, época de escasez
45
general, l a p a l a b r a ' e s t r a p e r l o ' sufre un cambio
semántico y se hace equivalente de 'mercado ilegal'
o 'mercado n e g r o ' . L a f o r m a en que esta v o z se
usa es muy p e c u l i a r : 'de e s t r a p e r l o ' : comprar o
vender 'de e s t r a p e r l o ' , productos 'de e s t r a p e r l o ' .
S e f o r m a n pronto dos derivados : el nombre 'estraperlista' y el v e r b o ' e s t r a p e r l e a r ' . Y t o d a s estas
v o c e s se u<}an intensa y frecuentemente durante
irnos quince años. H a y todas las razones p a r a que
se incorporen a l a lengua. S i n embargo, pienso que
no v a a ocurrir asi. ¿ P o r razones lingüísticas?
¿ P o r su origen? ¿Porque el gusto l a s r e c h a z a ?
N o , por r a z o n e s económico-sociales: porque l a normalización del abastecimiento hace que el mercado
ilegal languidezca y se v a y a haciendo e x c e p c i o n a l :
el uso v e r b a l decae porque ha decaído el uso social.
¿ C u á l será el destino de esta p a l a b r a ' e s t r a p e r l o ' ?
A h í e s t á r e g i s t r a d a en l a s colecciones de los periódicos y en no p o c a s n o v e l a s de un decenio. P e r o
esto no b a s t a ; si dentro de un plazo breve —^durante l a v i d a a c t i v a de los que han usado esa
VOZ'—• v u e l v e a producirse una situación en que el
mercado negro sea una p r á c t i c a cotidiana, l a p a l a b r a r e v e r d e c e r á y probablemente se consolidará en
la lengua; en otro caso, h a b r á p a s a d o por ella
.—'y muy efectivamente, con un uso saturado—• p a r a
no dejar más huella que algunos testimonios. Pues
bien, esto es lo que sucede con centenares de voces
que p o r uno u otro a z a r han quedado registradas,
pero que no pertenecen más a l a lengua española.
Recuérdese, p a r a b u s c a r otro ejemplo iluminador, l a suerte de l a s p a l a b r a s que designan tejidos,
prendas de vestir, medicamentos, y en general
46
objetos de uso cotidiano; su destino lingüístico depende del social de l a s realidades por ellas significadas y del prestigio, también social, de los que
l a s han hablado y , sobre todo, escrito. H a b l a m o s
de ' c o n t r a y ' , 'ciclatón', 'paleto', aunque y a no se
usen; es improbable que los nombres de los antibiócos o l a s f i b r a s sintéticas lleguen a ser —^salvo
excepciones—• voces de l a lengua, por su multiplicidad, frente a l poco número de l a s p a l a b r a s antiguas (reflejo de l a pobreza de l a industria), y p o r
el hecho de que son sustituidos los productos a l
cabo de poco tiempo por otros mejores: l a f a l t a de
vigencia de los objetos impide que alcancen vigencia
lingüística sus nombres. M i e n t r a s se v a c i l a sobre
si se debe decir 'nylon' o 'nailon' o 'nilón', el producto está siendo desplazado p o r otras f i b r a s que
prometen superiores virtudes, o se lo ofrece, a c a s o
por motivos aduaneros, con o t r a s designaciones
comerciales; y cuando l a lengua quiera fijar su
f o r m a , probablemente h a b r á desaparecido y a del
uso. L a p a l a b r a 'nipis', t a n u s a d a a fin de siglo y
que a l c a n z ó el honor de ser incluida en nuestro
D i c c i o n a r i o , h a perdido toda vigencia, probablemente a causa de algo tan poco lingüístico como
l a pérdida de l a s Filipinas en 1 8 9 8 ; l a derrota de
la escuadra de M o n t o j o fue l a causa r e a l de l a muerte
de esa p a l a b r a .
T o d o esto nos l l e v a r í a a una conclusión importante, que en términos generales estudié en La estructura social: que l a frecuencia del uso no es lo
decisivo, que l a vigencia precede a l a frecuencia
en muchos casos, y es causa de é s t a : porque cierta
conducta es vigente, l a m a y o r í a de los hombres l a
47
siguen, y resulta frecuente; en cambio, una frecuencia considerable, de no ser inveterada, p o r si sola
no cristalizada forzosamente en vigencia y por tanto en efectivo uso lingüístico.
L a temporalidad de l a s f o r m a s lingüísticas se
manifiesta también de otras maneras. U n a de ellas
es l a que se refiere a l a s generaciones
Cada
generación representa un nivel de vigencias, tiene
su repertorio propio de vigencias pecub'ares, además de l a s que son comunes a toda l a sociedad en
im momento del tiempo y —^precisamente en l a
lengua—' de l a s que se conservan sin plena actualidad como depósito de su p a s a d o . H a y ciertas
f o r m a s e x p r e s i v a s —^palabras, modos de pronunciación, entonaciones, construcciones, giros, modismos—• que u n a generación u s a normalmente, pero
que no pertenecen de igual manera a l a s anteriores
o posteriores. N o es difícil filiar a los hombres y
a l o j a r l o s en su generación atendiendo a algunas
modalidades de su h a b l a o de su estilo al escribir;
por ejemplo, l a s p a l a b r a s que expresan estimación
o complacencia: 'admirable', 'estupendo', 'magnífico', 'espléndido', ' c o l o s a l ' , ' f a b u l o s o ' ; o los adjetivos que denotan b e l l e z a ; o los que indican menosprecio intelectual: 'idiota', 'estúpido', 'imbécil', 'tonto', ' c r e t i n o ' ; o m o r a l : 'bellaco', 'villano',
' c a n a l l a ' , etc. Todos estos términos están en el
diccionario ; todos pertenecen a l a lengua ; todos
están de algún modo vigentes, y por tanto disponibles; pero cuando el hablante o el escritor v a a
elegir entre los que se le ofrecen, su elección e s t á
determinada primariamente por su pertenencia a
una generación; ella da, p o r decirlo así, el primer
48
impulso, sobre el cual puede r e o b r a r reflexivamente
la preferencia personal o l a voluntad de estilo que
modula esa actitud generacional b á s i c a . Y si se
quiere precisar el concepto de vigencia y llamar
vigencia estricta y rigurosa a l a que plenamente
impera en una sociedad en xm momento del tiempo,
h a y que agregar que está constituida p o r l a s vigencias p r i v a t i v a s de l a s generaciones efectivamente
actuaLeó, es decir, en plena actuación h i s t ó r i c a ; l a s
de los viejos y l a s de los muy jóvenes «ya» o «todavía» no son plenamente actuales y su vigencia es
deficiente. M u c h o s viejos siguen empleando l a expresión 'pollo' p a r a h a b l a r de un muchacho, pero
es claro que esa f o r m a de designación y a no es
vigente en español; y el verbo 'ligar' o el sustantivo 'ligue', t a n constantemente usados por los muy
jóvenes, no han alcanzado por a h o r a vigencia gener a l en l a lengua española.
¿ L a a l c a n z a r á n ? E s problemático, y este problematismo nos pone sobre l a pista de otra distinta
dimensión temporal de los hechos lingüísticos. H a y
usos incipientes, que pugnan p o r lograr vigencia, y
otros declinantes, que l a están perdiendo ; h a y , como
a c a b o de decir, los que están adscritos a una generación y logran vigencia general —si es que l a
logran—• con e l l a ; pero h a y también usos, y en
p a r t i c u l a r usos lingüísticos, c u y a vigencia está restringida a l a edad, que son específicamente juveniles,
y v a n siendo abandonados por l a misma generación
que los h a originado, tan pronto como llega a l a
m a d u r e z ; y normalmente no son recogidos por l a
generación siguiente, sino que ésta suscita otro repertorio de usos restingidos e igualmente efímeros. V o y
49
a poner un ejemplo mínimo, actual y madrileño, que
rae parece r e v e l a d o r .
E l número de orden de r e y e s , p a p a s , etc., se
expresa de tres f o r m a s principales : con el cardinal,
como en f r a n c é s : H e n r i Q u a t r e ; con el ordinal,
como en e s p a ñ o l : F e l i p e Q u i n t o ; con el ordinal con
artículo, como en inglés y en a l e m á n : E l i z a b e t h the
Second, W^ilhelm der Z w e i t e . D e acuerdo con esto,
el nombre del cine madrileño C a r l o s I I I se dice
usualmente así, C a r l o s T e r c e r o ; pero algunos de los
jóvenes que lo frecuentan suelen decir ' C a r l o s T r e s ' .
¿ Q u i e r e decir esto que se produce una alteración en
el uso español de los ordinales, que su sustitución por
los cardinales, y a implantada más a l l á de diez —^ A l fonso D o c e , J u a n V e i n t i t r é s — se v a extendiendo de
manera u n i v e r s a l ? Pudiera s e r ; pero más bien creo
que decir ' C a r l o s T r e s ' es un modo de afirmar l a juventud frente a los demás, que es un signo de l a tribu,
en suma, que los que hoy lo dicen d e j a r á n de decirlo
antes de cumplir los veinticinco años, p a r a decir
' C a r l o s T e r c e r o ' ; con más rigor : que se t r a t a de u n a
vigencia de l a generación nacida h a c i a fines de l a
G u e r r a M u n d i a l en dii faáe juvenil.
¿ N o debería introducirse en l a consideración de
l a lengua, en el D i c c i o n a r i o , en l a g r a m á t i c a , en l a
estimación de l a «importancia», en el juicio sobre l a
corrección, y sobre todo en lo que se l l a m a «historia
de l a lengua», estos coeficientes temporales? E s
sumamente frecuente que pese sobre nuestra idea de
los hechos lingüísticos una intemporalidad que repugna profundamente a su condición. Incluso l a «historia de l a lengua» corre el riesgo de esquematizarse
o de tener presentes sobre todo los elementos abstrac50
tos .—^morfológicos, fonéticos—• más que el udo e f e c t i v o ; tiende a reducirse a una sucesión de elementos
intemporales, en lugar de ser auténtica historia de
realidades intrínsecamente históricas.
LOÓ grupoá àociateó y eL uóo de La Lengua
P o r mucho que se insista en l a restricción de los
usos lingüísticos dentro de una sociedad, h a y que
tener presente el c a r á c t e r general de La lengua como
un «ámbito» en el cual se v i v e ; a l ser un peculiar
«dónde» en que el hombre v i v e o está «instalado» le
corresponde a l a lengua una singular condición: es
«transitable», se l a puede recorrer, los hablantes se
comunican dentro de ella, p o r debajo de t o d a s l a s
diferencias; es, en suma, el órgano capital de l a
conviencia. P e r o a l haber vigencias restringidas e
«internas» a una f r a c c i ó n de l a sociedad, esto amen a z a esa misma presencia de todos ante t o d o s ; y t a l
riesgo se mitiga y atenúa gracias a l a existencia de
un tercer tipo de \'igencia, que se añaden a l a s
generales y a l a s propias y exclusivas de un grupo
particular : l a s que pueden llamarse «vigencias de
relación» o, si se quiere, «externas». E n La eátrucLura
¿ociaL estudié con algún detalle este tema, y b a s t a
contraer a l a lengua lo que allí se decía en general
p a r a l a v i d a social íntegra:
« H a y dos modos de contar con una vigencia: el
plenario, que consiste en eétar ¿ometido a ella, y uno
secundario, pero sumamente importante, que es conocerLa, tener noticia de ella, saber, por tanto, que
oLroa miembros de l a sociedad tienen que a c a t a r l a .
51
U n ejemplo lo a c l a r a r á . L a s vigencias de contenido
especificamente femenino o masculino no obligan,
claro es, más que a l a s mujeres o a los hombres, y el
sexo contrario está, respectivamente, exento de su
presión; pero l a m a y o r p a r t e de e s a s vigencias
reátringidaá son notoriaá o públicas ; es decir, los
hombres saben que l a s mujeres están sujetas a ellas,
y , p o r tanto, l a presión que ejercen sobre la mitad
femenina de l a sociedad cuenta con l a ' f u e r z a ' de
las dos mitades, si bien no del mismo modo ni en el
mismo grado, como ciiando se t r a t a de i m a vigencia
genérica y sin distinción sexual. Consideremos, en
cambio, una vigencia restringida y además sólo notor i a p a r a uno de los dos sexos : su presión sólo 'viene'
del sexo a que a f e c t a ; su e s f e r a de aplicación o
dominio coincide con el 'dentro' en que su presión se
origina. H a y , por ejemplo, ciertas vigencias que
regulan el lenguaje: temas de que 'se puede h a b l a r ' ,
giros, v o c a b u l a r i o , incluso entonaciones y gestos
expresivos ; a p a r t e de los usos generales de un
ámbito Kngüistico, el modo de h a b l a r de l a s mujeres
y de los hombres está regulado por usos peculiares:
la mujer puede u s a r un cupo de diminutivos que no se
concede a l v a r ó n , su repertorio de adjetivos no es
exactamente el mismo, no puede servirse siempre de
las mismas imágenes o expresiones, etc.; pero l a
c o s a no termina aquí, en estas vigencias p r i v a t i v a s
conocidas de todoá y que se refieren al uso v a r o n i l o
femenil del lenguaje común : h a y también l a conversación de 'hombres s o l o s ' o 'mujeres s o l a s ' , donde
imperan otros usos distintos, conocidos sólo del
s e x o interesado ; es un caso de especial pureza, precisamente porque excluye formalmente l a interven-
52
ción del sexo opuesto : los hombres no saben lo q u e
hablan l a s mujeres áoiaá, porque si el hombre está
presente y a no hablan a s í ; y sólo se penetra en el
modo de h a b l a r del otro sexo en su aislamiento
mediante recursos excepcionales: 'traición' de un
miembro que lo r e v e l a .—'indirecta e interpretativamente, dicho sea de p a s o — i n f i l t r a c i ó n o 'espion a j e ' , etc. Y esto, que en nuestras sociedades tiene
un alcance muy limitado, en otras h a sido o es u n a
r e a l i d a d enérgica y de su suma importancia»
Piénsese, p o r ejemplo, en los misterios de l a Bona
Dea en R o m a , y en l a s consecuencias que p a r a l a
v i d a de C é s a r y l a historia r o m a n a tuvo la infiltración de C l o d i o .
V i s t a s l a s cosas en concreto, y t a l como se da l a
convivencia de los distintos grupos, l a s cosas son
más complejas: c a d a grupo o f r a c c i ó n social v i v e en
sí pero con los demás, esto es, en interacción, y por
eso «hay otro tipo de vigencias particulares pero que
pudiéramos llamar externas o de relación, y que son
l a s que a f e c t a n a los miembros de
grupo en cuanto
E l ariséste se afirma como t a l entre los demás»
t ó c r a t a h a b l a a los que no lo son, el intelectual
conversa con personas de otros hábitos y profesiones, el sacerdote o el militar se expresan f u e r a de
sus mundos privados, fuertemente matizados l i n güísticamente, el hombre del pueblo tiene conciencia
de que h a y otras e s f e r a s sociales, c a r a c t e r i z a d a s
muy especialmente por una distinta manera de h a b l a r ,
con l a s cuales entra en contacto. C u a n d o esto ocurre, el hablante «suspende» p a r c i a l y provisionalmente sus modos de h a b l a r pro pío a, sus vigencias p a r ticulares, se a p o y a en l a s universales de l a sociedad
53
t o t a l y l a s completa con l a s del grupo con el cual
e s t á en relación v e r b a l o más probablemente y con
m a y o r discreción con un tercer estrato que sirve a
l a comimicación entre grupos, E l campesino que
h a b l a a l intelectual, etc., se sirve de f o r m a s lingüísticas que «adaptan» l a s f o r m a s internas de un
grupo a los usos del otro y significan un compromiso
entre a m b a s .
C r e o que p o r esta v í a se podrían intepretar
fenómenos lingüísticos decisivos, que tienen una
üierte b a s e s o c i a l ; me refiero a los «ismos» que en
ocasiones matizan el lenguaje de un p a í s o ciertas
porciones de él. E l plebeyismo sobre todo, secundariamente el snobismo, en algunas épocas y países el
clericalismo, son ejemplos de este fenómeno, que y o
definiría cómo l a e x t r a v a s a c i ó n de l a s vigencias
«internas» a l a v i d a colectiva ¿enóu ¿tricto, es decir, a
la sociedad total. Y los «anti-ismos» que estas tendencias suscitan son fenómenos r e a c t i v o s que consisten en negar no la indebida e x t r a v a s a c i ó n , sino l a s
mismas vigencias internas como tales, y p o r tanto
l a legítima peculiaridad del grupo. A veces l a s vicisitudes del lenguaje son l a mejor expresión de proc e s o s estrictamente sociales que a f e c t a n a un país.
E l plebeyismo que se inicia en el español a fines del
reinado de F e l i p e V ^ ® , pocos años después de l a fundación de esta A c a d e m i a , l a «chulería» que invade
el h a b l a general a fmes del siglo x i x , l a declinación
de estos usos lingüísticos a partir del tercer decenio
de este siglo, permitirían investigar d e h c a d a s mutaciones de l a sociedad española, que en ningún otro
fenómeno se hacen t a n transparentes y visibles.
54
Dinámica
del uáo lingiibtico
E l sistema de los usos lingüísticos, como el de
los usos en general, está en constante v a r i a c i ó n y
movimiento. D u r a n , ciertamente, pero su estabilidad
r e l a t i v a está hecha de tensión, resistencia y f u e r z a
actuante. L a v i v a c i d a d de los usos lingüísticos v a r í a
de una época a otra, y según l a s diversas sociedades.
S i hablamos de l a comunidad hispánica y nos preocupamos p o r el destino del español en l a s diversas
regiones españolas o en los distintos países que lo
hablan en A m é r i c a , tenemos que atender sobre todo
a esa vitalidad. L o s peligros m a y o r e s que a f e c t a n a
l a lengua se podrían resumir en este único : f a l t a de
tensión o vitalidad ligüística ; en otras p a l a b r a s , debilitación genérica de l a s vigencias del idioma, no ésta
o aquélla en particular.
« L a s vigencias pueden ' c e s a r ' en dos f o r m a s : o
por disolución o por sustitución. E n el primer caso
l a vigencia se atenúa y debilita, pierde ' v i g o r ' ,
ejerce u n a presión c a d a vez menor, que a c a b a por
desaparecer. L a f a c i l i d a d de quebrantar l a vigencia
a u m e n t a ; la sociedad ejerce cada vez represalias
más suaves y , p o r tanto, c a d a v e z es m a y o r el número
de los que se a t r e v e n a a f r o n t a r l a s . A l cabo de
cierto tiempo los individuos quedan en franquía: y a
la conducta en ese orden no está prescrita p o r u n a
presión s o c i a l ; o lo que es lo mismo, y a no h a y vigencia»'''. «Lo más frecuente, sin embargo, es l a sustitución de l a s vigencias. E n general, sobre ciertos
contenidos se ejerce una u o t r a presión, pero siempre
alguna. Y ésta suele ser l a f o r m a de declinación de
55
la m a y o r í a de los vigencias : su relevo o suplantación
p o r otras, iniciadas a su v e z en l a v i d a individual,
que se presentan polémicamente, a l c a n z a n t r a s algún
tiempo u n a vigencia restringida a un grupo p a r t i c u l a r
y a c a b a n p o r extenderse a l a sociedad entera» i®.
« H a y que considerar, p a r a terminar, un caso límite
significativo. E s lo que l l a m a r í a 'vigencias v a c a n t e s ' . C o m o todo lo social, l a s vigencias son realidades
que tienen que e s t a r 'llenas' o ' v a c í a s ' (vacantes); y
a v e c e s ocxirre que sobre un contenido que r e c l a m a
vigencia no liay ninguna actual» i®.
Consideremos algunos ejemplos de diversos campos. E n primer lugar, el «yeísmo». H a s t a hace poco
tiempo, l a pronunciación de l a Ll como igual a l a y
p a r e c í a incorrecta. E n efecto, supone l a desaparición de un sonido de nuestra lengua, y a c a r r e a ,
además de un empobrecimiento fonético, numerosas
confusiones. Incluso los gramáticos hispanoamericanos, como B e l l o o C u e r v o , eran celosos de l a distinción. E l sonido diferente de l a LL era, pues, vigente,
aunque esa vigencia f u e r a constantemente v i o l a d a
p o r f r a c c i o n e s muy grandes de los hablantes de
E s p a ñ a y u n a g r a n m a y o r í a de los de H i s p a n o a m é r i c a . H o y l a situación h a cambiado : la vigencia del
sonido LL está atenuada, y su violación a c a r r e a un
mínimo de represalias. L o decisivo no es, sin embargo, el criterio eóhmalivo, quiero decir que p a r e z c a
«bien» o «mal» pronunciar ' C a s t i y a ' , ' c a y e ' o ' v i y a n o ' , en v e z de ' C a s t i l l a ' , 'calle' y ' v i l l a n o ' ; lo más
importante es el criterio intrínsecamente lingüístico
y , p o r tanto, social, quiero decir que l a diferencia
entre LL y y tiende a ser •—^todavía no es.—• irreievantc, y empieza a no advertirse, a menos que se esté
56
sobre aviso y se preste una atención especial. O u i e r o
decir que entendemos lo mismo cuando oímos 'caballo' que cuando oímos ' c a b a y o ' , y frecuentemente no
eétamoá ¿eguroa de h a b e r oído una cosa u o t r a ; si se
nos pregunta si son y e í s t a s o no v a r i a s personas a
l a s cuales hemos oído hablar, es probable que lo
dudemos y necesitemos un esfuerzo de atención
retrospectiva p a r a saber a qué atenernos. Sólo en
ciertos contextos, como cuando se repite el nombre
Castilla en el poema de M a c h a d o , sentimos lo que
hemos perdido si se h a sustituido esta pronunciación
por l a y e í s t a ;
i C a s t i l l a , E s p a ñ a de los largos ríos
que el mar no h a visto y corre h a c i a los m a r e s ;
C a s t i l l a de los p á r a m o s sombríos,
C a s t i l l a de ios negros encinares!
O t r o caso interesante sería el leísmo. A q u í entran
en conflicto dos principios que a su v e z son dos
vigencias generales y más a m p l i a s : ¿qué es lo decisivo, el c a s o o el género ? S i lo primero, es claro que
el 'le' debe ser exclusivamente dativo, 'lo' y ' l a ' , l a s
dos f o r m a s del a c u s a t i v o ; si lo segundo, debe distinguirse ante todo el masculino del femenino, y se
impone el uso del 'le' masculino p a r a ambos casos,
frente al ' l a ' femenino p a r a los dos también. E n l a
situación a c t u a l de l a lengua, podríamos decir que el
leísmo en sentido estricto —uso del 'le' p a r a el acus a t i v o masculino, frente a l l o í s m o ^ es un c a s o de
«vigencia v a c a n t e » ; en cambio, el laísmo o uso del
' l a ' p a r a el dativo femenino, frente a l 'le', v a a c a s o
ganando terreno a u n a «vigencia atenuada».
57
Q u e el uso es normativo se v e si se considera un
c a s o interesante. L a A c a d e m i a prescribe —^o a l
menos prescribía cuando y o estudié su Gramática.—•
l a preposición ' a ' ante los complementos directos que
sean nombres geográficos; recuerdo los ejemplos
«visitar a París», «ver a L o n d r e s » ; no es y a que se
infrinja esa norma a c a d é m i c a , sino que pocos se
a t r e v e r á n a seguirla, enfrentándose con el uso predominante de decir «visitar París» o «ver Londres»,
el cual tiene t a l vigencia que actúa como norma más
enérgica que l a gramatical. A q u í se h a operado, no
y a u n a atenuación, sino una sustitución.
Consideremos, finalmente, l a génesis de l a s vigencias lingüísticas. E s esencial tener presente que una
vigencia no puede engendrarse nunca en l a v i d a individual, aunque de ella proceda el impulso que le d a
origen; l a acción genética del individuo tiene que
p a s a r p o r l a «matriz» de l a v i d a colectiva p a r a que
l a vigencia se produzca efectivamente. P e r o esto
implica que toda vigencia presupone l a sociedad, y
por tanto o t r a s v i g e n c i a s : omnid ñgentia ex vigentia.
E s t o equivale a afurmar el sistematismo de l a s vigenc i a s ; a h o r a bien, si se consideran l a s vigencias lingüísticas, que son l a s que aquí nos interesan, siurge
una delicada cuestión: por una p a r t e , l a lengua es
sólo ingrediente o p a r t e de l a sociedad total, del
complejo sistema de l a s vigencias que l a integran
(por eso, como y a vimos, no h a y «historia de l a
lengua» aisladamente, ni los fenómenos lingüísticos
se explican de una manera «intralingüística») ; pero,
p o r o t r a parte, y sobre ciertos supuestos que l a
sostienen y vivifican, una lengua es también a su
modo un sistema, y esto es lo que permite decir que
60
algo es latín medieval o romance castellano (que
luego s e r á español), aunque l a s diferencias de contenido sean menores que l a s que s e p a r a n ese texto
latino de l a prosa de Tito L i v i o o ese romance de l a
de R a m ó n Gómez de l a S e r n a . H a y un principio
organizador, un «temple» o instalación, que es el
fundamento sistemático de l a lengua y el germen de
su c a p a c i d a d creadora.
P o r q u e h a y que a g r e g a r que el lenguaje eá creación, y que su uso, el ejercicio del h a b l a o la escritura, es una acción creadora que ejecuta cada individuo. M e n é n d e z P i d a l y O r t e g a , de modo independiente y convergente, han visto esto con claridad
admirable. L a lengua es innovación: fonética, l é x i c a ,
gramatical, estilistica. L a lengua depende decisivamente, como todo lo humano, de l a atención; ésta se
orienta en un sentido o en otro, y l a perspectiva se
modifica, los planos se alteran, lo que estaba en el
primero se aleja y traspone o se hunde en el olvido,
lo que estaba a trasmano o en estado naciente a v a n z a
hacia el centro de l a escena. L a v i d a de l a lengua es
una constante eliminación de elementos inertes y
u n a suscitación o l l a m a d a de otros nuevos que se
incorporan. L a acción individual e n s a y a y t a n t e a ,
inicia f o r m a s , construcciones, giros, modulaciones
f o n é t i c a s ; l a m a y o r í a son abortos que se extinguen
en el mismo momento en que se e n s a y a n ; el cuerpo
t o t a l de l a lengua como sistema de vigencias coherentes los expulsa, y no a l c a n z a n ninguna realidad
excedente de la mera acción del individuo: no llegan
a ser usos. P e r o algunos, por su fidelidad a los rasgos
r a d i c a l e s de ese sistema, por un c a s o apremiante de
necesidad —algunos neologismos—, por el prestigio
59
social de sus creadores, o por el a z a r — g r a n motor
de l a h i s t o r i a . — s e insertan en el sistema existente
de los usos, se implantan en l a «matriz» social que
juntos componen, y logran tener v i g e n c i a : f o r m a n
p a r t e de l a lengua.
E l ritmo de creación puede ser lentísimo o aceler a d o : depende de l a s exigencias de l a v i d a colectiva,
del mecanismo de l a atención, de l a v i v a c i d a d que
conserven los principios organizadores de l a lengua,
del vigor de las vigencias lingüísticas. N u e s t r a época,
de innovación constante, en que los impactos de todo
orden se acumulan sobre todos y cada uno de los
individuos, hace imposible el estatismo de l a lengua.
N u e v a s realidades, noticias, acciones, aspectos de
l a s c o s a s irrumpen c a d a día en el á r e a lingüística ; el
reposo, el estado quiescente de l a lengua es imposible, no es un término r e a l de nuestra a l t e r n a t i v a ;
los e f e c t i v o s son éstos: disolución o creación invent i v a , con fidelidad c r e a d o r a a esa m a n e r a de «instalación» en que vivimos, a ese temple originario
desde el cual hablamos, entendemos, nos decimos e
interpretamos nuestra v i d a .
Limpia, fija y da eópLendor
L a divisa de l a R e a l A c a d e m i a E s p a ñ o l a l l e v a
u n a l e y e n d a : Limpia, fija y da esplendor. H a sido una
tentación muy v i e j a interpretarla de manera exclusivamente p r e c e p t i v a y n o r m a t i v a . S e h a pensado a
veces que encubría u n a actitud a un tiempo purista e
inmovilista. S i llegamos a una concepción de la lengua según l a cual lo decisivo es el uso, porque ella
60
misma es un gigantesco uso social, si caemos en l a
cuenta de que e s t á sujeta a n e c e s a r i a y constante
movilidad y v a r i a c i ó n , ¿que podemos pensar de l a
leyenda que r o d e a el crisol a c a d é m i c o ?
C r e o que cabe una interpretación a d e c u a d a y
plenamente actual de esa divisa, y justamente desde
l a perspectiva en que he intentado situarme. ' L i m p i a r ' no quiere decir forzosamente desechar, eliminar, proscribir, v e d a r . Significa más bien depurar,
distinguir, a c l a r a r . H e dedicado gran p a r t e de este
t r a b a j o a proponer el establecimiento de «coeficientes» que maticen y modulen el uso ; l a determinación
del estado r e a l de los fenómenos lingüísticos en todos
los órdenes, l a distinción de l a s d i v e r s a s á r e a s o
f a s e s de la vigencia, l a precisión del alcance y cualidad de su uso, es l a t a r e a que más propiamente puede
llamarse 'limpieza'. M á s que de legislar se t r a t a de
entender; si se quiere, h a b r í a que ir sustituyendo l a
idea de ' l e y ' jurídica, que se promulga, p o r l a de ' l e y '
r e a l —^natural, social, histórica—• que se descubre. L a
inmensa m a y o r í a de l a s voces del O i c c i o n a r i o •—-y en
general de los hechos de l a lengua—• a p a r e c e n sin
ninguna matización, en condiciones de igualdad, como
si tuviesen l a misma plena y imiversal v i g e n c i a ; no es
así, y su condición c a m b i a con el tiempo. S i queremos
tener claridad respecto a lo que l a lengua eó —'aunque prescindamos de momento de toda preocupación
a c e r c a de lo que debe s e r — s e impone distinguir
entre el uso general y pleno, el uso regionalmente
p a r c i a l , el que está contraído a un estamento o grupo
social, el que a f e c t a sólo a un determinado «registro»
del lenguaje, el que d a t a de tiempo inmemorial y
g r a v i t a sobre nosotros con l a m a s a íntegra de nuestra
61
sociedad española, aquel cuya presión viene sólo de
estratos más superficiales; el uso periclitado y cancelado, el debilitado y en declinación, el que sólo ha
durado u n a b r e v e f a s e y perdura en el recuerdo y en
un p a r c i a l uso arcaico, el uso incipiente que intenta
imponerse y a r r a i g a r .
P e r o donde sobre todo lurge l a necesidad de limp i a r es l a proyección creadora de la lengua, en su
futuro. L a lengua fue, pero sobre todo está siendo,
v a a ser. C a d a acción lingüística es un ensayo certero o f r u s t r a d o . A n t e s de que algo sea «lengua»,
cuando t o d a v í a no es uso, sino mera acción individua], está en l a s manos de los hombres ; l a depuración
consiste en ejercer l a acción innovadora de un modo
verdaderamente creador y dentro del sistema de la
lengua. L a p e r e z a es l a m a y o r tentación lingüística:
empobrece l a fonética, atenúa l a r e l e v a n c i a de l a s
expresiones, hace anfibológica l a sintaxis, introduce
como p a l a b r a el primer sonido que se ocurre, cualquier derivación de una p a l a b r a anterior, un préstamo cualquiera de o t r a lengua. L a p a s i v i d a d destruye l a v e r d a d e r a v i d a del lenguaje, y es menester
sustituirla por l a exploración, el ensayo inteligente
desde el fondo secular del idioma, l a invención individual, el peso de l a autoridad personal o corporativ a , l a eliminación, hasta donde es posible, del a z a r .
¿Puede encontrársele también un sentido al segundo término de nuestra d i v i s a ? ¿Puede aceptarse
que l a movilidad lingüística, la realidad constantemente v i v a , fluyente, cambiante de l a lengua tolere,
más aún, imponga, l a función de fijar? L a lengua es
una realidad social, y y a sabía el Aristóteles de l a
Política que sólo es r e a l socialmente lo que diva, y
62
durar no es existir tm día, o dos, o tres, sino permanecer y e s t a r ahí, disponible, ejerciendo su presión,
haciendo posibles las acciones de los hombres, t r a zando pautas abiertas a su conducta. L a lengua es
uso, y el uso exige fijeza; si no, no lo es; sólo sobre
el suelo del uso lingüístico es posible l a acción creadora, libre, original, innovadora del decir. L a lengua,
como el R o m a n c e r o •—y nadie lo h a visto con m a y o r
clarividencia que nuestro D o n R a m ó n M e n é n d e z
P i d a l — v i v e en variantes, y éstas sólo pueden existir
sobre el fondo de fijeza en que el que habla y escribe está inátaLado.
Finalmente, el esplendor. ¿ C u á l es el esplendor
de la lengua ? y ¿cómo puede dársele ? Permitidme
que recuerde aquí algunas cosas que en o t r a ocasión
he pensado sobre el estilo y el escritor. E l estilo no
es sino l a manifestación más visible y patente del
eátdo Vital. E l punto de partida de un estilo literario
es l a lengua, como el de un rostro humano es l a
herencia biológica; l a lengua es y a de p o r sí «estilo»
— l a manera española de ser y decir, frente a l a
latina, l a f r a n c e s a o l a a l e m a n a — p e r o no es estilo
individxial. E l temple v i t a l es l a r a í z del estilo, y
éste l a expresión de aquél; pero h a y que agregar que
el estilo es programático, querido y buscado, y el
hombre se solidariza con él, se «elige» en él, lo cual
corrobora, y en ocasiones modifica, su temple. E l
estilo es un f a c t o r constitutivo y f o r m a d o r del temple. E n el verdadero escritor, el estilo l a b r a una
morada en l a cual se aloja, dentro de l a cual v i v e ;
y el estilo, resultado de l a «instalación» b á s i c a y
originaria, funciona secundariamente como un f a c t o r
de instalación.
63
P u e s bien, sólo así, desde un estilo, es posible
cumplir l a función c a p i t a l de l a lengua: l a interpretación de l a r e a l i d a d y su comunicación. E l eóplendor
es necesario p a r a l a plenitud de l a lengua, porque se
t r a t a de presentar l a s innumerables f a c e t a s de l a
realidad, sus múltiples escorzos, posibilidades, v i r tualidades, haciéndolos b r i l l a r a l sol. E s t a es, p o r
o t r a parte, l a fiinción de descubrimiento que corresponde a l a v e r d a d entendida con alétheia. E l desvelamiento de l a realidad, su patentización, sólo puede
conseguirse desde un temple adecuado, y resulta que
éste tiene que ser un temple literario. L a actitud
«sobria», «fría», «objetiva», que se nos dice ser l a propia de l a ciencia, es menos científica. S ó l o se descubre
l a v e r d a d haciendo refulgir y acaso a r d e r l a s cosas.
S ó l o con literatura se puede lograr l a precisión superior del conocimiento. E s t o es el esplendor.
N o es lo mismo el escritor que el hombre que escribe, ni siquiera cuando escribe bien, porque éste
primero es —^lo que sea.—• y luego e s c r i b e ; el escritor
sólo es plenamente escribiendo. E s t a operación se
ejecuta en él desde su centro p e r s o n a l ; está implicado
en su escribir, no sólo en lo escrito. Y esto sólo puede
hacerse desde l a lengua, sumergido en ella, desde su
plena tensión.
L o s españoles damos a l v e r b o 'ser', entre otras,
una acepción p r o f e s i o n a l : ser l a b r a d o r , carpintero,
pintor o comerciante; en algunos casos l a profesión
tiene que ser una v o c a c i ó n . C u a n d o y o tengo que
decir lo que «soy», por ejemplo en cualquier documento de identidad, sólo pongo: «Escritor». M.e
habéis l l a m a d o a «ser de l a Academia», a p a r t i c i p a r
en v u e s t r a s t a r e a s y desvelos. P o c o podéis esperar
64
de mi a y u d a ; soy y o quien v o y a tener desde a h o r a
el privilegio de e s t a r entre los que han hecho su
vocación del amoroso estudio de la lengua española;
de eso, de vuestro saber sobre ella, del esfuerzo
acumulado por esta corporación durante un cuarto
de milenio en torno a l a manera de v i v i r y decirse ^a
gente española, de eso si v o y a participar. Permitidme daros otra v e z l a s gracias por vuestra a y u d a
p a r a ser más plena y verdaderamente lo que soy.
65
N o t a s
K n mi l i b r o Idea de la JUetafUica
he e x p u e s t o con
a l g ú n d e t a l l e y p r e c i s i ó n e l f u n d a m e n t o de lo que a c a b o
de d e c i r :
« M i v i d a me a p a r e c e c o m o convivencia; q u i e r o d e c i r que
e n c u e n t r o en e l l a , en mi c i r c u n s t a n c i a , c o m o i n g r e d i e n t e s
s u y o s , c i e r t a s r e a l i d a d e s e n l a s que r e c o n o z c o o t r o s 'yo' q u e
son p o r su p a r t e s u j e t o s de o t r a s v i d a s , de s u e r t e que f u n c i o n a n c o m o c e n t r o s de c i r c u n s t a n c i a s de l a s c u a l e s f o r m o y o
p a r t o ; e s d e c i r , mi v i d a — ú n i c a r e a l i d a d i r r e d u c t i b l e e
i n m e d i a t a — • i n c l u y e l a r e f e r e n c i a a a l g o que me v e o o b l i g a d o
a c o n s i d e r a r c o m o ' o t r a s v i d a s ' ; esto t i e n e d o s c o n s e c u e n c i a s :
p r i m e r o , me h a c e d e s c u b r i r m e c o m o un yo f r e n t e a un tii
— s e c u n d a r i a m e n t e un él o ella—y
p o r t a n t o c o n f i e r e un
p r i m e r s e n t i d o a l a e x p r e s i ó n 'mi v i d a ' ; s e g u n d o , me m u e s t r a
el c a r á c t e r ' d i s y u n t i v o ' de l a v i d a (el s e r é s t a o é s t a o é s t a ) ,
y de e s t e m o d o me r e m i t e a u n a n u e v a n o c i ó n , 'la v i d a ' ,
que t i e n e u n a p e c u l i a r i d a d d e c i s i v a : no es t a n t o un u n i v e r s a l ,
u n a e s p e c i e o g é n e r o , d i g a m o s l a v i d a en g e n e r a l , sino que l a
f o r m a c o n c r e t a en que a p a r e c e ese e x t r a ñ o ' u n i v e r s a l ' que
e s ' l a v i d a ' e s : ta vida de cada cual.
» R e s u l t a , p u e s , que mi v i d a , l a r e a l i d a d radical, me a p a r e c e
s e c u n d a r i a p e r o i n e x o r a b l e m e n t e como eóta v i d a c o n c r e t a ,
c o m o u n a d i s y u n c i ó n c i r c u n s t a n c i a ! de la v i d a , p e r o é s t a ,
p o r su p a r t e , y t a m b i é n i n e x o r a b l e m e n t e , es l a v i d a de cada
cual. E s t o i m p l i c a que l a r e l a c i ó n e n t r e 'mi v i d a ' y ' l a v i d a '
no se p a r e c e m u c h o a l a de un i n d i v i d u o con su e s p e c i e .
66
E n e s t e ü l t í m o c a s o , d a d a l a e s p e c i e — e n sí m i s m a suficiente,
a l m e n o s como o b j e t o i d e a l — , p u e d e a c o n t e c e r que, m e d i a n t e
un ' p r i n c i p i o de i n d i v i d u a c i ó n ' , s e i n d i v i d u a l i c e e n d i v e r s o s
i n d i v i d u o s que en c i e r t o r e s p e c t o —^a s a b e r , e l de l a e s p e c i e —
son i n t e r c a m b i a b l e s ; o a l a i n v e r s a , d a d a u n a p l u r a l i d a d de
individuos, se descubren en ellos algunas ' n o t a s ' comunes,
de t a l m a n e r a que, si a t i e n d o a e l l a s s o l a s y p r e s c i n d o d e l
r e s t o de su r e a l i d a d , m e o f r e c e n un a¿pecto c o i n c i d e n t e , q u e
es p r e c i s a m e n t e el de l a e s p e c i e . C o n l a v i d a no o c u r r e a s í .
M i propia vida está condicionada por la convivencia; en
e l l a a c o n t e c e el h e c h o i n s o s l a y a b l e de loá otroi, y su r e a l i d a d
intrínseca está constituida por el componente tistórico-socíal
de l a s i n t e r p r e t a c i o n e s r e c i b i d a s , a l a s c u a l e s l l a m o ' c o s a s ' .
E n mi v i d a se d a y a , p u e s , u n a r e f e r e n c i a a o t r a s v i d a s , y
p o r t a n t o a la v i d a h u m a n a . P o r el c o n t r a r i o , m i e n t r a s puedo
d e s c a n s a r en un u n i v e r s a l c u a l q u i e r a , l a n o c i ó n ' l a v i d a
h u m a n a ' e s i m p e n s a b l e sin c i r c u n s t a n c i a l i z a r l a , s i n f u n d a r l a
en l a i n t u i c i ó n d i r e c t a de edta v i d a , m á s c o n c r e t a m e n t e de
mi v i d a , ú n i c a que me es d i r e c t a m e n t e a c c e s i b l e , y sin l a c u a l
i a ' v i d a en g e n e r a l ' es p u r a y s i m p l e m e n t e ininteligible.
F r e n t e a t o d o a c c i d e n t a l i s m o de l a i n d i v i d u a c i ó n o de l a
e s p e c i f i c i d a d , l a r e l a c i ó n e n t r e l a e s t r u c t u r a funcional e irreal
' v i d a h u m a n a ' y l a r e a l i d a d s i n g u l a r , c i r c u n s t a n c i a l y conc r e t a 'mi v i d a ' es a b s o l u t a m e n t e i n t r í n s e c a y n e c e s a r i a .
» L a c o n s e c u e n c i a de t o d o e s t o r e s u l t a r í a , sin este r e c o r r i d o , i n e s p e r a d a y s o r p r e n d e n t e : sí b i e n es c i e r t o que ' l a
v i d a ' no es r e a l i d a d e s t r i c t a , sino t e o r í a , e s t a t e o r í a no es
en m o d o a l g u n o a r b i t r a r i a , i n n e c e s a r i a o g r a t u i t a , sino que
v i e n e i m p u e s t a p o r l a a p r e h e n s i ó n de e s a r e a l i d a d i r r e d u c t i b l e que e s mi vida; y no e s e s t o lo m á s g r a v e , sino que e s t a
a p r e h e n s i ó n t a m p o c o es i n n e c e s a r i a , sino que p e r t e n e c e a l a
r e a l i d a d m i s m a de l a v i d a ; con o t r a s p a l a b r a s , que l a v i d a
no eá podible — e n t i é n d a s e b i e n , posible.— sin a p r e h e n s i ó n de
si m i s m a , sin p r o y e c c i ó n i m a g i n a t i v a de su figura, es d e c i r ,
sin p r e s e n c i a a n t e sí m i s m a de su e s t r u c t u r a c o m o t a l ' v i d a
h u m a n a ' . A l a v i d a le p e r t e n e c e i n t r í n s e c a m e n t e , p a r a p o d e r
h a c e r s e , u n a p e c u l i a r ' t r a n s p a r e n c i a ' en que su p r o p i a c o n s i s t e n c i a se m a n i f i e s t a . Y e s t o c o n s t i t u y e l a j u s t i f i c a c i ó n última
de l a m e t a f í s i c a : si r e c o r d a m o s l a i d e a de l a s f u n c i o n e s
' h o m o l o g a s ' y ' v i c a r i a s ' y p r e s c i n d i m o s , p o r t a n t o , de l o
67
que l a m e t a f í s i c a tiene de t e o r í a
filosófica
precisa p a r a
r e t e n e r s ó l o su f u n c i ó n v i t a l , e n c o n t r a m o s que é s t a p e r t e n e c e
i n e x o r a b l e e i n t r í n s e c a m e n t e a l a v i d a h u m a n a . D i c h o con
o t r a s p a l a b r a s , l a m e t a f í s i c a no es sino u n a f o r m a h i s t ó r i c a
c o n c r e t a de r e a l i z a r s e uno de l o s r e q u i s i t o s c o n s t i t u t i v o s de
l a v i d a h u m a n a . » (Idea de la Metajíóica,
c a p . V I I I , Obrad,
I I , p. 403-404.)
^ V é a s e « L a v i d a h u m a n a y su e s t r u c t u r a e m p í r i c a » , en
Enóayoí
de teoría (Obrai, I V , p. 3 4 1 s s . ) . E n el e n s a y o « L a
e s t r u c t u r a c o r p ó r e a de l a v i d a h u m a n a » (Reviáta de Occidente,
ép., núm. 2 ) he d a d o a l g u n a s p r e c i s i o n e s m á s :
» N o d e b e r í a s e r n e c e s a r i o a c l a r a r q u e c u a n d o me r e f i e r o
a l a e s t r u c t u r a c o r p ó r e a de l a v i d a h u m a n a no e s t o y h a b l a n d o
de é s t a c o m o r e a l i d a d r a d i c a l —^ésta e s mi v i d a — n i s i q u i e r a
de l a m e t a f í s i c a e n c u a n t o t e o r í a d e l a v i d a h u m a n a , que desc u b r e l o s r e q u i s i t o s de c a d a v i d a , l a e s t r u c t u r a n e c e s a r i a ,
y p o r t a n t o u n i v e r s a l , de t o d a v i d a h u m a n a . M e m u e v o en
el p l a n o d e l o que l l a m o ' e s t r u c t u r a e m p í r i c a ' de l a v i d a
h u m a n a , c o m o c o n j u n t o de a q u e l l a s d e t e r m i n a c i o n e s q u e ,
s i n s e r r e q u i s i t o a priori, p e r t e n e c e n de h e c h o y e s t a b l e m e n t e a l a s v i d a s h u m a n a s que e n c u e n t r o y en l a s que
empíricamente las descubro; las que, p o r tanto, constituyen
el c a m p o de p o s i b l e v a r i a c i ó n h u m a n a e n l a h i s t o r i a . P o d r í a m o s d e c i r q u e el hombre es el c o n j u n t o de l a s e s t r u c t u r a s e m p í r i c a s con que se n o s p r e s e n t a l a v i d a h u m a n a , y así l a a n t r o p o l o g í a e n e l r a d i c a l s e n t i d o filosófico de e s t a p a l a b r a s e r í a
el e s t u d i o de e s t a e s t r u c t u r a e m p í r i c a , m i e n t r a s q u e l a t e o r í a
de l a v i d a h u m a n a como r e a l i d a d r a d i c a l es l a m e t a f í s i c a .
» A e s a e s t r u c t u r a e m p í r i c a es a lo que se p o d r í a l l a m a r
• n a t u r a l e z a ' — s i e s t o f u e r a n e c e s a r i o — ; s e v e r í a q u e , si
b i e n s e p u e d e d e c i r q u e el h o m b r e tiene n a t u r a l e z a , no se
p u e d e d e c i r que eé n a t u r a l e z a . N i p o r a r r i b a — h a c i a l a e s t r u c t u r a a n a l í t i c a , que e s p o r sí s o l a i r r e a l — ni p o r a b a j o —^hacia
l a c o n c r e c i ó n s i n g u l a r , q u e es a b s o l u t a p o s i c i ó n p e r s o n a l y
l i b e r t a d — ' se r e d u c e a ' n a t u r a l e z a ' , en ningún sentido, l a
v i d a humana.»
® V é a s e Introducción a la Filoóofia,
V I I , 6 0 (Obra¿, I I ) .
D e b e c o n s u l t a r s e t a m b i é n el e n s a y o de O r t e g a , « M i s e r i a y
e s p l e n d o r de l a t r a d u c c i ó n » (Obra« completad, I V , p . 4 2 7 ss.)
y , s o b r e t o d o , El Hombre y ta Gente, X I
Obrad completad, V I I ,
68
p . 2 3 3 - 2 5 8 ) , donde s e p r e s e n t a u n a p e n e t r a n t e t e o r í a d e l
d e c i r y el l e n g u a j e y se p o s t u l a u n a n u e v a l i n g ü í s t i c a .
* I n t r o d u j e e s t e c o n c e p t o en l a Introducción a ta
Filoaojía,
I V ; v é a s e t a m b i é n V I I I , 6 5 . S o b r e l a f o r m a de « i n y e c c i ó n "
de l a s i n t e r p r e t a c i o n e s que c o n s t i t u y e n e l mundo c r e d e n c i a l y
e s t i m a t i v o . La estructura óocial, I V , 3 i (Obraa, V I . P u e d e
v e r s e l a ú l t i m a e d i c i ó n r e v i s a d a , e n l a s e r i e « E s t u d i o s de
H u m a n i d a d e s » , S o c i e d a d de E s t u d i o s y P u b l i c a c i o n e s , M a drid, 1964).
®
®
Juan, 1 9 , 20.
« A c c u r a c y in a d d i t i o n to r e q u i r i n g f r e e d o m f r o m e r r o r
a n d c o n f o r m i t y t o t r u t h r e q u i r e s a d i c t i o n a r y to s t a t e m e a n i n g s
in w h i c h w o r d s a r e in f a c t u s e d , n o t t o g i v e e d i t o r i a l opinion
o n w h a t t h e i r m e a n i n g s s h o u l d be.» (Webóter'a
Third
New
Inlernalional
Dictionary 0/ the Engliéh Language,
G. & C. Merr i a m C o m p a n y , S p r i n g f i e l d , M a s s . , 1 9 6 1 , P r o f a c e , p. 6 a . )
'' « T h i s e d i t i o n s h o w s
t i o n s p r e v a i l i n g in g e n e r a l
both informal and formal,
world. It does not attempt
be.»
(Ibid..)
a s f a r a s p o s s i b l e the p r o n u n c i a cultivated conversational usage,
t h r o u g h o u t the E n g l i s h - s p e a k i n g
to d i c t a t e w h a t t h a t u s a g e s h o u l d
® « T h i s n e w M e r r i a m - ^ V e b s t e r u n a b r i d g e d i s the r e c o r d
of this l a n g u a g e a s i t i s w r i t t e n a n d spoken.» (Ibid., p. 7 a . )
® «It s h o w s a w i d e v a r i e t y of acceptable pronunciat i o n s b a s e d on a l a r g e file of t r a n s c r i p t i o n s m a d e b y a t t e n t i v e
l i s t e n i n g to a c t u a l e d u c a t e d s p e e c h in a l l fields a n d i n a l l
p a r t s of the c o u n t r y — the s p e e c h of t h o s e e x p e c t i n g to be
c o m p l e t e l y u n d e r s t o o d b y t h e i r h e a r e r s . » (Ibid.,
p. 6 a - 7 a . )
Ibid., p. i 8 a - i q a .
« C a l i d a d de v i g e n t e » , dice sin m á s el D i c c i o n a r i o d e
la Academia.
La estructura Mcial, I I I , 1 6 .
V é a s e mi l i b r o El método hiatórico de las
generaciones,
y t a m b i é n el c a p . I I , « D i n á m i c a d e l o s g e n e r a c i o n e s » , de
La eélruclura social (Obras, V I ) .
^^ La estriíctura social, I I I , 1 9 . ( E d i c i ó n de 1 9 6 4 , p . 1 1 0 -
112).
Ibid.,
p, 1 1 3 ,
V é a s e mi l i b r o La España poaible en tiempo de Carlos I I I
( « E s t u d i o s de H u m a n i d a d e s » , S o c i e d a d de E s t u d i o s y P u b l i -
69
caciones, M a d r i d 1963), cap. V i l i , «España sola o E s p a ñ a
e n E u r o p a » . A l l í cito un i n t e r e s a n t e p a s a j e d e l l i b r o del
D u q u e de A l m o d ó v a r , p u b l i c a d o en 1 7 8 1 c o n el título
Década cp Uto Lar ¿obre cL e atado de Laá letraó en. Francia. S u f e c h a
en P a r í s , a ñ o de 1 7 8 0 . P o r D . F r a n c i s c o M a r í a de S i l v a .
A l m o d ó v a r s e r e f i e r e a c i e r t a s m o d a l i d a d e s d e l l e n g u a j e de
«la b a j a p l e b e de P a r í s » ; y a g r e g a e s t e p á r r a f o , que m e r e c e
c o p i a r s e e n su i n t e g r i d a d :
« E s t a gente, y l a que se r o z a con l a m i s m a c l a s e , t i e n e
su p a r t i c u l a r y c h a b a c a n o modo de h a b l a r , e s t r o p e a n d o l a s
p a l a b r a s y l a s f r a s e s , y f o r m a u n a e s p e c i e de m a g i s m o en s u s
m o d a l e s y e x p l i c a c i ó n , a l modo d e l n u e s t r o en l o s a r r a b a l e s
de M a d r i d ; p e r o c o n l a d i f e r e n c i a que el n u e s t r o , c o n c i e r t o s
b a ñ o s de g i t a n i s m o y de t u n a , y d e m á s r e s a b i o s que s e le
han i d o a g r e g a n d o de unos c u a r e n t a y t a n t o s a ñ o s a e s t a
p a r t e , s e h a s u b i d o a m a y o r e s , e n t a n t o g r a d o , que l a s p e r s o n a s p o c o i n s t r u i d a s c a l i f i c a n e l m a g i s m o de c a r á c t e r e s p a ñ o l .
» N o lo e s , y sí u n a c o r r u p c i ó n m o d e r n a de n u e s t r a s b u e n a s
y loables costumbres, habiéndose introducido y propagado
v e r g o n z o s a m e n t e en l a n o b l e z a y g e n t e de f o r m a , en l u g a r de
q u e d a r s e , c o m o en P a r í s , e n t r e l a b a j a p l e b e . C u a n d o l o s
e j é r c i t o s y a r m a s e s p a ñ o l a s d a b a n l a l e y a l m u n d o , no se
conocía semejante raza. L a arrogancia española, que venía
a s e r el c a r á c t e r e q u i v a l e n t e de a q u e l t i e m p o , de d o n d e s e
h a d e r i v a d o e l o r i g e n de l a g u a p e z a o p r i m e r m a g i s m o , p r o c e d í a con o t r a d i g n i d a d , a i r e y e s p í r i t u . Y o no he h a l l a d o l a s
p a l a b r a s Jfíajo,
^aja,
JKagiámo,
Aíageza,
JiIagcrLa,
e t c . , en
ningún l i b r o i m p r e s o en el siglo p a s a d o , y bien c o n o c i d o y
u s a d o es el v e r b o Alajar,
sus d e r i v a d o s y a c e p c i o n e s . E l
D i c c i o n a r i o de l a A c a d e m i a e s p a ñ o l a , t o m o I V , en que e s t á
l a l e t r a JH, i m p r e s o en M a d r i d en 1 7 3 4 , y a p o n e l a v o z
JKajo;
p e r o se i n f i e r e de su p r o p i a d e f i n i c i ó n , y de l a o m i s i ó n de l a s
d e m á s v o c e s d e r i v a t i v a s , en c u á n d i f e r e n t e s i g n i f i c a c i ó n y
s e n t i d o s e h a l l a b a t o d a v í a e n t o n c e s l a v o z Aíajo de lo q u e es
en e l d í a . D e j e m o s e s t o p a r a m e j o r o c a s i ó n . » (Década,
epíst o l a n o v e n a , p . 2 6 4 - 2 6 6 . P u e d e v e r s e el t e x t o , con a l g u n o s
c o m e n t a r i o s míos, en el l i b r o c i t a d o , p . i 3 6 - i 3 9 . )
La eatructnra óociaí, I I I , s 5 , p . 1 4 4 .
Ibid-, p . 1 4 4 - 1 4 6 .
Ib id., p . 1 4 5 .
70
DISCURSO
EXCMO.
SR.
DEL
D. R A F A E L
LAPESA
SEÑORES ACADÉMICOS:
v e c e s tendré que cumplir una encomienda
t a n g u s t o s a como es p a r a mí l a de c o n t e s t a r
en nombre de l a A c a d e m i a a su n u e v o e ilustre
miembro don J u l i á n M a r í a s ; p o c a s v e c e s , sin emb a r g o , me sentiré con t a n t a z o z o b r a como en estos
momentos. M e ime a J u l i á n M a r í a s u n a v i e j a amist a d n a c i d a en a ñ o s difíciles p a r a l o s dos, consoKdada
p o r e x p e r i e n c i a s comunes dentro y f u e r a de E s p a ñ a ,
a h o n d a d a p o r e f e c t o hecho costumbre y p o r mi a d miración, siempre creciente. M i a l e g r í a a l d a r l e l a
b i e n v e n i d a es, por lo t a n t o , inmensa. P e r o su o b r a
es amplísima, r i c a en f a c e t a s , y l a p r i n c i p a l de ellas,
l a filosofía, debe i n s p i r a r a l p r o f a n o un s a n t o temor.
O t r a s v o c e s —pienso en l a de P e d r o L a í n — o s
h a b r í a n dicho con m á s conocimiento y a u t o r i d a d lo
que significa l a a p o r t a c i ó n filosófica de M a r í a s . Y o ,
designado t a l v e z p o r el t e m a lingüístico del disc u r s o que a c a b á i s de oír, t r a t a r é de c a r a c t e r i z a r l a
"pocAS
73
excediendo los linderos del campo en que se mueve
mi h a b i t u a l ejercicio de filólogo. S i no a c e r t a r a ,
perdonadme todos, él y v o s o t r o s : Non omnia poadumud omneá.
E m p e z a r é hablando de l a persona y v i d a del
novel académico. J u l i á n M a r í a s A g u i l e r a , nació en
V a l l a d o l i d en 1 9 1 4 . F e c h a significativa: M a r í a s no
h a vivido el progresismo confiado y cómodo que se
v i n o a b a j o con l a p r i m e r a guerra mundial. S u conciencia empezó a abrirse ante un mundo en crisis
que le h a ido presentando resquebrajamientos de
antiguas seguridades, o l e a d a s f u g a c e s o persistentes
de f u r i a y obcecación, horizontes v i t a l e s insospechados y posibilidades de problemático entendimiento;
a z a r o s o maremágnum donde l a s circunstancias urgen, y donde se impone intentar una ordenación p a r a «saber a qué atenerse» y «cómo habérselas» con ellas •—^empleando expresiones g r a t a s
a M a r í a s y a su m a e s t r o O r t e g a — L a inteligencia
y l a voluntad de M a r í a s h a n respondido a este
doble imperativo de poner en c l a r o l a s c o s a s y
o b r a r después en consecuencia. S u muy extensa
o b r a supone continuo esfuerzo p o r a r r o j a r luz y
fijar d i v i s o r i a s ; pero manifiesta también decisión
p a r a enfrentarse con los riesgos que en l a hora
a c t u a l a c e c h a n a nuestro espíritu de hombres civil i z a d o s ; decisión p a r a decir sin compromisos l a
v e r d a d y mantenerse, contra viento y m a r e a , en
l a actitud prescrita p o r l a l e a l t a d y el deber. N o
es M a r í a s pensador que se sitúe a l margen de los
conflictos; se e m b a r c a a menudo en ellos p a r a breg a r contra l a f a l a c i a o l a desmesura, aun a costa
de concitar los ataques de todos los energúmenos,
74
cualquiera que s e a el marchamo ideológico que
exhiban. L e habéis oído decir en un r a s g o de humor
que su modestia nxmca h a sido e x c e s i v a . Y o matiz a r l a e s t a confesión: M a r í a s conoce su enorme
c a p a c i d a d de creación y de empuje; l a conoce y no
t r a t a de ocultarla ni a sí mismo ni a los demás. S a b e
de qué es c a p a z y no lo niega, pero tampoco lo ostenta, como si f u e r a l a c o s a más natural del mundo.
Estudió M a r í a s el B a c h i l l e r a t o en M a d r i d , en
el Instituto del C a r d e n a l Cisneros, donde —^como
a mi ocho años anteS'—• le enseñó latín don V i c e n t e
G a r c í a de D i e g o , nuestro D i r e c t o r accidental, e
historia don F r a n c i s c o M o r á n , buen conocedor de
l a filosofía y p a t r í s t i c a griegas. P a s ó luego a l a
F a c u l t a d de F i l o s o f í a y L e t r a s madrileña, que entonces se encontraba en uno de sus momentos más
esplendorosos. R e g i d a por G a r c í a M o r e n t e y ampliado su cuadro de profesores, l a F a c u l t a d , r i c a
en primeras figiuras, t r a b a j a b a en equipo y cbn un
p l a n flexible que f o m e n t a b a l a responsabilidad e
iniciativa personal del estudiante. A l t r a s l a d a r s e
a l a C i u d a d U n i v e r s i t a r i a , no se mostró n u e v a t a n
sólo p o r el local, sino por el espíritu de superación
y el brío emprendedor que l a animaban. Signo de
a f a n e s r e n o v a d o r e s f u e aquel crucero que en el
v e r a n o de i g S S llevó a centenares de universitarios de aquí y de B a r c e l o n a por l a s costas c islas
donde floreció l a civilización mediterránea : I t a l i a ,
N o r t e de A f r i c a con Egipto, T i e r r a S a n t a , A s i a
M e n o r y G r e c i a . P o c o después l a F a c u l t a d editaba
un volumen que bajo el título de Juventud en el mundo
antiguo, reunía impresiones de tres estudiantes v i a jeros, uno de ellos J u l i á n M a r í a s . A q u e l muchacho
75
de apenas diecinueve años no se limitaba a describir con pluma e x p r e s i v a y ágil sus reacciones ante
l a s m a r a v i l l a s contempladas, sino que sabia a r r a n c a r a c a d a una el sentido profundo que entrañaba.
M e s e s antes, en el otoño de i g S s , se h a b í a producido un hecho decisivo p a r a l a o b r a y v i d a de
M a r í a s : h a b í a encontrado en O r t e g a y G a s s e t el
maestro cuyo genio y humanidad dejarían en él
huella indeleble. Y no e r a sólo O r t e g a : si l a F a c u l t a d t r a b a j a b a en equipo, su sección de F i l o s o f í a
tenía armónica unidad. A l r e d e d o r de O r t e g a se
a g r u p a b a n n a d a menos que Z u b i r i , M o r e n t e , Z a r a güeta y G a o s . E n esa «escuela de M a d r i d » se formó
J u l i á n M a r í a s , heredero de ella sin menoscabo de
su v i g o r o s a individualidad. R e c o r d e m o s lo que él
mismo dice: «Si l a escuela es el punto de a r r a n q u e ,
es a l a v e z lo que no t o l e r a detención. Pertenece
a l a esencia de l a escuela filosófica l a continuidad;
pero continuidad quiere decir, justamente, necesidad de continuar; n a d a más opuesto a ella que el
estancamiento o l a repetición.»
O b l i g a c i ó n de t o d a a l m a noble es l a fidelidad a
los maestros que uno h a elegido, el no renegar de lo
que les pedimos, nos dieron y aceptamos, sin que
ello impida l a rectificación o el disentimiento cuando
l a verdad, en nuevos hallazgos, nos lo exige. P e r o
esta l e a l t a d puede c e r r a r n o s puertas en determinad a s ocasiones. A M a r í a s le costó no ser doctor
hasta 1 9 6 1 y no tener v í a libre p a r a enseñar en
l a universidad donde se formó. S u v o c a c i ó n docente ha tenido que cumplirse en conferencias, en
cursos de organización p r i v a d a —^siempre seguido
con avidez por auditorio numeroso— o en univer78
sidades americanas. E n 1 9 4 8 fundó en M a d r i d , con
O r t e g a , el Instituto de Humanidades, de v i d a t a n
brillante como efímera. P o c o después comenzaron
sus v i a j e s de l a r g a permanencia en los E s t a d o s
Unidos, donde ha sido P r o f e s o r V i s i t a n t e en W e l l e y CoUege y en l a s universidades de C a l i f o r n i a
( L o s Angeles). H a r v a r d y Y a l e . También lo h a
sido en l a de S a n M a r c o s , de L i m a , y repetidamente
en l a de Puerto R i c o . C o n f e r e n c i a n t e plurilingüe
y feliz expositor, ha dejado oír su p a l a b r a en M a d r i d
y en t o d a s l a s provincias de E s p a ñ a , en todos los
países de Eiuropa situados a l O e s t e del telón de
acero, en más de treinta universidades estado-unidenses, en c a s i toda H i s p a n o a m é r i c a y en l a I n d i a .
S o y testigo del éxito clamoroso que tiene en B u e nos A i r e s . Solicitado en t o d a s partes, y a no nos
sorprende que recién llegado de B i l b a o , C a r a c a s
o M é j i c o , se disponga a t o m a r pocos días más tarde
el avion que lo ha de l l e v a r a L o n d r e s , R o m a o
E s t o c o l m o . C o l a b o r a en l a s más selectas r e v i s t a s
filosóficas y culturales del mundo hispánico y del
e x t r a n j e r o . O b r a s s u y a s se han traducido al f r a n cés, inglés, alemán o portugués. E s miembro del
Institut I n t e r n a t i o n a l de Pliilosophie, de P a r í s ;
de l a H i s p a n i c S o c i e t y of A m e r i c a y de la I n t e r n a t i o n a l S o c i e t y f o r the H i s t o r y of I d e a s , a m b a s
de N u e v a Y o r k ; del Instituto B r a s i l e i r o de Filos o f í a , de S a o P a u l o , etc., etc. J u l i á n M a r í a s entra
en l a A c a d e m i a con bien ganado prestigio univers a l , en envidiable plenitud, rico en optimismo contagioso, activo e intrépido emprendedor. T a l es el
hombre; v e a m o s l a obra.
77
C a t ó l i c o de f e y de voluntad, M a r í a s dedica a l
problema de D i o s el primer ciclo de sus escritos
filosóficos. S o n muy tempranos. E l más antiguo,
San Antimo y el inéenaato l l e v a l a f e c h a de igSz].
E l joven investigador estudia en él, con perfecto
análisis contextual, el sentido originario del argumento ontològico en d e f e n s a de l a existencia de
D i o s . E n La pérdida de Dioó ( i g S ó ) configura el
proceso seguido p o r l a filosofía a p a r t i r de D e s c a r tes, cuando se desinteresa de D i o s p a r a atender a
l a n a t u r a l e z a y en El problema de Dioá en la filoáofía de nueátro tiempo ( 1 9 4 1 ) lo presenta en los diferentes intentos de r e s t a u r a r l a metafísica, desde los
ontologístas italianos del siglo p a s a d o h a s t a Z u b i r i
y su concepto de l a existencia religada, b a s e p a r a
u n a nueva posibilidad de l a prueba de D i o s . La
filoóojia del Padre Gratry ( 1 9 4 1 ) pone de relieve l a
importancia que en esta cadena r e s t a u r a d o r a tiene
l a o b r a del sacerdote f r a n c é s , inmerecidamente olvidado. Finalmente en El hombre y Dio¿ en ta jiloóofía
de Maine de Biran ( 1 9 4 4 ) descubre atisbos precursores en otro pensador original y preterido. L a
atención p o r el tema de D i o s no d e s a p a r e c e r á en
l a ulterior producción de M a r í a s , siquiera no sea
tan dominante como en este primer decenio.
P o r los mismos años e l a b o r a b a M a r í a s l a o b r a
s u y a que h a b í a de tener m a y o r difusión: u n a Hiótoria de la Flloáofia que, impresa p o r v e z primera
en 1 9 4 1 , cuenta h o y veinte ediciones en nuestra
lengua, más o t r a s dos en portugués e inglés. E n el
prólogo a l a traducción inglesa explica el autor l a
génesis de este a f o r t u n a d o manual : stirgió de los
cursos que M a r í a s , estudiante aún, d a b a a sus com-
78
p a ñ e r a s de clase, y en especial de los apuntes r e c o gidos allí por l a que a l poco tiempo se c a s a r í a con
él. E s c r i b i r una historia de l a filosofía requiere,
como observó Z u b i r i , todo el a r r o j o de los pocos
años. P e r o lo extraordinario es que este libro juvenil, nacido a l a sombra de muchachas en flor, no
es inmaduro. E s o b r a de una mente priviligiada y
ordenadora que discierne lo fundamental y lo accesorio, y que acierta, con certero poder de síntesis,
a c a r a c t e r i z a r con claridad épocas, tendencias y
autores. N a d a esencial f a l t a y nada es superfluo
en este vademécum que h a servido y a de mentor a
casi dos generaciones hispánicas. M e j o r dicho, a
t r e s ; porque también los que y a peinamos canas lo
consultamos a c a d a p a s o y siempre con provecho.
S e i s años después, en 1 9 4 7 , publica nuestro
nuevo compañero su Introducción a ta filosofía, considerada por algunos como su o b r a m a e s t r a . E n
ella se replantean t o d a s l a s cuestiones b á s i c a s de
l a filosofía, partiendo de u n a situación determinada,
l a del europeo que v i v e a l mediar el siglo x x . U n
s a g a z diseño del mundo y sociedad que nos rodean
sirve de preámbulo a l enfrentamiento con los problemas de l a v e r d a d , l a historia y l a razón. Siguiendo
a O r t e g a , M a r í a s entiende l a v i d a humana como
realidad r a d i c a l que «no es accesible a una razón
p a r c i a l y a b s t r a c t a , ... porque ella misma es totalidad». F r e n t e a l racionalismo y el irracionaÜsmo,
propugna el método de l a r a z ó n vital, en que l a
v i d a misma funciona como r a z ó n p a r a hacernos
inteligibles l a s cosas. D e s c r i b e a continuación l a
estructura de l a v i d a humana y examina desde ella
el horizonte de los problemas vitales —^la natura-
79
l e z a y l a ciencia, l a sociedad, el l e n g u a j e ' — l o s del
conocimiento y el del ser de l a s cosas. A n a l i z a l a
realización de l a v i d a humana, sus aspectos moral
y estético y su desarrollo histórico. Finalmente otea
otro horizonte, el de l a s «idtimidades» : nacimiento,
muerte, p e r v i v e n c i a . L a v i d a como totalidad remite
forzosamente a su fundamento y obliga a a b o r d a r el
problema de D i o s . « L a filosofía —^concluye nuestro
autor'—' tiene que hacerse cuestión de que y o descubra, r a d i c a d a en cuanto r e a l i d a d en l a r e a l i d a d
r a d i c a l que es mi vida, o t r a r e a l i d a d distinta de ella,
superior a ella, y , en suma, fundamento suyo.» L a
Introducción a La fiLoaofia no es, como h a r í a p e n s a r
su título, un t r a t a d o propedèutico : es una interpretación t o t a l de l a v i d a y del mundo, exposición de
un sistema filosófico e l a b o r a d o y completo. M a r í a s
p r e c i s a en una f ó r m u l a de insuperable nitidez l a
relación entre su pensamiento y el de O r t e g a : «inexplicable sin él, irreductible a él». E n efecto, h a y en
l a Introducción de M a r í a s un conjimto bien manifiesto de doctrinas orteguianas; pero aquí reciben
f o r m a de sistema coherente, a p a r e c e n a d a p t a d a s a
una situación v i t a l diversa de l a que quince años
a t r á s , enriquecidas con l a fundamental aportación
de M a r í a s , integradas con ella en una construcción
nueva y armonizadas con el teísmo r e c l a m a d o p o r
l a espiritualidad católica.
E l año 1 9 6 4 l a cosecha filosófica de nuestro
novel académico sumó t r e s libros importantes : l a
Idea de La metafisica r e e l a b o r a l a teoría de l a r a z ó n
v i t a l y l a o f r e c e como solución p a r a l a necesidad
representada p o r la v u e l t a a l a m e t a f í s i c a en l a
filosofía de nuestro tiempo. E n l a Biografia
de La
80
filosofía se reúnen estudios sobre distintos momentos capitales en l a historia del p e n s a r humano, con
especial atención a l a s circunstancias que han rodeado c a d a u n a de estas crisis decisivas. C o n el
nombre de Ensayos de teoría se agrupan doce, compuestos entre 1 9 4 6 y i g 5 3 , que v a n de H e r ó d o t o
y los matemáticos griegos hasta S a n z del R í o ,
G r a t r y y l a psiquiatría. U n o de ellos. Los géneros
literarios en filosofía, a n a l i z a los f a c t o r e s a que obedece l a elección de f o r m a expositiva en los diferentes a u t o r e s y épocas, e inquiere l a s causas de que
l a fdosofía a c t u a l no encuentre encarnación satisf a c t o r i a ; pero a continuación otro. La eótructura
empírica de la vida humana, nos demuestra, empíricamente también, cómo es posible combinar l a densidad t e ó r i c a y l a más g a l l a r d a belleza, sazonada
con finos toques de humorismo.
N o puedo detenerme como quisiera en l a s obras
con que M a r í a s ha rendido tributo expreso a sus
maestros. D e ellos y de U n a m u n o t r a t a n escritos
que f u e r o n apareciendo dispersos y se han conjuntado b a j o el título de La Escuela de Madrid
L a s Aíeditaciones del Quijote orteguianas han sido
editadas p o r él ( 1 9 6 7 ) con v a K o s a introducción y
comentarios. Y por último h a iniciado un estudio
de gran a l c a n c e sobre l a v i d a y l a obra de O r t e g a ;
el primer volumen. Ortega: Circunstancia y vocación
( 1 9 6 0 ) a b a r c a sólo hasta 1 9 1 4 - 1 6 , los años en que
O r t e g a , con l a s Meditaciones y el primer tomo de
El Espectador, r e v e l a h a b e r a l c a n z a d o «el primer
nivel madixro de su filosofía»; pero l a aguda exégesis de M a r í a s a este ideario inaugural, y el acierto
con que t r a t a problemas tan fundamentales como
81
el del estilo, nos hacen desear l a pronta a p a r i c i ó n
de los otros volúmenes anunciados, que nos d a r á n
l a visión completa, en su ingente magnitud, de u n a
p e r s o n a y u n a o b r a señeras.
L o s capítulos de l a Introducción a La flLoóofía
r e l a t i v o s a l v i v i r histórico y a l a realización de l a
v i d a humana muestran p o r primera v e z el interés
de M a r í a s p o r los problemas histórico-sociales.
P o c o después, en un curso del Instituto de H u m a nidades, lee EL método hiátórlco de Lad generacioneó
( 1 9 4 9 ) , cuestión debatida que a p a s i o n a a cuantos
en ios últimos decenios se ocupan de l a s ciencias
humanas. La estructura ¿ociaL ( 1 9 6 5 ) a r r a n c a de un
intento de estudiar l a sociedad española de l a época
romántica. A l t r a t a r de cumplirlo, M a r í a s comprendió que necesitaba f o r j a r previamente instrumentos
teóricos adecuados. S u l a r g a v i s i t a de i 9 5 i - 5 2 a los
E s t a d o s U n i d o s le permitió c o n t r a s t a r el funcionamiento de dos sociedades, l a norteamericana y
l a española, de muy distinta contextura. O t r a v e z
lo recibido de O r t e g a f u e t r a n s f o r m a d o con l a incorporación de experiencias y doctrinas p r o p i a s .
E l libro de M a r í a s d a un p a n o r a m a claro, orgánico
y completo de l a «estructxura empírica de l a v i d a
colectiva»; entran en él l a continuidad y contraste
en l a sucesión de generaciones, los c a r a c t e r e s y
devenir de l a s vigencias sociales, l a actuación de
ideas, creencias y aspiraciones, l a organización
política y social, los vínculos del amor, l a f a m i l i a
y l a amistad, l a perspectiva de l a muerte y el más
82
allá. P e r t r e c h a d o y a con el «órganon» imprescindible, M a r í a s h a ampliado su proyecto sobre l a
E s p a ñ a romántica a una investigación t o t a l de l a
estructura social de l a E s p a ñ a moderna. P a r a tan
v a s t a empresa dirige desde i 9 6 0 en l a S o c i e d a d de
Estudios y Publicaciones un S e m i n a r i o de H u m a nidades donde investigadores de dintintos campos
someten a discusión general sus r e s p e c t i v a s aportaciones. L a atención del Seminario se ha dirigido
h a c i a el siglo xviii p a r a poder comprender mejor
los cambios posteriores. M a r í a s ha dado a l Seminario, a p a r t e de su resuelto pilotaje, dos magníficos estudios sobre J o v e l l a n o s y M o r a t í n , publicados en Loá eápañote¿ ( 1 9 6 2 ) , y un libro, La
España
posible en tiempo de Carlos I I I , que lo acredita como
intérprete hondo y certero de un momento pretérito
que no podemos ver sin melancolía.
M a r í a s no v a a la historia rehuyendo el presente.
S u s ojos están bien abiertos a l mundo en que le h a
tocado v i v i r . E l artículo periodístico y el ensayo,
son l a s f o r m a s en que se manifiesta de ordinario
su enfrentamiento con l a realidad que le circunda.
L o s emplea a v e c e s con tono polémico, cuando tiene
que combatir l a f a l s e d a d , l a incomprensión o l a
violencia. P e r o lo más frecuente es que se sitúe ante
el hecho cotidiano, ante l a novedad que nos parece
sin importancia, ante el síntoma inadvertido, y con
un giro insospechado del pensamiento les encuentre
significación inédita; o que encuadre el acaecimiento sorprendente en el contexto v i t a l que le da sen-
Si
tido. L o acostumbrado y lo insólito, l a anécdota y
e l cambio decisivo de postxira espiritual, l a p a l a b r a mostrenca y l a que es hito de u n a creación poét i c a , todo queda sometido a l a misma indagación
que lo t r a n s f o r m a en símbolo. V i a j e s y lecturas dan
también motivo a consideraciones en que l a agilid a d mental corre p a r e j a con l a expresión inesper a d a y e x a c t a . A esta literatura de circunstancias
p r o f u n d i z a d a pertenecen l a s colecciones A<¡uí y
ahora ( 1 9 6 4 ) , Enaayoó de convivencia (igóS), EL oficio
del penóamiento ( 1 9 6 8 ) y EL tiempo que ni vuelve ni
tropieza ( 1 9 6 4 ) . E n ellas se medita sobre t e m a s tan
heterogéneos como l a desaparición de l a autoridad
intelectual, l a A l e m a n i a de l a última posguerra, l a
subida de los precios, l a s p l a z a s de los pueblos y
ciudades, u n a encíclica esperanza dora, un magnicidio e s c a l o f r i a n t e , un recuerdo literario, l a actualidad y el porvenir de H i s p a n o a m é r i c a , etc., etc.;
pero e s t a v a r i e d a d de caleidoscopio se unifica bajo
l a a c c i ó n de l a conciencia vigilante que l a escudriña. D e tema homogéneo, los artículos agrupados en
LOÓ Estados
Unidos en escorzo ( 1 9 6 6 ) ofrecen \ma
v i s i ó n completa y v e r a z de l a v i d a , sociedad y
c u l t u r a norteamericanas. A n t e aquel p a í s y sus gentes l a actitud del visitante europeo prevenido contra
l a admiración bobalicona suele ser un a i r e de suficiencia despectiva t a n estúpido como injustificado.
M a r í a s ni se deja deslumhrar ni a d u l a : sus descripciones contienen reptilsas o ironías cuando hace
f a l t a ; pero libre de prejuicios, se a c e r c a a l a s pers o n a s y a l a s cosas con amoroso a f á n de comprensión. E n e l cuadro que t r a z a , tan v a r i a d o como
e x a c t o , no f a l t a ningún aspecto esencial; todos se
84
examinan en su haz y en su envés, y en todos c a l a
hondo l a perspicacia del testigo, que h a v i v i d o desde dentro y sosegadamente el sentir y obrar de l a
comunidad humana que r e t r a t a . D e experiencia,
mucho más corta surge Imagen de La India ( 1 9 6 9 ) r
tres semanas p a s a d a s allí con motivo de un c o n greso de filosofía p a r e c e n demasiado poco tiempo
p a r a o t r a cosa que superficiales impresiones de
viaje. P e r o aunque el autor se atiene principalmente a lo que le entra p o r los ojos, su imagen no es
sólo visual y pintoresca. G r a c i a s a su curiosidad y
a su hábito de interpretar lo circunstante, penetra
hasta el núcleo originario de l a forma de v i d a india :
aceptación de l a r e a l i d a d t a l como es; reconocimiento de su existencia con naturalidad apacible y
sin atención a sus posibilidades.
U n filósofo de l a razón v i t a l tiene que i n t e r e s a r s e necesariamente por l a s creaciones a r t í s t i c a s
donde los hombres configuran l a imaginación de su
propio v i v i r . A l cine, el teatro y l a n o v e l a dedica
M a r í a s el sugestivo librito La imagen de La vida
humana ( 1 9 6 5 ) . M u y aficionado a l cine, es á v i d o
lector. T o d a su obra está llena de r e f e r e n c i a s l i t e r a r i a s . E n sus v i a j e s le acompañan lecturas predil e c t a s : «No he podido nunca —^escribe—• ir a S e g o v i a sin l l e v a r conmigo Doña Inéá, de A z o r í n ; o a.
S o r i a sin el v i á t i c o de M a c h a d o ; o a B i l b a o sin
Paz en La guerra de Unamuno»; o a Romanillos y
B a r a h o n a de l a s B r u j a s sin r e c o r d a r páginas de
EL Espectador orteguiano. M a r í a s busca en l a lite85
r a t u r a el reflejo del v i v i r y el p e n s a r ; pero también
e s fino catador de l a belleza en sí, de l a f o r m a conseguida. R e c o r d e m o s su v a l o r a c i ó n de lo que l l a m a
«calidad de página». L o s ensayos literarios de M a r í a s tocan alguna v e z y con agudeza a l a obra de
C e r v a n t e s , pero su terreno preferido es l a literatura
española a partir del siglo x v m : l a s polémicas dieciochescas sobre el pasado y presente de E s p a ñ a ,
M o r a t í n , el romanticismo, V a l e r a , la novela moderna, l a generación del g8, M e n é n d e z Pidal, J u a n
R a m ó n Jiménez, M a r a ñ ó n , G ó m e z de l a S e r n a ,
S a l i n a s , Guillén. D e Antonio M a c h a d o , cuyos versos acuden a su memoria a c a d a p a s o , se ocupa
M a r í a s en dos estudios, uno de caracterización gen e r a l y otro sobre l a cuestión precisa de su relación
ideológica con Heidegger. P e r o quien, después de
O r t e g a , figura más persistentemente en los escritos
de M a r í a s es don M i g u e l de U n a m u n o : su problema
religioso, su muerte, su poesía, el extraño c a r á c t e r de
sus novelas, su lugar y v a l o r como filósofo, son mot i v o de entrañadas preguntas que M a r í a s se formul a u n a y o t r a vez. L a respuesta más completa se
l a da en el Hbro Miguel de Unamuno, compuesto
en 1 9 4 2 y galardonado por l a A c a d e m i a con el
Premio F a s t e n r a t h en 1 9 4 7 . M a r í a s se adentra en
l a compleja personalidad de U n a m u n o y en su o b r a
tensa y acongojada, distinguiendo el drama auténticamente sufrido y l a obstinación fomentada por
el a f á n de singularidad. Según M a r í a s , don M i g u e l ,
f a l t o de f e religiosa y de f e en la c a p a c i d a d de l a
razón, no tuvo tampoco «la espléndida humildad que
v e n e r a l a v e r d a d no comprendida» y cultivó así
u n a «innecesaria» h e t e r o d o x i a ; pero el agnosticismo
86
agónico no anuló su profunda y sincera religiosidad,
t a n próxima a l espíritu cristiano, aunque no viese
en D i o s sino el garantizador de l a pervivencia t r a s
l a muerte. Acertadísimos son los capítulos relativ o s a l a novela unamuniana, que IVIarías caracteriza
como «existencial» y «personal», esto es, interesada
por l a v i d a misma de sus personajes y por lo que les
hace ser ellos y no otros. U n a m u n o l a concibe
«como método de conocimiento» p a r a replantearse
el problema del hombre y l a perduración y t r a t a r
de elucidarlo. A p e s a r de sus r e s e r v a s , el libro de
M a r í a s está escrito con «intelletto d'amore» y alumb r a definitivamente muchos aspectos de l a genial
y p a r a d ó j i c a figura estudiada.
L a preocupación de M a r í a s por el lenguaje se
manifiesta en l a p r á c t i c a y en l a teoría. C o m o escritor es extremado artista de l a p a l a b r a ; posee
e s a «calidad de página» que tanto estima en otros.
S u prosa es pulcra, t e r s a y eficaz; rigurosa de concepto, sugestiva p a r a l a imaginación, con sobrias y
hondas resonancias p a r a el sentimiento. L a expresión, muy elaborada sin perder fluidez, afila constantemente los biseles significativos de l a s p a l a b r a s
en giros personales que l a s repristinan. P o r o t r a
parte, M a r í a s se siente atraído p o r el estudio de
p a l a b r a s concretas, y les busca el sentido profundo
y originario con a p o y o de l a etimología. A s í , recogiendo en l a v o z verdad l a herencia de tres sentidos distintos que a r r a n c a n respectivamente de los
del griego aLétheta, 'descubrimiento del ser de l a s
87
c o s a s ' , del latín veritaó, ' v e r a c i d a d , exactitud en lo
que se d i c e ' , y del hebreo emunah 'confianza en el
cumplimiento de los prometido', pone en conexión
estas tres interpretaciones históricas con l a triple
v i v e n c i a de l a v e r d a d en l a v i d a i n f a n t i l ; a s í m a t i z a ,
con l a mejor t é c n i c a de un diccionario de sinónimos,
l a s diferencias entre angustia, congoja,
tribulación,
ansiedad, zozobra, desazón y desasosiego; o como un
buen g r a m á t i c o , entre ser y estar a propósito del
«Sem zum Todey heideggeriano, p a r a el que propone
como equivalente nuestra locución estar a la muerte;
desentraña l a significación de desvivirse, juega con
l a de agenda; y apunta a l distinto nivel de v i d a
como causa de que, en l a diferenciación r e g i o n a l
del l é x i c o románico, t r i i m f a r a n en E s p a ñ a casa,
cabana y calle, oriundos de ambiente r u r a l , mientras
en otros países prevalecieron maison. Ut o letto, rue
o strada, c u y a etimología r e v e l a m a y o r progreso
material. M a r í a s h a traducido imo de los libros
más preñados de i d e a s f e l i c e s sobre problemas lingüísticos generales, l a Teoría del lenguaje de K a r l
B ü h l e r ( 1 9 6 0 ) ; quienes antes de esta excelente versión habíamos tenido que f o r c e j e a r con l a s dificult a d e s del encrespado t e x t o original podemos testimoniar el g r a n servicio que h a prestado M a r í a s
trasladándolo a l español. Finalmente, en un capítulo de l a Introducción a la filosofía, nuestro compañero estudia el lenguaje como inserción de lo social
en l a v i d a del hombre. C o n ese capítulo y con La
estructura social se enlaza el discurso que a c a b a m o s
de oír y a c e r c a del cual querría h a c e r algunas consideraciones.
C u a n d o se e s t á embarcado en l a investigación,
nada puede ser motivo de más jubilosa confianza
que v e r a otros a c e r c a r s e , por rumbos distintos del
nuestro, a l mismo puerto que entrevemos. JuKán
M a r í a s , a l enfrentarse con el lenguaje desde el
punto de v i s t a de l a v i d a individual y colectiva,
t o c a problemas que se han debatido y se debaten
entre los lingüistas y les da soluciones concordes
con l a s que algunos han sostenido. N o por eso es
menos v a l i o s a su aportación, que sitúa l a cuestión
en otro plano, le da a l t u r a filosófica y se v a l e de
instrumentos conceptuales y terminológicos que pueden ser de gran utilidad. P a r a l a lingüística de nuestro siglo es f a m i l i a r , desde F e r d i n a n d de Saussiure
y H e n r i D e l a c r o i x , l a distinción entre «lenguaje»,
«lengua» y «habla»; pero M a r í a s a ñ a d e im término
más, el de «decir», que l a lingüística no h a tenido
en cuenta como independiente de los otros. L a concepción del lenguaje como un hecho social donde l a
compulsión de l a comunidad pesa sobre el invididuo es principio básico p a r a S a u s s u r e y sus discípulos. L a afirmación de que «cada lengua r e v e l a ,
y en cierto modo r e a l i z a , im temple vital» está en
l a línea de l a teoría humboldtiana que liga l a «form a lingüística interior» de c a d a idioma con u n a
peculiar visión del mundo; pero entre Humboldt
y M a r í a s h a y t o d a l a distancia que media entre
ima «visión del mundo» y un «temple vital». D e s d e
que V o s s l e r publicó su Lengua y cultura de Francia
y más aún, desde los admirables Orlgeneó del español
de M e n é n d e z P i d a l , quedó bien sentado p a r a muchos que los fenómenos lingüísticos no pueden ser
adecuadamente entendidos sino en relación con los
89
literarios, políticos, jurídicos, sociales, etc. ; y el
estudio de los dialectos está c a d a día más unido
a l de l a etnología y cultura material. I g u a l que
M a r í a s , y o Ke negado l a posibilidad de una histor i a lingüística que estudie los cambios experimentados por l a estructura de una lengua y no los r e l a cione con l a s vicisitudes y el v i v i r histórico de l a
comunidad que l a h a b l a ; he t r a t a d o de p r o b a r l a
vinculación de v a r i a s crisis s u f r i d a s por l a f o n é t i c a
de nuestra lengua con o t r a s crisis habidas en l a
historia de E s p a ñ a ; y he atribuido l a fortuna de
l a s soluciones f o n é t i c a s vencedoras a r a z o n e s de
v o l u n t a d y prestigio. Permitidme que repita aquí
p a l a b r a s dichas en o t r a ocasión, p a r a m o s t r a r con
ellas mi conformidad con lo expuesto a h o r a p o r
Julián M a r í a s : «Socialmente, los r a s g o s lingüísticos
son moneda cuyo v a l o r depende del que concedamos a quien l a emite. U n uso lingüístico cualquiera
posee, además de sus cualidades intrínsecas, v a l o res prestados, resultantes de l a estimación que obtiene. P o d r á ser más o menos eufónico, expresivo,
claro o n e c e s a r i o ; p o d r á e s t a r mejor o peor situado
dentro del sistema de l a lengua; de todos modos,
su suerte quedará determinada en grado fxmdamental
p o r el aprecio que logre. Y este aprecio está decisivamente ligado a l a estimación de que gocen quienes practiquen el uso en cuestión: a r i s t ó c r a t a s , doct o s o p l e b e y o s ; extranjeros gratos o molestos; p a r ticularistas que cultiven l a s divergencias o unitarios
que defiendan l a cohesión. E l prestigio de c a d a uno
dependerá a su v e z de l a situación v i t a l en que l a
comunidad se encuentre en el correspondiente momento histórico, así como de l a f u e r z a que tenga
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l a tradición c r e a d a p o r el comportamiento de esa
comunidad en situaciones anteriores. E l abandono
de un uso lingüístico supone q^e se h a desvalorizado el conjunto de manifestaciones humanas de
que aquél f o r m a b a parte.» ^
E n cuanto a determinar los índices de frecuencia de cada uso, el tono de lenguaje a que pertenece
y el sector social que lo emplea, lo que M a r í a s pide
está de acuerdo con lo que l a lexicología a c t u a l
intenta poner en p r á c t i c a . E s t a r e a que no tropieza
con dificultades insuperables, mientras se limita a
un campo léxico, un p a í s y u n a época d a d o s : así
lo demuestran los t r a b a j o s de M a t o r é y su escuela
en el dominio del f r a n c é s . P e r o , cuando se t r a t a del
v o c a b u l a r i o todo de una lengua que l l e v a hablándose más de diez siglos y se h a extendido p o r una
veintena l a r g a de países, los obstáculos son incalculables. S e dan y a p a r a l a s indicaciones de á r e a s
g e o g r á f i c a s : c a d a v o c a b u l a r i o regional que aparece,
c a d a comunicación de u n a A c a d e m i a hispanoamer i c a n a , supone alguna rectificación en l a s muy abundantes noticias que en este respecto o f r e c e nuestro
D i c c i o n a r i o . T a m p o c o son f á c i l e s de establecer los
linderos entre el tecnicismo y el uso general, donde
aquél se infiltra constantemente: y a no son exclusivos del lenguaje medico apendicitiá, trombosis o leucemia, ni del jurídico abuso de autoridad-, ¿debemos
por ello quitarles l a indicación de su ámbito originario ? P e r o l a s clasificaciones más difíciles de aplic a r satisfactoriamente en un diccionario general
I
« H i s t o r i a l i n g ü í s t i c a e Msfcoria g e n e r a l » , X X I V C o n g r e s o L u s o - E s p a ñ o l p a r a el P r o g r e s o de l a s C i e n c i a s , M a drid, 1 9 6 8 , pág. 1 7 8 .
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son l a s que se refieren a l nivel de lenguaje y ambiente
social de c a d a p a l a b r a . S i ateniéndonos a l uso de
M a d r i d señalásemos l a s v o c e s angoáto y enojarse
como l i t e r a r i a s y a j e n a s a l a lengua h a b l a d a , despertaríamos l a justísima protesta de muchos hispanoamericanos en cuyos países pertenecen a l más espontáneo coloquio ; y aun dentro de E s p a ñ a h a b r í a
disconformidades b a s a d a s en el uso regional. L o s
coeficientes tendrían que ser dos, uno geográfico y
otro de f r e c u e n c i a , estimación y á r e a s o c i a l ; p a r a
establecerlos necesitaríamos p r e v i a información fidedigna de todo el mundo hispánico. Y aunque l a
cooperación de algunas academias hispanoamerican a s se hace c a d a día más e f e c t i v a , t o d a v í a estamos
lejos de contar con l a de todas. H a y p r o y e c t o s
de estudiar el lenguaje culto o el lenguaje coloquial de l a s principales ciudades de E s p a ñ a y A m é r i c a , pero aún no están en marcha. Y quedan los
riesgos máximos, los de c a l i b r a r apreciaciones respecto a l p a s a d o , que sobre ser c a s i siempre inseguras, obligarían a añadir im tercer coeficiente, el
temporal, con l a s inevitables complicaciones. C r e o ,
en suma, que nuestro D i c c i o n a r i o debe extender y
sistematizar, en el sentido propuesto por M a r í a s ,
su clasificación del léxico español, a h o r a p a r c i a l e
inconstante; pero temo qu» s e r á empresa l a r g a , discutida y que r e q u e r i r á continuas modificaciones.
A p l i c a r coeficientes es siempre cuestión espinosa.
A l final de su discurso M a r í a s ha e x p r e s a d o
su opinión de cómo debe entenderse actualmente el
lema de l a A c a d e m i a . S u s puntos de v i s t a coinciden en lo esencial con los expuestos p o r D á m a s o
A l o n s o como presidente de nuestra delegación ante
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el I V Congreso de A c a d e m i a s de l a L e n g u a , celeb r a d o hace poco en B u e n o s A i r e s ; coinciden también con lo que nuestra C o r p o r a c i ó n está p r a c ticando desde el v i r a j e iniciado en los últimos decenios por el inolvidable don Julio C a s a r e s . C e l e b r a mos que M a r í a s venga a sumársenos en este empeño
de poner a l día nuestro p r o g r a m a y nuestras miras.
H a hecho n o t a r M a r í a s que l a filosofía no h a
tenido en esta c a s a representación t a n nutrida como
hubiera sido deseable. E s cierto, pero no por v o luntad de l a A c a d e m i a : t e n t a t i v a s anteriores de
t r a e r a grandes filósofos de nuestro siglo, fueron
r e h u s a d a s por ellos. A s í pues, al recibir a J u l i á n
M a r í a s , l a A c a d e m i a no sólo se suma a l unánime
reconocimiento mundial de su v a l e r , sino que además s a t i s f a c e un anhelo largo tiempo incumplido.
Y lo s a t i s f a c e llena de esperanza, pues c o n f í a mucho en l a inteligencia, v a s t o saber y certera penet r a c i ó n de l a r e a l i d a d v i v a que nuestro nuevo a c a démico h a hecho patentes en su o b r a prodigiosa.
S u bien p r o b a d a eficacia nos a y u d a r á p a r a que
nuestra l a b o r responda a l a s exigencias del tiempo,
a l a a l t u r a de l a s circunstancias. Q u i e r a D i o s que
su compañía s e a t a n l a r g a y f e c u n d a como alborozadamente deseamos.
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